Escribo desde mi confinamiento casero, presentando el lugar desde el que escribo este blog, con el ordenador, la impresora y el escáner en primer plano y bastantes recuerdos traídos de mis viajes, para animar un poco la estancia. A mi espalda tengo mi biblioteca viajera y de montaña. Es domingo, 22 de marzo y por el ordenador escucho el programa de Radio Euskadi “Más que palabras”, que presenta mi amiga Almudena Cacho. Acaban de dar la noticia de que el confinamiento se prolongará quince días más y pienso que no acabará ahí, así que en esta pequeña estancia pasaré unas cuantas horas. Eso si, a las 13:30 h pararé a comer las rabas, para que no se me olvide que es domingo, en compañía de la familia por videoconferencia. El jueves por la tarde tuvimos pintxo-pote.
Ésta es la vista
que tenía en mi calle cuando he salido a comprar el pan. Lo único bueno es que
ahora puedo escuchar a los pajaritos. Son 600 pasos de ida y vuelta, incluidas
80 escaleras de bajada y otras tantas de subida hasta casa. No tengo balcón y
desde las ventanas que dan a la calle la vista no es de tirar cohetes. A las 20
h, como cada día saldré a la ventana a aplaudir. Dicho esto paso a contaros en
qué paso parte de mi tiempo.
Me tengo que conformar con ver en la pantalla del ordenador las imágenes del recorrido que hacía cada día, caminando por Ereaga hasta el Puerto Viejo. Es la única forma de poder recordar las olas, los surfistas, las garcetas, el Serantes y el desayuno en Itxasbide Taberna. Cuándo podré volver a disfrutar de esa riquísima tortilla de patata con bonito y alegría y de ver el mar?
Pienso que al
menos me quiten lo bailado, pues este año ya he viajado a Lanzarote y a
Portugal, aunque tuve que anular el viaje a Grecia. Tenía varios proyectos en
cartera para el mes de junio, que ahora quedan paralizados quién sabe hasta
cuando: Madagascar, Kenya, Armenia y Georgia, así que en qué puedo matar tanto
tiempo libre?
Disfruto
preparando los viajes y luego revivirlos. Me encanta preparar álbumes digitales
de Hofmann, tengo 67, aunque cada vez hago menos pues ya no me caben en casa.
Para pasar el rato cada día volveré a ver un par de ellos, para rememorar los
viajes y viajar con la imaginación. Casi seguro que comenzaré uno nuevo, con
los dos viajes que he realizado este año. Es un entretenimiento bastante creativo.
Os he comentado
que disfruto preparando los viajes, pues todos los que hago los preparo en casa
y hago todas las reservas por Internet, los vuelos con las compañías aéreas,
los hoteles generalmente con Booking, con posibilidad de anular y los coches de
alquiler con Rentalcars. Esto me lleva bastante tiempo, pues ya no compro guías
de viaje, ya que la información está mucho más actualizada en Internet. Luego
me preparo mi propia guía en la que llevo toda la información actualizada. Lo
malo es que ahora es impensable prever cuál será mi propio destino, aunque
continuaré con la segunda parte del viaje a Portugal, un país que me encantó.
Sin salir de
esta habitación tengo una buena biblioteca viajera, con gran cantidad de
revistas, guías y libros de viajes y numerosas publicaciones y guías
montañeras, que me pueden proporcionar nuevas ideas para el futuro. Esto se
prevé largo, así que habrá que tenerlo en cuenta.
Si la salud me
lo permite, a partir del próximo martes seguiré con este blog, escribiendo
sobre países y lugares que he recorrido principalmente en los meses de marzo y
abril. Al menos así estaré en contacto con un tema que me apasiona y
proporcionando ideas que os puedan servir para cuando esta crisis sanitaria
concluya. Ya estamos más que informados sobre la emergencia sanitaria.
Debo seguir
escribiendo sobre viajes? Es la pregunta que me hago ahora que estamos
encerrados en casa. He llegado a la conclusión de que voy a seguir, pues ahora
tenemos mucho más tiempo para leer y preparar proyectos para el día en que
podamos retomar la vida cotidiana. Lo mismo que nos proponen realizar visitas
virtuales a museos a través de Internet, mi propuesta consiste en poder viajar
con la imaginación y daros ideas para futuros viajes. Además, tras 48 horas de
encierro domiciliario, pese a reconocer la gravedad de lo que estamos pasando,
ya estoy saturado de tanta información sobre el coronavirus.
Escribo estas
líneas en mi segundo día de encierro, así que este relato es completamente
actual. Desde hace meses tenía pagados dos billetes de avión a Atenas y varios
hoteles reservados en Grecia para recorrer ese país del 10 al 20 de marzo. El
lunes, día 9, al mediodía, recibo la noticia de que Lufthansa comienza a
reducir vuelos, así que decido cancelar el viaje y dedicar la tarde a cancelar
las reservas de hoteles y el coche de alquiler. Como tenemos ya las maletas
hechas, decidimos marchar los mismos días a Portugal, donde el coronavirus está
incipiente, pues sólo hay 19 casos, concentrados en su mayor parte en una zona
del norte a la que estaba prohibido acceder. Vamos en coche, pues si la cosa se
complica, en cualquier momento podemos volver a casa.
Al poco de
cruzar la frontera de Vilar Formoso, nos detenemos a tomar un café con los
riquísimos pastelitos de Belén. Percibimos que Portugal es muy barato, pero la
gasolina es carísima y en las autovías estás constantemente pagando con el
Via-T. Dejamos la autovía en Viseu y entramos en un laberinto de carreteras de
montaña para llegar a nuestro destino, Arouca, a casi 700 km de Leioa. En el
Hotel Sao Pedro pasamos tres noches. Para las cenas optamos por el Café
Arauquense, situado en pleno centro frente a la capela da Misericordia, al lado
del convento y a un paso del Ayuntamiento. En Arouca nos hemos sentido como en
casa, por la amabilidad de la gente.
11 de marzo. El
principal objetivo de este viaje era recorrer los Passadiços do Paiva, un
sendero de 8,7 km que en su mayor parte se realiza sobre pasarelas de madera,
bordeando la garganta del río Paiva. Estamos en el llamado Arauca Geopark,
pudiendo contemplar varias cascadas y la construcción del que pretende ser el
puente colgante más largo de Europa. Para acceder a las pasarelas hay que pagar
una entrada de 2 € (1 si lo haces por la web). El recorrido lo efectuamos de Areinho
a Espiunca, donde hemos dejado el coche, trasladándonos en taxi hasta el punto
de partida (15 € con Taxis Barbosa). El recorrido nos ha encantado, pues además
había poca gente. Portugal comenzó a tomar medidas antes que aquí y al día
siguiente cerraron las pasarelas.
Por la tarde,
antes de regresar al hotel, visitamos el Museo das Trilobites, integrado en el
Geopark de Arouca, incluido en la Red de Geoparques de la UNESCO. Nos acompaña
en la visita su director, que estaba aburrido ya que han suspendido las visitas
escolares. Tras ver un interesante documental, podemos contemplar, incrustados
en la pizarra de la zona, los fósiles de animales que habitaron los mares hace
500 millones de años. La entrada cuesta 5 €. Un curioso lugar a recomendar.
12 de marzo. Decidimos pasar el
día en Porto (Oporto), distante menos de una hora. Dejamos el coche en un
parking situado junto al Ayuntamiento y nos disponemos a patear la ciudad, buscando
espacios abiertos. En la oficina de turismo atienden con guantes y hay que
situarse a un metro del mostrador. Descendemos por la avenida dos Aliados y nos
dirigimos a la iglesia y Torre de los Clérigos. Como hay poca gente, entramos,
cosa que no hacemos en la librería Lello, con cola para entrar, así que nos
acercamos a la fuente de los Leones y a la iglesia do Carmo.
Aunque en Portugal hay todavía
muy pocos casos, cada vez que entramos a un bar nos lavamos con agua y jabón y
constantemente con el desinfectante que lleva mi mujer en el bolso. Por lo que
pueda suceder a nuestro regreso, antes de abandonar Porto compramos tres
mascarillas y dos frascos de desinfectante. La siguiente cita la tenemos en la
preciosa estación de San Bento, edificio de influencia francesa, con su atrio
revestido con veinte mil azulejos (551 metros cuadrados), de comienzos del
siglo XX.
La siguiente cita la tenemos en
la Catedral (Sé do Porto), cuyo interior visitamos pues prácticamente no hay
nadie. Se ha echado la hora de comer, así que bajamos al Cais da Ribera. Hay
muchos turistas en Oporto, de muchas nacionalidades pero con mayoría española.
Esperamos a que se aligeren las abarrotadas terrazas, dando un paseo hasta el
emblema de la ciudad, el puente Luis I. Estamos manteniendo a rajatabla las
medidas de seguridad, sentándonos siempre con una mesa libre por cada lado.
Concluimos la jornada en la desembocadura del Duero, viendo cómo rompen las
olas sobre el Faro de Felgueiras. Hacía mucho que no iba a Oporto. Es una
ciudad preciosa que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
13 de marzo. Emprendemos rumbo a
Lisboa, deteniéndonos en primer lugar en Aveiro, conocida como “la Venecia de
Portugal” por los canales que discurren por el casco urbano. Aquí no sucede
como en Oporto, pues las terrazas están casi vacías, Lo mismo sucede con los
moliceiros, las góndolas locales que surcan los canales. Reciben este nombre
porque hasta el siglo pasado eran utilizados para la recogida del fondo de la
ría y el transporte del moliço, una planta acuática.
