The fanboy

José Luis Garci tiene una frase genial: “Si alguien me dice que un amigo pegó a una vieja lo primero que preguntaré es qué le hizo la vieja”. A los amigos se les defiende siempre, pero Pablo Echenique no es un amigo, tampoco un compañero de militancia: es un fanboy (y está en su derecho, por supuesto). Según Echenique, Pablo Iglesias e Irene Montero “buscan proteger a sus hijos en un entorno de valores seguro para ellos”, e insiste en “que sus hijos estén en un entorno que les proteja”. Así justifica que el matrimonio haya optado por un colegio privado para dos de sus hijos: con el mismo argumento que en cualquier otra casa pija.

Que le den un premio

“Vito Quiles practica el periodismo de la manera correcta” escribe Antonio Caño, con todo su papo, en The Objective. Para quien no se haya atragantado con la risa leyendo el titular, hay más: asegura el autor que entiende “la incomodidad de los políticos a los que espera en la puerta de su casa”, pero que se tienen que aguantar, y le defiende porque “cualquiera de nosotros puede en cualquier momento resultar incómodo y molesto a algún político”. Hombre, espero serlo, pero sin ser un acosador y, lo que es más importante, sin ser un colaboracionista. Porque la motivación y la ideología en un periodista importan, y mucho.

Un nuevo lenguaje… y algo más

Antonio Ortiz ha escrito un post muy interesante en su siempre sugerente blog, Error 500. Apunta a dos cambios novedades relacionadas con el asesinato de Charlie Kirk. La primera, que aunque los medios hayan querido evitarnos las imágenes más sangrientas, las hemos visto porque se han difundido en muchas redes y grupos de WhatsApp: había mucha gente grabando que las publicó o distribuyó sin hacerse ninguna pregunta. La segunda, que los mensajes en las balas estaban directamente vinculados al lenguaje popularizado entre los usuarios intensivos de Internet, por eso habla de “un asesinato extremadamente online”.

La filosofía del andar

Llevo guardando este link desde hace semanas y he decidido sacarlo hoy para completar una columna sobre opiniones on-line demasiado cargadas para un domingo. Es un post extraño, publicado en Sur Noticias, lleno de links y sin firmar (por lo que será un refrito), pero muy sugerente: habla de la importancia de andar, de caminar, de aprovechar nuestro tiempo moviéndonos sin intensidad y pensando en nuestras cosas. Es una “una acción contracultural. Frente al culto a la velocidad, la eficiencia y el consumo” que nos permite explorar nuestro propio entorno y una “reconexión con uno mismo y con el mundo”.

¡Dejadme hacerme viejo!

También llevaba tiempo guardando esta columna en El Periódico que apuesta por el “kidulting”, o lo que es lo mismo: “Armar Legos, colorear un cuaderno o incluso saltar en una piscina de bolas no son solo actividades infantiles. Hay cada vez más adultos que han encontrado en ellas una terapia de autocuidado y bienestar”. ¿Pero qué…? ¡Dejadme hacerme viejo! Tengo 45 años ya, no quiero ir a más conciertos de pie, no quiero beber, no quiero viajar sin reservas, no quiero preparar una media maratón, por supuesto, no quiero meterme en una piscina de bolas y si monto legos lo hago porque le gusta a mi hijo.

El futuro (muy cercano)

Esta reflexión de Antonio Ortiz en Error 500 me ha resultado apasionante: cree que será “inconcebible” en el futuro “que tu médico no use inteligencia artificial o que un humano conduzca un coche”. Los asistentes con inteligencia artificial (si no hemos abrasado antes el planeta) serán habituales claramente, según su proyección, en esos dos sectores: los coches autónomos y los asistentes para medicina. Ortiz ofrece datos: al parecer, los vehículos sin conductor humano tienen menos accidentes graves y el acierto de las y los facultativos que usan asistentes con IA es un diez por ciento mayor.

Un nuevo modelo

Antonio Ortiz aloja su blog en Substack, una plataforma que ha conseguido algo que parecía imposible: monetizar los blogs y los newsletter con un modelo de negocio parecido al de Twitch y Onlyfans, una suscripción a cambio de contenido… ¡escrito! Esto sí que no me lo esperaba. Me centro: en Xataka explican muy bien cómo funciona y dan algunas cifras: “Hace dos años ya había dos docenas generando al menos medio millón al año”. Pero las cifras reales son otras: “Para ganar 50.000 dólares anuales cobrando 8 dólares al mes, un escritor necesita 900 suscriptores de pago. Y además, añadir 31 al mes para compensar los que se irán”.

