La puta guerra

Emilio Morenatti nos está mostrando, con su habitual sensibilidad, la guerra que hay a dos pasos de la puerta de nuestra casa. Como Morenatti son muchos las y los fotógrafos, las y los cámaras y las y los periodistas que sobre el terreno se juegan el pellejo para mostrarnos que no hemos aprendido nada, y que para que siga fluyendo el gas a Europa y los astronautas estadounidenses sigan alcanzando la estación especial internacional, hemos mantenido a sátrapas al frente de gobiernos y ejércitos agigantados. La nuestra es una civilización de mierda y necesitamos que nos la muestren con toda su crudeza.

Les hemos dejado solos y solas

Los primeros días de esta guerra están siendo terriblemente crueles, por lo que la escalada puede resultar desgarradora: hemos visto a personas que huyen, que mueren y que se salvan de un bombardeo por los pelos, a familias que lo han perdido todo, a soldados heridos y a un tanque ruso pasar por encima de un vehículo ocupado en Ucrania salvajemente. Pero lo peor es la impotencia: hemos visto a una OTAN maniatada por una amenaza nuclear heredera de la guerra fría y a una UE que lo más duro que ha podido hacer es iluminar un edificio con los colores de la bandera de Ucrania, a cuyos habitantes hemos abandonado a su suerte.

Con nocturnidad y alevosía

Aprovechando que la invasión rusa sobre Ucrania ha aplastado también el resto de la actualidad, el gobierno de la Comunidad de Madrid ha reconocido que el hermano de Isabel Díaz Ayuso ha facturado más de 280.000 € por importaciones de material sanitario durante la pandemia, es decir, una cifra prácticamente igual a la que daba Pablo Casado. Quien ha reconocido el montante se ha aprovechado del cambio de telón que le ha proporcionado la guerra, pero también hay una buena carga de recochineo: solo con Casado derrotado y humillado han reconocido que la verdad la dijo el que se va y no la que se queda.

No lo entiendo

La puta guerra le ha venido bien a Pablo Casado para coger aire, lo que es un alivio para cualquiera que lo pasa mal viendo sufrir a otro ser humano, aunque haya sido un ser vil en lo político. Pero ni la guerra puede hormigonar la mazmorra del PP que ha quedado a la luz, con algunos detalles mezquinos que tienen más importancia de la que parece: “Ángel Carromero deja el PP: ‘Ya nada tiene sentido’”, leemos en El Plural. No lo entiendo: no entiendo a quienes abandonan la militancia en un partido cuando se agotan sus expectativas de tener un sueldo gracias a esa misma militancia. Igual soy un romántico. O un viejo.

La importancia del periodismo

Ayer, mientras la guerra azotaba a Ucrania y escocía en toda Europa, y mientras los titulares sobre el desastre en el PP luchaban por no caerse de las webs, Radio Euskadi emitió un programa especial para celebrar los 40 años de la UPV/EHU. Lo hizo desde la Facultad de CC.SS. y de la Comunicación, que fue mi casa durante diez años. La celebración, el recuerdo a las primeras generaciones de periodistas (en la figura de Andoni Ortuzar, nada menos) y la reivindicación de la profesión sonaron igual de necesarias. Sobre todo, esta última: sin periodismo, sin periodistas, no estaríamos hablando de nada de esto.

No podemos

Antonio Cartier se preguntaba en Twitter, con pleno acierto, si “podemos dejar de mirar a otro lado” después de ver, con estupor, cómo el fascista Angel Dzhambazki hacía esta semana en el Parlamento Europeo el saludo nazi para abandonar la eurocámara durante la discusión en la que se exponía, con acierto, que Hungría y Polonia tendrán que pasar por el aro democrático para recibir el dinero de la recuperación poscovid. Por muy incómoda y violenta que sea la imagen no podemos evitarla, tenemos que abordar de la manera más realista y seria el problema que tenemos: los fascistas son el enemigo y el enemigo tiene fuerza.

