Toca practicidad

Miquel Roig tuiteaba hace unos días: “En circunstancias como las actuales, renunciar por cuestiones ideológicas a fuentes de energía que tienes al alcance de tu mano debería tener su propia fosa en alguno de los círculos del infierno de Dante”. Y estoy de acuerdo con él: cualquier debate sobre el modelo energético tiene que incluir la discusión sobre la necesidad de explotar nuestros propios recursos, y el coste real de traer gas o energía, directamente, de países a miles de kilómetros. No solo económico: el coste social y el desgaste de los valores democráticos que se erosionan al negociar con sátrapas también entran en el balance.

Y legislar más

El Congreso acaba de aprobar un paquete de leyes con carácter coyuntural. Es fruto de un sistema democrático (el español, pero también el vasco) que vive en una permanente inflación legislativa. Sin embargo, sigue habiendo páramos, temas en los que la legislación debería de entrar y no lo hace: “Las grandes fortunas españolas apenas invierten un 11,5% de su dinero en el país. Las inversiones en España escasean dentro de las sicavs de familias ricas tan reconocidas como los Del Pino, Koplowitz o los March” (Vozpópuli). Cada día que pasa tengo más claro que nuestro principal problema es lo tolerantes que hemos sido con los ricos.

Así, sí

Soy consciente de que llevo varias semanas hablando de “la España vaciada” casi como un tema propio. Y lo hago porque me parece un estupendo ejemplo de lo que creo que debería de preocuparnos globalmente: el abandono de una tierra que se convierte en un problema por el cambio climático y un sistema económico caníbal. Por suerte, hay rayos de esperanza: “La M.O.D.A contra la España vaciada: programa tres conciertos gratuitos en pueblos de Burgos” (El Independiente). Esta banda demuestra que es consciente del problema y propone una solución que está en su mano, por lo menos, en Pampliega, Poza de la Sal y Covarrubias.

Sí lo es

El FC Barcelona reúne hoy todo lo que está mal en el fútbol: contratos inasumibles, burbuja, permisividad de todos los reguladores, inventos para sacar cientos de millones de la nada, fichajes con ese dinero a clubes que sí cumplen, y “bullying y acoso” a jugadores que son señalados y expuestos al público para forzarles a modificar o romper sus contratos. La acusación más grave la ha hecho Michael Sahl Hansen, de la Asociación de Jugadores de Dinamarca, por el trato a Martin Braithwaite, que fue fichado del Leganés (al que debilitaron y acabó descendiendo) con un contrato que ahora el Barça, simplemente, no quiere cumplir.

Ahora escribimos nosotros

Llevo tiempo pensándolo cuando leo piezas sobre videojuegos, pero creo que este ejemplo es todavía mejor: “El destino en un dado: cómo la pandemia, las redes y famosos han resucitado los juegos de rol” (Nius). La noticia la podemos leer en Nius, y yo me refiero a cómo los medios han empezado a enfocar estos temas, que han pasado de ser algo parecido a las herramientas del diablo en la Tierra para corromper almas, a ser tratadas en las informaciones como lo que son: entretenimientos y, a la vez, industrias muy importantes. ¿Qué ha cambiado? Que ahora escribimos los que hemos jugado (o seguimos jugando).

Cinco conspiraciones de verdad

En Climaterra describen estupendamente esas conspiraciones reales y reconocibles, sin magufadas ni tonterías, que nos azotan: “La conspiración para convertir el mundo en un mercado gigante para el beneficio de la élite rica”, “de las empresas transnacionales para convertir a miles de millones de personas en adictos”, “para saquear el Sur Global en beneficio del Norte Global”, “para ocultar los efectos del colapso climático para el beneficio de las empresas” y “para hacer crecer la economía mundial indefinidamente, mientras se mata la mayor parte de la vida en la Tierra y se arriesga el colapso de la civilización”.

