La realpolitik

Hubo un antes y un después para Bildu el día que aceptó apoyar unos presupuestos generales del Estado y, con ellos, la inversión en el TAV, las partidas para la Casa Real en los distintos ministerios o la financiación de la Guardia Civil y la Policía Nacional. Han intentado que no se note, han seguido con su discurso, pero se han manchado las manos (y no como se las manchan habitualmente). Y para mí es una gran noticia. Y Podemos, pese a su discurso errático sobre Rusia, podría dar luz verde a “aumentar el gasto en Defensa” (EPE), como compromete la OTAN, y con ello “desbroza el camino de los presupuestos”. Es la realpolitik, amiguis.

¿A caballo perdedor?

Ciudadanos está condenado. No tiene solución. Nadie se sube a un caballo perdedor en unas elecciones. Es un axioma tan sencillo como cruel. Y cuando Vox empiece a parecer testimonial, inservible y en declive, también acabará por sumirse en la irrelevancia política por el mismo motivo. Lo que no alcanzo a entender es que en Podemos e IU, en cuyo entorno podemos encontrar a tantos politólogos y teóricos, no lo sepan: si es cierto que “pactan el final de la marca Unidas Podemos pero buscarán candidaturas conjuntas en 2023” (Público), estarán ofreciendo un caballo perdedor a la ciudadanía. Y aunque cojee de izquierdas sigue siendo poco atractivo.

Algo que gestionar

Otro axioma muy sencillo en política y en gestión es este: a menos recursos, menos inversiones. Así que las bajadas de impuestos (que además favorecen a quien más tiene en detrimento de la mayoría) implican que el gestor elegido por la ciudadanía cuente con menos posibilidades. Antonio Cartier lo resume muy bien, mejor que yo, en este tuit: “La verdad es que resulta sorprendente que los gestores públicos no quieran tener recursos públicos, empresas públicas, servicios públicos… Gestores de la nada”. Evidentemente, tanto él como yo nos referimos a Ayuso, Moreno y el resto de líderes del PP que anuncian bajadas impositivas.

“Cómo salir de Rusia”

Una invasión, una ocupación, masacres, bombardeos, escolarizaciones forzadas en ruso, menores separados de sus familias y llevados a Rusia, misiles que caen cerca de centrales nucleares, reclutamiento forzado de civiles para alargar la guerra y una amenaza nuclear global. ¿Cómo se justifica todo esto? Pues hay muchos que siguen intentándolo. Más vale que les paguen bien. Mientras tanto, quienes pueden ser llamados a filas intentan abandonar el país y se convierten en nuevas víctimas de Putin. No importa que se desentendieran de la invasión o incluso la justificasen: son víctimas de la locura igualmente.

¿Cuánto se gana en ropa interior?

En NIUS definen así el contenido que podemos encontrar en OnlyFans: “Escenas eróticas sueltas, sin ninguna trama, de unos cinco o diez minutos”. La “suscripción es de entre unos 5 a 50 euros mensuales, dependiendo del perfil” y “el 80% de lo que cuesta una suscripción va directamente al autor”. Pero “solo el 1% de los top ganan el 33% del dinero que se genera en la plataforma, según distintos estudios, y únicamente el 10% obtienen el 73% de las ganancias que se obtiene en esta red social”. Para el resto, “el ingreso medio de un creador de contenido en OnlyFans es de 150 euros al mes”. ¿O esperábamos algo diferente?

Irresponsables

La “ofensiva” del PP contra el gobierno español “para bajar impuestos” (El Independiente) es una decisión pésima y una acción en todo punto reprobable: usar los recursos de una comunidad autónoma o un país, de su ciudadanía, en cualquier caso, para hacer populismo es despreciable. Un error. Pero no por ignorancia: es un error decidido, pensado, pasado por varios filtros y, finalmente, ejecutado. Y sus consecuencias pueden ser desastrosas más allá del momento político. Esa es la carta de presentación que Feijóo ha decidido jugar: bajar los impuestos, favorecer a quienes más tienen y perjudicar a la mayoría. Si gana con eso España tiene un problema terrible.

