Para la foto

Vox viene a Euskadi para la foto. Lo demostró Macarena Olona en la recta final de la campaña, colgando en su Twitter una foto de ella junto a Hermann Terstch frente a Sabin Etxea y la lona de la campaña de Urkullu. Pero, vaya, qué bien le ha ido a Vox: hoy por la noche podemos sorprendernos si finalmente consigue materializar su escaño alavés, por el que pugna con el PNV. Sin programa, con arrogancia, provocando y sacándose fotos para el Twitter, así han hecho su campaña. Una campaña atípica y desconocida para quienes consideran que la política es el medio para más democracia, y no para menos.

“Dignidad de país”

Sigo con la derecha. Paco Marhuenda tuiteaba esto: “¿Queremos que metan en un calabozo al Rey Juan Carlos? ¿Qué dignidad de país tenemos? ¿Qué tipo de país somos que podemos permitir eso? Que siga aquí y si el fiscal lo que pide se le dice que no, y que el procedimiento del Supremo tenga el recorrido que tenga que tener”. Evidentemente, un país digno es aquel en el que quien delinque no se va de rositas. Lo que no se puede permitir ningún país es que el jefe de Estado, en el ejercicio de su cargo, haga lo que le dé la gana, y sobre sus acciones haya un velo mediático y legal que impida cualquier investigación.

Estamos hablando de esto

Lo que se juzga, por lo menos en algunos medios, en las casas, en las oficinas y en los grupos de WhatsApp, es cómo Juan Carlos I ha podido hacer todo lo que le ha dado la gana durante décadas: “Juan Carlos I sacó 100.000 euros al mes en billetes de su cuenta suiza entre 2008 y 2012” (El Confidencial). Una cuenta en Suiza, recordemos lo que hemos leído estos días, que tenía 100 millones regalados por una dictadura, de la que inyectó 65 millones a una amiga muy especial, y para la que dio la dirección de Zarzuela aunque luego, al parecer, evitó pagar impuestos en España. Y Marhuenda todavía se pregunta si queremos juzgar esto.

Usa mascarilla, también para votar

Por cierto, hoy se vota. Que no nos despiste el show ultra (que es justo lo que busca), ni Juan Carlos I, ni los que quieren fijar opinión desde Madrid, que cuando a todos esos les sale bien la jugada los que perdemos somos los vascos. Y a las empresas vascas que partieron sus negocios para crear sedes sociales y pagar impuestos en Madrid, presionadas por poderes y medios de la derecha española, me remito. Hay que ir a votar para que sigamos decidiendo nosotros. Y hay que hacerlo con mascarilla. Hasta Twitter lo recordaba: anunciaron que pondrán el tan deseado botón de “editar tuit” cuando todo el mundo tome esta precaución.

Nadie me obliga a que te lea

Yo no obligo a nadie a leer esta columna ni en el periódico, ni en la web, ni cuando la comparto en Facebook o Twitter. Del mismo modo, no tengo obligación ninguna de leer comentarios o respuestas. Lo sé, pero está bien recordarlo de vez en cuando, como hacía recientemente Fernando de Córdoba: “Tus redes sociales son tuyas. Personales. Un espacio que debe hacerte feliz, no traerte mal rollo. No es necesario que esto sea el CIS y todos estén representados. Si alguien te agota, te molesta, te irrita o te cae mal en general, bloquéale. Que le leas no es su derecho”. De hecho, es mi derecho.

Correcto

Los carroñeros no fallan, como Cake Minuesa. Al principio, la izquierda puso de moda el periodismo a lo Gonzo: lanzándose a preguntar a bocajarro, sin petición de entrevista, sin conversación previa. Una cámara y un micro encendidos, y un periodista “valiente”, solo hacía falta eso. Y el formato lo ha hecho suyo uno que trabaja para contentar a los ultras y asalta al lehendakari en la calle preguntándole por los dos trabajadores sepultados en Zaldibar. En un momento, Minuesa le dice que él representa a los españoles como Urkullu, a lo que el lehendakari contesta que se siente solo vasco. Correcto.

Pero, ¿qué tensión?

