Escapada a Castellón (1)

Del 24 al 28 de abril hemos estado recorriendo parte de la provincia de Castellón, pues cinco días no dan para conocerla al completo. Ha sido la tercera escapada que realizamos este año, teniendo como campamento base la localidad de Benicarló, distante 549 km de Leioa, que se realizan en algo menos de seis horas viajando por autopista hasta Zaragoza, para luego continuar buena parte del recorrido por la N-232, una excelente carretera que pasa por Alcañiz y Morella, puerta de entrada a la provincia de Castellón.

El Parador de Benicarló **** fue el lugar que elegimos para pasar las cuatro noches de esta escapada, que realizamos con la pareja de amigos de Rivas Vaciamadrid. El Parador está muy bien situado, en la avenida Papa Luna, 5, teniendo acceso también al Paseo Marítimo. Cuenta con piscina, extensos jardines y una amplia terraza en la habitación. La relación calidad precio es excelente, pues pagamos unos 94 euros por noche, en alojamiento y desayuno. En la carta del restaurante destaca la amplia oferta de fideuá y arroces.

El Parador se encuentra a unos 7 km de Peñíscola, así que el 24 de abril, tras instalarnos en la habitación y descansar un poco del largo viaje, decidimos estirar las piernas un poco y caminar durante unos 5 km por la zona en la que la avenida del Papa Luna se convierte en paseo marítimo, fotografiándome al llegar en el cartel de Peñíscola, para luego tomar sendas instantáneas de las fuentes Marítima y del Dragón. Tomamos luego un vino rosado valenciano en una terraza, regresando en taxi al punto de partida.

La mañana del 25 de abril la dedicamos a caminar por el Parc Natural de la Sierra d’Irta, una de las últimas sierras vírgenes del litoral valenciano. Elegimos una ruta costera de unos 9 km de ida y vuelta, que empieza en Cala Blanca, cerca de Alcossebre, en forma de paseo hasta el faro de Irta, para continuar por un sendero que pasa sucesivamente por la cala Mundana y la playa del Serradal. Los apartamentos Prestige, situados sobre el acantilado, marcan la imagen de las construcciones del pasado. Aquí comienza la parte más hermosa de la ruta roja que concluye en Cala Cubanita, de donde regresamos al punto de partida por la misma ruta.

Comemos de bocadillo en la zona de pícnic de Cala Blanca y nos dirigimos a nuestra siguiente cita, Alcalà de Xivert, pueblo situado en la comarca de Baix Maestrat, en el que destaca la iglesia de San Juan Bautista, de estilo barroco valenciano, construida a mediados del siglo XVIII. En la parte derecha de su monumental fachada se alza majestuosa la torre-campanario, que se terminó el 14 de junio de 1803. En la plaza vemos un viejo olivo y, en la carretera que se dirige al castillo, la barroca ermita del Calvario.

A unos 6 km de Alcalà de Xivert se encuentra una construcción islámica que data de los siglos X y XI, aunque durante el siglo XIII la reformaron los templarios. Se trata del castillo de Xivert, al que se puede subir caminado durante hora y media, teniendo que salvar un desnivel de unos 200 metros, para llegar a los 358 metros de altitud a los que se encuentra. La visita merece realmente la pena, pues el ruinoso castillo está bastante restaurado, siendo la visita libre, con numerosos paneles con explicaciones. Lo que no es tan bueno es el acceso en coche, pues la carretera se estrecha y se convierte en una pista por la que hay que circular con cuidado. En algunos puntos está asfaltada, pero sin posibilidad de cruzarse con otro vehículo, así que estáis avisados. No entiendo cómo tienen una zona tan bien acondicionada con un acceso tan malo.

Muy cerca tenemos el pequeño pueblo de Santa Magdalena de Polpis, en el que su principal edificio es la iglesia parroquial, de estilo neoclásico, situada frente al Ayuntamiento. La verdad es que este pueblo no nos dijo nada, siendo el mejor recuerdo los nidos de golondrinas que vimos y la Radler que nos tomamos. Cuenta también con un castillo situado a 4 km y 431 m de altitud. Se trata de una antigua alcazaba árabe, de los siglos X y XI, que en el siglo XIII reformaron los templarios. Aquí no llegamos a subir, pues no me atreví a hacerlo por la pista de acceso, lo cual fue un acierto, pues nos dijeron que se encontraba en muy mal estado. Tomé una foto de la carretera, siendo las otras dos imágenes de Internet.

Me ha sorprendido gratamente lo montañosa que es la provincia de Castellón o al menos los lugares que hemos visitado. También lo verde que se encontraba el paisaje debido a los numerosos cultivos existentes, pese a que todos los ríos que vimos estaban secos. Sólo en el Baix Maestrat dicen que hay 448 hectáreas de olivos y 356 de frutos secos. Hemos visto numerosos campos de almendros y, en la zona de regadío, cantidad de naranjos. También he fotografiado las alcachofas de Benicarló, que cuentan con denominación de origen, algo que ignoraba, pues sólo había oído hablar de las de Tudela.

Esta entrega sólo ha sido el aperitivo del viaje, pues falta lo más importante, lo que realizamos en los tres días siguientes, pero de ello espero hablar la próxima semana. La escapada continúa.

Parque Natural Collados del Asón (Cantabria)

Hace ya unos años que evito viajar en Semana Santa, puentes y cualquier temporada alta, para evitar los atascos en las carreteras y los precios desorbitados en los alojamientos. Es por ello que esperé al 11 de abril, día siguiente al Lunes de Pascua, para realizar esta escapada de unos 200 km de ida y vuelta desde Leioa, con el objetivo de acercarme al Parque Natural Collados del Asón, en Cantabria, para contemplar el nacimiento de los ríos Gándara y Asón. También tuve ocasión de percibir los efectos de la sequía que padecemos, pues la cascada del Asón tenía muy poca agua y la del Gándara nada. Buscando en mis archivos pude ver que esta misma excursión la efectué el 20 de abril de 2018, con un resultado completamente diferente, como a continuación os muestro.

Los tres lugares visitados se encuentran en el Parque Natural Collados del Asón y, más en concreto, en el municipio de Soba, acercándonos en primer lugar al nacimiento del río Gándara, cuyo entorno lo están acondicionando. Este río nace en una surgencia bajo la peña caliza del Becerral, en La Gándara. El agua empieza enseguida a discurrir con fuerza en un lugar de gran belleza, en el que existe un molino, mesas para pícnic y praderas en las que pastan vacas y caballos.

Las imágenes anteriores las tomé el pasado 11 de abril, cuando el nacimiento del río Gándara tenía bastante agua, aunque no tanta como las que muestro a continuación, sacadas el 20 de abril de 2018.

Limítrofe con Bizkaia y Burgos, el municipio de Soba está formado por 27 núcleos de población, siendo en el de La Gándara donde se encuentra el principal centro de actividad, a excepción del Ayuntamiento que está en Veguilla. Rodeado de un hermoso parque con mesas para pícnic, en La Gándara se encuentra el Centro de Interpretación del Parque Natural Collados del Asón. Frente al bar-restaurante nos llamó la atención un cartel de venta de productos “Km 0”,

Dejamos aparcado el coche frente al citado centro de interpretación, realizando un breve recorrido hasta el final del parque que lo rodea, donde se encuentra un vistoso y aéreo mirador. Desde él contemplamos una magnífica panorámica del Parque Natural Collados del Asón, teniendo bajo nosotros la cascada que se desliza por la pared rocosa, o eso creíamos, pues cuando estuvimos el pasado el pasado 11 de abril, no tenía ni gota de agua.

El 20 de abril de 2018 tuvimos mucha más suerte, pues disfrutamos de un magnífico espectáculo de agua desde el mirador, algo que, por lo visto, sólo es visible en épocas de abundantes lluvias o tras el deshielo posterior al invierno, así que, con la sequía de este año, el agua brillaba por su ausencia. Hasta el Mirador del Gándara se puede llegar también caminando desde el nacimiento del río, por una ruta circular de 4,5 km que enlaza ambos lugares.

5,4 km separan tan sólo el Mirador del Gándara del Mirador del nacimiento del río Asón, teniendo que pasar un puerto, el Collado del Asón, junto al que se ha acondicionado un amplio aparcamiento del que parten rutas de senderismo. Es el gran cambio que hemos notado en los cinco años que han separado nuestras dos escapadas a la zona, prueba de que la naturaleza está de moda. Justo donde comienza el descenso, me entretuve un rato fotografiando a un grupo de vacas con sus crías, alguna recién nacida.

