Negacionistas abertzales

Con la misma estética, los canales de información y hasta los mismos lugares de manifestación que la izquierda abertzale tradicional y oficial, incluso turnándose la barandilla para pancartas pintadas de la misma manera, un colectivo socialista, joven y abertzale convocó durante el fin de semana pasado protestas contra el Pasaporte Covid, el mismo contra el que se manifiestan abiertamente las y los de Vox. El lugar de este colectivo concreto en la amalgama de la izquierda abertzale me importa tan poco como a la mayoría de la sociedad. ¿Galgos o podencos? Negacionistas y de ese entorno. Allá quien los auspicie.

Populistas todas y todos

Si el populismo se te cuela en tu frente amplio y abre brecha el problema es tuyo. Y es un problema muy común hoy en formaciones políticas de amalgama y en el PP, donde Isabel Díaz Ayuso solo se la cuela a quien desea oír lo que ella dice. Pues eso, populismo de manual que, por suerte, no funciona cuando tienes una visión un poco crítica de los mensajes o los tuits: “‘The Politico’, uno de los medios más influyentes en Europa, la describe como ‘Santa patrona de los bares’ y ‘reaccionaria’, y la mete en la lista de los políticos disruptivos, junto a Lukashenko y Orbán”, resume Black en Twitter antes de enlazar el artículo.

Con el árbitro comprado

Una mayoría social amplia y clara no es suficiente para mover los pilares del Estado español, ni siquiera para que la política española entre en otra dinámica. Pero una sola familia sí puede modificar los patrones educativos y culturales de una nación. De una nación sin estado, claro. La familia que ha logrado ampliar las horas en castellano en la escuela pública catalana sin un efecto real en lo formativo pide ahora más en una carta abierta que todos los medios españoles han recogido: “Hay que dejar de tragar”. Una palanca de cambio tan pequeña solo se explica con un árbitro y un público a favor de un resultado antes del partido.

¿Qué más no sabemos?

El argumento que ha dado el juez para no excarcelar a Juana Rivas es gravísimo y, sobre todo, resulta sorprendente que no lo hayamos conocido hasta ahora que sirve para que Manuel Piñar rechace un indulto colectivo: para la condenada y para esa parte del gobierno español que participó en la puesta en escena de un gigantesco error. Los supuestos abusos sexuales que uno de sus hijos habría recibido y cuyo proceso aún no se ha cerrado resultan relevantes para un caso que ha sido mediatizado por conveniencia de las partes que se metieron a defender a Juana Rivas sin toda la información… O sin que nos la contaran.

Nos reímos poco de ellos

Termino con el mismo tema con el que he empezado esta columna: quienes rechazan el Pasaporte Covid, como quienes rechazan la vacunación o negaron la existencia del coronavirus, tienen que ser objeto de nuestras burlas, como las de la falsa portada de InfoLibre en la que el humorista gráfico Nico Ordozgoiti simula la revista que leerían estos “mártires” que promueven hacer boicot a los locales en los que no pueden entrar porque les piden el Pasaporte Covid (sí, así son). Pero en la lista también metería a quienes durante los últimos meses renegaron de la mascarilla o la distancia social.

15 segundos de consciencia

Solo espero que la vida le regale a Víctor Manuel Sánchez del Real, diputado de Vox, 15 segundos de consciencia. Los suficientes para darse cuenta de lo vergonzosas, insoportables y reprobables que son intervenciones como la suya de esta semana en el Congreso, en el que acusaba a su homólogo del PSOE, Luc André Diouf, de ser un inmigrante ilegal solo por no ser blanco, y en el que, como si fuera un descerebrado de 14 años que quiere ser amigable con los fachis del barrio para sentirse fuerte, aseguraba que el de Hitler era un partido socialista. Su intervención no es sonrojante, es intolerable. Pues la presidencia la toleró.

