NORUEGA en marzo (y 3): Rumbo a Cabo Norte

En Honningsvag hemos dejado el barco por espacio de tres horas, pues nos hemos apuntado a una excursión con destino a Cabo Norte, ya que es al único sitio en el que resulta muy complicado hacerlo por nuestra cuenta. El Hurtigruten no bordea Cabo Norte, sino que navega por fiordos interiores. El autobús se detiene y puedo obtener esta imagen del océano sacada desde tierra. Además es mar abierto.

En autobús llegamos al principal objetivo de la mayor parte de los viajeros, Nordkapp o Cabo Norte, falsamente conocido como el punto más septentrional de Europa. Digo esto porque el vecino cabo Knivskjellodden está unos 1.500 metros más al norte. Ambos se encuentran en la isla de Magerøya, así que el punto más septentrional de la Europa continental sería el cabo Nordkinn, no muy lejos de aquí. Nos encontramos sobre un acantilado a 307 metros de altitud y la vista que se alcanza es inmensa. Como hace tanto frío, la gente enseguida desaparece, así que podemos disfrutar del Globus solo para nosotros. La verdad es que no es el lugar más extraordinario del viaje. Gana mucho con la nieve, pero supongo que en verano es un pedregal.

De nuevo en el Hurtigruten continuamos la navegación. Pronto salimos a mar abierto y nos encontramos que está helado. Hasta Cabo Norte llega la influencia de la corriente del Golfo, pero una vez superado, el agua del mar se congela. Parece que el grosor del hielo no es tan grande como cuando navegamos en un rompehielos por el Bático, en la Laponia finlandesa.

El viaje de ida concluye en Kirkenes, un pequeño pueblo situado en un fiordo de la provincia de Finnmark. Aquí se bajan la mayor parte de los pasajeros, en su mayoría británicos y alemanes, que se van sin haber podido contemplar ninguna aurora boreal. Hemos navegado mucho hacia el norte, pero no nos habíamos percatado que también íbamos hacia el este, pues estamos a un paso de la frontera de Rusia en una longitud más oriental que Estambul. El lugar está lleno de encanto, así que aprovechamos las tres horas largas de que disponemos hasta que vuelva a zarpar el barco, para visitar los alrededores, comenzando con una granja de renos.

Aprovechamos la escala en Kirkenes para visitar también un hotel de hielo. La verdad es que no me atrae mucho pasar la noche sobre un bloque helado. Disfrutamos también viendo como algunas personas realizan paseos en trineos tirados por perros. Nos conformamos con verlo porque los precios son desorbitados. Además, esta actividad ya la hemos realizado cerca de Rovaniemi (Finlandia).

Embarcamos de nuevo en el Richard White para iniciar el regreso a Bergen. Espero que tengamos ahora más suerte con las auroras boreales. He puesto esta foto para que veáis como está el mar helado en el mismo puerto.

Los japoneses que han embarcado en Kirkenes tienen la suerte de contemplar una pequeña aurora boreal la primera noche. La segunda el espectáculo es increíble, pues dura una hora, desde las 00:15 hasta la 01:15 de la madrugada. No resulta fácil fotografiar las auroras boreales. No he llevado trípode y además el barco está en movimiento y la aurora no para quieta. Tampoco hay ninguna referencia, pues no tenemos ninguna población cercana. El barco ha apagado las luces exteriores, así que la única competencia de la aurora son las estrellas y alguna baliza de ayuda a la navegación.

La otra faena para fotografiar las auroras es el frío que hace, pues la temperatura exterior ronda los 20 grados bajo cero. Además al quitarme los guantes para tomar las fotos, las manos se me quedan heladas, así que cada poco tiempo tengo que traspasar la puerta que me conduce al interior del barco, para recuperarme a 20 grados. Son 40 de diferencia de un lado al otro de la puerta. Objetivo cumplido. Hemos disfrutado de una aurora boreal. Queda mucho viaje para regresar a Bergen y muchos lugares llenos de encanto de los que disfrutar, pero el viaje ha perdido ya un poco de interés. Casi es como si hubiera concluido.

INFO: La forma más directa para llegar a Bergen la oferta la compañía KLM, volando desde Bilbao vía Ámsterdam.

Días de olas en Ereaga

Llevamos toda la semana con bastante oleaje en Ereaga, olas que han ido en aumento según avanzaba la semana.

El martes fue el día de los amantes del surf, que disfrutaron de lo lindo con las olas.