Contarlo bien

Lo que pretende hacer el PP en España tenemos que contarlo bien: una bajada de impuestos que beneficia a la minoría que más tiene y perjudica al resto es un argumento de campaña pésimo, y así debemos mostrarlo. Solo estoy siguiendo el breve tuit de Xavier Colás desde Moscú: “Lo que está pasando en este país es horrible. Lo único que podemos hacer es contarlo bien”. En efecto, no  podemos hacer otra cosa, no hay alternativa: tenemos que contar bien lo que sucede, llamar a las cosas por su nombre y señalar a esas webs intoxicadoras como tal sin pedir la opinión a sus responsables en platós de televisión.

Ahora, que se entienda

Muy mal lo cuentan, por ejemplo, en la cuenta en Twitter de Podemos en la que plasman su posición sobre los conflictos internacionales. Después de leer el hilo, que más bien es un galimatías, uno no sabe si la de los referéndums que quiere impulsar Rusia ante el avance de Ucrania es una buena noticia o una mala noticia. Por supuesto, no van más allá. Será que es difícil tener una opinión sobre el reclutamiento forzado de la población civil y una amenaza nuclear a todo el mundo. Si un canal de comunicación no comunica, ¿para qué sirve? Si una opinión no aporta, ¿para qué sirve? Si un partido no habla claro… Mejor me callo.

No es un caso aislado

Hablamos de contarlo bien y es Antonino Mora quien mejor lo hace con un hilo en Twitter en el que demuestra algo de memoria y mucha valentía para recordar no solo la violencia de un grupo numeroso de hinchas de del Atlético de Madrid, agravada con cánticos: “Vascos, hemos venido a acuchillaros y el resultado nos da igual” y “Aitor Zabaleta era de la ETA” son viejos y tristes conocidos, pero no son los únicos: el hijo de Mijatovic que falleció con 13 años, los extranjeros (el pasado fin de semana) e incluso jugadores propios, son objetivos de quienes “campan a sus anchas por todos los estadios de España con banderas y saludos nazis”.

Sí, es importante

Creo sinceramente que quien hizo la entrevista a Nico Williams se equivocó. Cualquier universitario de la misma edad y con el futuro económico resuelto habría dado respuestas muy parecidas. Y el pequeño de los Williams no es ningún referente, solo es un jugador más, no podemos pedirle cuentas ni que sea modélico. El “herritik sortu zinalako” es hoy una estrofa que tenía más sentido en otro tiempo. Un referente es Messi y a él sí podemos pedirle que no sea retorcido ni avaricioso. Pero lo es: el trabajo de El Mundo que nos ha permitido verlo sí es acertado porque nos da la medida de lo podrido que está un negocio que mueve tanto dinero.

Sí, son humanas y humanos

Pocas dudas tengo de que detrás de las filtraciones de los vídeos supuestamente escandalosos de la primera ministra finlandesa está el aparato de propaganda ruso. Practican la desestabilización desde hace décadas a nivel global y poco les está costando que entren al trapo ahora prensa y tuiteros. Pero de lo que estoy absolutamente seguro es de que Sanna Marin y todas las políticas y políticos del mundo tienen derecho a una juerga o una siesta, si es su manera de aliviar la presión. Menos el rey de Marruecos: si ese iba chuza es porque es un sinvergüenza que se salta en París la prohibición, vía religión, que impone en su país.

Su fiesta

Y mientras una primera ministra tiene que salir a recordar al mundo su derecho a la juerga, la fiesta no se detiene para Juan Carlos Girauta y Marcos de Quinto: “Se han unido para impulsar una ‘asociación cultural’ a la que han bautizado como ‘Pie en Pared’. Su fin es ‘remover ideas en el ámbito cultural para reivindicar la democracia liberal’. ‘Nuestro objetivo es influir en la cultura, plantar cara a la hegemonía de esa izquierda woke aferrada al discurso feminista radical progre, que defiende ahora el indigenismo, o se ha empeñado en achacar todo al cambio climático’. También pretenden combatir el ‘nacionalismo’ (no español)”. (El Diario)

Hablando de ello

Otra fiesta que no se detiene es la de las redes sociales: según Vozpópuli, que ha consultado el informe de Facebook sobre la inversión en su plataforma de partidos políticos y ONG. “Podemos es quienes más ha usado este formato, con una cifra de 636.000 € en anuncios en Facebook. Por su parte, Ciudadanos ha destinado 550.000 euros desde abril de 2019”. En España, el PP lleva gastados 413.000 €, el PSOE, 127.000, y Vox, solo 11.300. A nivel global, quien más gasta es “Save The Children, que está a punto de alcanzar los 1,5 millones de euros de inversión”. Por su parte, el Parlamento Europeo ha gastado con 1,1 millones.

