No me creo que Arturo Valls llegara al estudio de arquitectura de Rocío Monasterio por casualidad en 2005 como tampoco es casualidad que hoy esté entre los denunciantes a la arquitecta no solo porque no hizo su trabajo (según leemos en El Plural no pidió las licencias más básicas) sino porque ejerció como arquitecta cuatro años antes de licenciarse en 2009. La segunda “casualidad” se explica rápidamente: la ola de denuncias. La primera solo puede explicarse porque tanto Monasterio como su marido, Iván Espinosa de los Monteros, siempre estuvieron bien relacionados. Eso es lo terrorífico.
Y siempre contarán con colaboracionistas
Aunque en 2019 parezca una locura hablar de colaboracionismo con los fascistas, lo hay. Y lo ha habido desde que la democracia ganó, es evidente. Y seguirá habiendo mientras los medios den espacio a personajes como el neoliberal Juan Ramón Rallo y resuman sus textos de esta manera: “Vox promueve un sistema de pensiones distinto del actual y del que defienden el resto de formaciones políticas. Ahora bien, ¿es Vox el verdadero culpable de enterrar el pacto o más bien este ya estaba muerto desde hacía años?”. Si esto no es blanqueo de la ultraderecha, ¿qué lo es?
Ya le gustaría…
Me sorprendería muchísimo si no veo a Inés Arrimadas cerrar la persiana de Ciudadanos. Aunque también existe la probabilidad de que pase la cuchara de palo a otro y salga corriendo, claro. Pero que Inés Arrimadas no remonta el río lo tengo clarísimo. Si las encuestas a la baja acabaron de lapidar las expectativas electorales de los naranjas, la sensación de abandono será la que acabe con el partido. Nadie se suma a un proyecto perdedor. Y por eso me resulta raro que encuestas como la que ha lanzado El Independiente (para eso ha quedado, para ser carne de clic) todavía les den cierta esperanza.
¿Es Elon Musk un tipo fiable?
¿Compraría usted un coche a alguien que le asegura que es irrompible y lo rompe en la primera prueba que hace? Pues ahí sigue Elon Musk fascinando a un montón de gente, como si su empresa ruinosa fuera viable, como si sus proyectos fueran interesantes, como si sus estrategias de marketing (lanzar un coche al espacio con un muñeco y la radio puesta) fueran acertadas y como si no hubiera roto un cristal irrompible de su prototipo más duro durante su presentación. Sigo sin entender la fascinación por Musk y personajes similares, que no sería posible sin Internet pero, ¿qué sabré yo?
El fin del modelo
En este camino me he encontrado a “youtubers” e “influencers” muy buenos que no lo eran: eran personas inteligentes que sabían aprovechar sus potencialidades y las oportunidades que les brindaba la tecnología y las tendencias del mercado. Cuando caigan YouTube o Instagram estas personas ya estarán haciendo otras cosas. Y me he encontrado a personas tan poco capaces que solo podían ser youtubers e influencers. Ahora que los modelos de negocio tradicionales basados en estas herramientas tocan a su fin veremos qué hacen, pero no van a tenerlo nada fácil. Y me alegro.