Viaje por Polonia (2): De Gdansk a Cracovia

Continúo el relato del viaje realizado a Polonia del 6 al 23 de junio de 2015, que dejaba la pasada semana en la preciosa ciudad de Gdansk.

El 12 de junio tuvimos que cubrir los 332 km que separan las ciudades de Gdansk y Poznan, aunque cuando llevábamos 173 km, algo más de dos horas de viaje, nos detuvimos en Torun, un  ciudad de la que no había oído hablar pese a formar parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1997. La verdad es que me gustó, pues tiene gran cantidad de cosas a ver, como podéis comprobar en este resumen fotográfico, ya que cuenta con numerosas esculturas y más de 300 monumentos inscritos, siendo mi lugar favorito la Plaza Mayor, a la que se asoma el Ayuntamiento y donde se encuentran la escultura de Copérnico y el famoso burrito (Osiolek). Desde el otro lado del río Vístula se tiene una de las más bonitas panorámicas de una ciudad que se puede ver en Polonia.

160 km más de viaje y llegamos a Poznan, ciudad en la que nos alojamos dos noches en el Hotel Ibis Poznań Centrum y a la que dedicamos íntegramente el 13 de junio ya que tiene muchas cosas que ver, por lo que volveré a hablar de ella en otra ocasión. Mi lugar favorito es la Plaza del Mercado, que cuenta con varios museos y fuentes, siendo lo más relevante el ayuntamiento (Ratusz), bajo el que hay que situarse cada día a las 12 del mediodía para ver a los cabritos que salen de la torrecilla del reloj. Luego aprovechamos para comer en la plaza a base de salchichas y pinchos morunos. Para la cena optamos por la “zurek”, la sopa local servida en el interior de una hogaza de pan, Los cabritos son el emblema de la ciudad, pero para la imagen central he optado por el grupo escultórico del Cytadela Park.

El 14 de junio tocó nuevo desplazamiento de 189 km hasta la ciudad de Wroclaw. Como pensábamos realizar un alto en la ruta, atraídos por unos vistosos carteles, cuando llevábamos 80 km recorridos nos detuvimos en el pueblo de Osiecznej, situado al igual que Torun en la ruta jacobea. El Camino de Santiago está muy presente en Polonia, pues vimos las indicaciones en unas cuantas poblaciones. Se nota que son muy religiosos. La atracción de este lugar radica en que al lado de la carretera se encuentra el Museo de la Molienda, basado sobre todo en que conserva tres molinos, uno de 1761 y dos del siglo XIX, de los 1.800 que hubo en esta región. La parada merece la pena.

109 km más y llegamos a otra encantadora ciudad, a la que también pienso dedicar un espacio mayor más adelante, Wroklaw, conocida en castellano como Breslavia. en la que pasamos dos noches en el Hotel Ibis Styles Wroclaw Centrum. Desde el año 2006, el Pabellón Popular(Hala Ludowa), forma parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, como uno de los edificios representativos del siglo XX, aunque mi lugar favorito es la Plaza del Mercado, en la que volvimos a comer unas salchichas tras fotografiar el viejo Ayuntamiento (Ratusz), del siglo XIV, uno de los mejores ejemplos del estilo gótico silesiano y la cervecería Piwnica Swidnicka, la más antigua de la ciudad. Las dos tardes que permanecimos aquí tuvimos una distracción añadida, buscar los numerosos enanitos distribuidos por la ciudad, que tienen su origen en una manifestación contra el régimen comunista.

El 15 de junio por la mañana recorrimos otros 167 km para visitar dos iglesias de la Paz, ubicadas en Jawor y Świdnica, que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2001 y son sendas joyas arquitectónicas. Su origen se remonta a 1648, cuando el Tratado de Westfalia concedió a los protestantes luteranos de las zonas católicas de Silesia el derecho a la construcción de tres iglesias: en Głogów, Jawor y Świdnica. Eso sí, no podían utilizar clavos. La primera la destruyó un incendio y las otras dos han sido magníficamente restauradas. Las dos primeras filas corresponden a la del Espíritu Santo de Jawor, que cuenta con una comunidad protestante de tan sólo 40 personas, pero tiene capacidad para 5.500. Destacan las pinturas del siglo XVII. Las dos filas de abajo son de la iglesia de la Paz de la Santísima Trinidad de Świdnica, que está considerada como la iglesia de entramado de madera más grande de Europa. Destacan en ella el púlpito y el altar.

El 16 de junio volvió a tocar desplazamiento. Por delante tuvimos 290 km para llegar a Krakow (Cracovia), aunque nos desviamos de la ruta para visitar antes los campos de concentración de Auschwitz, construidos tras la invasión de Polonia por los nazis. En primer lugar visitamos el de Auschwitz I, aunque no entré al interior de los pabellones pues recuerdo la dureza de lo que vimos cuando lo visitamos en el año 2000, así que me quedo con la enorme inscripción que hay a la entrada: “Arbeit macht fre” (El trabajo hace libre), algo que hacía pensar a los prisioneros que en algún momento iban a lograr salir del campo. Nos desplazamos luego a Bikernau, donde se encuentra Auschwitz II, al que llegaban los prisioneros en un tren de mercancías, en un viaje en el que pasaban varios días sin comer ni beber, antes de ir a las cámaras de gas. Resulta muy duro visitar este lugar.

67 km de viaje más y llegamos a Cracovia, ciudad en la que pasamos cuatro noches en el Hotel Campanile Krakow, situado en el casco antiguo, por cuya puerta pasaban por las mañanas los gaupaseros, ya que es una ciudad con mucho ambiente, además de ser muy monumental, por lo que desde 1978 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Como en otras ciudades, el lugar más hermoso es la Plaza del Mercado (Rynek Glówny), trazada en 1257, que es la plaza medieval más grande de Europa, a la que se asoman la Lonja de los Paños, la Basílica de Santa Maria, la iglesia de San Adalberto y la torre del antiguo Ayuntamiento. También la visitamos de noche, pues tengo un grato recuerdo de mi viaje anterior. Otros sitios de interés son la zona del castillo de Wawel, la Catedral, las sinagogas, las murallas y la Barbacana. Obligatoriamente hay que comer la “Zapiekanka XXL”, una especie de pizza hecha sobre una barra de pan abierta por la mitad. Volveré a hablar con más detalle de esta hermosa ciudad, en la que coincidimos con un festival de folclore.

El 17 de junio desde Cracovia visitamos el macizo de los Tatras, para lo que tuvimos que recorrer 220 km, sin contar los que hicimos por error al entrar en Eslovaquia cuando nos dirigíamos a Palenica Białczańska, un parking en el que cogimos un carro tirado por caballos para subir hasta Morskie Oko (Ojo Marino), un impresionante lago de color verde esmeralda situado a 1395 metros de altitud y rodeado de montañas con algo de nieve, situado en el Parque Nacional de los Tatras, que comparte Polonia con Eslovaquia. El descenso lo efectuamos caminando, teniendo la suerte de ver varios ciervos. La tarde la pasamos en la encantadora y turística población de Zakopane, en la que nos atrajo especialmente la iglesia Matka Boska Częstochowska, construida totalmente de madera y su coqueto cementerio.

Todavía pasamos cuatro noches más en Polonia, otra en Cracovia, dos en Zamosc y la última en Varsovia, pero de ello espero hablar la próxima semana. El viaje continúa.

