¿Qué economía colaborativa?

David G. Ortiz se mete con la falsa economía colaborativa con la boca pequeña en su columna de Yorokobu hasta acabar claudicando, haciéndose la picha un lío con la prosa, y obligándose a reconocer que “la economía colaborativa nos hace la vida más fácil”. No, miren, no hay economía colaborativa. Y si la hay no es la de Internet. No lo es AirBnb, ni Uber, ni Glovo. Son empresas con aplicaciones y un modelo de negocio basado en que paguen otros los impuestos. Hablemos bien.

Cientos de miles de tontos como yo

Puedo entender que desarrolladores o diseñadores sigan el trabajo de otros compañeros que han decidido crear en Instagram personajes ficticios por ordenador. Se trata de un ejercicio sano: observar la creatividad ajena. Pero no creo que los cientos de miles de seguidores que varias cuentas con personajes generados por ordenador sean todos profesionales del gremio. Más bien son personas que nos recuerdan que ya no distinguimos lo relevante de lo que nos hace perder el tiempo.

¡Pedro, actúa!

Ya no es cosa mía, que hace unas jornadas me preguntaba a qué esperaba Pedro Sánchez para reaccionar después de que el CIS ayudara a Albert Rivera a ser percibido como líder de la oposición: según Vozpópuli, en el PSOE están preocupados ante la evidente indolencia de su líder, obsesionado con dejar atrás a Podemos pero incapaz de neutralizar a Rivera, hasta el punto de que por no parecerse al PP le deja hacer. Cuando despierte, el dinosaurio se habrá hecho más grande.

¿ETA tiene un plan?

ETA va a vender sus armas. Eso aseguran en El Confidencial Digital. Y más que una noticia, es de pura lógica: después de robar armas en Francia y Portugal que no han llegado a usar, por suerte para nosotros, querrán hacer caja. ¿Para qué quieren el dinero? ¿Para qué van a usar esas armas los compradores? Son dos preguntas muy interesantes que deberían de responder, además, los que acaban de descubrir el pacifismo o se disfrazan de Gandhi cuando critican la industria armamentística vasca.

Agur, Klout

Fue una de las primeras mierdas de Internet. Primero vinieron las redes sociales, así, en aluvión, después herramientas que te permitían centralizar su uso (herramientas del diablo que convertían a los pesados en insoportables) y, acto siguiente, webs que sumaban tu actividad, tu alcance y calculaban lo que molabas. Klout, lo llamaban. Ya no estará disponible para nadie más y no lo echaremos de menos, aunque lo más recalcitrantes no dejaban de hablar de su klout.

El PNV tiene derecho a negociar

Es así de simple: la política es el arte de hacer posible lo difícil. Es de hablar entre diferentes para encontrar los espacios comunes. La política no va de bloquear, ni de cuanto peor, mejor, ni de hacer memes o tuits ingeniosos para cerrar los temas, aunque muchos lo crean. El PNV tiene derecho a negociar con el PP si quiere. Y los catalanes a hacer su camino que pasa, nadie lo olvide, por negociar con Rajoy. Y con una campaña española lanzada eso es imposible por mucho arte que tengan todos.

Cifuentes saca la metralleta

Muchos pensamos que la filtración del falso máster (según todas las pruebas) de Cifuentes venía del propio PP de Madrid. De pronto, apareció un miembro de la universidad afiliado al PSOE y todo cambió. Pero en El Español aseguran que la presidenta va a “morir matando”, como con su denuncia contra las irregularidades de su predecesora, Esperanza Aguirre, y que “el PP se echa las manos a la cabeza”. “Esto va a ser la guerra” se lamentan, según el digital de Pedro J. Ramírez.

Y en Podemos no la guardan

No salimos de El Español. No hace falta porque los de Pedro J. Ramírez han contrapuesto la información anterior con la que voy a trasladarles ahora: Podemos ha escenificado un aparente acuerdo entre Errejón (apartado en Madrid), Iglesias (el que le amenazó: “Ni media tontería”) y Espinar (el que le quería colar un equipo entero y le ha colado medio) para quitarse de en medio a Bescansa (que sigue intentando hacer frente a Iglesias), y pretenden que nos cuele todo.

