¿Qué excusa van a poner ahora?

Después de ver cómo la bajada de los precios de la electricidad coincidía con una menor demanda para calentar las casas porque Olentzero nos trajo un antinatural tiempo cálido, ahora nos preparamos para pagar más por la energía simplemente porque hace más frío y necesitamos encender la calefacción. Así que nada tiene que ver con la forma con la que las compañías generan kilovatios y sí tiene que ver todo con la demanda de los mismos. Ya pueden poner las excusas que quieran, que no cuela más el cuento de las eléctricas ni el del gobierno. Pero tampoco el de la Unión Europea. El lobby de la energía nos extorsiona.

Después de hacer el agosto harán la vuelta al cole

Después de conocer de primera mano la inacción del Gobierno con las eléctricas no espero gran cosa del anuncio de Pedro Sánchez sobre una futura regulación del precio de los test de antígenos. Ahora que los vamos a necesitar para aislarnos cuando la enfermedad sea leve, productores, distribuidores y vendedores aprovecharán para hacer su particular campaña de ventas de vuelta al cole después de haber hecho el agosto en diciembre. A más de seis euros la unidad, el margen es mucho, me refiero al margen de indignación de la ciudadanía que sabe que en Alemania no llega a tres euros, por ejemplo.

Ayuso como reclamo

Pablo Casado es un mal líder y sería un pésimo presidente. Para llegar a esta conclusión me he basado solo en sus propias decisiones, empezando por la de prestarse a ser el delfín de Aznar y Cospedal, siguiendo por la elección de sus cabezas de lista (Díaz Ayuso, Álvarez de Toledo) y terminando, claro, por su intención de abrazar a Abascal cuando sea necesario. Están tan claros sus errores que él mismo los evita: el confinamiento le ha venido de perlas para no tener que esquivar el acto de Mañueco con la presidenta de Madrid (Martínez-Almeida sí ha tirado de excusa), pero esta situación de campaña y reclamo la ha generado él solito.

Privatizar el dolor

No es menor el debate que Carlos Iturgaiz ha abierto sin querer: ¿tiene derecho el PP a homenajear a Miguel Ángel Iruretagoyena, al que ETA asesinó por ser concejal de este partido en Zarautz, incluso aunque el propio hijo de Iruretagoyena haya pedido expresamente que dejen de utilizar esa muerte? ¿Hasta qué punto la memoria del concejal puede ser recordada en contra de la familia? ¿Estamos hablando de un apropiamiento, de una privatización del dolor? Sin duda, hablamos de una cuestión muy delicada que tendrían que abordar familia y partido para llegar a una posición de respeto mutuo y al asesinado, básicamente.

El miserable del día

La caída en desgracia de Ciudadanos tiene que ver también con que intentaran colarnos a miserables como grandes aportaciones de los de Rivera a la política. Marcos de Quinto estuvo poco en el Congreso, pero sigue empeñado en mostrarnos de qué madera está hecho con tuits como este: “Cuando apareció el SIDA y no se sabía a ciencia cierta si se contagiaba por la saliva, la sangre o lo que fuera, ¿qué tal si se hubiera exigido identificar, rastrear y aislar a los portadores? ¿Qué tal si se les hubiera impedido entrar en bares o viajar? Pues eso…”. Seguro que si hubiera habido vacuna entonces no estaría haciendo esas preguntas hoy.

Ilusión, sí. Trampas, no

El tuit de Juan Carlos Cruz solo es uno más buscando el reconocimiento (o el desprecio, lo importante es el ruido) del resto de usuarios de la red social: “Un Gobierno de izquierdas consigue en plena crisis pandémica la mayor caída del paro de todo el siglo XXI y la mayor creación de empleo desde 2005”. Asegurar esto es tan tramposo como afirmar que ese mismo gobierno es responsable de la crisis que generó el coronavirus. A los gobiernos hay que reconocerles la capacidad de reacción en lo sanitario y en lo económico si la han tenido. Pero las alabanzas por el retuit no benefician a nadie.