Viaje por Polonia (1): De Bialowieza a Gdansk

Del 6 al 23 de junio de 2015 viajamos a Polonia, un país con una extensión de 312.6964 km² y una población de unos 38 millones de habitantes. Volamos con Brussels, con una magnífica conexión en Bruselas, unas 2 horas de vuelo más una de escala y otras dos horas de vuelo a Varsovia. Nada más llegar, a las 11:45 h, en el propio aeropuerto cambiamos los euros por los zloty, la moneda local, que en lo sucesivo obtuvimos en las casas de cambio, de nombre “Kantor”. A continuación recogimos el Toyota Auris que habíamos alquilado y las dos parejas que viajábamos juntas emprendimos el viaje de 250 km hasta la localidad de Bialowieza, población situada a un paso de Bielorrusia. Por cierto, las áreas de servicio de las autopistas son muy buenas.

Las dos primeras noches polacas las pasamos en Bialowieza, en el Hotel Białowieski Conference, Wellness & SPA ***, para dedicar el día 7 al Parque Nacional de Białowieza (Bialowieski Park Narodowy), uno de los más antiguos de Europa, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Nuestra idea era ver en libertad los grupos de bisonte europeo que allí viven, cosa casi imposible debido a la inmensidad del parque, así que hicimos un breve recorrido a pie, visitando el palacio, el Museo Forestal y de la Naturaleza y el centro de cría de animales en peligro de extinción, cuyo principal atractivo es la numerosa manada de bisontes europeos. También hay ciervos y caballos.

El 8 de junio estábamos de nuevo de viaje, cubriendo los 258 km que nos separaban de Mikolajki, alojándonos dos noches en el Hotel Villa Bella Italia. Mikołajki es un precioso pueblo conocido como la “Perla de Mazuria”, ubicado en el corazón de la región de Mazuria, la tierra de los mil lagos. Más en concreto está a orillas del lago del que toma su nombre, un pequeño ramal del mayor lago polaco, el Sniardwy. Dedicamos la tarde a pasear, contemplando las cigüeñas, gaviotas y cisnes, el mercado y los veleros y barcos de excursiones, buscando uno para el día siguiente. Recomiendan tener cuidado con las garrapatas en esta región.

El 9 de junio lo dedicamos a conocer la zona de los lagos de Mazury (Mazuria) de forma pausada, realizando un crucero de tres horas de duración hasta Gizycko, a bordo de una embarcación de la compañía Zegluga Mazurska. Esta ruta entre los dos puertos lacustres más famosos, discurre por un sistema de canales, construidos en la segunda mitad del siglo XVIII, que une diferentes lagos. Desde nuestro barco vimos un buen número de embarcaciones, pescadores, patos y alguna garza. El día amenazaba lluvia, pero nos libramos.

Nuestro pequeño crucero concluyó en torno al mediodía en Gizycko, una de las mayores ciudades de Mazuria, que está situada entre los lagos Kisajno y Niegocin. Su principal monumento es la fortaleza de Boyen, del siglo XIX, rodeada por un muro de ladrillo de 2.303 metros. También pasamos un buen rato contemplado el paso de embarcaciones por el puente giratorio del siglo XIX, que une parte del canal Luczanski con la fortaleza de Boyen. A última hora de la tarde regresamos en autobús (unos 45 minutos) a Mikołajki.

El 10 de junio iniciamos una larga jornada que nos llevó en primer lugar al castillo de la orden teutónica de Malbork (223 km) que, desde 1997, forma parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Comienza así un intenso viaje cultural por Polonia que iniciamos en una de las fortalezas medievales más grandes de Europa. De hecho está considerada como la mayor fortaleza gótica y la mayor construcción en ladrillo de toda Europa. Cuenta con tres secciones de diferentes épocas, separadas por fosos y torres. Su visita merece realmente la pena.

Tras visitar el castillo, completamos los 63 km que nos faltaban para llegar a la ciudad de Gdansk, donde pasamos dos noches en el Amber Hotel ***. Como el día estaba espectacular, decidimos pasar la tarde en Sopot, localidad de vacaciones distante poco más de 11 km. Teníamos ganas de ver la original Casa Torcida (Kryzwy Domez), sorprendiéndonos el monumental faro y el Molo, el muelle de madera más largo de Europa (515,5 m), con un montón de cisnes en su acceso. Comenzamos la siguiente jornada desplazándonos 45 km hasta Szymbark, para conocer la curiosa Upside Down House (Casa al revés), en la que el techo es el suelo y cuyo interior se puede visitar, aunque se sale un poco mareado. Al lado se encuentra el tablón más largo del mundo, de 36,83 metros de largo y 1.100 kg de peso.

El resto del 11 de junio lo dedicamos a Gdansk, la auténtica sorpresa de este viaje, pues nunca había oído hablar de esta ciudad y fue la que más me gustó. En este viaje visitamos una docena de lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sorprendiéndome que Gdansk no esté en esta selecta lista, pese a estar propuesta desde 2005. De hecho toda la ciudad es un monumento, siendo lo más interesante los edificios asentados en la Ciudad Vieja, en la llamada Ruta Real y en el Paseo del Muelle. Me resulta imposible hablar de esta ciudad en tan corto espacio, así que volveré a dedicarle una entrada en otra ocasión, por lo que dejo tan sólo una pequeña muestra fotográfica.

Me gusta Polonia. Hay hostelería por todas partes y mucho ambiente. Además las carreteras está mucho mejor de lo que nos habían comentado. Todavía nos quedan 2.000 km por delante, pero de ello os hablaré en próximas semanas. El viaje continúa.

Menorca en primavera (y 2): Rutas por la costa

Continúo el relato de la escapada menorquina que realizamos del 2 al 10 de mayo y que dejaba la pasada semana en las proximidades de Ciutadella de Menorca. El cuarto día de viaje nos desplazamos hasta el extremo este de la isla, al Parque Natural de s’Albufera des Grau, dirigiéndonos en primer lugar al Centro de Interpretación Rodríguez Femenias, donde, debido a que en esta época hay muy pocas aves, nos recomendaron el itinerario de “Sa Gola”, que recorre la zona de dunas de la playa de Es Grau y el canal del mismo nombre, un pequeño tramo de tan sólo 1,7 km del Camí de Cavalls. Por ello completamos la jornada con un recorrido costero por Son Xoriguer.

Viernes, 6 de mayo. Por fin ha salido un día espectacular, algo que ya se mantendrá hasta que el martes, Cuando abandonamos la isla. Es por ello que elegimos pasar el día en la capital de la isla, Maó, realizando en primer lugar un viaje de una hora de duración (15 €) en el Yellow Catamarans, que realiza un precioso recorrido por el puerto, una mezcla entre ría y fiordo. Los puntos fuertes del recorrido son la vista de la fachada marítima de Maó, con sus tres iglesias y el paso por el canal de Sant Jordi, que da acceso a la fortaleza de la Mola.

En ascensor subimos luego a la plaza del Carme, centro del casco antiguo, entrando en primer lugar a su popular mercado situado en el antiguo claustro del templo, aunque nos gustó más el mercado del pescado, que alberga también un importante conjunto de bares, con unas cuantas vitrinas llenas de pintxos. Ni en Donostia he visto tanto pintxo junto. Comemos en una terraza de la plaza del Bastió a resguardo del fuerte viento, junto al Pont de San Roc, pasando luego junto a la iglesia de Santa María, concluyendo el recorrido con un rico helado de chocolate.

Con el tiempo ya garantizado, el sábado 7 de mayo lo dedicamos a lo que más me atraía de esta escapada menorquina, un sencillo recorrido a pie por el Camí de Cavalls desde Cala Galdana hasta Cala Macarella, a la que no se puede llegar en coche, pues el aparcamiento más cercano se encuentra a 1,3 km, pero desde el 1 de junio sólo es posible llegar en autobús, debido a la masificación. Eso sí, a pie de playa hay un bar con una amplia terraza. Estiramos la ruta para desviarnos a los cuatro miradores costeros, siendo el mejor el que tiene la vista sobre la hermosa  y afamada Cala Macarelleta, a la que fuimos luego por un estrecho sendero con escaleras talladas en la roca, que hacen casi imposible cruzarse con las numerosas personas que vienen de frente. El recorrido total no llega a 10 km, pero al salir de Cala Macarella, de regreso a Cala Galdana, hay que subir unas 216 escaleras, que a la ida tuvimos que bajar. No quiero ni pensar cómo estará este precioso lugar en verano.

