Un nazi es un nazi

Podemos discutir la intención de Pablo Iglesias enfrentándose a un nazi con las cámaras delante, la escolta detrás y en precampaña de las elecciones autonómicas madrileñas. Pero no podemos discutir la presencia del nazi ni la necesidad de hacerle frente. La extrema derecha se ha hecho visible y se exhibe con total impunidad en España. ¿Por qué? Porque muchos medios y opinadores, demasiados aunque solo sea uno, la blanquean sin rubor ni consecuencias. El escritor Manuel Rivas resumía muy bien en Twitter esta intolerable situación: “Si un periodista no ve un nazi donde hay un nazi o no es un periodista o le gusta el nazi”.

¿Y que otro les haga frente?

No entiendo a Pablo Iglesias y cada día que pasa estoy más seguro de que le hemos sobrevalorado. No entiendo, por ejemplo, estas declaraciones en el día de su despedida como vicepresidente: “He confirmado que enfrente del Gobierno hay oligarquías que ejercen su inmenso poder” (InfoLibre). Eso se dice el día que te incorporas, que anuncias una reelección o que pasas el ecuador de la legislatura, pero, ¿el día que lo dejas? ¿Cuál es el mensaje, que ante esas oligarquías se peleen otros u otras que él se va a un destino mucho más tranquilo como es la Comunidad de Madrid? ¿Que solo estaba ahí para levantar acta?

Esto tampoco lo entiendo

Si cualquier otro político que no fuera Pablo Iglesias hubiera dicho esto: “Yolanda, Ione e Irene tienen formas más amables que las mías, pero igual alguno me echa de menos en las negociaciones”, también sería el titular de portada en Público y sería leído por muchos seguidores de Iglesias pero de un modo completamente opuesto. ¿Qué quiere decir el líder de Podemos, que ellas son más amables pero él es el duro de pelar? ¿De verdad no ven el evidente paternalismo de Iglesias? Lo peor, como en el caso de otros políticos, no es que lo diga ni que lo digamos otros, es el hilo de ideas con el que llega a esa frase.

Nos estamos dejando llevar

Es evidente que los periodistas nos estamos dejando llevar. Aquí estoy, hablando de la campaña en la Comunidad como si nos fuera algo en ello. Hablando de las ayusadas como si nos afectasen. Hablando del sionismo que dictan las iglesias pablistas como si fuera relevante. Hablando de que José Luis Martínez-Almeida critique que en Las Cosas Claras (La1) hablen de las aglomeraciones en Madrid… Y muestren una playa abarrotada. Los de Jesús Cintora, evidentemente, también se han dejado llevar, y el que esté libre de pecado que lance el primer titular. Si los políticos nos hacen esta crítica, igual tenemos que hacer autocrítica.

Con cabeza y corazón

A estas alturas de la pandemia no hace falta que nos digan cómo nos contagiamos porque lo sabemos. A estas alturas de la pandemia sí hace falta que alguien nos diga, como dijo el lehendakari Urkullu cuando anunció las medidas para Semana Santa, que entiende nuestra situación emocional. Más que nunca, a estas alturas de la pandemia, insisto, necesitamos cabeza y corazón, que es lo que piden desde Osakidetza y el Gobierno a quienes vamos a vivir con intensidad la noche del sábado por culpa del fútbol. Ya sabemos que no podemos juntarnos y que sí podemos disfrutarla en casa. Es así de fácil. Hagámoslo.

No es el teletrabajo, es la conciliación

Nos vamos acercando al teletrabajo: si durante el confinamiento, con nuestros hijos en casa, no podíamos hablar de teletrabajo, lo que hacemos ahora, con los horarios de la ikastola reducidos, se le va pareciendo. Pero hasta que no volvamos a la normalidad y las empresas se lo planteen independientemente de la pandemia o el modelo de familia del empleado, no podremos hablar de teletrabajar. Y cuando lo hagamos deberemos tener en cuenta la conciliación, que no es lo mismo, como recuerdan en Pymes y Autónomos: el trabajo o el teletrabajo debe permitirnos conciliar, pero no con la familia, sino con nuestra propia vida.