El día se ha cubierto
completamente cuando llegamos al Mosteiro de Santa Maria da Vitória,
popularmente conocido como Monasterio de Batalla, declarado Patrimonio de la
Humanidad por la UNESCO. Pensábamos encontrarlo cerrado, pues en Lisboa ya han
cerrado casi todo lo visitable, pero podemos acceder a su interior (entrada 6
€, 3 los mayores de 65 años). Es un magnífico de la arquitectura gótica tardía
portuguesa, o estilo manuelino. El monasterio comenzó a construirse en 1386, concluyéndose
en 1517. Aprovechamos para comer, en una hora tardía como de costumbre,
conversando con el camarero sobre algo monotemático, el coronavirus,
omnipresente en las televisiones portuguesas.
Por la tarde nos dirigimos a la Abadía de Santa María de Alcobaça, que también permanece abierta y con los mismos precios de entrada que el monasterio anterior. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es la primera obra gótica erigida en suelo portugués, ya que su construcción comenzó en 1178. Ante el cariz que están tomando las cosas en el Estado y en Euskal Herria, decidimos poner fin al viaje. Camino de la costa, en Nazaré, el MAUC nos envía un SMS diciendo que si tenemos que coger algún vuelo, que nos replanteemos el viaje. No es nuestro caso, pero aquí concluimos. Pasamos la noche en Lisboa, anulamos sin problema las otras tres que nos quedaban y cancelamos tres noches en el Algarve y una en Évora, capital del Alentejo, región en la que no había coronavirus. Tiempo habrá de volver. Lisboa está aletargada, con poca gente por la calle y tan solo algunas personas en las terrazas.
14 de marzo. Anoche nos
encerramos en el céntrico Hotel Marqués de Pombal. Solo tres mesas ocupadas
para cenar, pero bastante gente en el desayuno. Como los días son cortos,
reservo un hotel en la periferia de Salamanca, para partir el viaje. En una
estación de servicio portuguesa, en los baños ví un buen sistema. Había cuatro
lavabos, cada uno de ellos con tres grifos, por uno salía jabón, por otro agua
y el otro era el secador. Todo ello por célula, sin tocar nada. Comimos en
Guarda y aprovechamos para hacer la compra en el Lidl, con un empleado de
seguridad en la puerta, para controlar las entradas. Cerca de Ciudad Rodrigo,
cuando paré a repostar, aprovechamos para comprar algo para cenar, que me lo
sirvieron a través de un cajón. El hotel tenía el restaurante cerrado, pero nos
dieron desayuno.
El domingo por la mañana, casi no
había tráfico de vehículos, pero si gran cantidad de autocaravanas de matrículas
extranjeras abandonando apresuradamente el país. De Salamanca a Burgos, todos
los paneles de la autovía nos recordaban “mejor quédate en casa”. Cuando
cogimos la AP-68, solo vimos un vehículo hasta Altube, el que aparece en la
imagen con Gorbeia al fondo. A las 14:15 empezábamos el confinamiento en casa.
Espero tener mucho tiempo para preparar nuevos proyectos viajeros. ¡Mucho ánimo
y suerte!
Galicia y
Asturias me encantan, tanto la costa como el interior, sus paisajes su
gastronomía… Es por ello que, dado que en marzo los días ya van alargando y
aprovechando una ventana de buen tiempo de tres días, nos escapamos a Asturias.
Si la anterior escapada que publiqué en este blog tuvo como tema principal la
naturaleza, en esta ocasión van a ser los pueblos costeros: Llanes, Llastres,
Tazones, Lluanco, y Cudillero, teniendo como campamento base la ciudad de
Gijón, distante 265 km de Leioa, que se realizan por autovía en dos horas y
media. ¡Qué bien desde que acabaron el tramo de Llanes!
Llevábamos recorridos
poco más de 20 km por Asturias, cuando decidimos efectuar la primera parada.
Fue en Llanes, población que se hizo más conocida por los “Cubos de la Memoria”,
de Agustín Ibarrola, quien pintó con diversos motivos los bloques de hormigón
que protegen el puerto. Aprovechamos también para contemplar la descarga de un
barco de pesca y recorrer el conjunto histórico de la villa: torre de la
muralla, basílica de Santa María del Concejo, diferentes casas y el monumental
edificio del Casino.
50 km después
nos volvemos a detener en Llastres, villa marinera pertenecientes al concejo de
Colunga. Catalogado como uno de los pueblos más bonitos de España, fue
escenario de la serie de televisión Doctor Mateo, emitida por Antena 3 entre
2009 y 2011, aunque en ella se llamaba San Martín del Sella. Antes de recorrer
los diferentes escenarios de la serie, como la Torre del Reloj y la iglesia de
Santa María de Sábada, subimos a la parte alta del pueblo, donde se encuentra
la capilla de San Roque, desde la que se tiene una fantástica vista. Por
cierto, se ha echado la hora de comer y al lado tenemos el restaurante El Mirador.
Tras cruzar la
ría de Villaviciosa, 27 km después nos volvemos a detener en otro de los
pueblos más bonitos de España, además de estar declarado conjunto histórico. Se
trata del pequeño pueblo marinero de Tazones, perteneciente al concejo asturiano
de Villaviciosa. Damos un paseo por la zona del puerto, contemplando sus
coloristas casas tradicionales y la Casa de les Conches, con la fachada
totalmente cubierta de conchas de diferentes formas, tamaños y colores. También
nos acercamos a la iglesia parroquial de San Miguel y a un cercano hórreo. Unas
niñas disfrazadas de Carnaval posan para la cámara.
Aprovechamos una
oferta del Parador de Gijón/Xixón para pasar las dos noches de esta escapada. Ocupa
un viejo molino centenario en el Parque de Isabel la Católica, uno de los
rincones más hermosos de la ciudad. Como telón de fondo tenemos las nevadas
cumbres de los Picos de Europa. Además estamos a un paso del Paseo Litoral de
San Lorenzo, de 5.750 metros, que recorreremos al día siguiente por la mañana,
deteniéndonos a fotografiar algunas de las esculturas que lo adornan, como la
«Madre del Emigrante», de Ramón Murieras y «Solidaridad»,
de Pepe Noja.
Una vez
instalados en el Parador, por la tarde todavía tenemos tiempo para recorrer el
centro de Gijón/Xixón. Bordeamos la playa de San Lorenzo y en primer lugar nos
dirigimos a la iglesia de San Pedro, para luego pasar ante la antigua
pescadería municipal, la Casa natal de Jovellanos, la Plaza Mayor, el
Ayuntamiento, la Colegiata San Juan Bautista y el Palacio Revillagigedo,
magnífico ejemplo de la arquitectura palaciega asturiana del siglo XVIII, que
toma un precioso color con el sol del atardecer. Foto a la escultura de Don
Pelayo, el primer rey asturiano (siglo VIII), antes de subir al Cerro de Santa
Catalina para ver «Elogio del Horizonte», la gigantesca escultura de
hormigón realizada por Eduardo Chillida en 1990. Antes de ir a tomar unos
oricios (erizos) regados con sidra, nos detenemos ante otros notables
edificios, el Teatro Jovellanos y la iglesia de San Lorenzo.
Tras el
recorrido matutino por el paseo litoral, iniciamos una nueva jornada
desplazándonos hasta Lluanco/Luanco, capital del concejo de Gozón, distante
23,5 km. Cuenta con un interesante conjunto histórico que se asoma a la playa
de La Ribera, destacando la Torre del Reloj, de 1705, la Casa de los Menéndez
de la Pola y la iglesia parroquial de Santa María, que cuenta con ricos
retablos barrocos, destacando el retablo mayor del siglo XVIII, con la imagen
del Cristo del Socorro.
Nuestro
siguiente destino está a tan solo 8,5 km. Se trata del faro del Cabo Peñas, el
más septentrional, importante y de mayor alcance del litoral asturiano. Desde
el acantilado de más de 100 metros de altura tenemos una preciosa vista de la agreste
costa y de la isla Herbosa.
Nos quedan 43 km
para llegar a nuestro siguiente destino, Cudillero. Este relevante puerto
pesquero cuenta con numerosos restaurantes, así que es el lugar que hemos
elegido para un picoteo al mediodía, mientras contemplamos sus coloristas casas
que trepan por la ladera de la montaña desde el puerto. Disfrutamos del puerto
y los barcos de pesca, llamándonos la atención que el faro (Faru de Cuideiru),
está en lo alto de la Punta Roballera. En el pueblo el edificio más notable es
la iglesia de San Pedro, gótica, del siglo XVI.
Desandamos 29 km
para desplazarnos a Avilés, donde pasaremos la tarde. No conocía esta ciudad y
me ha encantado, sobre todo su casco antiguo, declarado Conjunto
Histórico-Artístico por sus palacios, templos y edificios civiles, acercándonos
a algunos de ellos como la iglesia de San Nicolás de Bari, la calle Galiana, el
Palacio de Macua y las plazas del Mercado y de Carbayedo. La ciudad se ha
«revalorizado» desde la inauguración en 2011 del Centro Cultural
Internacional Oscar Niemeyer, junto a la ría de Avilés.
En Avilés
tuvimos la suerte de coincidir con el Antroxu, nombre asturiano por el que se
conocen las fiestas de Carnaval por estas tierras, que este año se han celebrado
del 19 a 26 de febrero con el lema “¡Llocos años venti…de folixa!”. Su fiesta
grande coincide con el sábado, en el que se realiza el Descenso Internacional y
Fluvial de la Calle de Galiana, así llamado porque se llena de espuma la citada
calle para que desciendan por ella los participantes, mientras son regados con
agua por los vecinos. Tuve que tener cuidado para tomar las fotos.
El domingo por
la mañana, tras el paseo matutino por el paseo litoral, emprendemos el regreso
a casa con parada para comer en Ribadesella, magnífico ejemplo de mar y
montaña, que cuenta con un interesante patrimonio cultural del que ya os hablé
en una anterior entrega de este blog. Salimos pronto para no pillar los
tradicionales atascos de la A-8 a partir de Castro. Es el precio que hay que
pagar para viajar a Asturias, aunque la autovía no sea de pago.