En busca de una zona menos masificada, dejamos para el domingo la visita a otros tres lugares de la cultura talayótica, que en mi opinión eran de segunda división, pues no había que pagar entrada, pero que me gustaron mucho. Los tres estaban muy cerca de Ciutadella, comenzando la visita en la Necrópolis de Cala Morell, situada sobre este enclave costero, en una zona con hermosos acantilados sobre los que se asientan viviendas de lujo. Visitamos a continuación dos poblados talayóticos, Torretrencada, en el que destaca la taula y las tumbas antropomórficas y el de Torrellafuda, con su notable naveta y pequeña taula, un lugar muy sombreado en el que descansan las vacas.

Para el lunes, 9 de mayo, dejamos el desplazamiento al extremo norte de la isla, que comenzamos subiendo en coche hasta su punto culminante (3 km desde Es Mercadal), el monte Toro, donde se asienta un gran Cristo y un santuario dedicado a la Virgen. Desde sus 358 metros de altitud creo que se divisa toda la isla y, más en concreto, la zona que a continuación recorrimos, concluyendo en el pueblo de pescadores de Fornells, importante enclave turístico lleno de restaurantes en el que preparan la especialidad local, caldereta de langosta. Nosotros nos conformamos con el riquísimo fideuá de marisco que preparan en el Sa Proa. Luego subimos a la atalaya local, sobre la que se alza la Torre de Fornells, construida entre 1801 y 1802 durante la ocupación británica de Menorca.

Desde el monte Toro nos dirigimos al “norte del norte” de la isla, donde se alza majestuoso el Faro de Cavalleria, de 15 metros de altura y construido en 1857. Caminamos por una tierra rojiza un pequeño tramo sobre los acantilados, contemplando la isla de los Porros, una cantera y restos de instalaciones militares, teniendo al final como telón de fondo Cala Pregonda, a donde pensábamos ir pero, como se nos hizo tarde, nos conformamos con otra cala cercana, Binimel-là, a la que se llega caminando por una pasarela sobre las dunas desde el restaurante. Antes nos detuvimos en otro lugar lleno de encanto, el pequeño puerto natural de Sanitja, protegido por una torre defensiva.

Para el viaje de vuelta no tocó madrugar pues hasta las 13:10 no salió el Airbus 320 de Vueling con destino a Bilbao, así que nos dio tiempo a desayunar tranquilos y devolver el coche sin prisa. En el avión viajamos un centenar de personas, poco más de la mitad de las 186 plazas disponibles. Desde el aire tengo ocasión de contemplar el hermoso puerto de Maó, los Pirineos nevados y, cuando comienza a descender, el navarro embalse de Yesa. Aterrizamos en Loiu antes de la hora prevista pero, como la perfección no existe, tenemos que descender del avión por la escalera para ser trasladados a la terminal en autobús.

El viaje ha salido perfecto y creo que mayo ha resultado el mes idóneo, pues Menorca estaba verde y con los campos floridos. Además los precios tanto del vuelo como del hotel han siso muy buenos (se pueden triplicar en agosto). También hemos evitado la masificación que genera problemas de aparcamiento, atascos en las carreteras y colas para entrar en bares y restaurantes, cosa habitual en la temporada alta, como nos han contado los propietarios de negocios.

Menorca en primavera (1): Talayots, Ciutadella y Punta Nati

Del 2 al 10 de mayo hemos realizado la tercera escapada del año, eligiendo para esta ocasión la isla de Menorca, que no visitaba desde hace 21 años. Ahora resulta muy cómodo el desplazamiento, gracias al vuelo diario que tiene la compañía Vueling desde el aeropuerto de Bilbao. Además el precio fue muy asequible, 105 € por persona con equipaje de mano y maleta facturada. De esta forma, en hora y cuarto, con excelente puntualidad por cierto, estábamos en el aeropuerto de Menorca, donde habíamos reservado un Citroen C3 para desplazarnos por sus 695,7 km² de extensión. En coche recorrimos más de 850 km y a pie casi 85.

La elección del hotel también fue un acierto, optando por el Grupotel Playa Club, un confortable alojamiento de 4 estrellas, no muy grande y repartido en varios edificios que se distribuyen en torno a una hermosa piscina y un precioso jardín. Se trata de un resort de apartamentos situado a un paso la playa de Son Xoriguer. Cada uno de ellos tiene 50 m² y cuenta con cocina equipada, un gran salón y una amplia terraza, todo ello preparado para 4 personas. La ventaja de viajar fuera de temporada es que por 8 noches en media pensión pagamos 766 €, a los que hay que añadir otros 52,80 (3,30 € por persona) de la cara tasa turística de Baleares.

Son Xoriguer se encuentra en el extremo suroeste de la isla de Menorca, al sur de Ciutadella. Es una zona llena de hoteles con amplios jardines y poca altura. El lugar más curioso es en un entrante del mar con forma de concha próximo a Cala´n Bosch, que muchos conocen como el lago, en el que se ubica el puerto deportivo. Nada más llegar recorrimos a pie la zona, llegando hasta el faro de Artrutx (2,5 km), construido a mediados del siglo XIX. Otra tarde fuimos caminando por el Camí de Cavalls hasta Sa Cova des Pardals, situada a menos de 2 km del hotel. Se desciende a su interior por unas escaleras talladas en esta oquedad situada bajo el acantilado marino, que fue utilizada por los pescadores y para el contrabando.

Hay tres cosas que me han sorprendido especialmente en este viaje por Menorca. La primera fue de gozar de poder viajar en mayo, pues la naturaleza explota en la isla, estando muy verde y repleta de flores. La segunda es la cantidad de muros de piedra seca que hay en la isla que, por cierto forman parte del patrimonio inmaterial de la humanidad de la UNESCO. Se trata de muros formados por dos filas de grandes piedras apiladas, rellenas con otras piedras más pequeñas. La tercera sorpresa fue la cantidad de vacas que vimos, incluso desde la terraza del apartamento, así como de queserías. Aunque en mucha menor cantidad, también contemplamos algunos rebaños de ovejas.

Como al principio las previsiones meteorológicas no eran buenas, fuimos amoldando nuestro programa a ellas, comenzando por la cultura talayótica, que se originó a finales del segundo milenio aC y aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Seleccionamos los cuatro lugares que me parecían más interesantes, siendo el primero la Naveta des Tudons (entrada: 2 €), considerado el monumento prehistórico más famoso de las islas Baleares, pues se dice que es el edificio más antiguo de Europa. De allí fuimos a Torre d’en Galmés (3 €), donde primero visitamos el centro de interpretación, situado a 700 metros de la entrada. Se trata del poblado prehistórico más importante de Baleares, pues en él pudieron llegar a vivir 900 personas. La lluvia nos hizo salir por patas, pero cesó cuando visitamos el tercer lugar, Torralba d’en Salort (4 €), el mejor ejemplo de la cultura talayótica de Menorca y el que cuenta con la taula más conocida, pues tiene casi 5 metros de altura.

Comimos muy bien en el restaurante Casino de San Clliment y, aprovechando la salida del sol, fuimos a ver un coqueto pueblo de pescadores, de nombre Binibequer Vell, que cuenta con laberínticas calles y casas encaladas, que lo convierten en uno de los pueblos más bonitos de Menorca. Parece artificial, pero es un pueblo real. Hemos dejado para el final el cuarto poblado talayótico, Talatí de Dalt (4 €), que me pareció el más flojo, siendo lo más interesante un gran talayot, la taula, las viviendas con una cubierta de losas y las cuevas, utilizadas como lugar de enterramiento. En todos los lugares hacen descuento a los mayores de 65 años.

