Desde Samarcanda (Samarqand) realizamos una interesante excursión de 209 km de recorrido por unas penosas carreteras, sobre todo en los alrededores de la ciudad. Son muy anchas, pero nuestro conductor tiene que ir haciendo slalom para evitar los continuos baches. A través del hotel, hemos vuelto a contratar un vehículo con conductor, mucho más cómodo para realizar este viaje. Nuestro destino son dos excepcionales lugares, el mercado de Urgut, distante 39 km de Samarcanda, y el centro histórico de Shakhrisyabz, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, al que llegamos tras otros 85 km de viaje, los mismos que tendremos luego para regresar al hotel.
Cuando
planificamos el viaje por Uzbekistán y Kazajistán, hicimos coincidir nuestra
estancia en Samarcanda de viernes a domingo, para así poder acudir al mercado
de Urgut que, aunque se celebra a diario, los sábados y domingos adquiere un
tamaño impresionante, debido a la cantidad de compradores y vendedores que a él
acuden, convirtiendo este bazar en un enorme centro comercial, en el que
primero visitamos la zona de alimentación.
Tras recorrer la
zona de carnicerías, venta de huevos y diferentes productos hortícolas, nos
dirigimos a los más vistosos, los puestos de venta del tradicional y riquísimo
pan de Samarcanda, además de aquellos que elaboran comida, incluido el
tradicional plov, para ser consumida allí mismo. Estamos en el mercado oriental
más grande de Samarcanda y probablemente el mayor de cuantos he visitado en el
mundo.
Situado a los
pies de las montañas de Zeravshan, a unos 1000 metros de altitud, el gran bazar
de Urgut parece un centro comercial, pues en él puedes encontrar de todo:
alimentación, ropa, electrodomésticos, juguetes, tapices, calzado, telas y un
largo etcétera, todo perfectamente ordenado por secciones. Según avanza la
mañana el número de compradores va en aumento, pero la temperatura también, así
que ha llegado la hora de abandonarlo.
Nuestro siguiente destino es Shakhrisyabz,
distante 85 kilómetros de Samarcanda, a donde regresaremos a dormir, así que
continuamos viaje en dirección a la frontera con Afganistán. Poco a poco vamos
ganando altitud, hasta pasar por un puerto situado a 1788 metros, donde un
cartel nos indica que abandonamos Samarcanda. Mucha gente se detiene para sacarse
fotos junto a él, motivo por el que existe un pequeño mercado, sobre todo de
especias, que venden las mujeres de la zona.
En el descenso del puerto,
nuestro conductor nos propone parar a comer en un lugar de lo más pintoresco y
tradicional. Hoy toca cordero, preparado de dos formas, guisado y al horno,
acompañado de ensalada. Qué bien entra la cerveza fría con el calor que hace,
pese a estar en un lugar alto y sombreado. Parece que comemos sentados en una
cama, con una mesa en el centro. Todos los comensales, salvo nosotros, son
población local.
A primera hora de la tarde, con un calor terrible, llegamos a nuestro destino, Shakhrisyabz, pequeña ciudad que alberga un conjunto de palacios, mezquitas, madrazas y tumbas, por los que la UNESCO la ha incluido en la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad. Todo lo que hay que ver se alinea en torno a una gran avenida peatonal, completamente nueva, pues los árboles son tan jóvenes que no nos protegen del sol. Junto al lugar en que dejamos aparcado el coche se encuentra uno de los emblemas de la ciudad, los restos del palacio Ak Saray, construido por Tamerlán en el siglo XIV. En el parque de al lado se alza majestuosa la estatua de Amir Temur.
Se puede contratar los servicios
de un minibús eléctrico que hace el tour por los principales lugares de
interés, pero optamos por caminar por la avenida peatonal, bajo un sol de
justicia, deteniéndonos ante los baños antiguos y las madrazas Chubin, restaurada
en 1997 para albergar el Museo Amir Temur y O Gollig, convertida en bar. Una
pérgola en el parque marca el final de esta primera parte de nuestra ruta.
Parece que estamos en una ciudad completamente nueva.
La siguiente cita la tenemos en el Complejo Dorut Tiloval, el lugar que más me ha gustado, en el que el principal monumento es la Mezquita Kok Gumbaz, construida por Ulugbeg en 1437. Da gusto estar a la sombra en uno de sus patios interiores. No hay casi visitantes en Shakhrisyabz, así que muchos bares están cerrados, por lo que nos ha costado encontrar uno abierto para comprar agua. El calor es tan intenso que igual debíamos haber cogido el pequeño autobús eléctrico que recorre todos los sitios de interés.
Concluimos la visita de Shakhrisyabz
en un lugar que tiene varias cosas que ver. Se trata del Complejo Dorut Siadat,
que significa “Lugar de fuerza y poder”.
Nos detenemos sobre todo en la curiosa Mezquita Hazrat-i Imam y en la sencilla cripta
de Temur (Tamerlán). Quedan algunos lugares por visitar pero ya no podemos más,
así que regresamos al coche caminando por los soportales que se asoman a la
avenida peatonal, que nos proporcionan sombra, haciendo un alto en el camino
para comprar unos botellines de agua fría.
Pese a los baches, el viaje de
regreso a Samarcanda nos resultó un placer, al refugio del aire acondicionado
del coche. En Shakhrisyabz hemos sudado muchísimo. No hemos hecho más que
empezar el viaje, pero las altas temperaturas fueron lo habitual en nuestro
recorrido por Uzbekistán, pese a realizarlo en junio.
Hace seis años, a comienzos de agosto nos desplazamos hasta la Hoya de Huesca, comarca perteneciente a esta provincia, que incluye 40 municipios, entre ellos dos de la provincia de Zaragoza. Es una zona de transición entre las sierras prepirenaicas y el valle del Ebro, con una extensión de 2.525 km2 y una población de 70.000 habitantes, buena parte de ellos ubicados en Huesca capital. Para alojarnos elegimos un lugar lleno de encanto, el Hotel Spa Aguas de los Mallos****, que sería una buena opción para la situación que estamos padeciendo, situado a 294 km de Leioa, en la carretera Jaca-Santa María de la Peña, cerca de Murillo de Gállego (Tel 974 383 132). Pero la perfección no existe, pues tuvimos unos días de muchísimo calor y alguna tarde, tormentas de las de asustar, lo que condicionó el programa que pensábamos realizar. Un valor añadido de este hotel es la vista panorámica que tenemos sobre los Mallos de Riglos y el cercano pueblo zaragozano de Murillo de Gállego, del que sobresale la iglesia de San Salvador.
5 de agosto. De
camino al hotel, nos desviamos un poco de la ruta para dirigirnos a la pequeña
localidad de Santa Cruz de la Serós, donde aprovechamos para comer y contemplar
la monumental iglesia de Santa María, construida a mediados del siglo XI, y la
más pequeña iglesia de San Caprasio, edificada entre los años 1020-1030. Tras
la comida fuimos al cercano San Juan de la Peña, deteniéndonos primero en el
Monasterio Nuevo, del siglo XVII, para luego visitar uno de los emblemas de la
provincia de Huesca, el Monasterio Viejo de San Juan de la Peña, joya de la
época medieval y más en concreto del estilo románico de los siglo XI y XII,
como son los capiteles de lo que queda del claustro construido bajo una gran
roca. Es un lugar único.
No estaba en
nuestro programa, pero yendo de Santa Cruz de la Serós al hotel pasamos por un
lugar que nos encantó, por lo que nos detuvimos a tomar unas fotos. Se trata
del embalse de La Peña, que recoge las aguas del río Gállego, ubicado en el término
municipal de Las Peñas de Riglos. Fue construido entre los años 1904 y 1913,
generando una gran polémica hace unos años el proyecto de recrecimiento,
actualmente paralizado. Llama la atención el puente que cruza el embalse para
permitir el tráfico rodado, construido por Severino Bello, así como la cascada
que se forma al caer el agua por el aliviadero, para ser devuelta al río.
6 de agosto.
Debido al excesivo calor, hemos decidido dejar las rutas que pensábamos
realizar y centrarnos en lugares culturales, comenzando la jornada visitando el
pueblo de Bolea, donde se encuentra la monumental Colegiata de Santa María la
Mayor, iglesia gótica construida entre 1541 y 1559, según un proyecto de Pedro
de Irazábal. En su interior destaca el retablo mayor, obra maestra de comienzos
del Renacimiento. Fue realizado entre los años 1499 y 1503 y consta de veinte
tablas pintadas al temple y cincuenta y siete tallas de madera policromada. Las
tallas y la estructura del retablo son obra del maestro flamenco Gil de
Brabante, y la pintura se debe a un pintor anónimo.
A media mañana
nos desplazamos hasta el pueblo de Loarre, sobre el que se levanta majestuoso
el castillo que toma el nombre de la población, que se asienta sobre un
promontorio de roca caliza. Está rodeado por una muralla con torreones, lo que
le proporciona un aspecto mucho más vistoso. El castillo está en bastante buen
estado de conservación, por lo que está considerado como la fortaleza románica
mejor conservada de Europa. Fue ampliado hacia 1071, durante el reinado de
Sancho Ramírez, dándole el aspecto que mantiene en la actualidad, mientras que
el recinto amurallado se construyó en 1287. También es digna de reseñar la
iglesia del castillo.
Aunque hemos
estado en varias ocasiones en esta zona, tenía muchas ganas de volver a ver de
cerca esas curiosas formaciones geológicas que son los Mallos de Riglos, así
que a primera hora de la tarde nos dirigimos en primer lugar a Agüero, que goza
de un perfecto emplazamiento bajo los Mallos, aprovechando para visitar el que
dicen que es el único museo del mundo dedicado al órgano y sus dos preciosas
iglesias, en honor a San Salvador y a Santiago. De allí nos dirigimos a Riglos,
para obtener la típica instantánea de los Mallos desde el monolito que
Montañeros de Aragón levantó a la memoria de Rabadá y Navarro.