Cuando el pasado 11 de abril nos acercábamos a la cascada del nacimiento del río Asón, no nos podíamos creer lo que veíamos, pues tenía poquísima agua. Las aguas subterráneas que discurren por las zonas más altas del Parque Natural Collados del Asón, salen a la superficie y se precipitan sobre el valle de Asón, dando lugar a la cascada Cailagua, un imponente salto de agua de más de 70 metros de altura que, en el mes de abril, por el deshielo, solía tener mucha más agua que la que pudimos ver desde el mirador.

Qué diferencia con el espectáculo del que disfrutamos casi cinco años antes, el 20 de abril de 2018, cuando contemplamos la cascada Cailagua desde el Mirador del nacimiento del río Asón. Un sendero acerca a la base de la cascada partiendo desde la aldea de Asón. Nosotros hicimos un recorrido mucho más breve, partiendo unos 300 metros, carretera abajo, del mirador. Un pequeño tramo de pista y un corto sendero nos permitió acercarnos a la base de la cascada, para sentir cómo el agua nos salpicaba en la cara.

Visto lo visto, habrá que informarse antes de ir sobre si las cascadas tienen agua, aunque acercarse al Parque Natural Collados del Asón siempre merece la pena.

Escapada griega (y 3)

Concluyo el relato del viaje a Grecia, realizado del 10 al 20 de marzo, que dejaba la pasada semana en Meteora.

16 de marzo. Amanece lloviendo pero, para cuando terminamos de desayunar, la lluvia cesa y nos permite ver lo que era el principal motivo de este viaje, los monasterios de Meteora, construidos sobre las moles rocosas y declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988. En el hotel verificamos los horarios y los días que abren que, para este día, son sólo 3: Monasterio Roussanou (siglo XVI), San Nicolás (reconstruido en el siglo XVI) y San Esteban, el más nuevo, pues data del siglo XVIII. Es al único que se accede sin escaleras. Nos dirigimos luego a los tres que faltan y vemos que el de Varlaam (siglo XVII), también está abierto, así que subimos a verlo. Comemos en un restaurante de Kastraki y regresamos al hotel. Tarde libre y de descanso, pues hemos subido 643 escaleras y bajado otras tantas.

Son 6 los monasterios que se pueden visitar previo pago de 3 euros cada uno, así que el 17 de marzo nos dirigimos a los dos que nos faltaban, el Gran Meteoro (sigo XIV) y el de la Santísima Trinidad (siglo XV), el más conocido, por ser la localización de varias películas, entre ellas una de las de James Bond. Todavía no he dicho que tuvimos ocasión de verlos cubiertos de nieve, pues amaneció nevando, aunque cesó para las 9 de la mañana. Eso sí, en las escaleras de acceso había nieve y un grado de temperatura. Hoy ha tocado subir 540 escaleras. No quiero ni pensar lo difícil que será aparcar el coche en verano junto a los monasterios, pues los espacios son pequeños. Las mujeres tienen que acceder al interior de los monasterios con una falda larga, que proporcionan en la taquilla. Espero volver a hablar con más detalle de Meteora, pues es un sitio único.

Por la tarde tuvimos que recorrer los 231 km que nos separaban de nuestro siguiente destino, Delfos, que se realizan en algo más de 3 horas, teniendo que pasar puertos con nieve en la cuneta, pueblos escalonados en las montañas y muchas plantaciones de olivos. Elegimos el mes de marzo pues, en nuestro anterior viaje, hace 6 años, pasamos calor en ese mes. En esta jornada, en las montañas hemos vuelto a estar a 4 grados. Las dos siguientes noches las pasamos en el Nidimos Hotel ***, muy bien situado y con aparcamiento, algo importante en Delfos. Cuenta con un coqueto lugar para los desayunos y, desde la terraza de la habitación, excelentes vistas sobre la bahía de Itea y los montes nevados de Kalavrita. Lástima que hiciera tanto frío en la calle.

El 18 de marzo fue el único día en el que no tuve que tocar el coche, pues nuestro destino, uno de los puntos fuertes del viaje, se encontraba a 950 metros del hotel. Se trata del yacimiento arqueológico de Delfos que, desde 1987, forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Este antiguo santuario del siglo VI aC, está considerado como una de las ruinas mejor conservadas de Grecia. Según la mitología, Delfos es el centro del mundo antiguo, el omfalos u ombligo. La escultura de Prometheus nos da la bienvenida al recinto arqueológico, en el que sucesivamente vamos pasando por el Ágora romana, el Tesoro de los Atenienses, el Templo de Apolo y la Columna Serpiente, el Teatro y el Estadio. Fuera del recinto tenemos la Fuente Castalia, el Gimnasio y el precioso Santuario de Atenea Pronaza.

Hacemos un alto en el camino para comer algo en la cafetería del Museo Arqueológico, que visitamos a continuación. Pese a ser un lugar muy concurrido, también cierra a las 15:30 h, así que tenemos que andar rápidos. La entrada reducida para el recinto y el museo cuesta 6 €. Estamos en uno de los mejores museos arqueológicos de Grecia. Cuenta con 14 salas en las que contemplamos a Cleobis y Bitón, la Esfinge de Naxos, la cabeza crisoelefantina, Pancratista Agias, Apolo, Antinoüs y el Auriga de Delfos. En otra ocasión espero volver a hablar de Delfos, para dedicarle la atención que merece.

El 19 de marzo fue muy intenso, pues fue nuestra última jornada en Grecia y, a las 6 de la tarde tuvimos que devolver el coche de alquiler. Tan sólo llevábamos 9 km recorridos, cuando me detuve en un lugar del que nunca había oído hablar, Arachova, uno de los pueblos de montaña mas turísticos de Grecia. Atrás habíamos dejado las montañas nevadas del Golfo de Corinto y de nuevo vimos la nieve cerca y mucha gente sacándose selfies con el monte Parnasos (2457 m) a su espaldaa. Esto trajo a mi memoria cuando en 1978 subimos al Olimpo (2918 m), la montaña más alta de Grecia y segunda de los Balcanes, sólo superada por el búlgaro Musala (2925), en el que estuve con anterioridad.

Teníamos previsto haberlo visitado el día anterior por la tarde pero, con eso de que todo cierran tan pronto, lo dejamos para la última jornada. Se trata del Monasterio de Hosios Loukás, uno de los más bellos monasterios bizantinos de Grecia, que, desde 1990, forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Dedicado a su fundador, San Lucas, un ermitaño del siglo X cuyos restos se están en la cripta, fue construido en 1011 sobre los cimientos de una iglesia de 944. Es conocido por su cripta, mosaicos y pinturas. La entrada cuesta 4 euros. Fuera del recinto está la coqueta Metamorphosis church.

Seguimos a la carrera. Comida rápida en un restaurante de la autopista y nos dirigimos al hotel a dejar el equipaje. Todavía no hemos terminado, pues aún nos faltaba una visita a 45 km del hotel, en el cabo Sunión, donde se levanta el Templo de Poseidón, construido en el año 413 aC (entrada 3 €). Es un lugar lleno de encanto por el que deambulan las perdices. Existe un bar que se encuentra abarrotado de personas pues es domingo y muchos atenienses se desplazan hasta aquí para contemplar la puesta de sol. Para nosotros fue el broche perfecto para poner el punto final a nuestro viaje por Grecia.

Del cabo Sunión regresamos al aeropuerto sin poder contemplar la puesta de sol, aunque apuramos al máximo ya que casi todo el viaje se realiza por autovía. Entregamos el coche y nuevamente nos alojamos en el Sofitel, situado en el mismo aeropuerto. El 20 de marzo regresamos a casa en dos vuelos, primero de Atenas a Frankfurt (3 h) y luego de Frankfurt a Bilbao (2 h). Lo peor fue que tuvimos que pasar más de 4 horas en el aeropuerto alemán, en el que aprovechamos para cenar, aunque fuera un poco temprano.

Nos ha encantado Grecia, además de sorprendernos gratamente por sus buenas carreteras y excelente gastronomía. Eso sí, hemos tenido temperaturas bastante bajas. Nos han tratado muy bien y, aunque el griego es muy difícil os dejo tres palabras que al menos merece la pena aprender: Kaliméra (Buenos días), Efcharistó (Gracias) y Parakaló (De nada). La escapada griega ha concluido.

Escapada griega (2)

Tras la pausa de Semana Santa, continúo el relato del viaje realizado a Grecia del 10 al 20 de marzo pasado, que dejaba hace dos semanas en Loutraki.

