TENERIFE, mucho más que playas (1): Puerto de la Cruz, Icod de los Vinos y Garachico

Me encantan las islas Canarias, por su clima y variedad de paisajes. Además resulta muy cómodo llegar a cuatro de ellas, Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, por contar con vuelos directos de Bilbao. He estado en Canarias unas cuantas veces: cuatro en Tenerife y Lanzarote, dos en Fuerteventura, Gran Canaria y el islote de Lobos y una en La Graciosa, La Palma, La Gomera y El Hierro. Y todavía no he estado tomando el sol en ninguna de sus playas, pero he caminado por muchas de sus rutas. He recorrido bastantes kilómetros por ellas con un coche alquilado salvo en una ocasión, en Tenerife, que lo hice en transporte público siguiendo el ejemplo de algunos centroeuropeos. Es precisamente en esta isla en la que me voy a detener durante tres semanas, para mostraros que Tenerife tiene mucho más que playas. Habrá que ir pensando en hacer planes para cuando podamos volver a viajar.

He volado a Tenerife con Iberia y Vueling, tanto al aeropuerto de Tenerife Norte (Los Rodeos) como al de Tenerife Sur (Reina Sofía). Me he alojado en el Sur en Los Cristianos, pero sobre todo en el Norte, siempre en Puerto de la Cruz, donde he repetido hotel, el Parque San Antonio cuando pertenecía a la cadena Meliá. Me gustaba por la baja altura de sus edificios y porque se encontraba en un jardín botánico. También he ido comprobando la paulatina decadencia de los servicios en la hostelería canaria, debido a la llegada del todo incluido y lo poco que pagan los touroperadores europeos, comparado con lo que nos cobran a nosotros.

Comenzamos nuestro recorrido bajo la atenta mirada del omnipresente monte Teide, como no, en Puerto de la Cruz, el municipio menos extenso (8,73 km²) pero más turístico de Canarias, que se sitúa en el norte de la isla de Tenerife, en el valle de La Orotava. Cuenta con un lugar emblemático, el Lago Martiánez, complejo de ocio diseñado por el artista lanzaroteño César Manrique que, con sus 100.000 metros cuadrados, cuenta con un lago central artificial, piscinas, jardines, terrazas y restaurantes. Al lado se encuentra la playa Martiánez.

Puerto de la Cruz cuenta con un interesante centro histórico, así que comenzamos a recorrerlo en el peatonal pase de San Telmo, donde nos detenemos en la coqueta ermita de la que toma el nombre, construida en 1870. Sucesivamente vamos acercándonos a otros notables edificios, como el Ayuntamiento, la Casa Miranda (de 1730) y la iglesia de Ntra Sra de la Peña de Francia, construida en 1697 y ampliada posteriormente, en la que destaca el barroco retablo mayor de 1710. También entramos en el mercado y contemplamos varias pinturas murales y a los mimos callejeros.

Continuamos el paseo monumental por Puerto de la Cruz acercándonos al Mirador Punta del Viento y de allí al antiguo puerto, donde contemplamos la Batería de Santa Bárbara y la Casa de la Real Aduana, fundada en 1620, que aloja el  Museo de Arte Contemporáneo. La siguiente cita la tenemos en la ermita de San Juan Bautista, del siglo XVI, que es una nave lateral de la iglesia de San Francisco desde el siglo XVIII. En su interior destacan los retablos renacentistas y barrocos. Concluimos nuestro recorrido disfrutando de la arquitectura tradicional canaria, con tres edificios del siglo XVIII, como las Casas Iriarte y Remierd y el Hotel Marquesa, para finalizar en el Hotel Monopol, regentado por la misma familia desde hace más de 75 años.

Sin salir de Puerto de la Cruz visitamos el Loro Parque, zoológico con una extensión de 135.000 m², especializado en la conservación de gran variedad de loros. Creado por el alemán Wolfgang Kiessling y su padre, fue inaugurado a finales de 1972 con más de 150 papagayos y el primer espectáculo de loros de Europa. En la actualidad cuenta con una gran variedad de animales, como tigres, oso hormiguero, gorilas, flamencos, loros, grullas, pingüinos, aligátores y tortugas, siendo la principal atracción los espectáculos de delfines y de orcas.

A 20 km tenemos un lugar que me atrae mucho, Icod de los Vinos, donde se encuentra el llamado Drago milenario, que realmente parece tener entre 500 y 600 años y cuenta alrededor con un hermoso parque. El casco antiguo ha sido declarado Bien de Interés Cultural debido a su importancia histórica, pues cuenta con notables edificios como la Casa de Andrés de Lorenzo Cáceres, de fachada neoclásica. Pasamos por la plaza de La Constitución, más conocida como plaza de la Pila, y nos acercamos a tres edificios religiosos, el convento de San Agustín, la capilla de los Dolores (siglo XVIII), que formaba parte del antiguo convento franciscano del Espíritu Santo, actual sede de la Biblioteca Municipal en cuyo patio vemos a Neptuno empuñando un tridente, y la iglesia matriz de San Marcos, de comienzos del siglo XVI y de estilo colonial canario.

8 km más y llegamos a otro de los lugares que me gustan de la isla, Garachico, cuyo nombre procede del roque o islote que se encuentra cercano a su costa, en la que encontramos el Caletón, una zona de baño formada por varias piscinas de origen natural, pues se formaron por la lava solidificada procedente de la erupción del volcán Trevejo en 1706. Al lado tenemos el grupo escultórico El Tensei Tenmoku o Puerta sin Puerta, creado por el artista Kan Yasuda. El casco histórico de Garachico posee un rico patrimonio arquitectónico de los siglos XVI y XVII, como el castillo de San Miguel y el ex-convento e iglesia de San Francisco, reconvertido en biblioteca municipal y museo. Mención especial merecen también el Ayuntamiento y la plaza de la Libertad.

Aunque la próxima semana hablaré más ampliamente de esta zona, no puedo concluir esta entrada sin citar el Teide y Las Cañadas, Parque Nacional que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2007. Mi primer viaje a la isla tuvo precisamente como objetivo subir al techo español, de 3715 metros de altitud, cosa que hice en compañía de mi hermano desde Montaña Blanca, pernoctando en la parte abierta del refugio de Altavista y aprovechando el descenso para pasar por el Pico Viejo (3135 m).

La próxima semana seguiremos recorriendo Tenerife, isla que tiene tantas cosas que ver.

Aprovecho la ocasión para desearos felices fiestas y un próspero año 2021, en el que se acabe la pandemia y podamos viajar con total libertad.

Y para concluir, una buena noticia. La fiesta de los Caballos del Vino ha sido declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, así que desde aquí mi felicitación a los habitantes de Caravaca de la Cruz (Murcia), que tan bien nos acogieron cuando estuvimos en la citada fiesta el 2 de mayo de 2019, por cierto, la última que se ha celebrado, con mis deseos de que pronto vuelva a ser una realidad.

NUEVA ZELANDA: Milford Sound, la guinda del viaje

Continúo el relato del viaje por Australia y Nueva Zelanda, realizado del 23 de septiembre al 24 de octubre de 2018, que dejaba el pasado martes en Queenstown, en la isla Sur de Nueva Zelanda.

19 de octubre. Día 27 de viaje. Amanece lloviendo a mares y las previsiones no son nada halagüeñas, pero como tenemos por delante 285 km hasta nuestro destino, todo puede cambiar o al menos eso deseamos. Como no queríamos pegarnos una paliza de viaje, para hoy hemos cogido una excursión organizada que combina autobús y barco con comida a bordo (Milford Sound Full Day Tour) y una duración de 12 horas 30 minutos, prácticamente de sol a sol, así que toca madrugar. La primera parte del viaje la realizamos con lluvia, luego disfrutamos de unos hermosos reflejos mientras bordeamos el lago Wakatipu, más tarde las líneas de niebla y pronto sale el sol. Igual volvemos a tener suerte, pues nos dicen que en Milford Sound, nuestro destino, llueve 363 días al año.

Cuando llevamos recorridos 171 km (2 horas de viaje), nos detenemos en Te Anau, localidad que se asoma al lago del mismo nombre, el más grande de la isla Sur. Aprovechamos para ir al baño, tomar un café y todavía nos queda un poco de tiempo para acercarnos a la orilla del lago. Esto promete, pues el día está quedando espectacular. No nos lo podemos creer, pues la previsión no era muy buena. Todavía nos quedan más de 100 km, así que esperamos que se mantenga el buen tiempo.

