¡Se acabó el coronavirus!

Ya no hay covid: el Consejo Interterritorial de Salud ha decidido que, mañana, sol y buen tiempo. Espera, que me lío: la asamblea de majaras se ha reunido para acordar que el nuevo aforo de los estadios de fútbol es el viejo, esto es, del 100%, pero siempre que haya un espacio de 1,5 metros entre persona y persona. Dada la claridad del anuncio en general, no sé si ese metro y medio tiene que guardarse también cuando los jugadores hagan una barrera, en el área pequeña cuando se saque un córner o en las colas del baño y los ambigús. Pero el mensaje ha quedado claro: se ha muerto el covid, viva el covid.

La risión

La contradicción evidente, en la que todo el mundo ha reparado, al parecer, fuera de ese consejo interterritorial y de quien se apresuró a transmitir la noticia a primera hora de la mañana de ayer, sigue sin respuesta. Gotzone Sagardui, que ha vuelto a poner la cara para que se la partan, ya ha avisado que en la CAV nada cambia hasta que el LABI tome una decisión la semana que viene. El propio Gobierno Vasco probó el sabor, al final del confinamiento, de medidas que se contradecían a sí mismas, y aquello fue criticado. Correcto. Lo que no podemos es criticar también que se tome la decisión sin prisa.

¿Qué amenazas?

Héctor de Miguel, más conocido como Quequé, ha borrado el tuit en el que advertía que, o se levantaban las restricciones, o “se vienen cositas”, jugando con esa expresión tan cutre como de moda. Quiero entender que el humorista avisaba de un modo genérico del cabreo generalizado. Pero su alerta estaba mal planteada (por algo la habrá borrado): ese enfado coral no puede ser alentado ni justificado. Al contrario: ante el mismo, explicaciones, esfuerzo y denuedo para que quede claro que la pandemia nos pasa a todos y que las medidas están tomadas para pararla, no para pararnos porque sí.

No, no vamos a quedarnos tontos

Solo puedo aplaudir este tuit de Alberto Elías: “A ver, que a veces llevo mascarilla por la calle porque me da pereza quitármela en los cinco minutos que hay de la salida del metro a mi casa o porque voy a entrar a una tienda o whatever, relajad la raja. Los de ‘tenéis un trauma’ ya lucís peor que los polis de balcón del 2020”. No, no vamos a quedarnos tontos por usar la mascarilla por la calle, ni por tardar un mes más en ocupar todos los estadios (que no se llenan ni aforados), ni si no bailamos en un bar este fin de semana después de bajarnos una botella de Larios en el parque. Los listos, esos sí que han demostrado que son tontos.

¿Y quién se responsabilizará de las muertes?

No falta mucho, solo unos días, para que recuperemos parte de la normalidad que esta pandemia mundial nos ha arrebatado: vamos a volver a vernos las caras, vamos a volver a tocarnos, vamos a volver a beber de pie y a saltar en un concierto. Y lo podremos hacer gracias a las vacunas que, probadas con mucha precaución, sustituirán al resto de medidas. Y si alguien no se ha vacunado aún que piense que va a estar absolutamente expuesta o expuesto al virus. Por extensión, quien sugiera que no es necesario vacunarse cargará con muertes concretas en su cuenta. Y no vamos a olvidarnos jamás de ello.

Neville empezó la jugada

Como en aquel Manchester United de finales de los 90 cuyas alineaciones nos sabíamos todos, Gary Neville empezó la jugada en su banda, Sky Sports, que ha acabado con la Superliga: el exjugador y ahora comentarista fue beligerante y claro, la misma noche del domingo, contra la competición que su equipo, junto a otros once, habían anunciado. Neville no se cortó un pelo, habló en caliente y habló bien de la importancia del fútbol y de las competiciones a las que se accede por méritos deportivos y no solo económicos, y lo hizo ante grandes audiencias y en contra del club al que anima cada domingo. Neville, en mi equipo.