7 de agosto.- Al
poco de salir del hotel nos detenemos en Ayerbe, deteniéndonos para contemplar
la Torre del Reloj (1798) y la típica arquitectura aragonesa dispersa por el
casco antiguo, que cuanta además con notables palacios, como los de los
Marqueses de Urriés o el de los Luna. De allí nos dirigimos a las afueras de
Huesca y más en concreto al parque tecnológico Walqa, situado en Cuarte, donde
se encuentra el Planetario de Aragón, cuando los visitamos conocido como
Espacio 0.42, que fue inaugurado en 2012.
Dejamos para el
mediodía y la tarde recorrer la ciudad de Huesca, caminando bajo un sol de
justicia en busca de zonas sombreadas, como el parque de Miguel Server, el
pulmón verde de la ciudad, en el que se encuentra uno de sus emblemas, las
famosas Pajaritas de Ramón Acín. Recorriendo el Coso, fuimos descubriendo
monumentales edificios como el Palacio de Villahermosa, gótico del siglo XIV,
aunque donde mejor se estaba con el calor que hacía era en el interior de las
iglesias, así que accedimos a la Catedral, a la Basílica de San Lorenzo, en
cuya puerta se realiza cada 10 de agosto la danza de las espadas, cintas y
palos y, luego, pasamos un buen rato en la iglesia de San Pedro el Viejo,
monasterio románico del siglo XII, que cuenta con claustro y panteón real de
los reyes de Aragón (Alfonso I el Batallador y Ramiro II el Monje). En la plaza
Luis López Allué merece la pena entrar a curiosear los Ultramarinos La
Confianza, la tienda más antigua de Aragón, abierta por una familia francesa en
1871.
8 de agosto.-
Por la mañana temprano nos desplazamos al pequeño pueblo de Ibieca, en cuyas
proximidades se encuentra una pequeña joya, la iglesia de San Miguel de Foces,
único resto del monasterio fundado por la familia de la que toma el nombre.
Mandado construir por Ximeno de Foces en 1249 para panteón familiar, pertenece
al periodo de transición del románico al gótico. En los brazos laterales del
templo está su auténtico tesoro, los cuatro sarcófagos decorados con pinturas
al fresco de estilo gótico lineal (1302). La visita merece realmente la pena.
Para la última
visita de esta escapada nos salimos de la Hoya de Huesca para desplazarnos a Alquézar,
población situada en la margen derecha del río Vero. Teníamos idea de caminar
por la Ruta de las Pasarelas, que permite contemplar el último tramo del cañón
del río, pero con la hora que era y el calor que hacía optamos por posponerlo a
mejor ocasión. Además, siempre hay que dejar algo para poder volver. Por ello,
nos limitamos a visitar el pueblo, declarado Conjunto Histórico Artístico, con
lugares como la Plaza Mayor y la única puerta de acceso que se conserva. Si
algo destaca sobre todo es la Colegiata de Santa María la Mayor, con orígenes
de fortaleza, construida en el siglo IX por Jalaf ibn Rasid para frenar a los
reinos cristianos del norte. En un extremo de la localidad se encuentra la
iglesia parroquial de San Miguel Arcángel.
Aquí concluyó
realmente esta escapada, pues al día siguiente, 9 de agosto, regresamos a casa.
Siempre tuve
ganas de conocer Samarcanda (Samarqand), un lugar emblemático en la Ruta de la
Seda, así que era la guinda del viaje que realizamos por Uzbekistán y
Kazajistán, aunque luego me di cuenta de que otras poblaciones uzbekas, como
Buxoro o Xiva, me gustaron más. Pese a ello, la plaza Registán justifica por sí
misma el viaje. Dos horas separan tan solo Samarcanda de Toshkent, la capital,
que realizamos en el confortable tren de alta velocidad Afrosyob Talgo, que
conserva el castellano en las indicaciones de los extintores. Las medidas de
seguridad para acceder a la estación, primero y al tren, después, son
superiores a las que estamos acostumbrados en nuestros aeropuertos. Nos
alojamos a un precio asequible en el Grand Samarkand Superior Hotel ****, en el
que coincidimos con los ocupantes de una docena de vehículos antiguos que
realizaban la Ruta de la Seda desde Bangkok hasta Londres.
En el hotel contratamos los
servicios de un coche con conductor, a un precio increíblemente barato, así que
repetimos los días siguientes. Aprovechamos la tarde para visitar dos extraordinarios
lugares. La primera cita fue en el Mausoleo Amir Temur (siglo XV), magnífico
ejemplo de arquitectura islámica, donde está enterrado el conquistador
Tamerlán. El mausoleo tiene forma octogonal y está coronado con una gran
cúpula, con el exterior recubierto de mosaicos en color azul verdoso. Muy cerca
visitamos dos construcciones mucho más sencillas, los mausoleos Oq Saroy (1470)
y Rukhabad (siglo XIV).
Luego nos dirigimos a uno de los
lugares más espectaculares de Asia Central, la plaza de Registán, a la que se
asoman las madrazas Ulugh Beg (siglo XV), Sherdar (siglo XVII) y Tilla-Kari
(siglo XVII). La Madraza Ulugh Beg, situada en el oeste, se terminó en 1420, la
Sherdar, situada en el este, se completó en 1636 y la Tilla-Kari, se concluyó
en 1660, contando con una decoración dorada y un coqueto patio. Fue una gozada
contemplar este extraordinario lugar sin casi gente, ya que el turismo escasea
en Uzbekistán por temor al yihadismo, pese a que nos pareció muy seguro. Coincidimos
con una pareja de novios que realizaban aquí el reportaje fotográfico de la
boda.
Estamos en el segundo día en el
país, con una noche en el avión, el cambio de horario y el madrugón para coger
el tren esta mañana. Además, pese a estar en junio hace muchísimo calor, así
que decidimos regresar al hotel a descansar un rato y tomar algo, pero quedamos
con el taxista en que vuelva a buscarnos en cuanto anochezca para repetir las
visitas, aunque solo por fuera, con iluminación nocturna. Nos han gustado
tanto… Le hemos contratado para una hora, así que volvemos primero al Mausoleo
Amir Temur, que contemplamos con la luna casi llena de fondo y luego a la plaza
de Registán, más hermosa todavía por la noche. A cenar y a dormir. Mañana será
otro día y no habrá que madrugar.
9 de junio. Iniciamos la segunda
jornada en Samarcanda con mucho calor desde la mañana. Hoy hemos vuelto a coger
el coche con conductor, pero para todo el día. La primera cita la tenemos en el
principal mercado de la ciudad, el Bazar de Siyob, donde aprovechamos para
cambiar dinero en el mercado negro con ayuda del conductor. De esta forma todo
nos resulta baratísimo. Empezamos a darnos cuenta de lo amable que es la gente
y cómo posan las vendedoras para las fotos. Nuestros ojos se van detrás de los
tomates. Qué pinta más buena tienen!
Samarcanda forma parte del
Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO así que, pese al calor, tenemos que
seguir visitando sus principales monumentos. Frente al Bazar de Siyob está uno
de ellos, la Mezquita Bibi Xonim, con su puerta principal de más de 35 metros
de altura. Es por ello uno de los más grandiosos edificios de la ciudad, pese a
no contar ya con los cuatro minaretes que tenía hasta que se derrumbó por el
terremoto en 1897, pero está muy bien restaurada. Frente de la mezquita vemos la
cúpula azul del mausoleo de Bibi Khanum, que data de 1397.
Se ha echado la hora de comer y
en este caso nos ponemos en manos del conductor, que nos lleva a un lugar
popular bastante bueno, para degustar la comida tradicional uzbeka. La ensalada
de tomate y pepino acompaña siempre a cualquier comida, en la que el plato fuerte
fue el plov, a base de arroz, pimientos, garbanzos y carne de cordero. Por
seguridad, nunca comemos ensalada en estos viajes, pero a partir de aquí hemos
decidido pecar, pues los tomates son buenísimos. Tampoco faltó el riquísimo pan
de Samarcanda, calentito, recién sacado de un horno de barro, todo acompañado
por una botella de vino local. Estamos en Ramadán, pero en Uzbekistán se come y
se bebe al mediodía. La herencia soviética pesa mucho y no solo en el idioma.
Qué pereza da ponerse de nuevo en
marcha después de comer, con el calor que hace, pero hay que seguir. Menos mal
que nuestro siguiente destino se encuentra en un punto más elevado en las
afueras de Samarcanda. Se trata del Observatorio Mirzo Ulugh Beg, nieto de
Tamerlán, que fue más famoso como astrónomo que como gobernante. Hacia el año
1420 construyó un inmenso sextante astronómico de tres pisos de altura, uno de
los más grandes jamás construido, con el fin de medir las posiciones de las
estrellas con una precisión sin precedentes. Cuenta con un pequeño museo. Muy
cerca nos detenemos en un grupo escultórico dedicado a la Ruta de la Seda.
Bajo un sol de justicia vamos a la última visita, un amplio complejo que afortunadamente está muy sombreado. Se trata de la Necrópolis Shohi Zinda. El lugar resulta muy interesante debido a la veintena de mausoleos, recubiertos con mosaicos, con que cuenta. El complejo se basa en la tumba de Qusam ibn Abbas, primo del Profeta Mahoma, que trajo el Islam a esta zona. Su santuario es uno de los edificios más antiguos en Samarcanda y para mucha gente uno de los más bellos monumentos de la ciudad, por el colorido de sus baldosas de color azul verdoso. El viaje continúa.