Viajamos en un cómodo autobús con wifi gratuito y techo de cristal para contemplar mejor el espectacular paisaje, circulando por una buena carretera que recorre el Parque Nacional de la Tierra de los Fiordos (Fiordland). 53 km después nos detenemos en el pintoresco Eglinton Valley, un valle glaciar que ahora es una enorme planicie rodeada de montañas.

Seguimos en el Fiordland National Park, deteniéndonos 4 km después, teniendo que caminar tan sólo 5 minutos para acercarnos a los Mirror Lakes, donde en un día tranquilo las cadenas montañosas se reflejan perfectamente en las tranquilas aguas, en las que vemos algunas fochas. Las agrestes montañas comienzan a estar cubiertas de nieve. El día sigue precioso.

Seguimos recorriendo el Fiordland National Park y enseguida nos volvemos a detener para fotografiar las nevadas montañas. El paisaje es espectacular, por lo que me despisto y casi me roba el gorro un kea, ave de la familia de los loros Strigopidae, especie endémica de la zona alpina de la isla Sur de Nueva Zelanda. Es un loro de gran tamaño, que mide unos 46 cm y pesa 1 kg. Con tanta parada empezamos a ponernos nerviosos por si empeora el tiempo. Pasamos el estrecho túnel Homer, un pasadizo de 1,2 km por el que parece que el autobús no va a caber y nos detenemos en The Chasm, para caminar durante 20 minutos por un sendero y pequeños puentes sobre una serie de pequeñas cascadas y rápidos. Ya solo nos quedan unos 10 km para llegar a nuestro destino. ¡Vaya día más bueno que está quedando!

La Milford Road concluye en nuestro ansiado destino, Milford Sound, el fiordo más famoso de Nueva Zelanda. Para nosotros era la guinda del viaje y lo podemos contemplar con un tiempo espectacular, cosa nada fácil. Mientras embarcamos en un buen catamarán de tres niveles, disfrutamos contemplando el Mitre Peak (Rahotu en maorí), que se ha convertido en uno de los iconos del país. Como estamos en una zona que llueve mucho y el deshielo en primavera es elevado, desde el barco contemplamos varias cascadas.

Navegamos durante casi dos horas por el increíble fiordo Milford Sound, hasta su salida en el mar de Tasmania. Es como ver un documental en directo, contemplando las cascadas y las paredes de roca marcadas por el glaciar. También vemos un grupo de focas tomando el sol sobre una roca y al final del trayecto una espesa niebla que procede del mar, debido a la diferencia de temperatura del agua, que proporciona un encanto especial.

Aprovechamos el regreso del barco para comer un plato de pasta con carne, un yogur y una copa de vino tinto, pero lo hacemos con rapidez para no perdernos nada de este extraordinario paisaje del fiordo Milford Sound, tomando las últimas fotos de las montañas y de las cascadas y, al llegar al embarcadero, deleitarnos contemplando el icónico Mitre Peak. ¡Qué gozada de sitio! Aunque parezca increíble hemos pasado 6 días en la isla Sur con un tiempo extraordinario, algo que varios lugareños nos han dicho que no es nada habitual. Por detrás de las montañas empiezan a entrar nubes, pero ya nos da igual el tiempo que haga. ¡Prueba superada!

Algunos pudientes regresan en avioneta a Queenstown, aprovechando para contemplar desde el aire el fiordo y los lagos. Nosotros tenemos por delante casi 4 horas de autobús (285 km) para regresar al punto de partida, que aprovecho para tomar unas fotos de las cascadas que hay junto al túnel Homer. Entre las lluvias y el deshielo de primavera, las montañas chorrean agua. En el regreso hacemos una sola parada, que nos permite fotografiar de nuevo el lago Te Anau. De nuevo en el autobús, contemplamos verdes praderas en las que pastan rebaños de ciervos y de vacas. Como no anochece hasta las 20:14, llegamos de día a Queenstown. No olvidaremos fácilmente esta jornada.

20 de octubre. Día 28 de viaje. Con mucha pena ponemos fin a los once días pasados en Nueva Zelanda, en los que hemos tenido muchísima suerte con el tiempo. Teníamos que haber pasado al menos una semana más, sobre todo en la isla Sur, ya que difícilmente volveremos a este país que tan lejos está, pero qué se le va a hacer, todo nos es posible. Desde el aeropuerto de Queenstown vemos por última vez las nevadas montañas. Por delante tenemos 3 horas de vuelo en un Airbus A320 de la compañía Jetstar para regresar a Australia. Destino, Sydney, final del viaje.

En Sydney pasaremos los 5 últimos días del viaje, pero antes tenemos que adelantar dos horas el reloj. De ello os hablaré más a adelante. El viaje continúa.

NUEVA ZELANDA: Arrowtown y Queenstown, en la isla Sur

Continúo el relato del viaje por Australia y Nueva Zelanda, realizado del 23 de septiembre al 24 de octubre de 2018, que dejaba el pasado 28 de septiembre en Wanaka, en la isla Sur de Nueva Zelanda.

18 de octubre. Día 26 de viaje. Para hoy tenemos una jornada corta pero intensa, pues tenemos menos de 75 km de viaje hasta nuestro destino, la ciudad de Queenstown. Cuando llevamos tan solo 34 km, efectuamos la primera parada para tomar unas fotos en Crown Range Summit, puerto situado a 1074 metros de altitud, que cuenta con un mirador con excelentes vistas a las montañas. En el aparcamiento encontramos algo habitual en el viaje, una pequeña autocaravana de la empresa Jucy, con las que mucha gente recorre el país.

21 km después llegamos a nuestro siguiente destino, Arrowtown, que cuenta con tan solo unos 1.700 habitantes y está situado a 20 km al noreste de Queenstown. Este pueblo surgió de la Fiebre del Oro en Nueva Zelanda, a finales del siglo XIX. Es un pueblo muy florido dedicado al turismo, por lo que cuenta con numerosos bares y restaurantes, así que aprovechamos para tomar un café en una de sus terrazas.

La calle más turística y comercial de Arrowtown es la Buckingham street, que nos recuerda a los poblados del lejano Oeste norteamericano. Aunque no tiene Saloon, cuenta con coquetos edificios como la farmacia, correos y varios comercios. Muy cerca tenemos la iglesia y, en la calle paralela y más próxima al Arrow river, Ramshaw Lane, existe un pequeño museo etnográfico que hace también de oficina de turismo.

He dejado para el final la mayor curiosidad de Arrowtown, el poblado chino situado junto a una superficie boscosa cerca del Arrow river. La población china se asentó en este lugar a partir de 1866, extrayendo el oro que a los europeos no les compensaba. El efecto llamada hizo que llegaran desde China más de 8.000 personas, pues el salario era siete veces superior a lo que ganaban en Cantón, soportando unas duras condiciones climáticas y habitacionales. Para 1890 ya casi no quedaban pepitas de oro en Arrowtown y la gran mayoría de los ciudadanos chinos habían regresado a su país.

Nos quedan tan solo 20 km para llegar a la ciudad de Queenstown, dirigiéndonos directamente al aeropuerto para devolver el coche que nos ha acompañado por la isla Sur de Nueva Zelanda. Luego nos instalamos en el Heartland Hotel Queenstown ***+, donde pasaremos las dos últimas noches en el país. No está muy céntrico, pero podemos llegar caminando hasta el centro. Tampoco es barato, como casi nada en este país, pues las dos noches nos salen por 273 €. Cada habitación ocupa una especie de bungalow, con una terraza que da a un jardín. Se ha echado la hora de comer.

Queenstown es una ciudad que ronda los 30.000 habitantes que se ha ganado el sobrenombre de “Capital Mundial de la Aventura”, por la cantidad de actividades que oferta. Situada a orillas del lago Wakatipu, no tiene un gran interés, concentrándose casi todos los comercios y restaurantes en unas pocas calles cerca del lago, así que damos un corto paseo contemplando algunas pinturas murales, edificios de estilo colonial y una especie de torre del reloj.

Sin lugar a dudas, el lugar que más me ha gustado de Queenstown es el paseo que recorre la zona portuaria, que cuenta con excelentes vistas de las montañas. Además de los barcos que realizan excursiones por el lago Wakatipu, pudimos ver a un músico callejero, una enorme escultura de un kivi y algún que otro pato.

