Desde que en el año 1992 visité la Expo de Sevilla me aficioné a estos eventos, pues son un magnífico escaparate para conocer otras culturas, no sólo del país en el que se celebran sino de prácticamente todo el mundo, así que he estado en las de Lisboa (1998), Hannover (2000), Zaragoza (2008), Shanghai (2010), Milán (2015) y Astaná (2017). En estas fechas tenía previsto visitar la Exposición Universal de Dubai, pero la pandemia ha hecho que se retrase un año, teniendo prevista su celebración del 1 de octubre de 2021 al 31 de marzo de 2022, aunque ya veremos lo que sucede. Es por ello que lo que hoy os cuento es de cuando visité la ciudad emirato en enero de 2015, en el curso de un crucero a bordo del Costa Serena, en el que también estuvimos en Omán y Abu Dhabi. El viaje desde Madrid lo realizamos con Emirates (7 horas de vuelo), en mi opinión una de las mejores compañías aéreas del mundo, con la que repetí viaje a Australia. Por el aeropuerto de Dubai he pasado media docena de veces. Está muy bien, aunque esta vez llamó mi atención el Tapas Bar Cádiz y que cuenta con sendos espacios para fumadores y bebedores.
En este viaje, desde el barco he visto tres amaneceres en Dubai, siendo el mejor el que disfruté navegando desde Abu Dhabi, pues coincidió con la aproximación al puerto el 15 de enero, cuando la temperatura rondaba los 15 grados. La mole del Burj Khalifa se adueña del horizonte. En enero la temperatura es muy agradable, pues al amanecer y atardecer hace fresco y las máximas se sitúan entre los 22 y 25 grados. Creo que desde el mar se tiene la mejor vista panorámica de la ciudad, aunque me surgió una duda, pues no sé si lo que veo de fondo es bruma y contaminación o es arena del desierto traída por el viento.
Con la buena experiencia que tuvimos con los taxis en Omán y Abu Dhabi, nada más desayunar y desembarcar nos dirigimos a la parada de taxis cercana al barco, pues no hay autobús que te traslade fuera del puerto como en las escalas precedentes. Aquí no son nada serios y empezamos discutiendo el precio. Luego me comentan que los taxistas son de una especie de mafia paquistaní. Pronto nos detenemos ante la Mezquita Jumeirah, la más importante de Dubai y la única accesible a los no musulmanes, aunque creo que solo se puede acceder a ella de sábado a jueves a las 10 de la mañana. De todas formas, tras haber visitado las de Muscat y Abu Dhabi, habíamos descartado verla por dentro.
La siguiente parada la efectuamos en la playa Umm Suqeim, situada cerca del hotel más famoso de Dubai, el Burj Al Arab, que presume de tener 7 estrellas. Es un buen sitio para fotografiarlo. Situado en una isla artificial a la que se accede por un puente, tiene forma de vela y una altura de 321metros. A diferencia de lo que sucedió en el hotel en el que se aloja el emérito en Abu Dhabi, aquí no me dejan acercarme, así que nos dirigimos a Palmera Jumeirah, tan hermosa desde el aire, pero que no me dice nada por muy lujosa que sea, así que me quedo con la imagen del lujoso Hotel Atlantis, donde nos detenemos, y algún que otro Ferrari que vimos.
Nos dirigimos ahora a un lugar que promete más y que hemos visto al acceder a la «palmera». Se trata de Dubai Marina, conocido como «el nuevo Dubai», que pretende ser el mayor puerto deportivo del mundo. Es un lugar agradable para pasear y tomar un zumo (aquí no hay alcohol) en una de las terrazas que se asoman al canal, que está rodeado de rascacielos, algunos de original diseño, aunque muy pegados los unos a los otros. Tras discutir de nuevo con el taxista, que cada vez pretende cobrarnos más, le pagamos y nos despedimos de él. Cerca hay una parada de tranvía, por lo que continuaremos nuestro recorrido en transporte público, muy bueno por cierto.
