Ni con propaganda

La serie de tuits del gobierno de Israel con emoticonos de cohetes para ilustrar, según explican en el último mensaje, la cantidad de misiles que han recibido de Palestina, cada uno hacia un hogar, resulta insultante. Israel tiene perdida la batalla del relato porque es insostenible la ocupación de un territorio y la masacre de un pueblo, y es incomprensible que suceda a manos del pueblo judío que sufrió el holocausto. Nada nuevo bajo el sol del Mediterráneo, es cierto, pero también lo es que no por repetitivos debemos pasar de largo ante los hechos y que no habrá propaganda que tape la sangría a la que asistimos.

Sin vergüenza alguna

En plena escalada de violencia y mientras EE.UU. veta en la ONU una declaración que permita presionar a Israel, “Biden autoriza una venta de armas a Israel de más de 600 millones de euros”. La nota de Europa Press cita al Washington Post, en el que explican que el acuerdo fue firmado el 5 de mayo, antes del inicio de los bombardeos. Esto invita a pensar que el gobierno de Benjamín Netanyahu tenía prevista la escalada y que Hamás, por supuesto, cayó en las trampas y quiso ejercer una violencia irrisoria ante las provocaciones y la capacidad de respuesta israelí, reforzada preventivamente, además.

Una guerra ante nuestros ojos

Israel miente cuando habla de fuerza controlada o dirigida contra unos objetivos determinados. Nos miente a la cara a todos. Sus bombardeos son intensos, las víctimas se cuentan por cientos y las excusas resultan insultantes. Además, su acción armada es total aunque de momento sea a distancia: “El personal humanitario de refuerzo y los suministros médicos siguen sin poder entrar a Gaza. Están a 24 horas de quedarse sin bolsas de sangre, lo que supondría no poder hacer transfusiones a los heridos”, según Médicos Sin Fronteras. La guerra es completa, por lo que la reacción mundial también tiene que serlo.

Y no solo en Gaza

Periodistas como Mikel Ayestaran están haciendo una gran labor en los medios de comunicación desde los que nos informan a diario y en sus redes sociales comparten, minuto a minuto, noticias u otros tuits que ayudan a comprender la magnitud del drama humano que estamos viviendo: “Gaza eclipsa al resto de frentes, pero los datos en Cisjordania son graves: 22 manifestantes muertos por disparos del ejército de Israel en 10 días y 4.739 heridos”. Los periodistas que han comprendido bien la capacidad de canales como Twitter son los que están haciendo visible esta incomprensible situación.

Nuevos medios, nuevos aliados

Los nuevos medios (nuevos porque no estaban en otras escaladas de violencia entre Israel y Palestina) que Israel maneja mucho peor, que permiten a Médicos Sin Fronteras tener un altavoz y que periodistas implicados utilizan para lo que mejor saben hacer, comunicar, están provocando una ola de contestación contra Israel más alta que nunca, que el sionismo haya perdido muchos apoyos y que los nuevos que recibe sean rápidamente explicados y encuadrados. Así, en España, “Israel encuentra en Vox a su principal aliado ante el silencio del PP y la apuesta de la izquierda por los dos Estados” (InfoLibre).

Gaza, hoy

El periodista de la BBC, Alaa Daraghme, tuiteaba con medida dureza un simple “Gaza today” junto a un vídeo de 29 segundos en el que se veía un par de explosiones y la devastación posterior en esas calles estrechas y esos edificios precarios. Un ejemplo del día a día de una población cercada y aplastada por Israel, y presa de Hamás en su propio territorio. Pero esta no es una cuestión de equidistancia, sino de momentos: el de ahora es el de la violencia de Israel sobre personas indefensas y es el que hay que señalar, determinar, exponer y criticar. Lo que vemos es, sencillamente, intolerable, y tenemos que alzar la voz.

Israel no quiere que lo veamos

Benjamín Netanyahu y la tan popular inteligencia israelí saben que esta guerra no es como las demás: la tecnología hoy permite que veamos su poder de destrucción a tiempo real y nos indignemos con cada tuit o cada vídeo que nos llega a WhatsApp de una fuente fiable. Por eso atacan, infundiendo terror añadido, las sedes de los medios de comunicación en Gaza: Bessma Momani mostraba en Twitter cómo los periodistas de Associated Press evacuaban su edificio después del aviso de Israel de que iba a ser bombardeado (junto con sus antenas), intentando rescatar el máximo posible de equipos en menos de una hora.

Nos toca ponernos serios

“Ya han muerto cerca de 150 palestinos en Gaza. Hay 8 israelíes asesinados”. El rótulo es de LaSexta, la televisión española más “progre”, según algunos, porque mantiene al Gran Wyoming. La del periodismo que resiste, según Ferreras. La que diferencia entre palestinos que mueren porque les cae encima un misil como a quien le cae una maceta, y entre israelíes que son asesinados por el cruel Hamás. No solo el periodismo: la ciudadanía tiene que tomar conciencia de lo que pasa, reconocer una injusticia y actuar contra ella de una manera firme, decidida y activa. No, no es un simple rótulo.

¿Dónde están los de “nos adelantan por la izquierda”?

Ya que me he metido en el fregado de pedir responsabilidad a la profesión ante una masacre injusta, pediría también a esos compañeros expertos en política internacional comparada EE.UU.-Europa que nos expliquen cómo puede ser que el gobierno de Biden, que adelantaba por la izquierda al viejo continente, haya derrapado y vetado hasta por tres veces que el consejo de seguridad de la ONU pida un alto el fuego en Gaza. Insisto: esta guerra, tan cruda, tan difundida sin filtros, tiene que servir de palanca: no podemos permitir que todo siga igual, ni los vetos, ni las posiciones, ni las explicaciones de una ligereza insultante.

