Si lo sabemos podremos evitarlo

Si sabemos que el alcohol y el tabaco disparan las posibilidades de padecer un cáncer podremos evitar esas altas probabilidades llevando una vida más sana. Desde mi desconocimiento de la economía global y la gestión de grandes patrimonios, para mí esto funciona de la misma manera: “La fortuna de los ricos no aporta ni un euro de cada diez a las arcas públicas: la clase trabajadora soporta el peso del fisco”. Sabemos esto que ha hecho público Intermón Oxfam: los impuestos que abonan las personas más ricas suponen menos del 1% de la recaudación en Europa, y el IRPF de las clases trabajadoras, el 80%. ¿Podremos cambiarlo?

Sigo

También sabemos que estamos contaminando por encima de nuestras posibilidades, que el paseo espacial privado de SpaceX (otra vez Elon Musk detrás de algo claramente perjudicial para la humanidad) nos ha salido carísimo en términos climáticos. Y sabemos, de sobra, porque está probadísimo, que por mucha basura que andemos separando las y los pobres antes de echarla a los contenedores, no lograremos compensar las emisiones de los jets privados. En GQ han identificado “los jets privados más grandes y lujosos del mundo”, y por extensión, los más contaminantes, que seguirán volando hasta que logremos que alguien lo prohíba.

Otra gran idea

Los bancos están llenos de personas con ideas estupendas. Por ejemplo: si los tipos de interés suben y los beneficios son mayores, lanzan notas de prensa para hacerlo saber y para que sus marcas resulten más atractivas para las y los inversores. Si estos bajan y hay una reducción de esas ganancias, rápidamente idean una manera de mantener el fujo: “La banca se prepara para bajar la remuneración de las cuentas antes de final de año”. Brillante. Y para los malpensandos que prevén un movimiento coordinado, en la pieza en El Independiente parece que es el Santander el que lo tiene más avanzado y el resto de empresas reaccionarán a su manera.

Un nuevo modelo

Al final el modelo de negocio de Twitch ha sido el de YouTube, no el de OnlyFans. Eso deja a esta plataforma como la más extendida para el pago por contenido. Un contenido, por lo general, vinculado a lo erótico y pornográfico. En cualquier caso lo importante es esto: en 2023 las y los usuarios de la plataforma se han gastado 6.600 millones de dólares en suscripciones, de los que OnlyFans ha repartido 5.300 millones entre las y los creadores. Hablamos de un crecimiento de 20% anual que “podría ser indicativo de una mayor aceptación cultural del modelo o de que la gente va más caliente que el palo de un churrero”, según Marc Vidal en X.

Canadá está muy lejos

El modelo que no nos sirve es el de Canadá en lo que a inmigración se refiere. Sé que este es un tema caliente y que, por lo general, no lo toco, pero hoy sí voy a abordarlo: el gobierno de Justin Trudeau quiere dificultar la entrada de personas migrantes para fomentar el empleo juvenil. A nadie se le escapa que puede hacerlo porque Canadá está muy lejos y porque quienes llegan al país lo hacen con algún tipo de permiso previo. El problema en Euskadi es otro: las personas migrantes llegan, debemos insertarla en la sociedad antes de que aparezcan los problemas y hay que ser duro con quien no quiera implicarse. Todo lo demás es populismo.

Por guapo

No voy a fingir un falso escándalo: que Juan Carlos I haya encontrado la fórmula de una fundación en Abu Dabi que gestione su patrimonio y el modo en el que este llega a sus herederas, una vez Felipe VI ha renunciado a su herencia (venga, voy a hacer como que me lo creo), me parece lo de menos. Lo que más llama mi atención, de nuevo, es por qué Arabia Saudí le hizo una donación de 65 millones de euros y por qué él la aceptó, o por qué percibió “52 millones de euros en comisiones por la venta del Banco Zaragozano” (Público) cuando era jefe de Estado en España. Y estos son solo los ingresos más llamativos.