Dejaba la pasada
semana el relato de esta escapada romana en la acordonada plaza de San Pedro,
en el Vaticano, mientras preparaban todo para una audiencia del Papa. Por la
tarde, una vez retiradas las estrictas medidas de seguridad, accedimos al
interior de la enorme Basílica de San Pedro, que tiene 190 metros de longitud y
capacidad para 20.000 personas. Su construcción se concluyó en el año 1626,
destacando su colosal cúpula, a la que no subimos. Entre las obras de arte que
existen en su interior destacan el Baldaquino de Bernini, La Piedad de Miguel
Ángel y la estatua de San Pedro en su trono, que tiene el pie derecho
desgastado por los besos de los fieles.
Horario: De 7 a 18 horas. La cúpula abre una
hora después y cierra una hora antes.
Precio: La entrada a la basílica es gratuita. La
subida a la cúpula es de pago.
Metro: Ottaviano, línea A (roja).
A primera hora de la tarde teníamos reservada la entrada a los Museos Vaticanos, cuyos orígenes se remontan a 1503, año en que el Papa Julio II donó su colección privada. Hoy cuenta con infinidad de obras de arte y varias galerías y museos, como el egipcio y el etrusco, así que uno puede salir empachado de tanta cultura. Hicimos un rápido recorrido pues lo que realmente nos interesaba es la Capilla Sixtina, uno de los mayores tesoros artísticos del mundo, por los frescos que recubren por completo las paredes y el techo. Todos los frescos del techo son obra de Miguel Ángel, siendo la imagen más conocida “La Creación de Adán”, destacando también “La expulsión del Paraíso”. Sobre el altar mayor y con unas dimensiones de 13,70 por 12,20 metros se encuentra la otra obra maestra de Miguel Ángel, “El Juicio Final”. No se puede sacar fotos.
Horario: De lunes a sábado de 9:00 a 18:00 horas
(último acceso 16:00).
Precio: 17€ + 4 € reserva (merece la pena
reservar).
Con los últimos
rayos de sol, pues en febrero anochece pronto, nos acercamos a una de las
plazas más conocidas de Roma, la Plaza de España (Piazza Spagna). Un habitual
punto de encuentro son las escaleras que la comunican con la iglesia de Trinità
dei Monti. En torno a la iglesia se desarrolla un pequeño mercado de venta de
cuadros.
Situación: Piazza di Spagna.
Metro: Spagna, línea A
Hoy hemos
decidido rematar la jornada en Trastevere, pues así podremos tomar unos vinos y
cenar en una zona más barata, dado la cantidad de bares y restaurantes
existentes en este barrio. Como pasamos frente a ella, no podemos resistir la
tentación de entrar a la antiquísima Basílica de Santa María en Trastevere, una
pequeña joya. Por hoy ya vale. Mañana será otro día.
Situación: Piazza Santa María in Trastevere.
Horario: Todos los días de 7:30 a 21:00 horas.
La tercera y
última jornada completa en la ciudad eterna la dedicamos a callejear, pues ya
hemos visto todos lo “interiores” que nos interesaban. Pasamos junto a los
restos del Circo Máximo y nos acercamos al Forum Boarium (Foro Boario), ubicado
a orillas del río Tíber, para echar un vistazo al Templo de Hércules, de forma
circular y rodeado de columnas. Nuestro primer destino está casi al lado. Se
trata de la Boca de la Verdad (Bocca della Veritá), una enorme máscara de
mármol de fama mundial (1,75 metros de diámetro), de la que se cuenta que
mordía la mano de aquél que mentía. Es un lugar muy frecuentado, situado en el
exterior de una de las paredes de la iglesia de Santa María in Cosmedin.
Situación: Piazza della Bocca della Verità, 18.
Horario: Todos los días de 9:30 a 17:00 horas.
Metro: Circo Massimo, línea B.
Cortejamos ahora
al río Tíber, que lo tenemos a un paso, cruzándolo por el Ponte Palatino, desde
donde observamos el Ponte Roto así como a los cormoranes y gaviotas que
descansan plácidamente junto al río. Volvemos a cruzar el Tíber por el Ponte
Cestio, accediendo de esta forma a la isla Tiberina (isola Tiberina), una de
las dos islas que se encuentran en el Río Tíber a su paso por Roma. El edificio
más notable es la Basílica menor de San Bartolomeo all’Isola, fundada a finales
del siglo X por Otto III, emperador del Sacro Imperio para albergar las
reliquias de San Bartolomé.
Abandonamos la
isla Tiberina cruzando el Tíber por el ponte Fabricio. Frente a nosotros
tenemos la Gran Sinagoga de Roma (Tempio Maggiore di Roma), edificio concluido
en 1904. Seguimos caminando. Pasamos junto al Pórtico de Octavia (Portico di
Ottavia), antigua construcción romana del año 27 aC y llegamos a un hermoso
edificio, el teatro de Marcelo, que fue promovido por Julio César y acabado por
Augusto en el año 11 aC. Nos dirigimos ahora a la Plaza del Capitolio (Piazza
del Campidoglio), donde se encuentran el Palazzo Senatorio y el Palazzo Nuovo,
sede de los Museos Capitolinos, a los que no entramos, conformándonos con
contemplar la imponente estatua ecuestre de Marco Aurelio, realizada en bronce,
la réplica de la escultura de la Loba Capitolina, que forma parte de la Leyenda
de Rómulo y Remo y, a nuestros pies, el Foro di Cesare.
A unos pasos
tenemos el Monumento Nazionale a Vittorio Emanuele II, inaugurado en 1911 para
rendir homenaje a Víctor Manuel II, primer rey de Italia tras su unificación.
Tiene 135 metros de ancho y 70 de alto, con decenas de majestuosas columnas
corintias e interminables escaleras, todo ello en mármol blanco. Una escultura
ecuestre de Víctor Manuel de bronce preside el conjunto y dos cuadrigas guiadas
por la diosa Victoria coronan el pórtico de 16 columnas. Uno de los mayores
atractivos son las vistas panorámicas que se tienen desde la terraza, a la que
solo se puede acceder en ascensor panorámico.
Situación: Piazza Venezia.
Horario: De 9:30 a 19:30 horas (último acceso a
las 18:45 horas)
Precio: Entrada gratuita. Ascensor: 10 €.
Al lado se
encuentra la Basilica di Santa Maria in Ara coeli, una de las iglesias más
queridas por el pueblo romano por albergar una figura de madera del Niño Jesús,
de la que se dice que es milagrosa. Coincidimos con una Boda. Todavía no he
comentado que la mayoría de las iglesias, que son gratuitas, no se pueden
visitar los domingos durante los actos litúrgicos.
Situación: Piazza Campidoglio, 55.
Horario: Todos los días de 09:00 a 12:30 y de
15:00 a 18:30 horas.
Hoy se nos
amontonan las cosas, pues todo está muy cerca. Estamos en la Piazza Venezia, a
la que se asoma el Palazzo del mismo nombre, el primer palacio renacentista
construido en Roma (siglo XV). Casi al lado tenemos las coquetas iglesias de
Santa Maria de Loreto (Chiesa di Santa Maria di Loreto) y del Santísimo Nombre
de Maria en el Foro Trajano (chiesa del Santissimo Nome di Maria al Foro
Traiano). Estoy poniendo todos los nombres también en italiano porque es como
lo vais a encontrar. Entre ambos templos se alza la Columna de Trajano (Colonna
Traiana), concluida en el año 113 con 30 metros de altura (38 incluyendo el
pedestal sobre el que reposa). Estamos en los Foros Imperiales, en los que el
principal edificio es el Mercado de Trajano, el primer centro comercial
cubierto de la historia. Construido en ladrillo entre los años 100 y 110,
estaba formado por seis plantas con más de 150 locales comerciales. Como
nosotros, la mayoría de los turistas se limitan a contemplarlo desde la Via
Alessandrina.
Situación: Via IV Novembre, 144.
Horario: De martes a domingo: de 9:00 a 19:00
horas.
Precio: 11,50€
Seguimos
«pateando Roma». Nos detenemos ahora ante el Obelisco della Minerva, situado
en la plaza del mismo nombre, también conocido como Obelisco y el elefante.
Pasamos de largo la iglesia del Gesù (siglo XVI), que fue la primera iglesia jesuita
que se construyó en Roma y constituye uno de los ejemplos más destacados del
arte barroco romano. Nuestro destino es el Campo dei Fiori (Campo de flores),
una de las plazas más animadas de la ciudad, por el día por su peculiar mercadillo
y durante la noche por sus terrazas y restaurantes abarrotados.
Seguimos caminando hasta la Piazza Navona, una de las plazas más bonitas y populares de Roma. Empezamos a estar cansados, así que es un buen momento para hacer una pausa para comer, pues la plaza está rodeada de restaurantes. Luego visitaremos la plaza y su entorno. Los dos edificios más importantes que se asoman a la plaza son el Palazzo Pamphili y la Iglesia de Sant’Agnese in Agone, aunque su mayor atractivo son las tres fuentes construidas bajo el mandato de Gregorio XIII Boncompagni (siglo XVII), la Fontana dei Quattro Fiumi (Fuente de los Cuatro Ríos), la Fontana del Moro y la Fontana del Nettuno. En la plaza hay un pequeño mercado de venta de cuadros.
Nos quedan unas
pocas horas de luz para seguir «pateando» la parte vieja de Roma, que
también se puede recorrer en pequeños autobuses eléctricos, pero todos los
sitios de interés están muy cerca unos de otros. La primera parada vespertina
es en el Panteón de Agripa, que data del año 126 dC y el edificio mejor
conservado de la antigua Roma.(Horario: De lunes a sábado de 8:30 a 19:30
horas. Entrada: Gratis). La siguiente parada es en Vía del Corso, donde se abre
la Piazza Colonna, rodeada de monumentales edificios, aunque lo que llama
nuestra atención es la columna de mármol levantada entre los años 176 y 192.