En efecto

Esta Semana Santa, durante nuestras excursiones por la CAV nos cruzaremos con turistas europeos. Ojo, que como recuerda Jorge Matías en Twitter: “Nosotros también podemos salir a otros países de Europa con pandemia”. Él mismo apostilla con igual tino: “Pero somos unos muertos de hambre”. Es cierto, pero también lo es cierto que nos compensa salir de Euskadi o España menos que a un europeo venir porque el cierre de la hostelería y los toques de queda son más restrictivos allá donde vayamos. Y esas certezas, la de la pobreza comparativa y la de la flexibilidad, debería darnos en qué pensar durante las vacaciones.

Le hemos sobrevalorado

Pablo Echenique seguramente sea el político más sobrevalorado de la actualidad. Pero desde que anunció en su despacho de vicepresidente que sería el candidato de Podemos en las elecciones a la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias empieza a disputarle el puesto. El líder morado ha demostrado que no mide bien. Y después de dejar que todos lo veamos, se lanza a por esto: “Iglesias cree que siendo ‘vice’ de Madrid tendrá más poder que en el Consejo de Ministros” (La Política Online). Ese poder lo negoció y aceptó el propio Iglesias, y ese antecedente lo firma también él ante lo que pueda llegarle.

Pretorianas

Más allá de la falta de visión y medida que ha demostrado el líder de Podemos, es evidente que los que vinieron a regenerar la política están repitiendo todos los vicios y errores de los que señalaban. Iglesias no es solo el niño en el bautizo, el novio en la boda, el líder en el partido, el candidato en las europeas, el candidato en las generales, el vicepresidente en el gobierno y el candidato en las autonómicas: quienes forman su guardia pretoriana, de la que forma parte Ione Belarra, parece que son las únicas personas capaces de cubrir las funciones que abandona. Una cosa es la confianza… Y otra la exclusividad.

Los debates pendientes

La burocracia y el funcionariado europeo ha quedado en evidencia durante la pésima negociación que ha hecho con las empresas farmacéuticas. Pero incluso pese a la torpeza, Europa seguirá siendo un territorio privilegiado y recibirán muchas más vacunas y mucho antes que otros países en vías de desarrollo, como recuerdan en Público. ¿Y qué hacemos? ¿Seguimos obviando el tema o nos enfrentamos a la realidad de que la escasez y el dinero pone por delante a unos? ¿Empezamos a admitirlo todos o tendremos que seguir aguantando a quienes van de solidarios sabiendo que no tendrán que tomar la decisión?

Comunicación y política

Pocas veces tengo la oportunidad de escribir sobre lo que realmente es lo mío: hace bien la ministra española de Igualdad en aprovechar el maltrato que Rocío Carrasco denunciaba en Telecinco para explicar la importancia de arropar a la víctima y de alejar al maltratador. Pero un hilo en Twitter no era el medio: Irene Montero (y otros en Podemos) tiene que hacerse mayor y alejarse de la comunicación on-line que se hace con el móvil. Su reflexión, como ministra que es, hubiera tenido encaje en un artículo de opinión bien escrito. Su hilo en Twitter solo es carnaza y no centra la atención en lo que dice.

Qué asco

El PP se ha creado un problema: solo era cuestión de tiempo que viéramos el muestrario de políticos de bajísimo nivel que ha incorporado Pablo Casado. La semana pasada Carmelo Romero demostró lo poco que le importa la ciudadanía que, tras un año de pandemia y encierros, ve afectada su salud mental. Y esta semana el diputado cántabro Diego Movellán ha escrito y leído una supuesta gracieta a la ministra Yolanda Díaz sobre que en Podemos todas las mujeres medran agarradas a una coleta. Aplico para Movellán el mismo criterio que para Romero hace solo unos días: no deberían de dimitir, es el PP el que debería cesarles.