A un paso de nuestro hotel teníamos la ciudad más monumental y poblada de la isla, Ciutadella de Menoría, donde para estar como en casa, hicimos algunas compras para los días que comimos de bocata, en uno de los Eroski locales. Hace 21 años tuve ocasión de asistir en esta población a las fiestas de Sant Joan, viendo a los caballos en “Jocs des Pla”, en el lugar en el que en esta ocasión dejé el coche, junto al Port Antic, para subir a la plaza des Born, donde se encuentra el Ayuntamiento y la oficina de turismo, en la que iniciamos el recorrido monumental: casas señoriales, Catedral, convento y claustro de San Agustín, Molí des Comte… Os recomiendo visitar el mercado del pescado, donde podéis hacer la compra y llevar a que os lo preparen en el restaurante anexo.

Una de las tardes, tras la segunda visita a Ciutadella y ver que el tiempo estaba espléndido, nos desplazamos hasta un lugar que nos gustó mucho y que se encuentra a 18 km al norte de la ciudad. Se trata del faro de Punta Nati, de 11,5 metros de altura, construido en 1912. Desde allí fuimos caminando hasta la agreste pero preciosa cala es Pous y contemplamos las barracas, construcciones de piedra en forma escalonada, generalmente de los siglos XVIII y XIX, que servían para guardar el ganado y protegerse de la lluvia y del viento. Completamos la jornada regresando a Ciutadella, en cuyas proximidades, en una zona de acantilados al que se llega en poco más de 5 minutos de marcha desde Cala’n Blanes, tenemos otro lugar lleno de encanto, el Pont d’en Gil, un agujero bajo el acantilado por el que pueden pasar embarcaciones pequeñas. Por ambos lugares pasa el Camí de Cavalls.

Esto ha sido sólo el picoteo del viaje a Menorca. Dejo para la próxima semana el resto. El viaje continúa.

Nº 200: Mercados del mundo

Para conmemorar que es la entrada número 200 de este blog, he querido hacer un alto en los relatos viajeros para mostrar unas cuantas imágenes de algo que procuro visitar siempre que viajo, los mercados, porque considero el lugar en el que mejor se conservan las tradiciones. Es un tema que me atrae sobremanera quizás por el montón de años que he acudido al mercado de Santo Tomás en la Plaza Nueva y Arenal bilbaino o en los últimos, a la feria agrícola y ganadera que se celebra una semana antes en Leioa.

La selección me ha resultado muy difícil pero he querido comenzar por los mercados africanos, correspondiendo la primera fila a los cameruneses de Mokolo y Maroua, en 1990 y el resto, de Senegal 1998, con diapositivas tomadas en Dakar, Tambacounda, Kulda y Ziguinchor, en Casamance.

Viajamos ahora a Asia, un continente en el que he estado un montón de veces, con diapositivas tomadas en los años 1993, 1995 y 1997, correspondiendo la primera fila a los mercados del lago Inle, Bagán y Mandalay, en Myanmar, la segunda a los de Luang Prabang y Pak Beng, en Laos, la tercera a los de Hanoi y Sapa, en Vietnam y la cuarta al vietnamita Delta del Mekong, a Chiang Mai (Tailandia) y, la última, al de Rangamati (Bangladesh).

Seguimos en Asia y más en concreto en la India, país en el que he estado en seis ocasiones, cuatro de ellas, entre otros lugares, en el Rajastán, el estado que en mi opinión mejor representa al país. En 1995 hice coincidir mi viaje con la Feria del Camello de Pushkar, uno de los mayores mercados ganaderos del continente, que se celebra coincidiendo con la luna llena de noviembre. Estuve allí dos días viviendo un auténtico espectáculo. La última fila es de mi último viaje a la India, en febrero de 2007, correspondiendo a la zona de mercado de Amritsar, la ciudad sagrada de los sij, en la que se encuentra el Templo Dorado.

En Indonesia estuve en 1996 y 1998, recorriendo en el primer viaje las islas de Sumatra, Java, Sulawesi y Bali, comenzando en el segundo el viaje en esta isla para recorrer las islas menores de la Sonda y en concreto Lombok, Sumbawa, Rinca (Komodo) y Flores. La primera fila corresponde a mercados del lago Toba (Sumatra) y Sulawesi. La segunda es para los mercados de Gunungsari (Lomok) y Sumbawa Besar. La tercera, para el colorista mercado de Bima (Sumbawa), compartiendo la cuarta fila los mercados de Lembor y Bajawa, en la isla de Flores.

Nos quedamos ahora en la zona del Báltico, en un viaje realizado en 2004 recorriendo Helsinki (Finlandia), Tallin (Estonia), Riga (Letonia), Vilnius (Lituania) y San Petesburgo (Rusia). Volamos a Helsinki vía Bruselas, donde estuvimos unas cuantas horas aprovechando para acercarnos a la Grande Place y ver su mercado de las flores y cuadros. Las otras dos fotos de la primera fila corresponden al mercado medieval de Tallin. La segunda fila es del enorme mercado de Riga, siendo la tercera de los mercados que se ubican junto al puerto de Helsinki en el que se venden las cerezas por litros y el pescado desde las pequeñas embarcaciones de los pescadores.

He estado en tres ocasiones en Argentina y, en viajes diferentes, en sus dos extremos, la ciudad de Ushuaia, en Patagonia, y La Quiaca, en el norte, en la provincia de Jujuy. En esta población, en el año 2005 tuve ocasión de asistir a la Manka Fiesta o Fiesta de la olla de barro cocido, un espectacular mercado que comienza el tercer sábado de octubre y se alarga hasta el último día de mes, utilizándose el sistema de trueque con sus vecinos bolivianos. Es el mercado más impresionante que he visto en América, donde he estado en importantes mercados  indígenas en Guatemala, Ecuador y Perú. De hecho la última imagen está tomada en Cusco (1985). El resto de la última fila corresponde al mercado de Hanga Roa, en Rapa Nui (isla de Pascua) y Santiago de Chile, tomadas en  2019.

Volvemos a Asia y más en concreto a Camboya, país que recorrí en 2007. La primera fila corresponde al mercado central de su capital, Phnom Penh y la segunda al de Banlung, capital de la provincia de Ratanak Kirí, situada a 636 km, en la que las motocicletas eran su principal medio de transporte tanto privado como público. La tercera fila corresponde a mi segundo viaje a China, en 2010, siendo tomadas en el barrio musulmán de Xian y a los escorpiones que se venden en Beijing. Concluyo con el impresionante mercado Tsukiji de Tokyo, en el que estuvimos en 2008 para asistir a la subasta de los enormes atunes.

En 2011 estuvimos recorriendo Turquía, país situado en dos continentes, pasando al final cuatro días en Estambul, una ciudad que me encanta y que visitaba por segunda vez. Toda la ciudad es un auténtico mercado, comenzando y concluyendo esta selección fotográfica con los puestos callejeros que tanto abundan. La segunda fila corresponde a uno de los mercados más antiguos de la ciudad y el que más me gusta, el Bazar de las Especias, también llamado Bazar Egipcio (Mısır Çarşısı). En la tercera fila no puede faltar el más conocido de la ciudad y uno de los mayores del mundo, el Gran Bazar (Kapalıçarşı en turco).