Completamos la jornada en Queenstown, pasando las últimas horas de la tarde subiendo en el teleférico Skyline, que nos transporta hasta los 435 metros de la cima del Bob’s Peak, desde donde se disfruta de unas increíbles vistas de la ciudad, buena parte del lago Wakatipu y las montañas nevadas como telón de fondo. Nos llama la atención la cantidad de gente que sube la bici en el teleférico para luego realizar rutas.

Mañana tenemos casi 600 km de autobús para luego realizar una excursión en barco por el fiordo Milford Sound, uno de los puntos fuertes del viaje. ¿Seguiremos teniendo suerte con el tiempo? El viaje continúa.

MENDOZA (Argentina): Aconcagua, bodegas y plazas.

Tenía muchas ganas de visitar Argentina pero tardé mucho en hacerlo pues, para nosotros resultaba un país carísimo. Tuve que esperar a que pasara el «corralito» para realizar el primer viaje, que siempre pensé en compartirlo con Chile, pues hay muchos kilómetros de norte a sur, 5.121 km entre La Quiaca y Ushuaia, según vimos en un panel (he estado en ambas poblaciones). Fue en el año 2003 cuando realizamos el primer viaje, en concreto al Sur, teniendo como destino la Patagonia argentina y chilena y también las cataratas de Iguazú. Dos años después, en 2005, repetimos, teniendo como destino el norte, las provincias de Salta y Jujuy y el chileno desierto de Atacama. La inflación hizo que el país se volviera muy caro, por lo que tuvimos que volver a esperar hasta octubre de 2019, para viajar a la tercera zona que más nos interesaba, la región de Cuyo, aunque por falta de tiempo tuvimos que excluir la provincia de Córdoba. En esta ocasión pasamos también a Chile para desplazarnos hasta la isla de Pascua y conocer Valparaíso y Santiago, de donde «salimos por patas» al coincidir con los graves disturbios con toque de queda incluido. En las dos ocasiones precedentes volamos con Aerolíneas Argentinas, pero en esta última optamos por LATAM, compañía que nos pareció muy seria y que tenía la mejor tarifa hasta Mendoza, volando vía Santiago. Tas recorrer las provincias de San Luis, La Rioja y San Juan, llegamos a la provincia de Mendoza, última escala de este tercer viaje por Argentina.

Lo primero que hicimos fue instalarnos en el Hotel Ayelen, de la estación invernal de Los Penitentes. En la recepción vimos dos postales firmadas por un viejo conocido y enamorado del Aconcagua, Juanito Oiarzabal, al que sin embargo no conocían. Dejamos los equipajes y salimos disparados hacia el Parque Provincial Aconcagua. Desde casi 3000 metros, sin gota de nieve pero con mucho frío, pudimos contemplar la montaña más alta de América, el cerro Aconcagua, de 6960,80 metros. Por fin he cubierto un objetivo que tenía desde hace muchísimos años, ver esta montaña a la que han subido muchos montañeros vascos, pero a la que nunca conseguí ir pese a haberlo pensado tras subir al Kilimandjaro. El cerro Tolosa, de 5297 metros, lo tuvimos siempre a la vista. De regreso al hotel nos acercamos a otro lugar emblemático, el Puente del Inca, al que ahora está prohibido acceder.

El 10 de octubre efectuamos el regreso al punto en el que comenzó este viaje, Mendoza, pero sin entrar en la ciudad nos dirigimos a la localidad de Maipú. Estamos en tierra de viñedos y tenemos que cumplir el siguiente objetivo, visitar una bodega. A las 13 horas teníamos cita en la Bodega Casa Vigil (El Enemigo), que es la que está más de moda y parece dedicada exclusivamente a la gastronomía, pues todos sus comedores están abarrotados de gente. Menos mal que tuvimos enchufe para conseguir la reserva. La visita se reduce a un pequeño espacio convertido en una especie de museo.

Al día siguiente dedicamos la mañana a seguir con la visitas de viñedos, para lo que nos desplazamos a la cercana población de Luján de Cuyo, donde visitamos la moderna Bodega Budeguer. Comenzamos con una pequeña explicación en el viñedo, para luego recorrer la bodega y visitar una hermosa galería de arte, de donde pasamos a la cata de vinos, muy buenos por cierto, que se realiza en una confortable sala.

Sin salir de Luján de Cuyo nos desplazamos a la Bodega Belasco de Baquedano, en la que visitamos la bodega y la original sala de aromas Reyno de Navarra, para luego pasar el restaurante en el que comimos y bebimos mejor y mucho más barato que en El Enemigo. En la comida tuvimos cinco vinos diferentes, uno para cada plato. Por cierto, esta bodega fue inaugurada el 21 de octubre de 2008, por Miguel Sanz, entonces presidente del Gobierno de Navarra. De las que visitamos, es la que más vinculación tiene con Euskal Herria, pues en la entrada vimos fotos de Arguiñano y Martín Berasategui, tomadas en este lugar.

Tras la sobremesa, nos desplazamos por fin a Mendoza, aunque antes de llegar al centro nos detuvimos en el Cerro de la Gloria, sobre el que se alza el enorme monumento al Ejército de los Andes, quien al mando del general José de San Martín cruzó los Andes para liberar Chile y Perú. Es obra del escultor uruguayo Juan Manuel Ferrari. La siguiente cita la tuvimos en el gigantesco parque San Martín, de casi 400 hectáreas de extensión, concluyendo la jornada en las ruinas jesuíticas de San Francisco, carentes de interés salvo por el agradable parque que tienen enfrente. En el parque vimos a muchos aficionados del River, que por la noche se enfrentó al Almagro. Por cierto, el árbitro se alojó en nuestro hotel, pues le vimos cuando lo trasladaron al aeropuerto en un vehículo de una empresa de seguridad.

Aunque las ciudades no eran el principal objetivo de este viaje, pues su interés es escaso, dado que el vuelo a Santiago de Chile no salía hasta las 20:17 h, tuvimos un montón de horas para recorrer la ciudad de Mendoza, en la que los apellidos vascos están presentes en numerosas calles y bodegas. Era domingo 12 de octubre, aunque la festividad la trasladaron al lunes. Los autobuses urbanos nos recuerdan a los Bilbobuses. Fuimos callejeando por las comerciales calles Las Heras y Aristides, fotografiando pinturas murales y a los simpáticos camareros del bar en el que a media mañana tomamos un café.

Nos alojamos en el Amérian Executive Hotel Mendoza ****, situado en la calle San Lorenzo con vistas a la coqueta plaza Italia, un amplio parque presidido por el monumento a la comunidad italiana, donde comenzamos nuestro recorrido urbano yendo de plaza en plaza. Cuenta también con una hermosa fuente central y varias esculturas, como la de de Rómulo y Remo, amamantados por la loba romana. La siguiente cita la tuvimos en otra coqueta plaza, la de España, que cuenta con una fuente típica de los patios andaluces, numerosos azulejos y un gran monumento central dedicado a la Confraternidad Hispano-Argentina, esculpido en mármol.

Por un momento dejamos las plazas para dirigirnos a la peatonal Sarmiento, ubicada en el corazón de la ciudad y punto de encuentro de mendocinos y turistas, dado que cuenta con cafés y bares con mesas al aire libre bajo la sombra de los árboles. Cuando pasamos por ella en torno al mediodía estaba muy concurrida. Aunque andábamos un poco pillados de tiempo, nos detuvimos un buen rato observando la actuación de una escuela de baile.

La peatonal Sarmiento concluye en nuestro siguiente destino, otra plaza, Independencia, amplio espacio arbolado en cuya entrada se suelen instalar puestos de artesanos. Lo que más llama nuestra atención es el Friso de la Independencia, grupo escultórico «La Libertad, esa gesta anónima», obra de la escultora mendocina Eliana Molinelli. Ante él hay una fuente de aguas danzantes.

Todavía nos faltan por visitar dos de las plazas del damero planificado por Balloffet para la ciudad, dirigiéndonos en primer lugar a la San Martín, en la que destaca la estatua del General San Martín, obra del escultor José García. Concluimos nuestro recorrido por la ciudad de Mendoza en la plaza Chile, en la que se levantó un monumento, obra del escultor chileno Lorenzo Domínguez, que simboliza la amistad y hermandad entre Argentina y Chile, representada por los dos libertadores, San Martín y O’Higgins. Se trata de un bloque de piedra tallado que pesa 22 toneladas. Nos hemos pegado una buena caminata por la ciudad y todavía tenemos que ir hasta la calle Arístides Villanueva, cercana al hotel, donde existe una amplia oferta de restaurantes para comer, bastante tarde, por cierto. Además hace mucho calor para estar en primavera.