El 13 de marzo nos desplazamos hasta Diakopto, población costera distante 92 km, que se realizan en casi su totalidad por autopista. Nuestro objetivo era viajar a lo largo de algo más de una hora en el ferrocarril que sube hasta Kalavrita. Durante dos días intenté comprar los billetes en la web sin conseguirlo. Ni siquiera en Diakopto nos enteramos de que el servicio ferroviario estaba suspendido en Grecia debido al terrible choque de trenes el 28 de febrero, en el que perecieron 57 personas. Nos informó de ello un taxista en Kalavrita, tras ver la estación cerrada. Como no nos coincidían los horarios, optamos por efectuar el recorrido en coche, viendo desde lo alto la garganta del Vouraikos, por la que pasa el tren y las montañas nevadas al otro lado del golfo de Corinto. Merece la pena.

Mientras tomábamos un café en la estación de Diakopto, que estaba abierta, buscando un plan alternativo mi mujer encontró que, en la ruta a Kalavrita, teníamos el monasterio Mega Spileon, cuya traducción literal es “Gran Cueva”, aunque su nombre oficial es monasterio de la Dormición de la Theotokos. Dicen que es uno de los monasterios más antiguos de Grecia, aunque fue destruido por los alemanes el 8 de diciembre de 1943, ejecutando a 22 monjes y visitantes. Reconstruido posteriormente, ahora es un complejo de ocho pisos ubicado en el acantilado de 120 metros de altura y situado a unos 950 metros de altitud, por lo que pasamos bastante frío (5 grados).

Nuestro recorrido concluyó en Kalavrita, importante y popular centro de esquí que, al igual que Sierra Nevada, presume de sol, nieve y playa. Cuenta con una calle peatonal que reúne a buena parte de los comercios y la hostelería, además del Museo del Holocausto y la Catedral de la Asunción de la Virgen María. Antes de comer, nos desplazamos al Memorial dedicado a la Masacre u Holocausto de Kalavrita, que recuerda el exterminio casi total de la población masculina, así como la destrucción de la ciudad por las fuerzas de ocupación alemanas durante la Segunda Guerra mundial, el 13 de diciembre de 1943. De allí regresamos a Loutraki, parando a tomar fotos de la garganta del Vouraikos.

14 de marzo. Sin salir del Peloponeso nuestro siguiente destino estuvo en Kaiafas, distante 191 km de Loutraki. Al llegar, parados en un semáforo, vimos que al lado teníamos un supermercado, así que aprovechamos para comprar pan, un sobre de salchichón, un trozo de queso y una botella pequeña de vino. El tema es que íbamos a dejar el equipaje en el hotel y salir disparados hacia el Templo de Apolo Epicuro, construido en la segunda mitad del siglo V aC y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986. Está protegido por una gran carpa mientras lo restauran. El problema es que también cierra a las 15:30 h, por lo que hicimos un alto en el camino para comer de bocadillo y no perder tiempo. La entrada reducida nos costó 3 €.

En la ruta hacia el templo vimos carteles que anuncian las Neda Waterfalls, cascadas del río Neda que presuntamente se encuentran en la proximidad de la ruta, cosa que comprobamos en Google Maps. El acceso se realiza desde la aldea de Perivolia, por una estrecha carretera que luego se convierte en una pista. En una amplia curva aparcamos el coche y seguimos caminando unos 500 metros, hasta coger un estrecho sendero que sube y baja, paralelo al río, hasta la cascada a la que al final no llegamos por no haber llevado bastones y por temor a que anocheciera, así que la foto de la cascada es de Wikipedia. El recorrido merece la pena, pues es una preciosidad.

No vimos la cascada pero llegamos a tiempo de ver la preciosa puesta de sol en la playa de Kakovatos, que ahora languidece. Muy cerca tenemos el agradable Kaiafas Lake Hotel ***, que lo regenta una familia que hace que nos sintamos como en casa, disfrutando para la cena, por un módico precio, de la tradicional gastronomía griega. Estamos rodeados de olivos en medio de la nada, a 800 metros del lago y a 900 de la playa de Kaiafas. Podía ser un remanso de paz, pero la perfección no existe, pues también se alojaban sendos grupos de jóvenes franceses y holandeses. Grecia está lleno de estudiantes de todo el mundo.

El 15 de marzo fue el día de más viaje, pues tuvimos 435 km hasta Kalambaka, casi 300 por autopista, pero en la primera parte empezó a diluviar. Menos mal que la carretera era buena y llevábamos delante un camión que circulaba a 80/100 km/h, al que me pegué como una lapa y que no nos abandonó hasta que cesó la lluvia, poco antes de coger la autopista en las proximidades de Patra. Cuando llevábamos 139 km nos detuvimos junto al Rion Fortress (Castillo de Río), construido por el sultán otomano Bayezid II en 1499, para proteger la entrada al Golfo de Corinto. Desde él contemplamos el puente de Río-Antirio, oficialmente llamado puente Charilaos Trikoupis, que une el Peloponeso con el resto de Gracia. Tiene una longitud de 2.252 metros, una anchura de 28 y está formado por cinco tramos de cable. Fue inaugurado el 7 de agosto de 2004. Por el continuó nuestra ruta.

Este día tocó malcomer en un área de servicio de autopista, que finalmente abandonamos para volver a encontrarnos con la lluvia y los 5 grados de temperatura. Una parada en el camino en el pintoresco Caffé Excelsior y llegamos a uno de los puntos fuertes del viaje, Meteora, nombre dado por los monjes a los gigantescos pilares de roca que vieron aquí en el siglo XIV, sobre los que edificaron varios monasterios. Aquí pasamos dos noches en el alojamiento que más nos ha gustado del viaje, Divani Meteora Hotel **** en Kalambaka. Por ser de Bilbao nos dieron una habitación de más categoría y nos dejaron prolongar la salida un par de horas. Todo gracias al Athletic o, mejor dicho, a Ernesto Valverde, al que todo el mundo recuerda en Grecia por sus años al frente de Olympiacos, con el que ganó tres ligas y dos copas, que ha colocado a Bilbao en el mapa.

Quería volver a ver este lugar y que mi mujer lo conociera, pues tengo un buen recuerdo de cuando lo visité en 1978. Por ello cogí la habitación con vista a las montañas. En aquella ocasión vinimos varios amigos en dos coches desde Bilbao (2.986 km), para de camino subir al Triglav y al Olympo. En el viaje estrené mi Ford Fiesta, pero eso es otra historia. De los monasterios espero hablar la próxima semana. El viaje por Grecia continúa.

Escapada griega (1)

Del 10 al 20 de marzo de 2020 teníamos previsto viajar a Grecia, pero el COVID iba avanzando y algunos vuelos se estaban cancelando, así que, por si acaso, el día anterior decidí cancelar la reserva y preparar un nuevo viaje para las mismas fechas a Portugal, viajando con nuestro coche para así poder regresar cuando fuera necesario, cosa que hicimos el 14 de marzo, desde Lisboa, para confinarnos. En buena hora tomamos esa decisión, pues volver de Atenas el 20 de marzo habría resultado muy complicado. Como tenía todo preparado decidimos realizar el viaje en las mismas fechas en cuanto se puediera, así que el 10 de marzo de 2023 emprendimos el viaje a Atenas, aunque todo resultó más complicado de lo previsto, pues algunos de los hoteles, tras la crisis, no abrían hasta abril y otros estaban completos los fines de semana, así que decidimos realizar el viaje al revés de lo previsto, es decir en el sentido de las agujas del reloj. En resumen, han sido 5.756 km en avión, 2.046 km en coche y 78 km a pie.

Con los vuelos tuvimos más suerte, pues pese a los tres años transcurridos los precios seguían parecidos. En 2020 pagamos por los dos 517 €, que Lufthansa nos devolvió cuatro meses después. A finales de noviembre de 2022, con motivo del Black Friday, algo en lo que no creo, Lufthansa me pasó una oferta, así que ese mismo día realicé las dos reservas por 344 €, volando a la ida por Munich y regresando vía Frankfurt. Tras el consiguiente madrugón, llegamos al aeropuerto de Atenas coincidiendo con el atardecer, motivo por el cual nos alojamos a dos pasos, en el carísimo Sofitel*****, dejando para el día siguiente el recoger el coche de alquiler.

