«El paraíso»

La eliminación del impuesto de patrimonio en Andalucía ha supuesto una buena noticia para Isabel Díaz Ayuso, que no ha dudado en comentar la noticia en Twitter: “Andaluces: bienvenidos al paraíso”. En el PP no se esconden: gobiernan para los suyos y los suyos son los más ricos, los que más se benefician de esa supresión. El paraíso no es para los pobres que sostenemos el estado de bienestar en mayor proporción e incluso volumen. Eso es lo que hay que tener en cuenta antes de ir a votar. También hay que tener en cuenta, por cierto, que Catalunya y la CAV son las comunidades en que más ingresos recaudan con este impuesto.

Y a Catalunya

No sé si Bad Moon Rising dice la verdad cuando tuitea: “Bien, Jorge, cuéntanos sobre tu agradable experiencia. Y, sobre todo, cuéntame a mí por qué un tío como tú, que no vive aquí, y que hasta ayer no había venido ni a comer calçots, cree saber más sobre la educación de mi hija que yo, que llevo toda la vida viviendo en Barcelona”. Es lo malo de tuitear con avatares graciosos y de temas universales. Pero Jorge Martínez, de Ciudadanos, sí tuiteó esto después de manifestarse por el español en Catalunya: “Me llevo una muy buena experiencia de mi primer viaje a Cataluña. Muchas gracias a todos los que han acudido a hacerse escuchar”.

Una gran lección

En el Reino Unido están tan acostumbrado a dar al mundo lecciones culturales (obviando Irlanda del Norte, las colonias, lo espoliado y las grandes familias aristocráticas) que no se han dado cuenta de que esta vez han hecho todo lo contrario: “Hay que reconocer que los ingleses están dando al mundo una lección de ranciedad”, tuiteaba la periodista Yolanda Gándara. Y no puedo estar más de acuerdo: el interminable funeral de Isabel II ha resultado también injustificable y, de paso, nos ha dejado una colección de jefes de estado por herencia que han acudido como si fueran muñecas y muñecos de porcelana de otro tiempo.

La fotografía

Los planes, las ceremonias, la pompa, el tour de la muerta y las horas de televisión que respondían a una curiosidad mal entendida (pero qué sabré yo) han merecido la pena, no obstante, a cambio de la foto en la que Felipe VI aparece en el extremo de un banco como si nada fuese con él (la pose que mejor le sale), a su izquierda, Letizia Ortiz, muy seria (como si el mundo le molestase), y a la izquierda de esta, Juan Carlos I y Sofía de Grecia riéndose de vaya usted a saber qué chiste de viejo monarca. El humor de la clase más alta es así. Esa foto es estupenda porque representa como ninguna la inutilidad de los cuatro.

Pero qué preciosidad

“Do Kwon, creador de las criptodivisas Terra y Luna, se da a la fuga”, titulan en La Vanguardia. En otros blogs, sobre todo las especializadas en información (positiva) de criptomonedas (que buscan tus dólares o euros contantes) matizan: “Niega haberse fugado, pero no se sabe dónde está” (Hipertextual). Lo que tampoco es posible es conocer su fortuna, aunque es evidente que será una millonada infame e inmerecida (ha hecho perder sus ahorros e inversiones a miles de personas) incluso después de haber quebrado su proyecto. Y ahí puede estar, precisamente, la clave de bóveda: por qué la mantiene, dónde y cuál es la procedencia exacta de su dinero.

La turra

Lleva diez días muerta y seguimos viendo su féretro: el entierro de Isabel II, previa gira de su cadáver, tiene que servir para que hasta el más rancio se dé cuenta de por qué nos sobran las monarquías. No tiene ningún sentido el espectáculo, ni la pompa, ni lo que es más importante: el gasto. El periplo de la momia, los viajes de otros jefes de Estado (algunos, elegidos democráticamente, otros, por las gónadas de sus progenitores) incluso el seguimiento de la prensa sin la debida contextualización (lo que cuesta, lo que supone, quién y por qué apoya todo esto) es absolutamente injustificable hoy.