No se libra ni uno

Si lo de la derecha española repugna lo de la izquierda española huele fatal: “Gabilondo rechaza pactar con Podemos tras las elecciones y tiende la mano a Más Madrid y Cs: ‘Con este Iglesias, no’”, leemos en Público para preguntarnos de inmediato si lo que no vale para Madrid sí vale para España. ¿Cuándo nos miente el PSOE, cuando Sánchez nos asegura que le unen muchísimas cosas a Iglesias o cuando su candidato en Madrid lo veta porque se ha echado al monte? El Iglesias al que Gabilondo repudia sigue siendo vicepresidente del gobierno español y tratar a la ciudadanía como si fuera idiota sigue siendo muy mala idea.

¡Pero qué cara más dura!

Si la aseveración de Gabilondo sorprende, la respuesta de Iglesias hace que nos preguntemos si cuando no les vemos se ríen de nosotros: “A la derecha le interesa que estemos con pullas” (El Independiente). Esta ha sido la contestación nada menos que del vicepresidente español que el mismo domingo aseguraba que iba a ganar al ala socialista de su gobierno en el tema de vivienda y que lleva meses exhibiendo sin pudor ni inteligencia cada pulso dentro del ejecutivo que, insisto, hoy vicepreside. La campaña madrileña se basa sin duda en la desvergüenza, el morro, las grandes palabras y las más grandes miserias políticas.

Por cierto

La actual movida madrileña (protagonizada por pijos que van de modernos, como la primera) eclipsa cualquier otra noticia política en España, como el fracaso de la moción de censura del PSOE en Castilla y León. Al final, ni socialistas ni Ciudadanos han conseguido los gobiernos por los que pugnaban, pero no creo que los de Sánchez hayan perdido demasiado: han dejado algún pelo en las gateras parlamentarias de Murcia y Valladolid, vale, pero han abierto en canal a Ciudadanos para repartirse las vísceras con PP y Vox, y han provocado el terremoto de Madrid al que no ha podido resistirse Iglesias.

Mis dos minutos de odio

Escribo esta columna profundamente enfadado, conmigo mismo y con todo lo que veo. Somos imbéciles, no hay otra explicación: la pandemia avanza porque se lo ponemos fácil y no cumplimos las normas. Y quien me venga con que los gobiernos criminalizan a la ciudadanía se puede ir a la mierda: si todos hiciéremos caso a las obligaciones y recomendaciones estaríamos mejor. No es menos cierto que hay normas que nadie comprende: “La ministra Maroto considera que la llegada de turistas de la Unión Europea ‘no es un elemento de riesgo’”, tuitean en El País. Pues ya me lo puede explicar con dibujos sencillos.

La asquerosa pelea política

A Bildu se le apaga el foco y no deja de agitar la farola para que siga alumbrando: su doble estrategia de acoso y derribo al gobierno vasco durante la pandemia y de facilidad absoluta al español está más que agotada. Pero siguen intentado rascar el fondo: Maddalen Iriarte habla ahora de colocar a una alcaldesa de Bildu en el LABI. Ahí están los de la pureza, preocupados por las cuotas y por meter un caballo de Troya nada menos que en el espacio en el que se toman las decisiones para frenar la pandemia. Porque todo vale si le vale a la izquierda abertzale, lo sabemos bien en este pequeño país.

Somos unos irresponsables

Mi profundo cabreo lo provoca el cansancio, la incoherencia, el oportunismo y, sobre todo, la irresponsabilidad. La de la ciudadanía, la del periodismo y la de la política ante la pandemia. Empiezo por incluirme en todas las categorías en las que encajo: como ciudadano tomo malas decisiones. Y como periodista me enfada saber que nos colaron el riesgo de AstraZeneca, y que eso influyó en las decisiones de los políticos, a su vez, agotados del acoso de oposición o sindicatos y las críticas públicas. Ahora nos toca remontar y recuperar la confianza en la vacuna de la que llegarán millones de dosis hasta verano.

Como para no ciscarse en algo

Insisto en que lo que más me enfada es la irresponsabilidad en medio de toda esta mierda. Porque ya no se trata de un cúmulo de errores, del desconocimiento o de que ha tocado un o una incapaz para gestionar algo tan grave. La irresponsabilidad hoy es una opción, es un modo plenamente consciente de enfrentarse a la pandemia, y ante ella tenemos que revelarnos con saña: “Las elecciones en Madrid vuelven a parar la renovación del CGPJ y se congelan las negociaciones de todas las instituciones”. Si este titular en Público no es para ciscarse en la política española, sus protagonistas y sus asesores, ¿qué lo es?

