El periodismo ha sido declarado un elemento de especial relevancia en esta crisis en la que se permite a los quiosqueros que sigan abiertos después de que nadie se preocupara de los que iban cerrando, en la que se ha inyectado una millonada pública a medios privados, y en la que la tele ha ganado la batalla a YouTube. Pero los periodistas nos hemos mostrado serviles (a poderes y a populismos), mezquinos, ignorantes y algunos, idiotas, sin paños calientes, como el que se metió a un almacén del hospital montado en Ifema y empezó a tocar sin guantes todo lo que mostraba para Espejo Público incluso mientras tosía.
Así, sí
Hace solo unos días preguntaba en esta columna para que servía la sanidad privada si en plena crisis sanitaria mundial anunciaban un ERTE a nivel de España. Hoy tengo que celebrar la disposición del colectivo de centros privados que ponen recordaban a finales de esta semana que contaban con 2.200 camas de UCI libres salvo en Madrid, La Rioja y Catalunya, donde ya han ocupado todas. Así, sí. Aunque esta pandemia ha puesto en evidencia lo que necesitamos la sanidad pública y el beneficio social de que esta sea universal, la privada esta vez se ha movido correctamente. Pero cada una, en su sitio.
Así, también
Siempre con retraso pero, esta vez, también acertadamente se ha movido YouTube, que está retirando vídeos como el de Josep Pàmies, que de nuevo anunciaba una cura milagrosa, en esta ocasión, contra el coronavirus. Cómo no. Una conjunción de las plantas y las lejías aguadas que él mismo vende sirve, siempre según él, para vencer a este virus que no tiene vacuna. YouTube ha actuado correctamente. Ahora, igual es el turno de las autoridades que tienen que velar porque nadie haga negocio con el miedo y la mentira en estos tiempos de confinamiento, pandemia y dudas, y más si reincide.
Así, cualquiera
Ya sé que es mucho pedir pero, del mismo modo que los controles de las plataformas y las autoridades tendrían que estar vigilantes ante los atrevimientos de algunos, creo que la mayoría deberíamos de estar alerta ante los que nos quieren colar gilipolleces. Antonio Cartier sugería que tenía que ser una broma el titular de que Letizia Ortiz había pasado una “estricta cuarentena” en una habitación de 110 metros cuadrados. Cartier sabía perfectamente que no era una broma, sino el último ejemplo de un periodismo cortesano y servil que debemos rechazar. Muchas casas, empezando por la mía, no miden eso.
Así… De crudo
Juarma tuiteaba recientemente: “No tengo muy claro si son bots o tontos gratis”. No quedaba muy claro a qué caso se refería este humorista gráfico, pero tampoco importa: uno siempre piensa que no puede haber tantos usuarios acríticos capaces de retuitear o compartir en Facebook o WhatsApp bulos, mentiras o mensajes con claro interés electoral, que muchos de ellos tienen que ser pagados (y algunos lo son), o que tiene que tratarse de robots. Pero, no, tiene razón el ácido Juarma: son tontos gratis, sociópatas nostálgicos de tiempos de pólvora o cuneta (hay fascismos a ambos lados) que actúan ahora en Internet.