Regreso al hotel, una ducha y enseguida al aeropuerto. Por tercera vez tenemos que cruzar los Andes, dejando atrás Argentina. Una hora de vuelo en la que por suerte no tuvimos las habituales turbulencias. La noche la pasamos en un hotel cerca del aeropuerto de Santiago de Chile, pues al día siguiente toca madrugar, ya que tenemos más de 5 horas de vuelo para llegar al sitio habitado más alejado de otro lugar habitado del planeta, Rapa Nui, la isla de Pascua. El viaje continúa.

Municipios de Bizkaia (4)

Continúo el recorrido por otros diez municipios de Bizkaia, los siguientes en orden alfabético a los publicados el pasado 13 de octubre. En total son 112 y los recorrí entre los años 2012 y 2016. De esta forma pausada os iré mostrando lo que en mi opinión es más interesante en cada uno de ellos.

Comenzamos en Dima, municipio muy extenso (62,22 km²) con una población que no llega a los 1.500 habitantes, situado a ambos lados del valle del río Indusi, afluente del Arratia. Municipio eminentemente rural, cuenta con muchos barrios, así que en una mañana no me dio tiempo a acercarme a todos. Entre sus edificios destaca la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol y el Humilladero de la Piedad, construido en 1716, ubicados en el propio núcleo urbano de Dima, Ugarana. También me acerqué a los barrios de Bargondia, Artaun, donde se encuentra la ermita de San Vicente y a otra ermita, la de San Lorenzo en Baltzola, barrio famoso por sus cuevas.

El siguiente municipio, Durango, es el más poblado de Bizkaia fuera de los del Gran Bilbao, pues ronda los 30.000 habitantes. Es también uno de los más monumentales, así que me he tenido que apretar en las fotos para incluir las iglesias Andra Mari de Uribarri, Santa Ana, Jesuitas y Madalena. Notables son también el Arco de Santa Ana, la Torre de Lariz (Oficina de Turismo), el Palacio de Etxezarreta (Museo de Historia) y la Casa Consistorial, de influencia napolitana. De visita obligada son la Cruz de Kurutziaga, de finales del siglo XV, y el Ídolo de Mikeldi, aunque el original se encuentra en el Museo Vasco de Bilbao. Como fui en autobús, no tuve tiempo de acercarme a otra interesante iglesia, la de de San Pedro de Tabira, que presume de ser la más antigua del territorio histórico.

Con poco más de 800 habitantes, Ea, municipio de dos letras en los crucigramas, es uno de los pueblos más coquetos de Bizkaia por su ubicación en ambas márgenes de la ría de la que toma su nombre. Ambos lados están unidos por cuatro puentes, siendo el más antiguo el llamado «romano». En la desembocadura encontramos un pequeño puerto y una minúscula playa. Entre sus edificios, además de diferentes caseríos y del Ayuntamiento, quiero destacar cuatro iglesias, Jesusen Andra Mari y San Juan Bautista, en el casco urbano, Kontsolazioko Andre Mariaren, en Natxitua y San Pedro, en Bedarona.

Para pueblo pintoresco, Elantxobe, pequeño municipio de tan solo 1,85 km² y 350 habitantes, cuya gracia está en su ubicación, en la ladera este del cabo Ogoño, desde donde cae en cascada hasta el puerto pesquero. Cuenta con estrechas y empinadas calles, lo que hace que pueblo y puerto tengan accesos diferentes para los vehículos. La parte alta del pueblo es la única zona llana. En ella se encuentran el Ayuntamiento, el frontón y la iglesia de San Nicolás, además de la parada de Bizkaibus que ocupa casi toda la plaza ya que, ante la imposibilidad de maniobrar, cuenta con una curiosa plataforma circular giratoria para hacerlo.

Situado en la comarca del Duranguesado a los pies del monte Udalatx, en el límite con Gipuzkoa, Elorrio cuenta, en mi opinión, con el centro urbano más señorial de Bizkaia, debido a sus monumentales y blasonados palacios, como los de Estéibar–Arauna, Arabio, Arespakotxaga, Olazabal, Lariz o Urkizu. La plaza Gernikako Arbola constituye el centro urbano, presidido por el edificio del Ayuntamiento y la Basílica de la Purísima Concepción, del siglo XV y torre barroca, que alberga el sepulcro de San Valentín de Berriochoa, copatrono de Bizkaia. Junto a ella se encuentra la escultura del Errebonbillo, protagonista de la fiesta del mismo nombre. Exitsen también tres monumentales cruces, Kurutzeaga, Santa Ana y Kurutzeberri. Fuera del casco urbano tenemos la iglesia de San Agustín, de estilo gótico vasco del siglo XV y, en la salida hacia Berriz, la original Necrópolis de Argiñeta, conjunto de antiquísimos sepulcros y estelas funerarias, procedentes de las ermitas que rodean la villa.

Situado en la comarca del Gran Bilbao a orillas de la ría, Erandio es un municipio que ronda los 25.000 habitantes y cuenta con dos importantes centros urbanos, Erandio y Astrabudua, por donde se distribuyen numerosas esculturas, como Mamá/Amatxo, de Jesús Lizaso, Niños besándose en el parque, Obieta, San Ignacio de Loyola, La lechera, Josu Murueta y el Monumento a la Industria: Fuera del casco urbano, en Erandio Goikoa (La Campa), tenemos la iglesia de Andra Mari, con apariencia de fortaleza. En la zona rural limítrofe con Leioa encontramos la casa-torre de Martiartu, que data del siglo XVI.

La siguiente cita la tenemos en otro municipio bastante extenso (10,72 km²) pero poco poblado (266 habitantes). Se trata de Ereño, ubicado en la comarca de Busturialdea y conocido sobre todo por sus canteras de mármol y por el monte San Miguel de Ereñozar, sobre el que se alza la ermita del mismo nombre. Construida con mármol jaspeado de sus canteras, la iglesia de San Miguel es la principal construcción del municipio, en el que nos acercamos a otro de sus cuatro barrios, Gabika, donde se encuentra la iglesia de San Juan Baustista.

Regresamos a la muga con Gipuzkoa para visitar Ermua, población industrial vecina de Eibar, en el que destaca el conjunto monumental compuesto por la iglesia y el palacio de Valdespina, actual sede del Ayuntamiento, construido en 1738 en estilo barroco. Por su parte, la iglesia parroquial de Santiago Apóstol es un edificio renacentista que data de 1600. Al lado se encuentra la porticada plaza Santiago. Nos detenemos también fotografiando el monumento a Teodoro Zuazua, de Ángel Gil Cuevas y algunas pinturas murales, como la dedicada a la txalaparta.

Regresamos a Busturialdea para recorrer otro municipio, Errigoiti, bastante extenso (16,42 km²), pero con una población que ronda los 500 habitantes, que se distribuyen por varios barrios. Llama la atención que la iglesia parroquial de Santa María de Idoibaltzaga se encuentra fuera del núcleo urbano (Eleizalde), al igual que la antigua escuela y el humilladero barroco de San Antonio. También nos acercamos a los barrios de Metxika, donde se encuentra la enorme ermita de San Lorenzo y de Bizkaigane, para ver la ermita de Santakrutz.

Concluyo este apresurado recorrido por diez municipios de Bizkaia en uno que sucede lo contrario, pues es bastante pequeño (3,26 km²) pero densamente poblado (11.563 habitantes). Municipio limítrofe con Bilbao y accesible por Metro, lo primero que llama la atención cuando llegamos a Etxebarri por la N-634 es la iglesia parroquial de San Esteban, de 1907, cuya torre está inspirada en la del monasterio de las Huelgas de Burgos. Otros edificios de interés son la ermita de Santa Ana, el antiguo Molino Zubiondo y los palacios Legizamon (siglo XVIII) y Amezola (1905).

Las fotos que ilustran este reportaje fueron tomadas entre el 25 de junio y el 1 de octubre de 2013.