Viajamos ahora a la península arábiga, que recorrí en 2015, comenzando en la ciudad de Muscat, la capital de Omán, un país que me sorprendió gratamente. En primer lugar visitamos el mercado de pescado, situado junto al puerto, para luego desplazarnos a un lugar cercano, el Mutrah Souq, el zoco o bazar de la ciudad. La última fila corresponde al Mercado de las especias de Dubai, una de las pocas cosas auténticas que se conservan en la ciudad, aunque la primera foto la he querido dedicar a un país que está sufriendo mucho ahora y que también me acogió en dos ocasiones, Yemen. En concreto es de un vendedor ambulante en Manakha, tomada en 1997.

En 2017 estuvimos recorriendo Uzbekistán y Kazajistán, siendo el primer país el que me fascinó, por sus impresionantes monumentos islámicos y por sus enormes y coloristas mercados, visitando en primer lugar el Bazar de Siyob, en la histórica Samarcanda, donde descubrimos los riquísimos tomates y la simpatía de las mujeres, algo sorprendente en un país mayoritariamente musulmán. Cerca de esta ciudad, a 40 km, acudimos al que para mí es el mayor mercado en el que jamás haya estado, situado en Urgut. A él corresponden las fotos de las filas centrales. Concluyo en el mercado de una pequeña población de la Ruta de la Seda, perdida en el desierto, de nombre Xiva.

Concluyo en el continente que me faltaba, Oceanía. En 2018 durante 32 días recorrimos Australia y Nueva Zelanda, llamándome la atención los mercados australianos, visitando los de tres ciudades, siendo la primera la sureña Adelaide, donde estuvimos en el Central Market. La siguiente cita fue en el Queen Victoria Market de la ciudad de Melbourne. Concluyo este muestrario de mercados dedicando las dos últimas filas al Fish Market de Sydney, que cuenta con una gran variedad de pescados y mariscos, aunque también tiene una sección de frutas y hortalizas.

Fue una lástima acudir a este mercado poco después de las 10 de la mañana, casi con el desayuno en la boca. Qué envidia pasé al ver a tanta gente obsequiándose con unas buenas mariscadas que puedes comer allí mismo. Eso sí, no me cuadró que a esa hora estuvieran comiendo. En el mes de febrero he estado en dos mercados canarios que me han agradado, el de La Laguna y el de Santa Cruz de Tenerife, pero eso es otra historia.

SANTA MARÍA DE HUERTA y MEDINACELI (Soria)

Como comentaba la pasada semana, después de comer en un bar del Monasterio de Piedra nos dirigimos a otro monasterio, el cisterciense de la localidad soriana de Santa María de Huerta, distante 64 km de Sigüenza, a donde regresamos para pasar la última noche de esta escapada. Unos 8 km antes de llegar nos detuvimos en Barbatona, dejando para el día siguiente, cuando regresábamos a casa, recorrer otra población de la provincia de Soria, Medinaceli.

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En la localidad soriana de Santa María de Huerta, situada a orillas del río Jalón, se encuentra el monasterio cisterciense de Santa María de Huerta, declarado Monumento Nacional en 1882, cuyos orígenes se remontan al siglo XII. Antes de acceder a su interior encontramos la reja del siglo XVIII que protege el acceso a la iglesia, varios retablos y el sepulcro de Ximénez de Rada (siglo XIV). El monasterio abre de 10:00 a 13:00 y de 16:00 a 18:00 h, realizándose la visita por libre previo pago de una entrada de 3 €.

La visita se realiza en la planta baja, pues en la superior viven los monjes, centrándose en el claustro, las antiguas dependencias monacales y la iglesia, cosa que hacemos tras presenciar un interesante audiovisual en la Cilla o almacén del siglo XII, de estilo románico. De allí nos dirigimos al sencillo claustro gótico del siglo XIII, desde donde contemplamos las torres y el superior claustro plateresco del siglo XVI, adornado con medallones y rostros de piedra, al que no permiten acceder.

Visitamos a continuación tres dependencias, comenzando por la monumental cocina, que cuenta con una gran chimenea central del siglo XIII, de donde pasamos a la sala de los Conversos, en la que destacan las columnas románico-mudéjares características del arte cisterciense. Concluimos en la dependencia más espectacular de todas, el Refectorio de los monjes (siglo XIII), luminoso espacio único en la arquitectura de la Orden, en el que destaca la escalera de subida al púlpito del lector, que está embutida en la pared. Desde lo alto, un monje leía a sus compañeros algún libro piadoso mientras comían.

Concluimos la visita al monasterio de Santa María de Huerta en la iglesia, cuya construcción comenzó en 1179 siguiendo el modelo cisterciense de cruz latina, tres naves y un gran crucero. El retablo mayor es obra de Félix Malo (1766). Los muros laterales de la capilla mayor están adornados con frescos de Bartolomé Matarana (1580), que representan escenas de la batalla de las Navas de Tolosa. Particularmente me encantó el órgano, del siglo XVII, que cuenta con ornamentación neoclásica. Aunque sea pequeño, nos ha gustado el monasterio.

Todos los días hemos realizado la ruta entre Alcolea del Pinar y Sigüenza, que en agosto de 2008 la hicimos a pie por el Camino del Cid. En esta ocasión, todos los días hemos visto grupos de corzos que nos miraban desde los campos. Aunque en su día no nos detuvimos en Barbatona, pedanía de Sigüenza, ya que se lo habían recomendado a nuestros amigos madrileños, esta vez lo hicimos para visitar el santuario de Ntra Sra de la Salud, del siglo XVIII, que sustituyó a otro templo del siglo XII de cierta fama entre los peregrinos, que siguen acudiendo desde Sigüenza en romería el segundo domingo de mayo.

El día 31 de marzo, de regreso a casa decidimos despedirnos de los amigos madrileños en una localidad soriana en la que he estado varias veces, Medinaceli, distante poco más de 40 km de Sigüenza. Poco antes de llegar nos detuvimos para fotografiar una panorámica en la que aparecen tres edificios significativos, el castillo, la colegiata y la construcción más emblemática, el arco romano, único en España de triple arcada, construido a finales del siglo I. También echamos un vistazo a la ermita del Humilladero, situada en el cruce de la carretera que sube al centro histórico.

Aparcamos el coche en la Plaza Mayor, de estilo castellano y porticada en parte, que alberga los dos edificios civiles más notables, el Palacio Ducal, al que luego entraremos, y la Alhóndiga, del siglo XVII, que cuenta con una doble galería de cuatro arcadas. Ambos fueron mandados construir por el Duque de Medinaceli. La siguiente cita la tenemos en la plaza del Carmen, donde se encuentra la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo gótico tardío, que guarda entre otras joyas el Cristo de Medinaceli, que no podemos ver por estar cerrada.

El otro notable edificio situado en la Plaza Mayor es el Palacio Ducal, cuya construcción comenzó en 1625 como sede de la Casa de Medinaceli, cuyos escudos lucen en la fachada de estilo renacentista. En su interior contemplamos un amplio patio, desde el que se accede a varias dependencias que albergan diferentes exposiciones. En una sala se encuentra el mosaico romano de San Gil, que data del siglo II. El acceso al interior del palacio es gratuito, pero recomiendan dejar 5 € por persona en una caja.

Seguimos callejeando por el centro histórico de Medinaceli, deteniéndonos en primer lugar en la coqueta fábrica de pan y bollería, donde aprovechamos para comprar mantequilla de Soria. Pasamos luego junto a la iglesia del Beato Julián de San Agustín, del siglo XVII, cerca de la cual se encuentra la Puerta Árabe o de la Villa, probablemente originaria del siglo XII. El convento de Santa Isabel, fundado en el siglo XVI por las Clarisas que aún lo habitan, puso fin a nuestra visita, antes de sentarnos en una terraza y despedirnos de nuestros amigos de Rivas Vaciamadrid.