El 11 de marzo tuvimos la primera sorpresa agradable del viaje nada más recoger el Skoda Scala que nos entregaron en la empresa de alquiler. Pensábamos que, tras la profunda crisis padecida, las carreteras griegas serían penosas, pero nada de eso, pues todas las grandes distancias las recorrimos por autopistas de peaje que, cada pocos kilómetros, tienen aparcamientos con WC. Cuentan también con numerosos túneles y viaductos, estando muy bien mantenidas. En total pagamos 57,85 € de peajes, más otros 13,70 por cruzar el puente en el estrecho del golfo de Corinto. El resto de carreteras estaban muy bien, pese a que tuvimos que pasar varios puertos, incluso con nieve en las cunetas. Eso si, en un par de carreteras de montaña nos encontramos con sendos rebaños de ovejas.

La otra segunda sorpresa agradable ha sido gastronómica, colocando a Grecia en cabeza de los países en los que mejor he comido. De izquierda a derecha y de arriba abajo os presento algunos de los platos que he degustado, comenzando con el delicioso yogur griego con miel de la Taverna Efrosino. Siguen la Moussaka, especie de lasaña en la que se emplean berenjenas en lugar de pasta, Spanokopita, espinacas envueltas en pasta filo, el queso feta frito, el Bifteki, carne picada de ternera, los Gyros de cerdo, carne asada servida con pan de pita, el Kritharoto, pasta de cebada con forma de granos de arroz, ligeramente mayores, el Paidakia, chuletas de cordero a la parrilla y el Souvlaki, brocheta de pollo, todos ellos acompañado de vino rosado o tinto, en ocasiones  pagado a precio bastante caro.

Tras recorrer tan solo 112 km por autopista llegamos al alojamiento en el que pasamos las tres siguientes noches, el Club Hotel Casino Loutraki*****, al que creo que le sobra una estrella, como sucedió con el anterior. Esta localidad veraniega es sobre todo conocida por este casino, que dicen que es uno de los más grandes de Europa. El hotel cuenta con SPA, piscina cubierta y otras al aire libre que, al no estar en temporada, permanecían cerradas. No disfrutamos de nada de esto, pero fotografié la escultura de Poseidón.

Queríamos aprovechar la tarde, así que comimos unos perritos calientes en el hotel y salimos rápidamente hacia nuestro siguiente destino, situado a 16,4 km del hotel. Se trata de Acrocorinto, una de las más antiguas necrópolis griegas, transformada en imponente fortaleza medieval. Aquí tuvimos la sorpresa negativa del viaje, pues llegamos a las 15:10 y cerraban a las 15:30, algo habitual en otros lugares en el mes de marzo, lo que supone que por las tardes no haya nada que poder ver. Menos mal que nos dejaron pasar y poder picotear un poco en veinte minutos.

Tras el fracaso anterior nos dirigimos a nuestro siguiente objetivo, una de las cosas que más ganas tenía de ver, motivo por el que nos alojamos en Loutraki. Se trata del Canal de Corinto, que une el golfo de Corinto con el mar Egeo por el istmo de Corinto, separando el Peloponeso del resto de Grecia. Tiene 6,3 km de largo, 21 metros de ancho y tan solo 8 de profundidad. Se construyó entre 1881 y 1893, siguiendo el antiguo proyecto de Nerón. Lo vimos un par de veces desde el Isthmos Bridge, situado a tan solo 5,6 km del hotel, al que os recomiendo acudir por la mañana. Desde él hacen “bungy jumping”. Aprovechamos para tomar café con tranquilidad. En otra ocasión vimos uno de los puentes sumergibles con que cuenta el canal.

Como todavía era pronto, decidimos aprovechar el resto de la tarde visitando el Heraion de Perachora, santuario de la diosa Hera, notable sitio arqueológico ubicado en un cabo al final de la península de Perachora, que tuvo su mayor importancia hacia finales del siglo VI aC. En su hermoso emplazamiento se encuentra la capilla de Agios Nikolaos, algo bastante habitual en las ruinas griegas. En el cabo está  también el faro Maják Melagavi. Antes de llegar nos detuvimos en Vouliagmeni Lagoon, un hermoso lago interior conectado con el mar por un pequeño estrecho.

12 de marzo. La cita importante de la jornada se encontraba en Epidauro. Se trata del Asclepeion, un santuario dedicado a Asclepio que desde 1988 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Situado en el Peloponeso, cuenta con importantes restos del siglo IV aC, destacando el tholos y el teatro, considerado este último una obra maestra de la arquitectura griega. Construido hacia el año 330 aC, llego a tener capacidad para 12.000 espectadores. También visitamos el sencillo museo. La entrada, como en todo los lugares, tenía hasta el 31 de marzo un descuento del 50%, costando 6 euros.

A la hora de comer nos dirigimos a Nafplio, importante puerto del golfo Argólico al que se asoma la calle Boumpoulinas, repleta de restaurantes. En uno de ellos comimos unas raciones de calamares, pues el pescado fresco tenía unos precios desorbitados. Nafplio presume de ser la ciudad más bonita de Grecia, probablemente por su emplazamiento. Desde el puerto contemplamos el coqueto castillo Bourtzi, que ocupa un islote frente al puerto. Dominado la ciudad desde una colina tenemos el imponente castillo de Palamedes, supuesto inventor del ajedrez y del juego de dados, que debido a que empezó a llover renunciamos a visitar, aunque tampoco habríamos podido, pues cerró a las 15:30 h. Por la mañana hicimos un alto en la ruta para fotografiar una piscifactoría que ocupa un precioso lugar costero.

Dejo este relato en el Peloponeso, de donde regresamos al hotel en Loutraki, en el que todavía pasamos otras dos noches. El viaje por Grecia continúa. De ello os hablaré en la próxima entrega, tras una pausa en la Semana de Pascua.

Jueves Santo en Zamora

Aprovechando que estamos en puertas de la Semana Santa he recordado las horas del día de Jueves Santo que pasé en la ciudad de Zamora, que ronda los 60.000 habitantes y se encuentra a 388 km de Leioa, que se recorren en menos de 4 horas. Fue uno de esos lugares que visité “de paso”, pues no era nuestro destino, sino una escala para comer camino de los Arribes del Duero. Zamora merece realmente la pena, pues es la población con mayor número y calidad de templos románicos de Europa, así que aprovechamos para ver unos cuantos, ya que solo en su centro histórico hay 14. Dejamos para otra ocasión recorrer los interesantes edificios modernistas con que cuenta. Además, hay que hacer notar que entre sus festividades destaca la Semana Santa, declarada de Interés Turístico Internacional. Un buen lugar para dejar el coche es el Aparcamiento San Martín, ubicado en la calle San Martín, 1, a 450 m de la Catedral.

Nuestra primera visita fue al edificio más significativo de Zamora, la Catedral, románica del siglo XII. Dedicada al Salvador, tiene planta de cruz latina y una cabecera posterior, gótica del siglo XVI. Estamos ante la Catedral más pequeña y antigua de Castilla y León, destacando de su aspecto exterior la cúpula y la torre del Salvador, de 45 metros de altura. No pudimos visitar su interior, así que lo ilustro con tres imágenes obtenidas de la Wikipedia, el altar mayor, la capilla de San Ildefonso (siglo XVI) y la pintura mural de san Cristóbal, realizada por Blas de Oña en el siglo XVI.

Casi al lado de la Catedral se encuentra el castillo, de cimientos prerrománicos y estructura románica, de los siglos X al XVII, al igual que las murallas. Una de sus puertas más antiguas es la de Olivares, posteriormente llamada Puerta del Obispo, pues data del siglo X. Al otro lado tenemos el Palacio Episcopal, neoclásico del siglo XVIII y la Casa del Cid o de Olivares, que data de los siglos XI-XII. La visita a esta zona se completa con la iglesia de San Isidoro, del siglo XII, con la que iniciamos la ruta de los templos románicos.

La siguiente cita la tenemos en otras dos iglesias románicas, comenzando con la de San Pedro y San Ildefonso, que es el templo de mayor tamaño e importancia de la ciudad después de la Catedral. Declarada Monumento Nacional en 1974, cuenta con una interesante capilla mayor y una portada realizada por el arquitecto Joaquín Benito Churriguera. La siguiente iglesia románica que visitamos fue la de Santa María Magdalena. Monumento Nacional desde 1910, data de los siglos XII-XIII. Cuenta con una hermosa portada y, en su interior, un monumental sepulcro de finales del románico.