Ayer, cuando salió el sol, mientras caminábamos pudimos disfrutar de una mar embravecida. Los que iban con perros contemplaron el espectáculo desde primera línea.

Hoy, con el día más tristón, el espectáculo lo proporcionaba el impacto en costa de las olas, llegando a saltar en muchas ocasiones el espigón del Puerto Viejo.

NORUEGA en marzo (2): Navegando por los fiordos

Pese al frío que hace, cada vez paso más horas en la cubierta del barco, dado que el interés va en aumento. El tiempo ha cogido la rutina de que nieva por la noche y tenemos sol por le día, lo que aumenta la sensación térmica. Parece que estoy viendo un documental de National Geographic, pero en directo y en pantalla de cientos de pulgadas. El paso por la localidad de Nesna es de postal.

Estamos en el cuarto día de navegación y todos los pasajeros se concentran en la cubierta para contemplar el paso por el Círculo Polar Ártico. Una escultura situada en un islote rememora el lugar. Luego tiene lugar una ceremonia en la que nos invitan a tomar aceite de hígado de bacalao con una especie de orujo. Es la tercera vez que cruzo esta línea imaginaria. Las dos anteriores fueron en Circle (Alaska) y Rovaniemi (Finlandia). En Islandia me faltó un poco, pues la isla principal queda por debajo de ella.

Según avanzamos hacia el norte, la nieve cada vez se va adueñando más del paisaje, como sucede a nuestro paso por la localidad de Ornes.

A Svolvaer, en las islas Lofoten, llegamos de noche, después de cenar, pero nos animamos a salir del barco a dar una vuelta. La ventisca de nieve pronto hizo que nos refugiáramos a tomar algo en un curioso bar, el Magic Ice, pues en su interior todo era de hielo y contaba con enormes esculturas heladas.

Quinto día de navegación. Después de comer llegamos a Tromso, conocida como la capital de las auroras boreales. Llevamos ya cuatro noches a bordo y ni rastro de ellas. Como el día está muy luminoso y el barco para más de tres horas, decidimos ir hasta la curiosa iglesia de Tromsdalen, conocida como la Catedral del Ártico (a la izquierda de la imagen). El entorno es precioso. Cada vez hay más nieve y hielo por las calles y andamos como patos mareados, así que decidimos comprar crampones de zapato, que tienen unas pequeñas puntas y se adaptan fácilmente a nuestras zapatillas deportivas. En cuanto empieza a caer el sol, pese a ir forrados de ropa, hace un frío que pela, así que antes de los previsto regresamos al calorcito del barco.

Seguimos con rumbo norte. Los días siguen soleados pero cada vez hace más frío para estar en cubierta, aunque aguanto todo lo que puedo para no perderme este extraordinario paisaje, pese a que ahora solo se ve nieve y hielo. Parece que estamos navegando por la Antártida.

Para concluir esta entrega dejo de lado el color blanco, pues hoy hemos tenido una espectacular puesta de sol, la primera del viaje, ya que al atardecer es frecuente que nieve.

El viaje continúa hacia Cabo Norte.

EREAGA contra el plástico

La asociación ecologista Greenpeace ha organizado hoy en la playa de Ereaga, frente a los baños, un exposición didáctica para concienciar a la gente contra la utilización del plástico, que termina su ciclo en nuestros mares. Lleva por lema “Maldito plástico”.

Pese al día tristón que ha amanecido hoy, esta mañana se concentraba mucha gente en Ereaga, para realizar la “ruta del colesterol” o practicar surf. Para las 10:30 había una buena cola para visitar la exposición “Maldito plástico”, que ha reunido a muchos niños acompañados por sus padres.

NORUEGA en marzo (1): Embarcamos en Hurtigruten

Había estado en Oslo y los fiordos noruegos pero tenía una asignatura pendiente, ver las auroras boreales. Dicen que los mejores meses para ello son marzo y octubre, así que, aprovechando una oferta de la naviera Hurtigruten, volamos a la ciudad de Bergen, puerto de embarque. En esta ciudad se encuentra el barrio antiguo de Bryggen, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, que recuerda la importancia que tuvo la ciudad en los siglos XV y XVI: Es la ciudad más hermosa de cuantas hemos visitado en el viaje, pero empezamos a sentir el frío que nos espera.

