No es la App, es el morro

Nace un banco nuevo, Revolut, que, cómo no, se basa en una App: así, la tecnología nos ayuda a cambiar hábitos porque perdemos la confianza en lo tradicional. Los bancos, además, ayudan a que tomemos la decisión: nos quitan las oficinas y nos hacen pagar por los trámites físicos. ¿Qué más me da pasarme a un nuevo banco si, total, tengo que hacerlo todo por Internet? Lo que sí importa es cómo se construye la nueva entidad: según Eldiario.es, Revolut pone como prueba a los candidatos a un puesto de trabajo conseguir 200 nuevos clientes, les contraten o no.

No es el voto, es la actitud

Me cuesta creer que Celia Villalobos haya votado en contra de levantar el famoso “impuesto al sol” cuando el resto de su partido se ha abstenido. No creo que una política como ella, de vuelta de todo, se vaya a meter en ese fregado. Simplemente, creo que estaba distraída cuando le informaron del sentido del voto, o puede que incluso pasaran de ella. De lo que estoy bastante seguro es de que a Villalobos le dio igual no enterarse como le da igual haberse equivocado. Y esto es lo grave y lo que define al PP: que personas como Villalobos sigan ocupando un sitio y un sueldo en la política.

Nick Clegg como revulsivo

Facebook está ante su mayor crisis de reputación. Siempre ha habido críticos, siempre ha habido noticias controvertidas, siempre ha sobrevolado la duda sobre lo que hacían con nuestros datos y siempre ha habido analistas que la daban por muerta en unos meses. Pero esto va en serio: robos de información, las mentiras que hacen ganar las elecciones a Trump y, ahora, el engaño sobre la viralidad de los vídeos que nos han costado dinero en producción o publicidad. Con todo esto sobre la mesa, Facebook se encomienda ahora al expolítico británico Nick Clegg.

Instagram como escaparate

Para Facebook la caída de su buque insignia, de la red social que lo ha sido todo, que ha cambiado el mundo y que da nombre a la gran empresa en la que se han convertido, es importante. Pero lo van paliando con el modo en que nos hemos acostumbrado a WhastApp y el éxito de Instagram. Todos somos más felices desde que lo tenemos. Por lo menos, cuando posamos para las fotos que verán nuestros amigos. Y es ya una fuente inagotable de costumbrismo mundial: la última moda, la de espiar (en argot, “stalkear”) a los hijos de los ricachones rusos.

Los que mejor se lo han montado

Después de aquel: “¿A qué piso va, señor?”, de pensar que tengo el mismo aspecto que el resto de padres de los compañeros de ikastola de mis hijos y de comprobar que mi peluquero de toda la vida cada vez tarda menos en cortarme el pelo, la mayor muestra de mi propia vejez fue ver un tuit en el que un millenial preguntaba: “¿Alguien sabe qué serie es esta?” mientras mostraba el vídeo de un chiste de Friends que le había hecho gracia. Y es que hace 14 años que se terminó. Sin embargo, sigue reportando 20 millones de dólares a cada protagonista al año y 1.000 a la Warner, según Espinof.

Un año de una gran victoria

Hace un año les hablábamos de violencia policial en Catalunya y escribíamos emocionados sobre un pueblo que había hecho frente a una ilegalidad injusta con un aplomo ejemplar. Hoy, doce meses después, podemos expresar con total seguridad de que el 1 de octubre de 2017 asistimos a una victoria inapelable del pueblo catalán contra los gobernantes españoles y también los propios, que no tenían ni idea de qué hacer a partir del día dos, y así lo hemos comprobado. Nada, en cualquier caso, ni los errores de los políticos catalanes ni la vergüenza española justifican los meses de prisión o exilio.

