Necesitamos otro contendor

Ni discuto, ni tiro de sarcasmo, ni critico las políticas de reciclaje de nuestras instituciones. Pero hablo completamente en serio cuando digo que necesitamos otro contenedor después de leer este titular en EPE: “El mundo registra un nuevo récord de concentración de gases de efecto invernadero” porque, ¿a qué contenedor van quienes más contaminan? Sí, me refiero a los ultrarricos que viajan en jets privados y que se han hecho millonarios en países como China, Rusia o EE.UU., donde pasan de los acuerdos para evitar la emisión de esos gases (también conozco la culpa histórica de Europa al respecto, no necesito lecciones).

Solo hemos empezado

Después de lo urgente, que nos estamos cargando el único planeta que tenemos, vamos con lo importante: “Una decena de ‘selecciones vascas’ tendrá opción de ser oficial con la nueva Ley del Deporte” (El Independiente). Y sí, la de fútbol, clave por la enorme visibilidad que daría a nuestra reclamación nacional, está entre ellas (porque la selección de Euskadi ya compareció antes de la creación de la Federación Española). Surf y Pelota solo han tirado la puerta abajo, el resto de camisetas verdes están esperando para entrar y coger lo que es suyo: la oficialidad en competiciones internacionales, para disgusto de muchos y muchas.

Ese país a los dos lados de los Pirineos

La de la salida del Tour en Euskadi es otra de esas grandes noticias que criticarán los mismos que luego se sacarán fotos desde las rampas para tuitearlas. La visibilidad de Euskadi como ente diferenciado, desde Bilbao hasta Bayona, a los ojos de todo el mundo, es importantísima. No solo desde el punto de vista económico (la organización del Tour sabe que lo suyo es un escaparate y cobra por ello porque genera grandes ingresos a quien se exhibe), también desde el emocional y desde el nacional. Con el camino hacia la oficialidad empezado el espaldarazo que puede recibir el ciclismo vasco es impagable.

La política la hacen los partidos

Yolanda Díaz ha hecho toda su carrera política apoyada en partidos de izquierdas. En varios. Eso habla bien de ella: varios equipos de trabajo diferentes vieron su valía y quisieron contar con sus ideas. Lo que no habla tan bien es que después de eso ella misma haya llegado a la conclusión de que su proyecto, Sumar, no necesita a ningún partido político y que todos tendrán que subsumirse detrás de su claim y su figura. Pues bien, según The Objective, Sumar no sacaría ni un escaño en la circunscripción de la vicepresidenta del gobierno español. Su idea parece que no cala y “los sondeos asustan”. No son las personalidades, son las personas.

Como opción, es menos mala

No estoy de acuerdo con rociar pintura contra ninguna fachada (ni aunque se quite con acetona), pero por si me preguntan me adelanto: sí, me parece mejor lo que ha hecho el activista (entrado en años, por cierto) que ha llenado de pintura la parte delantera de lo que aseguran que es un lobby del petróleo, que lo que han hecho las crías y críos que han lanzado comida contra obras de arte que si se dañan supondrán pérdidas irreparables. Es más consecuente, más valiente y el mensaje queda más claro: si ellos manchan nuestro planeta y nuestras economías, nosotros (por medio del pintor) les manchamos la fachada.

El feminismo es para las pobres

Los graves insultos que han lanzado los chicos de un colegio mayor de Madrid a sus compañeras son graves e injustificables en cualquier contexto. Pero también han servido para abrir un buen melón, el de esas instituciones que quieren parecer elitistas pero no pasan de rancias. En ellas las novatadas se heredan porque en su sustrato socioeconómico todo se hereda. El feminismo es para los pobres: “Si a tu hija no la llaman puta a berridos todas las noches desde el bloque de enfrente es porque eres un perdedor muerto de hambre que no tiene dinero para procurarle el mejor ambiente de estudios posible”, tuitea Hermanos Peláez.

