“Trabajaremos para el cumplimiento íntegro del Estatuto de Gernika y el Amejoramiento de Navarra. Es terrible que tantos años después tengamos que estar intentando conseguir lo que debería ser efectivo por ley. Es incomprensible que esté sujeto a pactos”. ¿Quién ha dicho esto, Iñaki Anasagasti en 2004, o Mertxe Aizupura la semana pasada? ¿Quién lleva un retraso, en el mejor de los casos, de casi 20 años? ¿Quién acaba de caerse del guindo? ¿Quién acaba de darse cuenta de lo que cuesta hacer un plato de lentejas? Pero da igual: una frase tan viejuna parece un descubrimiento en boca de quien descubre ahora cómo funciona Madrid.
Lo dan por hecho
Dori Toribio ha llevado a Twitter lo que es un secreto a voces: la preocupación en el mundo de que la extrema derecha avance y pueda alcanzar el poder en España, de manera directa o indirecta, el próximo domingo. La periodista cita al New York Times, pero no es el único medio que se pregunta si España será el próximo país con los fascistas tomando decisiones o forzando al gobierno a que las tome. A PSOE y PP esto les importa más bien poco: España lleva siendo un país que camina entre el trile y la autarquía por propia elección, desde que era Castilla. Europa o el Mundo entero son solo incordios que de vez en cuando hay que atender.
Si no lo ven, no existe
Entiendo que el negacionismo del calentamiento global que practican en Vox está bien pagado: fabricantes de aviones privados, refinerías, incluso minas de carbón estarán cubriendo de oro a los Espinosa de los Monteros y Abascal por rechazar un cambio climático tan evidente como peligroso. Si no, es que son muy tontos. Tanto como para “cerrar agencias meteorológicas”, según La Marea, medio en el que también destacan que “el partido de extrema derecha incluye en su programa electoral que España abandone los acuerdos climáticos”. Si no vemos el problema, no existe. Eso marca su nivel.
“Los sindicatos acusan…”
Cuando Pedro Sánchez convocó las elecciones para el próximo 23 de julio e, inmediatamente después, empezamos a prever una avalancha de voto por correo, un amigo me comentó: “A ver cuánto tardan los sindicatos en montar una huelga por exceso de trabajo?”. No han llegado a hacerlo salvo en casos puntuales pero, por supuesto, “los sindicatos acusan a la dirección de Correos de ‘incompetencia’” (El Independiente). A mí esto me parece solo otro exceso cuando la plantilla se ha ampliado y, sobre todo, cuando la ciudadanía ha seguido el procedimiento y ha esperado pacientemente las colas (salvo en casos puntuales, nuevamente).
Musk quiere medirse el pitilín
Hemos asistido al ridículo de que dos de las personas con más dinero del planeta se han ofrecido unas hostias en redes sociales. Elon Musk y Mark Zuckerberg han quedado sin fijar fecha ni hora en resolver sus diferencias a tortazos. Además, el de Facebook ha colgado algunas fotos de cómo va modelando su cuerpo, acompañado de grandes luchadores que le entrenan. Como respuesta, literalmente, Elon Musk propone que se midan los pitilines. Por un lado, la idea me gusta: cualquier cosa que sustituya a la violencia es bien recibida. Por otro lado, creo que este espectáculo es de todo menos la polla.