Estamos viendo de día los lugares que recorrimos en nuestra primera noche. Nos
detenemos ahora en la Piazza di Pietra, para tomar un café y fotografiar las columnas
corintias de quince metros de altura, único resto que se conserva del Templo de
Adriano. Seguimos callejeando hasta la Fontana de Trevi, la fuente más bonita
de Roma y también la más popular. Tiene 20 metros de ancha por 26 de alta,
remontándose su aspecto actual al año 1762. Concluimos está intensa jornada en
la Piazza Barberini. Si en la primera jornada tomé una foto nocturna de la
Fontana del Tritone (Fuente del Tritón), realizada en 1643, hoy la tomo
iluminada con los últimos rayos del sol romano.
Metro: El casco antiguo es accesible desde la
estación Barberini, línea A.
La Via di S.
Nicola da Tolentino nos acerca hacia el Hotel Embassy, en el que nos alojamos,
pero todavía tenemos que caminar 1,3 km. Hemos recorrido a pie medio Roma. Como
estamos cansados cenaremos cerca del hotel. Mañana toca madrugar pues el vuelo
a Bilbao sale de Fiumicino a las 09:40. Teníamos pagado el autobús al
aeropuerto, pero hemos reservado un taxi, para poder salir desayunados del
hotel. La intensa escapada ha concluido.
Parece que fue ayer, pero ya han pasado seis años de mi último viaje a Roma, a la que me acercaba por tercera vez, aunque en las dos anteriores solo estuve de paso. En esta ocasión pude disfrutar tres días completos de la “ciudad eterna”, que por cierto me ha encantado, pese a lo sucia que se encuentra. No suelo viajar en febrero por estas latitudes, pero no pude resistir a la “liada” de Mariluz y allá que nos fuimos las dos parejas del 12 al 16 de febrero. Tan solo dos horas separan Bilbao del romano aeropuerto de Fiumicino, vuelo que ya no se puede realizar con Alitalia, así que ahora queda la opción de Vueling los miércoles y sábados. Llegamos lloviendo, pero los días siguientes fueron extraordinarios, superando los 20 grados todos los días. Hay que tener en cuenta que en Roma amanece una hora antes, cosa que también sucede al anochecer. Las noches fueron fresquitas, así que bien abrigados salimos a tomar unos potes. Eso si, no está de más preguntar cuanto cuesta el “calice de vino” (copa de vino), antes de ser servidos, pues hay grandes diferencias de precio. Además, en los más baratos suelen poner tapa.
Nos alojamos en
el Hotel Embassy, situado a menos de 10 minutos a pie de la estación de trenes
de Termini. Teníamos tantas ganas de ver Roma que dejamos las cosas en la
habitación y, ya de noche, salimos a “patear” los alrededores del hotel para
tomar las primeras imágenes nocturnas: Fuente de Moisés, plaza de la República,
Quattro Fontane, Plaza del Quirinale, Templo de Adriano, Piazza Colonna y, como
no, la Fontana di Trevi, frente a la que compramos unas castañas a un castañero
para que las manos nos entraran en calor. Cenamos cerca del hotel, pero antes
de llegar tomamos la última imagen a la Fontana del Tritone, en la Piazza
Barberin. Volveremos de día a estos lugares.
Comenzamos la
primera e intensa jornada completa en la “ciudad eterna” en un lugar muy cerca
del hotel, la Plaza de la República (Piazza della Repubblica), una de las más
bellas de la ciudad y presidida por la majestuosa Fuente de las Náyades (Fontana
delli Niadi), construida entre 1870 y 1888 con las figuras de cuatro leones,
que en 1901 fueron sustituidos por las estatuas de cuatro ninfas desnudas. A la
plaza se asoma la Basílica de Santa María de los Ángeles (Santa Maria degli
Angeli e dei Martiri), que fue diseñada por Miguel Ángel y es la única iglesia
renacentista de Roma. En el suelo se puede ver la línea Meridiana trazada por
Francesco Bianchini en 1703, que indicaba el mediodía y la llegada de los
solsticios y equinoccios.
Situación: Piazza della Repubblica.
Horario: Todos los días de 07:00 a 18:30 horas.
Metro: Repubblica, línea A.
A continuación tomamos
el metro y nos desplazamos a una de las cuatro basílicas mayores de Roma (3 más
el Vaticano), la de San Pablo Extramuros (Basilica di San Paolo fuori le Mura).
Estas basílicas cuentan con un altar mayor para uso exclusivo del Papa. Erigida
en el siglo IV, es la segunda basílica más grande, tras la de San Pedro, y el
lugar de sepultura del apóstol San Pablo, situada bajo el baldaquino de mármol
de 1285. El interior de la basílica es grandioso, con enormes columnas de
alabastro y preciosos mosaicos dorados. Probablemente la parte más llamativa
del templo sea el grandioso atrio, dotado de 150 columnas.
Situación: Piazzale San Paolo, 1.
Horario: Todos los días de 06:45 a 18:30 horas.
Metro: Basilica San Paolo, línea B.
Cambiamos de
ambiente. Nos desplazamos ahora al Foro Romano, la zona en la que se
desarrollaba la vida pública y religiosa en la antigua Roma. El Foro es, junto
con el Coliseo, la mayor muestra de grandeza del Imperio Romano que se puede
ver en la actualidad. Encima se encuentra el Monte Palatino, la más céntrica de
las siete colinas de Roma. Os recomiendo comprar aquí la entrada conjunta para
los tres lugares, pues en Coliseo suele haber unas colas interminables. Tenemos
que recorrer de forma pausada la zona romana, descubriendo hermosos lugares,
muchos del siglo II, de la talla de la Vía Sacra, la principal calle de la
antigua Roma, los arcos de Tito y Severo Séptimo, el Templo de Antonino y
Faustina, el Palazzo Senatorio, las Termas de Massenzio, la Basilica di Santa
Francesca Romana…
Si una visita no
puede faltar es el Coliseo, el principal símbolo de Roma. Su construcción
comenzó en el año 72, bajo el régimen de Vespasiano y terminó en el año 80,
durante el mandato del emperador Tito, convirtiéndose en el mayor anfiteatro
romano, con unas dimensiones de 188 metros de longitud, 156 de anchura y 57 de
altura. El Coliseo permaneció en activo durante más de 500 años. Al lado del
Coliseo se encuentra el Arco de Constantino, erigido en el año 315, que es uno
de los monumentos mejor conservados de la antigua Roma.
Situación: Piazza del Colosseo.
Horario: Todos los días desde las 08:30 hasta
una hora antes de la puesta de sol.
Precio: Entrada combinada para Coliseo, Foro y
Palatino: 16€.
Metro: Colosseo, línea B.
Comemos en la
zona y de nuevo al metro. Ojo en la estación de Colosseo. Los trenes suelen ir
a rebosar, por lo que es el lugar de Roma donde hay más amigos de lo ajeno por
metro cuadrado (zingari, les llaman los romanos). Nos toca tarde de iglesias,
comenzando por otra de las basílicas mayores, la de Santa María la Mayor
(Basilica di Santa Maria Maggiore), que muestra estilos arquitectónicos muy
variados, pues fue restaurada y reformada durante el siglo XVIII. A pesar de
ello, conserva el campanario, algunos mosaicos y suelos de mármol del periodo
medieval y algunas columnas jónicas procedentes de otros edificios de la
antigua Roma. Por suerte la entrada a todas las iglesias de Roma es
completamente gratis.
Situación: Piazza di Santa María Maggiore.
Horario: Todos los días de 07:00 a 19:00 horas.
Metro: Termini, líneas A y B.
Seguimos de
iglesias. Ahora le toca el turno a la Basílica de San Pedro Encadenado (San
Pietro in Vincoli), que fue construida en el siglo V para albergar las cadenas
con las que San Pedro fue encarcelado en Jerusalén. Es un templo muy diferente
a los anteriores debido a su sencillez, aunque cuenta con una más que notable
joya, el mausoleo del Papa Julio II, compuesto por una magnífica estatua de Moisés realizada por
Miguel Ángel entre los años 1505 y 1515.
Situación: Piazza di San Pietro in Vincoli.
Horario: Todos los días de 08:00 a 12:30 y de
15:30 a 18:00 horas.
Metro: Cavour, línea B.
Concluimos la
jornada en la más importante de las cuatro basílicas mayores, además de ser la
Catedral de Roma, la de San Juan de Letrán (Basílica di San Giovanni in
Laterano). Accedemos a ella tras caminar por los jardines de Carlo Felice y las
puertas de San Giovanni y Astinaria. El templo fue erigido bajo las órdenes del
Constantino el Grande durante el siglo IV. En él fueron investidos todos los
Pontífices hasta el año 1870. Llama la atención el pórtico de dos pisos de la
fachada principal (siglo XVIII). La basílica presenta un interior grandioso y
profusamente decorado, desde los techos hasta los suelos, con mosaicos sobre
los que se erigen imponentes columnas y colosales estatuas.
Situación: Piazza di San Giovanni in Laterano,
4.
Horario: Todos los días de 07:00 a 18:30 horas.
Metro: San Giovanni, línea A.
Iniciamos
nuestra segunda jornada completa en Roma en la Piazza del Popolo (Plaza del
Pueblo), una de las más populares de la ciudad y situada junto a la puerta
Norte. La plaza está presidida por un obelisco egipcio de 24 metros, dedicado a
Ramsés II, conocido como Obelisco Flaminio. Mucha gente acude a este lugar para
acceder a la iglesia de Santa María del Popolo, en la que se pueden ver dos
magníficas obras de Caravaggio. Como ayer acabamos empachados de iglesias,
optamos por contemplar tan solo su fachada y la de las otras dos iglesias, casi
gemelas, que se encuentran también en esta plaza, Santa María dei Miracoli y
Santa María in Montesanto.