Tenemos que pedir ayuda a un empleado del tranvía para comprar el billete, pues no nos aclaramos con la máquina expendedora. El mismo billete vale para coger el Metro, con el que conectamos sin salir a la calle. En ambos viaja muy poca gente. El problema lo tenemos al llegar a nuestro destino, pues el billete no pasa para la canceladora, así que tenemos que volver a pedir ayuda. El problema es que el billete era para una zona y hemos utilizado dos. No nos sirve ser extranjeros, pues tenemos que pagar una multa equivalente a otro billete. Nos bajamos en el centro comercial Mall of the Emirates, donde aprovechamos para comer, aunque nuestro objetivo era conocer Ski Dubai, una de las principales curiosidades de la ciudad, donde se puede esquiar y hacer snowboard en una pista de esquí con nieve artificial, que tiene 85 metros de altura, 80 de anchura y una longitud de 400 metros. Incluso hay telesillas.
Regresamos al Metro y continuamos el viaje hasta la estación de Baniyas Square, ubicada en una zona mucho menos lujosa de la ciudad. Previamente nos cercioramos de que estamos en la misma zona de transporte. Nos apetece ver algo más tradicional y no tan artificial como es casi toda la ciudad, así que optamos por entrar en el Zoco de las Especias, una combinación perfecta de colores, sabores y olores. Es el más antiguo de Dubai aunque, tras haber estado en dos ocasiones en el de Estambul, nos parece un poco de juguete.
Muy cerca tenemos nuestro siguiente destino, Dubai Creek, una ría natural que se adentra en la tierra unos 10 km. El Creek separa los dos barrios históricos de la ciudad, Deira y Bur Dubai. Para cruzar de un lado a otro existen dos puentes, un túnel y pequeñas barcas para el tránsito de peatones, llamadas abras. En esta zona vemos una de las paradas de autobús, que cuentan con aire acondicionado, y el Dubai más popular, el de los inmigrantes que trabajan en la construcción y en el puerto, descargando las grandes barcazas en las que se transportan las mercancías. Nos ha gustado mucho este lugar y estamos a gusto, pero el sol está cayendo y queremos ver el Burj Khalifa de día.
La tarde avanza inexorablemente, así que deprisa volvemos al Metro, en el que nos trasladamos hasta el Dubai Mall, que presume de ser el mayor centro comercial del mundo, con más de 1.200 tiendas. Es tan grande que no encontramos la forma de salir de él, así que tenemos que pedir ayuda al personal de seguridad, pues queremos ver el Burj Khalifa antes de que anochezca. La verdad es que las tiendas no nos interesan, aunque aprovechamos para ver de pasada el Dubai Aquarium, que también presume de ser el mayor acuario del mundo. Hemos querido abarcar mucho en un día.
Al fin conseguimos salir del Dubai Mall y nos plantamos ente una de las visitas obligadas de la ciudad, el Burj Khalifa que, hasta que Calatrava construya la Dubai Creek Tower, prevista para 2021, es desde 2010 el edificio más alto del mundo, con una altura de 828 metros. Aunque lo hemos visto desde numerosos puntos de la ciudad, impresiona estar cerca de él. Aprovechamos también para ver el espectáculo de la Fuente de Dubai, que tiene lugar cada media hora desde las 18:30. Tiene 275 metros de largo y cuenta con 6.600 focos y 50 video proyectores para iluminar el agua, que se lanza a más de 150 metros de altura. Aunque es más pequeña, me gustó más el espectáculo de la fuente del Hotel Bellagio, en Las Vegas.
Tras un picoteo antes de regresar en taxi al barco, aquí concluyó esta apresurada visita a Dubai, ciudad que no me ha dicho mucho. Me gustaron más Abu Dhabi y Muscat. Pese a todo me gustaría volver dentro de un año para visitar la Expo y la nueva torre de Calatrava. ¿Vendrá ya con las goteras puestas? De todas formas, con la que está tirando, me parece precipitado hacer planes todavía.