La risión

Seguro que en la cabeza de Emilio Delgado sonaba espectacular su propia idea: coger un periódico, hacerle dos agujeros y mirar a través de ellos a Isabel Díaz Ayuso mientras hablaba en la Asamblea de Madrid, a modo de espía de comedia. Pero lo único que consiguió el parlamentario de Más Madrid es ser el único que se acercó al ridículo que, sin duda, hicieron las y los grandes líderes del PP madrileño y nacional a mediados de esta semana. La política es una cosa seria, no necesariamente aburrida (y a los hechos protagonizados por Ayuso, Casado y García Egea me remito), pero sí es seria. Y así hay que tomársela.

La política también son los equipos

La política, esa cosa que hay que tomarse en serio y de la que tenemos que expulsar a los fascistas, no la hacen los partidos, ni siquiera los gobiernos: la hacen los equipos. Los equipos que forman las y los líderes, y que deciden qué va a hacer el partido y el gobierno de turno. Así que, sí, un partido y un ejecutivo valen tanto como lo hacen sus mejores equipos. Precisamente por eso, este tuit de Ícaro Moyano resulta tan poco esperanzador: “Carromero, Teodoro y Alberto Casero. El delta force de Casado da un poco de risa floja. Hay días que Miguel Ángel Rodríguez desayuna más fuerte que zamparse a estos 3 mosqueteros”.

No todo el acoso fue este acoso

Sigo creyendo que el acoso que recibieron Pablo Casado, Irene Montero y su familia en su propio hogar fue injustificable y que sus responsables deberían desfilar por el juzgado sin excepción. Por lo que la absolución a uno de los periodistas que lo perpetraron me pareció escandalosa… Hasta que empezamos a conocer detalles de la denuncia y la sentencia que Chema de Pablo explica bien en Twitter: el error fue el enfoque de los denunciantes. Y me temo que también de quienes lo hemos contado: los hechos juzgados son muy concretos. Lo que tuvieron que soportar abarca mucho más. Y de ahí emana la indignación.

Estamos volviéndonos gilipollas

Los fascistas y los políticos que piensan en el tuit y el chistaco llegan a los parlamentos si alguien los mete en una lista y muchas personas les votan. El problema es que nos estamos volviendo gilipollas. Pero gilipollas de verdad. Todos y todas. Y vemos, escuchamos o leemos noticias que deberían de movernos a tomar decisiones y no hacemos nada. Incluso en lo más banal: Facebook está muerto, lo sabemos desde que Zuckerberg anunció Meta. Algunos aprovechan para sacar los últimos millones del negocio pero este se acabó. Que el jefe obligue a sus trabajadores a llamarse entre ellos “metacompañero” o “metacolega” es solo la evidencia más palpable. Pasemos página.

«Guerra total»

Al PP no le duran las alegrías ni lo que dura una noche electoral: la “guerra total” (me parece que Público ha acertado en su definición) que se han declarado los unos a los otros solo puede traer el colapso de la cúpula del partido. A nadie se le escapa ya que Pablo Casado es un cadáver político, que no va a ser nunca una alternativa real a Pedro Sánchez, pero la que ha montado (o ha dejado que monten, que en este caso, da igual) con un espionaje a Isabel Díaz Ayuso, su gran rival interna y, a la vez, uno de los valores políticos de este PP desnortado, solo puede acabar mal. Y sí, la responsabilidad es atribuible a Casado.

Ángel Carromero, en el centro

¿Qué ambiente se respiraba en los despachos de los populares ayer, tanto en la sede principal, como en el gobierno de la comunidad de Madrid, como en el ayuntamiento de la capital de España? Es muy difícil levantar ese mal rollo, esa sensación de traición y de estar expuesto al escarnio público por los que son “los tuyos” y “las tuyas”. Porque esto no va de hechos (el espionaje en sí mismo) sino de personas: algunas fuentes apuntan a Ángel Carromero (nada menos que director general de Coordinación del Ayuntamiento de Madrid) como brazo ejecutor. Levanta eso internamente y ante la opinión pública.