El show de Florentino Pérez

Por su parte, el máximo valedor de la Superliga, Florentino Pérez, eligió un show llamado “El Chiringuito” para explicar en qué consistía el negocio. Solo unas horas después, sus afirmaciones empujaron a quien guardaba un mínimo de dignidad a abandonarle. En su “debe” quedará para siempre que su alejamiento de la realidad social y futbolística se cargó en solo unas horas su obra magna. Miguel Quintana resumía las declaraciones del madridista: “¿Por qué no hacer competiciones más igualadas y emocionantes? Si este nivel económico es insostenible, ¿por qué no reducir los sueldos absolutamente disparatados?”.

El mayor negocio del mundo

El fiasco de la Superliga y el modo en el que se precipitó el desastre podía haber servido para parar los pies a esos clubes que, por ricos, se creen los dueños del fútbol. Pero no va a ser así. El Norteño en Twitter, que se declara “madridista irreductible”, hace un interesante resumen de cómo la UEFA ha “solucionado” esta crisis: “Se saca de la manga 7000 kilos. Cómo, no importa”, “un silloncito para Rummenigge”, “vamos a cambiar el modelo del Fair Play Financiero por otro más flexible y comprensivo con las circunstancias de clubes como el PSG y el City” y “para el resto de los ingleses, pasta gansa”.

Pero los mismos gestores

No puedo añadir ni quitar nada a este tuit de Outconsumer: “Que los clubes más grandes del mundo representando al deporte más grande del mundo estén arruinados igual debería dar para una reflexión sobre cómo se sostiene el deporte profesional”. El fútbol, está claro, lo sostiene el aficionado cercano, que es el que se gasta la pasta indecente en una camiseta, el carné de socio y la cuota mensual de televisión para ver los partidos. No lo sostiene la falacia esa del público oriental hambriento de fútbol por el que se modificaron los horarios, ni quienes se compran camisetas falsas a miles de kilómetros.

Spain is different

Esta semana tiene que servirnos para coger la matrícula a esos periodistas que lanzaron las campanas de la Superliga al vuelo, esos contertulios que abrazaron un modelo exclusivista y esos opinadores que pusieron sus voces al servicio de quienes tienen el dinero y el poder. Pero también a los aficionados: en las redes sociales ha quedado claro que mientras en Inglaterra no querían que a ningún club le regalasen estar en la Champions, en España a muchos les parecía bien comprar ese derecho. Por no hablar de esos jugadores que han callado hasta que todo ha estallado. El fútbol nos explica y a algunos la Superliga fallida les he definido.

La tele que adoctrina

¿Se imagina al lehendakari Urkullu explicando a niños y niñas en un programa de televisión dedicado a él que los nacionalistas vascos queremos decidir por nosotros mismos y los nacionalistas españoles nos quieren imponer su decisión? ¿Se imaginan al president Torra haciendo esto en un programa de la TV3 y con los recursos del medio en redes sociales para mayor gloria suya? Pues lo está haciendo el nuevo alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, del PP, en Telemadrid, hablando de izquierdas y derechas. ¿Qué tele adoctrina? ¿Qué partidos políticos usan para sus fines lo público?

Los medios que señalan

Tiene razón el president del Parlament, Roger Torrent, en que están intentando criminalizar el nacionalismo catalán. Será porque en Euskadi sabemos cómo funciona la caverna (ahora está de moda llamarlo “cloacas”), pero huele muy mal ese chorro de opinión e incluso información acrítica que señala a un movimiento que ha dado ejemplo como pacífico y civilizado (sobre todo a unos cuantos vascos que ahora intentan arrimarse como sardinas al ascua). Incluso aunque los detenidos quisieran atentar (cosa que sigo dudando leído todo lo leído) tendríamos que hablar de hechos aislados. ¿O lo importante es manchar el nacionalismo?

Podemos se rompe en mil pedazos

Hay varias elecciones dentro de las del próximo 10-N: las del sentido común contra el de supervivencia de Sánchez, las del PP para reunificar voto del bloque de derechas y extrema derecha, las elecciones propiamente dichas, entre ese bloque ultraconservador y el resto, y las elecciones entre ex y actuales miembros de Podemos y contra Podemos. Lo que está claro es que el partido morado se ha roto, y la maniobra de Equo, que se va con el partido de Errejón salvo su fundador y alguna federación, que se quedan con Iglesias, es el mejor ejemplo de lo hecho trizas que llega Podemos a la campaña.