Pese a que las previsiones no eran buenas, al final hemos tenido bastante suerte con el tiempo. La escapada a Sigüenza ha concluido, aunque todavía tenemos por delante 316 km para llegar a Leioa, pasando por Soria y Logroño.

MONASTERIO DE PIEDRA (Zaragoza), la magia del agua

Durante nuestra estancia en Sigüenza decidimos dedicar una jornada a visitar el Monasterio de Piedra, situado en el municipio de Nuévalos (Zaragoza). Es un lugar en el que he estado varias veces, pero que hacía casi dieciséis años que no visitaba. No quedaba cerca, 109 km, pero buena parte de ellos, entre Alcolea del Pinar y las proximidades de Alhama de Aragón, se realizan por la autovía A-2. El parque abre de 09:00 a 19:00 h y el monasterio de 10:00 a 18:00 h. La entrada para ambos lugares cuesta 16,50 €, con un descuento de 5 € para los mayores de 65 años.

El parque del Monasterio de Piedra fue creado por Juan Federico Muntadas, contando con senderos perfectamente señalizados a lo largo de unos 5 km, pasando junto a varias cascadas. Comenzamos el recorrido junto a un lateral del hotel del monasterio, siguiendo las flechas azules que nos van guiando hacia la primera atracción, el Baño de Diana, que tiene por detrás una de las dos cascadas más espectaculares, La Caprichosa, que también podemos contemplar desde el mirador situado en su parte superior. Casi al lado tenemos otra hermosa cascada de nombre Trinidad.

Sin casi darnos cuenta nos hemos plantado en la parte superior del recorrido del río Piedra, que forma una serie de rápidos en una zona conocida como Los Vadillos. El sendero comienza ahora el descenso en zig-zag, para ir pasando por un par de escalones naturales que dan lugar a sendas cascadas conocidas como los Fresnos Altos y los Fresnos Bajos. Todavía nos queda otro escalón para descender hasta un pequeño puente que bordea la cascada Iris.

Cambiamos totalmente de ambiente, pues accedemos al interior de la gruta Iris, por la que iremos descendiendo mediante una escalera con aberturas para poder contemplar la mayor cascada de todas, la Cola de Caballo, que supera los 50 metros de caída. En la parte inferior de la cueva nos situamos tras la cascada, mojándonos un poco. Es un lugar de gran belleza. De aquí parte un túnel iluminado que nos conduce, al punto 19, “Las Pesqueras”, donde se encuentra la Piscifactoría.

Continuamos el recorrido por el fondo del parque. Al lado de la Piscifactoría, pese a no haber cascadas, tenemos uno de los lugares con mayor encanto, el Lago del Espejo, que está rodeado por imponentes paredes de roca caliza entre las que destaca la Peña del Diablo. Este lago toma su nombre debido al perfecto reflejo en el agua de las moles rocosas. Aquí comienza el regreso. Siguiendo las marcas rojas, vamos bordeando la cascada del Chorreadero que, incomprensiblemente, lleva muy poco agua. Un túnel nos conduce a las proximidades de la cascada Iris, volviendo por la misma ruta hasta el punto de partida.

Tomamos un vino en el bar situado junto a la entrada y comenzamos la segunda parte de la visita, la cultural, accediendo directamente al sencillo claustro del monasterio, desde el que podemos contemplar la torre de ladrillo de estilo mudéjar. Al claustro dan todas las dependencias, destacando la hermosa sala capitular, de comienzos del siglo XII, que era el centro neurálgico de la vida monástica. Aunque sencilla, la decoración es abundante, proporcionando una gran belleza al lugar.

La construcción del monasterio se efectuó entre los años 1195 y 1218. Resulta curioso comentar que fue en este monasterio donde por primera vez en Europa se elaboró el chocolate en su cocina, en el año 1534. Hoy ha sido convertido en un hotel y la iglesia se encuentra en estado ruinoso. Pese a que su bóveda central está completamente desaparecida, merece la pena recorrer su interior y contemplar los detalles que se conservan.

Seguimos recorriendo las dependencias que se asoman al claustro, comenzando con la cocina, con su bóveda negra por la cantidad de humo que ha soportado. Adosado a ella tenemos el refectorio, antiguo comedor de los monjes, que hoy es utilizado para banquetes. Pasamos por el calefactorium, que cuenta con una reproducción de los monjes y, poco más adelante, nos detenemos a contemplar una reproducción fotográfica del tríptico-relicario de Cimballa, obra gótico-mudéjar del XIV, que se guarda en el salón de sesiones de la Real Academia de la Historia.

Concluimos la visita al Monasterio de Piedra en las antiguas dependencias del ala oeste del monasterio, que han sido restauradas y habilitadas para acoger las exposiciones. Comenzamos con la visita al espacio más amplio de todos, el Museo del Vino de la Denominación de Origen Calatayud, para concluir en la que más me ha gustado, la Sala de Carruajes, que acoge una colección de cuatro carruajes del siglo XIX: tiburí, broughan (estilo inglés), diligencia y tartana.

La visita al Monasterio de Piedra ha concluido, pero no así nuestra jornada, pues antes de regresar a Sigüenza queremos visitar otro monasterio, el de Santa María de Huerta, distante 50 km. Como andamos mal de tiempo y solo tenemos abierto el restaurante del monasterio, abarrotado por cierto, para comer nos conformamos con lo único que hay en la barra, una tortilla de patatas para los cuatro. La escapada continúa.

Municipios de Bizkaia (9)

Continúo el recorrido por otros nueve municipios de Bizkaia, los siguientes en orden alfabético a los publicados el pasado 28 de diciembre. En total son 112 y los recorrí entre los años 2012 y 2016. De esta forma pausada os iré mostrando lo que en mi opinión es lo más interesante en cada uno de ellos.

Comienzo esta entrega con Maruri-Jatabe, el primero de una serie de municipios poco poblados. Se encuentra en la ladera del monte Jata, comarca de Uribe. Ronda el millar de habitantes y tiene una extensión de 15,80 km². Su edificio más relevante es la iglesia de San Lorenzo Mártir, totalmente reconstruida tras la guerra civil. También nos acercamos hasta la Herrería Zubiaurre.

Cambiamos de comarca. Nos desplazamos ahora a la de Busturialdea-Urdaibai, a la que volveremos más adelante, para recorrer el municipio de Mendata, muy extenso (22,39 km²) pero muy poco poblado (379 habitantes). En Elexalde se encuentra su principal construcción, la iglesia de San Miguel Arcángel, edificada en el siglo X y ampliada en el XVI. Muy cerca tenemos el frontón y el Ayuntamiento. Nos desplazamos luego al barrio de Albiz, donde tenemos el barroco palacio de Albiz y la iglesia de Santa María Magdalena, del siglo XVI. Concluimos nuestro recorrido en el barrio de Olabe, para contemplar la coqueta ermita de San Pedro y San Cristóbal, situada en la ruta jacobea.

En nuestro recorrido por municipios poco poblados, por orden alfabético le toca el turno a Mendexa, que cuenta con 422 habitantes que viven en 6,91 km² de extensión, en la comarca de Lea-Artibai. El lugar más visitado es la playa de Karraspio, vecina de Lekeitio. Continuamos nuestro recorrido hasta la Torre de Leagi, edificio barroco del siglo XVIII situado en el barrio del mismo nombre, al igual que la ermita de Santa Luzia. En Zelaia nos detenemos ante el Ayuntamiento y la iglesia de San Pedro.

Volvemos a la comarca de Uribe para recorrer el municipio de Meñaka, de 12,70 km² de extensión y 753 habitantes. Está formado por tres barrios, siendo el principal el de de Mesterika, donde se encuentra la ermita de San Lorenzo, el Ayuntamiento, el Udal Pilotua Tokia Miguel Angel Lotina y la Udal Liburutegia. También se encuentra el edificio más notable del municipio, la iglesia de Andra Mari, renacentista del siglo XVII. Nos desplazamos luego a Meñakabarrena, para contemplar la coqueta ermita de Andra Mari.