Nos asomamos al río Duero para contemplar el puente Nuevo o de Piedra, construido entre los siglos XII y XIII, aunque en su mayor parte reconstruido tras la riada de 1556. De allí nos desplazamos al Palacio del Cordón (siglo XVI), sede del Museo de Zamora, ubicado en la plaza de Santa Lucía, presidida por la coqueta iglesia románica de la que toma el nombre. Utilizada como anexo del citado museo, cuenta con un reloj de sol en su fachada. Casi al lado tenemos otra iglesia románica, la de San Cipriano (siglos XI-XII), que tampoco tiene culto, siendo utilizada como sala de conciertos.

Nuestra breve estancia en Zamora coincidió con una de las procesiones de Jueves Santo, en concreto la de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, pudiendo ver varios pasos desde nuestra posición entre la iglesia de la Puerta Nueva y el Museo de la Semana Santa, que ahora se encuentra cerrado. Por si os interesa este es el programa de procesiones durante los días festivos de Semana Santa: Jueves Santo: Por la mañana la Cofradía Virgen de la Esperanza. Por la tarde, la Cofradía de la Santa Vera Cruz y por la noche, el paso de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente. La madrugada del Viernes Santo, a las 5 de la mañana, sale la Cofradía de Jesús Nazareno. Por la tarde, la Real Cofradía del Santo Entierro, finalizando con el paso de la Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias. El Sábado Santo le toca a la Santísima Virgen de la Soledad. Finalmente, el Domingo de Resurrección, desfila la Cofradía de la Santísima Resurrección. El Encuentro de Jesús Resucitado y la Virgen en la Plaza Mayor ponen el punto final a la Semana Santa en Zamora.

Toca el turno ahora a dos obras escultóricas emblemáticas, comenzando por la estatua de Viriato, obra del zamorano Eduardo Barrón González. En su base puede leerse la leyenda “Terror romanorum”. Muy vinculada a la Semana Santa tenemos la escultura Barandales, obra de Ricardo Flecha. Se trata del campanillero que anunciaba la llegada de la procesión. Entre ambas, os muestro la imagen de la Sala de Exposiciones de la Encarnación y las de la iglesia románica de Santa María la Nueva, originaria de comienzos del siglo XII.

Nuestro paseo monumental continúa por la Casa-Palacio de los Condes de Alba de Liste, del siglo XV, actual Parador de Turismo y el antiguo Palacio Provincial, edificio de estilo neorrenacentista del siglo XIX. Contemplamos el monumento al Merlú, obra de Antonio Pedrero y llegamos a la Plaza Mayor,  en cuya esquina se encuentra la iglesia de San Juan Bautista, románica del siglo XII, más conocida como San Juan de Puerta Nueva. En la plaza se encuentran el Ayuntamiento Viejo, de finales del siglo XV, ahora sede de la Policía Municipal y el actual Ayuntamiento de Zamora, conocido como Casa de las Panaderas, construido a finales del siglo XIX con fachada de estilo neoclásico.

Nuestro paseo monumental está a punto de concluir, pero antes tenemos la iglesia de San Vicente Mártir, templo románico de finales del siglo XII, que cuenta con una airosa torre declarada Monumento Nacional. Pasamos ante el Teatro Principal y nos acercamos a otra iglesia románica, de la misma época que la anterior y también Monumento Nacional. Se trata del templo de Santiago del Burgo. Nuestro recorrido concluye en un rincón formado por la iglesia de San Andrés, de origen románico pero reedificada en el siglo XVI y el antiguo Seminario San Atilano.

Habrás podido comprobar que, en una breve estancia, se pueden ver interesantes lugares del centro histórico de Zamora. Sin embargo, nuestro destino se encontraba a 56 km, en la localidad portuguesa de Miranda do Douro. Como tienen una hora menos, cuando llegamos mi reloj marcaba 10 minutos menos que cuando abandonamos Zamora. Algo parecido nos sucedió hace años en un vuelo que salió de Bruselas a las 10:00 h y llegó a Anchorage (Alaska) a las 08:00 h.

Municipios de Bizkaia (11)

Continúo el recorrido por otros diez municipios de Bizkaia, los siguientes en orden alfabético a los publicados el pasado 30 de agosto. En total son 112 (no estaba Alonsotegi) y los recorrí entre los años 2012 y 2016. De esta forma pausada os iré mostrando lo que en mi opinión es lo más interesante en cada uno de ellos.

Comienzo esta entrega en el municipio de Sestao, situado en la margen izquierda del Gran Bilbao, muy densamente poblado, pues cuenta con una población de 27.342 habitantes en una extensión de tan sólo 3,50 km². Más conocido por su pasado industrial que por sus atractivos turísticos, cuenta con dos emblemáticas plazas, la del Kasko y la de San Pedro. Entres sus edificios llamaron mi atención el Ayuntamiento, la iglesia de Andra Mari, la Escuela de Música y el caserío El Charro. También dos grupos escultóricos, “Intelectual con niña y muñeco” de Castro Solano y “Homenaje a los trabajadores, de L Alcalde.

Sin salir del Gran Bilbao, la siguiente cita la tenemos en el municipio de Sondika, de 4.555 habitantes y una extensión de 6,30 km². Aquí se encontraba la antigua terminal del aeropuerto de Bilbao, conservando la antigua torre de control. Comenzamos nuestro recorrido en el barrio de Sangroniz, donde se encuentran el caserío Torretxu y la ermita de Santa Cruz. Basozabal cuenta con dos interesantes edificios, el Ayuntamiento y el Batzoki. En Izarza nos detenemos en al ermita de San Martín y en la antigua escuela de barriada. Concluimos el recorrido en el monte Artxanda, compartido con Bilbao, donde se encuentran la ermita de San Roke y un antiguo molino.

Nos desplazamos ahora a la comarca de Uribe, donde se encuentra Sopela, que cuenta con 14.276 habitantes y una extensión de 8,40 km². Este municipio es ante todo conocido por sus afamadas playas, como la Salvaje y la de Atxabiribil. Cuenta con numerosas esculturas urbanas, como las dedicadas al guitarrista, sufista, la patinadora y la ciclista, esta última en homenaje a Joane Somarriba. La plaza de San Pedro está presidida por la iglesia de la que toma su nombre. También nos acercamos a la ermita de San Andrés, ubicada en la carretera de Plentzia.

Cambiamos completamente de zona. Nos vamos ahora a la comarca de Enkarterri (Encartaciones), donde se encuentra el municipio más extenso de esta entrega (42,94 km²), Sopuerta, que cuenta con 2.638 habitantes. Comenzamos el recorrido en el barrio de La Baluga, donde se encuentra la iglesia de San Pedro. De allí vamos a Mercadillo, donde tenemos el Ayuntamiento y la iglesia de Santa María de la Asunción. Todavía nos queda otro interesante templo, el de San Martín Obispo, situado en San Martín del Carral. Concluimos la ruta visitando la ermita de San Cosme y San Damián y lo más interesante del municipio, la Casa de Juntas de Abellaneda-Museo de Encartaciones.

Nuevo cambio radical de zona y decorado. Pasamos del interior a la costa, a la comarca de Busturialdea, donde visitamos el municipio menos extenso de esta entrega (2,30 km²), Sukarrieta, poblado por tna sólo 347 habitantes. Situado a orillas de la ría de Mundaka, nos detenemos en la playa de San Antonio y visitamos la ermita dedicada a este santo. La iglesia de San Andrés  es el principal templo del municipio, que cuenta también con otro situado en Kanala, al otro lado de la ría, Ntra Sra de Legendika. Nos acercamos también a las colonias de la BBK y a la isla de Txatxarramendi.

Volvemos a Enkarterri (Encartaciones), para recorrer el municipio con menos densidad de población de esta entrega (16,13 hab/km²), pues en 31,12 km² viven tan sólo 502 personas. Se trata de Trucíos-Turtzioz que, pese a su tamaño, cuenta con un rico patrimonio monumental, principalmente en su núcleo principal, la Iglesia, donde tenemos la coqueta plaza de toros, la iglesia de San Pedro de Romaña, el Ayuntamiento y varios palacios, como los de La Puente, Llaguno y Tueros. Previamente nos acercamos al barrio de Cueto para ver el pozo, la ermita de la Caridad, la casa de Tueros y el palacio de Machín. Nuestro  recorrido concluyó ante la casa torre de Pando, en el barrio del mismo nombre.