Una organización criminal

La OPEP es una organización criminal. Terrorista, incluso, porque con sus acciones lo que intenta es infundir miedo, con ese miedo generar ansiedad y acopio, y con el acopio de combustible que haga la población atemorizada, ganar dinero. Sin duda, la OPEP es una banda de extorsionadores organizada para tener el mundo a sus pies. Y el mundo, mal liderado, se ha postrado con un modelo energético insostenible y que enriquece a personajes que, pese a los millones, siguen pareciendo siniestros. El anuncio de que recortará la producción solo para mantener el precio (y beneficiar a Rusia, de paso) tiene que suponer un punto de inflexión.

El primer rudimento de la educación

Si no sabes algo, pregunta. Ese rudimento sigue siendo válido cuando tienes 42 años. Lo sé por propia experiencia. Pero puede que algunos crean que ya han pasado esa pantalla y que su intelecto funciona de otra manera, más madura. O todo lo contrario: “¿Sabía o no sabían en Unidas Podemos que las Cuentas para 2023 incluirían una subida del 25,8 por ciento del Presupuesto de Defensa? Pues si se escucha la versión de Hacienda parece que no hay duda al respecto. ‘La gente que se ha sentado con nosotros lo sabía. Los interlocutores preguntan. Es que parece que son tontos, ¿por qué desmarcarse?’”, leemos en El Independiente.

Echa la culpa a Yolanda

¿Cómo quieren que creamos en Podemos que ellos no aceptarían nunca un incremento presupuestario en Defensa y que, al mismo tiempo, no son tontos, como sugieren en algún ministerio, según El Independiente? Pues echando la culpa a Yolanda Díaz: la señalan a ella como la persona negociadora del “ala morada” (mucha “Ala Oeste” han visto algunas y algunos) que conocía esa subida para Defensa y que, además, la ha ocultado al resto de su propio bando en el consejo de ministros (y de poco les ha servido ver la serie de Aaron Sorkin) para que no la rechazasen. En esos juegos de manos todos son los primos. Y primas.

Un camino largo

El camino que han andado las jugadoras, los equipos técnicos y de prensa, entre otros, del Athletic femenino es largo, como ayer nos recordaban en su cuenta en Twitter: 20 años, que no son nada si los cantas y menos si los vives. 20 años de reivindicación, de lucha en el campo, de títulos celebrados en el parking, de algún terremoto interno, de vestuarios diferentes al de los chicos, de récords, de que la afición haga la ola cuando nos golean en San Mamés y de despertar cada mañana ante la injusta realidad. No quito ningún mérito a las directivas que impulsaron y mantuvieron ese equipo, solo pido más porque creo que es lo justo.

¡Claro que no lo tiene!

Valoro positivamente las opiniones de Jordi Sevilla y, sobre todo, valoro su valentía para hacerlas públicas en Twitter. Pero en este caso, con el debido respeto, tiene poco mérito porque, igual que él, éramos muchos (todos, salvo los que facturan) quienes “señalamos hace tiempo que no tiene sentido que el gas marque el precio de toda la electricidad, incluso la generada con fuentes renovables más baratas. Ese ‘mercado’ regala beneficios extra a las empresas”. Esta era su reacción lógica a la noticia de que “Alemania se abre a excluir el gas del sistema de fijación de precios de la luz” (La Voz de Galicia).

Vox y Bildu

En Euskadi, Bildu, y en España, Vox. Es así de sencillo y sé que algunos de sus representantes se pondrán rojos de indignación al leerlo, y puede que hasta saquen pantallazo de la web y me mencionen en Twitter para que sus seguidores (empezando por los influencers de cabecera) intenten molestarme durante la jornada. Hablo de Vox y hablo de Bildu en igualdad de condiciones, porque comparten manual de acoso al periodista. Igual que comparten manual de “guerra sindical: Vox agitará las calles frente a la ‘tibieza’ de UGT y CCOO ante el Gobierno” (El Confidencial). Si esto les molesta, a unos o a otros, que no coincidan tanto.

“Sumar” no suma

Al final, “Sumar” es solo una idea bonita, como “Junts” en Catalunya, pero que no se ajusta a la realidad: “Díaz no contempla Sumar como ‘una sopa de siglas’ y dificulta la alianza con Podemos”. O lo que es lo mismo: Sumar no busca una suma, sino una neutralización de los rivales, empezando por los de la propia izquierda. Yolanda Díaz lo que busca es una aclamación, una fórmula muy romántica, que queda muy bonita en las películas, pero que en la realidad de la política actual es imposible. Y si se empeña en ser aclamada y reclamada por toda la izquierda, más que “sumar” dividirá. Ya lo hemos visto en Andalucía.