Deseos, también

La mañana de Reyes desborda ilusión y satisface (o no) deseos. Por ejemplo: me encantaría que los medios de comunicación diesen las cifras de positivos por COVID recordando el número de test y el esfuerzo sanitario de personal y gestores. Pero sé que la realidad se parece más a lo que tuitea Enrique Clemente: “Una comunidad, pongamos que hablo de Madrid, no da datos de contagiados. ¿Qué hacen las televisiones? ¿Lo destacan? ¿Lo critican? Error: no dicen ni pío y hablan (mal) de las que sí dan los datos. Así funciona la estrategia de Ayuso en connivencia con los medios, incluida la televisión pública”.

Y magia. Mucha magia

Si hay un país de fantasía ese es Cuba: la dictadura es justificada por la izquierda mundial que desprecia el sufrimiento de una ciudadanía empobrecida, empujada a ser chivata de sí misma, sin aspiraciones ni recursos y a que tiene vetado el acceso a hoteles en su propio país. La crisis económica ha azotado a la isla más que la sanitaria, y los remedios del régimen solo han servido para exhibir su incapacidad: el caos económico, las monedas convertibles en la calle y en Internet, la devaluación del dólar en la isla que ha empobrecido a sus habitantes y el refuerzo del mercado negro paralelo dibujan una situación indefendible.

El nuevo El Dorado

Cuanto más leo sobre el “metaverso” más inviable me parece. ¿Por qué ahora sí iba a triunfar Second Life? Pues bien, son muchos los convencidos y, sobre todo, no son pocos quienes (sobre todo, en EE.UU., según EPE) quieren subirse a un tren que acaba de arrancar. Parece que quienes no pudieron invertir en bitcoins al principio ahora están comprando parcelas digitales en ese mundo paralelo que Zuckerberg está impulsando, con la aspiración de que se revaloricen y con la intención de especular. Los bitcoins siempre me han parecido una estafa piramidal y este metaverso, hoy, un detector de vendepeines y de incautos.

Ojalá la fantasía continúe

Tengo una hija y un hijo pequeños, lo suficiente para que hayan empezado el día abriendo los paquetes que les han dejado unos señores que aparcan a sus camellos en el portal. Sé que esta magia tiene fecha de caducidad y ando algo melancólico, como cualquiera después de casi dos años de pandemia. Por eso me ha encantado el post en Magnet sobre cómo “Tolkien pasó 23 años fingiendo ser Papá Noel en cartas navideñas a sus hijos. Y eran fascinantes”. El autor de El Señor de los Anillos inventó para su familia cuentos sobre “las luchas de Papá Noel contra duendes montados en murciélagos que robaban los regalos”, entre otros.

¿No hemos aprendido nada?

Empiezo 2022 con uno de los últimos tuits de 2021 que más llamaron mi atención: la exclamación de Quique Peinado después de conocer que la Comunidad de Madrid (que apenas hace seguimiento de casos de coronavirus en su sanidad pública) no contabilizará los positivos autodiagnosticados. “Madre mía, cuáles serán las cifras reales”, escribía el guionistas y presentador. Una pregunta que nos hacemos casi todos porque algunos (los menos) prefieren esgrimir el argumentario de Díaz Ayuso antes de hacer una lectura crítica de números y noticias. Una lectura crítica necesaria para mejorar en 2022.

No, Pablo, te retratas tú

Pablo Casado tiene claro que este 2022 tiene que sumar un par de victorias que pueda atribuirse, porque la de la Comunidad de Madrid lanzó a una competidora inesperada. Así, las de Castilla-La Mancha serán solo las primeras elecciones que competirá y que le servirán, además, para laminar a Ciudadanos. Pero ahí seguirán Vox y la dependencia del PP para gobernar. Dice Casado que los de Abascal “se tendrán que retratar” (El Independiente) y apoyar sus victorias desde fuera o forzar repeticiones electorales. Pero el selfie se lo va a hacer Casado, que demostrará que solo puede gobernar con la extrema derecha.

Que no nos pase más

Ya sé que el cambio de año no supone nada, realmente, salvo una oportunidad para lanzar buenas intenciones. Por ejemplo, solo deseo que esto que denuncia Xabier Lapitz en Twitter, simplemente, no suceda más: “¿Qué le pasa a la gente que llama ‘tarado’ a un catedrático de microbiología, ‘subnormal’ a una neumóloga, ‘nazi’ a un gobernante y ‘vendido hijodeputa’ a un periodista por decir que la vacuna salva vidas? ¿Qué pasa?”. Pasa, y seguirá pasando este año, que hemos dejado que nos ganen la partida de la desinformación los antivacunas y, ahora, los rebeldes de postal y escaparate contra la mascarilla o el Pasaporte Covid.