Situación Piazza del Popolo.
Horario: De lunes a sábado de 07:00 a 12:00 y de
16:00 a 19:00 horas.
Metro: Flaminio, línea A.
En el ecuador de esta “escapada” llegamos a la ciudad-estado del vaticano y más en concreto a la enorme plaza de San Pedro, pues sus dimensiones son espectaculares, 320 metros de largo y 240 de ancho. Como hoy va a salir el Papa, la plaza está acordonada y las medidas de seguridad para acceder a ella son similares a las de los aeropuertos, así que tomamos unas fotos de la plaza y de la guardia suiza y nos dirigimos al castillo de Sant’Angelo, nombre que recibe la construcción romana Mausoleo de Adriano. La zona está llena de gente y vemos un par de mimos. Casi al lado hay otro monumental edificio, la Corte di Cassazione. Vamos a comer por la zona, porque tenemos reservada la entrada a los Museos Vaticanos para primera hora de la tarde, pero de ello os hablaré la próxima semana. La “escapada” continúa.
Había realizado
ya cinco viajes por la India, pero tenía una asignatura pendiente. Se trataba
de visitar el Templo Dorado de los shiks, en Amritsar, en cuyo aeropuerto
estuve accidentalmente años antes. Tras haber recorrido la India en verano, el
quinto viaje lo efectué por el Rajastán un mes de noviembre. Entonces descubrí
que ese es el mes ideal para viajar a este país, pues la temperatura resulta
muy agradable y los cielos están limpios. Una imprevista intervención
quirúrgica hizo que tuviera que aplazar mi sexto viaje del mes de noviembre al
de febrero y que viajara solo con mi mujer y un conductor sij, realizando desde
Delhi más de 1.000 km en coche por el norte de la India y regresando a la
capital en tren.
Una vez en la
carretera volví a recordar que ella en sí es un espectáculo, ya que puedes ver
infinidad de medios de transporte, como el dromedario, el rickshaw y los
trenes. Nuestro primer destino era el estado de Himachal Pradesh, pero el 18 de
febrero hicimos una escala técnica para pernoctar en Chandigarh, una ciudad de
la India que sirve de capital a dos estados, Punyab y Haryana, aunque no
pertenece a ninguno de ellos. Como llegamos bien avanzada la tarde solo nos dio
tiempo a visitar el Garden Rock Fantasy, un curioso jardín de esculturas hechas
con productos reciclados. En él coincidimos con una fiesta.
El 19 de febrero tuvimos que recorrer 115 km para llegar a nuestro primer destino en Himachal Pradesh, su capital, Shimla, población situada a 2130 metros de altitud, construida en la ladera de una montaña que tiene como telón de fondo las nevadas cumbres del Himalaya. Antes de llegar nos detuvimos en el colorista templo Jakhoo. Shimla fue la capital de verano de la India durante la dominación británica, conservando un cierto aire colonial en su vía principal, la Mall, situada en la parte alta, antiguamente vedada a los ciudadanos indios. En ella está prohibido arrojar basura, escupir e incluso fumar, bajo multa. También nos acercamos a los puestos de comida y vimos cómo elaboraban los tradicionales gorros. El día fue de lo más luminoso y por primera vez pisamos la nieve en la India, pero no todo fue perfecto, pues en ningún alojamiento hemos pasado tanto frío como en el victoriano Hotel Woodville Palace.
20 de febrero. De Shimla a Manali (245 km), nuestro siguiente destino, el viaje no tuvo desperdicio, sobre todo a partir de Mandi, donde entramos en el valle de Kulu, conocido como “el valle de los dioses” y abierto por el río Beas. Viajamos en un moderno Tata, sin tiempo para aburrirnos, ya que las ventanillas del coche parecen una pantalla de televisión en la que estás viendo en directo un documental en el que aparecen hermosos paisajes, la vida en la calle, los puentes colgantes, los monos… Lo malo es que viajamos en vilo por la forma de conducir que tienen los indios, jugándonos la vida en cada adelantamiento.
21 de febrero.
Manali se ha convertido en la principal población turística del valle de Kulu.
Su nombre original era Kulantapith, que significa “el final del mundo
habitable”, ya que aquí concluye el valle y comienzan las montañas que conducen
al elevado valle de Ladakh. Cuenta con algunos modernos monasterios budistas
tibetanos y un antiguo templo, Hadimba, construido en 1553, que tiene su entrada
de madera exquisitamente tallada. También vimos a los yak por la calle, fuimos
al mercado y contemplamos las montañas cubiertas de nieve, mucho más después de
la nevada que nos cayó.
Como Manali
tiene poco que ver, aprovechamos la estancia para visitar dos aldeas cercanas,
comenzando por la más próxima, Vashisht, distante tan solo 3 km, que si por
algo es conocida y por lo que la gente se acerca a ella, es para darse un baño
en sus manantiales termales de agua sulfurosa, también utilizados por las
mujeres para hacer la colada y limpiar la vajilla. La segunda, distante 6 km,
es la mayor aldea del valle de Kulu. Se trata de Jagatshukh, que cuenta con dos
antiguos templos, aunque nos quedamos con la imagen de los niños que nos
acompañaron en nuestro recorrido por el pueblo.
22 de febrero. Tras
la intensa nevada nocturna, el día siguiente amaneció radiante, así que el
paisaje era todavía más espectacular visto desde la atalaya de nuestro hotel
Snowcrest Manor. Temíamos no poder bajar la empinada cuesta con el coche, pues
todos los campos estaban cubiertos de nieve, pero la carretera estaba limpia.
Menos mal, pues no creo que aquí sepan lo que son las cadenas. Por delante
teníamos 235 kilómetros de viaje, atravesando numerosos verdes valles antes de
llegar a Dharamshala, que fueron una auténtico espectáculo tanto por los
paisajes como por la vida de los pueblos por los que pasamos.
23 de febrero. Dharamshala
es conocido en todo el mundo por ser el exilio escogido por el Dalai Lama cuando
tuvo que abandonar el Tíbet. Por ello la ciudad está llena de refugiados
tibetanos y de monjes budistas. Es una población situada entre los 1250 metros
de altitud de su parte baja, eminentemente india, y los 1800 metros de la parte
alta, budista, rodeada de cumbres nevadas y conocida como McLeod Ganj. En su
calle principal existe un pequeño templo budista, con un rodillo de oraciones,
y un importante monasterio, en el que presenciamos una vistosa ceremonia.
Previamente, como no, acudimos al mercado. Por fin cumplía una asignatura que
tenía pendiente, llegar a este lugar que tanto me ha gustado.
Nuestro
apresurado viaje continuó y por la tarde nos dispusimos a cubrir los 203 km que
nos separaban de Amritsar, la mítica ciudad del estado del Punyab y principal
objetivo del viaje. Durante el recorrido seguimos disfrutando del paisaje de
montañas nevadas y de la actividad que hay en los pueblos. La carretera sigue
siendo un espectáculo, aunque resalto dos detalles, la tranquilidad de una
garceta y la de la obra en una carretera, en la que la persona que maneja una
pala tiene un ayudante para tirar de ella con una cuerda. Tras instalarnos en
el hotel, ya de noche, acudimos a ver el Templo Dorado de los sij. Tenía tantas
ganas…
24 de febrero. Deambular
en coche por la ciudad antigua de Amritsar es una auténtica locura, así que
resulta más práctico utilizar el transporte público popular, el rickshaw
(bicicleta), para las distancias cortas y el moto-rickshaw, para las más
largas. Toda la parte vieja y principalmente las calles que rodean el templo es
un gran bazar, en el que existen comercios en los que se venden las cosas más
inverosímiles y numerosos puestos de hortalizas y frutas, con sus productos
perfectamente colocados. Aunque hay varios bares e incluso alguna moderna
pizzería, la mayoría de la población sigue prefiriendo los puestos callejeros
de comidas, como el que ilustra la foto. Nada más ver la cámara, el propietario
hace salir a los demás empleados, se atusan el pelo y posan.
Concluyo este
relato en el Templo Dorado, aunque su nombre es Templo de Dios o, más bien, su
acepción punjabí “Harimandir Sahib”. La construcción se concluyó en 1601,
siendo desde entonces considerado por los sikhs como el templo más sagrado, al
que acudir en peregrinación al menos una vez en la vida. El poderío de los
sikhs se manifiesta según llegas al templo, primero porque no hay que pagar
entrada y segundo porque tienen un enorme servicio de guardarropa, también
gratuito y perfectamente organizado, en el que puedes dejar la mochila y
obligatoriamente los zapatos, ya que al recinto del templo hay que entrar
descalzo, atravesar unas pequeñas piscinas de mármol que te cubren de agua
hasta el tobillo para lavar los pies y cubrir la cabeza con un pañuelo de algodón.
Incluso puedes comer gratis. El Harmandir es el lugar en el que se custodia el
original del libro sagrado de los sikhs, bajo la gran cúpula cubierta por 100
kg de láminas de oro. Me ha encantado el Templo Dorado, que por si mismo ha
justificado el viaje.