Por qué es importante Broncano

No me gustó La Revuelta el lunes (aunque Aitor Francesena lo dio todo y demostró que las barreras están en las mentes), no creo que vuelva a verlo. Menos me gusta El Hormiguero: no me gusta el presentador, no me gustan sus entrevistas, no me gusta el tono del programa y, por supuesto, no me gusta lo que transmite. El Hormiguero es un aspersor de testosterona y odio maquillado, y proyecta una visión de la sociedad (también de la vasca) machirula que me incomoda. Así que, sí, es importante que el programa de David Broncano (que ganó en Euskadi porque a ir de progres no nos gana casi nadie) exista y dé la batalla de la audiencia.

Así, no

Salvo en el caso de Ciudadanos, que se disolvió consumiendo sus propias reservas de mala uva, mala educación y mala política, sufro viendo las luchas intestinas de los partidos políticos. Yo los concibo como herramientas para debatir, defender ideas y llegar a acuerdos entre personas que piensan diferentes para beneficio de todas las personas. Así que las laceraciones y las sangrías me generan desasosiego: “Rovira se desvincula de los carteles de los Maragall y acusa la candidatura de Junqueras de guerra sucia” (El Nacional). “Yo también tengo capturas”, avisa. ¿Así entienden la democracia? ¿Así quieren convencer a las y los votantes no afiliados?

La tragedia sin fin

No podemos naturalizar el sufrimiento humano: “Al menos 40 muertos en un campo de refugiados de Gaza tras uno de los mayores ataques de Israel”, leo en Euronews y me niego, me revelo ante la idea de que esas 40 personas fallecidas, las heridas y las familias de todas ellas simplemente formen parte de un titular sobre el que pasar con ligereza. Forman parte de una tragedia y de una masacre que el actual gobierno de Israel perpetra con impunidad. Urge, un día más, que alguien haga algo para pararlo, para que no haya más titulares como el que me sobresaltó ayer, que Netanyahu sea juzgado implacablemente en una corte internacional.

Más claro, imposible

El guionista portugalujo, Raúl Díaz, ha tuiteado como si nada una de esas frases extraordinarias por la concentración de verdad que poseen: “El orden de peligrosidad, de menor a mayor, es el siguiente: un idiota, un idiota que se cree listo y un idiota que los demás piensan que es listo”. No importa cuándo lo leamos, cuándo lo retuiteemos y cuándo lo veamos relanzado en X o en otra red social. Es así: Trump en el debate, Maduro en el gobierno, Abascal tuiteando “puto ladrón”, Permach alabando las políticas del gobierno español, Alvise riéndose de sus votantes o Laporta asegurando que no han fichado más porque no han querido.

Algo estamos haciendo mal

Algo estamos haciendo mal si “los ricos con más de 30 millones de patrimonio se duplican en una década” en España, y entiendo que en Euskadi la proporción será parecida aunque, según El Plural, “el mayor patrimonio medio de los ricos lo alberga Madrid”. En esta última década hemos vivido varias crisis, una pandemia mundial y una inflación monstruosa y, mientras la mayoría sufría, en mayor o menor grado, algunas y algunos acaparaban hasta más de 30 millones de euros. Esta gente supone un problema para la mayoría: aporta menos de lo que recibe y contamina mucho más de lo que le toca y nos podemos permitir.

Algo están haciendo mal

Es imposible hablar de la deriva preocupante de la comunicación política en redes sociales sin mencionar a Pablo Iglesias. Mejor dicho: es posible si quieres obviar la realidad pero sería injusto. En cualquier caso, a Iglesias podemos señalarle como el iniciador, pero sin duda han sido otros y de partidos más tradicionales los que han llevado hasta el extremo actual esta situación: “Bienvenidos a la política del esperpento: cuando los partidos usan las redes para caldear la opinión pública” (Público). Pero para que parezca que ese rumbo es equivocado todas y todos somos necesarios remando hacia el lado correcto, empezando por la prensa.

El ejemplo más obvio

Cuando aparece una fosa séptica, por supuesto, siempre puedes contar con encontrarte a la extrema derecha: “Abascal llama a Sánchez ‘puto ladrón’ tras anunciar que el Gobierno ‘gravará fiscalmente’ a las rentas más altas”. Por supuesto que a quien tiene más de 30 millones de euros debemos de crujirle fiscalmente, por supuesto que rebajar el nivel del discurso político solo beneficia a los ultras, y por supuesto que defender a los ricos usando insultos gruesos hacia opciones políticas que han recibido más votos que la tuya define al personaje. Abascal se hace un pedazo de selfie. Ojalá lo vean quienes le votan.