A la extrema derecha hay que ponerla en duda siempre. Es una obligación como demócrata. Así que, si Vox dice que no va a encontrar apoderados en Euskadi, donde no tiene ningún representante público, por el clima de tensión, lo primero que hay hacer es dudar: es por la tensión, ¿o es porque no tienen a nadie? Pero, ¿tienen votos en Euskadi? Sí, pero si uno repasa dónde los obtiene en esas aplicaciones que el año pasado se popularizaron, para conocer qué votan tus vecinos, suele coincidir con las zonas en las que hay casas-cuartel. Comprobarlo es fácil, pero replicar el discurso de los ultras es más fácil.

Parece razonable

Según Reuters, al final, las redes sociales tendrán la misma responsabilidad y estarán sujetas a las mismas normas para emitir contenidos que los medios audiovisuales. Por lo menos, en Europa. Así, la regulación que se aplica a estos (que será similar a la que se aplica a la prensa tradicional) valdrá también para esas redes que siempre se amparaban en que el contenido era de los usuarios, no de las plataformas. Sin embargo, los módulos de publicidad sí eran de ellas, claro. Parece bastante razonable que la vara de medir sea una que, no solo ya existe, sino que es el estándar que la ciudadanía reconoce como propio.

El fútbol, a la baja

Es un dineral infame y difícilmente recuperable, visto lo visto los años anteriores, pero los 975 millones de euros que ha pagado Telefónica por el fútbol español hasta 2024 “está por debajo de lo pagado en el contrato para las tres temporadas anteriores” (El Confidencial). La burbuja del fútbol se pincha: ya no hay más seres humanos a los que impactar, ya no se puede pagar más por ver el fútbol, hemos llegado a nuestro tope. Igual que no podemos pagar 100 € por una camiseta. Y no, no es cierto que se vea en China o en India masivamente, ni que allí paguen tanto como aquí por ver los partidos o por el merchandising.

Sí, somos ridículos

No, no hemos teletrabajado todavía. No tenemos ni idea de lo que es ni de si lo queremos. Así que empezar a elucubrar sobre las puertas que abre el teletrabajo es ridículo. Tan ridículo como el que haríamos los urbanitas, si finalmente se normaliza, retirándonos a pueblos a teletrabajar. Daniel Gascón ha reflexionado sobre ello en su novela, y me temo que todas las sátiras e ironías sobre el ridículo que haríamos se quedarán cortas. Pero volvamos al principio: probemos el teletrabajo primero en casa y llevemos el 5G a los pueblos. Pero por los que están, no por los que irían a teletrabajar.

Cuando Urkullu mira a cámara

El contenido político del vídeo ya lo conocen. Yo me quedo con el gesto Iñigo Urkullu, que se ha puesto delante de la cámara en Lehendakaritza y, mirando al objetivo, ha pedido a Sánchez que colabore, que no se imponga, que deje de llamar “coordinación” a un ordeno y mando que solo se explica porque Sánchez pretende acotar su miedo acotando a otros. Y eso solo lleva al desastre. La capacidad del lehendakari para dirigirse a Sánchez y a la ciudadanía está suponiendo para muchos una sorpresa. Quien lo conoce sabe que la humildad que muestra exponiéndose es genuina y que no es una pose: dice lo que piensa.

Cuando la pandemia vuelva

Yo no estoy haciendo planes para la desescalada, yo estoy haciendo planes para el próximo confinamiento. Primero, porque cuando el gobierno español logre ponerse de acuerdo consigo mismo y con los demás ya se habrá desdicho un par de veces. Después, porque estoy seguro de que el propio desconfinamiento y la estacionalidad nos devolverán a casa. Tal vez no durante tanto tiempo, pero sí en varias ocasiones. Lo del repunte de otoño con la vuelta a las ikastolas lo tiene claro ya casi todo el mundo, así que más vale que vayamos haciendo planes, personales pero también políticos, para aprovechar julio y agosto.