Y el gran tema

Solo espero que después de haber abierto el melón del cambio climático no metamos el tema en el congelador para no volver a mirarlo hasta que llegue una inundación en el corazón de Europa, por ejemplo. No podemos permitirnos más desgracias ni, sobre todo, que el deterioro vaya a más: “El cambio climático exige más pantanos, energía nuclear, actuaciones contra los incendios y recuperar ‘la España vaciada’”, leo en República y pienso también en algunas localidades vascas, del norte y del sur, con problemas similares de despoblación. Tenemos que mirar al problema de frente y, lo más importante, sin vendas en los ojos.

Casi lo mismo pero pagando

Esto de Cinemanía no necesita casi apuntes: “Netflix, Disney+ y la futura plataforma de Warner Discovery están ultimando sus estrategias para incorporar anuncios de publicidad al inicio de los contenidos de sus respectivos negociados. Esta medida, unida a un previsible aumento de precios (las tarifas baratas pasarían a incluir publicidad; si no quieres anuncios, tendrás que pagar más) llega justo a tiempo de calmar los ánimos de Wall Street”. Ahora que el otoño y la crisis nos meterán en casa (el coronavirus parece descartado, por suerte), el entretenimiento será más caro y con publicidad. Es decir: la tele de siempre pero pagando.

Lo mismo que se jugó

Yolanda Díaz pasa de las elecciones municipales: su proyecto político se presentará a las Generales. Como todo el mundo sabe: ser vicepresidenta, ministra y diputada, mola mucho. Ser concejala en un pueblo pequeño es un acto heroico. Lo que me resulta sorprendente e incluso divertido, no voy a negarlo, es que en Podemos, precisamente, se quejen de que Díaz no adelante la puesta en marcha de ya famoso “paraguas”. Y me resultad divertido porque Podemos, en su día, hizo exactamente lo mismo: dejó a su suerte a grupos municipales a los que no iba a amparar con la marca Podemos para no desgastarla.

Una dimensión paralela

Jaime Peñafiel es una persona mayor y, por lo que hemos visto durante décadas, también es una persona a la que no le gusta que dejemos de hacerle caso. Pero también es el epítome de lo que fue y es hoy el juancarlismo: una corriente negacionista (de las primeras que vimos) capaz de creerse un racimo de mentiras para negar una realidad incómoda. “Si don Juan Carlos muere en el exilio, a Felipe le maldecirá la opinión pública”, asevera en Vozpópuli, donde le han rescatado para meterse, además, con Letizia Ortiz (allá él). Pero Peñafiel no es una excepción: es el ejemplo del cortesano que no quiere saber.

Sí, son todos iguales

La casa real española tiene un problema de reputación ganado por Juan Carlos I. Las nórdicas y las centroeuropeas parecen herméticas, lejanas, frías. Las de Oriente Próximo son voraces y poderosas. Y la británica parece una especie de entretenimiento un poco caro pero inocuo. Pero no lo es: “El príncipe Carlos aceptó una donación de 1,2 millones de la familia Bin Laden” (EPE) dos años después de la muerte de su miembro más conocido, por desgracia. Esa familia era rica y poderosa y que no tenía nada que ver con el terrorismo, y que la donación fue para causas benéficas. Pero las relaciones públicas nunca son fortuitas.

El mundo pierde color

Los coches, blancos. Y las cafeterías, grises. No es una sensación aislada ni una casualidad: un estudio realizado por el Museo de Ciencias británico (no todo lo de la Gran Bretaña va a ser malo) con más de 7.000 fotografías a objetos de su catálogo, muestra claramente cómo hemos ido perdiendo el gusto por lo colorido y nos hemos ido decantando por el blanco y negro. Y ponen un ejemplo muy claro: “Lo podemos ver en la evolución del teléfono. Los de los años 60, 70 y 80 cubrían una gama más amplia de colores. La mayoría de smartphones de hoy en día siguen el mismo esquema: negro o plateado” (Magnet).