Y en el PSOE no saben qué hacer

No suelo estar de acuerdo con Joaquín Leguina pero esta vez, sí: no creo que el PSOE necesite a Manuela Carmena, y con el “no” de esta a los de Pedro Sánchez acaban de darse un tiro en el pie. Porque esa negativa pone en entredicho al que sea al líder de la oposición actual y al candidato que, como sugiere Leguina, nada tendría que envidiar a Carmena salvo el maketing de Podemos. Y esa es la situación en Madrid: con un PP debilitado, Podemos y PSOE no son capaces de sacar cabeza.

Guerra de instagramers

¿Es intrusismo el que hacen los “influencers” en Instagram? Sinceramente, no lo creo. No son agencias de publicidad aunque la venden, no son modelos aunque usan sus cuerpos, ni son fotógrafos aunque sacan y, sobre todo, salen en fotos. Pero, sí: hablan de publi y marketing, sí, posan y hacen campañas y, sí, hasta se meten a dar cursos de fotografía. Solo es un tipo de prescriptor y, si me apuran, una nueva profesión que consiste en vender todo lo que puedas mientras dure.

Lo que Facebook sabe… Y nosotros, no

Javi Padilla, que lleva unos cuantos años en esto, se ha molestado en encontrar, descargar y analizar el archivo que Facebook nos ofrece con toda la información que tiene de nosotros, y se ha llevado alguna sorpresa desagradable: un historial muy completo, todas sus relaciones familiares y hasta la agenda de su propio teléfono. Esos son, entre otros, los datos que Facebook admite tener de él, que serán similares a los que tiene de cualquiera de nosotros. Pero, ¿y lo que no nos cuenta Facebook?

Lo que Instagram censura

En la denuncia de Álvaro Martínez, el usuario que ha generado una ola crítica contra Instagram porque la plataforma ha censurado la foto de un beso entre Álvaro y su novio, hay una cuestión importante: la eliminación de la foto viene dada por una serie de denuncias previas. Instagram (y Facebook, que es su propietaria) tiene la responsabilidad de revisar esas denuncias antes de que un robot censure lo que no es censurable, pero la acción humana ha tenido mucho que ver, y eso es lo terrible.

Lo que queremos (o eso creen)

En plena crisis de prestigio y con todos dispuestos a sacar punta a cada noticia sobre Facebook, Instagram o WhatsApp (esas censuras ridículas ya las hacían antes los robots pero sin tanto impacto), Facebook se mueve y sigue buscando que su gran red social siga siendo usada (para la recolecta de datos, evidentemente): no solo veremos más actualizaciones de nuestros amigos que de las marcas, ahora también veremos más las más noticias cercanas. Lo de la globalización tiene un límite, al parecer.

Podemos pincha

Sí, más del 90% de los que han votado han validado la continuidad con IU y la de la marca “Unidos Podemos”. Pero, ¿cuántos han votado? Según El Plural, “apenas ha participado el 16,15% de las bases. En total, han votado poco más de 76.511 de los 473.600 inscritos que hay en Podemos”. Y son datos que da la propia organización. Oigan, si eso no es pinchar, ¿qué lo es? Porque lo que se preguntaba era importante y el modo en el que se ha ganado suena a música búlgara.

Y el alquiler sigue subiendo

Yo sigo insistiendo: la pasada crisis inmobiliaria no ha sido tal. Por lo menos, no ha servido para una redistribución de las propiedades gracias al abaratamiento de los pisos. El descenso del poder adquisitivo y la falta de crédito ha generado que solo quienes tenían el dinero podían invertir (se batió el récord de compra-ventas sin hipotecas). ¿El resultado? Sigue creciendo el precio del alquiler, las previsiones son al alza y, al mismo tiempo, el de la vivienda en propiedad se recupera. ¿Quién se beneficia?

«No todo vale»

Les dejo con el tuit que María Dolores de Cospedal dedica a Cristina Cifuentes en todo su esplendor, para que lo disfruten: “No todo vale en política. Las actuaciones de estos días contra Cifuentes son mezquinas, machistas y miserables. Parece que a algunos les gustaría conseguir lo que no consiguió un accidente de tráfico mortal. Retomando sus palabras de ayer: a seguir todavía con más fuerza”. Un mensaje que, viendo los acontecimientos, es un monumento al exceso.