En una reciente
entrada comenté que iba a volver a Galicia y lo he hecho del 15 al 23 de julio.
Ante todo he pensado en la seguridad, así que el objetivo escogido fue debido a
la baja tasa de contagios, el buen clima y la excelente gastronomía. Eso sí,
excluí la primera etapa en Viveiro debido a la situación en A Mariña. Como este
año casi seguro que no viajaré en avión (por cierto todavía Lufthansa no me ha
devuelto el importe del vuelo a Atenas en marzo), decidí alojarme en Paradores,
cosa que hacía tiempo que no utilizaba. Debido a su alta ocupación y a la
temporada altísima en Galicia, los precios han sido desorbitados, pero que se
le va a hacer, Me parecía el lugar más seguro para alojarnos, además de darnos
un capricho. Las medidas de seguridad han sido increíbles: desinfección
constante, mucha amplitud y turnos para desayunos y cenas. La segunda medida ha
sido evitar los habituales lugares en los que se concentra la gente. En
resumen, hemos pasado dos noches en el Parador de Muxía, cuatro en el de
Cambados y dos en el de Baiona. Un acierto.
630 km separan
Leioa del Parador Costa da Morte, emplazado junto a la bella praia de Lourido,
cerca de Muxia. Es un edificio de nueva planta y arquitectura contemporánea,
que se desarrolla en varios niveles adaptados a la topografía de la ladera
natural, con espectaculares vistas al mar. El más moderno de los Paradores,
inaugurado el 25 de junio, está construido en terrazas con varias cubiertas
vegetales. Diseñado por el arquitecto gallego Alfonso Penela, cuenta con una
pequeña piscina, un excelente restaurante y dos ascensores inclinados que
parecen sendos funiculares. Lástima de que aunque tuvimos unos días muy
soleados, el fuerte viento hizo que no pudiéramos disfrutar ni de la terraza de
la habitación, ni de la piscina.
16 de julio. Nos dirigimos al Cabo Vilán que, aunque lo vemos desde el Parador, dista 28 km ya que hay que bordear la ría do Porto. Sobre un promontorio de más de cien metros se alza un imponente faro, el primero electrificado de España (1896), cuya luz alcanza 96 km. El edificio anexo alberga salas de exposición y el Centro de Interpretación de los Naufragios de la Costa da Morte. Pensábamos caminar por la costa, pero el fuerte viento tiró a mi mujer, así que optamos por ir a tomar algo a Camariñas, donde nos sorprende que no se haya suspendido la procesión de la Virgen del Carmen. La verdad es que no hay aglomeraciones, así que saco unas fotos de los músicos y del barco que llevará a la Virgen, pero por si acaso no nos quedamos a la procesión y regresamos a Muxia.
Cuando terminamos
de comer en Muxia, vemos que están saliendo del puerto los barcos de la
procesión marítima de la Virgen del Carmen, que regresa a Camariñas. Tras tomar
el café nos dirigimos a la Punta da Barca, un lugar lleno de encanto donde hay
un pequeño faro y el santuario da Virxe da Barca. En la costa granítica hay dos
emblemáticas rocas, la archifamosa Pedra de Abalar y la Pedra dos Cadrís.
También subimos al mirador Jesús Quintanal, que cuenta con una curiosa
escultura. Al día siguiente, antes de abandonar Muxia, nos desplazamos hasta el
faro de Touriñán, distante tan solo 14 km del Parador, levantado en 1898 sobre los
acantilados de Gaivoteira, en el punto más occidental de la España peninsular,
más que Finisterre. Aquí si que podemos caminar un poco por las zonas no
expuestas al viento.
17 de julio. 127
km separan el Parador Costa da Morte del de Cambados, en el que pasamos cuatro
noches. En hora y media de viaje hemos pasado de los 21 grados de Muxia a los
37 que tenemos a nuestra llegada, así que optamos por pasar la tarde entre el
aire acondicionado de la habitación, la sombra próxima a la piscina o el fresco
patio interior. El Parador de Cambados ocupa el antiguo Pazo de Bazán, una
elegante mansión solariega. Debido a la atención y simpatía del personal, nos
hemos sentido como en casa, disfrutando de la gastronomía local y de unos
buenos vinos Albariño y Ribera del Duero.
Capital del Albariño,
Cambados es una preciosa y monumental población de la comarca de Salnés. Como
tenemos cuatro días, la fuimos recorriendo a plazos, cuando el calor no
apretaba. El lugar más emblemático es la plaza Fefiñáns, presidida por el pazo
renacentista (siglo XVI), del mismo nombre. A ella también se asoma la iglesia
de San Benito. Más tarde nos acercamos a la Casa Consistorial y recorremos los
dos cascos antiguos, en los que aprovechamos para tomar algo o comer, mientras
pasamos junto a elegantes pazos y numerosas esculturas urbanas. El último día,
antes de marchar aprovechamos la fresca para caminar hasta las ruinas de la
torre de San Sadirniño, deteniéndonos previamente en la zona de pescado del
mercado, cuando todavía había poca gente.
18 de julio. No
lo teníamos previsto, pero trasteando por Internet, mi mujer encontró una buena
propuesta para realizar en un día caluroso. Se trata del PR-G 170 o Ruta da
Pedra e da Auga (Ruta de la Piedra y del Agua), que parte de la cercana rotonda
VG-4.2, en el concello de Ribadumia y concluye, tras 7 km de marcha, en el
monasterio de Santa María da Armenteira. En un kiosko situado junto al
aparcamiento de la salida, nos facilitaron un mapa con el itinerario, muy bien
marcado, una antigua vereda que daba servicio a los molinos (muiños en galego),
también utilizada por los romeros. La pista que luego se convierte en sendero,
discurre paralela al río Armenteira, pasando por una treintena de molinos. En
su primer tramo hay un área recreativa y la Aldea Labrega, que reproduce la
vida cotidiana de un pueblo de la Galicia de principios del siglo XX. El camino
resulta muy sombreado y en su tramo final, el de más pendiente, el río forma
varios rápidos y pequeñas cascadas. Es la ruta utilizada habitualmente por
Mariano Rajoy cuando pasa sus vacaciones en la zona. Y una cosa buena, al
llegar, frente al monasterio, se encuentra el bar O Comercio, donde repusimos
fuerzas. Para el regreso optamos por llamar a un taxi de Cambados. Por si os
sirve os dejo el contacto: Santiago Pérez (tel 686 486 145). Fue muy legal y
atento, además de proponernos una ruta para el día siguiente.
Domingo, 19 de
julio, día caluroso y fecha en la que empieza a ser obligatorio el uso de
mascarillas en la vía pública en Galicia. Siguiendo los consejos del amigo
taxista nos desplazamos 23 km hasta el Parque Natural del río Barosa, accesible
desde la N550 entre Pontevedra y Caldas de Rei. Aunque en los paneles proponen
un itinerario circular subiendo por los molinos que hay junto a la cascada,
esto no es posible, teniendo que realizar la primera parte de la ruta por el
lado izquierdo, de ida y vuelta, entre los Muiños de Abaixo y el puente San
Breixo, pasando junto a varios molinos. Aquí comienza el segundo tramo, este si
circular, hasta el puente de Bua, bordeando el río, que proporciona hermosos
reflejos. Al completar el círculo nos detenemos a tomar un Albariño en el Muiño
de Valerio, que también da comidas. Al regresar al punto de partida paramos de
nuevo en las cascadas (fervenzas de Barosa), de 30 metros de caída, muy
concurridas como piscinas naturales por la gente que acude a pasar el domingo y
realizar una comida campestre. Esta ruta es muy sencilla y sombreada. En
primavera tiene que resultar espectacular contemplar las cascadas que ahora
llevan poca agua.
20 de julio.
Hace dos años recorrimos el sendero de Pedras Negras, en O Grove, regresando a
esta península para conocer nuevos lugares, eligiendo primero el castro
marítimo Adro Vello, distante 22 km de Cambados. De aquí parte la ruta de Adro
Vello (PRG-115), un sendero circular de poco más de 3 km, fatalmente
señalizado. Primero discurre bordeando las playas de Carrero y Area Grande,
para luego pasar a una zona rural del interior, teniendo que caminar por
carreteras y pistas poco transitadas para regresar al punto de partida. Nuestro
siguiente destino está a tan solo 6 km. Se trata del miradoiro de Con da Hedra,
al que accedemos por un cómodo camino para disfrutar de un entorno de hermosas
rocas de granito. Cerca del aparcamiento hay una granja de vacas cachenas, que
cuentan con enormes y puntiagudos cuernos. Concluimos los paseos a tan solo 2
km, en el miradoiro de A Siradella, para contemplar la famosa Pedra Cabaleira,
enorme roca granítica, y una fantástica vista sobre A Lanzada. Para comer hemos
elegido O Grove, población que parece desolada cuando en estas fechas suele
estar abarrotada. Son los efectos del COVID.
21 de julio. Tenemos un corto viaje de tan solo 82 km para trasladarnos hasta el Parador de Baiona, en el que pasamos las dos últimas noches. Ocupa un edificio construido en el interior de la Fortaleza de Monterreal, con unas espectaculares vistas sobre las islas Cíes. Cuenta con piscina, cafetería y dos restaurantes, en los que disfrutamos de la excelente gastronomía gallega (el pulpo lo bordan). Se pueden realizar sendas rutas, de unos 3 km, recorriendo tanto el perímetro exterior de la fortaleza, como sobre la muralla que rodea el recinto interior del Parador, contemplando las torres, puertas, baterías, baluartes y restos de otras edificaciones. La construcción más destacada es la Puerta Real, del siglo XV. También son dignas de mención las torres del Reloj, del Príncipe y de la Tenaza.
