Los hermanos del norte

Ha sido el parlamento francés el que ha frenado, en última instancia, la subida hasta los 64 años de la edad de jubilación que pretendía sacar adelante Emmanuel Macron. La última vez que yo hice el cálculo de la mía, al sur del estado francés, me salía el resultado de 67 años porque el sistema penaliza a quienes nos hemos formado durante más tiempo. Pero no importa mi caso, sino cómo en el norte las condiciones laborales son mejores y las defienden en el legislativo. En el sur, en Congreso y Senado, Escrivá está saliéndose con la suya en todas sus imposiciones regresivas firmadas por el gobierno más progresista de la historia de España.

Qué ambientazo

Será que no sé de la nueva política, o que no alcanzo a entender cómo se ejerce en Madrid, pero este titular en 20 Minutos me parece escandaloso: “El PSOE ha votado en contra de 10 de las últimas 11 iniciativas parlamentarias de Unidas Podemos”. Un gobierno de coalición no puede llegar al Congreso de esta manera, no puede hacer visible a los ojos de las y los representantes de la ciudadanía, a los ojos de la prensa y los fotógrafos, a los ojos de quienes vemos parte de los debates por streaming, que está partido por la mitad. ¿Quién va a confiar en la reedición de una coalición que naufraga porque la han dinamitado las dos partes?

Quienes se ponen en evidencia

Una circunstancia juega a favor del actual gobierno de coalición: que la alternativa es otro gobierno de coalición liderado por el PP junto a Vox, o un gobierno en solitario de los de Núñez Feijóo en manos de Vox. Todo puede ser peor. José Ramón Hernández recupera el corte de María de la Cabeza, diputada ultra, en el que asegura que “existe un alarmante aumento de casos de homosexualidad y transexualidad debido al adoctrinamiento del Gobierno”. Hernández recuerda cómo antes la homosexualidad y la transexualidad estaban pero en el armario. Avanzar en la visibilización de estos colectivos es avanzar. Salvo para Vox.

No será el proceso a emular

Al final, el catalán no será el proceso a emular: “La división independentista ya es total”, titulan en El Plural, no sin cierto alborozo porque todos los medios españoles, incluso este, tan pegado a lo tradicionalmente progresista en España, ponen la unidad del Estado por delante de cualquier otra cuestión. Lo que queda del procés es la rotación de ERC hacia un autonomismo pragmático y una línea dura del independentismo en una deriva difícil de explicar y defender, sobre todo, por los personajes que la protagonizan. ¿Dónde están quienes se empeñaban en ponérnoslo de ejemplo? Pues rotando, como ERC, o a la deriva.

Más trampas que el Barça

El viernes pasado las empresas tecnológicas tuvieron que remitir a la Unión Europea el número de sus usuarias y usuarios activos cada mes en Europa. YouTube arrasa con más de 400 millones. Varios servicios de Google (el buscador, los mapas y la tienda de apps) pasan o se acercan a los 300. Facebook e Insta andan en 250 millones cada una. TikTok, 125. Y me sorprendieron los datos de Linkedin (122 millones) y Twitter (100), pero, claro, es que hay trampa: en el caso de Twitter, “unos 59,8 millones son usuarios registrados” (Xataka). El resto ha entrado solo a ver un tuit. En el caso de Linkedin, estaban registrados 41,8 millones.

Nos la cuelan

La reforma de la cotización de las y los autónomos solo persigue cobrar más. La excusa de adaptarlo a “los ingresos reales” suena bien a los trabajadores por cuenta ajena pero el cálculo es absolutamente arbitrario, y bajar los tramos con menos facturación es solo es una excusa para cascar una subida a la mayoría. Cualquiera que haya hecho una declaración trimestral en su vida sabe que esto que escribo es cierto. Del mismo modo que cualquier partido con una responsabilidad potencial de gobierno sabe que esta subida a un colectivo tan atomizado le permitirá otros titulares mejores que agraden a trabajadores mejor organizados.