Las noticias que necesitamos

De la vida prepandémica solo nos separan las mascarillas en el transporte público y los centros de salud, y las cifras de contagios y fallecimientos que, de vez en cuando, llaman nuestra atención en los medios. Por lo demás, no seamos hipócritas, vivimos y turisteamos sin pensar en el virus. No voy a hacer de Pepito Grillo, siempre he odiado ese papel. Pero sí reconoceré que estas son las noticias que quiero leer: “Este otoño esperamos mejoras en las vacunas que pueden ser clave para la evolución de la pandemia”, afirma Luis Enjuanes, director del laboratorio de coronavirus del CSIC, a El Independiente.

¿»Unidad»?

Puedo entender que Sánchez haga gala, a partir de hoy, en el debate sobre el estado de la nación española, de su capacidad para salirse con la suya, para sobrevivir, y hasta de su soberbia: como sabe que es él con quien quiera o el PP con la extrema derecha, el presidente español no duda en ir de sobrado cuando saca cada votación con una suma distinta sobre la bocina. Pero lo que me sorprendería mucho es que materializase lo que sugieren en República: “Sánchez busca exhibir la unidad del Gobierno con sus socios y aliados para acabar la legislatura”. ¿Unidad? Sánchez hoy es una centrifugadora con pulpos atados al tambor.

Y el PP, en su mejor momento

Las encuestas respaldan al PP: podría obtener una victoria holgada que le permitiese negociar con Vox como fuerza dominante y salirse con la suya, sumando con la extrema derecha más que el resto del arco parlamentario en el Congreso. Eso sería un desastre, Sánchez lo sabe y lo sabemos todos, y a eso se aferra el presidente del Gobierno, que querrá colocarnos “unidad” donde todos vemos “necesidad”. No veo probable que, por mucho que Núñez Feijóo haga crecer a su partido, una mayoría absoluta que daría libertad a la derecha española, lo que también sería un desastre, y lo sabemos. Pero en Andalucía ya lo lograron.

Al contrario que García Ferreras

Sugerir siquiera que si García Ferreras no se hubiese hecho eco de una información dudosa que perjudicaba a Podemos, el partido de Iglesias podría haber obtenido un resultado aún mejor, es mentir. Y quien lo crea no se entera de nada. Lo que me parece significativo es el enfrentamiento que Podemos, especialmente su vieja guardia, esa que lleva yéndose casi desde que el partido entró en el gobierno español, está manteniendo. Iglesias, y por extensión Podemos, no serían lo que son sin LaSexta, y esta virulencia suena a despecho y, una vez más, a falsa revolución: Podemos tampoco ha inventado las campañas mediáticas contra un partido.

Otra cosa es el recochineo

No me sorprendería que el periodista de Al Rojo Vivo hubiese intentado colocar información defectuosa a su audiencia. Su buena relación con el establishment es sobradamente conocida a estas alturas. Lo que me sorprende en este capítulo de la historia LaSexta-Podemos es, como ya he dicho, la virulencia de Iglesias, Echenique o Monedero, entre otros, y a la vez la candidez de parte de esa audiencia que sigue viendo la tele de Atresmedia como una cadena progresista. La creación hasta de un grupo de verificación llamado Newtral por parte de la empresa podemos ubicarlo entre el recochineo y la simple desvergüenza.

Y las leccioncitas

Mientras García Ferreras nos colocaba, supuestamente, lo que le empaquetaba Villarejo, igual que cuando el periodista daba voz a Pablo Iglesias o Juan Carlos Monedero, lo hacía al grito de “más periodismo”. Una exaltación que tenía más de excusa no pedida que de reivindicación. Igual que cuando en LaSexta hablan de análisis y anuncian que Miguel Ángel Revilla nos va a explicar la guerra en Ucrania. O igual que cuando lo hace Pablo Iglesias en su podcast. Sé que me estoy liando, así que iré al grano: no hay peor cuña que la de la propia madera. Y por eso leemos “dignidad” en el Twitter de Iglesias después de que todos se prestaran al show.