Barrio de Bryggen en Bergen

En Bergen embarcamos en el Richard White, barco de Hurtigruten parecido al de la foto. A bordo de él permaneceremos 11 días. Esto barcos son ante todo cargueros, siendo el único medio de comunicación posible en invierno entre muchas localidades. También llevan pasajeros, como si fuera un crucero, pero en camarotes por lo general pequeños pero muy bien aprovechados. Eso si, los precios son muy caros. También ofrecen servicio de ferry, principalmente a los que se dirigen a las islas Lofoten. Como la navegación es costera, suele haber cobertura de móvil terrestre y wifi gratis.

Cada día un barco sale de Bergen para realizar la ruta hasta Kirkenes, invirtiendo 11 días en el trayecto de ida y vuelta. Como queríamos garantizar ver las auroras boreales, nos apuntamos al viaje de ida y vuelta, algo poco habitual. Ya he comentado que ante todo el barco es un carguero, por lo que navega día y noche realizando una treintena de escalas. Salvo en ciudades importantes, como Alesund, Trondheim y Tromso, en las que la escala es de 3 a 4 horas, la duración de cada parada depende del tiempo de carga y descarga, pudiendo efectuarse incluso de madrugada. Tienen el detalle de que lo que a la ida se navega por la noche, a la vuelta se hace de día. Nosotros salimos del barco en la mitad de las escalas.

Viajar en el Hurtigruten es una gozada, pues siempre estás cerca de la costa, navegando por los fiordos y a veces por lugares muy estrechos o especie de canales dragados para hacer posible la navegación. Por la noche hay tantas luces que parecen las balizas de las pistas de los aeropuertos. Por el día contemplamos pequeños faros, aunque en la imagen parezcan grandes, que hacen también de baliza. Paso muchas horas en cubierta contemplando el espectáculo.

El segundo día de navegación por fin el barco hace una parada de tres horas en la ciudad de Alesund, construida sobre siete islas, de la que tengo un buen recuerdo de mi anterior viaje. Aprovechamos la escala para caminar hasta el centro, en concreto hasta el canal de Alesundet. El día está radiante y obtengo la más hermosa imagen urbana del viaje.

Seguimos navegando hacia el Norte, así que cuando el tercer día nos detenemos en la tercera ciudad más poblada del país, Trondheim, tenemos que caminar por sus calles cubiertas de nieve. Como disponemos de tres horas y media, nos dirigimos a uno de los lugares más típicos de la ciudad, el Bryggen (embarcadero en noruego), para contemplar los edificios de madera parcialmente construidos sobre el río Nidelva, que fueron antiguos almacenes, hoy restaurados y convertidos en viviendas.

Estando en Trondheim no podíamos dejar de visitar su principal monumento, la Catedral de Nidaros. Se trata de la catedral gótica más boreal y la segunda iglesia más grande de los países nórdicos, después de la catedral de Upsala en Suecia. El edificio original fue construido entre los siglos XI y XIV. El viaje continúa.

INFO: Hurtigruten (http://www.hurtigrutenspain.com/) realiza a diario la travesía entre los puertos de Bergen y Kirkenes. Se puede contratar para la ida (lo más habitual), ida y vuelta o por tramos, ya que realiza más de 30 escalas, dando gran flexivilidad al viaje por los fiordos noruegos.

Día de viento en Ereaga

Hoy ha amanecido un día con mucho viento sur, pero a media mañana ha cambiado a oeste, soplando con fuerza y dejando un cielo espectacular. Sacada desde el muelle de Arriluze, en la imagen podemos ver como el cielo cubre la torre de control del puerto de Santurtzi, en el momento en el que pasa junto a ella el barco de Aduanas.

Desde el muelle de Arriluze era un espectáculo contemplar este impresionante cielo y los tonos que tomaba la mar, teniendo como telón de fondo la zona de La Galea, Algorta y el Puerto Viejo.

GRAN CANARIA: Del mar a la montaña

En febrero realicé mi undécimo viaje a Canarias. He estado en las siete islas principales, en Graciosa y el islote de Lobos, repitiendo viaje a varias de ellas. Con Gran Canaria tenía una asignatura pendiente, pues en mi anterior viaje la niebla y la lluvia se adueñaron del centro de la isla la semana que estuve. En esta ocasión, el de más larga duración, los diez días han sido radiantes, aunque uno de ellos estuvo un poco nublado. De esta forma he podido recorrer casi 1.000 km por las carreteras de la isla.