No es un caso aislado

También en el Congreso, la intervención de Odón Elorza que le ha hecho popular en Twitter esta semana, después de saltarse la disciplina de voto de su partido la pasada, no me ha parecido para tanto: es más efectista que efectiva, como tantas otras. De hecho, la ha cogido al vuelo Macarena Olona, que no ha dudado en subir el tono populista y asegurar que el propio Elorza llamó a “fascista” a Gregorio Ordóñez antes de que ETA lo asesinara. La hermana del concejal donostiarra tuvo que intervenir en Twitter para llamar “ruin” a Olona y pedir que dejen en paz la memoria de las víctimas del terrorismo.

Esta extrema derecha, con este PP

Vox podría ser un partido sin relevancia, una voz que sale de la caverna, pero el PP ya ha firmado acuerdos de gobierno con ellos y Casado cuenta con sus votos para ser presidente. Lo cierto es que, además, Vox pega con este PP que encabeza, entre otros, Isabel Díaz Ayuso, que identifica a la España vaciada con la que expulsa “por motivos lingüísticos” a sus conciudadanos, especialmente “a la Guardia Civil y otras instituciones”. La presidenta de Madrid demuestra que, además de vaciar España con su dumping fiscal, la instrumentaliza para engordar sus fobias y competir por el discurso nacional con su jefe.

Cuando la base falla

Cualquier periodista, cualquiera, sabe que no puede hacer bromas de un acento o una forma de hablar en antena. Y el que no lo sepa, desconoce lo más básico de esta profesión. Nada diferencia que los chistes de Virginia Riezu sobre traducciones de títulos de Netflix al catalán de las bromas sobre gangosos que hacía Arévalo. Nada. Y el debate sobre los límites del humor está fuera de lugar en este caso porque no hablamos de un concurso de monólogos, sino del magazine de tarde de RNE que dirige Julia Varela, en el que el humor es solo un recurso, y no el objeto del programa. Un recurso muy mal utilizado esta vez.

Y yo reparando el ordenador…

Llevo tiempo empeñado en reparar lo que se me va rompiendo, incluso las cosas a las que no tengo más apego que su funcionalidad. Si puedo evitarlo, ¿por qué voy a dejarme caer en el círculo vicioso y nada virtuoso del consumo rápido, del usar y tirar, de generar residuos en Europa que acabarán en África? Y mientras yo estoy a esto, Amancio Ortega está a vender por 76 millones su yate grande porque ha encargado otro de 182 e igual el pobre solo tiene una plaza de garaje para yatacos. Habrá quien diga que quien compre la embarcación pequeña está reutilizando, y es cierto, pero lo que me pregunto es: ¿qué demonios hago yo y para qué?

Pero, ¿qué pensabais que era una pandemia?

Este titular de Público ilustra perfectamente el momento en el que vivimos: “Bruselas plantea prohibir los vuelos desde el sur de África para impedir la llegada de una nueva variante de la covid”. Es decir: estamos en una situación tan delicada que instancias supranacionales planean limitar el movimiento de personas por el Planeta para que no se agrave la pandemia que nos asola. Que nos asola. Lo repito esperando que los más tontos del pueblo dejen de decir que esto ya ha pasado y de comportarse como auténticos descerebrados. Esto es una pandemia mundial, y de esto llevamos hablando desde marzo de 2020.

Hablando del más tonto del pueblo…

Puede que a Israel Díaz López le fallara el subconsciente, pero soy de los que cree que el portavoz de Vox en el ayuntamiento de Móstoles dijo exactamente lo que quería decir y que en su cabeza suena de lo más lógico pronunciar y opinar que hay mujeres que valen casi tanto como un hombre. Y por eso hasta las dejan participar en política. Así de “generosos” son los varones que lideran la ultraderecha española. Lo peor, en cualquier caso, no es lo que dijo Israel Díaz, sino cómo lo justificarán (y se autojustificarán) Macarena Olona, Rocío Monasterio o Amaia Martínez, que tienen que convivir con eso y con ellos.

“Llamar fascista a Vox es libertad de expresión”

Antonio Maestre me cae bien desde que en Twitter nos conocíamos casi todos, y creo, simplemente, que lo controvertido que resulta y lo contradictorio que en ocasiones parece, es fruto de lo mucho que escribe, tuitea y dice en las tertulias. Pero todo eso queda en un segundo plano después de lo que su acción nos ha regalado: “¡Se acabó! Perdieron los fascistas. Tras 2 años y 9 meses de recursos han archivado la querella por la que Vox me pedía 4 años de cárcel. La justicia ha confirmado que llamar fascista a Vox es libertad de expresión”. Gracias a Maestre sabemos que llamar a las cosas por su nombre no es delito.

