Hoy me quedo en Leioa

Antes de comenzar la nueva temporada viajera he decidido hacer un alto en el camino en mi pueblo, Leioa, situado cerca de Bilbao. El año pasado, entre viajes y escapadas, he estado fuera unos 77 días, alcanzando la cifra total de 111 países visitados, habiendo repetido bastantes de ellos. En estos viajes he conocido varios de los lugares culturales y naturales más extraordinarios del mundo pero, para vivir, me quedo con mi pueblo, Leioa, por nuestra forma de vida y porque desde las ventanas de mi casa puedo ver espectaculares amaneceres, la salida de la luna y algún que otro arco iris. A dos pasos de casa tengo hayas, robles, árboles floridos y hasta girasoles y viñedos. Caminando un poquito más puedo ver rebaños de vacas, ovejas y hasta burros. Ganando un poco de altitud, cuando nieva en nuestros montes puedo ver sus cumbres cubiertas del blanco elemento, la ría y los cruceros que atracan en Getxo.

Aunque ya he hablado de Leioa en alguna otra ocasión, en esta entrega me voy a centrar en los que más me gusta, los parques, porque pese a que el municipio ha crecido mucho, el Ayuntamiento presume de tener como seña de identidad la creación y mantenimiento de las zonas verdes. Os voy ha hablar de los que más frecuento en mis paseos matutinos, comenzando por el de Pinosolo, que lo recorre un paseo y un bidegorri, teniendo a su entrada la pista de skate. Cuenta con una hermosa rosaleda, un bosque en el que los jardineros han realizado la cabeza de un ser mitológico, Basajaun, el parque de los magnolios y un caserío restaurado que debió de ser la casa del guarda de los terrenos de la familia Aznar. Adosados al parque hay caseríos con ovejas y carneros.

Seguimos caminando por Pinosolo y, nada más cruzar la carretera, llegamos a “la joya de la corona”, el parque de Artatza. Perteneciente a la Diputación de Bizkaia es el parque urbano más extenso del municipio. Cuenta con una gran variedad de árboles, habiendo sido necesario talar algunos de ellos por seguridad, aunque se han repoblado con creces. Este parque formaba parte de los terrenos del Palacio de Artatza, que fue proyectado en 1914 por el arquitecto Manuel María Smith para el industrial Víctor Chávarri y Anduiza, siendo inaugurado cuatro años después. Desde 1989 el edificio es propiedad del Gobierno Vasco. Cuenta el parque con una pérgola, un pequeño parque infantil y un bar ubicado en la antigua casa del guarda.

Junto a la puerta de acceso al parque desde La Avanzada existe un paso subterráneo que nos lleva al barrio de Artatza. Accedemos entonces al paseo Landabarri, agradable zona peatonal que nos traslada a otro de mis lugares favoritos, Zarragabarrena parkea. Es un parque de barrio, mucho más pequeño pero coqueto y tranquilo, en el que algunos de sus árboles cambian de color según la época del año. Cuenta con un parque infantil, una mesa de ping pong y, desde hace poco, un WC público con lavado de bicicletas y un punto de alquiler de bicis eléctricas.

Llegados al final del parque anterior nos dirigimos a la calle Artatza, que cruzamos para acceder a una zona de nuevas edificaciones de baja altura, entrando en la calle Joaquin Achucarro. Dejamos el asfalto y accedemos a una nueva zona verde a la que siempre he llamado por el nombre del ilustre pianista, pero veo que un cartel situado en el parque infantil le denomina Altzagaondo parkea. Un camino en zigzag nos traslada a la parte superior de este pequeño pero coqueto parque, en la que el tronco de un árbol caído ha sido artísticamente pintado.

Cambiamos de zona para dirigirnos a otro de mis lugares favoritos, Mendibile parkea, otro de los coquetos parques de barrio, presidido por la escultura “Hostoa”, de Juanjo Novella, que simula una hoja de parra que tiene mucho con que ver con el notable edificio Mendibile Jauregia, palacio rural de los siglos XVII-XVIII, que ha sido muy bien restaurado para acoger la DO Bizkaiko Txakolina y un buen restaurante, estando rodeado de vistosas pinturas murales. El parque cuenta con hermosos jardines y sendos parques infantil y deportivo.

Me dirijo ahora al otro lado del municipio, para mostraros otro de los parques de barrio, Aldapa parkea, ubicado en Udondo en el triángulo que forman las calles Independentzia, Aldapabarrena y Aldapa. Particularmente me gusta el acceso desde esta calle, el más estrecho y en cuesta, por los diferentes colores y tonalidades que toman los árboles dependiendo de la época del año. Aldapa parkea cuenta con un pequeño parque infantil, tres mesas de ping pong y un Auditorio completamente remozado.

Me dirijo a continuación a la zona más alejada del municipio, al entorno de la UPV-EHU (Universidad del País Vasco), que cuenta con un amplio parque de 16 hectáreas de extensión (6 menos que la unión de los de Artatza y Pinosolo. Lástima que, cuando lo recorrí por última vez a mediados de febrero, lo vi bastante abandonado. En el acceso al Arboretum, nombre que recibe este parque, que es una especie de jardín botánico, se encuentra la escultura Denok Batera, de Íñigo Barona. Luego vamos encontrando el Anfiteatro, el Heliosciámetro y el grupo escultórico “Bosque de la Vida”. Desde la parte inferior del paque se puede ir al embalse de Lertutxe, también accesible desde el pinar que hay junto a la carretera Santsoena-Santimami. Parece ser que a este embalse no le queda mucha vida, pues este terreno quiere ser devuelto a la naturaleza.

Cuenta Leioa con otros parques más pequeños, paseos y zonas peatonales. Un rincón que me encanta es el paseo de Lekueder, que luego se ensancha para dar lugar a Ugarteondo parkea, que cuenta con un parque infantil cubierto y el tronco pintado de un árbol caído. También me agradan los paseos abiertos en la zona de Leioandi, donde también hay un parque infantil y que enlaza con Elexalde y, por la parte superior, casi con Bordeoena parkea. Otros pequeños parques son Aramaioena, en Artatza, Consejo de la Infancia, en Udondo y el del Horóscopo Celta en la subida a la Universidad. En el momento de escribir estas líneas se encontraba en construcción el parque Arriena en Elexalde, estando en proyecto Leioagoitia parkea. Me acabo de enterar de que acaban de finalizar el paseo y bidegorri que bordea la ría.

Aunque no sean parques al uso, concluyo esta entrega hablando de las ermitas y su entorno, comenzando con la de Andramari, enclavada en el barrio de Ondiz, magnífico mirador sobre la Ría de Bilbao y el macizo de Gorbeia. Al lado existe una zona arbolada de plátanos y mesas de picnic, lo mismo que sucede en la ermita de San Bartolomé, ubicada en el barrio del mismo nombre. Al lado hay también un centro cultural y un parque infantil. Aunque comparte terreno con Leioa, la tercera ermita, la de Santimami, se encuentra en el municipio de Erandio. Desde ella pudimos ver pasar el Tour de France.

Estas son las principales zonas verdes de mi pueblo, Leioa, del que disfruté mucho más durante la pandemia, cuando el confinamiento nos impedía salir del municipio.

