SYDNEY (Australia), fin del viaje

Concluyo el relato del viaje a Australia y Nueva Zelanda, realizado en otoño de 2018, que dejaba la pasada semana en Sydney.

22 de octubre. Día 30 de viaje. Aprovechando que el billete del BigBus vale para 24 horas, realizamos el último viaje desplazándonos en él hasta las proximidades del Sydney Fish Market, que presume de ser el tercer mercado de pescado más grande del mundo. Siempre que puedo me acerco a los mercados, así que éste no podía faltar. Además, los de pescado me gustan especialmente. Allí mismo se pueden comer los pescados y mariscos, así que menuda envidia me dieron con las mariscadas que estaban degustando, pero a las 10 de la mañana, poco después de haber desayunado, la verdad es que no apetecía. El Mercado del pescado cuenta también con una amplia sección dedicada a verduras, hortalizas y frutas. Abre de 7 a 16 h.

De nuevo tenemos que atravesar el hermoso Darling Harbour para llegar a nuestro siguiente destino, pasando por unos curiosos grupos escultóricos. Se trata del Queen Victoria Building, edificio construido entre 1893 y 1898, que mide 30 metros de ancho por 190 metros de largo. Cuenta con cuatro pisos con numerosos locales comerciales y una cobertura acristalada, al igual que el ventanal que adorna la entrada por George Street. Sin embargo, lo que más me agradó fueron los dos grandes relojes mecánicos que adornan las galerías.

Hoy no cogemos ningún transporte público, así que toca caminar hasta nuestro siguiente destino, por el que luego seguiremos caminando más, ya que se trata del Royal Botanic Garden, por el que ya pasamos el primer día. El Jardín Botánico es la más antigua institución científica de Australia, pues fue fundado en 1816. Este amplio parque cuenta con numerosos árboles y plantas, además de varias esculturas, entre las que destaca la Gobernador Phillip Fountain. Los ibis se acercan a los estanques.

Hemos comido una hamburguesa en un kiosko cercano y de nuevo seguimos paseando por el Royal Botanic Garden, contemplando sus estanques, algunos de ellos con esculturas, por los que deambulan, patos, ibis y otras aves. Finalmente nos acercamos a la zona que se asoma a la bahía, que me resisto un poco a abandonar, pues desde allí contemplamos por última vez el skyline de Sydney y sus dos emblemas, el Sydney Harbor Bridge y la Sydney Opera House. Hemos tardado muchos años en decidirnos a viajar a este lugar que queda tan lejos de casa.

Hoy nos habíamos dado fiesta las dos parejas, así que a última hora de la tarde nos reencontramos en el apartamento para dar un paseo por la calle que tenemos al lado, la comercial Liverpool Street, que pasa junto Hyde Park, en la que existen elegantes comercios, lujosas galerías y vistosos pubs. Es una calle con diferentes opciones gastronómicas, incluidos varios restaurantes españoles, así que a modo de despedida del país decidimos cenar en uno de ellos, la Casa Asturiana.

23 de octubre. Día 31 de viaje. Como el avión no sale hasta la tarde, antes de abandonar el hotel decidimos visitar el Australian Museum, el museo más antiguo de Australia, por cuyo acceso hemos pasado un par de veces, pues está contiguo a Hyde Park. Cuenta con colecciones de zoología, mineralogía, paleontología y antropología. Nos detenemos especialmente en las exposiciones dedicadas a las ballenas, dinosaurios y cultura aborigen. Es un buen lugar para pasar un rato.

Hemos llegado a lo que más temíamos, el largísimo viaje de vuelta. Si empleamos 20 horas para volar de Madrid a Adelaida, cambiando de avión en Dubai, el vuelo de Qantas de Sydney a Londres dura 23 horas, con un Stopover de 1h 40min en Singapur para repostar. Como Qantas no tiene tarifa a Bilbao, tenemos que pasar algo más de 2 horas en Heathrow antes de coger el vuelo de Iberia a Madrid. Poco más de 3 horas en Barajas y finalmente el vuelo a Bilbao, a donde llegamos a las 16:50 h del 24 de octubre, tras pasar más de 24 horas dentro de aviones y 10 en el interior de aeropuertos. Desde que salimos del hotel en Sydnaay hasta que llegamos a casa, unas 36 horas y no digo nada el tiempo sin ver una cama. Así concluye el viaje más largo que he realizado en mi vida, tanto en días como en distancia.

Esta es la entrega nº 179 de este blog viajero, así que he decidido hacer una pequeña pausa para coger un poco de aire, así que en los dos próximos meses solo aparecerá cada 15 días, por lo que espero volver por aquí el 14 de diciembre. Un saludo.

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