¿Y su modelo de negocio?

“Google ha roto su propio buscador y esto es una noticia pésima para muchas pymes y sitios web orientados a contenido”, titulan en Pymes y Autónomos. Y estoy de acuerdo, es una evidencia que ya hemos notado: hacemos una búsqueda en Google y en vez de resultados en diferentes webs nos ofrecen un resumen hecho con su IA. El problema es grave, pero a medio plazo es devastador: si Google desprecia el posicionamiento, ¿de qué va a vivir? ¿De qué vamos a vivir los demás si nuestros contenidos son absorbidos sin nada a cambio? Y en el largo plazo: sin fuentes diversas, ¿quién queda? Los pocos que tengan dinero para ofrecer su relato.

La esencia

Hay unas cuantas explicaciones técnicas en las que me pierdo pero sí entiendo la esencia: según Enrique Dans, Meta mantiene “una carrera premeditada contra la ley y la privacidad de las personas para ser capaz de colonizar todos los resquicios del ecosistema”. Por eso es durísimo con la empresa de WhatsApp, Instagram y Facebook. “Si de verdad creemos que la privacidad es un pilar democrático, debemos actuar en consecuencia: cerrar la empresa, sentar a su fundador en el banquillo, e inhabilitarlo para que no pueda crear ninguna compañía más”. “La multa, por alta que parezca, es ya una partida presupuestaria más”.

Sí, nos hemos pasado

No tengo claro si en 3D Juegos se están quejando o no ante esta posibilidad: “La generación beta vivirá como los niños de los años 50 y los padres no podrán hacer nada al respecto”. Se refieren a las y los nacidos a partir de este año, y a la legislación restrictiva que prepara Francia, como punta de lanza, para frenar el acceso a las pantallas de las y los menores. Yo estoy de acuerdo. Nos hemos pasado: viajamos, comemos (aguacates todo el año y en todos los países), lanzamos misiles y cohetes, y sobre todo hemos accedido a redes sociales mucho, mucho más de lo que necesitamos y nos beneficia. Debemos parar todo ya.

Pero sigue siendo el rey

En la España juancarlista y en la pérfida Albión, el rey emérito sigue siendo impune. Más bien, inmune: “La Justicia británica reconoce la inmunidad de Juan Carlos I en la demanda de acoso de Corinna. El Tribunal de Apelación de Londres deja bajo protección todos los actos privados del exjefe del Estado previos a su abdicación en 2014” (El Independiente). Como suena: da igual lo que haya hecho, que no va a pasarle nada. En España, las regulaciones fiscales, ya lo hemos visto, no han tenido ninguna consecuencia, ni siquiera aunque hayan quedado acreditados ingresos difícilmente justificables. Y en el Reino Unido tampoco va a sudar.

Vale, Pablo, pero que lo tuitee Irene

No he leído el texto de Pedro J. Ramírez en el que reflexiona sobre “exhumar a Franco y no inhumar a Irene Montero”. Hace tiempo que no pierdo ni un segundo en El Español, el proyecto digital del periodista que apostó por el PP, UPYD y Ciudadanos. Sé que Ramírez intenta llamar la atención y sé que esa no es una buena señal para su medio. Pero también creo que nada bueno suma Pablo Iglesias haciendo una encendida defensa en Twitter a Irene Montero, la madre de sus hijos. La ministra es perfectamente capaz de defenderse sola si quiere hacerlo, estoy seguro de que no necesita un macho alfa ni un jarrón chino a su lado.

“Partos virales”

Grabar y subir a redes cómo te das el primer beso puede parecer cándido, pero para quienes hemos pasado ya muchas horas en redes y sabemos que estas son una escalada constante, muestra un riesgo. De ahí a grabar y subir a redes (algunas aceptan contenido explícito, como Twitter u Onlyfans) otro tipo de primeras veces solo hay un trecho fácil de recorrer. Lo que no esperaba, sinceramente, era lo de los “partos virales” (EPE): influencers que han subido a sus canales cómo han traído al mundo a sus hijas e hijos. ¿Para qué? ¿Qué product-placement cabe en ese momento? ¿Tanto les cuesta resistirse al engadgement?