DELFOS (Grecia), Patrimonio de la Humanidad

El último viaje a Grecia, que realizamos el pasado año, tuvo dos puntos fuertes, los Monasterios de Meteora y el yacimiento arqueológico de Delfos. Ambos forman parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, este último desde 1987. El municipio de Delfos, Delphi en griego, cuenta con una población que ronda los 30.000 habitantes y su capital se encuentra a tan solo 185 km al noroeste de Atenas, la capital del país.

Para ver con tranquilidad el yacimiento arqueológico de Delfos, decidimos pasar dos noches en esta ciudad, optando por el sencillo pero bien situado Nidimos Hotel ***, que cuenta con aparcamiento, algo importante en Delfos. Aunque no tiene restaurante, dispone un coqueto lugar para los desayunos, que parece un pequeño museo. Además, desde la terraza de la habitación tuvimos excelentes vistas sobre la bahía de Itea y los montes nevados de Kalavrita. Camino del sitio arqueológico se encuentra la moderna estatua de Prometheus, de Pavlos Angelos Kougioumtzis.

El 18 de marzo fue el único día en el que no tuve que tocar el coche, pues nuestro destino, uno de los puntos fuertes del viaje, se encontraba a 950 metros del hotel. Como era temporada baja, la entrada conjunta para el yacimiento arqueológico y el museo nos costó tan sólo 6 €, la mitad del precio a partir de abril. Nada más entrar en el recinto arqueológico caminamos por la empedrada Vía Sacra, pasando por la Ágora romana y llegando en seguida a la primera construcción notable, el Tesoro de los Atenienses, construido hacia el año 490 aC, tras la batalla de Maratón, para guardar los tesoros  recuperados.

Según la mitología, Delfos era el centro del mundo antiguo para los griegos, conocido aquí como el omphalos u ombligo. Enseguida llegamos al lugar más interesante del recinto arqueológico, el Templo de Apolo, construido en el año 330 aC en estilo dórico, rodeado de columnas. Aquí se ubicaban el ónfalo y una estatua de Apolo, que luego vimos en el museo. Enfrente tenemos lo que queda de la Columna de las Serpientes, cuyo original se halla en Estambul, cosa que ignoraba, ya que fue trasladada a Constantinopla por Constantino I el Grande en el año 324.

Seguimos caminando cuesta arriba por la empedrada Vía Sacra rodeados de restos de otras construcciones e imponentes vistas. La siguiente cita la tenemos en el Teatro, el edificio más grande del recinto arqueológico, que fue totalmente reformado en el año 160 aC. Contaba entonces con 25 filas de butacas con capacidad para 4.500 espectadores. Merece la pena volver a detenerse en la parte superior del Teatro, pues desde allí se le puede ver completo, con el Templo de Apolo casi adosado a la parte inferior.

Fuera ya de lo que era ya el santuario, llegamos al punto más alto de nuestro recorrido, algo que a mediados de marzo y con bastante frío no supone esfuerzo, aunque dudo que suceda lo mismo con los calores del verano. Se trata de los restos del antiguo estadio, construido en la segunda mitad del siglo IV aC con un descomunal tamaño, pues tenía 178 metros de largo y una capacidad para 6.500 personas. De aquí regresamos al punto de partida para continuar la visita fuera del recinto,

Justo debajo del santuario que acabamos de visitar, en la misma acera que lo rodea nos detenemos ante la Fuente Castalia, en la que los peregrinos que se desplazaban a Delfos se purificaban antes de acceder al recinto. La verdad es que no tiene mucho interés. Cruzamos la carretera y a nuestros pies aparecen las ruinas del Gymnasium, que conserva escasos restos de la palestra, la cisterna, las termas y otros recintos. No nos llama mucho la atención, así que nos conformamos con observarlos desde el borde de la carretera.

La siguiente cita la tenemos un poco más adelante y ésta si que es de sumo interés, pues es uno de los lugares más hermosos de Delfos. Se trata del Templo de Atenea Pronaia que, con el almendro en flor situado a su lado, luce más todavía. Lo más interesante es su famoso tholos, templo de forma circular construido en el año 370 aC. Aunque se ignora cual fue su función, se sabe que estuvo rodeado por veinte columnas del orden dórico de las que solo se mantienen tres en pie.

Hacemos un alto en el camino para comer algo en la cafetería del Museo Arqueológico, que visitamos a continuación. Pese a ser un lugar muy concurrido, como casi todos los lugares cierra a las 15:30 h. El museo cuenta con 14 salas en las que en primer lugar contemplamos entre otras muchas cosas las estatuas de Cleobis y Bitón, atribuidos al escultor Polimedes de Argos (hacia el año 600 aC), la cabeza crisoelefantina del dios Apolo, de oro y marfil y la Esfinge de Naxos, esculpida en mármol por los habitantes de esa isla hacia el año 560 AC.

Continuamos la visita al Museo Arqueológico de Delfos, deteniéndonos principalmente en las esculturas que incluyo en la fila central. De izquierda a derecha aparecen Apolo, Antinoüs, joven griego de extraordinaria belleza, el Pancratista Agias, del siglo IV aC, Praxiteles, el Auriga de Delfos, conductor de carros del siglo V aC y Omphalos que, según la mitología, sería la piedra dejada por Zeus en el centro del mundo. Delfos era considerado en la antigüedad el ombligo del mundo.

En un viaje a Grecia os recomiendo visitar Delfos, tanto el sitio arqueológico como su más que notable museo.

La próxima semana espero volver a la periodicidad semanal.

RONDA (Málaga) y SETENIL DE LAS BODEGAS (Cádiz)

Cuando recorrimos el Caminito del Rey nos alojamos en El Chorro, así que un día decidimos desplazarnos unos 60 km hasta la población malagueña de Ronda, teniendo como objetivo descender al “Tajo”. Como ya habíamos estado con anterioridad, no nos planteemos visitar la ciudad al completo. Un buen lugar para dejar el coche es el parking de la plaza del Socorro, una de las más emblemáticas y coquetas de Ronda, pues en ella se encuentra el grupo escultórico de Hércules y los leones, obra de Nicomedes Díaz Piquero. A la plaza se asoma la parroquia de Nuestra Señora del Socorro. Cuando la visité también se encontraba aquí, la estatua de Blas Infante, padre de la patria andaluza, que ha sido reubicada.

En esta ciudad que supera los 33.000 habitantes, una visita obligada es su Plaza de Toros, declarada Bien de Interés de Cultural, cuya construcción finalizó en 1785, por lo que es una de las más antiguas de España. En uno de sus accesos encontramos las estatuas dedicadas a los toreros Cayetano Ordóñez y Antonio Ordóñez. Tampoco falta la dedicada al toro. Camino del cercano parque en el que se encuentra el Mirador de Ronda encontramos los monumentos dedicados a Orson Welles, Ernest Hemingway y la Glorieta del pintor Miki Haruta. En este entorno ha sido reubicada la estatua de Blas Infante.

Desde el Mirador de Ronda se tiene una vista espectacular del valle situado a los pies de la ciudad. Nuestros pasos se encaminan hacia la plaza de España, donde se encuentra el Parador de Tursmo, que cuenta con una espectacular ubicación sobre el Tajo, como pudimos comprobar tras cruzar el puente Nuevo. Enseguida encontramos el convento Santo Domingo, actual Palacio de Congresos, frente al que tenemos los soportales calle Armiñán. Caminamos luego por la calle Tenorio, en la que también hay un buen mirador.