“A balazos”

Fredid Román era periodista y le han matado esta semana en Chilpancingo, al sur de México. “Román fue atacado a balazos cuando estaba dentro de su automóvil” (El Periódico de España), pero parece que su asesinato no es solo por la labor que realizaba, sino que “podría estar relacionada con el asesinato del hijo de Fredid Román, ocurrido en la localidad del Ocotito, Chilpancingo, el 1 de julio”. “En la actual administración del presidente López Obrador, desde diciembre de 2018, se han contabilizado alrededor de 2.000 agresiones contra la prensa en el país, incluyendo 40 asesinatos, 15 en lo que va de este año”.

¿Para quién?

No creo que a nadie le pille por sorpresa la crisis otoñal e invernal que nos espera, pero cuando he leído en República que “Macron vuelve de vacaciones con un tono apocalíptico: ‘Ha llegado el fin de la abundancia’” no me he sentido afectado. Doy por hecho que el presidente francés se refiere a esa cantidad de millonarios ostentosos, que gastan, consumen recursos y contaminan, como si el mundo fuese suyo, y que son el cáncer de nuestra sociedad, civilización y planeta. ¿O sugiere que la “abundancia” se acaba para las y los de siempre y quien pueda retenerla a cualquier precio que lo siga haciendo?

El mundo que hemos construido

La sequía que azota el planeta (porque especialmente quienes más tienen lo han calentado como si no supiéramos lo que podía suceder) está dejando ver hasta a los barcos nazis hundidos en el Danubio. “Una metáfora real de nuestros tiempos”, según la activista Hend Army en Twitter. La idea es sencilla pero es real: no solo estamos acabando con el planeta, en nuestra sociedad también están resurgiendo grupos cuya ideología atenta contra la humanidad y los consensos más básicos que hemos alcanzado. Y tenemos que ser conscientes de una vez de que ambas realidades son nuestros principales enemigo hoy.

Tarde y mal

Me parece bien que Jorge Fernández y Cristina Pedroche hayan cambiado de opinión y no sean los presentadores de un gran evento sobre criptomonedas que busca atraer a un montón de jóvenes y que han organizado y promocionado empresas que, según la CNMV, ni pueden ni operan cumpliendo la legalidad completamente. Pero me parece mal que aceptasen en un primer momento y solo las críticas que han recibido les hayan hecho cambiar de opinión. Si el evento hubiera pasado desapercibido, ¿la pareja de presentadores habrían continuado, hecho su trabajo y cobrado por ello? Entonces, ¿qué les parece mal?

Rumbo a Kiev

Aunque hablemos muy poco de ella, la invasión rusa sobre Ucrania continúa: los bebés nacidos en territorio ocupado tendrán nacionalidad rusa, leíamos ayer, solo unas pocas horas después de ver que “Draghi, Macron y Scholz” habían puesto “rumbo a Kiev en tren” (El Independiente). El gesto importa, la foto importa, el medio de transporte elegido importa, Ucrania importa y que Rusia no gane también importa. Y mucho. Así que celebro que líderes europeos tan relevantes (¿cuánto hubiera dado Sánchez por salir en esa foto?) dediquen su tiempo a un conflicto que continúa y no solo como excusa para el alza de precios.

Sánchez, a Argelia

Por un lado, los líderes europeos ponían rumbo a Kiev, por otro, Pedro Sánchez sabe que ese no es su tren, que el suyo, antes o después, partirá rumbo a Argelia. Porque la crisis diplomática y de suministros con aquel país no puede, simplemente, darse por hecho, como hace con casi todo el presidente español. Los problemas no se disuelven: se resuelven. Además, creo que el planteamiento de El Periódico de España es bastante acertado: Argelia quiere ponerse en el panorama internacional y para ello necesita fotos como la de Sánchez haciendo los deberes ante el régimen. Una foto que España no puede evitar.