El más grande

Sufrir la turra que nos han dado con Isabel II; ver quién es, qué hace y cómo interpreta el mundo Carlos III; comprobar que Felipe VI como jefe de Estado es perfectamente sustituible; y asistir al autoexilio de Juan Carlos I, las razones del mismo y, además, sus formas y sus regresos, son los mejores argumentos para defender la abolición de estas instituciones. Y si falta alguno, ya lo pone el emérito español: “Yo no he matado a nadie como para que se genere este protocolo para que no se dé esta imagen”, dicen que ha dicho quien disparó a su hermano en circunstancias que nunca se explican con claridad.

El jefe del Estado

Al funeral de una jefa de estado por herencia que ha dejado el puesto a su hijo, en representación de España, ha asistido Felipe VI, que cumple con los mismos requisitos. La presencia de Juan Carlos I, que siempre es una buena noticia para dinamitar la monarquía desde dentro, ha enrarecido al ambiente y ha provocado que el ministro de Exteriores haya tenido que insistir: “El jefe del Estado está claro que es Felipe VI”. Esta afirmación, como todo lo que estamos viendo, tiene que servir para abrir una reflexión porque a Felipe VI, si hubiera tenido que presentarse a unas elecciones, no lo elegiría casi nadie.

El matrimonio

La aparición de Juan Carlos I ha sido como un regalo para romper con toda esa aflicción forzada que ha generado Isabel II. Y para poner de manifiesto que él hace lo que le da la gana, que su hijo es absolutamente prescindible y hasta el papel de Sofía de Grecia, que tragó con todo tipo de infidelidades por mantener en pie lo poco que quedaba de la casa real griega. Hablemos de todo, pero como adultos que somos: no era campechano, era un jeta. No sabía estar, estaba para mantener a toda su familia. No está preparado, está ahí para mantener un chiringuito familiar insostenible, y menos con su falta de carisma.

“Clap your hands”

El rechazo a la casa real británica donde reina por cojones (y ovarios) es un derecho histórico, igual que lo es el rechazo a la casa real española donde reina por cojones, ovarios y porque Franco quiso, que no se nos olvide. En Escocia preveían que el minuto de silencio obligado en el fútbol iba a ser una oportunidad para que miles de personas mostrasen su desprecio a la institución, así que la orden fue aplaudir. ¿Qué hicieron entonces los hinchas del Celtic (católicos y republicanos)? Cantar: “If you hate the Royal Family clap your hands” (“si odias a la familia real palmas das”). Viva la creatividad.

Lecturas de domingo

Apenas nos acordamos ya de las vacaciones, y eso que estas las hemos vivido como si nadie nos avisase de la gran recesión de otoño. La vuelta a la rutina nos invita a retomar el domingo como día pare cargar las pilas, o intentarlo. Y me gusta pensar que puedo aportar algo con recomendaciones como la pieza “El colapso ruso en Járkov” que hemos encontrado en Descifrando la Guerra, uno de esos blogs que han sobrevivido porque sus autores saben de lo que escriben (que no es poco). El hilo de Niporwifi sobre los “tres batallones de chechenos que están listos para ser enviados a Ucrania” tampoco está nada mal.

Estoy deseando verla

Como a cualquier persona que disfruta de los estertores de las monarquías europeas me gustará ver la serie documental que reúne parte de los desmanes que, de un modo u otro, hemos ido conociendo de Juan Carlos I. De hecho, parece que la producción de HBO se remite al viejo aforismo de mostrarnos lo que ya sabemos, no lo que saben los protagonistas de la historia. En ella hay cierta chicha política, pero yo me quedo con lo que parece más mundano pero no lo es, como el dinero de las y los contribuyentes que se habría gastado en organizar citas a Juan Carlos I y para comprar el silencio de las citadas.

Hablemos de lo rancio

Lo hemos visto en la feria taurina de Bilbao y lo confirmamos en la de Madrid, como ha expuesto en Twitter Aïda Gascón, cuyo tuit es de parte porque ella se declara animalista, sí, pero todas y todos sabemos lo que sucede en las plazas: “García Garrido, tras la corrida de este domingo en Las Ventas: ‘Hemos perdido cerca de 100.000 euros’. El empresario de la plaza de toros más importante de Madrid y de España, muy pesimista con la temporada de agosto y septiembre. ‘El público no responde’”. Entonces, ¿el espectáculo debe continuar? ¿Por las familias que viven exageradamente bien de una industria que se hunde?