22 de julio. En
las cascadas de Barosa coincidimos con una persona de El Rosal que había ido
allí a pasar el día, que nos recomendó ir a su municipio para realizar la Ruta
dos Muiños do Folón e do Picón (PR-G 94), distante 32 km de Baiona. La ruta
tiene 3,5 km recorrido por los molinos del Picón y del Folón, declarados Bienes
de Interés Cultural. Os recomiendo iniciar la ruta desde el centro de
información, que estaba cerrado, siguiendo el curso del río Folón hasta
contemplar el primer grupo de 8 molinos superpuestos a los que hay que ir
subiendo por unas losas en forma de escalera con mucha pendiente. Cuando crees
que has terminado, aparece otro grupo de 14 molinos, así que hay que seguir
subiendo. Realizamos una travesía en horizontal y descendemos más suavemente pasando
por los 14 molinos de Picón, dispuestos en zig-zag. Hace mucho calor y no hay
casi sombras, así que hemos sudado mucho en este lugar que me ha gustado mucho
pues nunca había visto algo similar. Es mejor realizar esta ruta en primavera,
pues los molinos están rodeados de pequeñas cascadas. Ya que estamos a poco más
de 10 km, nos dirigimos al Castro de Santa Trega, situado sobre la población de
A Guarda, un lugar que me encanta y que forma parte de los “10 lugares únicos
de Galicia”. Llegó a acoger a 5.000 personas en el siglo I aC. Finalmente
subimos a lo alto del monte Santa Trega, donde hay un par de bares y una
ermita, además de poder disfrutar de una magnífica vista de la desembocadura
del río Miño, fronterizo con Portugal.
Aprovechamos que
estamos a poco más de 30 km para cruzar la frontera y dirigirnos a la vecina
Fortaleza de Valença para hacer alguna compra. Qué tristeza da ver este lugar,
siempre tan concurrido y ahora prácticamente vacío. Antes de llegar a Tui nos
hemos detenido a comer el menú del día en un sitio digno de citar, el restaurante
Novo Arroio, situado al borde la carretera, donde se come bien por 9 euros, así
que está siempre a tope. A media tarde regresamos a Baiona. El 23 de julio
tenemos 695 km por delante para regresar a Leioa.
En la primera
semana de julio de 2015, mi amiga Pepa publicó en Facebook unas fotos de las
cascadas de Pont d’Espagne rebosantes de agua, por lo que decidimos
desplazarnos hasta allí lo antes posible. Primero pasamos dos noches en Arbizu
para ir al nacimiento del río Urederra y, a continuación, nos desplazamos hasta
Lourdes para desde allí ir a fotografiar las cascadas que ahora os presento,
además de acercarnos al Col du Tourmalet. El 17 de julio estábamos en Lourdes,
población que dista 299 km de Leioa (unas 3 horas de viaje). Elegimos esta localidad
para pasar dos noches, porque fue donde conseguimos hotel a un precio asequible
en plena temporada alta francesa.
Pasamos las
últimas horas de las dos tardes en Lourdes, población de Altos Pirineos situada
a orillas del río Gave de Pau, a una altitud de 400 metros. Como todo el mundo
conoce, Lourdes es un importante centro de peregrinación en el que destaca el Santuario,
formado por varias iglesias, centros de peregrinos y otros edificios. A la hora
en la que fuimos había muy poca gente, lo mismo que sucedió en la gruta de
Massabielle, en la que tuvieron lugar las apariciones de la Virgen a
Bernadette. Sobre la ciudad se alza el castillo del siglo XIV, reedificado en
el XVI, que fue la residencia de los condes de Bigorre.
El 18 de julio
fue muy intenso. Enfilamos hacia Pont d’Espagne, pasando por Cauterets,
deteniéndonos enseguida, a los 32 km, en La Raillère, en un aparcamiento
situado frente al restaurante l’Abri du Benques, muy cerca de la confluencia de
los ríos Gave du Marcadau y Gave du Lutour, que bajan con mucha fuerza desde
las cumbres pirenaicas. De este lugar parte un camino señalizado que enseguida
nos acerca a la cascada de Lutour, que surge con fuerza en medio del bosque.
Continuamos por
la sinuosa carretera que sube a Pont d’Espagne, bordeando el río Gave du
Marcadau, que 2 km después se precipita bruscamente dando lugar a la imponente
cascada de Cerisey, a la que es posible subir caminando desde el anterior, pero
el día no acompaña. Nos detenemos bruscamente en una curva al ver el cartel
indicador de la cascada y un minúsculo aparcamiento. Aquí nos limitamos a tomar
las fotos desde el mirador.
3 km después
llegamos al Parking de Puntas, máximo punto permitido para vehículos cuando te
diriges a Pont d’Espagne. Aquí hay que coger una telecabina o caminar por la
carretera poco más de 1 km, que es lo que hacemos tras esperar a que amaine la
lluvia. Me resulta extraño ver este precioso lugar sin nieve, pues solíamos venir
aquí a practicar el esquí de fondo. Pont d’Espagne es el punto de acceso a los
espectaculares valles de Marcadau y Gaube. A este último pensábamos dirigirnos
tomando el telesilla que acerca al Lac de Gaube, pero como el día sigue cerrado
nos limitamos a caminar un poco más hasta el Chalet du Clot, para luego
emprender el regreso. Al final solo hemos caminado unos 3 km
De regreso al
Parking de Puntas nos detenemos en la Hotellerie du Pont d’Espagne, un buen
lugar para hacer el hamaiketako. Estamos a 1500 metros de altitud en un lugar
lleno de encanto, pues desde aquí contemplamos las más hermosas cascadas de la
jornada. Además ha dejado de llover y podemos caminar un poco por los
alrededores. Esta primavera ha debido nevar bastante en Pirineos, por lo que
está habiendo mucho deshielo a mediados de julio.
Tras el fracaso
matinal, como el día está levantando decidimos trasladarnos a Gavarnie,
distante 50 km, coqueto pueblecito pirenaico situado a 1000 metros de altitud.
Un cómodo paseo de una hora de duración, que también se puede hacer a caballo,
nos permite llegar hasta la base del circo de Gavarnie, una imponente muralla
de 1700 m de altura y 14 km de diámetro, que forma parte del macizo de Monte
Perdido, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sobre nuestras
cabezas tenemos el pico Gran Astazu, el Marboré, y el Taillón, además de poder
contemplar una de las más altas cascadas de Europa, con más de 400 metros de
caída vertical.
Como ha quedado
una tarde espectacular, nos desplazamos hasta un lugar emblemático, el Col du
Tourmalet, puerto emblemático del Tour de France debido a sus 23 km de subida,
situado a 2115 metros de altitud. Coincidimos en la subida con numerosos
ciclistas aficionados que quieren realizar esta proeza, para luego contemplar
unas excepcionales vistas de los Pirineos. Por delante tenemos tan solo 46 km
para regresar al hotel en Lourdes. La escapada ha concluido.
En caso de hacer
buen tiempo, sería conveniente dedicar un día más a esta escapada y alojarse en
Cauterets. Así un día lo dedicaríamos a las cascadas y praderas de Pont
d’Espagne y subir al lac de Gaube para contemplar el monte Vignemale. El día
siguiente lo pasaríamos al completo en la zona de Gavarnie.
Continúo el
recorrido de otros diez municipios de Bizkaia, los siguientes en orden
alfabético a los publicados el pasado 19 de mayo. En total son 112 y los
recorrí entre los años 2012 y 2016. De cada municipio, incluiré los que en mi
opinión son los sitios de mayor interés, la altitud a la que se encuentra el
Ayuntamiento y el punto más elevado, por si os animáis a caminar. Esto último
está sacado del libro “Los techos municipales de Bizkaia”, de Xavier Eguzkitxa
“Kartajanari” en colaboración con Patxi Galé, editado por Pyrenaica, en cuya
web tenéis el listado completo.
ARRATZU. Es un pequeño municipio que en
1993 recuperó su independencia al desanexionarse de Gernika-Lumo. Lugares de
interés: Es una zona eminentemente rural, que cuenta con varios barrios entre
los que destacan los de Loiola y Zabala-Belendiz. De sus edificios me quedo con
el Ayuntamiento, la antigua escuela y la iglesia de Santo Tomás. Altitud: 40 m.
Punto más elevado: Gaztañatxugana (507 m).
ARRIETA. Pequeño municipio ubicado en
la ladera del monte Sollube. Lugares de interés: El rincón que más me gusta es
la plaza del núcleo de mayor entidad, Libao, con un típico casco rural. Allí se
encuentran el Ayuntamiento, la iglesia neoclásica de San Martín Obispo, el
frontón y el pequeño humilladero del Santo Cristo. Muy cerca tenemos el
modernista Uriena Txokoa. Merece la pena desplazarse el barrio de Jainko, para
visitar la iglesia de Andra Mari. Altitud: 200 m. Punto más elevado: Sollube
(686 m).
ARRIGORRIAGA. Lugares de interés:
Cuenta con un notable centro urbano presidido por la parroquia de Santa María
Magdalena. A la plaza también se asoman otros interesantes edificios como el
Ayuntamiento, el restaurante Poli y el Batzoki. También merece mención la
ermita de Santo Cristo de Landaederraga. Un buen lugar de esparcimiento es el el
parque Mendikosolo, por el que podemos dar un agradable paseo bordeando el
embalse de la Dinamita, formado por el Goikiri erreka, para desde allí subir a
la ermita románica de San Pedro de Abrisketa. Altitud: 60 m. Punto más elevado:
Lapurzulogana (677 m), cumbre secundaria situada 500 metros al oeste del
Pagasarri (673 m). El municipio cuenta con dos cumbres principales: Malmasin
(362 m) y Pastorekorta (596 m).
