No necesitan la solidaridad vasca

Torra no necesita la solidaridad vasca. Tampoco la quiere. No la quiso Puigdemont. De hecho, ni siquiera la quiso Mas, que desde que se volvió independentista dejó claro que los catalanes harían el camino solos, sin los vascos, que les molestábamos. Torra y Puigdemont lo único que quieren es mantener al pueblo catalán secuestrado y, si pueden, también al vasco. Porque en su huida hacia delante a una república que ni ellos se creen tienen que arrastrar a cuantos más, mejor.

Necesitan gobernar

Creo que hemos sujetado las caretas a algunos líderes catalanes durante demasiado tiempo. Lo cierto es que el PP no quiere seguir con el 155, por eso le presionan PSOE y Ciudadanos. Lo cierto es que si Puigdemont y Llarena dejan hacer, por fin, y hay un president y unos consejeros con vocación real de gobierno, el 155 se levanta. Lo cierto es que Catalunya necesita un govern de verdad que negocie con España y Europa pero, sobre todo, saque el día a día adelante.

Fuera los pirómanos

No soy el único que lo piensa. Al contrario: solo hay que hacer una lectura crítica para ver la farsa y las verdaderas tragedias (empezando por las situaciones de los políticos presos). Ada Colau se lo dice bien claro a Albert Rivera, otro que sabe, como Puigdemont, que la debacle le beneficia: “Das miedo, buscas aumentar permanentemente el conflicto. Necesitamos empatía y soluciones, no pirómanos”. No se quedan solos los catalanes, se quedan solos los líderes endiosados.

Dejad de miraros el ombligo

No salgo de mi asombro ante tuits como el de Hugo Martínez Abarca: “Probablemente la votación que hay en Podemos sea lo más importante que está pasando para el futuro de nuestro país mientras la mafia anda colapsada entre sus detenciones y su incapacidad para desatascar el país. Que nadie se quede sin participar”. Lo podía esperar de un atrevido como Ramón Espinar, pero hasta el más listo se atonta (o rebaja) ante las necesidades de Iglesias y Montero.

Aprovechad para callaros

No me gusta Javier Gallego Crudo, pero el tuit que ha publicado es el que había que escribir: “Zaplana detenido, Cifuentes imputada, Casado bajo sospecha, Sánchez derechizado, Rivera ultraderechizado, el caso de las preferentes cerrado, raperos condenados a cárcel… y tú te pones a hacer una consulta sobre tu chalet”. Para colmo, ayer Iglesias y Montero anunciaron que también renunciarían si la participación es baja. ¿Por qué no aprovechan para callarse de una vez?

Ahora, (a por) Macron

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Una vez certificada la derrota de Marine Le Pen y, con ella, la del fascismo con piel de cordero, ha llagado el momento de hablar de Emmanuel Macron. Y lo haremos como de cualquier otro Jefe de Estado elegido democráticamente. Este, además, con un ideario liberal y pasado de gran bancario que, para el que escribe, restan. Tampoco me gustan los personajes políticos, como él, emergidos desde otros partidos con proyectos puramente personalistas. A partir de ahora, veremos y escribiremos.

Silencio: opinan las estrellas del Twitter

Algunos mantienen el anonimato en Twitter porque a cara descubierta tanta soberbia les sonrojaría hasta a ellos mismos. Le pasa a Eterno Primavera, que embauca a casi 50.000 seguidores con tuits como: “A los que ven a Macron como salvación recordarles que en Europa está matando mil veces más el liberalismo y la austeridad que el fascismo”. Uno que sí da la cara es Javier Gallego Crudo: “Francia camina por la fina línea entre el fascismo ideológico y el fascismo económico”. Pero luego borró el tuit.

Los “frikis” también son fascistas

Es fácil: se es antifascista o no se es. No es antifascista Jorge Verstrynge, que tuvo el cuajo de decir en LaSexta desde la sede del Frente Nacional, donde siguió la noche electoral: “Si el Frente Nacional es fascista, lo sabré yo que lo he sido, y te digo que no lo es”. Tampoco lo es Enrique de Diego, “Presidente de Plataforma de las Clases Medias”, un habitual de los desbarros que no dudaba en insultar a Macron por “estéril”. Ni Lagarder Danciu, que criticaba calibradamente por igual a un candidato fascista y a otro que no lo era.