Echamos de menos más seguridad

Esta serie de sorpresas virtuales son precisamente las que nos descolocan, las que nos ubican en una Internet hostil en la que no nos sentimos cómodos. Sobre esa sensación escribe, y muy bien, Antonio Ortiz en su blog: él habla de que sentimos “nostalgia de la cámara de eco”, es decir, de un entorno on-line que sea también parte de nuestra zona de confort. Y avisa: “Estamos cansados”. Estoy bastante de acuerdo en su planteamiento: precisamente es esa inseguridad la que da pie a la polarización. Si no estuviésemos inseguros, simplemente, seríamos más felices. Como lo estamos nos sentimos superados y expuestos. Más que nunca.

Empieza otro Mundial

Muchos llevamos toda la vida viendo mundiales de fútbol por afición al deporte, sin una selección a la que animar, sin sentir que se nos va la vida en un balón al palo. Elegimos equipo cada cuatro años en función de nuestro estado emocional, de la geopolítica del momento o de si Iñaki Williams va con Ghana, y disfrutamos a nuestra manera del torneo que hoy afronta su fase decisiva. Mi buen amigo Asier ha elegido equipo: en su batzoki, el de Santutxu, se banca a la albiceleste y a Messi aunque camine por el césped en su último Mundial hasta que, en solo unos segundos, convierta el fútbol en un deporte maravilloso.

Por cosas como esta no gustas, Mariano

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Mi primer impulso después de leer este tuit de Mariano Rajoy: “Nuestra filosofía es bajar los impuestos”, fue de indignación y, lo admito, cólera. Como trabajador autónomo conozco perfectamente las subidas de impuestos que ha ido imponiendo Rajoy desde el gobierno, y que ahora venga con estas falsedades me sirve para explicarme por qué el PP es un partido en franca decadencia: porque pretenden tratarnos como a párvulos.

¡Aguántala!

Pero no porque me sienta indignado y enfadado voy a desear lo peor para Mariano Rajoy. Será la ciudadanía la que le ponga en su sitio. Pero tampoco voy a lamentar que el presidente del gobierno y del PP, ambos, barcos que se hunden, tenga que cargar con Esperanza Aguirre. Según ‘El Confidencial Digital’ ésta había prometido a Rajoy que abandonaría el PP de la Comunidad de Madrid si era elegida alcaldesa. En el caso de que pase a la oposición, su intención es mantener el poder del partido en la capital como hasta ahora.

Más arriba, más abajo, más profundo

La buena noticia del día, además del incordio constante que va a suponer para el PP la propia Esperanza Aguirre, no obstante, estuvo lejos de España ayer: la detención de seis cargos del FIFA por corrupción es un motivo de celebración. Sobre todo, para quienes amamos el fútbol. Mucho de lo que rodea a este deporte en sus esferas más altas apesta: organismos supranacionales y nacionales, grandes clubes, agentes… parecen tener patente de corso para enriquecerse con los sentimientos de mucha gente.

Otro globo-sonda en Grecia

La economía griega está a punto de estallar. Hasta ahora, ha crujido, se ha redimensionado a la fuerza (con la ciudadanía como principal perjudicada), y hasta han abusado de ella acreedores directos e indirectos. Pero le pese a quien le pese, la situación nunca ha sido peor que desde la entrada de Syriza y Varufakis. Primero, la amnistía fiscal, ahora, el impuesto para quienes saquen efectivo en los cajeros (‘Vozpópuli’), en medio, el endiosamiento del ministro sin beneficio para nadie. La explosión, más cerca con cada globo-sonda.

Empoderando… lo justo

Aplaudo el post de Antonio Ortiz en su blog sobre la innecesaria “tecnoutopía”, por ejemplo, en el caso del voto electrónico: el tradicional, el de la papeleta “tiene la confianza de la gente, es verificable, podemos volver a contar los votos cuando queramos y, al menos en España, el escrutinio se hace de forma muy rápida”. Por lo que no es cierto que si se establece un procedimiento para votar desde casa o el móvil por Internet, este vaya a ser más eficaz ni llamar a la participación.