Y de lo más moderno

Este tuit de Dani Álvarez también contiene una de esas verdades que caen como puños: “Un tema al que hay que seguirle la pista es cómo los líderes y referentes de la izquierda van, poco a poco, alejándose de las redes, tras descubrir que el espejismo digital, en lugar de acercarte a la realidad, la mayor parte de las veces, te aleja”. Y es lo de menos que esas redes las lleven ellos en persona o un jefe de prensa: lo indiscutible es que la izquierda (vasca y española) hizo una apuesta por la falsa participación de las redes y se emborrachó con el placebo. También lo es la falta de autocrítica incluso después de la rectificación.

Dos grandes pérdidas

Soy muy prosaico, esto es, soy muy de prosa, de novela. Y en el resto de artes busco sus equivalentes, por lo que el fallecimiento esta semana de Jean-Luc Godard, aun reconociendo su aportación al cine, no lo he notado tanto como la pérdida de William Klein, que en The Objective han calificado como “el gran fotógrafo de las ciudades”. Para mí su aportación es mayor: muchos intentamos hacer ahora “foto callejera”, capturando el costumbrismo en cada instantánea, algo que él inventó y logró como pocos con equipos mucho más limitados (esas sensibilidades locas y enfoques dinámicos que llevan ahora las cámaras) que los actuales.

Que no nos la cuelen

La gran recesión que se avecina, Putin, la pugna entre Núñez Feijóo y Sánchez en la que tan cómodo está el segundo y el lanzamiento electoral de Yolanda Díaz que pagamos entre todas y todos, están tapando un montón de noticias que son verdaderamente preocupantes, como esta de Nius: “Extender el periodo de cálculo a 35 años reduciría la pensión inicial un 8,2%, según el Banco de España”. El gobierno más progresista y chachi de la democracia española no puede colarnos esto mientras distrae la atención con cestas de la compra por 30 € (que hace años que son imposibles) y con concursos de quién insulta más a quién en el Senado.

El derecho es del alumnado

La noticia que publicó Abc sobre la profesora de música valenciana a la que han apartado de su puesto porque después de 35 años de dedicación no tiene el título de valenciano ha recibido una respuesta en Twitter sorprendente: el enfoque y el medio han sido duramente corregidos por quienes han señalado que esta mujer ha tenido 35 años para sacarse un título de cuya necesidad era consciente, y por quienes sí han hecho ese esfuerzo y reconocen que el derecho que debe prevalecer, como en todos los casos (pongamos Euskadi, pongamos Osakidetza), es el del alumnado a recibir clase en el idioma en el que mejor se desenvuelve.

El periodismo es Pablo Iglesias

Pablo Iglesias no es periodista, es contertulio, y no estudió periodismo, sino ciencias políticas, pero sabe mejor que nadie lo que es el periodismo porque el periodismo, básicamente, es él. En la columna en Público en la que anuncia el regreso tras las vacaciones de su programa, La Base, deja muy claro que sin “la podredumbre generalizada de la profesión” “no habría sido necesario hacer La Base”. Pero no todo van a ser críticas porque en su columna, he de reconocerlo, sí escribe algo sobre lo que puede opinar porque conoce muy bien: “Era muy ventajoso en lo profesional ser amigo y colaborador de Ferreras”.

Suecia y Finlandia igual se lo piensan

Ojo con el partido que fundó Iglesias después de haber aparecido en tantas tertulias de televisión porque “Podemos no apoyará en el Congreso la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN” (El Independiente). Igual este gesto (será una abstención) en una votación protocolaria hace que se lo piensen los países nórdicos que han respondido de este modo con contundencia a la invasión rusa sobre Ucrania. Todo es posible cuando se activa la palanca correcta, que se lo nieguen a Laporta. Y si Iglesias encarna hoy el periodismo, igual Echenique pretende personificar lo que es correcto en las relaciones internacionales de hoy.