La siguiente cita la tenemos en la comarca Arratia-Nervión, en la muga con Araba. Se trata del municipio con menor población de esta entrega (162 habitantes) y el segundo menos extenso (2,90 km²). Estamos a los pies de Gorbeia en Ubide, cuyo nombre significa algo así como “camino del agua”, por lo que contó con varias ferrerías. Hoy contemplamos la antigua calzada real e interesantes edificios como el frontón, el Ayuntamiento, la Casa de Aretxaga, la capilla de María Magdalena y la iglesia de San Juan Bautista.

Sin salir de la comarca Arratia-Nervión, descendemos a orillas del río Nervión al municipio de Ugao-Mirabelles, que cuenta con una extensión de 4,54 km², rodeada de montañas, y una población de 4.114 habitantes. Nos acercamos en primer lugar a Markio para visitar la ermita San Juan Bautista. En el centro de Ugao tenemos la fuente de los tres caños y la Herriaren plaza, a la que se asoman el Ayuntamiento, la iglesia de San Bartolomé y el palacio Jane. Concluimos la visita acercándonos al templo de Ntra Sra de Udiarraga, la Estación de RENFE y al estanco de Iñaki García Uribe, convertido en un pequeño museo montañero.

Regresamos a la comarca de Uribe para recorrer el municipio de Urduliz, de 7,51 km² de extensión y una población de 5.034 habitantes, situado a los pies de los riscos de Santa Marina, que cuenta con una ermita dedicada a esa santa. La construcción del nuevo Hospital ha revitalizado esta población. Cerca de él tenemos la iglesia de Andra Mari y, cerca del Metro, interesantes edificios como el Batzoki, el Centro de Salud, el moderno Ayuntamiento y la escultura Antsonekoa, el forzudo urduliztarra.

He dejado para el final de esta entrega uno de los municipios más monumentales del territorio histórico, Urduña-Orduña, enclave de Bizkaia limítrofe con Araba y Burgos. Ubicado en la comarca de Arratia-Nervión, es muy extenso (33,60 km²) y cuenta con una población de 4.199 habitantes. Partiendo de la Foru Plaza, sucesivamente encontramos el palacio Díaz Pimenta o Zaldibar, el Ayuntamiento, la iglesia de la Sagrada Familia, la Antigua Aduana, la Confitería Larrea, los soportales del palacio Mimenza, los palacios de Velasco y de Arbieto , la iglesia de Ntra Sra de la Asunción y el conjunto fortificado. En las afueras de la población tenemos el emblemático templo de Ntra Sra de la Antigua, situado a los pies del monte Txarlazo (933 m), sobre el que se alza la mole de la Virgen. Nuestro recorrido concluye en la aldea de Lendoño Goikoa, desde donde contemplamos el monte  Iturrigorri (1073 m).

Concluyo aquí esta nueva entrega de municipios de Bizkaia. Llevamos ya recorridos 103. A partir de ahora vuelvo a la publicación semanal, los martes.

Crucero por el Caribe

Han pasado siete años pero parece que fue ayer cuando estuvimos dos semanas por el Caribe, en concreto del 29 de enero al 15 de febrero de 2016, la primera de ellas en un crucero por diferentes islas y la segunda en la francesa isla de Guadalupe. Volamos a esta isla con Air France, teniendo que cambiar en París de aeropuerto, pues el vuelo de Bilbao llega al de Charles de Gaulle y el de Pointe-à-Pitre sale del de Orly, Salimos a las 07:25 de la mañana con bastante frío y aterrizamos en nuestro destino a las 18:40 h (3 horas menos que aquí), con un calor y una humedad terrible. Como no nos gusta arriesgar, llegamos un día antes de la salida del crucero, alojándonos en el sencillo Hotel Saint John Perse **, situado cerca de la terminal de cruceros.

El 30 de enero aprovechamos para tomar contacto con la ciudad más poblada de Guadalupe, Pointe-à-Pitre, que cuenta con el interesante Memorial ACTe, dedicado a la memoria de la esclavitud. Como lo teníamos al lado del hotel, por la mañana temprano nos acercamos al animado Marché de la Darse (cierra los domingos, cuando la ciudad se aletarga), contemplando también a los pescadores y a los pelícanos. Visitamos también Saint-Pierre et Saint-Paul, “la Catedral de hierro” y el colorista Mercado Central. También vimos a un grupo de Gwo-ka, tambor grande criollo, que desde 2014 forma parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.

Aunque no zarpaba hasta la una de la madrugada, a media tarde embarcamos en el crucero Costa Favolosa, en el que pasamos siete noches. Antes estaba en contra de los cruceros, pero tras realizar uno por Emiratos y Omán, me animé a realizar éste. La verdad es que resulta muy cómodo estar siete noches en la misma habitación, viajar por la noche y cada día conocer un nuevo destino. Eso sí, nunca hemos utilizado ni la piscina ni el jacuzzi. Construido en 2011, nuestro barco tiene 290 metros de eslora, 35,5 de manga y 17 puentes, con capacidad para 3.800 pasajeros y 1.110 tripulantes.

Nuestro primer destino es Basseterre, capital de Saint Kitts and Nevis, el estado independiente más pequeño del continente americano, tanto en tamaño como en población. Sólo estuvimos desde las 12:00 hasta las 17:30 h del 31 de enero, así que nada más llegar contratamos los servicios de una furgoneta con conductor para desplazarnos los dos hasta Brimstone Hill Fortress, una de las fortalezas históricas mejor conservadas de América, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. A la entrada vimos un par de monos. De nuevo en Basseterre nos acercamos a The Circus y a Independance square, donde se encuentra la Catedral. Antes de embarcar contemplamos a un grupo del Carnaval y nos tomamos una piña colada en un chiringuito, al que volvimos dos años después.

El 1 de febrero tuvimos muchas horas de navegación. así que pasamos bastante tiempo en la cubierta del Costa Favolosa, contemplando a las diferentes aves que se acercaron al crucero. En torno a las 13:30 h atracamos en el puerto de La Romana, en la República Dominicana. Como esta ciudad no nos dice nada, optamos por quedarnos en el barco y bajar a media tarde a tomar algo en un chiringuito situado cerca de él. Esta noche no navegamos, pero al día siguiente tocaba madrugón.

El 2 de febrero tocó desayunar a las 6 de la mañana, ya que el barco zarpaba a las 7 y antes teníamos que salir de él, pues nos apuntamos a una excursión que nos llevó a Santo Domingo, la capital del país, cuya ciudad colonial forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. De esta ciudad ya escribí el 2 de febrero de 2021: https://blogs.deia.eus/de-leioa-al-mundo/2021/02/02/santo-domingo-republica-dominicana-patrimonio-de-la-humanidad/, pero os recuerdo que lo más destacado fue el Palacio Nacional, la Fortaleza Ozama, la Catedral y la Plaza de España, a la que se asoma el Alcázar de Colón. Tras una comida con folklore en el Restaurante Atarazana, tuvimos que salir a la carrera hacia Punta Romana (unas 2 horas de viaje), donde cogimos una embarcación que en media hora nos acercó a donde se encontraba nuestro crucero, cerca de la costa de la bucólica Isla Catalina. De allí zarpamos a las 5 de la tarde.

3 de febrero. Tanto correr en Santo Domingo y hoy tenemos 8 horas en la parte holandesa de la isla de San Martín, compartida con Francia, llamada oficialmente Land Sint Maarten, que goza de un status especial, no formando parte de la Unión Europea. Tampoco tienen como moneda el euro sino el Florín de las Antillas Neerlandesas. Llegamos a su capital Philipsburg, sobre las 13 h. Al salir del barco nos sorprendió una fuerte tormenta, que hizo que nos retrasásemos para buscar un taxi, que nos llevara al otro extremo de la isla, al Sunset Beach Bar, situado en Maho Beach, desde el que disfrutar del principal atractivo de la isla, presenciar la llegada del gigantesco Airbus A340 de Air France, que aterrizó pasando sobre nuestra cabeza sobre las 14:55 h. Un atasco hizo que llegáramos con cierta angustia, pues se tarda media hora en el taxi, que tuvimos que pagar en dólares USA.

4 de febrero. Cambiamos de país. Hoy toca Antigua and Barbuda, formado por un conglomerado de islas, dedicando la jornada a recorrer la de Antigua. A las 8 de la mañana el Costa Favolosa llegó a Saint John’s, en cuyo puerto permaneció hasta las 6 de la tarde. Nada más llegar contratamos un taxi para recorrer la isla, deteniéndonos sucesivamente en Liberta, el Centro de interpretación de Dow’s Hill, Dockyard Museum, Guard House y el mirador de Shirley Heights, desde el que se tiene la más hermosa vista de la isla. De vuelta a Saint John’s nos acercamos a la Catedral y a las restauradas casas coloniales, antes de ser despedidos, a pie del crucero, por personajes del Carnaval.

