Junio es un buen mes para viajar a Irlanda, ya que los días son muy largos por lo que, dado que en primavera el tiempo es muy variable, con tantas horas de sol puedes encontrar en la misma jornada todas las estaciones. El viaje que os comienzo a relatar lo realizamos hace 5 años, del 6 al 20 de junio. Espero que de nuevo la compañía irlandesa Aer Lingus, perteneciente al grupo IAG, vuelva a operar los vuelos directos entre Bilbao y Dublín, pues el viaje es muy cómodo, ya que sólo tarda un par de horas. En el aeropuerto recogemos el Ford Focus que hemos alquilado en Europcar y, para no complicarnos la vida, nos alojamos a tan sólo 5 km del aeropuerto, en el Metro Hotel Dublin Airport *** (https://www.metrohoteldublinairport.com/). De esta forma, no tenemos que entrar y salir de Dublín, cuando al día siguiente iniciemos la ruta. Pronto empezamos a percibir que Irlanda no es un país barato.
El 7 de junio comenzamos la ruta circulando por la Great Military Road, que atraviesa el Wicklow Mountains Nacional Park, circulando por un entorno precioso cuando deja de llover y desparece la niebla, pues menudo comienzo hemos tenido, ya que al aspecto climatológico hay que añadir que la carretera es muy estrecha y que hay que circular por la izquierda, cosa que hasta ahora sólo había hecho en la escocesa isla Skye, en la que había lugares para cruzarte con otros vehículos. Menos mal que hay muy poco tráfico, pues me tengo que parar cada vez que viene alguien de frente. Nuestro primer destino es uno de los lugares más auténticos que veremos en el viaje. Se trata de Glendalough (Gleann da Locha en gaélico), un conjunto monacal creado por San Kevin en el siglo VI, aunque la mayoría de los edificios fueron construidos entre los siglos VIII, y XII siendo restaurados en el XIX. Entre sus edificios destacan la torre cilíndrica de 33 metros de altura, la Catedral y la iglesia de St Kevin´s.
Continuamos circulando 94 km hacia el sudeste, ahora por una carretera mejor, la M11, hasta nuestro siguiente destino, Wexford Wildfowl Reserve, una zona de marismas de 1.000 hectáreas, ganada al mar en el siglo XIX y ubicada en el estuario del río Slaney. Hoy es un santuario de aves silvestres de renombre internacional, por las grandes bandadas de gansos, patos y aves zancudas que pasan aquí el invierno, destacando los 8.500 ejemplares, el 45% de la población mundial, de ganso de frente blanca de Groenlandia, algunos de los cuales podemos ver y muy de cerca. Una gozada de lugar sin gente.
Para primer día, 200 km circulando por la izquierda no está nada mal, así que para esta noche hemos elegido para pernoctar el pequeño pueblo pesquero de Kilmore Quay, que cuenta con una gran actividad de pescadores, donde pasamos lo que queda de tarde y acudimos a cenar, ye que nuestro alojamiento es un Bed and Breakfast, el lujoso Mill Road Farm B&B ****, que se encuentra en una granja lechera a 2 km del pueblo, en una zona de interior rodeada de casas tradicionales de techo de paja. Al día siguiente, por primera vez nos obsequiamos con el tradicional desayuno irlandés, a base de huevo frito, salchichas, bacón, lomo, morcilla, tomate y champiñón. No está nada mal, pues hoy no podremos comer de fundamento.
El 8 de junio lo tengo marcado en rojo en el calendario, pues para mi es el día más importante del viaje, ya que espero ver de cerca frailecillos, encantadora ave que se me ha resistido por dos veces en Islandia, donde sólo la he podido ver en el mar. Eso sí, hace falta que haga buen tiempo y haya barco para ir a la isla Saltee, cercana a de Kilmore Quay. Las Saltee islands son el mayor santuario de aves de Irlanda, contando con alcatraces, gaviotas, gaviones Atlántico, frailecillos, cormoranes, alcas y araos, logrando ver de todas en gran cantidad. A los simpáticos frailecillos los tuve junto a mis pies. ¡Qué gozada! Hay que advertir que la isla está deshabitada y no cuenta con embarcadero ni ningún lugar en el que refugiarse en caso de lluvia. Además, los propietarios sólo permiten la estancia entre las 11:30 y las 16:30 h.