No necesitamos a Glovo

Por mucho que lo intente no voy a ser capaz de expresar mejor que Jorge Matías en Twitter mi opinión sobre Glovo y el resto de empresas similares: “Un payaso como el de Glovo amenazando con llevarse inversión a otros países si no le dejan hacer lo que le sale del nabo con los trabajadores. Pero qué coño es esto. Que es Glovo, un puto cagao de app. Ni que fuera General Motors. Pero si sois el Candy Crush de la pizza, payaso”. Lo que más me sorprende es la cantidad de personas con condiciones laborales mejorables (la mayoría) que no muestran problema en contar con estas empresas que explotan a sus “riders”.

Tampoco este periodismo

No sé si me parece bien que Julio Maldonado arremeta contra programas deportivos como El Chiringuito después de que cancelaran el suyo, diametralmente opuesto. Sí sé cuál es mi opinión sobre este periodismo deportivo de falsas exclusivas, espectacularización extrema de la anécdota, forofismo garrulo y empoderamiento de periodistas que dudo que sean capaces de escribir una buena crónica. Y sí creo en el buen periodismo deportivo que disfruto más en los medios generalistas y en alguna publicación especializada y cuidada que se aleja de chiringuitos y sus copias. Necesitamos sosiego hasta en el fútbol.

¡Hagámoslo!

“En pocos meses han caído dos gobiernos en los que estaba la ultraderecha: Austria e Italia. Gracias al periodismo de investigación y a la altura de miras de otros partidos. Demostrado: ejercer la responsabilidad periodística y política es la mejor manera de defender la democracia”. La periodista Berta Herrero era así de contundente en Twitter y yo lo celebro porque a veces necesitamos que nos recuerden que, nosotros, sí podemos. Me refiero a los periodistas, a los políticos… Y a las y los votantes debidamente informados que se enfrentan a la extrema derecha: juntos volveremos a vencerla.

Nos toman por tontos

La nueva política consiste en repetir los clichés de la vieja mucho más rápido pero con una nueva etiqueta y con más intensidad. En especial, hay una práctica de la vieja política que la nueva parece haber sublimado: la de tomar por idiota al personal. Las ofertas públicas de Podemos al PSOE mientras Echenique desprecia a los socialistas en Twitter alcanza unas cotas de hipocresía nunca vistas. Y lo de Ciudadanos en Madrid, ya, es de matrícula de honor: casi de un día para otro hacen inauguraciones como si hubieran ejecutado las obras. Eso es tomar por idiota a la ciudadanía, y siempre pasa factura.

Nota mental

Precisamente, ni Ciudadanos ni PP son de esos que ponen pie en pared contra la extrema derecha. Al contrario: se apoyan en ella y la empoderan. ¿Por qué? Desgraciadamente, porque todo apunta a que persiguen los mismos objetivos: “¡Que cuando dicen ‘bajar los impuestos’ no están hablando de los vuestros! ¡Que hablan de los impuestos de ellos, de los ricos! ¡Que parecéis gilipollas!”, exclama Pani El Rojo en Twitter como respuesta a los anuncios de rebajas fiscales de Díaz Ayuso o Juanma Moreno, punta de lanza del pacto a tres derechas extremadas para beneficio de los que llevan siendo poderosos, por lo menos, unos 80 años.

Todos llegamos tarde

La media punta del Valencia, Mapi Vilas, ha logrado hacer viral una respuesta suya en Twitter al programa El Chiringuito: “Ya estábamos en el mapa. Otra cosa muy distinta es que no tuvierais interés en verlo”, después de que en el programan anunciaran que “el fútbol femenino se ha puesto en el mapa con la llegada del Real Madrid”. La afirmación de los televisivos, como siempre, es un diez en provocación y un suspenso en realidad, pues antes de Florentino Pérez ya llenaban estadios. Pero no es menos cierto que todos llegamos tarde: las futbolistas siempre han estado allí, nuestra atención, no.