Los insultos y amenazas recibidos por Tomás Guitarte, diputado de Teruel Existe, durante el proceso de investidura de Pedro Sánchez, así como la campaña de boicot contra Teruel, me han animado a escribir sobre esta provincia, rememorando un viaje realizado del 31 de marzo al 3 de abril de 2011 por uno de los lugares más representativos de la España vaciada, la comarca turolense del Maestrazgo, pues en 1.204,30 km² (el 54% de Bizkaia) hay censados tan solo 3.177 habitantes, con una densidad de 2,65 hab/km². Las tres noches las pasamos en un confortable alojamiento, el Hotel Spa Balfagón **** (https://hotelspabalfagon.com/es/), ubicado en la capital de la comarca, Cantavieja, localidad situada a 1200 metros de altitud y distante 508 km de Leioa y tan solo 174 de Valencia, ciudad desde la que nosotros nos desplazamos. Os invito a conocer el Maestrazgo.
La Iglesuela del Cid (410 habitantes), declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1982, supuso para nosotros la puerta de entrada en el Maestrazgo turolense. El edificio más importante es la iglesia de la Purificación, construida en el siglo XVII sobre un templo gótico anterior. La iglesia, el Ayuntamiento y el Torreón de los Nublos, forman un notable conjunto monumental, en el que también merecen ser reseñados la Casa Guijarro y el antiguo arco de la muralla, que cuenta con una pequeña hornacina con la imagen del Apóstol y aparece datado en el año 1721.
Con 709 habitantes, Cantavieja es la capital y la localidad más poblada del Maestrazgo turolense. Para nosotros fue nuestro «campamento base», por lo que aprovechamos las tardes para ir descubriendo esta población construida sobre un promontorio rocoso, que forma parte de los pueblos más bonitos de España y desde 1981 está declarado Conjunto Histórico, en el que destaca la Plaza Mayor, porticada en tres de sus lados, dos de ellos ocupados por el Ayuntamiento (siglo XVI) y la iglesia parroquial de la Asunción. En la plaza está la Casa del Bayle. También visitamos la ermita del Calvario y el Museo de las Guerras Carlistas, ubicado en la calle Mayor en una casa del siglo XVII, desde el que se propone un viaje en el tiempo para descubrir la zona en el siglo XIX (http://museovirtualmaestrazgo.com/guerras-carlistas.php).
Al día siguiente nos desplazamos a un pequeño pueblo, de nombre Cañada de Benatanduz (36 habitantes), perdido en la sierra de la Cañada a 1422 metros de altitud. El barrio de Monjuí concentra los restos más antiguos de la población, las ruinas del castillo. A una cota inferior se encuentra el conjunto de la Plaza Mayor, presidido por la torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y flanqueado por el antiguo Ayuntamiento, con lonja-trinquete y el hospital de los pobres, que data de 1568.
La siguiente cita la tenemos en Villarluengo (170 habitantes), en el que destaca su espectacular y hermoso emplazamiento en lo alto de un enorme espolón rocoso, al borde de un profundo barranco al que se asoman las casas del pueblo. Una vez en él nos detenemos ante la iglesia parroquial de la Asunción, de estilo neoclásico-mudéjar, y el edificio del Ayuntamiento, obra renacentista del siglo XVI. Luego subimos a la Torre Montesanto, convertida en hostal, desde la que se tiene una espectacular vista.
A continuación nos desplazamos a Pitarque (73 habitantes), pueblo que alcanzó su máximo esplendor en el siglo XIX, cuando contaba con unos 900 vecinos. Nos detenemos a tomar algo, mientras contemplamos la iglesia de Santa María la Mayor, para luego dirigirnos a nuestro principal objetivo, el precioso nacimiento del río Pitarque, a partir de las aguas que se van filtrando desde las partes más elevadas de la sierra de Gúdar. Hay que caminar por un sendero balizado durante unos 5 km y otros tantos de vuelta. De camino nos detenemos en la ermita de la Virgen de la Peña. y en la antigua central eléctrica.
Viajando por la carretera que va de Pitarque a Ejulve, después de superar innumerables curvas, nos detuvimos para contemplar los Órganos de Montoro, imponente farallón de roca caliza bajo el que discurre encajado el río Guadalope. Previamente nos paramos para fotografiar los cultivos en terraza y el túnel excavado para atravesar la mole rocosa. Más adelante pudimos contemplar en el interior del bosque un grupo de cabras montesas, con una gran cornamenta.
La siguiente cita es en Molinos (239 habitantes), donde llama nuestra atención que el pueblo está partido por el profundo barranco de San Nicolás, donde el río Guadalopillo se desploma dando lugar a un salto de agua de 30 metros. Una vez en el pueblo dos edificios llaman nuestra atención, la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, de finales del siglo XV, y la Casa del Concejo, el Ayuntamiento, con su imponente artesonado. Como siempre hay que dejar algo para volver, nos quedan pendientes de visitar los museos de Molinos y de Eleuterio Blasco Ferrer, la exposición Agu-a-rte y la gran atracción de la población, las espectaculares Grutas de Cristal (http://www.grutasdecristal.com).
Continuamos la ruta hasta Cuevas de Cañart (76 habitantes), pueblo perteneciente al municipio de Castellote, que conserva el trazado urbano de origen medieval, por lo que ha sido declarado Bien de Interés Cultural. Han desaparecido el castillo y la muralla, de la que solo se conserva el portal de Marzo. Entre los edificios civiles destacan el Ayuntamiento y las casas Moliner y Arellano, edificio neoclásico. La arquitectura religiosa está representada por la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol y las ermitas de la Virgen de los Pueyos y de San Blas, además de los restos de los conventos de Monjes Servitas y de Concepcionistas Franciscanas.
Aunque no entramos, pasamos junto a Seno (39 habitantes), del que sobresale la esbelta torre mudéjar de la iglesia de Santa Elena (siglo XVIII). Nuestro siguiente destino es Castellote, capital del segundo municipio más poblado (681 habitantes), pueblo ubicado en la ladera de un monte coronado por las ruinas de un castillo templario. Su principal edificio es la iglesia gótica de San Miguel, aunque también llama nuestra atención la fuente gótica. En este intenso día todavía nos quedan casi 50 km para regresar a Cantavieja, pero nos volvemos a detener para fotografiar el embalse de Santolea.
Iniciamos una nueva jornada dirigiéndonos a Tronchón (67 habitantes), pueblo declarado Conjunto Histórico-Artístico y famoso por sus quesos. La plaza de la Iglesia constituye el centro neurálgico de la población, pues a ella se asoman el templo de Santa María Magdalena, la Casa Consistorial, el horno y la antigua cárcel. Cuenta también con notables casas, entre las que destacan las del Santo, del Marqués de Valdeolivo, Rectoral y Monforte. También llama mi atención la existencia de un trinquete. Al abandonar el pueblo vemos a dos pastores cuidando un rebaño de ovejas.
Concluimos este apresurado viaje por el Maestrazgo turolense en uno de los pueblos que más me han gustado, Mirambel (116 habitantes). Por algo está considerado uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes de Aragón. Desde 1980 es BIC y en 1981 recibió la medalla de oro de Europa Nostra por las tareas de restauración. Accedemos al recinto amurallado y vamos dando un monumental paseo por sus calles, contemplando construcciones tan notables como el Portal de las Monjas, el convento de las Agustinas, la iglesia de Santa Margarita, la Casa Consistorial y las casas renacentistas de Aliaga y Castellot. Pasamos junto a la ermita y abandonamos el recinto amurallado por el Portal del Estudio.
Nuestro recorrido por el Maestrazgo turolense ha concluido, con la sensación de que, por su emplazamiento, algunos pueblos me recuerdan a los de la Toscana italiana. El viaje continúa ahora hacia el Maestrazgo de Castellón, pero de ello hablaré en otra ocasión.
El pasado 19 de enero viajé por cuarta vez a la canaria isla de Lanzarote. En este viaje de 9 días he recorrido 550 km por las excelentes carreteras de la isla, con un objetivo principal, volver a visitar los Centros de Arte, Cultura y Turismo (CACT), muy asociados a la figura de César Manrique, del que se celebra el centenario de su nacimiento. Poco más de dos horas y media de vuelo separan los aeropuertos de Bilbao y Lanzarote, que realicé con Vueling, con impecable puntualidad y un coste que no llegó a 80 € ida y vuelta. Por segunda vez nos hemos alojado en el Hotel Beatriz Playa & Spa, ubicado en la tranquila zona de Matagorda, en Puerto del Carmen, que cuenta con un agradable paseo costero desde el que puedes fotografiar a los aviones como si estuvieras en la caribeña isla de St Maarten.
De visita obligada resulta la Fundación César Manrique, que ocupa la vivienda del artista en Tahiche y que hasta el 24 de abril conmemora el centenario del nacimiento de su fundador con numerosas actividades, como la exposición “César Manrique. Es un placer”. Recorriendo el espacio expositivo pudimos contemplar más de 400 fotografías de la esfera pública y privada del artista, además de reproducciones de sus máscaras de Carnaval, cerámicas, cuadros, carteles de sus exposiciones y un largo etcétera. Horario: De 10 a 18 h. Precio entrada: 8 euros.
Al día siguiente a nuestra llegada, por la tarde, como el tiempo estaba nublado y con lluvia, aprovechamos para visitar el Museo Internacional de Arte Contemporáneo, ubicado en el castillo de San José, erigido entre los años 1776 y 1779 por mandato del rey Carlos III. Fue el primer CACT que visitamos y aprovechamos para comprar por 35 € el bono para los 6, con el que te ahorras 12, 50 €. César Manrique fue quien convenció a las autoridades locales para transformar la antigua fortaleza en un museo que reúne una de las mayores colecciones de arte abstracto de la segunda mitad del siglo XX existentes en Canarias. Horario: De 10 a 20 h. Precio: 4 euros.
Dedicamos una jornada a visitar cuatro de los seis Centros de Arte, Cultura y Turismo, que incluye el bono que compramos, comenzando por el que más me gusta, el Jardín de Cactus, última gran intervención de César Manrique en Lanzarote. Rodeado de la mayor plantación de tuneras de la isla, el Jardín de Cactus acoge alrededor de 4.500 ejemplares de 450 especies de cactus, llegados desde los cinco continentes. El paseo por su interior resulta muy agradable, llamando también la atención el molino y los baños. Horario: De 10:00 a 17:45 h. Precio: 6,50 euros.