Ronda se asienta sobre una meseta rocosa a 723 metros de altitud, dividida en dos por un cañón conocido como el Tajo de Ronda, por el que discurre el río Guadalevín un centenar de metros más abajo. Para pasar de un lado al otro utilizamos el puente Nuevo, emblema de la ciudad, que fue construido entre 1751 y 1793, con una altura de 98 metros. Primero contemplamos el Tajo desde la parte superior y luego descendemos para ver en toda su majestuosidad el puente y la cascada que se precipita sobre el río.

De regreso al coche, seguimos recorriendo el casco antiguo, en el que destaca el palacio de Mondragón, deteniéndonos ante  la iglesia de Ntra Sra de la Paz y las casas en la que vivió Federico Ferratosa y en la que murió el beato Diego José de Cádiz. Mención especial merece el Museo Lara, de arte y antigüedades, edificio del siglo XVIII ubicado en la antigua casa-palacio de los Condes de la Conquista de las Islas Batanes.

Como estamos a tan solo 19 km, decidimos pasar a la provincia de Cádiz para ir a comer a Setenil de las Bodegas, pueblo de algo más de 2.600 habitantes que forma parte de los pueblos más bonitos de España desde el año 2019. En 1985 fue declarado Conjunto Histórico-Artístico. Dejamos el coche aparcado a la entrada del pueblo y subimos caminando hasta un mirador desde el que contemplamos el conjunto urbano, teniendo como telón de fondo la Torre del Homenaje del castillo y la iglesia de la Encarnación.

Llegamos hasta ermita de Ntra Sra del Carmen y contemplamos desde lo alto el tajo formado por el río Trejo a su paso por la población. Al fondo vemos la calle Cuevas del Sol, en la que se encuentra buena parte de la hostelería. Setenil de las Bodegas forma parte de la hermosa la ruta de los pueblos blancos de la provincia de Cádiz.

Iniciamos el descenso caminando por la calle Cuevas de la Sombra, teniendo que pasar bajo una gran roca que, junto a las casas anexas, forma un túnel. Seguimos descendiendo hasta la parte baja para luego cruzar el río Trejo por un pequeño puente que nos da acceso a la zona más pintoresca de la población, la calle Cuevas del Sol, donde se ha aprovechado el tejo para construir las casas bajo las rocas, sin excavarlas. Es el lugar que aprovechamos para comer en uno de sus restaurantes.

Todavía no lo he comentado, pero la disculpa real para ir a Setenil de las Bodegas era comprar el típico queso Payoyo, pero no pudo ser pues pese a que lo vendían en varios sitios y la gran afluencia de visitantes, al mediodía estaban todos cerrados y nadie sabía a qué hora abrían. No pudo ser. Otra vez será.

SANTA CRUZ DE LA PALMA

Sigo con relatos de islas, siendo el nuevo destino la “isla bonita”, La Palma y, más en concreto, su capital, Santa Cruz de la Palma, a donde llegamos ahora hace dos años en el vuelo PM418 de Canary Fly, procedentes del aeropuerto de Tenerife Norte. Para alojarnos la semana de esta escapada elegimos el Hotel H10 Taburiente Playa ****, ubicado en Breña Vieja, cerca de la playa de los Cascajos y a un paso del aeropuerto y dos de la capital de la isla.

El Hotel H10 Taburiente Playa estaba en buena parte ocupado por afectados de la erupción del volcán Tajogaite, que fueron aquí realojados. Todas las mañanas, desde la terraza de la habitación contemplábamos la salida del sol y el trajín de cruceros y ferrys que tiene el puerto de Santa Cruz de la Palma. Justo por debajo del hotel pasa el Paseo Litoral, por el que tuvimos ocasión de caminar hasta la cercana playa, bordeando las rocas y pasando junto a un molino salinero que estaban restaurando.

Lo primero que hicimos tras instalarnos en el hotel, fue recorrer los 6,3 km que nos separaban de Santa Cruz de la Palma. No hay carretera bordeando el litoral, así que hay que subir a un punto más alto, deteniéndonos enseguida en el Mirador de Risco Alto, desde el que pudimos contemplar una espectacular panorámica de la zona turística de Los Cascajos y de nuestro hotel. En él existen unas esculturas talladas en piedra, de 90 centímetros de altura cada una.

En busca de un plano, nada más llegar a Santa Cruz de la Palma nos dirigimos a la Oficina de Turismo, sita en la plaza de la Constitución, cerca de la cual existe un amplio aparcamiento. Fotografiamos en primer lugar los dos grandes letreros con el nombre de la ciudad y el enorme mural de “Nitrato de Chile”, realizado en 1929 con 270 azulejos. A continuación accedimos al centro histórico por la calle O’Daly, conocida como calle Real, a la que se asoman notables edificios, como la Casa Principal de Salazar. Pronto vimos la estatua dedicada al poeta Félix Francisco Casanova.

La calle Real se ensancha dando lugar a la plaza de España, punto neurálgico de la ciudad y uno de sus rincones más hermosos. Presume de ser el mejor conjunto renacentista de Canarias, ya que cuenta con el monumental edificio del Ayuntamiento, del siglo XVI, la iglesia matriz de El Salvador, mudéjar del siglo XVI, la fuente pública y notables casas señoriales. Merece la pena visitar el interior del templo, debido a su retablo mayor neoclásico, sus capillas y a sus fantásticos artesonados de estilo mudéjar.

Seguimos caminando todo derecho, aunque ahora la calle se llama Anselmo Pérez Brito, que sigue conservando hermosos edificios. Lástima que al ser domingo los comercios están cerrados. Fotografío el Real Club Náutico y, en la plaza de Vandale, el grupo escultórico dedicado a Lo Divino, alma y voz de la Navidad palmera. Pronto encontramos otro hermoso rincón, la placeta de Borrer, a la que se asoman tres notables casas, de nombre Sicilia, Escobar, del siglo XVII y Felipe.

Seguimos caminando prácticamente en línea recta contemplando las monumentales fachadas, aunque ahora lo hacemos por la calle Doctor Pérez Camacho, al que se homenajea con una estatua que vemos un poco más adelante, cuando la calle se ensancha dando lugar a la plaza de la Alameda, que la cierra el monumento al Enano, obra de Luis Morera, que desde el año 2000 homenajea a una de las figuras más populares de las Fiestas Lustrales, siendo la próxima en 2025. Enfrente tenemos el Museo Naval Barco de la Virgen, ubicado en una réplica de la carabela Santa María, pero que estaba cerrado al ser domingo.

Hemos llegado al final de nuestro recorrido, así que iniciamos el regreso bordeando el castillo de Santa Catalina, fortaleza del siglo XVII que domina todo el litoral, construida para la defensa de la ciudad de los ataques corsarios. A partir de este punto caminamos por la avenida Marítima hasta donde hemos dejado el coche, bordeando la amplia playa que se abrió al público en abril de 2017. A veces la mar rompe con fuerza. Al final de la playa existe una escultura moderna de una ballena.

