Soy usuario de Osakidetza. Siempre lo he sido. Para lo grave no tengo queja. Para lo leve, como cualquiera, las acumulo: una aplicación que no muestra los huecos reales en las citas y personal facultativo y administrativo que recurren a la patada hacia arriba para disculpar su propia desidia (sí, de esto hay). Pero seguimos hablando del mejor sistema sanitario del estado español, quienes buscan malos datos tienen que retorcer las estadísticas, los buenos aparecen como si no costaran en piezas como la de InfoLibre: 48 días para ver a un especialista, la comunidad más rápida, y la que menos pacientes por mil habitantes tiene en lista de espera.
Es correcto y lo saben
La decisión del Gobierno Vasco de guardar cupos en los centros para evitar guetos es correcta. Es buena. Es necesaria. Quienes han estado cerca de esas niñas y esos niños lo saben. Pero hemos hecho de la queja (en Osakidetza, en Educación, en el Athletic) nuestra vida. No somos capaces de pensar en comunidad, somos egoístas, somos mezquinos, joder. No voy a infantilizar a nadie: escribo para adultos. Toda la vida ha habido familias que han tenido que inscribir a sus hijas e hijos en centros que eran su segunda opción. Nadie puede exigir nada si no es en la privada. Y ese gueto de pago, por cierto, creo que también habría que disolverlo.
Empieza la partida
Mucho hemos tardado en encontrar un titular parecido a este en Vozpópuli: “Podemos impulsa su alianza con ERC y Bildu para competir con Yolanda Díaz”. Ambos partidos deben mucho de su protagonismo actual en el Congreso a Pablo Iglesias y es normal que este se quiera cobrar el favor. Pero, ¿qué van a hacer estas formaciones? Rufián ya se ha encarado en Díaz vía Twitter (por supuesto), pero de los de Aizpurua y Otegi no hemos visto nada clarificador. Y es normal: Bildu ha optado por hacer política cortesana en Madrid. No tiene nada de malo. Nunca lo tuvo, de hecho.
“La configuración de las listas”
Según El Confidencial, y muchas voces en Podemos, “la configuración de las listas” es el principal problema para dejarse asimilar por Sumar. Según el entorno de Yolanda Díaz, no solo esa es la cuestión. En cualquier caso, cuando hablamos de “la configuración de las listas” hablamos de puestos de trabajo concretos, a veces, de equipos completos. Y no es una cuestión menor. Nunca lo ha sido, tampoco en este caso. Y no solo en lo particular: los equipos son los que logran objetivos en política. Curiosamente, esos equipos es lo que antes las y los de Podemos (y las y los de Sumar) llamaban “la casta” o “los pesebreros”.
El temarral de la semana
Ana Obregón se ha comprado una nieta y ha pagado la transacción con lo que está sacando de las exclusivas. Realmente, no hay nada nuevo: la ciencia lo permite, alguien lo regula y el público lo financia. No me parece bien, lo siento, no soy suficientemente moderno como para aceptar que alguien pueda generar una vida humana solo porque puede para pagarlo. Pero me he resignado: hemos dejado que ganen los malos, los ultralibearles disfrazados con diferentes pieles. Y esto solo va a ir a peor, con más sorpresas ante la falta de ética de quien vende (hablo de la gestión, no de la madre, que seguro que necesita ese dinero) y de quien compra.