Han pasado diez años, pero parece que fue ayer cuando estuvimos recorriendo uno de los parques nacionales que más me gustan del mundo, Yellowstone National Park. Intentamos visitarlo en octubre de 2009, pero una ola de frío polar, con las carreteras cubiertas de hielo e infinidad de accidentes, hizo que desistiéramos, concentrándonos en otros parques de Utah, esperando hasta junio de 2012 para volver a intentarlo, esta vez volando a Salt Lake City, la capital del estado de Utah, con Air France a París y luego 11 horas de vuelo con Delta. El 9 de junio recogimos en el aeropuerto el coche alquilado y las dos parejas realizamos los 516 km que nos separaban de West Yellowstone, en Montana, donde nos alojamos cuatro noches en el Hotel Best Western Cross-Winds Motor Inn.
West Yellowstone es la típica población del oeste norteamericano situada en el condado de Gallatin, en el estado de Montana. Aquí se encuentra la entrada oeste del Parque Nacional de Yellowstone. Cuenta con una gran variedad de servicios, como alojamientos, comercios, estaciones de servicios y restaurantes. Es el lugar en el que cenamos las cuatro noches y donde compramos comida y bebida para degustar al mediodía en las áreas de pic-nic del parque. También cuenta con un pequeño museo en el que, como una premonición, vimos una foto de bisontes con nieve sobre su piel.
Teníamos muchas ganas de visitar el Parque Nacional Yellowstone, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, así que nada más instalarnos en el hotel nos dirigimos al acceso oeste que, aunque en su mayor parte está en el estado de Wyoming, se encuentra en el de Montana. El tiempo estaba inseguro, por lo que optamos por desplazarnos sólo hasta la zona del Madison river. Pronto recibimos una gran alegría, pues la carretera estaba ocupada por una manada de bisontes, animal que teníamos muchas ganas de ver. Aunque están muy acostumbrados a los humanos, recomiendan no acercarse a ellos a menos de 25 metros, ya que es un animal salvaje que alcanza los 1.000 kg de peso. Muchos van con sus crías y todos están mudando la piel. Aunque es 9 de junio, pronto empieza a nevar, por lo que, contentos pero preocupados, decidimos regresar al hotel.
10 de junio. Los primero que hago al despertarme es mirar el parque que tenemos frente a la habitación y contemplo que está completamente nevado. Además sigue nevando. Como el acceso a las habitaciones se realiza desde la calle, en la puerta tenemos nieve. Empezamos a mosquearnos, pues hace 3 años se frustró nuestro viaje a Yellowstone por el hielo y ahora estamos rodeados de nieve, pese a haber adelantado cuatro meses la fecha del nuevo viaje. Al mediodía el temporal remite y, aunque hace frío, optamos por volver al cercano Madison river. Veo un par de ciervos y la coqueta cascada Gibbon Fall, de algo más de 25 metros de altura, en el río del mismo nombre, para luego entretenerme fotografiando al primer animal que tengo cerca, una ardilla terrestre, que parece posar para la cámara.
El día sigue amenazante pero no nieva, así que decidimos acercarnos a Artists Paint Pots, un pequeño grupo termal formado por más de 50 manantiales, géiseres y pequeñas lagunas de colores, que recorremos por una pasarela a lo largo de un kilómetro. De aquí nos dirigimos al cañón del río Gibbon, para contemplar desde un mirador la Virginia Cascade, de 18 metros de altura. Concluimos la jornada en The Canyon Visitor Education Center, donde contemplamos fotografías de la fauna del parque, destacando los osos, que no tuvimos oportunidad de ver, teniendo que esperar unos días para, en las Rocosas Canadienses, tener muy cerca osos negros y enormes gryzzlys. Eso sí, volvemos a ver un buen grupo de bisontes.
11 de junio. La cosa se anima. Por fin sale el sol, así que hay que aprovechar la jornada. Estamos en una gigantesca caldera volcánica, que cuenta con numerosas zonas termales, por lo que dedicamos buena parte de la mañana al Norris Geyser Basin, el punto más caliente del parque, con temperaturas que rozan los 270ºC bajo el suelo. De forma pausada vamos pasando sucesivamente por la preciosa laguna termal de Emerald Spring, de color azul claro, el Steamboat Geyser, el géiser activo más alto del mundo, pues puede subir hasta 90 metros, aunque lo normal es que no pase de 12, la piscina azul de Cistern Spring y dos géiseres más pequeños, Minute Geyser y Echinus Geyser.
Continuamos recorriendo el gran complejo termal de Norris Geyser Basin, dedicando la segunda parte a caminar por las pasarelas de la zona más amplia, de nombre Porcelain Basin, así llamada por el color lechoso depositado en una amplia superficie, bastante llana, por la que fluye una pequeña lámina de agua caliente. Cuenta también con varios pequeños géiseres y unas cuantas lagunas de color azul turquesa y esmeralda. Poco a poco, lo que visitamos va creciendo en interés.
Volvemos a una zona en la que ya hemos estado, pero ahora con sol. Se trata de la cuenca del río Madison, donde vemos a un solitario bisonte antes de cruzar el Golden Gate Canyon. Nuestro destino es Mammoth Hot Springs Terraces, zona termal en la que han acondicionado un recorrido por pasarelas, desde las que se pueden ver las distintas formaciones de las terrazas. De allí nos dirigimos a la cercana Undine Falls, una cascada de unos 30 metros, en cuyo entorno aprovechamos para comer el bocadillo.
Cerca de Tower Roosevelt se encuentra el árbol petrificado, junto al que parte la carretera que se dirige a Lamar Valley, una extensa llanura rodeada de montañas nevadas, que dicen que está llena de animales, como bisontes, lobos, wapities, y alces. Es por ello que hay quien le llama “el Serengeti de Estados Unidos”, dada su facilidad para ver animales grandes. Sin embargo nosotros nos tuvimos que conformar con contemplar un grupo de ciervos y cientos de bisontes, que poblaban la pradera como champiñones. Un espectáculo fascinante.
Por la carretera del parque podemos ver todo tipo de vehículos y algún bisonte. Bien avanzada la tarde nos dirigimos a Tower Fall, una cascada que se precipita de la Tower Creek con una caída de 40 metros. Recibe este nombre por las columnas de basalto que se encuentran sobre ella. Emprendemos el regreso al hotel pasando por una zona alta del parque, en la que la nieve se encuentra al borde de la carretera. Antes de abandonar el parque nos tenemos que detener, pues una manada de bisontes ocupa la carretera. Es una gozada verlos tan cerca.
Esto ha sido sólo el aperitivo. Nos queda por ver lo que más me gustó del Parque Nacional de Yellowstone, pero de ello espero hablar la próxima semana. El viaje continúa.
Holaa.. qué recuerdos inolvidables de este parque, quizás de todos los qué he visto,el qué más me ha gustado. Qué bien volver a recordarlo. Un abrazo.