Estoy preocupado

Me preocupa el evidente deterioro de nuestro planeta. Pero sobre todo me preocupa que antes esta realidad algunos sigan haciendo lo que les da la gana, incluso con aplausos: un restaurante que ofrece helicópteros desde la península hasta Baleares, millonarios de viaje fuera de la atmósfera y gobiernos que dejan contaminar a sus industrias. Pero también a pequeña escala: esos “liberales” de los que hablan en Territorio Ibiza, que solo quieren bajar el aire acondicionado, son también un peligro. Como lo es (por irreal) el discurso ecologista que no tiene en cuenta la necesidad de su existencia con el turismo actual (no el de hace 50 años).

Deberían de estarlo

Ante la noticia de que en julio el IMV alcanzó a un millón de personas cuando el objetivo era de 2,3, Jordi Sevilla no se resistió a tuitear: “Este dato (la mitad de los previstos) indica que algo se diseñó mal en la aplicación de una buena medida. ¡Cambiar las cosas es mucho más que publicar una norma en el BOE! Para pensar”. No tengo mucho más que añadir, en realidad. Salvo una cosa: cuando pinchas en el enlace a El Diario que proponía el exministro, aparecía otra noticia relacionada, la de que “la ayuda por hijo entre 50 y 100 euros no despega”. Para seguir pensando.

Lo que gusta en Internet

El post de Antonio Ortiz sobre la polémica de la semana (el vídeo de Borja Escalona comiéndose una empanadilla que no quería pagar, su salida de YouTube y sus excusas idiotas) es de esos que hay que leer. Explica muy bien cómo usamos Internet y cómo reaccionamos. Yo me quedo con una reflexión especialmente interesante: el de Escalona es un tema que provoca movimientos en los usuarios activos de redes sociales y foros, y los medios digitales, en su búsqueda permanente del clic, lo han ido cebando y han acabado elevando a noticia general un tema con un perfil de lector (digital) concreto.

Barra libre

Es domingo, día de fútbol (a menos que la televisión diga otra cosa), y me apetece hablar de ello: “Ni con siete fichajes basta, Xavi aún pide más. El técnico del FC Barcelona busca laterales para reforzar la defensa y Bernardo Silva” (EPE). No voy a preguntar al aire otra vez cómo un club que no tenía dinero ni para las nóminas puede pagar parte de su deuda y fichar como si no costara. Lo que llama mi atención es cómo el entrenador que iba a asumir época de apreturas da por hecho que habrá más refuerzos. El aficionado, también. Y la sociedad acaba interiorizando así que no pasa nada y siempre hay dinero para lo que es de todos.

La culpa es del asesino

Especialmente en Euskadi es necesario recordar que la culpa de un asesinato es del asesino. Eso de culpabilizar a la sociedad vasca ya lo inventó Franco, lo actualizó Aznar y lo saca del fondo del cubo de la ropa sucia cualquiera de Vox que ande falto de ideas. Del mismo modo, el culpable de la muerte de un vendedor ambulante en Italia es de quien le asesinó, quien le dio los golpes mortales. Señalar a la ciudadanía que no intervino ante una violencia extrema es pasarse de la raya desde la silla en la que escribes el tuit o titular. Seguro, además, que muchas personas que asistieron al asesinato llamaron a la policía, la ambulancia e incluso testificarán.

El “milagro”

Joan Laporta es un tío muy hábil: lo demostró en la campaña que le devolvió al sillón presidencial del FC Barcelona, lo ha demostrado para fichar pese a la ingente deuda del club, y lo demuestra incluso inventando términos: las “palancas” que le han permitido llevar a grandes jugadores al Camp Nou son en realidad ventas de partes de los ingresos futuros del club. Pero Laporta, que es muy hábil, insisto, juega con ventaja: sabe que más adelante podrá paliar la falta de ingresos con otras “palancas” porque este Barcelona juega y ficha (o lo intenta) con ventaja. Contra todo y contra todos, un año más.

Sin soltar el “piti”

La crónica de Julián Aguirre para el diario mallorquín Última Hora es, simplemente, maravillosa: retrata a Froilán, nieto y sobrino de reyes de España, perfectamente y con una amabilidad pasmosa. “Froilán no es de madrugar, pues salió del palacio a media mañana”, empieza el relato de “un lobo de mar” que no suelta el cigarro ni sobre la tabla de paddle surf con la que se había acercado, no sin dificultades por el ejercicio físico, a una lancha llena de chicas. Todo ello sin quitarse la camiseta. La espuma de la sociedad que se parece más a la de la cerveza que a la del jabón perfumado. La España que no madruga.