La moda de parecer pobre

Parecer pobre no pasa de moda. Es una manera de legitimarse que, sobre todo algunos votantes de izquierda declarados, ejercen tanto como pueden. Aseguran que crecieron en barriadas, que viven en barrios obreros, que conducen coches de gama media y que van de vacaciones donde pueden. ¡Vaya, pues como todos! El tono ese lastimero de la clase media intentando parecer baja hace tiempo que suena aburrido, pero cuando lo práctica alguien como el Cholo Simeone en el Atlético de Madrid (donde podría estar cobrando 24 millones netos por temporada), declarándose “equipo del pueblo” suena a chiste malo.

Este Athletic, sí

Markel Susaeta representa al Athletic que queremos, incluso en su despedida, que Iñaki Williams ha calificado de la mejor manera posible: “Ejemplo”. Ejemplo de entrega y ejemplo de sabiduría: Susaeta conoce cuál es su rol, el de jugador, y qué es lo importante, el Club. Porque sin el Athletic tal y como lo conocemos no habrá más Susaetas. Una vez más comprobamos que el mayor enemigo del Athletic somos los la de la grada, los de los despachos y los que viven del negocio, que podemos provocar que cambiemos demasiado, hasta dejar de reconocernos como un club singular y empecemos a vernos como un club más.

¿De verdad no tiene sitio?

Sí, hay que mirar al futuro. Sí, el Athletic no debe nada a un jugador al que ha pagado cada euro del sueldo. Sí, el futbol cambia muy deprisa (al ritmo que marcan los representantes) y, sí, cada verano tenemos que renovarnos y hasta reinventarnos, pero los datos que ofrece la Adurizpedia sobre Susaeta son difíciles de mejorar: máximo asistente de los últimos 20 años, el único que ha marcado y asistido en las doce últimas temporadas junto a Messi, más de 20 partidos por temporada y titular en todos los partidos de la temporada buena de Bielsa. ¿De verdad que este jugador no tiene cabida en la plantilla?

Empecemos por nosotros

Acierta José Manuel Monje cuando tuitea: “¡Qué pena no haber escuchado en San Mamés el apoyo que estoy viendo por aquí a Susaeta!”. Markel Susaeta, hoy admirado por todos, siempre fue un jugador que contó con detractores por por poco ambicioso. Pero contó para todos sus entrenadores y así ha sumado más de 500 partidos en el Athletic y esta semana hablamos tanto de él en los medios, en Twitter y en los bares, oficinas o casas. Creo que esta situación también debe obligarnos a mirar al espejo: si nuestro club es singular tenemos que mantenernos como una afición diferente. Y me temo que no lo estamos haciendo.

Esto es fútbol

Mientras en Bilbao estamos penando por cómo juega el Athletic (aunque todos hubiéramos firmado en Navidad estar hoy como estamos) y lamentando que un jugador como Markel Susaeta haya desestimado renovar con el Club, en Liverpool esta semana están de fiesta futbolística. ¿Por qué? Porque han logrado reunir todo lo que nos gusta del fútbol: un equipo histórico, una afición admirable, una gesta, la victoria sobre el más fuerte, una goleada con protagonismo de canteranos, la superación a las adversidades, un entrenador optimista y con personalidad y una victoria ganándonos a todos.

Los hooligans, fuera de los medios

Ya les he deslizado lo que no menos me gusta del fútbol en esta columna y en otras anteriores: ese mogollón de gente que vive (y muy bien, por cierto) de quienes pagamos la cuota anual, el merchandising caro y lo que nos imputan los patrocinadores a los clientes. Esos representantes que quieren que las plantillas se renueven cada año, esos periodistas que coleguean con los jugadores, y esos opinadores como Cristóbal Soria, al que conocí ayer gracias a un vídeo en el que se le ve perdiendo los papeles por la derrota del Barcelona. Gritos e ira en un plató que no aportan nada salvo un show deleznable y un reparto de euros que solo les toca a ellos.