Uno que dice la verdad

Pedro Sánchez, que nadie lo dude, está encantado con el insulto de Santiago Abascal: el del PSOE disfruta del enfrentamiento contra el de Vox porque le sirve para ningunear a Núñez Feijóo. Y es evidente que el ninguneo al líder del PP es una estrategia, no algo casual. También por eso Sánchez prefiere rivalizar con Díaz Ayuso, y el nuevo jefe de gabinete, Diego Rubio, por lo que dicen en Vozpópuli, sabe hacer daño a la de Madrid: por fin alguien fuera de Euskadi va a decir en voz alta que la capital ejerce como paraíso fiscal porque puede, y puede porque se lo han permitido cuando no lo han fomentado. Ahora toca atacarlo… Pero sin tocarlo, supongo.

Debate de altura

A la extrema derecha no podemos pedirle sensibilidad ni conocimiento del pasado (o “conocimiento”, así, en general). Pero sí debemos ser más exigentes con medios digitales como El Debate, en el que señalan a los excluyentes haciendo listas: “Los apellidos más comunes en Cataluña: solo 500 se llaman Puigdemont frente a los miles y miles de Garcías”. ¿De verdad pretenden denunciar a quienes “promueven una visión más homogénea” de Catalunya, según este medio, dando por hecho que nadie con esos apellidos es independentista? ¿De verdad a nadie le pareció que esta pieza era una mala idea?

Pierde la memoria

Gana la ultraderecha en Alemania y pierde la memoria colectiva: el fascismo, por mucho que se disfrace, sigue siendo fascismo y, lo más importante, sigue justificando al fascismo. Allí y aquí. Y la simple idea de que ese fascismo puede ser una opción es una idea equivocada: lo vemos claramente lejos, ¿por qué no somos capaces de verlo cerca? Lo siento, pero nadie va a encontrarme haciendo lavados de imagen ni blanqueando al que solo oculta lo que es sin cambiarlo. En Alemania sube el fascismo y en Euskadi sube el fascismo, envuelto en marketing y posibilismo, y con ayuda de templados colaboracionistas.

Pero sigue dependiendo de Vox

El nuevo curso político en Madrid empieza como terminó el curso pasado: con el PP sobre el PSOE en las encuestas pero dependiendo de Vox. Y esta dependencia que en los medios se presenta como una suma de derechas, como si la extrema fuera una opción democrática y legítima, otra vez, es la que cierra la puerta de Moncloa a Núñez Feijóo. El gobierno español ya gobierna pendiente de varios hilos. ¿Por qué no iba a seguir haciéndolo? Mal hacemos desde la prensa si damos por hecha una abominación, pero peor lo hace el PP si sigue mostrándose cómodo en ese relato que le sitúa abrazado a Vox.

¿Y qué?

Hoy Brasil no es un lugar peor que ayer. Tal vez lo sea incluso mejor: se ha librado del ruido de X, la red social de Elon Musk, que se ha negado, primero, a responder a unos requerimientos judiciales y, después, ha decidido cerrar las oficinas volatilizando la representación legal en el país (y el trabajo a unas cuantas personas), lo que ha llevado a esta situación de apagón. No hay X en Brasil. ¿Y qué? Nadie pierde nada salvo Neymar y quienes monetizan cada uno de sus tuits. Y estoy con el presidente Lula da Silva: Musk puede tener todo el dinero del mundo pero no está por encima del reglamento de ningún país soberano.

La tragedia diaria que tiene que acabar

Soy pesimista: no creo que la huelga general en Israel sirva para detener a Netanyahu y su gobierno ultra (esto es lo que traen los ultras, más claro, imposible) que no se ha detenido ante nada hasta ahora. Lo que cuenta Olga Rodríguez en X es terrible: el ejército atacó “un convoy humanitario en Gaza” y “mata a varias personas empleadas por la empresa de transportes con la que la ONG trabaja”. El convoy, de una ONG estadounidense “llevaba combustible y medicinas al hospital de Rafah y había coordinado su ruta con las fuerzas israelíes”. Este gobierno de Israel es claramente criminal y como tal tiene que ser tratado.