Lo que “preocupa muchísimo” a Díaz Ayuso

Parece que a Isabel Díaz Ayuso no le preocupa qué va a pasar en Madrid en pleno repunte de la pandemia después de haber encabezado la revolución de la “libertad” frente a las medidas de precaución. Lo que a la presidenta de la comunidad le “preocupa muchísimo” es que en Nafarroa pueda verse el canal infantil de ETB, que emite en euskera, lo que liga a, atención, “que unas personas tengan más derechos a acceder a la función pública que otras”. Toma ya, Pablo Casado. Qué requiebro, qué manera de cazar ideas con el lazo y unirlas entre sí, qué forma de tomar posición en la política nacional. Qué cara más dura.

Marca de la casa

El PP está haciendo de la jeta de adamantium un rasgo distintivo. Hace tiempo ya que han generado una superpiel que les impide sonrojarse, pero lo que estamos viendo últimamente es abrumador: los casos de corrupción son de otro PP, Díaz Ayuso ha convertido el derecho a la cañita en la mejor cortina de humo para sus políticas neoliberales, Casado asiste a una misa franquista y deja a la ciudadanía que piense si es facha o medio lelo, y el PP “asegura a toda la Eurocámara que ‘Casado no participó en una misa en honor a Franco’” (Eldiario.es). Si falta hormigón armado en las obras de Euskadi y España no será por la crisis de suministros, es porque lo guardan todo en Génova 13 para tratamientos faciales.

Todo atado y bien atado

Me encantan estos tuits que describen lo que pienso mejor de lo que yo podría hacerlo: “Lo de España con el franquismo es luz de gas a gran escala. Te dicen que tienes una obsesión irracional con Franco porque es un tema superadísimo mientras el líder de la oposición va a una misa en la que se reza en su nombre sabiendo que no va a hacerle daño políticamente”. Para alguien que no cree en las casualidades en política la presencia de Pablo Casado en una misa franquista no supone una desfachatez, sino todo lo contrario: con la fascistada, hasta a comulgar, y sabiendo que el hecho de que trascienda no le restara votos.

Sí lo es

El sábado por la noche Pablo Casado acertó con una de las misas en recuerdo del dictador, pero por la mañana no lo hizo con su discurso: “Esto no es un ‘talent show’ de megalomanías” (República.com) dijo en clara referencia a Isabel Díaz Ayuso. Pero sí lo es: precisamente quienes ejercen la política como Pablo Casado, que eligió a la propia Ayuso, a Álvarez de Toledo, a García Egea o a Carlos Iturgaiz, como representantes de su partido, son quienes han convertido la política en una especie de concurso de simpatía y arrojo ante los micrófonos o con los tuits. Y ahora que no le conviene descubre que no tiene tiempo para rectificar.

Como a tontos

Pablo Iglesias no me gustaba como contertulio, como eurodiputado y diputado no me generaba confianza, como candidato permanente me parecía el niño en el bautizo, y como vicepresidente fue, claramente, un fiasco. Ahora, como exvicepresidente, salvo algún destello, me parece que nos toma por tontos, directamente: sus opiniones en medios de comunicación o sus intervenciones desde los atriles siempre parten del mismo punto de vista mágico, como si él nunca hubiera tenido responsabilidades en un gobierno, no se hubiera sentado en un consejo de ministros o no hubiera tenido un despacho de vicepresidente.

Hay que reírse más fuerte

Tenemos que reírnos más fuerte, con más escándalo, para que se entere todo el mundo de que lo estamos haciendo, de todas esas y todos esos que llevan meses machacándonos con que las medidas anticovid después de la vacunación son todas un exceso, y que tenemos que mirar más y mejor a otros países como Dinamarca, Reino Unido, Francia, Alemania o Portugal, donde la gente vive (o vivía) mucho más tranquila que en Euskadi. Claro que sí, guapis. Pues ahí tenemos a las y los líderes de todos esos países, y a sus responsables de Sanidad, agarrándose a donde pueden porque la ola viene de frente y es de las altas.