“El rey vivo más antiguo”

¿De qué sirve ser “el rey vivo más antiguo” (Vozpópuli), que es lo que esgrimió Juan Carlos I para salir de Abu Dabi y viajar a Londres? Vale, sirve para que puedas visitar la capital inglesa en unas condiciones con las que los demás solo soñamos, y sirve para librarte de una serie de procesos judiciales que habrían culminado si la juzgada fuese cualquiera otra persona. A lo que voy es: ¿para qué es útil que exista un rey vivo antiguo? ¿Y un rey vivo recién nombrado? Insisto: las y los republicanos necesitamos que existan Juan Carlos I, Carlos III y Felipe VI, entre otros, cuya simple coronación sirva para hacernos preguntas.

Espainaren morroi

Quién nos iba a decir, hace solo unos años, que este titular sería una buena noticia para gran parte de quienes simpatizan con la izquierda abertzale: “El Gobierno y Bildu comienzan a negociar esta semana los Presupuestos”. Por supuesto, en República se refieren al gobierno español. Lo de negociar con el vasco, a los de Otegi, sigue generándoles un escalofrío y cierto bloqueo físico y neuronal. Pero así es la nueva izquierda abertzale, la que ya cuenta abiertamente con representantes que solo han pisado moqueta. Atrás quedó lo del plato de lentejas o lo de venderse al enemigo. Ahora todos y todas tienen precio.

La tele pública está mal hasta que sale él

Otros que han cambiado de idea y ahora abrazan lo que hasta hace poco despreciaban son los de Vox: la tele pública ha pasado de ser un gasto innecesario a una oportunidad imperdible. “García-Gallardo: de amenazar a medios con retirar publicidad institucional a aprovecharla para salir en MasterChef. La Junta de Castilla y León paga 14.900 euros por programa para que los alimentos de Tierra de Sabor aparezcan y esta vez se suma el vicepresidente” (El Diario). Hablando un poco de todo lo facha, al de Vox le recibió la cocinera Samantha Vallejo-Nágera, nieta del psiquiatra, general franquista y afecto al nazismo, Antonio Vallejo-Nágera.

Así es la guerra

Por supuesto que me alegro de la derrota militar del ejército ruso en Ucrania. Esta guerra solo puede terminar de una manera: con el Kremlin perdiéndola. Cualquier otra opción, incluso una negociación y reparto del territorio ucraniano, supondrá una legitimación y una victoria, aunque sea parcial, de un dictador, de un sociópata y de un chantajista. Quien justifique a las fuerza de ocupación por el morro, allá él, pero que no cuente con que sea amable con su blanqueo del fascismo. La consecuente noticia de que la opinión pública y algunos dirigentes rusos muestran sus dudas sobre la ocupación también es buena.

Pues Pablo Iglesias no tiene razón

Al respecto del avance ucraniano, Manu Bravo recuperó un tuit de Pablo Iglesias en el que el líder de Podemos, que siempre habla como si siempre tuviese razón, explicaba: “Tengo amigos militares. Les he preguntado sobre el envío de armas y me dicen que no parece probable que ese envío pueda alterar la correlación de fuerzas entre Rusia y Ucrania”. O cambia de asesores o cambia de tono, pero es evidente que Iglesias se ha equivocado también en eso y que el apoyo a Ucrania por medio de armas y de información (porque doy por hecho que la inteligencia estadounidense o europea ha apoyado el contraataque) funciona.

¿Volver? ¿A qué?

Juan Carlos I se aburre como una ostra en Emiratos Árabes. No hay ya bebida, comida ni compañía que le amenice las horas que pasa en una residencia de lujo con servicios que pagamos entre todos y todas, a escote, que nada es caro. Así que el regreso a Europa, aunque sea a un funeral, aunque tenga que ver a la que sigue siendo su esposa, Sofía de Grecia, le parece una idea estupenda: quiere “volver a la vida pública” (Nius). Lo que no sabe porque no tiene ni idea de qué pensamos sus vasallos es que nunca la ha abandonado, que seguimos hablando de lo que hizo y lo que hace, y de la necesidad de su familia como institución.