La siguiente cita la tuvimos en uno de los lugares más emblemáticos de Lanzarote, los Jameos del Agua. Jameo es una palabra de origen aborigen que se refiere a un agujero que se produce como consecuencia del hundimiento del techo de un tubo volcánico. Creado a partir de unos jameos naturales, es el primer Centro de Arte, Cultura y Turismo ideado por César Manrique, además de uno de sus pilares creativos, la armonía entre la naturaleza y la creación artística. Horario: De 10:00 a 18:30 h. Precio: 10 euros.
Muy cerca tenemos nuestro siguiente destino, la Cueva de los Verdes. En este caso la visita es guiada, en castellano e inglés, teniendo que esperar a que se formen grupos de 50 personas, algo que sucede con mucha rapidez. Se trata de una cueva volcánica que se ha acondicionado para su visita, contando en su interior con un auditorio. La visita concluye con una sorpresa, que no voy a revelar para que no pierda su encanto. Horario: De 10 a 17 h. Precio: 10 euros.
Situado a 400 metros de altitud, en el Risco de Famara, el Mirador del Río es una las creaciones arquitectónicas más representativas de César Manrique. Destacan en él sus amplios miradores desde los que contemplar La Graciosa, isla a la que se accede desde Orzola en los barcos que salen cada media hora. La travesía dura 30 minutos y el precio es de 26 € ida y vuelta. En la isla os recomiendo ir a la playa de las Conchas, distante unos 5 km. Se puede ir en taxi todo-terreno y regresar caminando, para luego disfrutar de unas lapas a la plancha en el puerto. Volviendo al Mirador del Río, me parece un abuso que cobren por entrar a un bar, bastante flojo por cierto, cuando las vistas las tienes desde cualquier punto de los alrededores. Horario: De 10:00 a 17:45 h. Precio: 5 euros.
Otro lugar de visita obligada es el parque nacional de Timanfaya, que cuenta con más de 25 volcanes. Aunque las últimas erupciones se produjeron en 1824, sigue teniendo actividad volcánica, como se puede comprobar con la hierba seca que arde a poca profundidad o el geiser que recrean para los visitantes. El precio de la entrada incluye un recorrido de algo más de media hora en autobús por el interior del parque. Horario: De 09:00 a 16:45 h. Precio: 12 €. Previamente hicimos a pie un recorrido de algo más de dos horas de duración, caminando sobre la lava, para subir al cráter del volcán Caldera Blanca, bordeando el volcán La Caldereta. Merece la pena pero hay que llevar calzado adecuado. El sendero parte de una pista a 2 km del Centro de visitantes de Mancha Blanca. No tiene perdida pues el aparcamiento está lleno de coches.
Recorrimos también el centro de la isla, deteniéndonos en La Geria, lugar dedicado a la plantación de vides para la producción de vino, siendo abundante la variedad Malvasía. Las vides se plantan en conos formados en el lapilli, siendo protegidas por pequeños muros de piedra. También visitamos la Casa Museo del Campesino, Situada en en el centro geográfico de Lanzarote, en el municipio de San Bartolomé, que se complementa con el Monumento a la Fecundidad, una obra vanguardista de César Manrique. Es el séptimo CACT, pero la entrada es gratis pues todo es hostelería y tiendas. Horario: De 10:00 a 17:45 h. En Nazaret merece la pena visitar el Museo Lagomar, ubicado en un risco del volcán de Nazaret, construido entre rocas, cuevas y túneles que te llevan a lo que durante menos de 24 horas fue la casa del actor egipcio Omar Sharif. Horario: De 10 a 18 h. Precio: 6 euros.
Al día siguiente a nuestra llegada también nos desplazamos al extremo sur de la isla, al faro de Punta Pechiguera, para conocer la zona turística de Playa Blanca. Cuando estábamos en el paseo costero a la altura de playa Flamingo, la amenaza inminente de lluvia nos hizo escapar, así que volvimos al sur en un mejor día, para detenernos en el coqueto pueblo de Yaiza, donde entramos en la iglesia de Ntra Sra de los Remedios, frente a la que luego comimos. Es un buen punto de partida para visitar las salinas de Janubio, los Hervideros y, finalmente, El Golfo, punto de partida para llegar a pie hasta las proximidades del hermoso lago Verde.
En esta ocasión dejamos para el final del viaje el probablemente más coqueto pueblo de Lanzarote, Teguise. Lo hicimos así porque el 26 de enero era domingo, día en que tiene lugar el mercadillo popular más importante de Canarias, donde se puede adquirir artesanía de todo tipo, productos naturales, quesos, vinos y productos elaborados a base de cactus y aloe. Todo el pueblo se convierte en un gran mercado, que se articula en torno a la iglesia de Ntra Sra de Guadalupe, que data del siglo XVI. Hay varios bares en esta población, pero este día están todos abarrotados.
Dejaba la pasada semana el relato de este viaje en Port of Spain, la capital de Trinidad y Tobago, desde donde por la noche navegamos hasta Saint George’s, la capital del estado insular de Grenada, el segundo más pequeño del hemisferio occidental, pese a incluir la isla del mismo nombre y las Granadinas del Sur. Grenada se dio a conocer al mundo el 25 de octubre de 1983, cuando Estados Unidos y otros estados caribeños invadieron la isla y derrocaron el gobierno de Hudson Austin. Llegamos a las 9 de la mañana y teníamos nueve horas por delante para visitar la isla. La terminal de cruceros Melville Street está en pleno centro de la ciudad, así que nada más bajar del barco nos dirigimos a la zona del puerto pesquero, donde se encuentra el Fish Market, el mercado del pescado, en el que pudimos comprobar lo amable que es esta gente.
Saint George’s es una pequeña ciudad rodeada de colinas, así que, tras recorrer el centro, cruzamos a pie los 105 metros del Sendall Tunnel, construido en 1894, que da acceso a una zona muy agradable, el Carenage. Dimos un agradable paseo por esta bahía capitalina frecuentada por pescadores, yates y embarcaciones de recreo, bajo la atenta mirada del Christ of the Deep (Cristo de las profundidades).
Por la tarde participamos en una excursión a bordo de un autobús criollo, principal medio de transporte en la isla en los años cincuenta, en el que nos desplazamos al Fort George, construido en el siglo XVIII para proteger con sus cañones el acceso al puerto. La segunda cita fue en lo alto de Richmond Hill, donde se encuentra el Fort Frederick, terminado de construir en 1791. Tras un recorrido por las colinas concluimos la excursión en la preciosa playa Grand Anse, situada a tan solo 3 km del centro. Me ha gustado Grenada, isla que abandonamos coincidiendo con la puesta de sol.
2 de febrero. Tras 17 horas de navegación llegamos a Basseterre, la capital y principal ciudad del estado de St Kitts & Nevis (San Cristóbal y Nieves), el país más pequeño del continente americano, tanto en tamaño como en población. Pese a ello coincidimos tres cruceros. Tenemos 8 horas en esta escala, pero como hace dos años ya estuvimos recorriendo esta isla, nos la tomamos con calma, dedicándonos a pasear por el centro de la ciudad, conocido como The Circus, acercándonos a la zona del mercado, a la Torre del Reloj y a Independence Square, a la que se asoma la Catedral. Por la tarde volvimos a salir a Port Zante, la terminal de cruceros, para tomar una piña colada. Aquí se concentra el ambiente de la ciudad. Contemplamos la puesta de sol entre las nubes y a seguir navegando.
El 3 de febrero concluye el crucero en Fort-de-France, la capital de la francesa isla de Martinica, en la que pasamos cinco días. Prescindimos de la capital que ya “pateamos” dos años atrás y nos dirigimos al aeropuerto, donde tenemos reservado un Opel Corsa para recorrer la isla. Al igual que sucediera en Guadalupe, en febrero los precios son desorbitados en Martinica, pues la mayoría de los hoteles están al completo. Para nuestra estancia hemos elegido el Hotel La Bateliere, situado a solo 100 metros de la playa, que cuenta con una piscina al aire libre y habitaciones con vistas al mar. Se encuentra en Schoelcher, a 5 km de Fort-de-France. Los amaneceres y puestas de sol resultaron espectaculares.
4 de febrero. Comenzamos nuestro recorrido por Martinica por la “Route de la Trace”, una de las carreteras más hermosas de la isla, deteniéndonos en primer lugar en Balata, para visitar una iglesia que se parece bastante al Sacré-Coeur de Monmartre, pero en pequeño. El centro de Martinica está dominado por la Montagne Pelée y los Pitons du Carbet, montañas que superan los 1100 metros de altitud. Muy cerca tenemos el Salto del Gendarme, cascada a la que se accede por un corto sendero en medio de una vegetación exuberante. Como es domingo, mucha gente se acerca a este lugar con su comida ya que hay mesas de pic nic. Nosotros comemos en un restaurante cercano y por la tarde nos dirigimos a la Habitation Depaz, una destilería enclavada en un preciso entorno, cuyo interior no podemos visitar por estar ya cerrada.
Continuamos nuestro recorrido hasta un lugar cercano, el Centre de Decouverte des Sciences de la Terre (Centro de Descubrimiento de las Ciencias de la Tierra), impresionante edificio que alberga exposiciones dedicadas a los riesgos naturales, de las erupciones volcánicas a los ciclones, pasando por los seísmos y los tsunamis. Avanzada la tarde nos detenemos en Sint-Pierre, antigua capital de Martinica antes de ser destruida en 1902 por la erupción del Montagne Pelé. Entre sus edificios destacan la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, la Bolsa y el mercado. De aquí regresamos a nuestro hotel en Schoelcher.