El primer tramo de nuestro recorrido por la avenida Marítima fue mucho más entretenido, pues a nuestra derecha tuvimos uno de los rincones más coquetos y emblemáticos de Santa Cruz de la Palma. Se trata de un conjunto de pequeñas casas pintadas de diferentes colores, que cuentan con hermosos balcones y miradores que se asoman a la playa. Presume de ser el conjunto de este tipo mejor conservado de Canarias.

Para nosotros fue un magnífico punto final a nuestro recorrido urbano y un buen punto de partida para lo que nos quedaba por ver en la “isla bonita”.

Saint Kitts and Nevis, minúsculo estado caribeño

El crucero realizado el pasado mes de diciembre por el Golfo Pérsico, me ha traído el recuerdo de los realizados por el Caribe en los años 2016 y 2018 en dos barcos de compañías diferentes, el Costa Favolosa y el MSC Fantasía. En ambos cruceros estuve en un diminuto estado insular del que jamás había oído hablar, Saint Kitts and Nevis (San Cristóbal y Nieves en castellano). Se trata de la federación de dos islas, de las que toma su nombre. Independiente desde el 19 de septiembre de 1983, es el estado más pequeño del continente americano, tanto en tamaño como en población, pues cuenta con una superficie de 261 km² y una población de 54.338 habitantes. El idioma oficial es el inglés y la moneda el dólar del Caribe Oriental (1 XCD = 0,34 €).

El 31 de enero de 2016 zarpamos de Pointe-à-Pitre (Guadalupe) a la una de la madrugada, llegando a la isla de Saint Kitts a las 12 del mediodía. Tras desayunar, permanecimos en cubierta para contemplar desde la lejanía la llegada, pudiendo ver las dos islas y su relieve un tanto montañoso. Mientras la gente tomaba el sol junto a la piscina, observamos como sucesivamente se acercaban a muestro barco la policía del puerto y un remolcador. Al fin, el Costa Favolosa atracó en Basseterre, la capital y ciudad más poblada del país.

No disponíamos de mucho tiempo, así que de forma un tanto apresurada recorrimos Basseterre, contemplando su arquitectura de tipo colonial, el edificio del National Museum y la Catedral católica de la Inmaculada Concepción, moderno edificio que data de 1927. También nos acercamos al centro neurálgico de la ciudad, The Circus, presidido por una especie de coqueto templete con un reloj que data de 1883, sirviendo de punto de reunión a los ciudadanos.

También nos acercamos a Independance square, la zona verde más amplia y céntrica, donde vimos un par de garcetas. Sólo estuvimos en esta escala desde las 12:00 hasta las 17:30 h del 31 de enero, así que enseguida contratamos los servicios de una furgoneta con conductor para desplazarnos los dos por la isla. Pronto le hicimos parar al contemplar al borde de la carretera un árbol repleto de garcetas. La segunda parada fue al ver, también al borde de la carretera, una familia de monos.

Tras recorrer tan solo 17 km desde el puerto, llegamos a nuestro destino, el Parque Nacional de la Fortaleza de Brimstone Hill (Brimstone Hill Fortress), una de las fortalezas históricas mejor conservadas de América, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1999. Proyectada por los británicos y construida por esclavos africanos, es un buen ejemplo de la arquitectura militar caribeña de los siglos XVII y XVIII. El primer cañón fue instalado sobre Brimstone Hill en 1690, comenzando a continuación la construcción de la fortaleza.

De regreso a Basseterre hacemos una breve parada para fotografiar la iglesia anglicana de St George, que ha sufrido numerosos incidentes a lo largo de su historia. Todavía nos dio tiempo a tomar una piña colada en el Rum Barrel, animado bar ubicado junto al embarcadero, pagando en dólares USA, la moneda real del país. Antes de embarcar disfrutamos de una pequeña representación del carnaval de Basseterre, el principal evento con que cuenta el país. Próximo destino, la República Dominicana.

Una de las cosas buenas que tienen los cruceros por el Caribe es poder disfrutar de preciosos amaneceres y puestas de sol, con una más que agradable temperatura en la cubierta del barco. Quién me iba ha decir que, pasados dos años, iba a regresar al pequeño estado de Saint Kitts and Nevis, cuya existencia ignoraba hasta mi primer viaje. Así, el 2 de febrero de 2018, a las 11:00 h, tras 17 horas de navegación desde Saint George’s, (Grenada), llegamos a Basseterre coincidiendo la estancia con otros dos cruceros.

En esta ocasión tuvimos más tiempo, 8 horas, en esta escala, pero como ya vimos lo más interesante hace dos años, nos la tomamos con calma, dedicándonos a pasear por el centro de la ciudad, conocido como The Circus, acercándonos a la zona del mercado, a la Torre del Reloj y a la coqueta plaza Independence Square, a la que se asoma la Catedral. Me encanta cuando visito un lugar por segunda vez, pues no tengo la necesidad de ver todo lo posible. Un pequeño grupo musical animó nuestra llegada.

Al mediodía regresamos a nuestro barco, el MSC Fantasía, a comer. En los cruceros utilizamos solo el barco como hotel, pero en esta ocasión dispuse de tiempo para sacar fotos con tranquilidad e incluso para tomar un poco el sol. Eso si, las piscinas y jacuzzis todavía no los hemos utilizado. También tuve una visión casi aérea del puerto de cruceros de Basseterre (Port Zante).

Desde el barco también contemplamos los otros cruceros y el despegue de un avión desde el cercano aeropuerto internacional. Por la tarde volvimos a salir a Port Zante, la terminal de cruceros, para tomar una piña colada. Aquí se concentra el ambiente de la ciudad. Contemplamos la puesta de sol entre las nubes y a seguir navegando. Ya había anochecido cuando, a las 19:00 h zarpó nuestro barco con destino a Fort de France (Martinico), donde concluyó el crucero.

Crucero por el Golfo Pérsico (y 2)

Continúo el relato del crucero por el Golfo Pérsico que dejaba hace un par de semanas en Abu Dhabi, emirato en el que permanecimos en nuestra siguiente escala, la isla de Sir Bani Yas, en la que estuvimos doce horas. La verdad es que esta escala nos sobró, pues su principal atractivo es su enorme playa repleta de tumbonas vacías, cosa que no nos atraía cuando vivimos a 3 km de la playa. Esta isla está situada a 250 km al suroeste de Abu Dhabi y a unos 9 km de la costa de Jebel Dhanna. Hay compañías de cruceros que trasladan su buffet y uno de los bares a la isla, para atender a sus clientes. No fue el caso de la nuestra, Norwegian Cruise Line, así que en la isla no pudimos ni tomar un café.

Es por ello que, por hacer algo, para el 17 de diciembre teníamos reservada la excursión “4×4 Nature & Wildlife Drive Sir Bani Yas” por el Arabian Wildlife Park, de tan solo hora y cuarto de duración, al astronómico precio de 155 € por persona. Me imaginaba una especie de safari africano para observar principalmente los oryx árabes, enormes antílopes autóctonos de la zona, aunque reintroducidos en la isla. La verdad es que nos sentimos estafados, pues fue como visitar un zoo desde un todo terreno. Cabárceno es mucho mejor, muchísimo más barato y lo tengo cerca de casa. Aunque las fotos que os muestro dan un poco el pego, la obtención de algunas me costó bastante esfuerzo, para evitar la alta valla que tenía al lado.