“La cofradía del ‘pero’”

Verstrynge fue fascista, de Alianza Popular y, ahora, es de Podemos. Muy próximo a Pablo Iglesias, además. En este partido han tenido clara su equidistancia (de lo suyo gastan) hasta el último minuto: Íñigo Errejón, Hugo Martínez Abarca, Juan López de Uralde y Jon Mena, entre otros, tuitearon del mismo modo: vale, no ha ganado Le Pen, pero… No hay peros a la derrota del fascismo, y eso es lo que les ha afeado con fina ironía el usuario @rguezcheca, que evidentemente no ha sido el único.

Algunos datos

Además de mensajes poco recomendables, sobre las elecciones francesas en Twitter tuvimos la noche del domingo y todo el día de ayer buenos titulares y lecturas. Por ejemplo, que Iparralde es antifascista (en las legislativas veremos si, además, es de Macron), que los más mayores tuvieron mayoritariamente claro su no al fascismo (más que los jóvenes), y que hasta las clases más bajas dieron la espalda a Le Pen, pese a que algunos equidistantes apelaban a que les habían empujado a la extrema derecha.

Podemos ya está roto

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¿Qué Podemos saldrá de Vistalegre? Si gana Errejón, “el más incómodo para las élites”. La verdad es que el de Iglesias cada vez les da menos miedo. Si gana Iglesias, “el que dice las cosas como son”. La verdad es que Errejón se pierde en su propio discurso. Lo que es seguro es que saldrá un Podemos roto con un Iglesias enrabietado, gane o pierda, y un Errejón marcado como posibilista y melifluo, gane o pierda, en un partido radicalizado desde su concepción.

Podemos, el original

En esa lucha de definiciones del futuro, Hugo Martínez Abarca apela a que, si gana Errejón, el próximo Podemos será como el original. ¿De verdad que en tres años han cambiado tanto? Yo creo que no, que Podemos siempre ha sido lo que vemos hoy y que en este tiempo, simplemente, se han rasgado velos. Por ejemplo: Pablo Iglesias acude de smoking a la gala de los Goya sin ser académico. Y lo hace encantado porque de cómo es la casta siempre ha sabido un rato.

Podemos, el de Monedero

Si hay un personaje siniestro en Podemos y en la política española, ese es Juan Carlos Monedero. Un tipo que ya lo intentó en otros partidos pero que, al final, tuvo que impulsar (¿y financiar?) uno nuevo con personajes maleables al frente. Por eso tiene gracia que ahora se queje de que Errejón use un Pablo Iglesias de cartón para su campaña. O que él mismo llegue a comparar de nuevo a Errejón, con Hitler. Eso es Podemos. Ese es Monedero. No busquen algo distinto.

El Podemos más soberbio

Si Monedero es el más siniestro, Pablo Echenique puede ser el político español más sobrevalorado de España. Resulta hasta ridículo verle apelar al “compañerismo y la lealtad” cuando él fue quien lanzó la campaña contra Errejón, #ÍñigoAsíNo. Desde el Twitter de la campaña de Iglesias lanzaban también este mensaje: “Llegamos a las instituciones para cambiar la política, no para que la política nos cambie”. Insisto en que ellos siempre fueron así, pero la política ha cambiado Podemos.

La gran aportación vasca a Podemos

Podemos tiene problemas tan importantes en su segundo (repito: segundo) congreso, que el impago de Elvira García Díaz de su VPO parecerá una cosa menor. Pero no lo es. Con el escándalo (¿no lo sería si esa noticia la protagoniza un senador vasco del PNV, Bildu, PSE o PP?) lanzado, acudí a su cuenta en Twitter: silencio. De hecho, la ha bloqueado para quien no sea uno de sus casi 7.000 seguidores. Lo que pudo ser Podemos ya no lo será por su propia culpa.