ARTEA. Lugares de interés: Pequeño y
tranquilo municipio del valle de Arratia, que cuenta con notables caseríos y
casas-torre, del que sobresale la parroquia de Santa María. Cuenta con el
interesante Ecomuseo del caserío vasco y dos monolitos escultóricos, uno
dedicado a la etxekoandre y otro a una pareja de vecinos trikitrilaris, la
panderetera Maurizia y al albokari León. Merce la pena desplazarse al barrio de
Elexabeitia, donde se encuentra la original iglesia de San Miguel. Altitud: 125
m. Punto más elevado: Goikogan (653 m). La única cumbre principal es el Murga
(604 m).
ARTZENTALES. Lugares de interés:
Extenso pero poco poblado municipio, cuenta con interesantes edificios y
casas-torre, aunque me voy a detener en tres templos, situado cada uno en un
barrio, la iglesia de Santa María en Traslaviña, la de San Miguel de Linares,
donde también pudimos ver las tradicionales putxeras y, finalmente, la ermita
de Santa Elena en el barrio de Santa Cruz. Altitud: 305 m. Punto más elevado: Cresta
N. de Burgüeno (957 m). La cima más alta del municipio es Terreros (909 m), contando
además con otras dos conocidas cumbres principales, Kolitza (879 m), y Alen
(803 m).
ATXONDO. Lugares de interés: Fronterizo
con Araba, es el municipio más accidentado de Bizkaia. Cuenta con elegantes
caseríos y notables iglesias esparcidas por sus diferentes barrios. Es el caso
de la de San Pedro en Apatamonasterio, San Miguel en Arrazola, San Juan
Bautista en Axpe y San Martín en Marzana, junto a la que se ubica la Torre de
los Marzana. En el barrio de Axpe se encuentra el Asador Etxebarri, el tercer
mejor restaurante del mundo. Altitud: 170 m. Punto más elevado: Anboto (1331
m). Otra cumbre principal es el Memaia (679 m).
AULESTI. Lugares de interés: Pequeña población
situada a orillas del río Lea, en la que me quedo con un rincón, la Donibane
enparantza, presidida por la iglesia de San Juan Bautista, escoltada por el
edificio del Ayuntamiento y el palacio Ibañez de Aldekoa. Muy cerca de allí
encontramos un monumental grupo escultórico dedicado a la relación entre
Catalunya y Euskal Herria. Altitud: 90 m. Punto más elevado: Urregarai (704 m),
llamado incorrectamente Santa Eufemia, nombre de la ermita que allí se
encuentra. Otra cumbre principal es el vecino Bedartzandi (699 m).
BAKIO. Lugares de interés: Tradicional
municipio costero de veraneo, cuenta con elegantes palacios, pero destaca sobre
todo por su excelente playa de 1 km de longitud, desde la que podemos
contemplar San Juan de Gaztelugatx, ya en Bermeo. Podemos ver tres notables
esculturas, “Belak”, de José Ramón Anda, la dedicada al txakoli, de Nestor
Basterretxea y el Mirador de Askada, de Javier Bengoa. Sin embargo, la perla
del municipio se encuentra fuera de su casco urbano. Se trata de la ermita de
San Pelaio, joya del románico rural vasco. Altitud: 2 m. Punto más elevado: Jatatxikerra
(Jatabe Iñardi, 558 m), cumbre secundaria del monte Jata (600 m).
BALMASEDA. Lugares de interés:
Atravesada por el río Kadagua, es una población de Encartaciones limítrofe con
la provincia de Burgos, que cuenta con importantes monumentos, entre los que
destaca el emblemático Puente de la Muza o Puente Viejo, románico, del siglo
XIII. También destacan el Ayuntamiento, edificio barroco del siglo XVIII y la
parroquia de San Severino, templo gótico de los siglos XIV y XV. Dignos de
mención son el Monasterio de Santa Clara, del siglo XVII, convertido en hotel y
los palacios de Horcasitas y Urrutia (siglo XVII). Tres interesantes lugares
para visitar son el Centro de Interpretación de la Pasión de Balmaseda, ubicado
en la iglesia de Santa Clara, el Museo de Historia, que ocupa la iglesia de San
Juan del Moral y, fuera del casco urbano, la Fabrica de Boinas La Encartada.
Altitud: 160 m. Punto más elevado: el Kolitza (879 m). Otra cumbre principal es
el Garbea (717 m).
BARAKALDO. Lugares de interés: Ubicado
en la margen izquierda del Nervión, es el segundo municipio más poblado de
Bizkaia. Hasta ir a recorrerlo, nunca le había prestado mucho interés,
descubriendo interesantes edificios y esculturas, como el Coloso (monumento a
la Industria), las Chimeneas, el parque de esculturas o las dedicadas a Clara
Campoamor y Rosalía de Castro. Entre los edificios, los que se asoman a la
Herriko Plaza, las Casas Blancas, el Palacio Larrea, la Fundación Antonio
Miranda o el Mercado. También merecen mención el Ayuntamiento, el Juzgado, el
Hospital de Cruces o el BEC. Altitud: 26 m. Punto más elevado: Ganeroitz (561
m), anteriormente llamado Apuko. Otras cumbres principales son el Arroletza
(454 m) y el Argalario (521 m).
Vía Verde de Arrazola. Aprovechando la
salida del confinamiento y el poder moverme por la provincia, dado que hoy
hablaba sobre el municipio de Atxondo, el pasado mes de mayo volví a repetir un
recorrido que siempre me ha gustado, sobre todo por las magníficas vistas que
se tiene de la cresta Anboto-Alluitz. Se trata de la Vía Verde de Aráosla, que
sigue el trazado el antiguo ferrocarril minero, desde el núcleo de
Apatamonasterio hasta la antigua estación de Errotabarri-El Tope, cerca del
núcleo de Arrazola. Son 5 km de suave recorrido y otros tantos de vuelta, con
una pausa al concluir la ida en el Bar El Tope. Un itinerario que merece
realmente la pena, como también el clarete navarro fresquito y el pintxo de
chorizo cocido que allí tomé, en una terraza ubicada en un extraordinario medio
natural.
Vía Verde Montes de Hierro.
Aprovechando la visita al municipio de Artzentales, efectuamos un pequeño
recorrido de poco más de 4 km por la Vía Verde Montes de Hierro, entre
Traslaviña y la antigua estación de Las Barrietas (Olabarrieta), en el vecino
municipio de Sopuerta. Otra interesante propuesta para caminar es el bidegorri
que enlaza Zalla con Balmaseda (unos 6,5 km), a orillas del río Kadagua,
pasando por el área recreativa de Bolumburu.
Las fotos que
ilustran esta entrada están tomadas entre el 13-11-2012 y el 29-01-2013, salvo
las de la Vía Verde de Atxondo que son del 19 de mayo de 2020.
Galicia me encanta, por sus
gentes, sus paisajes, sus playas, su gastronomía y porque no suele hacer mucho
calor. Creo que este año, al viajar menos gente al extranjero, va a ser un
destino muy solicitado. La propuesta que aquí os traigo la realicé hace un par
de años en estas mismas fechas y pienso repetir. Primero pasé unos días en
Viveiro, de lo que os hablé en otra ocasión, para concluir la escapada pasando
tres noches en A Lanzada (Sanxenxo), en el sencillo pero acogedor Hotel Delfin
Azul **, ubicado a orillas del mar, en la confluencia de las playas de Lapa y
Área Gorda. Todavía recuerdo el arroz con bogavante que cené uno de los días.
Estamos a 655 km de Leioa.
No soy de playa, pero me encanta
contemplar el mar y dar paseos costeros, pues mi campo de entrenamiento, hasta
el comienzo de la pandemia, era el entorno de la playa de Ereaga. Por ello,
tras instalarnos en el hotel, el 11 de julio nos dispusimos a caminar bordeando
la playa de Lapa, primero y los 2,5 km de enorme playa de A Lanzada, perteneciente
a los concellos de Sanxenxo y O Grove, hasta el Hotel Samar. En total, más de 4
km y otros tantos de vuelta, en parte sobre pasarelas de madera para proteger
el complejo dunar e intermareal, un humedal con gran interés ornitológico.
Hemos pasado solo tres noches,
pero han sido casi cuatro días muy intensos. El 12 de julio dedicamos la mañana
a caminar por nuestro entorno, dirigiéndonos en primer lugar a un lugar lleno
de encanto situado a un paso de nuestro hotel, presidido por la ermita de Nosa
Sra de A Lanzada, templo de estilo románico de comienzos del siglo XIII, que
celebra su festividad el último domingo de agosto. Casi al lado tenemos los
restos del castro y necrópolis de A Lanzada.
Nuestro caminar continúa
bordeando la coqueta playa de Foxos, de arena blanca y muy fina. Seguimos por
la orilla de la carretera hasta tomar el desvío en dirección a Punta Faxilda,
el punto más septentrional del concello de Sanxenxo, desde donde contemplamos el
Parque Nacional das Illas Atlánticas, con las isla de Ons en primer plano, cosa
que hacemos desde el banco panorámico de Noalla, que sigue la moda de los
“bancos más bonitos del mundo”. Llevamos unos 3 km de marcha, cuando
emprendemos el regreso al hotel, caminando por senderos, lo más pegados posible
a la costa.
