Otro mundo que está ahí mismo

El fenómeno actual de los videojuegos me parece fascinante, sobre todo, porque está ahí mismo y no somos capaces de verlo. Desde que los de mi generación los vieran nacer, los videojuegos están en constante avance técnico y social: de jugar solo en casa con consolas y PC de chiste, pasamos a hacerlo en las lonjas y en las casas de amigos con las primeras máquinas que ya ofrecían algo distinto, después, a hacerlo en red y, ahora, a vivirlo como un fenómeno global y social: el “gamer” (aunque ya no solo eso) PewDiePie es la primera persona en alcanzar los 100 millones de seguidores en YouTube, no sin polémicas (o también por ellas).

Y muchas y muchos quieren sumarse

Este mundo de la notoriedad virtual mueve mucho dinero pero la realidad es que la mayor parte de las ganancias se quedan en unos pocos prescriptores y muchos se quedan con las migajas después de pelearlas, incluso, hasta haciendo el ridículo. Porque los casos que recogen con sorna en Photolari no son de éxito, precisamente: “Influencers” que en vez de viajar se pegan con Photoshop cutremente en los destinos vacacionales o que reutilizan los fotomontajes para escarnio y diversión de los críticos. Con todo, insisto: el negocio de Internet no es menor ni para aficionados ni de chiste. Al contrario.

No solo juegan los más jóvenes

Los superordenadores son para los más aficionados, las consolas las usan, sobre todo, los más jóvenes, pero los juegos en el móvil son transversales, es decir, hay para todos los gustos y todas las edades, y generarán 68,5 billones de dólares en 2019, según adelanta Techcrunh y recoge Urtzi Jauregibeitia (que algo sabe del sector) en Twitter. Estas cifras, junto a las que empezamos a conocer de exclusivas que han cobrado algunos jugadores (10 millones al año ha pagado Microsfot a Ninja para que muestre en su plataforma sus partidas) tienen que servirnos para que prestemos más atención a esta sencilla “afición”.

Adidas ya les patrocina

Precisamente Ninja (Tyler Blevins) ha protagonizado otra de las noticias económicas sobre los videojuegos: después de su millonario fichaje por Microsoft ha formalizado otro de patrocinio con Adidas. Son muchos los que se han reído del mismo, ya que un jugador de eSports parece que no necesitará unas zapatillas específicas o unas camisetas especialmente transpirables. Pero esto, en esencia, da igual: lo único importante es el número de seguidores de la estrella (15 millones solo en Instagram) y posicionarse primero en un mercado que no deja de crecer, mover dinero y sorprendernos.

Una historia antigua

Después de todo lo que les he contado voy a acabar la columna con una de esos hilos en Twitter que merece la pena: el de la primera marca que se atrevió a hacer negocio con las equipaciones deportivas. Se trata de Admiral (que hoy día no dice nada a casi nadie), donde el visionario Bert Patrick ofreció a la federación inglesa de fútbol pagar un canon por vestir y vender las camisetas, pantalones y medias como las que llevaban los jugadores en 1966. Después, se introdujeron en los clubes y lanzaron líneas de ropa deportiva (chándales y polos) y en 1974 hasta se atrevió a poner su logo en las equipaciones.

Dale al Santander

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Llevo varios días leyendo columnas, posts y comentarios sobre el aumento de las comisiones en la cuenta “1, 2, 3” que llegaron a ofrecerme en su día, y salvo la jornada del anuncio no he vuelto a escribir nada hasta hoy porque lo que ha escrito Javier Santacruz en Ctxt merece mucho la pena. Recuerda que el producto recibió críticas a su salida, y que “hacer un mal asesoramiento financiero a sabiendas y con conflicto de interés puede provocar grandes pérdidas en los clientes”.

La “nueva política” es el puto Twitter

El rifi-rafe de Pablo Iglesias con varios periodistas hace unos días, vía Twitter, mientras el primero estaba en su escaño y acababa de bajarse de la tribuna dejó al descubierto la obsesión de esta “nueva política” por la web del pajarito. Pero los de Podemos no son los únicos: “Rufián y Felisuco se enzarzan en una acalorada disputa. El hashtag #Cuñadodelaño que empleó el catalán para referirse a un diputado de Ciudadanos encendió la mecha”. ¡Y a estos hay que llamarles “señorías”!

Es el negocio del fútbol

Fermín de la Calle, como todos los que adaptan la frase que acuñó James Carville, asesor de Bill Clinton durante la campaña que le llevó a la presidencia, se pasa de prepotente: “¡Es el dinero, estúpido! No el fútbol”, exclama en el titular para intentar salvar a un deporte que en los cuatreros y sus defensores tiene sus peores enemigos. De la Calle incluso cita el informe capcioso que la asociación internacional de futbolistas utiliza para dar pena mientras las estrellas se forran y olvidan que se trata de un deporte precioso.

Los Youtubers más ricos

Conocer lo que se embolsan los youtubers más ricos y famosos del planeta me ha dejado pasmado pero lo he recibido bien porque desconocemos lo que ganan estrellas más cercanas y la curiosidad nos corroe incluso a quienes reconocemos el valor de ElRubius o Zorman, tíos que no son “youtubers”, sino comunicadores extraordinarios. “Youtubers” son los otros: Wismichu o Dalas, que no pasan de malos imitadores de PewDiePie (que podría ganar 15 millones al año con los ingresos derivados de sus vídeos), Roman Atwood (8 millones) o Lilly Singh (7,5).

Zorionak, instagramers de Bilbao!

Instagram es una de las aplicaciones que más me gusta porque me divierte, me permite ver que están viendo mis amigos, veo fotos estupendas de gente que no conozco o, aún mejor, que después he conocido en persona gracias a Instagram, y hasta me informo en las cuentas institucionales o de marcas. Así que me ha dado pena no poder participar en el cuarto aniversario del grupo de Instagramers de Bilbao que, bien conducidos por Alberto Makusikusi, terminaron el domingo en la Torre Iberdrola dando envidia a quienes les seguimos.