¿Al dictado?

Lo he visto varias veces porque estaba convencido de que no estaba entendiéndolo bien, pero sí, los sindicatos de la Ertzaintza reclaman en un vídeo a Josu Erkoreka que “sea valiente” y diga “alto y claro” que la actuación policial en Tolosa fue “muy profesional, proporcional y ajustada a la realidad”. Lo reclaman el día después de que conociésemos que la institución ha iniciado una investigación. ¿Da igual esa investigación? Para los sindicatos parece que sí, pero no pueden pretender que el consejero vasco de Interior no espere al resultado. La famosa “unidad sindical” vuelve a mostrar así una distancia incomprensible con la realidad.

No son santos

Comparar a Alberto Garzón con Julio Anguita no es posible. No porque les separe una altura política o ética (que tampoco lo creo, sinceramente), sino porque el primero ha sido ministro y porque el tiempo político que han vivido ambos es muy diferente. En cualquier caso, la comparación que hace Fonsi Loaiza, y que hacen otros que se posicionan en la izquierda, es por lo tanto injusta y, además, inadecuada: son políticos y políticas, son personas trabajadoras, tienen hipotecas y cargas familiares, no son santas ni santos. Y la izquierda se equivoca buscando personas a las que beatificar en un escaño del Congreso.

¿A quién llamamos?

Una cosa tiene que quedar muy clara: que Alberto Garzón haya cobrado un buen sueldo como ministro, que ahora cobre una buena pensión temporal, y que pretenda hacer válidos sus conocimientos y contactos deberían de ser orgullo de la izquierda, porque hablamos de conquistas y de garantías. Nacho Corredor plantea las preguntas adecuadas en X: “Si no hay día después, ¿quién querrá entrar? ¿Quién se atreverá a salir?”. Si la izquierda actual no reconoce sus propios logros para evitar que la política no sea solo para las y los ricos, ¿qué debate vamos a poder mantener? Y otra cuestión: ¿con quién vamos a debatir?

No puede ser verdad

La del titular fue mi reacción cuando vi el tuit de Ion Antolín, el director de comunicación del PSOE, sobre esta noticia en El Plural: “Ayuso pide para Galicia y para España ‘el glorioso cambio en Argentina de Milei’”. Parece mentira pero no lo es. Tampoco es un desliz: “Para que haya sido posible se ha tenido que concentrar el voto, en el caso de este país en torno a Milei, que es en realidad lo que nos jugamos nosotros en Galicia”. Ella lo tiene claro: “Galicia no se puede sumar a lo que ya venimos sufriendo todos los españoles en el País Vasco y en Cataluña”. El domingo sabremos qué opinan las y los gallegos.

Puigdemont sigue de moda

Junts aprenderá con la práctica que la centralidad es mucho más rentable. Pero de momento, apretando, que era un mensaje de Quim Torra, y situándose en el extremo, sigue ocupando el espacio y sigue de moda: “Yolanda Díaz se sube al carro de las negociaciones con Puigdemont: ‘He hablado con él esta semana’” (El Debate). Una Díaz que, por cierto, no tiene mucha presencia en la campaña gallega, tal vez porque la derrota suele ser huérfana, y que deja otra perla en el digital muy interesante: “Reconoce que esta legislatura, sin Podemos, hay menos roces con la parte socialista del Gobierno”.

Todos a la cárcel

“Democracia de cuartel” lo llama Aitor Esteban y lo llama bien en su respuesta al también diputado Alberto Asarta, de Vox, que no tiene reparo en tuitear que quienes no piensan como él, independentistas vascos y catalanes, incluidos, por supuesto, “comenzarán a desfilar por los juzgados” “cuando los españoles nos den su confianza”. Así entiende la democracia este militar retirado: un “todos a la cárcel” de libro y sin separación de poderes. Golpismo puro y duro, a cara descubierta y para alborozo de sus seguidores, engorilados cada vez que algún nostálgico anuncia venganza sobre los demócratas.

Un conflicto nada nuevo

Ana Vega, que antes de la pandemia recibió un reconocimiento de DEIA por su labor en Twitter, ha elaborado un interesante hilo sobre cómo, ya en 1929, “la prensa recoge el malestar de productores y bodegueros contra el Consejo Regulador de Rioja y su intención de ‘erigirse en zona vitivinícola autónoma con la denominación de Rioja Alavesa’”. La periodista gastronómica ha escarbado en la documentación de la época para mostrar cómo desde sus primeros pasos, la D.O. Rioja (que ni siquiera se llamaba así) ha andado por el alambre territorial y ha tenido la insatisfacción como pilar.

Cada vez que habla Casado de corrupción…

Cada vez que Pablo Casado habla de corrupción nos acordamos de la del PP, un partido que ha sido condenado por lucrarse de prácticas corruptas. Cada vez que el presidente del PP intenta darnos lecciones al respecto (“tenemos un compromiso absoluto por la ejemplaridad y la transparencia”, tuitean en el Huffington Post), recordamos cómo se han ido de rositas la mayoría de sus dirigentes, incluido ese tal “M. Rajoy” que aparecía en los papeles de Bárcenas y a quien nadie investigar pese a aparecer junto a cantidades que se habría llevado al bolsillo. Así que, por el bien de la democracia, que Casado siga haciéndolo.

Merkel se va entre aplausos

Angela Merkel ha dejado definitivamente su cargo entre los aplausos de los representantes de todos los partidos salvo la extrema derecha en el parlamento alemán, y de toda la Europa política, en general. Y la historia solo endulzará el relato. Pero volvamos a ese minuto de ovación después de 16 años de presidencia porque ayuda a reconciliarnos con la política, ahora que es una práctica infravalorada y asaltada por cuatreros. Como tuitea Patrycia Centeno, que se negaran a hacerlo los nazis (su partido podía haber pactado con ellos para mantener el poder pero se negaron por principios) “aún eleva su prestigio”.

Y Scholz entra buscándolos

El nuevo canciller de Alemania, Olaf Scholz, que además fue ministro de finanzas en la última legislatura de Merkel, ya ha tomado su primera decisión al frente del país: “Subir un 25% el salario mínimo”, como recordaba Ion Antolín, hasta los 2.000 €. Una medida que en España encontraría el rechazo del Banco de España, los empresarios, partidos políticos y, por supuesto, los opinadores liberales de cabecera en cada medio que, en nombre del equilibrio, dan espacio a estos especímenes. No digo que en Alemania nadie esté en contra. Repito lo que han dicho y escrito en España, y resulta una auténtica vergüenza.