Con listos como estos…

Estamos abocados a repetir errores porque somos humanos y, sobre todo, porque algunos son idiotas. Generalmente, al idiota se le distingue porque es el único que se cree que es más listo que los demás. Esto es lo que piensan quienes han activado una campaña para salir mañana a las calles de un modo masivo, desafiando el confinamiento. En El Periódico apuntan a la extrema derecha y no me extrañaría: en EE.UU. esta facción es la que se manifiesta luciendo sus armas y, siguiendo sus propios pasos, no sería extraño que haya activado el efecto imitación en sus ramificaciones en todo el mundo.

¿Qué oculta China?

Las teorías conspirativas siempre me han parecido cuentos chinos. Al final, las explicaciones más sencillas suelen ser las razonables. Las conspiraciones solo son invenciones complejas que, sobre todo, sirven para aliviarnos porque hay un culpable malintencionado. Así que, sí, me creo que este coronavirus se haya creado accidentalmente aunque llame mi atención las presiones diplomáticas y económicas de la dictadura china contra Australia, que quiere investigar el origen del virus. ¿Qué oculta China? Supongo que unas cifras de mortalidad y unos riesgos sanitarios terribles que nunca querrán admitir.

La caverna no descansa

Ni siquiera en medio de una pandemia descansa la caverna. La caverna de siempre, sí, esa que necesita al enemigo vasco. Hemos visto recientemente en los digitales noticias a personajes que echan la culpa de sus males de hoy a enfrentamientos pasados o, como denuncia con retranca Egoitz Moreno, cómo algunos han aprovechado una noticia sobre Carlos Sobera para criticar que no tuviera una oportunidad en ETB por no hablar euskera: “‘Señorío de Larrea’, ‘Mi Querido Klikowsky’, ‘Ciudadanos’, ‘Arde la Tarde’, ‘Consumidores’, ‘Cien x Cien’… ¿Me dejo algo? Ah, sí… siete años presentando ‘Date el Bote’”.

Los buenos futbolistas piden la pelota

El símil se lo leí a César Calderón ayer en Twitter. Él no se refería al lehendakari, pero me vale para este caso porque Iñigo Urkullu ha pedido el balón contra el coronavirus: ha dado las ruedas de prensa necesarias, asume el mando único de la crisis (y con él, la responsabilidad) y ha convocado a los partidos el lunes para resolver qué hacer con las elecciones (el jueves Otegi recibió esa convocatoria privada por la mañana y por la tarde dio una rueda de prensa pública pidiendo lo que ya estaba en marcha). El liderazgo se tiene, como también lo han mostrado Merkel o Macron, o no se tiene y se hacen trampas.

Nos toca

Podemos sumarnos al reto que, entre otros, nos proponen los bomberos de Bizkaia: “Yo me quedo en casa”. Y sobre todo, vamos a poder jugar mucho en casa con nuestras hijas e hijos, y entre nosotros (hay unos juegos estupendos para adultos y las videoconsolas hace tiempo que no son solo para las y los más jóvenes). Pero lo más importante es que juguemos a ser responsables… Y que ganemos. Además, nos van a ayudar el mal tiempo, perfiles en Twitter como los de los bomberos, e incluso las y los políticos que en vez de afear a quien gobierna llaman a la calma y la precaución.

Por ejemplo…

En Euskadi algunos intentan hacerse pasar por estadistas responsables… Pero solo les creen quienes comparten pasado lejano y reciente con ellos. En España, como siempre, la situación es menos trágica y más de pandereta: Pablo Casado cree que Pedro Sánchez “se está parapetando en la ciencia”. Podemos discutir si el presidente español está o no a la altura del desafío y si tardó mucho o muchísimo en salir y tomar el mando. Pero un político que quiere parecer serio no puede poner como excusa que nadie se “parapete” en explicaciones científicas, médicas o técnicas. Es de primero de sentido común.

Corolario

Termino el bloque sobre el coronavirus, que ocupa casi todas nuestras conversaciones, espacio en redes sociales y portadas del periódico, con esta reflexión de Gerardo Tecé: “Con Ortega Smith jodido por el virus, han abundado las risas y los chistes. Con Ana Pastor han abundado los mensajes de ánimo, votes lo que votes. La diferencia es que Ana Pastor no vive de perseguir a quien está jodido y Ortega Smith ha montado un chiringuito en torno a eso”. Y como todo puede empeorar: Cuatro difundió unas imágenes de Ortega Smith acompañando a su madre a un centro de salud cuando debería de estar en su casa.