Y el hermano, claro

Todo apunta a que el supuesto espionaje buscaba desactivar a Isabel Díaz Ayuso como enemiga interna de Pablo Casado. Para lograrlo, el elegido ha sido el hermano mayor de la presidenta de la Comunidad de Madrid: “Sus negocios como freelance, como autónomo, comisionista o heredero de sociedades de sus progenitores también han ido poco a poco haciéndose hueco en los medios de comunicación”, leemos en El Plural, donde también explican cómo Tomás continúa participando en contratos adjudicados por la comunidad de Madrid, como hicieron su madre y su padre en la época de Esperanza Aguirre.

¡Qué va a hacer el PP!

El desmentido por parte del PP es inevitable. ¿Qué van a hacer? Tampoco corre ningún riesgo el puesto de trabajo de Ángel Carromero, ni los contratos en los que participa, de manera directa o tangente, Tomás Díaz Ayuso. Cualquier paso que alguien dé ahora será susceptible de ser interpretado como consecuencia de las noticias que han atravesado al PP de norte a sur. Así que, al mal ambiente y a la sensación de decepción habrá que añadir el bloqueo. No solo en acciones: los bloques de isabelistas y pablistas se apretarán y mirarán de frente ahora más que nunca. Otra vez, el PP de Pablo Casado es corto en victorias y largo en derrotas.

Hombre, algo hay

Lo más difícil para el PP va a ser coser el partido internamente. Esa es una tarea compleja, que siempre se alarga más de lo deseado y, lo peor, que es percibida en el exterior como un síntoma de debilidad, de fragilidad, como si te desactivara para empresas mayores. Que se lo digan a Pedro Sánchez, que hizo implosionar al PSOE. Ahora le toca al PP, que tendrá que cobijar su escándalo y tensión internas mientras fuera arrecia: los juicios por corrupción siguen celebrándose y la cadena de adelantos electorales que Casado había programado para escalar hasta las generales ahora le puede pesar y hasta asfixiar.

Y salió Bea Fanjul

Por si la campaña del PP no había sido suficientemente disparatada, en la recta final decidieron poner detrás de un atril a Bea Fanjul, cuyo discurso está ya en la historia de las campañas desastrosas: llamar “malo conocido” a la candidata y pedir que a Ángel Carromero que no la matase, cuando el jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso está condenado a cuatro años de prisión en Cuba por homicidio involuntario, es una bestialidad. Una bestialidad y el resultado de elegir a representantes (Fanjul es diputada por Bizkaia y presidenta de Nuevas Generaciones) cuyo único discurso consiste en ser joven, alocada y de derechas.

¿Lo bueno por conocer?

Si Isabel Díaz Ayuso es lo “malo conocido”, según Bea Fanjul, ¿quién es lo “bueno por conocer”? Mónica García, la candidata de Más Madrid, partía en desventaja por alcanzar menos notoriedad que la del PP, Iglesias, Gabilondo o Monasterio. Pero ha acabado por hacerse un hueco como alternativa a Díaz Ayuso. Alternativa en todos los aspectos: profesional de la medicina, madre, progresista y centrada, frente a las salidas incomprensibles de la actual presidenta. Más Madrid puede ser hoy la primera opción de la izquierda madrileña, y Errejón puede coger aire y liderar una nueva izquierda española.

La campaña del postureo

Pablo Iglesias se equivocó de ola y, claro, se ha caído de la tabla antes de ponerse de pie sobre ella: cambió su vicepresidencia por ser cabeza de lista de su partido en Madrid, mostrando lo desnortado que estaba, y su campaña se ha basado en competir por ser el más belicoso con Isabel Díaz Ayuso y el tándem Monasterio-Abascal. Lo más probable es que su partido sea hoy la quinta fuerza, la última en el Parlamento, y que su radicalidad haya asegurado el gobierno de derechas. El frentismo de su campaña solo ha sido comparable al postureo: las fotos que lo endiosaban lo alejaban de la realidad. Así ha sido su política siempre.

Despedirse citando a Hegel

Diaz Ayuso sabía que pillaba a casi todos desprevenidos cuando convocó las elecciones: solo Podemos supo recomponerse con un autogolpe. Pero el PSOE no supo o no quiso montar una alternativa a Ángel Gabilondo. Así que el veterano político ha sido el cabeza de cartel a su pesar, o eso transmitía. Su despedida de la campaña en Twitter, citando a Hegel, (“Nada se ha hecho sin una gran pasión”) es solo el último ejemplo de lo extraño que ha sido todo en el PSOE. Un PSOE del que solo espero que no se deje convencer por el PP de que estas elecciones autonómicas tienen que ver con el gobierno de Pedro Sánchez.