El 18 de diciembre estábamos en un nuevo estado, Bahrain, en el que permanecimos ocho horas, La moneda, el dinar, es la más cara de todas, pues el cambio es de 1 EUR = 0,41 BD. La diferencia horaria se reduce a 2 horas. También habíamos contratado la excursión “A Visit To Bahrain”, de 5 horas de duración y un buen precio, una plaza gratis y la otra a 47 €. Esta me pareció muy correcta, centrándonos en la capital del país, Manama. La primera parada fue en una marisma sobre la que se alzan las ruinas de un fuerte, para luego dirigirnos al Financial Harbour, donde se encuentran las lujosas torres acristaladas y el Bahrain World Trade Center, que incorpora tres turbinas eólicas entre los dos centros comerciales

La siguiente cita fue en la principal atracción del país, la moderna Gran Mezquita Al Fateh, construida en 1987 con capacidad para 7.000 fieles. Para acceder al interior, las mujeres tuvieron que colocarse la abaya, el manto negro que cubre todo el cuerpo. Como curiosidad, la gran cúpula de la mezquita está construida íntegramente de fibra de vidrio, siendo la mayor del mundo de este tipo. El mármol usado en los suelos es italiano, la lámpara de araña es de Austria y las puertas están hechas de madera de teca de la India.

Concluimos la excursión en el Manama Souq, el bazar más antiguo de la capital, cuya entrada principal es el histórico edificio Bab Al Bahrain. El edificio principal está en buena parte dedicado a hostelería, así que preferimos perdernos por las estrechas calles y callejones que lo rodean, donde existen un montón de pequeñas tiendas que venden todo tipo de productos. Por primera vez en este viaje sentimos que estábamos en un país árabe. Antes de regresar al autobús nos tomamos sendos zumos de naranja en un diminuto local, en el que amablemente nos permitieron pagar con dirhams de Emiratos.

El 19 de diciembre teníamos que haber ido a Dammam (Arabia Saudì), pero cancelaron la escala y nos pusieron un insulso día de navegación a cámara lenta para tardar un montón de horas en realizar la corta travesía que separa Bahrain de Doha, la capital de Qatar, a donde llegamos cuando empezaba a anochecer. Aquí la moneda es el ryal catarí (1 EUR = 3,93 QAR), Por la noche contemplamos desde nuestro camarote el skyline catarí, el mejor iluminado de todos, al que nos acercamos al día siguiente, caminando 1,5 km por la Corniche desde el hotel que reservamos para dejar los equipajes, tras tener que abandonar el crucero a las 08:30 h. También disfrutamos contemplando los dhows, las embarcaciones tradicionales.

La jornada del 20 de diciembre se nos presentaba muy intensa, pues disponíamos de 14 horas para estar en Doha pero ya no teníamos la comodidad del crucero. Nuestro primer destino, tras caminar 1,5 km, como ya he comentado, fue un lugar del que me habían hablado maravillas, el Museo de Arte Islámico (Museum of Islamic Art), construido sobre una isla artificial junto a la Corniche, por el arquitecto chino Ieoh Ming Pei, ganador del Premio Pritzker. Además de ser un magnífico mirador sobre el skyline de Doha, alberga un montón de muestras artísticas del mundo islámico correspondientes a los últimos 14 siglos de historia.

Nuestra siguiente cita es el Souq Waqif, un animado zoco centenario que se extiende sobre cuatro manzanas cerca de la Corniche. Pensábamos haber ido caminando pues se encuentra a menos de 2 km del museo, pero como la ruta no era muy derecha, los guardas del hotel nos pidieron un UBER que nos llevó por menos de 3 euros. Los cafés son caros (de 5 a 6 €) pero los taxis resultan baratísimos. Este zoco cuenta con un laberinto de estrechas callejuelas repletas de puestos y una arteria central, peatonal, llena de establecimientos de hostelería, donde primero tomamos un zumo de naranja y luego aprovechamos para comer, mientras contemplamos desde la terraza el espectáculo de la vida en esta arteria tan concurrida. Es la ciudad en la que más mujeres hemos visto vestidas de negro y, para nosotros, la guinda del viaje.

Después de comer, un nuevo taxi nos acercó al hotel también por menos de 3 euros. Eran las 3 de la tarde, hora a la que podíamos acceder a la habitación, pero no la utilizamos para descansar pues, aunque no lo teníamos previsto, decidimos visitar el Museo Nacional de Qatar (National Museum of Qatar), que lo teníamos a menos de 300 metros del hotel. Fue diseñado por el arquitecto francés Jean Nouvel, ganador del Premio Pritzker y recrea las formaciones de cristal naturales conocidas como “rosas del desierto”. Una joya todavía inacabada, aunque su interior no es tan bueno como el de Arte Islámico, cuenta con enormes pantallas digitales, gustándome los espacios dedicados a la fauna originaria de la zona y al mundo del camello. En una zona se expone un avance de lo que será el Museo del Automóvil. Cuenta con amplios jardines y un pequeño bar en el que tomamos el último café del viaje. Amablemente, el camarero nos perdonó el ryal que nos faltaba y nos obsequió con dos pastelitos. La gente ha sido muy amable, pese al temor que nos infundieron algunas personas debido a la guerra en Gaza.

Como comenté al principio, las gestiones con la compañía Norwegian Cruise Line fueron caóticas, pero el crucero realizado en el Norwgian Dawn ha sido el mejor de los cinco que llevamos realizados. En diciembre la temperatura ha sido la ideal, mínimas de 19 grados y máximas de 24 a 25. La única pega es que anochece pronto, sobre las 17:30 en Emiratos y las 16:30 en Bahrain y Qatar.

Crucero por el Golfo Pérsico (1)

2023 ha sido un año muy intenso en viajes realizados, pero todavía me falta contar el último, realizado del 12 al 21 de diciembre. Se trató de un crucero por el Golfo Pérsico visitando tres países, Emiratos Árabes Unidos, Bahrain y Qatar. El viaje original incluía también Arabia Saudí, pero esa escala la canceló Norwegian Cruise Line, compañía que fue un desastre hasta el momento de realizar el viaje. Lo más duro fue llegar a Dubai, punto de partida del crucero y eso que tuvimos la suerte de coincidir con unos amigos en la T4 de Barajas, que nos invitaron a pasar unas horas con ellos en la Sala VIP de Aena, de donde volamos a Doha, poco más de 6 h de vuelo con Qatar Airways, en un enorme Airbus A350-900, el mismo en el que volamos posteriormente, A Dubai tras un par de horas de escala, en poco más de una hora de vuelo. Salimos de Bilbao a las 13:35 h del día 12 y llegamos a Dubai a las 10:15 h del día 13, tras adelantar 3 horas el reloj.

Los trámites para entrar en Emiratos Árabes Unidos fueron muy ágiles, lo mismo que sucedió con el embarque en el crucero Norwegian Dawn, que ya vimos en Getxo el pasado 19 de octubre. Cuenta con 14 cubiertas, 294 metros de eslora, 28 de manga y capacidad para 2.434 pasajeros y 1.032 tripulantes. Mientras que los trámites previos al crucero fueron caóticos, los 7 días pasados a bordo fueron los mejores de los cruceros realizados hasta la fecha, sobre todo por la libertad de horarios y restaurantes para las cenas, pues cuenta con 17 opciones de restauración, y 10 bares, algo de agradecer, ya que cenábamos a la carta. Además siempre dispones del buffet, que estaba muy bien también.