Al final se nos hizo tarde, pues nos tuvieron que llevar en zodiac hasta el barco y luego regresar a Kilmore Quay, tomar un café, recoger el equipaje y cubrir los 178 km que nos separaban de Cork, cruzando un fiordo en un ferry y deteniéndonos en Dungarvan. Total que no nos dio tiempo a ver Cork (Corcaigh), la segunda ciudad más poblada del país, que cuenta con numerosos edificios de estilo georgiano, limitándonos a una breve visita al día siguiente, con especial atención al mercado. Como hicimos en Dublín, para evitar complicaciones la noche la pasamos en el Cork Airport Hotel ****, dirigiéndonos al centro en el autobús del aeropuerto.
Llevamos tres días de viaje y ya nos hemos mentalizado de que va a ser imposible cumplir el programa previsto, pues las carreteras no se parecen en nada a las nuestras. Al no ser rutas entre ciudades, viajamos por carreteras secundarias bastante estrechas. Tras la apresurada visita a Cork y el habitual recorte, el 9 de junio tenemos por delante 267 km hasta Killarney (eran 380), con tres paradas: Baltimore (castillo Dún na Séad y curioso faro de 15 metros sobre el acantilado), el dolmen Altar Wedge Tomb (2500-2000 aC) y el hermoso acantilado de Mizen Head y su espectacular puente. Estamos ya en el extremo suroeste de la isla.
El 10 de junio decidimos recortar kilómetros y tomarlo con tranquilidad, así que partiendo del Hotel Killarney *** sólo haremos en coche 74 km, dedicando buena parte del tiempo a recorrer el Killarney National Park y el lago Leane, caminando hasta la cascada Torc Waterfall y subiendo al mirador Ladies Wiew, desde el que se tiene una espectacular vista del parque. Pensábamos haber recorrido con el coche el famoso Anillo de Kerry, visitando cinco pueblos, pero nos hemos quedado con el primero, Kenmare, que parece el más interesante.
De regreso a Killarney (Cill Airne), nos detenemos en un lugar que tiene muy buena pinta, Muckross House, en el que pasamos buena parte de la tarde, pues tiene muchísimas cosas que ver. Situada a 6 km de la ciudad, entre los lagos Muckross y Lough Leane, se trata de una enorme mansión construida en 1843, en cuyo entorno se ha creado una especie de museo etnográfico al aire libre, con numerosas construcciones tradicionales, antiguos medios de transporte y granjas con sus animales. Merece la pena pagar los 7 € que cuesta la entrada.
A menos de 3 km de Killarney realizamos la última parada de la jornada en Ross Castle (Caisleán an Rois), coqueto castillo de finales del siglo XV, situado a orillas del lago Leane, en el parque nacional de Killarney. En verano se puede efectuar recorridos por su entorno en barca y en unas curiosas calesas. Es un excelente lugar para concluir una jornada, en la que amenazaba lluvia, pero el tiempo se ha portado, pudiendo disfrutar de hermosos paisajes.
Iniciamos la larga jornada del 11 de junio deteniéndonos cuando llevamos algo más de 90 km en Adare, atraídos por el monasterio agustino situado al borde de la carretera, lo que nos impedirá visitar Limerick (Luimneach), la tercera ciudad más poblada del país. Ésta será la dinámica habitual del viaje, pues hemos llegado a la conclusión de que preferimos los pueblos pequeños y la naturaleza a las grandes poblaciones. Y como para todo no da tiempo… El viaje continúa, pero de ello os hablaré en la próxima entrega.