Las sobras

Solo puedo estar de acuerdo con Luda Merino en su denuncia tuitera a lo que Santiago Abascal dijo en El Homiguero sin que nadie le corrigiese: “Que los gays adopten a los niños que no ‘quiera’ nadie”. Merino recuerda que las y los niños no se eligen, que si se transmite eso se transmite que hay personas a las que no ha querido nadie antes (y así se estigmatiza a las hijas e hijos de parejas del mismo sexo), y que la idoneidad de una persona o una pareja que adopta no tiene nada que ver con su género, como tiene que ser, evidentemente. Una vez más, el problema no es lo que diga uno de Vox, es que nadie le responda en el mismo plató.

¿Por qué?

Los gobiernos EE.UU., Reino Unido y Alemania van a investigar los motivos del alza de los precios del combustible en sus respectivos países después de que se pusieran en marcha iniciativas públicas (desde la inyección directa de dinero, como en España, a la rebaja de impuestos) para detener la escalada, según Xataka. Los motores económicos americano, europeo y británico (que como todo el mundo sabe, siempre se han creído un continente más que una isla) han decidido intervenir y me parece bien. No me explico que no lo haga España, que se ha limitado a poner en marcha un recopago en las gasolineras (y a seguir recaudando).

Es lo económico, no lo estético

He aplaudido en esta columna las iniciativas de los ministerios españoles de Consumo o Empleo que afectan directamente a nuestra vida (al final, la mayor parte del tiempo somos reducidos a personas consumidoras y trabajadoras). Y pienso seguir haciéndolo. Por desgracia, el primer gobierno español de coalición y el más progresista de la historia sigue distraído en sus propias batallas políticas internas, en los partidos o en el consejo de ministros y ministras. Y ahora, además, tienen una nueva ocupación que no es mejorar la vida de la ciudadanía: “El Gobierno ordena reducir el ruido interno para evitar un mayor desgaste” (El Confidencial).

Yo, también

No me escondo: yo también me siento “preocupado y pesimista”, como Macron, por las consecuencias que pueda tener la invasión rusa sobre Ucrania. No me fío ni un pelo de Vladímir Putin, al que puede que nada disuada de usar el botón nuclear, ni siquiera el papel de gran consumidor de sus recursos naturales que han jugado los países de Europa. ¿Qué le impide acabar con todos nosotros? ¿Qué le impide masacrar a la población ucraniana? ¿Qué le impide ampliar su radio de destrucción al resto del mundo? El presidente francés insiste y alerta: tenemos que prepararnos “para todas las posibilidades. También las peores”.

Es así de fácil

Si sobrevivimos a la amenaza nuclear que nos atemoriza como la espada de Damocles, tenemos que abordar rápidamente las cuestiones que plantea Natalia Fabra en Twitter: “¿Hasta cuándo va a consentir la Comisión Europea que los consumidores europeos se empobrezcan a favor de las grandes energéticas?”. Sé perfectamente que los problemas complejos no tienen respuestas sencillas, pero también sé que este no es, precisamente, un problema complejo: el sistema de tarificación encarece la factura más que la falta de suministro, y eso es solo fruto de una decisión revocable.

Es una mala idea

Dejar de financiar la invasión rusa activando la compra de recursos energéticos a otras dictaduras o democracias que rozan lo bananero no me parece una buena idea. Para empezar, porque como principal agente desestabilizador mundial del siglo XXI, es posible que Putin ya haya negociado antes e incluso es posible que el gas y el petróleo que acabemos usando sea ruso pero vendido por venezolanos, iraníes o saudíes que podrán seguir manteniendo su reserva mientras hacen negocio. Pare terminar porque esta es una guerra de la democracia contra sus enemigos, y es imposible librarla si dependemos de los segundos por turnos.

Podrían taparse un poquito

Todos los sindicatos van a beneficiarse de la subida que acaba de aprobar el gobierno español para sufragar sus actividades: “Pasan de 13.883.890 euros a 17 millones. Esta cantidad supera ya a la que el Gobierno concedía antes de la última crisis económica, cuando el montante llegó a rozar los 15,8 millones de euros” (El Independiente). El incremento coincide también con incrementos en el precio de la luz y el combustible que el ejecutivo español (el competente) tiene la obligación de abordar. Si no lo hace y no hay contestación sindical cuando caen los millones podremos hablar, hoy también, de arbitrariedad en la actividad sindical.