Dubai en un día

Desde que en el año 1992 visité la Expo de Sevilla me aficioné a estos eventos, pues son un magnífico escaparate para conocer otras culturas, no sólo del país en el que se celebran sino de prácticamente todo el mundo, así que he estado en las de Lisboa (1998), Hannover (2000), Zaragoza (2008), Shanghai (2010), Milán (2015) y Astaná (2017). En estas fechas tenía previsto visitar la Exposición Universal de Dubai, pero la pandemia ha hecho que se retrase un año, teniendo prevista su celebración del 1 de octubre de 2021 al 31 de marzo de 2022, aunque ya veremos lo que sucede. Es por ello que lo que hoy os cuento es de cuando visité la ciudad emirato en enero de 2015, en el curso de un crucero a bordo del Costa Serena, en el que también estuvimos en Omán y Abu Dhabi. El viaje desde Madrid lo realizamos con Emirates (7 horas de vuelo), en mi opinión una de las mejores compañías aéreas del mundo, con la que repetí viaje a Australia. Por el aeropuerto de Dubai he pasado media docena de veces. Está muy bien, aunque esta vez llamó mi atención el Tapas Bar Cádiz y que cuenta con sendos espacios para fumadores y bebedores.

En este viaje, desde el barco he visto tres amaneceres en Dubai, siendo el mejor el que disfruté navegando desde Abu Dhabi, pues coincidió con la aproximación al puerto el 15 de enero, cuando la temperatura rondaba los 15 grados. La mole del Burj Khalifa se adueña del horizonte. En enero la temperatura es muy agradable, pues al amanecer y atardecer hace fresco y las máximas se sitúan entre los 22 y 25 grados. Creo que desde el mar se tiene la mejor vista panorámica de la ciudad, aunque me surgió una duda, pues no sé si lo que veo de fondo es bruma y contaminación o es arena del desierto traída por el viento.

Con la buena experiencia que tuvimos con los taxis en Omán y Abu Dhabi, nada más desayunar y desembarcar nos dirigimos a la parada de taxis cercana al barco, pues no hay autobús que te traslade fuera del puerto como en las escalas precedentes. Aquí no son nada serios y empezamos discutiendo el precio. Luego me comentan que los taxistas son de una especie de mafia paquistaní. Pronto nos detenemos ante la Mezquita Jumeirah, la más importante de Dubai y la única accesible a los no musulmanes, aunque creo que solo se puede acceder a ella de sábado a jueves a las 10 de la mañana. De todas formas, tras haber visitado las de Muscat y Abu Dhabi, habíamos descartado verla por dentro.

La siguiente parada la efectuamos en la playa Umm Suqeim, situada cerca del hotel más famoso de Dubai, el Burj Al Arab, que presume de tener 7 estrellas. Es un buen sitio para fotografiarlo. Situado en una isla artificial a la que se accede por un puente, tiene forma de vela y una altura de 321metros. A diferencia de lo que sucedió en el hotel en el que se aloja el emérito en Abu Dhabi, aquí no me dejan acercarme, así que nos dirigimos a Palmera Jumeirah, tan hermosa desde el aire, pero que no me dice nada por muy lujosa que sea, así que me quedo con la imagen del lujoso Hotel Atlantis, donde nos detenemos, y algún que otro Ferrari que vimos.

Nos dirigimos ahora a un lugar que promete más y que hemos visto al acceder a la «palmera». Se trata de Dubai Marina, conocido como «el nuevo Dubai», que pretende ser el mayor puerto deportivo del mundo. Es un lugar agradable para pasear y tomar un zumo (aquí no hay alcohol) en una de las terrazas que se asoman al canal, que está rodeado de rascacielos, algunos de original diseño, aunque muy pegados los unos a los otros. Tras discutir de nuevo con el taxista, que cada vez pretende cobrarnos más, le pagamos y nos despedimos de él. Cerca hay una parada de tranvía, por lo que continuaremos nuestro recorrido en transporte público, muy bueno por cierto.

Tenemos que pedir ayuda a un empleado del tranvía para comprar el billete, pues no nos aclaramos con la máquina expendedora. El mismo billete vale para coger el Metro, con el que conectamos sin salir a la calle. En ambos viaja muy poca gente. El problema lo tenemos al llegar a nuestro destino, pues el billete no pasa para la canceladora, así que tenemos que volver a pedir ayuda. El problema es que el billete era para una zona y hemos utilizado dos. No nos sirve ser extranjeros, pues tenemos que pagar una multa equivalente a otro billete. Nos bajamos en el centro comercial Mall of the Emirates,  donde aprovechamos para comer, aunque nuestro objetivo era conocer Ski Dubai, una de las principales curiosidades de la ciudad, donde se puede esquiar y hacer snowboard en una pista de esquí con nieve artificial, que tiene 85 metros de altura, 80 de anchura y una longitud de 400 metros. Incluso hay telesillas.

Regresamos al Metro y continuamos el viaje hasta la estación de Baniyas Square, ubicada en una zona mucho menos lujosa de la ciudad. Previamente nos cercioramos de que estamos en la misma zona de transporte. Nos apetece ver algo más tradicional y no tan artificial como es casi toda la ciudad, así que optamos por entrar en el Zoco de las Especias, una combinación perfecta de colores, sabores y olores. Es el más antiguo de Dubai aunque, tras haber estado en dos ocasiones en el de Estambul, nos parece un poco de juguete.

Muy cerca tenemos nuestro siguiente destino, Dubai Creek, una ría natural que se adentra en la tierra unos 10 km. El Creek separa los dos barrios históricos de la ciudad, Deira y Bur Dubai. Para cruzar de un lado a otro existen dos puentes, un túnel y pequeñas barcas para el tránsito de peatones, llamadas abras. En esta zona vemos una de las paradas de autobús, que cuentan con aire acondicionado, y el Dubai más popular, el de los inmigrantes que trabajan en la construcción y en el puerto, descargando las grandes barcazas en las que se transportan las mercancías. Nos ha gustado mucho este lugar y estamos a gusto, pero el sol está cayendo y queremos ver el Burj Khalifa de día.

La tarde avanza inexorablemente, así que deprisa volvemos al Metro, en el que nos trasladamos hasta el Dubai Mall, que presume de ser el mayor centro comercial del mundo, con más de 1.200 tiendas. Es tan grande que no encontramos la forma de salir de él, así que tenemos que pedir ayuda al personal de seguridad, pues queremos ver el Burj Khalifa antes de que anochezca. La verdad es que las tiendas no nos interesan, aunque aprovechamos para ver de pasada el Dubai Aquarium, que también presume de ser el mayor acuario del mundo. Hemos querido abarcar mucho en un día.

Al fin conseguimos salir del Dubai Mall y nos plantamos ente una de las visitas obligadas de la ciudad, el Burj Khalifa que, hasta que Calatrava construya la Dubai Creek Tower, prevista para 2021, es desde 2010 el edificio más alto del mundo, con una altura de 828 metros. Aunque lo hemos visto desde numerosos puntos de la ciudad, impresiona estar cerca de él. Aprovechamos también para ver el espectáculo de la Fuente de Dubai, que tiene lugar cada media hora desde las 18:30. Tiene 275 metros de largo y cuenta con 6.600 focos y 50 video proyectores para iluminar el agua, que se lanza a más de 150 metros de altura. Aunque es más pequeña, me gustó más el espectáculo de la fuente del Hotel Bellagio, en Las Vegas.

Tras un picoteo antes de regresar en taxi al barco, aquí concluyó esta apresurada visita a Dubai, ciudad que no me ha dicho mucho. Me gustaron más Abu Dhabi y Muscat. Pese a todo me gustaría volver dentro de un año para visitar la Expo y la nueva torre de Calatrava. ¿Vendrá ya con las goteras puestas? De todas formas, con la que está tirando, me parece precipitado hacer planes todavía.

Colores de otoño: Hayedos de Otzarreta y Urbasa

Me encantan los colores que toman los árboles en otoño, especialmente los bosques de hayas, así que mis últimas escapadas han tenido como destino diferentes hayedos, dedicando el mes de octubre a recorrer tres de ellos. El día 1 estuve en el de la Pedrosa (Segovia), el día 8 en el de Otzarreta (Bizkaia) y el el día 19 recorriendo esa enorme masa forestal que es la sierra de Urbasa. Justo ese día el Gobierno de Nafarroa anunció el confinamiento perimetral de esa comunidad a partir del 22 de octubre. Por supuesto siempre he ido entre semana para evitar aglomeraciones. Con la pandemia, los espacios naturales se han puesto de moda, llegándose a masificar en bastantes casos, sobre todo en fin de semana, como sucedió el 17 y 18 de octubre en Altube y Barazar, además de en otras muchas zonas. Es por ello que he decidido “enlatar” esta entrada, no publicándola hasta ahora para evitar el “efecto llamada”. De todas formas, sin salir de Leioa podemos disfrutar de los colores del otoño, como podéis ver en las imágenes que acompañan a este texto, contando incluso con 16 hayas en el Boulevard de Iparragirre. Además, con las restricciones existentes ahora, no me queda otro remedio.