No podrá reciclarse como “streamer”

No creo que a Froilán de Marichalar y Borbón le vaya mal en la vida ni aunque se dedique a tirarla por la borda de la lancha de unos amigos. No creo que, a malas, tenga que reciclarse como streamer. Y por si acaso se lo piensa (su hermana, Victoria Federica, es ya una influencer), que sepa que la cosa está regulinchi: Twitch, como YouTube en su día, se ha convertido ya en un espacio en el que unos pocos famosos se llevan la parte gorda del pastel y quienes se quedan con las migajas pasan hambre. Una vez más, el star-system se reproduce (más bien, se clona) y quienes sueñan con ser como Ibai Llanos pueden vivir una pesadilla.

Hay un Twitter de pago (y yo no lo sabía)

Había oído que iban a ponerlo en marcha pero no me constaba que ya estuviera funcionando: lo cierto es que me he enterado de que Twitter de pago existe cuando han anunciado la primera subida de facturas. No creo que sea una persona desinformada sobre las novedades de Internet, pero esto me ha pillado por sorpresa. En Trecebits explican qué ofrece la red social a cambio de cinco dólares mensuales: “Modificar un tuit publicado dentro de una ventana de tiempo, disponer de iconos personalizados, sustituir la imagen del perfil por un NFT o añadir artículos sin anuncios en la red Twitter Blue Publisher, entre otros”.

¡Por supuesto que el dinero no se volatiliza!

La pérdida de valor de las criptomonedas ha supuesto que muchísimos inversores e inversoras hayan visto desaparecer su dinero. Pero este no se ha volatilizado: las infames cantidades de millones que han atrapado los creadores de estas virtualidades lo demuestran. Y lo cerca que está este sistema de la estafa es ya escandaloso: Santiago Fuentes, dueño de Arbistar 2.0, ha visto cómo en juez le ha embargado 50 millones de euros en sus cuentas y ha ordenado la venta de varios vehículos de alta gama para poder restituir lo guindado en “una de las mayores macroestafas por inversión en criptomonedas” (La Información).

Sí, puede pasar

Nos hemos acostumbrado a dar por hecho nuestro bienestar: tenemos servicios sociales y leyes que nos protegen. Nada nos puede ser arrebatado… A menos que vivas en Ucrania y Putin decida arrancártelo a misilazos, a menos que vivas en EE.UU. y los jueces decidan devolver a un país gigantesco a las cavernas de los derechos, o a menos que vivas en España y la judicatura, heredera en muchos casos de tiempos pretéritos, vía parental directa, dé por buenas las querellas que Vox o sindicatos y asociaciones de extrema derecha van poniendo. Lo que apuntan en El Siglo de Europa al respecto resulta inquiteante.

Tú pagas la factura, él se ahorra los viajes

Esto es muy sencillo: las y los clientes de Telefónica pagaban las facturas (por ejemplo, la de Movistar para ver los partidos del Athletic lejos de San Mamés) y Juan Carlos I se ahorraba una pasta en viajes en avión porque la empresa “prestó sus aviones privados al Rey emérito para sus viajes personales. Juan Carlos I se benefició de su relación de amistad con César Alierta para usar alguno de los cuatro ‘jets’ que la compañía de telecomunicaciones llegó a tener hasta 2019”. De esta manera se desplazaba el emérito cuando abdicó y decidió conocer en profundidad los mejores restaurantes de España y Euskadi, por ejemplo.

Economía de guerra en Rusia. Por fin

Cuatro meses y medio después, el parlamento ruso se ha visto obligado, por fin, a aprobar un paquete de medidas para una “economía de guerra”, según Reuters. El bloqueo económico para que el poder de Putin se tambalee ha tardado más de lo previsto en hacerse visible de un modo así de contundente, aunque tampoco podemos esperar que los medios rusos, controlados por el Kremlin, vayan a contarlo de una manera que invite al menoscabo de la figura de su gran líder y peor persona. Lo triste, sin duda, es que ese perjuicio económico, fruto de la situación generada únicamente por Vladímir Putin, va a afectar a millones de personas.