La represión de una dictadura

El mundo tiene hoy problemas mayores que los que surgen en la isla de Cuba por culpa de la dictadura a la que está sometida su población. Pero Miguel Díaz-Canel, además de anunciar medidas económicas que avanzan hacia el capitalismo con una retórica pasadísima, mantiene la peor tradición de la represión: el opositor José Daniel Ferrer lleva preso y sin contacto con el exterior casi 50 días y “activistas de la organización en el exilio Unión Patriótica de Cuba han exigido este lunes al Gobierno cubano una prueba de vida” (Nius). Ferrer ya fue detenido y encarcelado con anterioridad por el régimen por su activismo contra la dictadura.

Estábamos esperándole

Cuando el gobierno español impuso en pleno agosto medidas para ahorrar energía como el apagado de las luces de los escaparates pensé en las luces de Navidad que suelen poner en Vigo. Esta semana, por fin, su alcalde “ha anunciado que en Vigo continuarán con la tradición del encendido de 11 millones de bombillas led”, aunque con una hora menos de duración porque, según Abel Caballero, del PSOE, “prescindir del encendido de luces en Navidad por la crisis energética sería un drama económico” (Público). No me parece irresponsable por sus intenciones para este invierno, me parece irresponsable por lo que ha hecho hasta ahora.

La tragedia en Gaza

El verano, el calor y el otoño crítico que nos espera no pueden facilitar que se nos pase la terrible tragedia que están viviendo en Palestina y que medios y organizaciones internacionales se desgañitan por contarnos: “Al menos 24 palestinos, incluidos 6 niños y una anciana han muerto y otros 215 han resultado heridos, incluidos 96 niños, 30 mujeres y 12 ancianos, desde el comienzo del ataque de Israel a Gaza el viernes, según el Ministerio de salud palestino”. El resumen en forma de tuit es de Raquel Martí, directora ejecutiva de la oficina de Naciones Unidas para las personas refugiadas palestinas.

Condena a los negacionistas oportunistas

Aunque escandalosa y lejana, la condena a Alex Jones es importante para todo el mundo: el desinformador (tiene un programa de radio muy conocido en EE.UU. por sus teorías de la conspiración y dirige una web de fake-news) había afirmado que el tiroteo en la escuela de primaria Sandy Hook, en Connecticut, en 2012, era falso y que las madres y padres de los 20 niñas y niños de 6 y 7 años asesinados, eran actores. Hook, por supuesto, también ha difundido ideas favorables al trumpismo y, lo más significativo, es que se ha hecho millonario con sus mentiras, falsedades y malas intenciones. Su derrota judicial tiene que ser revulsiva.

La vida en Madrid

Macarena Olona se empeñó en ser la cabeza de cartel de Vox en las elecciones andaluzas pero parece que nunca pensó realmente en mudarse a la comunidad del sur: en El Plural cuentan que planteó a Abascal convertirse en senadora autonómica por Andalucía y, a la vez, portavoz parlamentaria en su parlamento. De ese modo seguía teniendo relevancia en ambos espacios y, lo más importante para ella, según la crónica: seguía viviendo en Madrid. Hoy sabemos que la dirección de Vox no aceptó el planteamiento y que la alicantina ha anunciado que abandona la política por problemas de salud. Casualidad. O causalidad.

El marco equivocado

Después del paréntesis estival los partidos estarán (o deberían de estar) volcados en las próximas elecciones municipales y, en el caso de Euskadi, forales. La elaboración de cientos de listas no es nada fácil y la campaña, se lo aseguro, es complicadísima. Pero Podemos y Yolanda Díaz siguen ocupados en la candidatura para las Generales. No lo digo yo ni Libertad Digital. Lo leemos en Público: Belarra y Vestrynge quieren evitar ser absorbidas por Sumar, pero dentro del propio Podemos hay fuerzas (IU, PCE, En Comú Podem, Galicia en Común o Alianza Verde) que invitan a pasar página al partido morado y ceder el protagonismo al nuevo proyecto.