A tan solo 50 km de Leioa tenemos el Parque Natural de Gorbeia, compartido por los territorios históricos de Bizkaia y Araba, en el que se encuentra la cumbre más alta de ambos territorios, el monte Gorbeia, de 1482 metros de altitud, sobre el que se alza su majestuosa Cruz. Otras cumbres representativas son el Aldamin (1373 m) y Lekanda (1309 m). El 70% de la superficie del parque está ocupado por hayedos, robledales y pinares. Numerosas txabolas y majadas salpican las praderas de Gorbeia, recordando su importante tradición pastoril.

Junto al restaurante situado en lo alto del puerto de Barazar parte una carretera que nos introduce en el Parque Natural de Gorbeia. Tomando el primer desvió a la izquierda y, tras recorrer 3 km, llegamos a uno de los lugares que se han puesto de moda entre los amantes de la fotografía de naturaleza, el Hayedo de Otzarreta. Pese a su pequeña superficie, este hayedo es un lugar mágico cuyo encanto lo proporcionan el grupo de hayas centenarias entre las que serpentea el arroyo Zubizabala.

Aprovechando que estamos aquí, nos acercamos hasta el Humedal de Saldropo, para lo que tenemos que retroceder por la carretera que se dirige al puerto de Barazar y coger el ramal de la izquierda, que nos sitúa en Saldropo tras recorrer 3,2 km. Son 3 hectáreas de amplia pradera que podemos recorrer por sus caminos, disfrutar de las áreas de pic-nic o simplemente dedicarnos a contemplar las cumbres de Gorbeia, Aldamin y Lekanda. Nosotros pasamos un buen rato tomando fotografías de caballos. Una gozada de lugar, muy frecuentado por seteros, senderistas, montañeros y amantes de la naturaleza.

Cambiamos de escenario. Nos dirigimos ahora a la localidad navarra de Olazti, situada a 114 km de Leioa (todos por autovía). A esta distancia hay que añadir los 17 km que tenemos hasta el puerto de Urbasa, situado a 927 metros de altitud, que recorremos por la carretera NA-718. Antes de llegar a lo alto nos detenemos para observar el valle de Olazti y la peña que nos da la bienvenida a Urbasa. Los colores del otoño comienzan a aparecer cuando nos volvemos a detener junto al cartel que indica que entramos en el Parque Natural Urbasa-Andía. De allí parte el sendero del Hayedo Encantado.

Continuamos circulando por la NA-718 en dirección al puerto de Urbasa. A mitad de camino, más o menos, nos detenemos junto a la Venta Mendinagusi, en la que venden queso, pero que tenía el bar cerrado. Efectuamos aquí un par de cortos recorridos, a ambos lados de la carretera, donde existen pequeñas instalaciones ganaderas. Nos vamos enseguida pues las hayas están bastante verdes todavía en esta zona. Estamos al borde del Raso de Urbasa, una enorme pradera dedicada a pasto para el ganado.

Llegamos al final de nuestro trayecto, justo al punto en el que carretera NA-718 inicia su descenso hacia Zudaire. A nuestra izquierda tenemos el amplio aparcamiento del Balcón de Pilatos, en el que hay media docena de coches, el punto más concurrido de la jornada. A este lugar me acerco siempre que vengo a Urbasa, para así contemplar el borde sur del Parque Natural de Urbasa-Andía, un amplio mirador situado a 924 metros de altitud, con una imponente caída de 300 metros, desde donde contemplamos, a nuestros pies los pueblos de Améscoa Baja (Ameskoabarrena) y la zona del nacedero del río Urederra. Caminamos cerca del borde del acantilado, ahora en buena parte cercado, para luego regresar al aparcamiento caminando por el interior del bosque. Nos ha costado esfuerzo la vuelta, pues el viento era muy intenso.

Iniciamos el regreso y nos detenemos en uno de los aparcamientos de la Fuente de los Mosquitos, desde donde realizamos un corto paseo por el hayedo, observando que los helechos también han tomado un color anaranjado, aunque lo que más llama nuestra atención es ver varias hayas caídas, como tronchadas, algunas de ellas de gran porte, probablemente fruto de alguna ciclogénesis.

La siguiente parada la efectuamos en el aparcamiento de la ruta de Basauntziturri, para dar otro breve paseo por el bosque de hayas en una zona en la que aumenta el color otoñal. Se ha echado la hora de comer, así que nos dirigimos al cercano camping de Urbasa, en cuya terraza damos cuenta de un bocadillo de txistorra mientras observamos cómo pastan los caballos. Se nota que es lunes, pues estamos solos. Nada que ver con lo que sucedió el día anterior.

Para después de comer hemos dejado dos zonas, caminando en primer lugar por la de Kataliturri, para luego tomar la carretera que se dirige a Otsaportillo, deteniéndonos enseguida para caminar por el hayedo. ¡Qué gozada! Aquí las podemos contemplar hayas de todos los tonos. Es un buen final para esta escapada en la que hemos disfrutado de la naturaleza otoñal sin encontrarnos prácticamente con nadie. Es lo que tiene ser lunes.

Hemos tenido suerte, pues al llegar a casa nos enteramos del cierre perimetral al que será sometida Nafarroa a partir del jueves 22 de octubre, quedando Urbasa reservado para los navarros.

Viaje por Turquía (y 2): De Capadocia a Izmir

El tema de la pandemia se está alargando y estamos yendo a peor, por lo que pronto vamos a tener nuevas limitaciones. Por este motivo a veces me desmotiva seguir escribiendo este blog cuando ni siquiera puedo salir de mi municipio. Por el contrario me anima seguir viendo documentales de viajes y naturaleza, porque espero que, aunque falte tiempo, al final veremos la luz al final del túnel. Es por ello que continúo el relato del viaje a Turquía realizado del 7 al 20 de octubre de 2011, para seguir viajando con la imaginación.

10 de octubre. Hoy abandonamos Capadocia y, como sigo sin maleta, decido comprar ropa para los once días de viaje que quedan. Al final pedí ayuda en el hotel y al corresponsal de la agencia en Estambul, pues no hemos avanzado mucho. Cuando estamos en un centro comercial y ya he comprado unas botas y un par de camisas y pantalones, recibo una llamada del corresponsal en Estambul jurándome que mi maleta está llegando a Avanos, pero que Iberia se niega a decir con qué agencia de transportes la envían. Como solo hay dos posibles, tras el fallido intento en la primera, en la segunda nos confirman que la recibirán ellos. Al final damos con el camión y directamente desde él a nuestro minibús. Ya podemos continuar el viaje. Para hoy tenemos 239 km, así que nos da tiempo para efectuar una parada para visitar una posada medieval o caravanseray, concretamente la de Sultanhani. Esta estructura fortificada fue construida en 1229 y se convirtió en la más grande de Turquía y uno de los mejores ejemplos de la arquitectura selyúcida de Anatolia.

A primera hora de la tarde llegamos a Konya, donde pasamos noche en el Bera Mevlana Hotel****, así que disponemos de la tarde para visitar el lugar más interesante de la ciudad más religiosa del país. Se trata del Mausoleo de Mevlana, al que cada año se acercan miles de fieles musulmanes para orar y para visitar la tumba de célebre Mevlana. El exterior del edificio es una maravilla debido a su cúpula estriada compuesta por azulejos de color turquesa. Nada más entrar pasamos por un precioso patio. Realizamos la visita entre chaparrón y chaparrón, disponiendo todavía de tiempo para acercarnos al bazar. Konya fue donde murió Rumi, cuyos seguidores establecieron el Mevlevi Sufi, que se hicieron conocidos como los derviches que dan vueltas.

11 de octubre. Tenemos por delante 302 km para llegar al Khan Hotel **** de Antalya, en el que pasaremos las dos próximas noches. 16 km antes de llegar nos detenemos en la antigua ciudad de Perge que, según la leyenda, fue construida por tres héroes de Troya. Perge es un valioso conjunto de ruinas greco-romanas, entre las que destacan el teatro, con capacidad para 15.000 espectadores, el circo (siglo II), las semiderruidas puertas amuralladas, el ágora o plaza pública y las termas romanas.