La vergüenza de España

Ni Mariano Rajoy ni su equipo, ni el juez Llarena y sus ganas de hacer la justicia por su cuenta, supieron gestionar el 1 de octubre y las jornadas posteriores, cuando la vergüenza les invadía mientras les desbordaba en Europa. Las imágenes de una policía que maltrataba al pueblo catalán, que solo quería votar y, para hacerlo, había burlado la prohibición haciendo aparecer las urnas de tal manera que hoy sigue siendo una incógnita. Para la vergüenza española, insisto, quedarán esas imágenes de violencia directa ante una ciudadanía pacífica y de provocación policial.

La violencia sigue

Gabriel Rufián denunciaba en Twitter el acoso que recibe del que parece ser un Guardia Civil. Así, en Instagram estaría recibiendo insultos y amenazas (“te tenían que fusilar, cabrón, y tu familia de mierda que tienes, hijo de puta”) de un usuario que se hace llamar Aaron y que, en otras fotos, muestra su gorra de la Guardia Civil y a sí mismo en una manifestación por la equiparación salarial entre cuerpos policiales. No hemos podido encontrar al usuario, que podría haber cambiado su identidad porque a Rufián le seguimos muchos y se habrá sentido atosigado entre la curiosidad y los justicieros.

No cabe la equidistancia

El 1 de octubre hizo un año también de la paella que organizó Miquel Iceta. Puedo entender que el del PSC quisiera intentar entonces hacer algo simbólico, algo que significara un momento compartido mientras daba la espalda a una actuación policial desmedida y un protagonismo ciudadano inapelable. Pero entonces, y más hoy, la equidistancia no es una opción: o se está con el pueblo catalán y se exige la excarcelación de sus líderes presos, o se justifica la violencia de Estado y de una justicia desaforada. Simplemente, no hay un término medio posible.

Pero hay que leerlo todo

Que hoy haya políticos presos en Catalunya me parece de extrema gravedad, que el Estado no haya pedido perdón a los catalanes y a toda Europa por sus decisiones es una vergüenza, pero que algunos sigan estirando el chicle del proceso independentista cuando ni ellos mismos hacen se lo creen tampoco es positivo. Y esto también hay que escribirlo. Por eso creo que, aunque fastidie porque dice lo que no nos gustaría leer, hay que dedicar unos minutos a la entrevista en El Confidencial a Bernat Dedéu, que ha apoyado el independentismo pero se ha alejado de este falso procés.

«Las putas urnas»

Ya no se trata de vídeos que grabaron con sus móviles los voluntarios que el pasado 1 de octubre se jugaron su integridad y una denuncia para ejercer su derecho a voto, o la visión de TV3: en Eldiario han publicado las imágenes que tomaban las cámaras que algunos agentes de la Policía Nacional llevaban pegadas a sus trajes. Mazas para romper aulas en los colegios al grito de “cerrajero 24 horas, ¿dónde están las putas urnas?”, y ataques directos a personas que formaban barreras pacíficas en torno a los espacios electorales. Estaba en juego la democracia y perdió la partida el Estado.

Los audios de Villarejo

Es el factor común entre los audios que rasgaron el velo del juancarlismo y estos más recientes, con la ministra española de Justicia en el disparadero: el comisario Villarejo, el de las cloacas del Estado, el que, según leemos aquí y allí, mercadeaba (¿y mercadea?) con archivos que guardan pruebas, documentos incautados en investigaciones, vídeos y audios que hacen que un jefe de Estado se quede sin hambre de langostas y una ministra de Justicia se coma con patatas lo que nunca debía de haber dicho. Porque este problema lo generaron ella y Baltasar Garzón, otro que siempre está.

No nos libramos ninguno

El periodista Fernando Pérez avisa en Twitter de que: “Nadie –nadie en absoluto– saldría indemne de la grabación y publicación de sus conversaciones privadas. No distinguir entre la esfera pública, la privada y la íntima nos conduce al Gran Hermano. Y eso vale para cenas de ministros, correos de jueces o chats de policías”. Y tiene toda la razón. Pero creo que un periodista tiene que ser más precavido: su periódico o el mío pueden airear una grabación mañana mismo, y solo su contenido demostrará si es por interés periodístico o por chismorreo. Esa es la línea, no la divulgación.