La siguiente cita la volvemos a tener en la comarca de Busturialdea-Urdaibai, a la que pertenece el municipio de Morga, muy extenso (17,60 km²) y también poco poblado (408 habitantes). Empezamos nuestro recorrido en el barrio de Meakaur, donde tenemos la iglesia de San Martín Obispo, reedificada en 1580, y la ermita-humilladero del Santo Cristo Crucificado (1766). De aquí nos trasladamos a Gerekiz para ver la ermita de San Esteban. En Andra Mari, el barrio-capital se encuentra el Ayuntamiento y la iglesia de Ntra Sra de los Remedios. Concluimos nuestro recorrido en el barrio de Oñarte, que cuenta con elegantes caseríos y la sencilla ermita de San Miguel. Morga es conocido por sus alubiadas.

Seguimos en la comarca de Busturialdea-Urdaibai para visitar un encantador municipio costero, Mundaka, muy densamente poblado, pues tiene 1.862 habitantes que viven en 4,01 km². Situada en la península que lleva su nombre, la ermita de Santa Catalina, del siglo XIX, es su monumento más visitado, aunque hay otros interesantes lugares como la iglesia de Santa María, de diferentes épocas y estilos, la Cruz de Kurtzio, del siglo XVII, el Ayuntamiento y el Palacio Simitur (antigua Casa de Postas), además de un par de edificios junto al puerto pesquero, como la Biblioteca (antiguo Hospital de peregrinos del Camino de Santiago) y la Sociedad Fraternidad Mundaquesa (Casino). Coincidimos con la llegada de un pesquero con verdeles.

Volvemos a la comarca de Uribe para recorrer el municipio más extenso (52,12 km²) y poblado (17.701 habitantes) de esta entrega, Mungia, cuya vida se articula en torno a la Foruen emparantza, donde se encuentra la fuente «Alkartasunaren Iturria». A la plaza se asoman el coqueto Ayuntamiento, y las iglesias de San Pedro y Andra Mari, actual sede del mercado semanal. Mungia me gusta, pues cuenta con otros notables edificios, como Agirre Jauregia, Katetxea (Casa de la Cadena), el Molino de los Billela y Torrebillela, Nos desplazamos después a la Rotonda Goggomobil, coche construido en Mungia, y a dos de sus barrios, Larrauri (iglesia de Ntra Sra de la Mereced) y Markaida (San Salvador).

Seguimos en Mungia, pues hay un lugar que merece una reseña aparte. Se trata de Izenaduba Basoa, la Casa del Olentzero. Está ubicada en el barrio Landetxo, en el caserío Landetxo Goikoa, considerado uno de los ejemplares más arcaicos de vivienda rural de Euskal Herria. Esta construcción data posiblemente del siglo XVI y se clasifica dentro de los denominados caseríos gótico-renacentistas. Dado que no lo he visitado desde el 2 de abril de 2015, para actualizar la información os remito a las webs http://www.izenaduba.com/ y https://olentzerok.com/la-casa-del-olentzero/.

Volvemos a la comarca de Lea-Artibai para recorrer el municipio de Munitibar Arbatzegi Gerrikaitz, formado en 1883 por la fusión de la anteiglesia de Arbatzegi y de la villa de Gerrikaitz. Tiene una extensión de 24,50 km² y una población de 484 habitantes. Comenzamos nuestro recorrido en el Balcón de Bizkaia, dirigiéndonos a Gerrikaitz, donde tenemos la iglesia de Andra Mari y Bengola Natur Energia, Centro de Interpretación de Energías Renovables. Sucesivamente nos vamos deteniendo en Aldaka (ermita de Santiago en la ruta jacobea), Totorika (caseríos) y Arbatzegi, donde se encuentran la iglesia de San Vicente y el Ayuntamiento.

Concluyo esta entrega regresando de nuevo a la comarca de Busturialdea-Urdaibai, al municipio de Murueta, de poca extensión (5,45 km²) y población (323 habitantes), donde esta prevista la construcción de una sucursal del Guggenheim Museoa a orillas de la ría de Gernika. Vemos pastar a las ovejas y luego nos detenemos a fotografiar el edificio del nuevo Ayuntamiento y la iglesia de Andra Mari, concluida en 1852 y obra del arquitecto Antonio de Goikoetxea.

Las fotos que ilustran esta entrada fueron tomadas entre el 10 de febrero y el 14 de abril de 2015,

MOLINA DE ARAGÓN (Guadalajara), villa medieval

Uno de los días en que nos alojamos en Sigüenza lo dedicamos a visitar otra ciudad de la provincia de Guadalajara, Molina de Aragón, teniendo que recorrer 200 km entre ida y vuelta, buena parte de ellos, desde Alcolea del Pinar, por la N-211. Es una zona en la que he estado unas cuantas veces, pues en ella pasé varios veranos en mi niñez. Poco antes de llegar a Molina, nos detuvimos en el Barranco de la Hoz, distante 85 km de Sigüenza.

Abandonamos la N-211 y nos dirigimos a Corduente, municipio al que pertenece la ermita de la Virgen de la Hoz, nuestro primer destino de la jornada. Nos encontramos en un lugar lleno de encanto, el fondo de un barranco por el que discurre el río Gallo, rodeado de altas y verticales montañas rocosas rojizas. Dejamos aparcado el coche, el único por cierto, frente a la ermita que, ante nuestra sorpresa, se encuentra cerrada, por lo que las fotos de interior corresponden a un viaje anterior. Un cartel en la puerta nos informa que sólo abre los sábados, domingos y festivos, de 10:00 a 17:00 horas.

Nos fastidia un poco que la ermita esté cerrada, pero el tema no es grave ya que no es nuestro principal objetivo, sino enseñar a nuestros amigos madrileños el Barranco de la Hoz, en el que nos encontramos, así que nos calzamos las botas para efectuar un pequeño recorrido de tan sólo unos 2 km y 125 metros de desnivel. Este sendero, perfectamente acondicionado y asegurado, está tallado en la roca y en buena parte son escaleras que nos acercan sucesivamente a tres miradores, el situado sobre el santuario, el de la cueva y el de lo alto del acantilado. La vista es impresionante sobre los escarpes rocosos y el río Gallo, la carretera y nuestro coche, situados en el fondo de la hoz.

Antes de adentrarnos en su casco urbano, nos dirigimos hasta el “Mirador de Molina de Aragón”, situado en la carretera CM-210, desde donde se tiene una magnífica vista de esta localidad y de su principal monumento, el castillo situado sobre ella, que forma el segundo recinto amurallado medieval más grande de España. Esta fortaleza del siglo XII es precisamente nuestro siguiente destino, desplazándonos en coche hasta su punto más alto, fuera del recinto amurallado, donde se encuentra la Torre de Aragón, sede del centro de interpretación del castillo, visible desde muchos lugares del casco urbano de Molina.

Amenaza lluvia, así que descendemos al centro de Molina de Aragón, aparcando el coche en el paseo de los Aldarves, para recorrer a pie esta población de 3.217 habitantes, situada a 1065 metros de altitud. Tomamos un vino acompañado de unos torreznos y nos dirigimos a los dos lugares más conocidos del casco urbano, el Puente Viejo, puente románico construido sobre el río Gallo entre los siglos XII y XIII, y el monasterio de San Francisco, de fachada neoclásica, actual casa de cultura y museo. La iglesia tiene sobre su torre el conocido Giraldo, del siglo XVIII. Como chispea, aprovechamos para comer el menú del día, muy bueno por cierto, en el Casino de la Amistad, un lugar a recomendar que ocupa el Palacio de los Garcés de Marcilla.