Ni medio paso atrás

Estos también parecen tontos y dignos de nuestras carcajadas, pero son peligrosos. Me refiero a quienes encajan en el patrón que Miguel Diéguez ha descrito muy bien en Twitter: “No sé, igual peco de suspicaz, pero a los que defienden a un salvaje que coge un arma, cruza dos estados, se viste de soldadito para jugar a la guerra, mata a dos personas y le absuelven, les noto un patrón de conducta e ideológico… Serán cosas mías”. El fascismo es indefendible, en EE.UU. y en Euskadi, en la España de las misas al “generalísimo” y en las calles en las que siguen apareciendo carteles que legitiman la lucha armada.

Drogas, no

El anuncio del ministro Garzón de regular los impactos publicitarios de chocolatinas y otros dulces a las y los menores de edad es una buena noticia. Solo lo será en menor medida para los medios de comunicación que siguen viendo recortada la lista de posibles anunciantes, pero el bien común merece el esfuerzo. Si tu planteamiento es justo el inverso y crees que las empresas de ultraprocesados azucarados no son peligrosas, el bien común no es tu objetivo. Algo especialmente grave en el caso de una presidenta: el “drogas, sí; dulces, no” que tuiteaba Isabel Díaz Ayuso es un insulto a la inteligencia, empezando por la suya.

Está todo fatal…

Quien siga los plenos de control en el Parlamento Vasco puede acabar con cierta sensación de envidia hacia lo que sucede en el Congreso, donde PP y Vox se muestran como una oposición sistemática y, en muchas ocasiones, sin razones, y hay otros grupos que dan y quitan, según lo que suceda. Eso no pasa en Euskadi donde la oposición en bloque transmite que todo va fatal… Y provoca por su negatividad sistémica que brillen aún más simples tuits como este del departamento vasco de Desarrollo: “Euskadi supera la media de la Unión Europea de los 27 y se coloca en el grupo de países europeos ‘innovadores fuertes’ en 2021”.

La semana nacional de acordarse de Juan Mari Atutxa

La decisión de Meritxell Batet de quitar el escaño al diputado de Podemos, Alberto Rodríguez, ha hecho que muchas y muchos, como Ana Pardo de Vera en Público, nos acordemos esta semana de Juan Mari Atutxa, Kontxi Bilbao y Gorka Knörr, que fueron acusados y condenados, hasta que Europa les dio la razón, por mantener en sus escaños a las y los representantes de Socialista Abertzaleak. Entonces, Iturgaiz (superviviente en el PP y el Parlamento), llamó a Atutxa “delincuente” y dijo de él, contra el que ETA intentó atentar hasta en la boda de su hija, que “no estaba en condiciones psicológicas” para presidir la cámara.

¡Claro que es activismo!

En Magnet recogen el estudio de Michael Bang Petersen y Alexander Bos, de la Universidad de Aarhus, en el que ha analizado “las motivaciones psicológicas de más de 2.500 usuarios estadounidenses en Twitter, todos ellos vinculados a 500.000 historias o noticias viralizadas” para llegar a la conclusión de que “quienes comparten noticias falsas no son más tontos o están peor informados. Sólo están más radicalizados”. En efecto, es una cuestión de activismo y no de ignorancia. Lo que me flipa es que el resultado de la investigación, que confirma científicamente una intuición, lo que se espera en Ciencias Sociales, pueda sorprender.

Sí, se nos está yendo de las manos

Andaba dando forma a la idea en mi cabeza cuando me encontré con el texto Juan Ignacio Pérez sobre cómo consumimos, por lo general, de un modo poco racional y, sobre todo, en exceso. Consumimos productos o servicios y consumimos recursos naturales que son de todas y todos. Lo hacemos individual y colectivamente, y lo hacemos contradiciéndonos a nosotros mismos, dejando una mayor huella cuando nuestro objetivo declarado es reducirla. En una palabra (una palabra mía, no de Iñako): despilfarramos. Despilfarramos dinero y recursos sin muchos miramientos mientras nos justificamos y engañamos.