Julio Lleonart ocupó el escaño de Toni Cantó en el congreso de los diputados y, de algún modo, su hueco en las redes sociales de UPyD. Ahora se despacha en una entrevista en El Confidencial contra los usuarios que siguen perfiles políticos en Twitter, y también contra quienes venden el humo de las redes. Pero la entrevista, en general, es bastante interesante para quienes se mueven en este entorno. Por cierto: Lleonart también abandonó UPyD.
La presión se traslada a Podemos
Seguro que en todos los partidos hay personas dispuestas a dar codazos a sus compañeros y quedarse en el Congreso de los Diputados. Pero da la sensación de que ante la repetición de elecciones, el desánimo en PSOE y PP puede dejar huecos que serán aprovechados. En Ciudadanos, la verticalidad que impone Rivera también será facilitadora. Pero a Podemos le cae toda la presión, con las estructuras engordadas y la piel del oso a la venta desde hace tiempo.
Yo también creo que habrá Gobierno
Me parece que por primera vez estoy de acuerdo con Alberto Ruiz-Gallardón cuando opina que, en el último minuto, habrá un gobierno es España. Con parte del contenido del resto de la entrevista también podría estar de acuerdo si no supiera que su posición “progresista” es tan forzada como falsa. Valga como ejemplo su petición de primarias en el PP cuando nunca se sometió a ellas. También asegura Gallardón que no volverá a la política, y tampoco me lo creo.
Yo veo la burbuja
Yo soy de los que cree que el neuromarketing es solo una burbuja más hinchada por quienes creen que el marketing, la comunicación y la sociología no tienen suficientes mecanismos científicos para ofrecer resultados fiables. Estudiosos acomplejados, en definitiva, que necesitan aparatos, cables, enchufes y que técnicos e informáticos lean por ellos los resultados de los análisis. En Puro Marketing son más optimistas (tampoco esperaba otra cosa).
Negocio y fútbol
A estas alturas ha quedado sobradamente demostrado que el fútbol y el negocio se llevan muy bien, y no pasa nada. Bueno, en Euskadi sí porque ser aficionado sale caro, con precios prohibitivos para el merchandising y más altos que la media europea para las entradas. Pero aceptar el juego tal y como viene no implica indolencia ante lo que vemos en casos como el de Neymar: millonadas infames pagadas por gestores que piensan en su negocio, no en el club ni en el deporte. En cualquier caso, también estoy seguro de que Neymar es solo el botón de muestra.