La urgencia

“España es un coche que se dirige a toda velocidad hacia un muro y ese muro se llama ‘sequía’”, leemos con tono trágico en Xataka. Pero Euskadi no se libra: en el norte del país ya hay restricciones y en el sur puede empezar a haberlas en cualquier momento. Todos lo vemos, pero los números crudos son los que llevan a esa analogía del coche y el muro: “En los últimos tres meses ha llovido un 46% menos de lo que tendría que llover. De hecho, en julio esa caída ronda el 70%. Esto se suma a que desde el 1 de octubre de 2021 (la fecha en la que comienza el año hidrológico) ha caído solo un 25% de lo normal”.

Lo mismo que se jugó

Yolanda Díaz pasa de las elecciones municipales: su proyecto político se presentará a las Generales. Como todo el mundo sabe: ser vicepresidenta, ministra y diputada, mola mucho. Ser concejala en un pueblo pequeño es un acto heroico. Lo que me resulta sorprendente e incluso divertido, no voy a negarlo, es que en Podemos, precisamente, se quejen de que Díaz no adelante la puesta en marcha de ya famoso “paraguas”. Y me resultad divertido porque Podemos, en su día, hizo exactamente lo mismo: dejó a su suerte a grupos municipales a los que no iba a amparar con la marca Podemos para no desgastarla.

Una dimensión paralela

Jaime Peñafiel es una persona mayor y, por lo que hemos visto durante décadas, también es una persona a la que no le gusta que dejemos de hacerle caso. Pero también es el epítome de lo que fue y es hoy el juancarlismo: una corriente negacionista (de las primeras que vimos) capaz de creerse un racimo de mentiras para negar una realidad incómoda. “Si don Juan Carlos muere en el exilio, a Felipe le maldecirá la opinión pública”, asevera en Vozpópuli, donde le han rescatado para meterse, además, con Letizia Ortiz (allá él). Pero Peñafiel no es una excepción: es el ejemplo del cortesano que no quiere saber.

Sí, son todos iguales

La casa real española tiene un problema de reputación ganado por Juan Carlos I. Las nórdicas y las centroeuropeas parecen herméticas, lejanas, frías. Las de Oriente Próximo son voraces y poderosas. Y la británica parece una especie de entretenimiento un poco caro pero inocuo. Pero no lo es: “El príncipe Carlos aceptó una donación de 1,2 millones de la familia Bin Laden” (EPE) dos años después de la muerte de su miembro más conocido, por desgracia. Esa familia era rica y poderosa y que no tenía nada que ver con el terrorismo, y que la donación fue para causas benéficas. Pero las relaciones públicas nunca son fortuitas.

El mundo pierde color

Los coches, blancos. Y las cafeterías, grises. No es una sensación aislada ni una casualidad: un estudio realizado por el Museo de Ciencias británico (no todo lo de la Gran Bretaña va a ser malo) con más de 7.000 fotografías a objetos de su catálogo, muestra claramente cómo hemos ido perdiendo el gusto por lo colorido y nos hemos ido decantando por el blanco y negro. Y ponen un ejemplo muy claro: “Lo podemos ver en la evolución del teléfono. Los de los años 60, 70 y 80 cubrían una gama más amplia de colores. La mayoría de smartphones de hoy en día siguen el mismo esquema: negro o plateado” (Magnet).

Las noticias que necesitamos

De la vida prepandémica solo nos separan las mascarillas en el transporte público y los centros de salud, y las cifras de contagios y fallecimientos que, de vez en cuando, llaman nuestra atención en los medios. Por lo demás, no seamos hipócritas, vivimos y turisteamos sin pensar en el virus. No voy a hacer de Pepito Grillo, siempre he odiado ese papel. Pero sí reconoceré que estas son las noticias que quiero leer: “Este otoño esperamos mejoras en las vacunas que pueden ser clave para la evolución de la pandemia”, afirma Luis Enjuanes, director del laboratorio de coronavirus del CSIC, a El Independiente.