No puedo estar más de acuerdo

Esto de Eldiario.es tiene unos días pero me parece que no va a perder su vigencia en varios años: “No tienes ‘síndrome de la cabaña’, es que no quieres volver a la vida de mierda. El enésimo intento por patologizar todo lo que nos pasa: presentar como problema psicológico nuestras pocas ganas de recuperar las vidas ansiosas e hiperproductivas de antes del coronavirus”. Es cierto: no echamos de menos todo lo que sucedía antes de la pandemia y hemos descubierto que el teletrabajo y la educación presencial conjugan muy bien. Por si fuera poco, sufrimos la gran incertidumbre de la guerra. Igual, simplemente, me gusta mi “cabaña”.

La altura de un político

Llevo años bastante seguro de que el político en ejercicio más sobrevalorado es Pablo Echenique, que no retira uno de sus últimos tuits aunque con él se haga un autorretrato muy poco favorecedor: reírse de que Ciudadanos pueda apoyar los primeros PGE en los que participa activamente Podemos muestra la talla política del número dos de Pablo Iglesias. Por mucha pugna política que mantengan, por mucho que él considere que son dos partidos antagónicos, un político que se tenga por tal no puede permitirse excesos innecesarios. Menos, en los tiempos que corren y en franca minoría.

¿En manos de quién estamos?

Lo de Pablo Echenique es una irresponsabilidad política, pero lo de Isabel Díaz Ayuso es mucho más grave porque su irresponsabilidad es social: afecta a la ciudadanía que le ha elegido para gestionar y que, por cierto, le paga. Los pulsos de Ayuso al gobierno central, haciendo la guerra por su cuenta y manejando a las y los madrileños como si fueran lemmings, y su ignorancia, resultado de su desprecio por todo y todos salvo Miguel Ángel Rodríguez, que le asesora o manipula, según el cronista, deberían de rozar lo delictivo. Espero que, por lo menos, todo esto les pase una factura política y electoral muy alta.

En la esquina contraria

No vamos ahora a ensalzar la figura política de Emmanuel Macron: es necesario tener memoria política y recordar su apuesta por medidas neoliberales o su empeño en mantener un estado centralista y una Europa elitista. Pero es cierto que ha dado en la misma semana dos señales positivas: primero, con su manera de hacer frente al fundamentalismo islámico. Y después, con su manera de hacer frente a la pandemia: tomando decisiones difíciles y explicándolas mirando a cámara, sin rodeos, incluso asumiendo que puede erosionar aún más su popularidad. Ayer en el Congreso, Sánchez abandonó el debate.

Sí, hay dignidad política

Junto a Macron y en la esquina contraria a Echenique y Díaz Ayuso, podemos encontrar también a David Sassoli. El presidente del Parlamento Europeo ha parado los pies a Hermann Tertsch, al que ha advertido de que “no permitirá que, bajo el amparo de la libertad de expresión, se pretenda ninguna glorificación de ninguna dictadura” (El Nacional). Sassoli también dejó clara la postura histórica: el golpe de estado franquista derrocó a un gobierno legítimo. Las bazofias que Tertsch pretende difundir desde su escaño no tendrán recorrido en Europa. Ahora solo falta que alguien lo impida en España.

Los premios, en vida

No pongo en duda que Michael Robinson se merecía un Premio Ondas ni entro a juzgar la decisión de quienes han querido homenajear a una voz tan entrañable con un galardón póstumo, pero en este tiempo en el que vivimos tan pegados a la muerte creo que dar un premio a una persona que ya no puede recogerlo, agradecerlo y emocionarse, no sirve para mucho. Los premios, en vida. Y si quienes los otorgan llegan tarde que propongan un brindis por quien se ha ido antes de tiempo. No, no apuesto por un frío “el vivo, al bollo”, sino por hacer el esfuerzo de reconocernos a tiempo el bien que nos hacemos.