La gran diferencia

También en Twitter y sobre este tema, Roger Senserrich se preguntaba con acierto: “¿De verdad tenemos que explicar por qué lo del master de Cifuentes es motivo más que justificado de dimisión? ¿De verdad?”. La gran diferencia entre los políticos de otros países que dimiten cuando les pillan falseando currículums o copiando tesis doctorales es que éstos lo admiten. En España la picaresca nunca ha pasado: Cifuentes lo niega, gana tiempo, entierra el problema y sigue adelante.

¿Sorpresa?

Cuando los gurús hablaban del mundo hiperconectado, ¿acaso alguien se creía que no se referían a lo que hoy a algunos les obliga a poner cara de sorpresa? ¡Por supuesto que doy por hecho que Facebook (la empresa) agrupa los datos que recibe de Facebook (la red social), WhatsApp e Instagram, sus tres grandes plataformas! Lo que me sorprende es la cantidad de personas que no lo sabían o no lo intuían aún, especialmente entre la gente del sector y los más entusiastas.

Lo que no sorprende

Supongo que esta tormenta pasará con algún parche estético para que nos parezca que tenemos más control sobre los datos que regalamos de nosotros mismos, y que seguiremos usando las redes para no perdernos lo que nos enseñan nuestros amigos y los influencers, cada vez más presentes en nuestras vidas digitales. Fíjense hasta qué punto: en La Información han listado a los más influyentes entre los mayores de 50, que también usan estas herramientas y quieren estar de moda.

Qué rule esa cachimba

Son jóvenes, tienen dinero y una vida social activa. También son personajes del cuché, así que por supuesto que voy a comentar el encuentro entre Froilán de Marichalar y “el pequeño Nicolás”, dos de mis personajes intrascendentes favoritos, en el bar de cachimbas que tiene Munir, el jugador del Alavés, en Majadahonda. “Los dos tienen muchas cosas en común: de las polémicas en la prensa a la vida de bon vivants en los locales de moda capitalinos”, resumen en El confidencial.

Nieva en Euskadi

He elegido la foto de José Antonio Pérez por bonita y porque a buen prescriptor le ganan pocos. Este guionista bilbaíno compartió ayer en Instagram, como tantos otros ciudadanos en Euskadi, las vistas desde su ventana con el característico manto blanco sobre nuestras ciudades, pueblos y paisajes. Si esta columna va sobre lo más destacado en las redes ayer tenía que empezar por la nieve que, sí, cae más al norte de Araba de vez en cuando y nos deja imágenes estupendas.

Y ahora, al lío

Otro tema que debemos seguir en Internet es el que intentan viralizar, y hacen bien, los independentistas catalanes: el referéndum ilegalizado del 1 de octubre no tuvo ningún coste económico para los catalanes, según admite el gobierno español que ha intervenido la autonomía. Este es un buen momento para recordar que el dispositivo policial del ministerio de Interior para impedir un ejercicio de democracia costó 87 millones de euros que vamos a pagar españoles, catalanes y vascos.

No nos tomen por tontos

Un historiador sin rigor no es un historiador. Será un buen contador de anécdotas y curiosidades, pero pierde todo su sentido. Y César Alcalá, por mucho que se empeñe en imponer su razón, pierde el rigor debido cuando afirma que la monarquía cuesta solo nueve millones al año, 0,17 euros por español (y catalán y vasco). Los palacios, vehículos y distintos elementos de uso y disfrute de la Casa Real española se pagan también con dinero público a cargo de distintos ministerios. Y lo sabe.

El coste importante

Y mientras Alcalá y otros miembros del PP nos quieren enredar en comparaciones y cuentas capciosas, la realidad se empeña en recordarnos que nos han estado robando con su complicidad: “La luz y el gas suben un 66,7% en diez años. El IPC, solo un 14,7%”, tuitean en la cuenta de Público. Unas cifras absolutamente inasumibles y sin entrar en el caso extremo de las ridículas subidas a los pensionistas, que les empobrecen cada vez más. Esto es lo que tiene que afrontar de una vez el PP.

¡Claro que es inasumible!

El consejero delegado de Vodafone en España, Antonio Coimbra, hizo una cuenta rápida y sencilla a los asistentes a su charla en el Mobile World Congress de Barcelona: los 20 euros que paga cada abonado por el número de abonados menos lo que Vodafone abona a Mediapro por los derechos de fútbol, es un mal negocio. De hecho, si Vodafone perdiera todos esos clientes pero dejara de pagar el fútbol, ganaría dinero. Esta es solo la comprobación de algo que sabemos: las cifras del fútbol son inasumibles.