Vuelve el Girondins… en la cuarta división francesa

Nahuel Lanzón hace una crónica sucinta y suficiente del regreso del Girondins de Bordeaux después de que el club fuera liquidado: “El Girondins de Bourdeaux debutó en la cuarta categoría del fútbol francés tras su desafiliación profesional. Y le costó. ¡Empataron 1-1 sobre la hora ante el Poitiers con gol del arquero!”. La ausencia de un club de fútbol referente en Iparralde convertía al equipo aquitano en el faro del fútbol vasco en el norte, pues captaba talento desde Bordeaux hasta Hendaia: Lizarazu, Louis-Jean (actualmente en el Athletic) o Deschamps, que lanzó su carrera en el Girondins, son motivos de sobra para celebrar su vuelta.

¿Qué puede salir mal?

¿Qué puede salir mal si PSOE y PP insisten en su estrategia compartida de meter en el ajo político a las familias de sus líderes? Eso es algo que, hasta ahora, hacían otro tipo de partidos como Vox, Podemos o Bildu, y que las y los de Núñez Feijóo y las y los de Sánchez han llevado a un nivel superior. ¿Quién va a querer prestar su conocimiento a la política si sabe que será linchado en redes, expuesto en los medios, con un regreso difícil a su sector profesional y ahora, también, que pone en riesgo lo que puedan conseguir profesionalmente sus parejas o sus familiares? ¿Hay alguien en PSOE y PP que sea capaz de mirar hacia el medio plazo?

Y luego, ¿qué?

Llevo meses diciendo que Sánchez y Puigdemont se parecen mucho en política: ambos han hecho del cortoplacismo y el golpe de efecto un modelo que les reporta cierto éxito, pero siempre muy condicionado. De la misma manera, sus sucesiones al frente de sus partidos, que se han convertido en organizaciones personalistas, son un tema tabú que se comenta en corrillos pero no alcanza a la esfera pública. Bernat Dedéu da una vuelta al asunto catalán: cree que el cambio de Biden por Harris, aunque abrupto, o precisamente por ello, es un modelo a seguir en Junts, pero también en ERC.

A esto se dedica

Menéame es hoy un clásico de Internet: un agregador de noticias que resulta muy útil para saber de qué se está hablando en una parte de la gran red, por lo menos. Yo lo conozco y visito casi a diario desde que en Twitter (antes X se llamaba así) nos conocíamos todas y todos. No sabía que ahora pertenece a DiarioMotor Media, que fue adquirido por Atresmedia en 2021. Me he enterado leyendo a Alvise Pérez, que da esta información solo con un único motivo: señalar a los tres propietarios que permiten en su plataforma críticas al eurodiputado. Según él, se trata de “fake-news y basura ideológica”. A esto se dedica: a seguir el manual trumpista.

¿Por qué no lo hace?

Todas y todos sabemos que Alvise Pérez no es un político porque no va a trabajar para alcanzar acuerdos entre diferentes y mejorar la vida de la ciudadanía (estoy y nada más que esto es la política), él es un agitador. De la misma manera, sabemos que Javier Negre o Vito Quílez no son periodistas porque no informan o comentan la actualidad desde su punto de vista: generan campañas de agitación a favor de la ultraderecha. Por eso no debería de estar en el Congreso. Y menos después de difamar al periodista Raúl Solís: “Podemos pide a Armengol la retirada de la acreditación de prensa del Congreso a Vito Quiles tras su último bulo” (Público).

Una buena noticia

Lo suponíamos pero, por lo menos, yo, no lo esperábamos tan pronto: “El fútbol árabe deja de ser un reclamo para las estrellas” (Vozpópuli). Después del agitadísimo verano de 2023, con el aterrizaje de jugadores en plenitud de su carrera, vino el invierno en el que las noticias que generaba la liga árabe solo eran las de las ganas de huir de esos deportistas. Hoy aquella Superliga solo atrapa a quienes quieren cazar un último y suculento contrato en una competición menos exigente. Lo que diferencia a la árabe de la china es que la liga de los jeques tiene dinero para insistir. E insistirán.