A media mañana cogemos el coche y
decidimos ir a tomar un Alvariño a Combarro, parroquia del municipio de Poio
que se asoma a la ría de Pontevedra y dista tan solo 20 km del hotel. 6 km
antes nos detenemos en el mirador de A Granxa, desde donde contemplamos a lo
lejos las bateas en las que se cultivan los mejillones. Combarro esta declarado
Conjunto Histórico por ser uno de los mejores ejemplos de arquitectura rural en
Galicia, destacando sobre todo por sus hórreos y cruceiros. Un lugar a
recomendar.
Estamos a 8 km de Pontevedra, así
que optamos por ir a comer a la capital provincial, ciudad de la que tengo un
grato recuerdo de una visita anterior y que he visto cambiada a mejor, pues su
casco antiguo es peatonal. Por ello, en esta ocasión nos limitamos a recorrer
el entorno de la plaza San Xosé, donde se ubica el monumento a la Tertulia,
obra del escultor César Lombera, que recuerda que Pontevedra fue la cuna de los
intelectuales gallegos a principios del siglo XX. También nos acercamos a la iglesia
de la Peregrina, patrona de la provincia y símbolo de la ciudad. Completamos el
recorrido por la gran plaza que presiden el convento e iglesia de San
Francisco, para comer junto a la Casa de las Caras.
Ya he comentado que han sido unos
días muy intensos, así que regresamos al hotel (39 km), con tiempo para pasar
buena parte de la tarde. Tomamos un café y mientras mi mujer toma un rato el
sol en la playa de Areas Gordas, situada nada más cruzar la carretera, me
dirijo al cercano promontorio que separa esta playa de la de la Lapa, donde hay
otro banco de Noalla, desde el que se tiene una preciosa vista de la ermita de Nosa
Sra de A Lanzada. Menos mal que me informaron de ello en el hotel, pues creía
que solo había uno.
El 13 de julio iniciamos una
nueva jornada como siempre, caminando unos 9 km (ida y vuelta) por una de las
pasarelas más hermosas de Galicia, el paseo de madera de Pedras Negras, en la
vecina población de O Grove, cerca del Náutico San Vicente. Tras 2,5 km de
marcha, finaliza la pasarela y continuamos caminando bordeando un terreno
militar, por la derecha y pequeñas calas, por la izquierda, hasta llegar a la playa
Castañeira. Al inicio de la ruta hay una escultura de marineros faenando y
varios bares y restaurantes.
Hoy hemos optado por comer en un pueblo del que también tengo grato recuerdo, Padrón, distante 63 km. Para ello abandonamos por un momento la provincia de Pontevedra y pasamos a la de A Coruña. Padrón está vinculado a importantes figuras de la literatura gallega, como Camilo José Cela o Rosalía de Castro, a las que tiene dedicados sendos monumentos. También lo está a la ruta jacobea, contando con la iglesia de Santiago. Otro edificio de interés es el convento del Carmen, situado al otro lado del río Sar. Compremos bacalao en el mercado y los afamados pimientos a una vendedora situada enfrente, igual que los que luego comeremos en un restaurante. Aquí el cambio no ha sido tan bueno, pues en el viaje anterior en un bar del Paseo do Espolón, al tomar un Alvariño nos pusieron de tapa un huevo frito con patatas y una ración de pimientos de Padrón para compartir, pero eso pasó a la historia.
La escapada está tocando a su
fin, pero con un espectáculo de la naturaleza, la puesta de sol en un lugar
lleno de encanto. Para la «última cena» hemos elegido el Chiringuito
Pé Na Praia: churrasco y huevos con criollo. 14 de julio. Antes de marchar
caminamos un poco por el entorno de las playas y echamos un ultimo vistazo al hermoso
rincón sobre el que se alza la ermita de Nosa Sra de A Lanzada. Por delante
tenemos 655 km para regresar a Leioa, que efectuaremos en unas 6 horas si la A8
no está cortada a la altura de Mondoñedo por la niebla.
La escapada ha concluido. Pronto
espero volver a este lugar, pues me ha encantado. El Hotel Delfin Azul nos
espera.
15 de junio. Concluyo
el relato del viaje por Islandia que dejaba hace quince días en Stödvarfjördur.
Hoy tenemos por delante 185 km para llegar a la ciudad de Höfn. Será una jornada
tranquila, pues iremos todo el tiempo por la carretera nº 1. Bordeamos
el fiordo Benufjördur y a los 75 km nos detenemos para dar un paseo por Teigarhorn.
Tenemos que hacerlo con cuidado, pues descubrimos varios nidos de patos,
algunos con huevos y otros con pequeños patitos. 5km después nos detenemos en
la localidad costera de Djúpivogur. 45 km más paramos en otro lugar lleno de
encanto, pese a lo tristón que ha salido el día, Lækjavik, una playa de arena
negra con una enorme roca. Enseguida volvemos a realizar dos paradas en Eystrahorn
(reflejo) y en el faro de Hvalnes. Nos quedan 51 km hasta Höfn, teniendo como
telón de fondo las montañas nevadas y los glaciares.
Al final se ha
quedado un día precioso, así que disfrutamos de la tarde en Höfn, tras comer en
el apartamento en el que pasaremos la noche, Skyjaborg Apartment. Höfn es un
importante puerto pesquero que ocupa una especie de península en la costa
sudeste de Islandia. Nos acercamos a la zona del puerto y a un parque costero,
en el que vemos varios tipos de aves, volviendo a ser atacados por los
charranes. Höfn cuenta con bastantes servicios, cosa que no hemos tenido en
otros pueblos, así que para cenar me obsequio con unas cigalas en tempura y
otras a la plancha en un restaurante del puerto. Al día siguiente desayunamos
en el apartamento unos croissants recién hechos. No olvidaré fácilmente este
pueblo rodeado por el mar y las montañas.
16 de junio. Para hoy tenemos 192 km, pero a los 79 hacemos la primera parada en uno de los puntos fuertes del viaje, Jökulsárlón, el mayor y más conocido lago glaciar de Islandia, situado en el extremo sur del glaciar Vatnajökull. Su atractivo principal es que está lleno de icebergs. Llegamos con un tiempo tristón y con bastante niebla pero, como no tenemos prisa, pasamos un buen rato hasta que el tiempo levantó. ¡Menuda diferencia! Organizan excursiones en lanchas y barcos con ruedas, pero preferimos bordearlo a pie, eludiendo los ataques de los charranes árticos. De hecho un tramo tuvimos que hacerlo en coche, pues fuimos incapaces de pasar caminando. Pronto descubrimos el motivo. Estaban con las crías que pude fotografiar bajando un poco la ventanilla. También vimos unos coloristas patos y un par de focas en el cercano mar.
10 km después nos detuvimos en
Fjallsarlon, una pequeña laguna glaciar que proviene del glaciar Fjallsjökull y
cuenta con pequeños icebergs. Llegamos tras un breve recorrido a pie, teniendo
como telón de fondo la imponente lengua del glaciar. Lástima que el día está
muy avanzado y se ha vuelto a nublar. No había comentado que, tras abandonar la
ciudad de Höfn camino de Jökulsárlón, circulando siempre por la
carretera nº 1 que da la vuelta a la isla, fuimos bordeando el glaciar
Vatnajökull y nos detuvimos a tomar un café en un bar que parece una enorme biblioteca.
17 de junio. Hemos pasado la
noche en la Dalshöfdi Guesthouse, un lugar situado en Kálfafell en medio de la
nada. De hecho el GPS nos indicó que habíamos llegado a nuestro destino 1 km
antes de llegar, en una pista en la que no había nada. Tuvimos que llevar algo
para cenar, pero al día siguiente nos prepararon un buen desayuno, tras el que
caminamos hasta un cercano río que baja con mucha fuerza, formando una pequeña
cascada, prueba de que estamos en pleno deshielo. Abandonamos el lugar a media
mañana deteniéndonos 38 km después en Kirkjubæjarklaustur
para ver Kirkjugólf (suelo de la iglesia), una formación de basalto que se
asemeja a la planta de una iglesia situada a un par de kilómetros. Camino de Vik
nos detenemos para fotografiar una cascada.
Volvemos a pasar dos noches en el
mismo lugar, en la ciudad de Vik i Myrdal, la más meridional de Islandia,
que cuenta con varios restaurantes. Tras la comida aprovechamos para visitar la
iglesia Reynir, que destaca por su tejado rojo. Está situada en la parte alta
de la población, por lo que de ella se tiene una vista excepcional. Bajamos
luego a la playa de arena negra para contemplar los Reynisdrangur, tres
supuestos «trolls» gigantes de roca, una de las imágenes típicas del
país. Nos desplazamos luego a Dyrhólaey, pero empieza a llover así que,
en un momento que cesa nos acercamos a ver las columnas
de basalto en la playa Reynisfjara. Se nota que estamos en la zona más lluviosa
de Islandia, pues en mi anterior viaje también diluvió.
18 de junio. Para hoy tenemos
previsto recorrer 120 km, comenzando la jornada desplazándonos hasta el
promontorio de Dyrhólaey, importante reserva natural en el que anidad varias
especies de aves, como los frailecillos que no tenemos la suerte de ver pese a que
dicen que abundan. Realmente no vimos casi nada, pues el gran arco y el faro se
ocultan en la niebla. El tiempo levantó y volvimos más tarde para tomar las
fotos y contemplar desde otro ángulo los Reynisdrangur,
los tres supuestos «trolls», eso sí, cuando el rebaño de vacas nos
dejó pasar por la carretera. La siguiente cita fue en Skógafoss, una de
las mayores cascadas del país, que tiene 25 metros de anchura y una caída libre
de 60 metros. Luego regresaremos a cenar junto a ella, enterándonos de que
España había perdido 2-0 ante Chile en la Copa del Mundo de Fútbol. Casualmente
cenamos con vino chileno.