En el aeropuerto cambiamos 150 euros por dirham (1 EUR=3,97 AED), la moneda de Emiratos Árabes Unidos, donde pasamos cinco días. Realmente no hace falta, pues con tarjeta de crédito se llega a todos los sitios, pero por si acaso… Como Dubai ya lo conocíamos y no nos atrajo mucho, dado lo cansados que llegábamos, que hasta las 14 h no pudimos acceder al camarote y que a las 17:30 anochecía, optamos por una buena siesta, limitándonos a contemplar los atardeceres y amaneceres desde nuestro camarote, teniendo enfrente la mole del el Burj Khalifa y sus 828 metros del altura, el edificio más alto del mundo, hasta que Calatrava construya la Dubai Creek Tower, que estaba prevista para 2021. Casi enfrente teníamos también el Queen Elizabeth 2, convertido en hotel de lujo.

Como en Dubai estuvimos en enero de 2015, os dejo un resumen en imágenes de nuestro recorrido por la ciudad: mezquita Jumeirah, la más importante de Dubai, el hotel más famoso, el Burj Al Arab, que presume de tener 7 estrellas, la zona de Dubai Marina, el centro comercial Mall of the Emirates, donde está Ski Dubai, el Zoco de las Especias, el Dubai Creek, el Dubai Mall, el Burj Khalifa y la Fuente de Dubai y su espectáculo de agua. Para más información os remito a lo que publiqué hace más de tres años: https://blogs.deia.eus/de-leioa-al-mundo/2020/11/17/dubai-en-un-dia/

Como era muy barata, el 14 de diciembre nos apuntamos a una excursión en autobús, de cinco horas de duración, por el vecino emirato de Sharjah, considerado por la UNESCO la Capital Cultural del Mundo Árabe. Al pasar por la rotonda del Corán, contemplamos el edificio de la Corte Suprema y la mezquita de Imam Ahmad Ibn Hanbal Al Khaimah. Luego nos detuvimos en el Creek, donde se encuentran las antiguas embarcaciones y más adelante vimos el Palacio de los Gobernantes y el enorme Souq Al Jubail.

Si algo nos gustó especialmente en esta excursión por el emirato de Sharjah fue el Sharjah Museum of Islamic Civilization, que ocupa el impresionante edificio del antiguo bazar de Al Majarrah, completamente reformado en el año 2008. Situado en el paseo marítimo de Al-Majarrah, el Museo de la Civilización Islámica exhibe más de cinco mil de objetos únicos de los siglos I al XIV, como trajes y joyas tradicionales, puertas antiguas, vasijas de barro y cobre y un largo etcétera. Bajo la espectacular cúpula que preside el edificio se encuentra un impresionante mosaico con las constelaciones de los signos del zodíaco.

La siguiente visita fue al Sharjah Fort (Al Hisn Sharjah), una fortificación tradicional de roca, coral y adobe de dos pisos, construido originalmente en 1820, aunque fue demolido con posterioridad y vuelto a reconstruir en 1997. Nuestro recorrido concluyó en el llamado Zoco Azul, construido en 1979 y que no llamó mucho nuestra atención, salvo por la cantidad de joyerías existentes en su interior. Tras pasar dos días en Dubai, nuestro barco zarpó a las 20 h con destino a otro lugar que ya conocíamos, Abu Dhabi.

El 15 de diciembre llegamos a Abu Dhabi, ciudaad que me gusta mucho más que Dubai. Tras desayunar cogimos un taxi y le pedimos al taxista que nos llevara a la Corniche, un agradable paseo costero. Nos bajamos antes de llegar a la altura del World Trade Center, con objeto de caminar unos 7 km hasta el Marina Mall, un centro comercial que el viernes por la mañana estaba muy vació pese a no ser festivo. A la altura de la playa nos tomamos un café en una terraza, contemplando luego los hermosos edificios acristalados, el Palacio Presidencial y el Teatro. También nos detuvimos en el The Founder’s Memorial, realizado en memoria del Jeque Zayed bin Sultan Al Nahyan, fundador de los Emiratos Árabes Unidos. Conocido como The Constellation, tiene 30 metros de altura y 1.327 formas geométricas en su interior. El suelo de la plaza lo limpian con una mopa. Tras caminar más de 10 km, un taxi, muy barato por cierto, nos devolvió al barco, donde pasamos el resto de la tarde.

Para la mañana del 16 de diciembre dejamos un lugar que no conocíamos, pues se inauguró en 2017. Se trata del Louvre Abu Dabi, el mayor proyecto cultural de Francia en el extranjero. Con forma de OVNI, está construido sobre el agua y recubierto por un enorme domo de acero de 7500 toneladas y 180 metros de diámetro. Guarda numerosas joyas de la antigüedad y obras de Kandinsky, Claude Monet, Vincent Van Gogh y Jackson Pollock. La entrada cuesta 15 € y cierra los martes. Casi al lado se están construyendo otros dos importantes museos, el Guggenheim y el Zayed, que simula las alas de un halcón.

Para la tarde dejamos el lugar que más nos gustó en nuestro anterior viaje, la Mezquita Sheikh Zayed, cuya construcción finalizó en 2007 y que supera en lujo al mismísimo Taj Mahal indio. Queríamos así coincidir con los últimos rayos de sol. El icono de Abu Dhabi tiene unas dimensiones de 290 por 420 metros y cuenta con cuatro minaretes de una altura de 107 metros y 82 bóvedas de tamaños diferentes. Lástima que ahora el lugar está masificado al haberse construido un gran centro comercial subterráneo por el que se accede a la mezquita. Ya no hay que descalzarse, pues la visita se realiza por una especie de pasarelas, lo que impide disfrutar perfectamente de su interior y pisar sus lujosas alfombras.

Sobre las 8 de la tarde, cuando nos disponíamos a abandonar el puerto al que llegaba otro crucero, nos sorprendieron con un vistoso espectáculo de luces con drones sobre la zona de los museos. El crucero continúa, pero de ello espero seguir hablando dentro de dos semanas.

The Eden Project, visita obligada en Cornualles (Inglaterra)

En nuestro viaje por Cornualles (Cornwall en inglés y Kernow en córnico), había un lugar que lo teníamos marcado en rojo. Se trata del Proyecto Edén, (The Eden Project en inglés). Es una notable atracción turística construida en una mina de arcilla rehabilitada; ubicada a 2 km de St Blazer, en el que llaman especialmente la atención las cúpulas geodésicas que albergan miles de especies de plantas, divididas en dos ambientes, el Mediterranean Biome y el Rainforest Biome. El proyecto tardó dos años y medio en construirse, abriéndose al público el 17 de marzo de 2001. Situado cerca de la costa este del citado condado, pese a su interés, dejamos su visita para el final del viaje, pues el resto de los días disfrutamos de buen tiempo. Aunque lloviera, como así sucedió, teníamos esos dos grandes recintos a cubierto, además de otros más pequeños, el Visitor Centre y el Core. Unos caballos de corcho nos dan la bienvenida al centro de visitantes.