5 de febrero. La francesa isla de Martinica fue el siguiente destino del crucero. A las 9 de la mañana llegamos a su capital, Fort-de-France, contemplando desde el barco el Fuerte Saint-Louis. Una vez en tierra recorremos la ciudad, descubriendo monumentales edificios como la Biblioteca Schoelcher, el Espacio Cultural Camille Darsière, la Prefectura, el Pavillon Bougenot, el Ayuntamiento, la Catedral y el moderno Palacio de Justicia. Por supuesto no faltó la visita a los mercados cubierto, muy colorista, y del pescado. La ciudad nos recibió con ambiente carnavalero. Nos ha gustado, así que prometimos volver. De ello os hablé el 28 de enero de 2020: https://blogs.deia.eus/de-leioa-al-mundo/2020/01/28/de-crucero-por-el-caribe-y-2-grenada-st-kitts-nevis-y-martinica/. A las 21 h nuestro barco zarpó con rumbo a su destino final.

6 de febrero. A las 8 de la mañana el Costa Favolosa amarra en la ciudad de la que salió hace una semana, Pointe-à-Pitre, la más importante de la isla de Guadalupe. Allí cogimos un taxi que nos trasladó a Le Dossier, al Karibea Beach Resort Clipper ***, un hotel situado junto a una paradisíaca playa, en el que pasamos una semana, aprovechando para recorrer la isla y disfrutar del Carnaval, pero eso es otra historia de la que ya os hablé los días 15 y 22 de febrero del pasado año: https://blogs.deia.eus/de-leioa-al-mundo/2022/02/15/guadalupe-el-caribe-frances-1-pointe-a-pitre/ y https://blogs.deia.eus/de-leioa-al-mundo/2022/02/22/guadalupe-el-caribe-frances-2-rumbo-al-sur-de-grande-terre/.

Nos gustó tanto esta experiencia caribeña que la repetimos dos años después, del 26 de enero al 8 de febrero de 2018, cambiando de islas y de punto de partida y de estancia final, optando en esa ocasión por la isla de Martinica.

Viaje a Egipto (y 3): Giza y El Cairo

Concluyo el relato del viaje a Egipto realizado del 9 al 16 de enero, que dejaba hace dos semanas en el aeropuerto de Aswan, desde donde volamos al de El Cairo, en poco menos de hora y media. Del allí nos trasladamos a nuestro alojamiento durante tres noches, el confortable Hotel Barceló Cairo Pyramids****, situado en una de las avenidas más famosas de Egipto, Sharia Al Haram, a poco más de 4 km de las pirámides de Giza, que pudimos ver desde la terraza coincidiendo con la puesta de sol. Nos dieron una especie de suite, contando el hotel con tres buenos restaurantes y una piscina climatizada, con camas balinesas, de la que no pudimos disfrutar y eso que tuvimos la tarde libre, por fin, pasando un par de horas en agradable tertulia con la persona que nos acompañó al hotel, con el que conocimos mucho de la realidad del país. En la puerta del hotel teníamos las obras de la línea 4 del metro de El Cairo.

El 14 de enero tocó madrugar, pero menos, pues estábamos cerca de nuestra primera visita, las pirámides de Giza (entrada 240 LE), que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1979, como parte integrante de Menfis y su necrópolis. Si quieres ver las pirámides por dentro hay que comprar otra entrada, pero como resultó decepcionante en el viaje anterior y seguíamos a la carrera, preferimos ver tranquilamente el exterior de la Gran Pirámide de Keops, de casi 150 metros de altura y construida en torno al año 2570 aC y disfrutar del luminoso día caminando hasta la de Kefrén, contemplando también los camellos para paseos. A lo lejos vemos las obras del nuevo Gran Museo Egipcio, cuya inauguración se sigue demorando.

Junto a la pirámide de Kefrén nos espera el autobús que nos traslada hasta el mirador de las pirámides desde, donde prácticamente solos, contemplamos las tres pirámides, pues vemos también la de Micerino. De nuevo en autobús nos dirigimos a la cercana Gran Esfinge, tallada en un saliente de la roca. Mide 57 metros de largo por 20 de alto. Completamos la mañana en una tienda de papiros, desde donde nos dirigimos a comer a un restaurante típico en Saqqara, siendo recibidos por un grupo de músicos. Estas comidas tienen truco, pues están incluidas en el circuito, pero no las bebidas, que te las cobran bastante caras (una cerveza 5 euros). En este restaurante hay cerveza con alcohol.

Después de comer seguimos en Saqqara, pues la siguiente visita es a la pirámide escalonada de Zoser (entrada: 200 LE). Es la pirámide más antigua de todas, pues su origen se remonta al año 2.630 aC, siendo construida por Imhotep, el primer arquitecto reconocido de la historia. Tiene 140 metros de longitud, 118 de anchura, 60 de altura. Fue levantada con pequeños bloques calcáreos. Es la construcción más importante del complejo funerario del faraón, que visitamos casi solos, una gozada tras la cantidad de gente que había hace unos días en el Valle de los Reyes.

De nuevo al autobús para dirigirnos a Menfis. En el poblado de Mit Rahina se encuentra un sencillo museo al aire libre (entrada: 80 LE), que cuenta también con una gran sala cubierta que alberga una de las gigantescas estatuas de Ramsés II y otros restos arqueológicos. En el exterior, entre otras esculturas, contemplamos otra dedicada al citado faraón y la esfinge de alabastro, que pesa 80 toneladas. Concluida la visita tenemos que cambiar de autobús, pues a las 18:30 tuvimos el espectáculo de luz y sonido de las pirámides (entrada: unos 10 €). Dura una hora y es totalmente prescindible. Además supuso que llegáramos al hotel casi justo para cenar. Todavía no lo he dicho, pero hemos madrugado tanto todos los días, que en Egipto nos duchábamos al regresar al hotel por la tarde,  a veces, a la carrera, para ir a cenar.

15 de enero. Seguimos madrugando, aunque nos da tiempo para desayunar en el hotel a las 6 de la mañana. La primera visita de hoy forma parte también del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1979. Se trata de la Ciudadela de Saladino, residencia de los gobernantes egipcios entre los siglos XIII y XIX (entrada: 200 LE). En su interior se encuentra el Museo Militar Nacional y el objeto de nuestra visita, la coqueta Mezquita de Muhammad Alí, conocida como la Mezquita de Alabastro, construida entre 1830 y 1857, siendo la más visible de la ciudad por su elevada ubicación y la altura de sus minaretes. Destacan en ella el patio de las abluciones, la decoración de las cúpulas de la sala de oración y el minbar.

Íbamos con ganas de ver el nuevo Gran Museo Egipcio, que se tenía que haber inaugurado en 2022, pero nos tuvimos que conformar con el que visitamos en 1986, ubicado en un notable edificio de estilo neoclásico, situado en la plaza Tahrir (entrada: 200 LE). Diseñado por el arquitecto francés Marcel Dourgnon, se inauguró en el año 1902, reuniendo más de 136.000 objetos de diferentes épocas de la historia egipcia, lo que lo convierte en el más importante del mundo en su género. Hay tanto que ver, que uno sale empachado, aunque la final aceleramos el paso para poder tomar una cerveza sin alcohol en la terraza del bar con que cuenta. El museo estaba abarrotado de gente.

Continuamos recorriendo el Museo Egipcio, que cuenta con muchas joyas, como El escriba sentado, Rahotep y Nofret (2575-2550 aC) y el enano Seneb con su esposa (2400-2500 aC), en la primera fila, la estatua oferente de Hatshepsut, en la segunda y el trono de Tutankamon, encontrado en su tumba, hecho de madera, oro, plata y vidrio, la caja de los vasos canopos de Tutankamón, la máscara funeraria de Tutankamon, hecha de oro con incrustaciones de piedras preciosas y joyas y el ataúd más interior del sarcófago de Tutankamón, con su rostro idealizado, en la tercera fila. Las últimas imágenes las he tomado de Internet, pues en la sala de Tutankamón está prohibido sacar fotos.