Dispusimos de dos tardes para disfrutar de Antalya, una ciudad que me gustó y que está bordeada por los montes Tauro. Cuenta con viejos tranvías y otros muy modernos, iguales que los de Bilbao y Gasteiz, pues fueron construidos por la CAF. El lugar más atractivo es Kaleici, el restaurado centro histórico, donde abundan los bares, restaurantes y tiendas. Su restauración obtuvo el premio Manzana Dorada, el Oscar del Turismo. Kaleici mantiene gran parte de su carácter histórico, como los minaretes, la Torre del Reloj, las posadas otomanas o la Puerta de Adriano, construida por los romanos en honor al emperador.

12 de octubre. Para hoy tenemos 288 km, dedicando la mañana a recorrer dos históricos lugares. Bordeando la costa del mar Egeo a lo largo de 58 km, llegamos al primero de ellos, Phaselis, lugar que combina el entorno marino con la vegetación mediterránea, cuyas ruinas arqueológicas están esparcidas en torno a tres pequeñas calas. Phaselis fue fundada en el 670 aC por colonizadores de Rodas y está ubicada en un sitio estratégico rodeada de pinos. Consta de tres puertos unidos por una monumental calle empedrada y a los lados restos arqueológicos, destacando la puerta de Adriano, el teatro romano y el acueducto. Desde uno de los puertos, en un lugar lleno de encanto, contemplamos las embarcaciones tradicionales.

Continuamos 88 km más por la carretera costera hasta Demre, donde se encuentra la iglesia de San Nicolás de Myra (Noél Baba en turco), que está siendo restaurada y brinda la oportunidad de ver como era por dentro un templo bizantino del siglo V. Se cuenta que la leyenda de Papá Noél (Santa Claus) se inició aquí, cuando un obispo cristiano del siglo IV hizo regalos anónimos a las muchachas locales necesitadas de dote, echando bolsas con monedas por las chimeneas de sus casas, de forma que ese «regalo del cielo» les permitía casarse. Por la misma carretera regresamos a Antalya, tras recorrer 142 km.

13 de octubre. Tenemos por delante 280 km, todos por autovía, para llegar al Lycus River Hotel ****, situado junto a las ruinas de Hierápolis. Hoy es uno de los días que estaba esperando, pues tenía muchas ganas de conocer Pamukkale, conocida como “Castillo de Algodón”. Sus manantiales de agua caliente con sedimentos de sales calcáreas, han creado un paisaje excepcional, con estalactitas gigantes que le dan la apariencia de cascadas petrificadas. Nos damos un baño y vamos a un lugar situado al lado y que desconocía, las ruinas de la antigua ciudad helenística de Hierápolis, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, que toman un tono especial con la luz del atardecer. Hasta ahora es con diferencia el lugar que más me ha gustado de esta segunda parte del viaje.

14 de octubre. Para hoy tenemos 231 km para llegar al Marina Hotel **** de Kusadasi, en el que de nuevo pasaremos dos noches. Cuando llevamos 98 km nos detenemos para visitar la ciudad grecorromana de Afrodisias, llamada así en honor a la diosa Afrodita, que fue conocida en toda Asia Menor como centro de medicina y filosofía pero, sobre todo, por sus esculturas y el arte de la ciudad. Un inmenso estadio, el anfiteatro romano, el templo de Afrodita, el pequeño Odeón, con su escenario ricamente decorado, algunos pórticos del Ágora y maravillosas esculturas, así lo prueban.

15 de octubre.- Hoy toca otro de los puntos fuertes de la segunda parte del viaje por Turquía, situado a tan solo 20 km de Kusadasi. Se trata de Éfeso, la ciudad clásica mejor conservada de Turquía, que fue construida hacia el año 1000 aC, aunque los restos que vemos datan del siglo IV aC. Destacan en ellos la Biblioteca de Celsus, el templo de Adriano, el Odeón, la Puerta de Magnesia y su enorme teatro. Tenemos la suerte de coincidir con una recreación histórica, así que salimos contentos de este lugar declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

A tan solo 9 km de Éfeso, en el monte Panayir visitamos la casa de la Virgen, lugar donde se supone residió los últimos días de su vida, siendo en la actualidad un importante centro de peregrinaje para cristianos. La verdad es que es un sitio totalmente prescindible. Pasamos la tarde en Kusadasi, visitando la zona portuaria, escala habitual de muchos cruceros y acercándonos al mercado. Al día siguiente tenemos un centenar de kilómetros hasta el aeropuerto de Izmir, donde al mediodía tomamos el vuelo a Estambul, ciudad que me encanta y que ya he visitado con anterioridad, en la que pasaremos cuatro días, pero de ello os hablaré más adelante.

Cosa que aunque no suele ser habitual, contratamos esta parte del viaje con una agencia (hoteles y coche con conductor pero sin guía), porque nos había dicho que los turcos conducen fatal pero, aunque todo salió perfecto, podíamos haber alquilado un coche, ya que casi todo el viaje se realiza por autovías. Turquía es una economía emergente y cuenta con buenos servicios. Nos sorprendió ver que todas las nuevas construcciones cuentan con placas solares. Por cierto, cuando llegué a casa, por curiosidad llamé al teléfono de Iberia y seguía el mismo mensaje: “Su equipaje ha sido localizado y en breve procederemos a su entrega”. ¡Qué desastre!

Oñati, el Santuario de Arantzazu y las campas de Urbia (Gipuzkoa)

Nuestro destino de hoy es el municipio más extenso de Gipuzkoa (107,31 km²), situado en la comarca del Alto Deba o Debagoiena. Se trata de Oñati, que cuenta con una población de 11.380 habitantes. Fue una villa señorial poderosa que pasó a ser condado y no se integró en la provincia de Gipuzkoa hasta 1845. Cuenta con unos de los cascos antiguos más hermosos de la provincia, que se articula en torno a la Foruen Enparantza (Plaza de los Fueros), que data de finales del siglo XIX y está porticada en tres de sus lados. En ella destaca la Casa Consistorial, edificio barroco construido por Martín Carrera en 1778. Recorriendo las calles Barria y Atzeko empezamos a descubrir notables edificios, como las Casas-Torre de Zumeltzegi y Lazarraga, las Casas Hernani y Otaudi-Jausoro, el Palacio Pedruena y la Torre de Urain o Zubiaur. En la salida hacia Arantzazu encontramos el Monumento al Pastor Vasco, de Nestor Basterretxea.

He querido resaltar los dos edificios más notables de Oñati, destacando sobre todos la Universidad Sancti Spiritus, edificio renacentista del siglo XVI, fundada en 1540 por el obispo Rodrigo Mercado de Zuazola. Destacan en su interior el claustro, la capilla y el artesonado mudéjar. Tiene el honor de ser la primera universidad que hubo en Euskal Herria. El otro edificio más importante es la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, templo gótico del siglo XV que cuenta con un curioso claustro de estilo gótico flamígero.

Casi 10 km nos separan de nuestro siguiente destino, en los que tendremos que salvar 500 metros de desnivel para llegar a los 731 metros de altitud a los que se encuentra el original Santuario de Arantzazu (Arantzazuko Santutegia). Destaca en él su impresionante fachada, con sus tres torres, la Piedad y los 14 apóstoles. Estas dos últimas, obras de Jorge Oteiza. Tras cruzar las puertas de hierro, obra de Eduardo Chillida, descubrimos un imponente retablo mayor de 600 m², concebido en madera policromada por Lucio Muñoz. Las vidrieras fueron realizadas por Xabier Álvarez de Eulate. Finalmente descendemos a la cripta, adornada con las pinturas de Néstor Basterretxea.

Nuestro siguiente destino son las campas de Urbia pero en el punto en el que comienza la ruta nos detenemos, accediendo a la terraza del Hotel Sindika, desde donde contemplamos la parte trasera del Santuario de Arantzazu, cuyas obras comenzaron en 1950 y estuvieron dirigidas por los arquitectos Sáenz de Olza y Laorga. Desde este punto la vista resulta grandiosa.

La subida a Urbia es sencilla. Comienza en el aparcamiento del Santuario desde donde caminamos por la carretera que bordea la Basílica hasta el hotel Sindika. Aquí vemos los paneles informativos que indican el comienzo de la ruta que sigue el GR-283. Tendremos que salvar más de 400 metros de desnivel en 4,3 km de recorrido. Indica que se emplea 1 h 20 min. El camino no tiene pérdida, pues es una ancha pista. Luego nos internamos en el hayedo y llegamos a la Fuente de Erroiti.