Que esto nos siga pasando

No sé si la reforma laboral que ha propuesto el gobierno español a sus socios en el Congreso saldrá adelante, pero sí sé que esto que tuiteaba Inma Carretero todavía en 2021 tiene tanto sentido común que solo espero que tenga continuidad este nuevo año: “Yo tengo que trabajar con el gobierno que legítimamente ha elegido el pueblo español. Eso dice Garamendi. Es tan sencillo. Tan obvio”. Porque la política va de eso, de trabajar y de posibilitar, de llegar a acuerdos haciendo renuncias y reforzando los avances. La política de todo o nada, o de destrucción del rival, no suma, y sumar es justo lo que necesitamos.

Sí, es un aviso

2021 también fue el año en el que el fútbol chino confirmó su apagón. “La Superliga, hace unos años polo de atracción de estrellas mundiales por sus desorbitadas fichas, ofrece hoy un panorama desolador de clubes históricos desaparecidos, salarios adeudados, estadios vacíos y cracks internacionales en éxodo”, escribe Adrián Foncillas en El Periódico de España, en un reportaje sobre la caída de un negocio insostenible con un consumo solo de proximidad. Y este aprendizaje tiene que ser un aviso también para el fútbol europeo, que sigue hinchando una burbuja insostenible sin querer aprender nada.

¿Cuál es la mala noticia?

Es evidente que llegamos al último día de 2021 hasta las gónadas del año en el que lo hemos pasado peor incluso que en 2020, cuando nos volvimos vulnerables. Estos últimos doce meses han agotado nuestra capacidad de resignarnos y aceptar cambios sobre la marcha, lo sé. Pero sigo pensando que algunas quejas y protestas tienen que ver más con la sociedad infantilizada que creamos entre todos mucho antes de la pandemia. Estos días hasta he leído repetidas quejas por la reducción de las cuarentenas y porque esta decisión respondía a motivos económicos. ¿Y cuál es ahora la mala noticia?

Sánchez sigue sin dar malas noticias

Por muy duro que haya resultado, en 2021 he mantenido mi tendencia de 2020: defender la posición de todos los gobiernos salvo aquellos claramente irresponsables, como el de la Comunidad de Madrid. Pero desde la responsabilidad (lo fácil es ponerse con quienes se quejan) también hay que admitir evidencias indefendibles, como la decisión del equipo de Pedro Sánchez de no dar malas noticias: “Traducido: paso de hacer nada, que es mucho lío, y qué pardillos todos los gobiernos europeos”, tuiteaba la periodista María Ramírez después de la última alocución sin consecuencias del presidente del Gobierno.

La política de toda la vida

Algunos terminan el año cayéndose del guindo. Bienvenidos y bienvenidas: “A veces, no conseguir todo lo que uno quiere, si mejora la vida del país, aunque uno no consiga todas sus posiciones, es mucho mejor. Lo sé por mi profesión, lo sé por la vida y porque me lo ha enseñado la política”. Esto decía Yolanda Díaz y tuiteaba El Huffintgon Post sobre la reforma laboral. Es decir: todas las partes han dejado pelos en la gatera y han hecho política de toda la vida. Quien lo descubra ahora porque se tragó aquello de asaltar los cielos es quien va tarde, y no, no tiene ningún mérito darse cuenta a las puertas de 2022 de cómo va esto.

Madrid, en la vanguardia del riesgo

2021 ha sido un gran año para Isabel Díaz Ayuso, que ha renovado su estancia en la presidencia de la Comunidad de Madrid y se ha hecho un hueco en la política nacional abanderando la “libertad” (pocas veces han estado tan justificadas unas comillas) y retando al gobierno español desde la capital mucho más que lo que lo ha hecho el catalán, por ejemplo. Y sí, Díaz Ayuso tiene mucho que ver en que el ayuntamiento, por boca de Begoña Villacís (de lo poco de Ciudadanos que queda en pie), haya anunciado que mantiene las campanadas en la Puerta del Sol, “la única gran ciudad europea” (Púbico) que lo hace.