No soy de playa, así que en ninguno de mis viajes he ido a tomar el sol a ninguna de las playas de las islas que he visitado. Para playa, ya tengo Ereaga al lado de casa y tampoco la utilizo. Si que he caminado por varios de los paseos marítimos, pareciéndome el mejor el que une la charca de Maspalomas y la playa de Meloneras, pasando por el faro de Maspalomas. Puesto a recomendar una playa me quedaría con la de Amadores, más tranquila y recogida que las de Playa del Inglés o Maspalomas, que varios días tuvieron bandera roja o amarilla, además de fuerte oleaje. Desde Amadores puedes realizar un agradable paseo costero hasta Puerto Rico.

Puesto a escoger me quedo con el centro de la isla, la zona de montaña en la que se encuentran los pueblos más hermosos y un lugar tan emblemático como el Roque Nublo, siempre abarrotado de gente. Desde La Goleta hay que caminar 1,5 km, según los paneles, pero que se hacen mucho más largos para llegar a la base del Roque. Lo malo es que la estrecha carretera que sube desde Maspalomas, pasando por San Bartolomé de Tirajana, está llena de ciclistas. Como hay muchísimas curvas tienes que ir bastantes tramos al paso de ellos, hasta que puedes adelantar, soportando como otros ciclistas kamikazes te pasan. Bajando da miedo ver los adelantamientos que realizan. Otros lugares de montaña que me gustaron son Los Azulejos, montaña de colores, en Mogán y el Barranco de Guayadeque, entre Agüimes e Ingenio, lugar preferido por muchos isleños que acuden a comer en restaurantes instalados en cuevas de la zona.

De los pueblos visitados me quedo con tres: Agüimes, el más cuidado de todos pues tiene hasta las fachadas de los bares decoradas, Teror, con sus balconadas y Arucas, con su inmensa iglesia de San Juan Bautista, conocida como la Catedral. También merece la pena visitar Agaete, con su Puerto de las Nieves y la Necrópolis de Maipés. Muy cerca de Gáldar se encuentra el curioso Cenobio Valerón.

Bastantes municipios están plagados de esculturas urbanas, que encontramos al recorrerlos. Hubo dos que fuimos a verlas expresamente, el Atlante de Las Palmas, al que llegamos tras caminar 1,5 km por un paseo marítimo desde el Auditorio Alfredo Kraus y el Neptuno de Telde, ubicado en la playa Melenara.

Uno de los días nos desplazamos a la capital, Las Palmas, recorriendo ante todo el barrio de Vegueta, el núcleo fundacional de la ciudad. De lo allí visto me quedo con la monumental Casa de Colón. También destacan la Catedral y las Casas Consistoriales. Eso si, lo primero que hicimos, como acostumbro a hacer en los lugares que visito, es adentrarnos en el mercado. Luego nos desplazamos hasta el Auditorio Alfredo Kraus, situado en un extremo de la playa de las Canteras.

Para concluir, la imagen que más me ha gustado de la isla. Está sacada desde la Cruz de Tejeda, cerca del Parador de Turismo, destacando la mole del Roque Bentaiga.

INFO: La forma más cómoda para llegar a la isla es con la compañía Vueling, pues enlaza a diario los aeropuertos de Bilbao y Gran Canaria en 3 horas. Para alojaros os recomiendo la zona de Playa del Inglés-Maspalomas.

El Carnaval de Guadalupe

La caribeña y francesa isla de Guadalupe (Guadeloupe) está llena de encantos, resaltando sus fantásticas playas y su generosa naturaleza, en forma de montañas, bosques y cascadas. He estado en esta isla dos veces pero, dado las fechas en las que nos encontrarnos, en esta ocasión me voy a centrar en su vistoso Carnaval. Lástima que esta isla esté tan lejos.

Creado por iniciativa de los colonos europeos en el siglo XVII, el Carnaval de Guadalupe es una de las principales fiestas de las Antillas. Las fiestas duran dos meses y dicen que la más importante se celebra en la pequeña localidad de Basse-Terre, la capital de la isla, pero, una vez estudiado el programa, optamos por acudir el domingo de Carnaval a su principal ciudad, Pointe-à-Pitre.

La isla de Guadalupe se paraliza durante el Carnaval y, como pude comprobar (se averiaron los ascensores del hotel), los servicios languidecen. El Jueves de Carnaval es festivo y hacen puente hasta el domingo, día en el que todos los autobuses son gratuitos, poniendo servicios especiales a las zonas hoteleras. Por ello optamos por no utilizar el coche, decisión acertada pues todo el centro de la ciudad estaba cerrado al tráfico. El desfile dura unas 8 horas y acuden multitud de personas, tanto a participar como de espectadores, así que van preparados con sillas e incluso mesas para comer. Nosotros estuvimos un par de horas bajo un sol de justicia.