España

Tengo la sensación de que todos, empezando por mí, hemos escrito demasiado sobre la extrema derecha española. Es evidente que lo son y quien no lo vea es más tonto de lo que cree o es un colaboracionista. ¿Qué campaña han hecho Monasterio y su jefe de la misma, Abascal? La que esperábamos: señalar a emigrantes, hablar de falsas libertades, beneficiarse de cuentas falsas en redes sociales para colocar mentiras y sacar la bandera a cada paso. No hace falta decir nada: ellos solos se definen. Tampoco hace falta mencionar a Edmundo Val ni a Ciudadanos que, como UPYD, se disuelven en la insignificancia. Que voten de una vez.

¿Y qué sabrás tú?

El presidente de Ciudadanos en Catalunya, Carlos Carrizosa, respondió a la reclamación de “libertad” que hacían los parlamentarios nacionalistas con un “no pasó ni en las peores épocas del País Vasco”. Carrizosa demuestra saber muy poco. En las peores épocas del terrorismo en Euskadi (supongo que se referirá a eso) había muertos sobre la mesa todas las semanas, tensión en las manifestaciones de repulsa porque algunos defendían a los fascistas de ETA y salían al paso desafiantes, y miedo al pasar cerca de comisarías. Nada es comparable a la Catalunya de hoy, y quien hace la comparación es un ignorante o un manipulador grosero.

Otro que anda despistado

Una pregunta similar me hago ante Pedro Sánchez: ¿es un ignorante o se piensa que todos menos él somos tontos? No ya solo porque nos intente colocar “el relato” del fracaso de las negociaciones y la excusa para unas nuevas elecciones injustificables. También porque se atreve a decir, como explican en Público, que Felipe VI guarda los valores de la II República (sí, yo también he alucinado) y que Podemos es una especie de extrema izquierda con la que no pudo pactar. ¿Intentará pactar con los de Iglesias después del 10-N? ¿De verdad no se da cuenta de que los votantes sí percibimos lo que intenta?

¡Este sí que es listo!

Ángel Carromero es el ejemplo de todo lo que está mal en política. Un tipo que empezó en las juventudes, que no ha tenido empleo conocido en la empresa privada, ni valor reconocido en la cosa pública, pero que siempre está ahí. No solo eso: es que siempre está mejor. Desde esta semana es el nuevo director general de Coordinación de la Alcaldía de Madrid, un puesto con 90.000 € de sueldo al año, según Eldiario.es. ¿Qué ha hecho para merecerlos? En todos los partidos, por cierto, hay un Ángel Carromero o más de uno que siempre está ahí. También en los de la nueva política, aunque les fastidie admitirlo.

No hay donaciones para todos

Íñigo Errejón apostará también por las donaciones y los microcréditos para financiar su proyecto. Me cuesta creer que haya tanta gente dispuesta a dar o prestar su dinero para que dos partidos políticos monten sus campañas, sinceramente. Un modelo de negocio que se basa en la excepcionalidad (solo hay uno que pide esa colaboración ciudadana) no es un modelo de negocio como tal. Pero hay más: en Vozpópuli han buscado los datos de la campaña del pasado mayo (Más Madrid prometía transparencia sobre su financiación) y a las puertas de un nuevo proceso no han publicado ninguna cifra del anterior.

Tampoco hay más público potencial

68 millones de euros al año, lo mismo que el Manchester United, eso es lo que quiere sacar el Liverpool a Nike por su camiseta. Una pretensión que choca con el acuerdo actual que tiene con New Balance, según leemos en Palco 23. Cifras, una vez más, locas, y que las firmas deportivas tendrán que rentabilizar cobrando 100 € por cada réplica (ya ni siquiera es como la camiseta de los futbolistas) al aficionado de a pie. Y los clubs permiten este atraco a mano armada a su base social porque, simplemente, ya no hay más público potencial en el mundo al que impactar y colocar los productos o los partidos. Y lo saben.