Allá en Canadá

La última crisis de su gobierno ha pillado a Pedro Sánchez en Canadá, donde, de no ser por estas grabaciones, habría generado otra noticia recurrente de su breve presencia en Moncloa: una contradicción más. Ahora, Sánchez sí avala el CETA, el tratado comercial entre Canadá y Europa ante el que obligó a los suyos a oponerse como líder del PSOE que buscaba marcar perfil. Es decir: Sánchez rectifica porque, como ya dijimos en su momento, el CETA no era un mal acuerdo, para empezar, por las partes que lo firman. ¿Cuándo Canadá es un socio poco recomendable?

Cuando en “las redes” te atrapan

Aunque logró empatar contra el Athletic, el Betis ha empezado mal la temporada y parece que hay mar de fondo en la masa verdiblanca. Euskadi está muy lejos para conocerlo de primera mano y, además, está más que claro que las aficiones vasca y sevillana no tienen casi nada en común. Pero hasta aquí llegan los ecos y, gracias a las redes sociales, vemos que precisamente estas plataformas (Instagram o Twitter) están sirviendo para que algunos “aficionados” ataquen a los jugadores de su equipo, hasta el punto de que algunos, canteranos para más gravedad, han cerrado sus espacios.

Sí, lo es

Elisenda Torrents solo tiene 55 seguidores en Twitter, pero ha conseguido casi 4.000 interacciones de uno de sus tuits simplemente porque su indignación es la de todos: se queja de que, con 4 euros de consumo, la factura de la luz ascienda a 158 gracias a conceptos como la “regularización y otros” (50€), la potencia contratada (45€), los derechos de contratación (34€), el IVA (20€), el impuesto especial a la electricidad (que abonamos los consumidores, 2€) y el alquiler de equipos (que consumen energía, otros 2€). Sin duda, es la mayor estafa consentida de nuestros tiempos.

¿Cuál fue el parte médico?

Pablo Casado recordaba en Twitter el primer aniversario “del violento asedio de los secesionistas a la Guardia Civil en Barcelona”. Él cree necesario considerarlo así y yo no voy a criticarlo, aunque si añado que ojalá hubiéramos vivido en Euskadi el independentismo todos con el mismo ánimo pacifista. Dicho esto, me gustaría conocer el parte médico de los guardias afectados para usar, a partir de ahora, “violento asedio” con la misma precisión que el community manager de Casado. Porque, ¿no estarán usando una retórica belicista para tapar acciones pacíficas?

No me gusta ninguno

No me gusta Yusnaby Pérez, que encaja perfectamente en la figura de agente desestabilizador creado por la inteligencia estadounidense contra Maduro. No me gusta Nicolás Maduro, ya lo saben. Y por lo que he podido leer y ver de Salt Bae, no me gusta nada este chef turco que el presidente venezolano decidió visitar, excéntrico y vendehúmos. Tampoco me gusta ella, Cilia Flores, que ostenta el título de “primera combatiente” del gobierno venezolano. Nada en la imagen es de mi agrado, sobre todo, el ostentoso banquete que se aprietan Maduro y Flores mientras en su país lo que aprieta es la escasez.

De Madrid

Hay que tener la cara muy dura o el cerebro para estrenar, para referirse a Francisco Franco como “el caudillo que ganó la guerra civil hace 82 años”. Lo hizo Begoña García, diputada del PP en la Asamblea de Madrid, durante una pregunta al vicepresidente de su Comunidad, Pedro Rollán, sobre el balance de la Agencia de Seguridad y Emergencias de Madrid, durante la que también acusaba al PSOE de “enfrentar y dividir a los españoles” por promover la exhumación del dictador. García ha pasado así a ser una política conocida a nivel nacional por fin pese a que es alcaldesa de Santa María de la Alameda desde 1995.