Hoy toca otra espectacular
cascada, Seljalandsfoss, que tiene la
peculiaridad de que se puede caminar por un sendero por detrás de ella, para lo
que hay que llevar chubasquero ya que al tener unos 60 metros de caída salpica
bastante, sobre todo si hace viento. Comimos el bocata frente a la cascada y
nos desplazamos al centro de visitantes del volcán más conocido de Islandia, Eyjafjallajökull,
que en el año 2010 colapsó los aeropuertos de buena parte de Europa. La erupción
arrojó unos 250 millones de metros cúbicos de ceniza volcánica a la atmósfera,
llegando a una altura de 11.000 metros.
19 de junio. Último día en el que
disponemos del coche, pero antes tenemos que recorrer 300 km, deteniéndonos
cuando llevamos 181 para caminar por el entorno de la impresionante cascada de Gullfoss, conocida como la cascada
Dorada. Se encuentra en el cañón del rio Hvita y tiene un caudal de 140 m³ por
segundo en verano, contando con tres saltos de 11, 21 y 32 metros de altura. Lo
más espectacular de esta cascada es que parece ocultarse en el cañón tras su
último desplome.
10 km después nos detenemos en la
zona geotérmica de Haukadalur en la
que tenemos que abrir el paraguas, pues llueve bastante. Pasamos un buen rato
contemplando el géiser Strokkur, que tarda en entrar en acción entre 2 y 10
minutos, alcanzando unos 25 metros de altura. Sin embargo no pudimos ver el
gran Geysir, del que los géiseres toman su nombre, que en el año 2000 alcanzó
los 122 metros de altura, pero que desde ese año solo entra en erupción cuando
hay un terremoto. Me quedo con la imagen de cuando lo contemplé en mi anterior
viaje. Comemos en un restaurante cerca del géiser y nos dirigimos directamente
al hotel, quedándonos sin ir al Blue Lagoon o Lago Azul, el lugar más
frecuentado por los turistas que buscan relajarse en un agua con múltiples propiedades.
También estuve con anterioridad.
20 de junio. Último día de viaje para conocer la capital del país, Reykjavik, que nos decepciona un poco tras haber disfrutado durante dos semanas de tanta naturaleza en forma de cascadas, géiseres, glaciares y fiordos. No obstante hay que conocerla y visitar lo más importante, entre lo que destaca la modernista iglesia Hallgrímskirkja y el Harpa Concert Hall. También vemos varias esculturas, la Stjórnarrádidadir (Casa de Gobierno), la Catedral luterana (Dómkirkjan), el Ayuntamiento y la Solfarid o barca solar.
Lo último que hacemos es recorrer las dos únicas calles comerciales de la capital, Hverfisgata y Laugavegur, la verdad es que bastante animadas. En esta última realizamos la última comida en el país en el Restaurante Italia, que prepara una buena variedad de platos italianos en versión islandesa. En los pueblos en los que hemos pernoctado no había mucho donde elegir.
El viaje está a punto de concluir. Un momento de descanso en el hotel y traslado al aeropuerto, pues a las 00:50 sale el vuelo de Lufthansa con destino a Dusseldorf, donde enlazaremos con el de Bilbao tras pasar cuatro horas en el aeropuerto. El viaje ha concluido. Me ha encantado Islandia por su generosa naturaleza.
18 de junio. Día
96 de confinamiento y 11 de Fase 3. Tenía unas ganas terribles de rebasar los
límites de Bizkaia, así que decidimos pasar un par de días en un punto bastante
lejano, en la muga con La Rioja y Nafarroa, para irme adaptando a la “nueva
normalidad” a la que pasábamos esa misma noche. Han pasado 97 días desde que
hicimos noche en Salamanca, el 14 de marzo, a nuestro regreso de Portugal. Ya
era hora. Quería hacerlo antes de que estos lugares se masifiquen y sentir la
sensación de volver a viajar y cómo poder hacerlo. Eso sí, como sucediera en
Salamanca, tuve que cenar de bocadillo, pues el restaurante todavía no estaba
abierto por la noche. Lo mismo sucedió con otros dos en los que había pensado comer
el día 19, en Samaniego y Páganos, que no abrirán hasta el 1 de julio y 24 de
junio respectivamente. Salvo esto todo fue normal y pude disfrutar con poca
gente de Laguardia, pues el Hotel Marixa fue el lugar elegido para alojarnos.
Cada vez que entrabas en el casco antiguo, un cartel te recordaba la
conveniencia de usar mascarilla.
123 km separan
Bilbao de Laguardia, teniendo que pasar en dos ocasiones, sin detenernos, por
la vedada La Rioja, a la altura de Briñas y San Vicente de la Sonsierra. En
Samaniego hicimos la primera parada para el hamaiketako. Del pueblo sobresale
majestuosa la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de la segunda mitad del
siglo XVI, adosada al único torreón que subsiste de una antigua fortificación.
Otro edificio notable, el Palacio de Samaniego, está siendo restaurado. Antes
de llegar nos detuvimos para tomar una vista panorámica del pueblo junto a la
modernista y acristalada Bodega Baigorri.
La siguiente
parada la hacemos en Elciego, donde se celebra un pequeño mercadillo. Pasamos
junto a la iglesia de la Virgen de la Plaza y vamos descubriendo interesantes
edificios, como el Ayuntamiento y los palacios de Ramírez de la Piscina y de
Navarrete Ladrón de Guevara, conocido como «Casa de los Hierros», con
su escudo de esquina. Nuestro destino es la iglesia de San Andrés. Tenemos la
suerte de coincidir a nuestra llegada con el párroco, quien nos abrió la
puerta, pudiendo disfrutar de su precioso retablo barroco, previo pago de 1 €
para iluminarlo. Desde un punto cercano contemplamos el Hotel Marqués de Riscal,
diseñado por Frank O. Gehry, autor también del Museo Guggenheim de Bilbao.
Como hasta las
14 h no nos dan la habitación, nos desplazamos a la cercana población de
Elvillar/Bilar, en cuyas proximidades se encuentra uno de los dos dólmenes
alaveses que más me gustan, la Chabola de la Hechicera (Sorginaren Txabola). El
otro es el Dolmen de Aizkomendi, ubicado en Egilaz. La cámara está formada por
9 losas que describen una figura poligonal. La galería cuenta con 5 losas más
las de cierre. La de cubierta estaba partida en tres pero después de
restaurarla fue colocada en la que se supone fue su posición original.
Coincidimos en nuestra visita con el rodaje de une spot para promocionarlo.
Tras una larga
comida y unos momentos de descanso, pasadas las 5 de la tarde nos disponemos a
recorrer, a lo largo de tres horas, el Biotopo protegido “Complejo lagunar de
Laguardia”, un itinerario que merece la pena pero nada recomendable si hace
calor, pues no hay una triste sombra en los 10 km de recorrido. Cerca del hotel
tenemos el ascensor que nos deposita en la parte inferior de Laguardia, donde
comienza la ruta señalizada. Un consejo: pese a que a veces coincidan, no
sigáis la flecha naranja sino los indicadores con dos líneas azul y blanca y
cuatro arbolitos. La ruta pasa sucesivamente por la balsa el Prao de Paúl y
tres lagunas, Carravalseca, Musco (está sin agua) y Carralogroño (la más
hermosa). Por el camino (al principio carretera), tenemos extraordinarios
paisajes de viñedos, pero también almendros y nogales, además de una variada
flora, teniendo como telón de fondo la muralla de Laguardia, la sierra de Toloño
y, más alejados el pico Castillo de la Población (León Dormido) y el Yoar.
Llegamos del
recorrido por las lagunas justo con tiempo para tomar un par de vinos y cenar,
así que el día 19 lo primero que hicimos fue recorrer el casco antiguo de
Laguardia, población que forma parte de los pueblos más bonitos de España, cosa
que no resulta extraño pues es una preciosidad. Iniciamos así la “nueva
normalidad”, sin casi gente en la calle, rodeando la iglesia de San Juan, de
aspecto fortificado. Seguimos viendo varias puertas de la muralla y, por la
calle Mayor, nos dirigimos hasta la coqueta plaza Mayor, donde se encuentran
los Ayuntamientos nuevo y viejo y un reloj carillón con autómatas. Nuestro
recorrido nos llevó a continuación a la Torre Abacial, junto a la que se
encuentra la iglesia de Santa María de los Reyes, en la que destaca su pórtico
policromado que no pudimos ver en esta ocasión. Antes de salir del recinto
amurallado nos detuvimos ante el curioso grupo escultórico “Viajeros”, de Koko
Rico. Laguardia bien merece una detenida visita.
Continuamos
nuestro recorrido por territorio alavés hasta el límite con Nafarroa, pasando
por Oion, a un paso de Logroño, para llegar a uno de sus concejos, Labraza.
Este pequeño pueblo siempre me ha encantado por su sabor medieval, pues está
situado sobre un cerro completamente amurallado. En lo alto debió haber un
castillo, pero ahora lo que se eleva de la población es la iglesia de San
Miguel. Da gusto traspasar las puertas de la muralla y caminar por sus
empinadas calles desiertas un viernes por la mañana.