Empachados de tanta cultura, nos llevan a comer a un barco anclado en uno de los brazos del río Nilo, el Alsaraya. La comida, tipo bufet, no nos dice nada y las bebidas son sin alcohol. De allí nos trasladan al mercado más famoso de Egipto y probablemente de todo Oriente Medio, de nombre Khan Al-Khalili. Situado en una zona amurallada de El Cairo islámico, su origen se remonta al año 1382. En él puedes encontrar artesanías, joyas, especias, perfumes, instrumentos musicales y un largo etcétera. Te sugerirán que visites el Bazar de Jordi, que tiene precio fijo, pero así, entre nosotros, nos pareció un chino egipcio y de más barato nada. El autobús nos recoge junto a la mezquita de El Hussein, empezando un largo regreso a nuestro hotel, primero dejando a gente en otros hoteles y luego hora y media para una distancia en la que al día siguiente tardamos 13 minutos. El Cairo es un caos circulatorio y en las calles no hay paso para peatones, así que, si quieres cruzar una, no dudes en pedir ayuda a una persona de la ciudad.

16 de enero. Último madrugón del viaje. Nos tuvimos que levantar a las 5 de la madrugada y salir del hotel sin desayunar, eso sí, con bolsa de pic nic para comer en el avión. Por cierto, en los dos vuelos que cogimos en el país nos dejaron pasar al avión con la botella de agua del hotel. A las 9 de la mañana tenía prevista su salida el Airbus A320 Neo de Air Cairo, con una duración de algo más de 5 horas. En Bilbao hay una hora menos. Lo malo es que a la llegada nos tocó el diluvio, siendo el día que más llovió del mes de enero y una temperatura bastante baja. Para colmo, la maleta llegó mojada.

De esta forma concluyó esta escapada egipcia de 8 días. Como dije al principio ha sido una semana de ir a toque de corneta y enormes madrugones. Uno no está acostumbrado a los viajes organizados y eso que, el grupo de 37 personas funcionó de maravilla, con una excelente puntualidad siempre.

Viaje a Egipto (2): Crucero por el Nilo y Abu Simbel

Continúo el relato del viaje a Egipto realizado del 9 al 16 de enero, que dejaba hace dos semanas navegando de Luxor a Edfú. Llevábamos muchísimo retraso, pues teníamos que haber llegado ya a Edfú tras recorrer unos 110 km desde Luxor. Tras desayunar subimos a la terraza del barco, desde donde contemplamos el trajín de barcos que navegan por el Nilo. El capitán nos invita a ver el puesto desde el que pilota el crucero. Finalmente llegamos a Edfú.

Por unas calles  colapsadas por el tráfico, nos dirigimos en calesa a nuestro siguiente destino en Edfú. Se trata del templo mejor conservado del antiguo Egipto, dedicado al dios halcón Horus, que fue construido durante el periodo helenístico, entre los años 237 y 57 aC (entrada: 200 LE). Un enorme pilono nos da la bienvenida a este magnífico templo cuyo excelente estado de conservación se debe a que durante muchísimos años permaneció enterrado bajo 12 metros de arena del desierto.

De nuevo volvemos a nuestro crucero, el Quest Alandalus que, por cierto, cuenta con wifi, algo poco común, aunque hemos estado permanentemente comunicados con la tarjeta de Vodafone que compramos en el aeropuerto. Nos separan 63 km de Kom Ombo, así que por fin tenemos una tarde de relax, pudiendo tomar un café y contemplar la orilla del Nilo, en la que hay garzas y pescadores. En el barco también hay bebidas alcohólicas. Antes de la puesta de sol, vemos también otros cruceros y a los vendedores que se acercan al nuestro. También empezamos a ver falucas, las tradicionales embarcaciones a vela.

Anochece sobre las 18:30, prácticamente coincidiendo con nuestra llegada a Kom Ombo. Aquí no necesitamos ningún medio de transporte, pues el templo se ve desde el barco. Construido entre los años 1350 y 180 aC, el templo de Kom Ombo cuenta con dos partes diferenciadas, una dedicada a Horus, dios del cielo, de la caza y de la guerra, representado por un hombre con cabeza de halcón y otra a Sobek, dios de las aguas y creador del Nilo, representado por un hombre con cabeza de cocodrilo (entrada: 160 LE). Concluimos la visita en The Crocodile Museum, que expone algunas de las momias de cocodrilos descubiertas en la zona. Regresamos al barco, que zarpa tras la cena para cubrir los 50 km que nos separan de Aswan.

El cuarto día de viaje tocó madrugón, pues tuvimos que salir a las 03:40 h para desplazarnos hasta Abu Simbel (288 km). Entre pitos y flautas tardamos unas cuatro horas, una para pasar el control de seguridad y tres de viaje. Vimos amanecer en el autobús, donde también desayunamos el pic-nic del hotel, yendo derechos a los baños a la llegada. El complejo de Abu Simbel fue reubicado en una colina artificial, en 1968, sobre el nivel de las aguas del lago Nasser (entrada: 260 LE). En primer lugar visitamos el gran templo de Ramsés II (1265 aC), que cuenta con una fachada de 33 metros de altura, custodiada por cuatro gigantescas estatuas de Ramsés II. En el fondo del templo se encuentra el santuario, con las  estatuas sedentes de Ptah, Amón, Ramsés II y Ra-Horakhti. Las tres últimas las ilumina el sol el 21 de octubre y el 21 de febrero.

A continuación visitamos el templo de Nefertari, cuya fachada está decorada con seis estatuas, cuatro de Ramsés II y dos de Nefertari. Las seis estatuas son de igual tamaño, algo poco habitual, pues las que representaban al faraón solían ser de mayor tamaño. Una sala con seis columnas centrales nos conduce al interior, donde se encuentra el santuario, que cuenta con una estatua de la diosa Hathor. La sala este cuenta con escenas que muestran a Ramsés y su esposa ofreciendo sacrificios a los dioses.

Un policía armado con una metralleta se ofrece a sacarnos una foto. Luego pide la propina, algo ya muy habitual. Al salir del recinto de los templos y antes de pasar por la habitual galería comercial de venta de recuerdos, nos detenemos a tomar una cerveza sin alcohol en la amplia terraza de un bar con vistas al Lago Nasser, que se extiende hasta Sudán, aunque allí le llaman lago de Nubia. Es el resultado de la construcción de la presa de Asuán, entre 1958 y 1970. Mide unos 550 km de largo y 35 km de ancho en su punto de mayor, ocupando una superficie de 5.250 km². Por delante tenemos 288 km para regresar a comer al barco, contemplando desde el autobús el desierto nubio y los cultivos que en él se están realizando.

Estamos en Aswan, ciudad de más de 200.000 habitantes situada a orillas del Nilo, en pleno desierto nubio. Nos arrepentiremos siempre de haber contratado una excursión opcional para la tarde, al exagerado precio de 50 € por persona, que realmente sólo incluye un paseo de unas tres horas y media en barco, con más de una en tiendas. El paseo merece la pena, pero con una hora habría bastado y habríamos tenido la tarde para descansar del madrugón, pero somos masocas. Desde el barco contemplamos el mausoleo del Aga Khan y, lo más interesante, gran cantidad de falucas, las embarcaciones tradicionales a vela.

La excursión vespertina lleva por nombre “poblado nubio”. Primero nos paran en una playa, repleta de vendedores y de personas que ofertan paseos en camello. Finalmente llegamos al llamado poblado nubio. Pronto nos damos cuenta de que es una turistada, pues los barcos como el nuestro ni siquiera caben en el embarcadero, así que tienen que dejarnos y partir. Nos llevan a tomar el te a una casa tradicional y luego tenemos 45 minutos para recorrer la única calle del poblado, repleta de tiendas. Lo más curioso es ver a los camellos que regresan de la playa. Se ha echado la noche, así que llegamos al barco justo para la cena.

El guía nos hizo una jugada para disponer de la tarde para ofertar excursiones, unos al espectáculo de luz y sonido de Abu Simbel y otros al poblado nubio. En el programa de la tarde teníamos el obelisco inacabado y la gran presa de Aswan, pero lo retrasó al quinto día, pues están de camino al aeropuerto de Aswan, donde cogimos el vuelo a Cairo. Para nosotros fue una gran faena, pues tocó nuevamente madrugón y no poder desayunar en el barco (empiezan a las 6 de la mañana), teniendo que hacerlo de pic-nic en el avión. Finalmente, de camino al aeropuerto visitamos la cantera en la que se encuentra el obelisco inacabado (entrada: 80 LE) y el muro de 111 metros de altura que cierra la presa de Aswan (acceso: 100 LE).

Algo más de 900 km separan Aswan de El Cairo, que el avión los cubre en 1 h 20 min. Empieza la última fase del viaje, de la que os espero hablar dentro de dos semanas. El viaje continúa.