Los «jetas» del PP

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Como no sé cuál de los dos “tuits” (que desde hoy hay una forma oficial de escribirlo) me parece más acertado, les traigo ambos: Xabier Lapitz, más madrugador, se preguntaba si Rato, Blesa, Fabra o Matas eran los “jetas” a los que se refería el PP vasco. Algo más tarde Javi Vizcaíno, ave nocturna de ‘Onda Vasca’, se indignaba en Twitter: “Como hemos reparado creo que todos, que alguien del PP diga que hay que ‘echar a los jetas’ tiene bemoles”. Como sabrán, en el PP vasco pretendían señalar al colectivo de los inmigrantes, alentando el discurso xenófobo.

Pero se quedan solos…

Jurdan Arretxe, compañero del ‘Noticias de Gipuzkoa’, fue quien adelantó en Twitter la “derrota del PP de la CAV, que retira una propuesta sobre ayudas sociales. Nadie iba a entrar a debate y habían pactado respuesta al PP”. Los de Arantza Quiroga se quedaron así solos políticamente en su intento de criminalizar a los receptores de la RGI. Pero también lo están socialmente. El actor Unax Ugalde protestaba en la misma red social: “No todo vale, pido a nuestro alcalde @JavierMaroto deje de agredir a sus ciudadanos con medidas del todo injustificables y racistas, RESPETO”.

…O mal acompañados

En ‘La Veu’, el “diari digital del País Valenciá”, según su propio lema, han hecho una comparativa sobre el tratamiento que reciben los fascistas en Alemania y en Valencia. En el estado del norte, un turista ha sido detenido por fotografiarse haciendo el tristemente conocido saludo nazi delante del parlamento alemán. El mismo día, el pasado 9 de este mes, en la capital del Turia, grupos neonazis, son su simbología, desfilaron en una manifestación contra el proceso catalán junto a las autoridades de la comunidad, todas del PP.

El trabalenguas de Podemos

El respaldo social de Podemos, como el de cualquier otro partido político (por ejemplo, los votantes del PP), merecen todo el respeto. Pero las estructuras (por ejemplo, la del PP, cuyos tesoreros han sido imputados sin excepción) pueden merecer críticas. En Podemos, el apoyo ciudadano parece que no va paralelo a la paz social interna. Más bien, todo lo contrario. El trabalenguas del periodista Miquel Roig en Twitter, con solo una parte de las corrientes internas, no puede ser más ilustrativo: “’Podemos Participar Más’ apoya a ‘Claro que Podemos’’ que rivaliza con ‘Sumando Podemos’ en la ‘Asamblea Sí Se Puede’”.

Ciegos de dinero

Durante la investigación judicial sobre la quiebra de Bankia, el banco de Rodrigo Rato, asistimos atónitos a un reparto de riqueza desproporcionado y abusivo, del que van haciéndose eco en ‘El Confidencial’ entre otros. Hoy, las retribuciones de sus directivos: “Acordaron encargar a la consultora un análisis de retribuciones del sector financiero español, con particular referencia a las sociedades cotizadas, y en estas últimas no sólo las financieras, sino también a las más significativas. Los consejeros querían que sus retribuciones estuvieran a la altura de las que percibían los miembros de las compañías privadas más importantes de España. Con ese documento, elaborarían una propuesta”.

Las fortunas de la desvergüenza

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Rodrigo Rato, el artífice del milagro económico español que posteriormente hemos visto como una burbuja pinchada, el del FMI, el gran hombre que hundió Bankia, el que se libró de la cárcel, el que se quedó con la indemnización millonaria, el que ni siquiera fue inhabilitado pese a su gestión pésima y opaca, el que después ha sido premiado con un sillón en Telefónica y otro en el Banco Santander, ha abierto un nuevo “business”: una asesoría de inversiones con sede en el Reino Unido (no vaya a tributar en España por un error) con conexiones directas a dos paraísos fiscales (‘Vozpópuli’). Aunque su currículum nos parezca nefasto, si lo miran con los ojos de quien quiere desviar millones, cambia.

¿Y si la legalizamos?

No me refiero a la marihuana ni a la prostitución, sino a la corrupción. Nicola Lococo, no podía ser otro, no podía ser de otra manera, lanza esta provocativa idea: legalizar la corrupción. En su blog de DEIA nos deja perlas como estas: “El problema de la corrupción surge desde el momento que son unos pocos y no unos muchos quienes podemos hacer uso y disfrute de la corrupción, máxime, cuando se castiga con mayor saña al corrupto torpe que al corrupto hábil (…) Pese a los denodados esfuerzos del PP y el PSOE en la formación de sus militantes al respecto, lejos de usarla como un instrumento más de redistribución de la riqueza”.

Pablo Iglesias, la novela

Me he permitido una licencia en el titular porque, evidentemente, el libro que ha escrito Jacobo Rivero como resultado de sus conversaciones con Pablo Iglesias, no es una novela, sino eso: un resumen de lo que piensa este fenómeno televisivo reconvertido en fenómeno político en tiempos de crisis. No voy a entrar a desmenuzar el contenido porque, sinceramente, con la cantidad de libros tan interesantes que hay en el mundo, no voy a perder tiempo en leer lo que puedo ver cada sábado por la noche en ‘LaSexta’. Pero sí entro en el sentido de toda esta operación de marketing: sin una sola iniciativa parlamentaria, Pablo Iglesias, el eurodiputado, ya tiene su propio libro, lo que dibuja el tipo de personaje que es.

“Frikis” políticos

Creo que fue Ángel Cappa quien definió: “En todos los equipos hay solo dos o tres futbolistas de verdad, el resto son ciudadanos”. Pues en política, sucede algo parecido: hay pocos políticos de altura, pocos hombres y mujeres de estado, la mayoría son ciudadanos. Y una parte más pequeña corresponde a la familia de los “frikis” de la política. Personajes marginales que se necesitan. Los hay de todos los colores, pero abundan en los populismos, evidentemente: Toni Cantó, Carlos Floriano, y el camarero antichavista que “suplica” desde Vox un debate con Pablo Iglesias (‘El Plural’).

Y la radio mató al CD

He titulado este párrafo como lo hubiera hecho en los años 90 porque creo que es más fácil entenderlo así que si hablamos de cómo el streaming ha superado a la descarga de archivos, según Nielsen, como leemos en ‘FayerWayer’. En plata: los servicios que nos permiten escuchar música casi de un modo aleatorio (listas que otros componen, selección por gustos musicales e inserciones de artistas en promoción), son más consumidos que la música descargada. ¿Cuál será el siguiente paso? No les extrañe que la vuelta a la radiofórmula. Digital, eso sí.