Como llovía cuando llegamos, provistos de los paraguas lo primero que hicimos fue fotografiar la gran atracción del Eden Project, las cinco grandes cúpulas, que cuentan con una gran cantidad de celdas infladas de tetrafluoroetileno, hexagonales y pentagonales, sostenidas por soportes de acero. Disfrutamos también de los primeros grupos de plantas floridas y de algunas esculturas, como la abeja gigante. El principal objetivo del parque fue utilizar la naturaleza para regenerar esta antigua mina.

Como seguía lloviendo, tras recorrer el centro de visitantes entramos en el siguiente recinto cerrado, el Core, curioso edificio de madera y cristal construido posteriormente, en el año 2006. De su interior llamaron mi atención dos grandes figuras, empezando por “Infinity Blue”, escultura de cerámica de la que sale humo que llega a simular niebla. La otra es “Semilla”, realizada por Peter Randall. Como al fin deja de llover, salimos al exterior.

Una vez en el exterior paseamos por el jardín botánico que rodea el complejo, que cuenta con muchas plantas habituales en Cornualles y en el Reino Unido en general. Como el día está tristón me detengo sobre todo a fotografiar preciosas flores, que es lo que más abunda en esta parte del Eden Project. Se ha echado la hora de comer, así que nos acercamos a dar cuenta de una hamburguesa en el restaurante situado a la entrada del Bioma Mediterráneo.

Aunque en el exterior hace frío, en el interior de las cúpulas la temperatura sube mucho. El primer bioma que visitamos es el Mediterráneo, en el que la temperatura oscila entre los 9 y los 25°C, así que enseguida tenemos que quitarnos los chubasqueros.

El Bioma Mediterráneo cuenta con más de 1.000 variedades de plantas y un pequeño pero coqueto bar. Llaman mi atención los grandes olivos y algunas construcciones, como una tradicional cabaña de pastores de piedra, aunque el objetivo de mi cámara se va en busca de la figura de un ciclista, que simula a un repartidor de autómatas.

El mundo del vino está representado por un vistoso grupo escultórico realizado por Tim Shaw, que representa el mito de Dioniso, dios griego del vino y la alegría, rodeado por sus seguidoras, las Ménadas, que bailan entre las vides. El Bioma Mediterráneo incluye también sendos ambientes dedicados a Sudáfrica y Australia occidental, representado este último por la figura de una serpiente aborigen. Nos está gustando lo bien puesto que está todo.

Cambiamos de ambiente. Nos dirigimos a continuación al Rainforest o Bioma de selva tropical. En él el clima es mucho más cálido y húmedo, oscilando la temperatura entre los 18 y los 35°C. Presume de ser el invernadero tropical más extenso del mundo. En su interior encontramos diferentes ambientes: América Central y Sudamérica, Este de África, Sudeste de Asia e islas tropicales.

La vegetación es exuberante en este bioma, encontrando grandes plantas y hermosas flores, árboles de caucho y cacao, y zonas  de caña de azúcar y plátanos. También nos detenemos ante la escultura “Globe”, que nos recuerda cambio climático en nuestro planeta.

El recorrido final por el Rainforest es de lo más divertido, accediendo al nuevo ambiente por un puente colgante a través de las copas de los árboles, que nos conduce a una hermosa cascada. Vemos sendas construcciones sudamericana y malaya, el camión del azúcar y una recreación de un baobab africano. También nos detenemos a contemplar unas pinturas murales peruanas y una colorista pareja de perdices roul-roul, que habita en el sur de Myanmar, Tailandia, Malasia, Sumatra y Borneo.

La única pega que tiene este atractivo lugar es que la entrada resulta bastante cara, de 33 a 38 libras los adultos y de 11 a 12 los niños y jóvenes de 5 a 16 años. Más información en https://www.edenproject.com/.

Escapada cántabra

Menudo trajín que llevamos este año. Casi sin tiempo para descansar, los días 18 y 19 de noviembre realizamos otra miniescapada por tierras cántabras, centrándonos en los municipios de Mazcuerras, Cabezón de la Sal y Ruente. Nuestro campamento base en esta ocasión no fue un hotel, sino la casa de nuestro amigo Alu, ubicada a 130 km de Leioa junto al arroyo de la Fuente del Ojo, en la localidad de Villanueva de la Peña, el pueblo más comercial del municipio de Mazcuerras. Un moderno puente cruza el río Saja y enlaza esta población con la de Virgen de la Peña, en la que existen varios bares.

El sábado por la tarde después de comer, caminamos el kilómetro que nos separaba de Virgen de la Peña, pasando junto al principal monumento de Villanueva de la Peña, la torre fundada en el siglo XVI por Francisco de Hoyos, caballero de Calatrava. Luego nos detuvimos a tomar unas fotos de un buen grupo de patos que había junto al antiguo lavadero. Finalmente, antes de llegar al puente sobre el río Saja, contemplamos el Santuario de Ntra Sra de la Peña, cuya construcción se remonta al siglo XVII.

Por la mañana, antes de comer, dimos un agradable paseo de casi 7 km, entre ida y vuelta, siendo nuestro destino final Mazcuerras, la capital del municipio del que toma el nombre. Caminamos por una llana pista agrícola pasando en primer lugar junto a una granja de vacas de raza Tudanca. Nuestro agradable paseo lo realizamos por la zona conocida como La Mies, amplias praderas en las que pastan bastantes caballos y numerosas vacas, muchas de ellas Tudanca.

Tras unos 3 km de marcha llegamos a Mazcuerras, pueblo situado en una fértil llanura por la que discurre el arroyo Pulero, afluente del Saja. Nombrado “Pueblo de Cantabria” en 2008, lo primero que encontramos a nuestra llegada fue la iglesia de San Martín, templo de finales del siglo XVII, junto al que existe una elegante fuente. El pueblo también es conocido como “Luzmela”, por ser el escenario de la novela “La niña Luzmela”, una de las obras más importantes de la escritora Concha Espina, que vivió en este pueblo. A ella le han dedicado una estatua.

Continuamos recorriendo Mazcuerras, contemplando sus elegantes casonas y el palacio de Las Magnolias. También observamos cómo juegan unos niños en la Bolera de Manolo Escalante, próxima a nuestro siguiente destino, los Viveros Escalante, que cuentan con más de un siglo de antigüedad, lo que prueba que este pueblo tiene una gran tradición en el cultivo de las flores. Concluida la visita regresamos caminando a Villanueva de la Peña, donde pasamos la tarde.

El 19 de noviembre iniciamos la jornada visitando un lugar que llevaba tiempo en nuestra lista de espera. Se trata del Parque de las Secuoyas, situado a tan sólo 8 km de Villanueva de la Peña, en el vecino municipio de Cabezón de la Sal. En un corto recorrido circular perfectamente acondicionado, recorrimos un bosque de 2,5 hectáreas de extensión, cuya antigüedad se remonta a los años 40 del siglo XX. Cuenta con 850 ejemplares de secuoyas bebé, de una altura media de 40 metros y un perímetro de los troncos de unos 2 metros. Esta especie puede alcanzar más de 1.000 años y medir hasta 115 metros de altura, como pudimos ver en el Yosemite Nacional Park norteamericano. Más información en https://turismocabezondelasal.com/bosque-de-secuoyas/

Para hacer tiempo antes de comer, nuestros amigos nos llevaron a continuación a un lugar del que no habíamos oído hablar y que se encuentra a 13 km de su casa. Nosotros no lo conocíamos pero si la población de la zona, pues encontramos al menos un centenar de coches, así que no quiero pensar cómo estará en verano. Se trata Robledal de Ucieda, situado en el municipio de Ruente, en el Parque Natural Saja Besaya. Tuvimos suerte de encontrar sitio para los coches junto a la Casa del Monte, a la que regresamos, tras dar un corto paseo, para tomar un vino con una ración de chorizo frito.