Sólo ha llovido para incordiar, así que tras la comida caminamos hacia la parte alta de esta localidad, declarada conjunto histórico artístico. En la calle Martínez Izquierdo encontramos el Oratorio de San Felipe (s. XVII) y casi al lado la iglesia de San Felipe (siglos XVIII-XIX), en cuya fachada destaca un relieve que muestra la aparición de la Virgen María con el Niño a San Felipe. Hemos tenido suerte de encontrarla abierta y poder ver su interesante retablo barroco. Enfrente del templo tenemos el Palacio de los Molina (s. XVI), convertido en hotel, aunque se encontraba cerrado, así que si quieres alojarte en esta población te recomiendo el Hotel San Francisco * (50 € la noche con desayuno).

Nos dirigimos ahora a la calle paralela situada por debajo, la de las Tiendas, encontrando por casualidad la Oficina de Turismo, en la que me entregan un mapa y me recomiendan visitar la iglesia de Santa Clara, joya del románico molinés de finales del siglo XIII, que se encuentra cerrada. Antes fotografiamos la primera iglesia de la ciudad, también románica, del siglo XII, en la que destaca su esbelta torre. Como no hay dos sin tres, nos dirigimos a la plaza de San Pedro, presidida por la iglesia renacentista de la que toma el nombre.

Nuestro recorrido monumental esta tocando a su final. Nos dirigimos ahora a la plaza España, a la que se asoma el Ayuntamiento de la localidad. Nuestros pasos continúan por la calle de Arriba, que nos da acceso a la Judería, pasando junto a la iglesia de Santa María del Conde, románica del siglo XII. Nos asomamos al río Gallo y emprendemos el regreso al coche por la calle de Abajo, que nos introduce en la Morería. Pronto descubrimos antiguas casas con entramados de madera e interesantes fachadas de algunos palacios, como el de los Montesoro y el de los Marqueses de Villel.

Nuestro peregrinar por Molina de Aragón ha concluido, pero la escapada continúa. Próximamente os hablaré de otros lugares visitados, como el Monasterio de Piedra (Zaragoza) y las localidades sorianas de Santa María de Huerta y Medinaceli.

SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA (Tenerife), Patrimonio de la Humanidad

El pasado 5 de febrero volví a La Laguna, ciudad que no visitábamos desde noviembre de 2013. Nuestro destino era la isla de La Palma pero, al haber quitado Vueling el vuelo directo desde Bilbao, optamos por volar vía Tenerife Norte, aprovechando para pasar así 24 horas en esta encantadora población, cuyo centro histórico se encuentra a tan sólo 7 km del aeropuerto. Fue un acierto elegir para pernoctar el La Laguna Gran Hotel, muy bien situado en la calle Nava y Grimon. Además de ser un alojamiento lleno de encanto que ocupa un edificio de 1776 y cuenta con un buen restaurante, nos atendieron fenomenal, pues nos dieron la habitación a las 10 de la mañana, nada más llegar, cosa de agradecer.

Una vez instalados en el hotel, nos dirigimos directamente hasta el mercado municipal, situado al final de nuestra calle, en la plaza de San Francisco. Era la hora del hamaiketako, así que antes de acceder a su interior decidimos tomar algo en una terraza situada en su exterior, ya que la churrería anexa estaba abarrotada. Nos sorprendió ver en la plaza lo que parecía ser un enorme árbol de Navidad. Me encantan los mercados y este me gustó por lo bien ordenado que estaba todo, por el colorido de las frutas y verduras y por la variedad de pescados. Eso sí, me sorprendió el precio de las pequeñas papas negras: 7,50 €/kg.

Sin salir de la plaza de San Francisco tenemos la siguiente cita en el Santuario del Santísimo Cristo, sencillo edificio que alberga una de las imágenes religiosas más antiguas de Canarias, el Cristo crucificado de La Laguna, una imagen flamenca de estilo gótico, del siglo XV. Regresamos al hotel y seguimos caminando hasta a la plaza del Adelantado, en cuyo entorno hay notables edificios históricos como el barroco palacio de Nava (siglo XVII), el convento de Santa Catalina de Siena, fundado en 1606, y la pequeña ermita de San Miguel, la más antigua de la ciudad.

Nuestro paseo monumental continúa por la calle Obispo Rey Redondo, donde sucesivamente encontramos las casas del Corregidor, de la Alhóndiga, de los Capitanes Generales y Riquel. Casas señoriales, iglesias y calles empedradas, muchas de ellas peatonales, configuran un precioso centro histórico con abundantes edificios de los siglos XVI al XVIII, conservando su trazado original de ciudad colonial, motivo por el que en el año 1999 la UNESCO incluyó a San Cristóbal de La Laguna en la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad.

Pasamos junto a la Catedral, ahora cerrada, y el centenario Teatro Leal. Enfrente tenemos uno de los emblemas de La Laguna, la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, fundada en 1511, en la que destaca su torre, de 28 metros de altura, que presume de contar con la campana más grande de Canarias. En la plaza de la Concepción llama la atención la escultura “Caballo y caballero”, de José Abad. Aunque es temprano por eso de la hora menos, optamos por comer, cosa que hacemos muy cerca de la escultura, en la terraza de “Rincón Lagunero”, donde hemos tenido mucha suerte encontrando una mesa. La Laguna es una ciudad de mucho ambiente y, aunque hay mucha hostelería, todo está a tope.

Como hoy ha tocado madrugón, tras la comida decidimos regresar al hotel para descansar un poco, haciéndolo por la peatonal calle San Agustín, antigua calle Real. En casi todas las calles del casco antiguo aparece el nombre actual y el antiguo. En esta calle se encuentra el palacio Salazar, palacete barroco del siglo XVII, actual Palacio Episcopal, en el que pudimos visitar su coqueto patio interior adornado con varias esculturas. Casi enfrente tenemos la Casa de los Jesuitas, de estilo canario.

A media tarde regresamos a la calle San Agustín para visitar el palacio Lercaro, que cuenta con un pórtico de estilo genovés. Su interior alberga el interesante Museo de Antropología e Historia (MAE), que recoge un montón de cuadros, muebles y utensilios. Junto al coqueto patio interior, en la planta baja contemplamos los carruajes de Nava, una Berlina del siglo XVIII y un Landau del siglo XIX, en magnífico estado de conservación. La entrada cuesta 5 € pero, como todos los museos del Cabildo, los viernes y sábados de 16:00 a 19:00 h es gratuita, cosa que agradecimos.

Como al mediodía la encontramos cerrada, por la tarde, tras la misa vespertina pudimos visitar la Catedral de Nuestra Señora de los Remedios, otro de los símbolos de la ciudad, cuya construcción comenzó en 1515 en estilo neoclásico, aunque ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de la historia. En su interior destaca el retablo de Mazuelos, situado en la capilla mayor, además del púlpito, realizado en mármol de Carrara.

Pensábamos que nuestra visita a La Laguna había concluido en la Catedral, pero tras tomar algo y emprender el regreso hacia el hotel, caminando por la calle San Agustín vimos un comercio que llamó nuestra atención por los originales zapatos que se veían en su interior. Se trata de Pisaverde, al que se accede por la calle Juan de Vera, y que os recomiendo visitar. Los zapatos, diseñados por Plácido Alonso Ponce, están elaborados con fibra de plátano. Si dispones de tiempo puedes echar un vistazo a su web: https://www.pisaverdestore.com/.

De esta forma concluyó nuestra estancia en San Cristóbal de La Laguna. Al día siguiente, 6 de febrero, a las 09:45 h tomamos el vuelo PM418 de Canary Fly con destino a Santa Cruz de la Palma, pero eso es otra historia.