Los que ya emigraron

La periodista Ane Irazabal ha recuperado recientemente en su Instagram un fragmento de una película de 1962 en el que se ve la llegada de emigrantes del sur de Italia a Milán. Eran conocidos como los “terroni” y les calificaban como “la mierda del Sur”. Como bien dice la periodista, 60 años más tarde se repite la historia y los emigrantes, esta vez de más al Sur, quieren alcanzar la costa italiana aunque eso suponga enfrentarse al racismo. Racismo que, añado yo, puede incluso venir de aquellos que entonces fueron inmigrantes. Más nos valdría conocer la historia para no repetirla.

Facebook ya no mola

Cualquiera que tenga una cuenta en Facebook habrá notado que la usa menos y que, incluso, consulta mucho menos las novedades de sus “amigos”. Facebook ya no mola y, como bien sugiere en Magnet, ese es el gran problema de la empresa, y no la falta de credibilidad, las “fake news”, si aupó a Trump a la presidencia de EE.UU. o si da más cancha a las ideas “de izquierdas”. Y ahora, ¿qué? ¿Qué va a pasar con nuestras fotos, nuestras reflexiones lanzadas a Internet vía Facebook, nuestros contactos y las relaciones que hemos mantenido? Tranquilos, que tenemos Instagram (propiedad de Facebook).

Pero no es solo Facebook

En un blog especializado en la tecnología de Android van más allá: no solo es Facebook, las personas usuarias están perdiendo su confianza en las redes sociales digitales. ¿Qué pasa con Twitter, cada día más lleno de pesados, indignados y, en general, el tonto del pueblo con un megáfono? Instagram sigue creciendo pero parece que nunca llegará a ser tan grande como Facebook. Y el resto de redes son hoy residuales (Flickr, Pinterest, etc.). Es decir, muchos usuarios dejarán de tener redes sociales cuando Facebook, definitivamente, caiga. ¿Qué ha pasado? Simplemente, que nos hemos cansado.

La culpa es de la tecnología

Si algo ha reforzado Internet es la tendencia natural del ser humano a echar la culpa a otro. Por ejemplo: las olas de indignados miran más que nunca al estado, al que piden que regule… la actividad ajena. Pero también se piden cuentas a las empresas tecnológicas, como la mujer que ha demandado a Tesla (no digo que no se lo merezca, ojo) porque ha tenido un accidente pese a usar (o por hacerlo) el sistema de conducción automática. El coche no percibió el obstáculo y vehículo y viajera (porque conducía un ordenador) se chocaron contra un camión de bomberos parado.

¿Y a dónde va el dinero?

Recelo por sistema de las virtudes de la tecnología, sobre todo cuando es la propia tecnología la única virtud de lo que sea. Tal vez por eso me esté perdiendo un dineral por no invertir en monedas virtuales… aunque según nos cuentan en Xataka parece que no están viviendo su mejor año (mientras en otros foros leemos que se disparan). Ether, por ejemplo, ha perdido un 82% de su valor desde que alcanzó su máximo histórico, y arrastra a otras más conocidas como el bitcoin. ¿Y dónde va ahora el dinero de los inversores? ¿De dónde sacan su valor estas monedas? ¿De la demanda? ¿Eso no es especulación?

Los videojuegos seguirán sin ser olímpicos

No seré yo el que niegue valor a esta industria ni el que niegue el esfuerzo a sus grandes estrellas, pero yo tampoco sigo viendo los eSports una disciplina olímpica, aunque el argumento principal del COI me parezca una soberana estupidez: que promueven la violencia. Miren, no. Lo malo de los eSports hoy es que promueven a personajes poco modélicos por horteras, porque juegan a irse a paraísos fiscales, y porque de momento no parecen promover valores deportivos distintos al del dinero que se mueve (cada vez, más). Miedo me daría ver a los representantes vascos en la disciplina.