Que no se repita nunca

Lo que relata Josean del Moral en su reciente hilo no sucedió en 2021, sino en 1995, pero este último día del año, y desde estas últimas líneas, aprovecho para desear que no suceda nunca más. El empresario recuerda cómo lucir un lazo azul en aquel momento en la parte vieja de Donostia (podía haber pasado en el Casco Viejo de Bilbao) suponía atraer miradas de desprecio y odio. “Precisamente lo llevaba para que ellos lo vieran”, relata Del Moral. El lazo azul se popularizó como expresión de solidaridad con José María Aldaia y su familia, y de rechazo a quienes le retenían y quienes les justificaban entonces y todavía hoy.

Cansado, sí, pero de quienes se quejan

Tiene toda la razón Quique Peinado: “La ola esta nos ha cogido a todos y todas muy hasta los cojones y anda que no se nota”. Personalmente, a mí me ha cogido cansado de oír y leer a quienes saben qué hay que hacer y qué, no. A quienes se creen que los presidentes autonómicos, rodeados de expertos, saben menos que ellos, que leen hilos en Twitter. A quienes reclaman más inversión en Salud y no son conscientes de lo que cuesta una PCR en el sistema público (y en la CAV se hacen 15.000 al día). A quienes creen que sus ratos en Twitter desde el sofá son equiparables a las jornadas de las y los responsables políticos y sus equipos.

¿Hay que esperar al colapso?

Quienes se ríen de las recomendaciones sanitarias (el documento del Gobierno Vasco es bastante lógico y comedido, dadas las terribles circunstancias) y se quejan de las medidas que se proponen (hoy no habrá nada radical porque Pedro Sánchez deja las malas noticias siempre a los presidentes autonómicos), ¿a qué esperan, al colapso? Todas las medidas de protección, todas, son eficaces en mayor o menor grado, por eso las recomiendan los expertos y los presidentes las piden. Y el objetivo de todas ellas es el mismo: evitar el colapso sanitario. Un colapso que no se evita con más dinero sino con más precaución.

Pedís más zendales

La única presidenta que ha respondido a la demanda más reclamada en Twitter y, seguramente, en WhatsApp, es Isabel Díaz Ayuso: la gente podía seguir haciendo lo que le diera la gana mientras ella construía un hospital específico en medio de la nada. Luego hablamos de la primera línea de defensa de la sanidad pública madrileña. Pero esto es lo que piden muchas y muchos exhibiendo un comportamiento infantil: una inversión específica para atender las consecuencias de la pandemia sin pensar ni tuitear que lo más eficaz y lógico es no contagiarse de un virus que mata y muta.

Madrid es Madrid

En 2021 la plantilla de Osakidetza cuenta con 4.000 profesionales más que en 2019, antes de la pandemia. Y en lo que llevamos de sexta ola, el departamento vasco de Salud ha contratado a mil personas más para, entre otras cosas, ampliar el número de rastreadores. Estos son datos de Osakidetza, no de un tuitero que hoy es sindicalista y enfermero y, hace quince días, vulcanólogo y experto en evacuaciones. Lo que pasa en Euskadi es esto. Lo que pasa en comunidades como Madrid es otra cosa, pero repetir y generalizar lo del desmantelamiento de la Sanidad como un mantra da retuits y alivia conciencias.

O me toma por tonto o…

Quien tuitea algo así o no se entera o quiere que los demás no nos enteremos: “Aceptar la mayor restricción en derechos civiles en 100 años de historia”. A Franco y a Abascal les gusta esto. “Aceptar el mayor recorte en servicio sanitarios”. 15.000 PCR al día, 4.000 sanitarios más. “Aceptar que el mercado tiene que seguir en el centro y no los cuidados”. Las vacunas se han desarrollado con inyecciones de dinero público. “Aceptar el pasaporte y criminalizar a las personas no vacunas: es una burrada”. No, es necesario señalarles y, si tenemos oportunidad, reírnos de las y los negacionistas de la vacuna, la mascarilla y el Pasaporte Covid.