No en el Barça

Donde no van a aplicar una economía de guerra, ya lo ha dicho Joan Laporta, es en el FC Barcelona que, mágicamente, ha conseguido cientos de millones de euros para poder fichar y sanear parte de su deuda. Como si hablásemos de 500 euros leemos noticias sobre los 500 millones que han logrado reunir y que, con habilidad contable, la excusa del COVID y permisos especiales, parece que serán suficientes para hacer frente a la sangría de 800 y fichajes por valor de 200. ¿No salen las cuentas? A nadie le salen salvo al Barça y a quien tiene que repasar los números antes de echar el balón a rodar. Insisto: es magia.

Pues les da para unas comisiones

Que con la que les está cayendo el PP de Madrid haga un tuit con esta noticia de El Español (siempre al quite) debería de ser de juzgado de guardia: “Madrid es la autonomía más barata en impuestos gracias a las políticas liberales”. Pese a que recaudan menos, en la capital de España sí les da para dejar seis millones de euros de dinero público en solo dos comisiones. El milagro de los panes y los peces, u otro mucho más mundano que consiste en repartir primero a quienes tienen contacto directo con el ayuntamiento y tan estrecho que se permiten el lujo de sugerir que se merecen una medalla de la ciudad.

Descubren la política y escriben un libro

Nunca dejarán de sorprenderme quienes creen que la política empieza y acaba con ellas y ellos, y para que quede claro hasta escriben un libro, como ha hecho Gala Pin, que acompañó a Ada Colau en su primera legislatura. Un libro que, por lo que cuentan entrevistadora (de Eldiario.es) y entrevistada, no aporta nada nuevo a quienes llevamos años siguiendo de cerca la política: todo se ralentiza, con el funcionariado hemos topado, hay lobbies y la policía municipal no es tan mala cuando en vez de enfrentarte a ella trabajas con ella. Gala Pin descubre el fuego en 2022 y nos lo cuenta en un libro. Cómo no.

Cuñados supremos

Otros que están encantados de haberse conocido con los de La Base, el podcast que dirige Pablo Iglesias en Público. Lo mismo te cuentan “la verdad” sobre Rusia, que te analizan las elecciones en Francia, que te hablan del pacto PP-Vox, que te hacen una semblanza de Núñez Feijóo como si lo conocieran de toda la vida. Y todo esto, sin pasar a la página siguiente. La Base es un cuñadómetro de primer nivel: no hay tema sobre el que sepan más que los demás. No hay verdad que se les resista. No hay personaje ni situación que no puedan analizar con detalle. Son como Iker Jiménez pero en podcast. Es decir: prescindibles.

Seguimos en Barcelona

Dadas las circunstancias, mejor espero al libro de Gala Pin, el podcast de Pablo Iglesias o la película en prime-time que se monta Iker Jiménez para alborozo, generalmente, de los magufos que votan a Vox. Pero, venga, me voy a aventurar y a sugerir que lo que pasó en el Camp Nou hace ahora una semana y que permitió a las y los seguidores del Eintracht ocupar las gradas mayoritariamente no tiene nada que ver con el modelo de negocio ni con un equipo “acostumbrado a ganar”. Lo siento, pero más bien creo que es el producto de quienes siguen a su equipo solo si vence o compite por los grandes trofeos.

Y en pandemia

Desde ayer podemos entrar a cualquier sitio sin mascarilla salvo los centros de salud y el transporte público, prácticamente. Será que me he vuelto temeroso entre el coronavirus, la guerra, la crisis y mi ansiedad, pero me parece un error. Un gran error. Seguimos en una pandemia mundial, no lo digo yo, lo dice la OMS, y eso quiere decir que continúa la transmisión de un virus que no tenemos controlado y que puede mutar en cualquier momento para volverse más agresivo y más letal. Si sucede nos va a pillar con la guardia baja (la mascarilla es también un recordatorio) y la ocupación hospitalaria, alta.