El 5 de febrero lo dedicamos a recorrer la costa sudoeste de la isla, comenzando en Trois-Ilets, donde visitamos un lugar lleno de encanto llamado La Maison de la Canne, que permite descubrir la evolución de la caña de azúcar en los tres últimos siglos. Antes de entrar en el centro de la población, nos detuvimos en una rotonda que cuenta con un vistoso parque de esculturas. Luego nos acercarnos a la iglesia de Notre-Dame-de-la-Bonne-Délivrance, al mercado y a la zona de la playa, donde aprovechamos para comer.
Por la tarde continuamos recorriendo la costa hasta uno de los lugares que más me atraían, para contemplar le Rocher du Diamant (La Roca del Diamante), un pequeño islote deshabitado del mar Caribe. Dimos un corto paseo por el sendero Promenade Aimé Cesare y llegamos al Memorial de l’Anse Caffard, grupo escultórico construido en 1998 con motivo del 150 aniversario de la abolición de la esclavitud, que recuerda que el 8 de abril de 1830, un barco cargado de esclavos, procedente del golfo de Guinea, naufragaba en esta costa. Fallecieron 46 personas. Nuestro siguiente destino es Grand Anse des Salines, una preciosa playa de arena blanca, aguas turquesas y rodeada de cocoteros. Pese a ser lunes, desde 2 km antes las cunetas estaban llenas de coches. Menos mal que nos dejaron aparcar 5 minutos en un chiringuito junto a la playa para tomar unas fotos. La isla está abarrotada de turistas. Al día siguiente nos dirigimos a Le François, donde vimos pequeños veleros en un paraje lleno de encanto, rodeado de islotes y la escultura “La yole ronde”, que recuerda las antiguas embarcaciones de los pescadores. También asistimos al carnaval infantil.
Buena parte de los días 6 y 7 de febrero, dado que el avión no salía hasta las 10 de la noche, los pasamos en un lugar que nos agradó bastante, Sainte-Marie y la reserva natural de la península de Caravelle, parte de la cual recorrimos a pie, caminando al borde de playas casi desiertas y llegando al Faro de la Caravelle, situado a 157 metros de altitud. Uno de los días comimos frente al tómbolo, palabra de origen italiano que designa una lengua de arena que conecta a través de las aguas una isla y la costa. En las bajamares vivas de noviembre a abril se puede ir caminando hasta el islote. Un tómbolo muy conocido es el de Mont Saint-Michel, en Normandía. También vimos pescar a los pelícanos y, en Sainte-Marie, visitamos la iglesia Notre-Dame-de-l’Assomption. El viaje ha llegado a su final. Me gustó más la isla de Guadalupe, pero Martinica no ha estado nada mal. Lo malo es lo lejos que están las dos.
Tras más de 8 horas de vuelo, el Boeing 777 de Air France toma tierra en el aeropuerto Paris.Orly. Hemos tenido suerte pues durante bastantes horas ha estado cerrado por la nieve. Lo malo es que tenemos que cambiar de aeropuerto, al Charles de Gaulle, pues en poco más de 5 horas sale el vuelo para Bilbao, pues vestimos de verano y la temperatura ha caído de 30 a 0 grados, sin tiempo para aclimatarnos. Hemos vuelto a la cruda realidad, al invierno. Las montañas del Duranguesado también están nevadas. En el aeropuerto de Loiu vemos el autobús del club de fútbol Las Palmas. Qué casualidad, pues Gran Canarias fue nuestro siguiente destino de invierno.
Del 26 enero al 8 de febrero de 2018 volvimos al Caribe, para seguir visitando algunas islas que me quedaron pendientes en el viaje realizado dos años antes. Si en la anterior ocasión elegimos Guadalupe como punto de partida, en esta ocasión hemos optado por la también francesa isla de Martinica. El viaje resulta largo, pues hay que volar a Paris, cambiar del aeropuerto Charles de Gaulle al de Orly y luego casi 9 horas de vuelo hasta Fort-de-France. Atrás dejamos las nubes y el invierno. En el Karibea Squash Hotel ya es verano. Como la otra vez, primero hicimos una semana de crucero, en esta ocasión en el MSC FANTASIA y luego nos quedamos unos días en Martinica. Antes de subir al barco es normal que te tomen una foto, pero esta vez fui yo quien fotografié a los fotógrfos. Un grupo del Carnaval nos da la bienvenida. Estamos a bordo del barco.
28 de enero. Primera escala de 11 horas en Pointe-à-Pitre, la ciudad más poblada de la isla de Guadeloupe, a la que llegamos poco después de amanecer. Es domingo y, como buenos franceses, casi todos los comercios están cerrados. Como conocemos bastante bien esta isla, pues estuvimos en ella 8 días dos años atrás, nos dedicamos a callejear, contemplando la arquitectura colonial, la Catedral de Saint Pierre Saint Paul, conocida como la Catedral de hierro, la plaza de la Victoria y las pinturas murales.
Al ser domingo, el animado puerto pesquero está también «muerto», así que entramos en uno de los pocos comercios abiertos, donde venden trajes para el carnaval que tendrá lugar dentro de unos días. Es impresionante, así que os invito a ver la entrada que publiqué sobre él en https://blogs.deia.eus/de-leioa-al-mundo/2019/03/02/el-carnaval-de-guadalupe/. El que si que está abierto es el Mercado Central, aunque no hay compradores. Ubicado en un edificio metálico declarado Monumento Histórico, este mercado alberga numerosos y coloridos puestos repletos de especias, mermeladas exóticas o ponches. Frente a él hay un par de bares de guardia con terraza, en los que tomamos unos vinos rosados fresquitos antes de regresar al barco.
29 de enero. Segunda escala del viaje, de 9 horas, en Castries, la capital del pequeño estado soberano de Santa Lucía, independiente del reino Unido desde el 22 de febrero de 1979. Los cruceros amarran en Pointe Seraphine, un centro comercial de estilo español. Nos apuntamos a una excursión y comenzamos a recorrer la pequeña isla de 616 km², empezando por Morne Fortune, que cuenta con buenas vistas sobre la zona del puerto, siendo la siguiente parada en Cul-de-Sac Valley, con sus plantaciones de bananos y vistas sobre la bahía de Marigot. En Soufrière disponemos de tiempo para dar un paseo por la playa, ocupada por los pescadores, aunque tenemos que ponernos a cubierto al caer un fuerte chaparrón.
En nuestro recorrido por la isla de Santa Lucía a continuación nos dirigimos a un lugar que nos ha gustado mucho, los jardines Maranatha o Prayer Park. Lástima que el tiempo no acompañe. Llega ahora una de las visitas fuertes de la excursión, Sulphur Springs, un lugar de manantiales de barro caliente y lagunas de lava sulfúrica en ebullición. También hay una pequeña cascada. La siguiente cita es en el mirador de Beacon, desde donde contemplamos entre nubes el paisaje más conocido de la isla, los pitones, formados por el Gros y el Petit Piton, que desde 2004 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
De regreso al barco, le pedimos al guía que nos deje en el centro de Castries, la capital del país, para así poder recorrer con tranquilidad el mercado, tanto la zona de frutas y verduras como la de pescados. De allí regresamos caminando por la fachada costera hasta la terminal de cruceros, donde se encuentra nuestro barco.
30 de enero. A las 8 de la mañana llegamos a Bridgetown, la capital de Barbados, estado insular independiente del Reino Unido desde 1966, con una extensión de tan solo 430 km² y una población de casi 300.000 habitantes. Tenemos aquí 12 horas, así que desde la terminal de cruceros nos desplazamos al centro histórico, que desde 2011 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO por su sobresaliente arquitectura colonial británica de los siglos XVII, XVIII y XIX, destacando el edificio neogótico del Parlamento. Por supuesto nos acercamos al mercado de pescado y, en autobús, a uno de los fenómenos naturales más espectaculares de Barbados, la cueva de Harrison, que se recorre en un pequeño tranvía eléctrico. El acceso a la cueva está en un precioso jardín botánico.
31 de enero. Tenemos 9 horas para visitar la isla de Trinidad, la mayor de las dos que forman el estado insular de Trinidad y Tobago, el quinto más poblado del Caribe y distante tan solo 11 km de las costas de Venezuela. Desembarcamos en la zona de rascacielos de la capital del país, Port of Spain (Puerto España), siendo recibidos por un colorista grupo del Carnaval.
Tardamos en salir del barco pues no para de llover, pero entre chaparrón y chaparrón nos decidimos a recorrer la capital, en la que destacan algunos edificios como la Casa Roja, sede del Parlamento y la catedral anglicana de Holy Trinity, situada junto a la plaza Woodford Square. Como llueve con mucha frecuencia, nos refugiamos en la National Library (Biblioteca), donde contemplamos una exposición de trajes de carnaval. En la calle Maraval Road están las Siete Casas Magníficas, lujosas mansiones de principios del siglo XX. Entre las modernas construcciones destaca el imponente edificio de la Academia Nacional de Artes Escénicas (NAPA). Finalmente regresamos al barco.
Como el tiempo tiende a mejorar, nos apuntamos a una excursión que nos lleva en primer lugar a los Royal Botanic Gardens, precioso jardín botánico creado en 1818, que ocupa 25 hectáreas. Breve parada en el mirador Lady Young, desde donde tenemos una excelente vista panorámica de la ciudad, para continuar el viaje por la carretera costera con parada en el mirador Maracas, situado sobre los acantilados, para concluir la ruta en la playa más hermosa y famosa de Trinidad, Maracas Beach, donde, aunque bastante tarde, aprovechamos para comer. Al fin dejó de llover. Tenemos una hora de autobús para regresar al puerto. El viaje continúa.
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