De esta forma concluyó esta corta escapada por Cantabria, pues después de comer en casa del amigo y de la sobremesa, emprendimos el regreso a Leioa. Es lo que tiene el que en esta época la tarde casi no exista, al ser los días tan cortos.

Ruta del románico pintado alavés

Y de Bizkaia a Araba. Del 11 al 13 de noviembre hemos realizado una miniescapada para visitar unos lugares que teníamos pendientes desde hace tiempo, el románico pintado alavés y el Valle Salado de Añana. Para ello nos alojamos dos noches en el Parador de Argómaniz ****, que ocupa un elegante palacio renacentista desde el que se domina toda la Llanada Alavesa y el macizo de Gorbeia. Es un buen lugar para el descanso ahora que los días son tan cortos. Cuenta con un excelente restaurante, el Aletegui, ubicado en el antiguo granero del palacio, conservando el artesonado original del siglo XVIII.

A las 12 h del día 11 nos instalamos en el Parador. Las ermitas románicas hay que verlas en visita guiada previa reserva en el teléfono 945302932. Sólo se pueden visitar en fin de semana y para el sábado tenemos las dos más sencillas, pagando 4 € por persona. Llueve con ganas cuando nos posicionamos a las 13 h en la primera cita, la iglesia de la Natividad, en Añua, que cuenta con uno de los ábsides más ricos de toda la Llanada. El interior conserva algunos retablos, una colección de nacimientos, bóvedas con elementos geométricos en color rojo y una pequeña escena de batalla con personajes esquemáticos.

Una hora después tenemos la segunda cita a unos 7 km en la iglesia de San Martín de Tours, en Arbulu. Su aspecto exterior se asemeja a la torre de un castillo. Cuenta también con varios nacimientos, pero lo más interesante de su interior apareció tras la retirada del retablo. Se trata de un curioso conjunto de pintura mural roja realizado sobre el primitivo ábside de la iglesia románica, en el que se pueden ver figuras geométricas, animales y dos cruces de consagración. La decoración de las cúpulas merece también la pena.

Tras comer de bocadillo en el Parador, como sigue lloviendo decidimos acercarnos al cercano Santuario de Ntra Sra de Estíbaliz, que abre de 9 a 20 h. Aquí la visita es libre, destacando su fachada principal y un coqueto interior que alberga la imagen de la patrona de Araba. Construido a mediados del siglo XII, destacan en su interior la maestría escultórica de los capiteles, la hermosa pila bautismal y la imagen de San Prudencio. Lo que no puedo entender es que habiendo turismo, el anexo Centro de Interpretación del Románico en Álava, permanezca cerrado en noviembre, diciembre, enero y febrero

Aunque no disponemos de mucho tiempo ya que anochece sobre las 6 de la tarde, como el tiempo mejora decidimos acercarnos al Dolmen de Sorginetxe, que no conocíamos y se encuentra a 20 km del Parador, en Arrizala, tras coger un desvío en la carretera que sube el puerto de Opakua. Merece la pena. Como todavía hay luz, decidimos visitar el otro dolmen de la zona, en el que hemos estado varias veces. Se trata del de Aizkomendi, monumento funerario de la Edad de Bronce, considerado hasta ahora el más grande de Euskadi. Está ubicado en Egilatz, al pie de la autovía A-1. Ponemos así fin a la primera jornada.

El día 12 iniciamos la jornada con la visita a la tercera iglesia, la de Nuestra Señora de la Asunción, en Alaitza, pueblo situado a unos 5 km de Agurain. Allí teníamos concertada la visita guiada a las 11 h. Durante la espera nos entretuvimos contemplando una fuente de 1865 en la que reza “SEPROIVE LAVAR ROPA, BERDURAS Y CARNE”. En el interior destacan las excepcionales y primitivas pinturas rojizas ubicadas en el ábside, en las que se recrean escenas bélicas y de caza, algo extraño en un templo. El precio, el mismo, 4 € las dos iglesias.

Muy cerca, en Gazeo, tuvimos la última visita al románico pintado alavés en la iglesia de San Martín de Tours. Es la iglesia más profusamente decorada con pinturas murales de temática religiosa, realizadas en el siglo XIV, aunque no fueron descubiertas hasta el año 1967, pues habían sido encaladas, además de estar ocultas tras el retablo mayor. Frecuentada en la actualidad por peregrinos del Camino de Santiago, esta iglesia me recuerda un poco por sus pinturas a las de La Vall de Boí. Ha merecido la pena la visita a estas iglesias, pues a veces no valoramos lo que tenemos cerca de casa.

Concluida la visita a las iglesias nos desplazamos a la cercana población de Agurain, que cuenta con un más que notable casco histórico amurallado, principalmente situado a lo largo de la calle Mayor, teniendo en sus extremos dos templos religiosos: las iglesias góticas de San Juan y Santa María. Entre ambas, numerosas elegantes mansiones blasonadas. Lo primero que hicimos es dirigirnos a la Oficina de Turismo de la Llanada Alavesa. Calle Mayor, 8. Agurain/Salvatierra. 01200. Tel 945 30 29 31. En ella se conciertan las visitas a las iglesias pintadas. Comimos de picoteo en un bar de la calle Mayor y continuamos nuestra ruta.

Tuvimos que abandonar Agurain enseguida pues teníamos algo más de media hora de viaje para llegar a nuestro siguiente destino, el Valle Salado de Añana, que hace muchos años que no visitábamos. Ahora solo se puede acceder mediante visitas guiadas concertadas, reservando en https://vallesalado.com/ o en el teléfono 945351111. En nuestro caso, para el domingo por la tarde sólo había a las 16 h, tratándose de realidad virtual, muy interesante, más la visita a las salinas acompañados de una guía erandiotarra, que nos la hizo muy amena. Estamos en uno de los conjuntos culturales, arquitectónicos, medioambientales, paisajísticos y arqueológicos más importantes del mundo, que forma parte del Patrimonio Agrícola Mundial. El agua salada de los manantiales del Valle Salado tiene 240 gramos de sal por litro, siete veces más que los océanos, contando con estructuras de madera de más de diez metros de altura que ayudan a llegar el agua salada a todos los rincones de la salina.

El día 13, antes de abandonar el Parador de Argómaniz, decidimos acercarnos al cercano Humedal de Salburua, para caminar durante una hora por el entorno de la Balsa de Arkaute. Pese a que había recuperado el agua tras la sequía, al morir los peces hizo que sólo pudiéramos ver un buen grupo de gaviotas, unos patos, una garza y algunas cigüeñas volando. Nunca había visto tan poca fauna. Los ciervos también se encontraban muy lejos. Uno de los fotógrafos habituales en el mirador se tuvo que conformar con la “captura” de un zarapito.

Es una lástima que, con lo interesantes que son las iglesias románicas, para llegar a ellas no existe casi señalización, teniendo que tirar de Google Maps que, en una ocasión, nos jugó una mala pasada.