Vamos ganando altura y la pista se ha convertido en un cómodo sendero, a veces con bastante pendiente, desde el que divisamos las crestas del Duranguesado, de las que sobresale el Anboto. Hacia el otro lado tenemos al fondo el Aldamin y el Gorbeia. Salimos del bosque de hayas y casi sin enterarnos llegamos al punto más alto de la ruta, el collado de Elorrola (1160 m). Entramos entonces en una senda bordeada por una hilera de fresnos plantados para guiar a caminantes entre la niebla, que va descendiendo primero hacia la ermita y luego a las campas de Urbia.

Seguimos caminando por el sendero bordeado de fresnos que pasa junto a la ermita de Andra Mari, edificada en 1925 a petición de los pastores, para oír la misa los domingos sin tener que bajar hasta Arantzazu. Nuestro descenso continúa hasta la Fonda de Urbia, que estaba cerrada cuando llegamos el 21 de octubre de 2016. ¿Sabéis que tenía teléfono antes de que Telefónica llegara a Gipuzkoa? En el collado de Elorrola hemos visto muchas ovejas, que ahora son las únicas ocupantes de las campas de Urbia.

Nos queda por delante más de 4,5 km de desandar el camino y volver al coche, que hemos dejado aparcado junto al Santuario, pero ahora nos quedamos a disfrutar en soledad de una de las mejores vistas de Euskal Herria, mientras damos cuenta del bocadillo que hemos traído para comer. Ante nosotros tenemos las campas de Urbia y, sobre ellas la sierra de Aizkorri, en la que dos montes, el Aitxuri y el Aketegi (1551 m), compiten por ser el más alto de Gipuzkoa y de la Comunidad Autónoma de Euskadi. Qué mejor final para esta escapada.

En Oñati se encuentran también las cuevas de Arrikrutz, a las que  tengo ganas de ir, pero el día no da para más. Además, siempre hay que dejar algo para poder volver.

ÚLTIMA HORA: De acuerdo con el decreto del Gobierno Vasco, en este momento sólo pueden disfrutar de estos lugares los residentes en Oñati.

Viaje por Turquía (1): Capadocia

Había estado con anterioridad en Estambul durante una Semana Santa, pero tenía pendiente un lugar que me atraía mucho, Capadocia, para lo que tuve que esperar hasta octubre de 2011. Han pasado nueve años, pero los lugares a visitar no han cambiado. Eso si, no había vuelo directo de Bilbao a Estambul, como lo ha habido durante mucho tiempo hasta el confinamiento, así que el 7 de octubre tuvimos que volar primero a Madrid, donde cogimos el avión a Estambul (4 horas de vuelo). Allí comenzó un pequeño calvario, al no llegar mi equipaje y el desastre de la gestión de Iberia, pese a que conocía que estaba localizado e iba en el siguiente vuelo. Dos horas de escala y tomamos el avión a Kayseri (casi hora y media de vuelo), desde cuyo aeropuerto tenemos una hora de viaje hasta el Yiltok Hotel, en Avanos, donde pasaremos las tres próximas noches. Hemos contratado la primera parte del viaje, a medida para las dos parejas, con la agencia Vertierra, que nos resultó fenomenal. Al final nos hemos pasado más de 12 horas de aviones y aeropuertos, pues salimos de Bilbao a las 08:35 y llegamos a Kayseri a las 19:50 h. Estamos en Capadocia, en el centro de Turquía.

8 de octubre. Con ropa prestada por mi amigo comenzamos el ansiado recorrido por Capadocia, deteniéndonos en un lugar que nos encantó y que resume bastante bien la idea que tenemos de Capadocia. Se trata del valle de Devrent, conocido como el valle de la Imaginación, pues muchas rocas tienen formas de animales. Según la imaginación de cada uno: camellos, focas: caracoles… Es también conocido como el valle de las “chimeneas de hadas”, donde la piedra erosionada por el viento y la acción del agua sobre el terreno volcánico, ha dado lugar a un paisaje espectacular de picos, conos y obeliscos.

Satisfechos con la primera experiencia, cambiamos de valle y nos dirigimos al de Pasabag, para seguir contemplando las «chimeneas de las hadas», formaciones de origen volcánico muy abundantes en Capadocia. El valle de Pasabag contiene algunas de las chimeneas de hadas más llamativas de Capadocia, con tapas de piedra doble e incluso triple, lo que las hace únicas al tener forma de hongo. Al concluir la visita nos encontramos con una improvisada fiesta de jóvenes turcos y vemos la forma tradicional de elaborar el pan, una especie de talo.

Después de comer nos acercamos al lugar más importante de Capadocia, Göreme, conocido como un museo al aire libre, ya que conserva un impresionante conjunto de iglesias, capillas y monasterios excavados en la roca con frescos del siglo XI, que fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los asentamientos en el área comenzaron en los siglos III y IV, cuando los cristianos del período romano fundaron varios monasterios. Estas construcciones eran realmente cuevas artificiales.

Hacemos un alto en el camino para tomar un café en la ciudad en la que nos alojamos, Avanos, situada a 920 m de altitud. Está ubicada a orillas del río más largo de Turquía, el Kızılırmak, que divide a Avanos en dos partes. La arcilla recogida del río, mezclada con arena, se utiliza para fabricar cerámica, así que la alfarería tiene una gran importancia en esta población, por lo que nos acercamos a uno de sus talleres. Cuenta también con dos notables mezquitas de la época otomana y selyúcida respectivamente.

A 4 km de Göreme tenemos la última visita de la jornada, en un sitio realmente espectacular conocido como el Castillo de Uchisar. Se trata de una extraña formación geológica con multitud de viviendas y otras dependencias situadas en el interior. Su pintoresca forma le ha dado el sobrenombre de castillo. El lugar más llamativo, conocido como El Kale, consiste en una estructura inmensa cuya cresta está formada dos picos triangulares y otros dos más pequeños que asemejan torreones. Creo que con lo que hemos visto hoy se justificaría el viaje a Capadocia. Además el tiempo ha acompañado.

9 de octubre. Iniciamos una nueva jornada que nuestras mujeres empiezan muy temprano, todavía de noche, pues para el amanecer tienen contratado un paseo en globo, probablemente el negocio más lucrativo de Capadocia, pues en cada barquilla van 24 personas más el piloto. Por poco más de una hora el precio es de 150 por persona, que incluye el traslado y una copa de cava a la llegada. Aunque el día amaneció nublado y amenazando lluvia, llegaron encantadas de las vistas de las que disfrutaron y del emocionante aterrizaje. A continuación os dejo unas fotos de la experiencia.

Tras juntarnos con ellas en el desayuno, comenzamos el recorrido deteniéndonos en primer lugar en Zielve, otro museo al aire libre pero de inferior categoría al de Göreme. En esta ocasión ocupa tres valles donde se han excavado cientos de viviendas trogloditas, iglesias y túneles. Las rocas son más rojizas que en el resto de Capadocia y estuvo habitado hasta mediados del siglo XX, cuando la población fue desalojada por el gobierno, debido al peligro de derrumbes por la erosión natural de la zona.

La siguiente cita la tenemos en otro curioso lugar, el Valle de Cavusin, en el que las casas excavadas en la falda de una colina, tienen sus fachadas decoradas. Primero subimos a lo alto de la montaña, desde donde se tiene una magnífica vista de conjunto del pueblo, por cuyo abandonado casco antiguo caminamos luego, descubriendo pintorescos rincones.

Tras el almuerzo visitamos la original ciudad Subterránea de Kaymakli, edificada por las comunidades cristianas para protegerse de los ataques árabes. Se cree que fue construida entre los siglos V y X. Concluimos la jornada en el pequeño pero hermoso pueblo de Mustafapasa, cuyo principal atractivo son las casas griegas levantadas entre finales del siglo XIX y principios del XX, que cuentan con relieves y frescos decorando sus fachadas. También podemos tomar imágenes de la tradicional vida local. Lo que vimos ayer fue mucho más interesante, aunque lo de hoy no ha estado nada mal.

Nuestra estancia en Capadocia ha concluido pero el viaje por Turquía continúa. Mañana saldremos para Kenya, pero mi equipaje siguen sin entregármelo, pese a que el contestador de Iberia continúa diciendo lo mismo que ayer: “Su equipaje ha sido localizado y en breve procederemos a su entrega”.