El desfile del domingo se llama «Dimanche Gras» y comienza con los patrocinadores y el vehículo que ocupan Miss Carnaval y la dama de honor. Intercalándose entre las peñas carnavaleras se integran grupos de animación musical.

Los tambores no pueden faltar en los desfiles de Carnaval de Guadalupe. Dicen que el objetivo de la percusión es ahuyentar a los malos espíritus. Además, el “gwoka” es una expresión cultural que combina los cantos en criollo guadalupeño, las danzas y los sones de tambores llamados “ka”. Por ello está declarado patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO.

Los más pequeños también participan de forma activa el desfile de Pointe-à-Pitre. Muchos van disfrazados y maquillados como adultos, desfilando orgullosos y con gran bullicio ante miles de espectadores. Mañana volverá a ser el día grande en la caribeña isla de Guadalupe.

INFO:

Desde Bilbao la mejor forma de llegar es volar con Air France, vía Paris, pero hay que cambiar de aeropuerto, pues los vuelos a Pointe-à-Pitre salen de Orly. Para este vuelo, el autobús que une De Gaulle y Orly es gratuito, pero necesitas un bono que te tiene que proporcionar la compañía aérea. La primera vez perdí mucho tiempo buscando en De Gaulle el lugar en el que lo entregan, así que en el segundo viaje lo peleé y lo conseguí en Loiu.

Aeropuerto de Bilbao

EREAGA: La nevada de hace un año

A veces la memoria es frágil y no recordamos lo que sucedió hace tan solo un año, máxime con el veranillo que estamos teniendo. Yo lo tengo todavía fresco en la memoria y os lo recuerdo.

Había visto en otra ocasión la playa de Ereaga con nieve, pero como lo sucedido el 28 de febrero de 2018, no lo había visto jamás. De hecho no me atreví a llevar el coche desde Leioa, ya que amaneció todo blanco y, sobre las 8 de la mañana, descargó una buena tormenta que dejó mucha más nieve todavía.

Cuando llegamos caminando a través de Artatza y Neguri, la mayoría de los bares y los servicios estaban cerrados, porque los trabajadores no habían conseguido llegar. El espectáculo fue corto, pues a media mañana salió el sol y a mediodía no quedaba nada de nieve. Dejo tres fotos de ese día para el recuerdo.

ADELAIDA, puerta de entrada en Australia

Con 1.300.000 habitantes, Adelaida (Adelaide) es la capital y la ciudad más poblada del estado de Australia Meridional. Esta ciudad no suele entrar en los circuitos turísticos, pero la elegimos por dos motivos, por su ubicación, ideal para visitar Kangaroo island e iniciar la Great Ocean Road hasta Melbourne y porque una de las mejores compañías aéreas del mundo, Emirates, ofrece una buena tarifa y una excelente conexión desde Madrid, vía Dubai, tan rápida que en poco más de una hora hay que cambiar de avión y volver a pasar el control de seguridad. Para entrar en Australia es necesario un visado gratuito, que se obtiene a través de la web de la Embajada y luego no hay que presentar en ningún sitio.

Aeropuerto de Dubai

El centro de Adelaida resulta muy acogedor, con unas cuantas calles comerciales, como la peatonal Rundle mall, que cuenta también con varios bares y restaurantes y diferentes esculturas, destacando el grupo escultórico de bronce formado por cuatro cerdos.

Como estamos todavía con el jet lag, optamos por pasar la mañana en un sitio acogedor y tranquilo, el Linear Park, amplio espacio verde, en el que hay varios bares y restaurantes. A él se asoma el Adelaide Convention Centre, formado por varios edificios modernistas.

Adelaide Convention Centre

A orillas del citado parque se encuentra el Adelaida Oval, considerado por mucho tiempo el estadio de cricket más bello del mundo. En él se celebró la Copa del Mundo de 2015. Notables artistas han utilizado el estadio como sede para sus conciertos en Australia.

Por medio del Linear Park discurre el Torrens river. Se puede dar un relajante paseo por las orillas del pequeño río, disfrutando de una gran variedad de aves: cormoranes, pelícanos, fochas y patos.

No podemos abandonar Adelaida sin acercarnos a su mercado central (Central Market). En él podremos comprobar la gran variedad de frutas, verduras y vinos que hay en el país e ir haciéndonos idea de que en Australia los precios no son nada baratos. Un dólar australiano equivale a 0,63 euros.