¡Lo que nos faltaba!

Los que trabajamos desde casa lo hacemos muchas más horas que antes de la pandemia. Es un mal global. Las pocas opciones de salir a la calle y las distracciones cotidianas del hogar nos empujan a estar más accesibles, a pasar más horas delante del ordenador, a cabrearnos (en mi caso) y a engordar (también, en mi caso). Lo que nos faltaba era esto de Pymes y Autónomos (por lo general, un blog recomendable): “Aprender a trabajar desde casa y en un entorno siempre conectados es imprescindible”. No. Lo que es imprescindible es aprender a desconectar aunque estemos en casa o con cobertura.

Se llama conciliación

Antes de la pandemia y del teletrabajo por obligación, la de la conciliación era la mentira más grande que nos habían contado: compartir el cuidado de las hijas e hijos y mantener un trabajo en condiciones normales es una misión imposible que casi hemos olvidado con las restricciones. Durante el fin de semana he echado un ojo a la web que ha puesto en marcha el departamento de Igualdad y Políticas Sociales: Kontzilia, con información clara sobre a qué tenemos derecho y cómo podemos facilitarlo. Cuando remita el coronavirus llegará lo más importante: promoverlo. Y ojo, que quien no tiene hijos también tiene derecho a conciliar.

Por esto pierde Ciudadanos

El problema de Ciudadanos no es la moción de censura en Murcia, ni la convocatoria electoral de Díaz Ayuso, ni el goteo de despedidas malsonantes. El movimiento contra Fernando López Miras solo ha precipitado lo que iba a pasar por culpa de una deriva inaguantable que solo a los que estaban autointoxicados les parecía bien: Marcos de Quinto, gestor de empresas de éxito y diputado de los malos en la bancada naranja, siembra ahora dudas sobre el proceso electoral. El mismo que le llevo al Congreso, ¿qué más da? Algunos han decidido abrazar el manual de trumpismo para dummies y el ridículo absoluto.

Crece el nacionalismo galés

Antes de la pandemia pero con el Brexit y el trumpismo consumados me avisaron de que estuviera atento para apreciar un nuevo reverdecer de los nacionalismos sin estado en Europa. Y el tiempo solo le ha dado la razón a quien lo tenía tan claro: en Descifrando la Guerra hablan del crecimiento del nacionalismo galés. Lejos aún de la fuerza política y mediática del escocés, estaremos preparados para ver cómo trata esta vez Londres un nuevo foco de reivindicaciones desde el Sur donde el laborismo está cediendo terreno en favor de los nacionalistas (más próximos a la socialdemocracia) pero también los conservadores británicos.

Arbitrario es arbitrario

Si Twitter puede decidir a su criterio quién puede estar en la red social y quién no, incluyendo al mismísimo Trump, poco margen tiene para quejarse si Rusia decide que en su territorio esta web no será accesible. Que quede claro: me parece bien lo primero (la ausencia de Trump en cualquier plataforma) y mal lo segundo (la ausencia de Twitter en un país). Pero si uno es arbitrario y lo expone con claridad no puede evitar que otros también lo sean, evidentemente. No creo que Rusia culmine la amenaza que explican en Trecebits pero ha dado un paso más hacia el control de mensajes y redes en su conjunto.

Sí, el gobierno megaprogre

“El Consejo de Ministros volverá el próximo martes a conmutar penas a convictos a petición de cofradías y hermandades en pleno proceso de distensión con la jerarquía eclesiástica”. Este es un extracto sacado de la web de Público. Y el consejo de ministros al que se refieren es uno en el que estarán Pedro Sánchez y Pablo Iglesias a menos que anuncie, en otro giro de guion, una dimisión sorpresiva. Así que el gobierno español superhipermegaprogreplus “recupera los indultos de Semana Santa en otro guiño a la Iglesia”. La católica, para que no le quede a nadie ninguna duda. Pero meapilas siempre seremos los demás. Ya. Claro.