Fue injusto. Sin matices

El jueves falleció Miguel Blanco, el aita de Miguel Ángel Blanco. Un hombre que, en vida, sufrió injustamente una inmensa angustia de tres jornadas y una pena no más pequeña el resto de sus días. Insisto: de manera injusta. Y quien no sea capaz de reconocerlo no debería de tener sitio en la sociedad vasca que quiere mirar al futuro sin perder de vista el pasado. Y quien colabora con quien no es capaz de reconocer esa injusticia, blanqueando un fascismo de manual, también debería de ser consciente de lo que hace. Por mucho que a algunos les guste pisar moqueta, calentar escaño y subir al estrado.

Lo que está políticamente en juego

Lo que está en juego en torno al vertedero de Zaldibar está claro: las instituciones tienen que asegurar la salubridad del medio ambiente, la seguridad de toda la ciudadanía y le gestión de los residuos almacenados en el espacio quebrado. Pero políticamente se juega otro partido: la oposición ha lanzado a morder en período preelectoral con la misma legitimidad con la que podemos criticar sus formas y su fondo. Y el Gobierno, sobre todo Urkullu (porque Arriola ha escurrido el bulto), se juega su credibilidad. Ayer, jugaron a la vista de todos, pero en el tablero se ha instalado el alarmismo. Y hay que sacudirlo.

Hasta Vox intenta meter la cuchara

Es tan evidente que el desastre de Zaldibar es una prioridad electoral para la oposición que hasta Vox, que no tiene nada que rascar en Euskadi, ha intentado meter la cuchara. Macarena Olona denunciaba el “racismo” del Gobierno por no querer la ayuda del ejército español. Una ayuda que, por cierto, también han reclamado en Twitter y en algunos medios contertulios y opinadores próximos a la izquierda abertzale. Solo hay que esperar a una precampaña para leer u oír a uno de Bildu que ojalá venga el ejército español a rescatarnos a los vascos. Este es el escenario. Y en Zaldibar está la tragedia medioambiental y humana.

Abascal, el primer vasco

Leo en InfoLibre que “Vox pretende que catalanes, vascos o gallegos se sometan a un examen para comprobar si dominan el castellano”. Vale. Me parece bien. Solo espero que, como vasco que es, Santiago Abascal se presente a ese examen de los primeros y muestre su nota. Lo que me resulta extraño es que un partido que promueve la igualdad entre todos los españoles no quiera extender ese examen a madrileños, andaluces, murcianos, cántabros, canarios, extremeños… Y ya que están, que expliquen para qué quieren ese examen. ¿O sugieren que se abra un chiringuito para nada con dinero público?

Carmena se arrepiente

Parece que, al final, no sonó el teléfono. En los digitales leímos que Pedro Sánchez guardaba para Manuela Carmena un cargo en la administración del Estado, por ejemplo, el de Defensora del Pueblo. Pero nadie llamó. Y Carmena está ahora en su casa, haciendo madalenas y, según Eldiario.es, lamentándose: “Carmena considera que se ‘equivocó’ al fundar Más Madrid”. Al parecer es otra de esas políticas que creen que la ciudadanía la vota a ella y no al partido (en su caso, Podemos, más allá de la fórmula imaginativa con la que fue alcaldesa). Ahora, Errejón y su formación se disuelven en la nada.

Buenas intenciones… Pero pocas referencias

Vi con curiosidad el vídeo de Rafael Escrig sobre su primera vez en San Mamés. Este youtuber, no sé si contratado por la Federación o por Seat, está haciendo una serie de vídeos sobre campos, equipos y “fútbol español” como se afana en repetir. A mí, su clip solo me sirvió para reafirmarme: salvo los vídeos sobre los videojuegos (que no están en ningún otro sitio… Salvo Twitch), todos son prescindibles. Ni los youtubers ni sus seguidores parecen saber que lo que cuentan ya lo han grabado antes y mejor profesionales de la comunicación. Solo tienen que buscarlo… Y nosotros tenemos que ofrecérselo.