Para hacer tiempo
hasta la comida buscamos un pueblo que tuviera algún bar en el que tomar algo,
así que, pasando por Yécora nos dirigimos a Lanciego/Lantziego, completando
nuestro recorrido entre viñedos. Destaca en esta población la iglesia de San
Acisclo y Santa Victoria, junto a la que se encuentra otro notable edificio, el
Ayuntamiento, aunque nos quedamos con las ricas cerezas de Corella que compró
mi mujer en un puesto ambulante, ubicado a la entrada del pueblo. No tuvimos
suerte con los posibles restaurantes que habíamos seleccionado para comer, pues
todos estaban cerrados, así que lo hicimos en uno situado entre la Ertzaintza y
el surtidor que hay a la entrada de Laguardia. Muy bien por cierto. Y de aquí a
casa. La breve escapada ha concluido.
Como hemos
estado en varias ocasiones, esta vez no nos detuvimos en Labastida/Bastida,
población que puede ser objeto de otra escapada, ya que cuenta con una amplia
oferta hostelera e interesantes alrededores: San Vicente de la Sonsierra,
Briones, Haro…, a los que todavía no podía acceder la pasada semana por estar
en La Rioja. Lugar de veraneo de bastantes personas de Bizkaia y Gipuzkoa,
Labastida es una población monumental, que cuenta con bodegas, interesantes
palacios blasonados, los arcos de Toloño y Larrazuria, y notables edificios
como el Ayuntamiento, la iglesia parroquial de Ntra Sra de la Asunción y la ermita
del Santo Cristo. También es el lugar perfecto para degustar unas chuletillas
al sarmiento, máxime si conoces a alguien que tenga txoko.
Labastida/Bastida
es un buen punto de partida para realizar rutas a pie, a la sombra del monte
Toloño, caminando entre viñedos y descubriendo lagares (tumbas) rupestres. Otra
ruta, de unos 10 km de recorrido, es la que va desde Salinillas de Buradón,
concejo ubicado cerca de Briñas, hasta el propio Labastida. Eso si, conviene
llevar dos coches para recuperar uno de ellos al final de la marcha. Cuenta
Salinillas con interesantes edificios como el palacio de los Condes de Oñate,
la iglesia de la Inmaculada Concepción y los arcos abiertos en la muralla.
Continúo el relato de nuestro
viaje por Islandia que dejaba hace quince días en Varmahlid (Skagafjördur). 11
de junio. Para hoy tenemos tan solo 162 km para llegar a Akureyri, donde
pasaremos las dos próximas noches. Cuando llevamos recorridos 117 nos detenemos
en la población de Dalvik, que cuenta con un importante puerto pesquero, en el
que vemos a una pareja de eider con sus crías y a varios pescadores,
principalmente niños. Recorremos luego el fiordo Eyjafjordur, rodeado por la
cordillera de los Tröllaskagi, pasamos por Arskossandur y nos volvemos a
detener en Hauganes.
La Hrafninn Guesthouse será
nuestro alojamiento las dos próximas noches. Estamos en Akureyri, la capital del norte de Islandia y cuarta ciudad más
poblada del país, pero que realmente no me dice nada, salvo que cuenta con
varios comercios, bares y restaurantes, algo no muy frecuente en los pueblos en
los que pernoctamos. Tampoco me dice mucho el
principal templo de la ciudad, la iglesia de Akureyri (Akureyrarkirkja), pero
pasamos un buen rato en el jardín de la guesthouse jugando al balón con
un perro que hacía de portero. Muy bueno, por cierto.
12 de junio. Hoy tenemos por
delante 192 km, con dos platos fuertes. El primero de ellos sólo lo haremos si el
día sale bueno. Nuestro destino es la población de Husavik, un pueblo de postal
situado en la orilla oriental del golfo
de Skjálfandi, rozando el Círculo Polar Ártico y rodeado de montañas nevadas.
Como estamos en la capital europea de la observación de ballenas y el día ha
salido radiante, embarcamos en el Haukur, un barco tradicional en el que
pasamos 4 horas navegando en busca de ballenas. Las más comunes en Islandia son
las Minke, que miden de 7 a 10 metros y pesan 10 toneladas. Las vimos bastante
cerca y también grandes grupos de frailecillos. La excursión ha resultado
espectacular.
El segundo plato fuerte lo
tenemos por la tarde. Se trata de Goðafoss, una de
las cascadas más espectaculares de Islandia, que en islandés significa “cascada
de los dioses” En este lugar las aguas
del río Skjálfandafljót se desploman desde una altura de 12 metros, con una
anchura de 30. Cuenta la leyenda que cuando en el año 999 el parlamento
medieval decidió la conversión de Islandia al cristianismo, el sacerdote
Þorgeir cogió los ídolos paganos y los arrojó en este lugar, por lo que desde
entonces recibe este nombre. El día ha resultado perfecto, pues además de ver
ballenas hemos contemplado las cascadas iluminadas por el sol, teniendo como
telón de fondo las montañas nevadas.
13 de junio. Hoy nos toca un día muy intenso y de muchos
kilómetros (420). A los 91 km hacemos la primera parada en el lago Mývatn, en islandés
“lago de las moscas enanas”. Y qué razón tiene el nombre, pues hay muchas y muy
molestas, pese a ser el alimento de las colonias de patos. Nos detenemos junto
a los pseudocráteres de Skútustaðagígar, que nunca han entrado en
erupción. La siguiente parada fue en Höfði, una pequeña península que se
adentra en el lago y cuenta con unos curiosos pináculos de lava. Concluimos el
recorrido por esta zona en Dimmuborgir, una vasta área de formaciones de lava,
siendo la más espectacular la Kirkjan, con forma de iglesia.
Muy cerca tenemos la siguiente
cita. Se trata de Myvatn Nature Baths, baños
naturales similares a los de la famosa Blue Lagoon de Reykjavík, a la que
pensamos ir, así que no nos detenemos. Nuestro siguiente destino está muy
cerca. Se trata de Hverir, la mayor solfatara de Islandia, situada al pie de la
colina roja de Námafjall. Recorremos toda la zona caminando entre pozas con
lodo y agua hirviendo, potentes fumarolas de gases, terreno con un color
amarillento propio de áreas sulfurosas, que muestran la actividad volcánica de
la zona. Eso sí, hay que respetar los cordones de seguridad, mientras caminamos
con un fuerte olor a azufre y con la especie de niebla que originan las
fumarolas.
Continuamos 35 km por la carretera nº 1 y cogemos un desvío a la
izquierda, la carretera 864, que nos conduce a nuestro siguiente destino, la
cascada de Dettifoss (32 km por pista de tierra). Situada en el Parque Nacional
de Vatnajökull, su agua viene desde el glaciar Vatnajökull, motivo de su color
lechoso. La cascada tiene 100 metros de ancho y 44 de caída a través de cañón
Jökulsárgljúfur. Dicen que Dettifoss es la cascada más potente de Europa, pues
tiene un caudal medio de 193 m³/seg. Muy cerca tenemos la cascada de Selfoss,
de 11 metros de altura, que nos conformamos con verla desde la carretera, pues la
tarde avanza y todavía nos restan 233 km para llegar al hotel.
El día está resultando de lo más
variado y todavía nos queda mucho que ver, aunque solo tenemos tiempo de
detenernos al borde de la carretera para fotografiar los extraordinarios
paisajes, las ocas y las ovejas. Tan solo estiramos un poco las piernas para
acercarnos a una potente cascada, fruto del deshielo de las montañas todavía
nevadas. Por delante tenemos la preciosa vista del lago Lagarfljót y los fiordos
del Este. A última hora de la tarde llegamos al Saxa Guesthouse, situado en Stödvarfjördur, donde pasaremos las
dos próximas noches. Antes de cenar, celebramos mi 60 cumpleaños con una buena
botella de vino.
14 de junio. Iniciamos una nueva
larga jornada con 308 km por delante. Circulamos por la carretera 1 que
discurre pegada a la costa por los fiordos del Este, descubriendo de nuevo
extraordinarios paisajes. Pronto abandonamos esta carretera para coger la 95,
rumbo al lago Lagarfljót, convertida en pista de tierra. En cuanto ganamos un
poco de altura, tenemos la nieve al lado y algún pequeño lago. Nos detenemos
varias veces para fotografiar un extraño grupo de cabras y varios de ovejas,
generalmente acompañadas de sus crías (siempre dos).
Bordeamos el lago Lagarfljót por la carretera 931 y llegamos al principal destino de esta jornada, el Parque
Vatnajopuls, donde se encuentran dos hermosas cascadas, distando la última de
ellas unos 2,5 km. Tenemos que caminar por un sendero con una notable
pendiente. Tras el primer repechón llegamos a la primera cascada, Litlanesfoss,
embellecida por las columnas de basalto que la rodean. El terreno se ensancha
bastante y la pendiente disminuye cuando ya divisamos al fondo la segunda
cascada, Hengifoss, una de las más altas del país, al tener 118 metros de caída.
Estamos en un lugar lleno de encanto.
Bordeamos de nuevo el lago
Lagarfljót para llegar a Egilsstadir, donde cogemos la carretera 93 con rumbo a
Seyðisfjörður. Vamos ganando
altitud mientras subimos el puerto de
Fjarðarheidi, circulando por una buena carretera, que parece una
trinchera abierta en la abundante nieve que la rodea. En el descenso nos
detenemos en la cascada Gufufoss. Enseguida llegamos a Seyðisfjörður, precioso pueblo costero que
destaca por sus pintorescas casas de madera de colores, de estilo noruego. La
última parada la efectuamos en otro pueblo costero, Faskrúdsfjorður, que
conserva los nombres de sus calles también en francés, recordando que hasta
1935 era el principal centro de pescadores franceses del este de Islandia. A
última hora de la tarde regresamos al Saxa Guesthouse, en Stödvarfjördur, desde donde seguiremos
nuestro recorrido hacia la costa Sur. El viaje continúa.
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