¿Cómo? ¿Por qué?

Para no terminar enfadado conmigo mismo, finalizo la columna como la he empezado: hablando bien de la profesión. La ocupación de viviendas de familias palestinas por parte de sionistas y los disturbios al final del Ramadán duramente reprimidos por el poder israelí son los dos grandes brochazos del inicio de esta escalada, pero un sencillo hilo tuiteado por 5W pone orden e información a los hechos: Israel provocó, Hamás cayó en la provocación y los de Netanyahu han cogido aquello a por lo que han ido sin dudarlo. El conocimiento esta vez tiene que ser motivo de indignación y de acción. No hay justificación que valga ya.

La vergüenza del mundo

La ocupación israelí por decreto siempre fue una barbaridad. Hoy, con tantas cámaras apuntando a los hechos, una buena calidad de difusión al instante y la multiplicación de los canales, es una vergüenza que vemos sin filtros y ante la que no podemos permanecer quietos. Por eso a Israel se le están volviendo en contra bastantes actores internacionales (medios, gobiernos, prescriptores, etc.) que antes cooperaban con la causa sionista. Se acabó. Y cuando algo se acaba algo tiene que empezar: la intervención, las medidas, la implicación y el fin del bochorno que en 2021 no justifica ninguna culpabilidad histórica.

Pero, ¿quién anima en una guerra?

¿Quién anima en una guerra? ¿Quién es tan cafre que no solo se posiciona, sino que aposta ante el ordenador como un hoolilgan viendo un partido desde casa? ¿Quién, en un momento en el que todos tienen que abrir los ojos, insiste en defender lo indefendible? Toni Cantó, sí, que no dudó en tuitear: “¡Ánimo, Israel!”, con la dramática foto de AFP en la que se ven los misiles palestinos y las defensas israelíes volar. Pero el problema no es el nombre propio: el criterio de Cantó ya no le importa a nadie. El problema es el perfil de persona a la que representa… Y que resulta útil hasta a tres partidos.

Un país que respeta a los suyos

El ACAB y la pelea contra los poderes puede ser pasable en los de 15 años. Quien trabaja, cotiza y paga un alquiler o una hipoteca y se ha quedado anclado en el odio a la policía y el ataque sistemático a quien gestiona, tiene un problema de inmadurez o de otra cosa. En resumen: un país que respeta a sus instituciones es un país más civilizado, para empezar, porque esas instituciones son ejemplares. Pero también es una cuestión de actitud que se retroalimenta, como en en el rifi-rafé entre Erkoreka y Arzuaga sobre los ataques de Ernai a la Ertzaintza, en el que la actitud de ambos era contrapuesta y, a la vez, muy elocuente.

No a la demagogia

A Bildu ya solo le falta repetir lemas y actitudes de campaña del PP madrileño. Después de la justificación de lo injustificable a la que nos tiene acostumbrados abrazó la demagogia y el populismo como, por ejemplo, con la bajada de sueldos de los representantes de la ciudadanía: que un político gane bien es una medida progresista. Y eso es de primero de democracia. Ahora lo vemos más claro en Italia: Mario Draghi renuncia a su salario como primer ministro y eso está claramente mal. Si aplaudimos y acabamos naturalizando que los ricos nos administren a los pobres como un gesto altruista, damos un paso atrás.

No podemos olvidar los principios

En resumen: Draghi y quienes van de generosos con sus bajadas de sueldo no lo son, al contrario: son soberbios o capciosos. No podemos perder de vista lo básico, no podemos olvidar los principios, no podemos dejar que nos distraigan para que perdamos el camino por el que hemos llegado hasta aquí. Por desgracia, las y los periodistas colaboramos con quienes ponen vendas en los ojos y dejamos de llamar a las cosas por su nombre. Por suerte, a veces seguimos leyendo verdades en los titulares: “Reino Unido y Estados Unidos no han sido los mejores vacunando. Han sido los más egoístas” (Magnet).

No pueden más

“55 palestinos muertos, incluidos 6 niños. 2.771 personas heridas, 1.359 de ellas por munición real. 130 personas en estado crítico. Los equipos médicos están sobrepasados. A los hospitales de Gaza solo les queda combustible continuar sus operaciones 7 días. NO PUEDEN MÁS”. Ese tuit lo lanzó como lo ven, con esas mayúsculas y ese desgarro incluidos, la agencia de Naciones Unidas de ayuda a las personas refugiadas después del ataque de Israel sobre población civil palestina.

La masacre que vimos todos

Ya puede tener Israel todos los aliados que quiera, que su última masacre la hemos visto todos, por desgracia. No solo imágenes sueltas en Twitter que hay que mirar con precaución para que no nos cuelen fotos de otros conflictos. En la web de Reuters podemos ver una muestra de fotos del horror, imágenes que captura Ibraheem Abu Mustafa para que el mundo las denuncie. No es el único: The Guardian pedía en su editorial a Israel que dejara de matar a civiles.

La sensibilidad de Girauta

Antes de ser diputado con Ciudadanos, Juan Carlos Girauta estaba en las manifestaciones de Madrid que señalaban a ETA como autor del atentado del 11-M. Esa teoría conspirativa, sobre todo, perjudicaba a las víctimas, y darse cuenta de ello o no es una cuestión de sensibilidad. Girauta sigue demostrando que no tiene mucha cuando después de la masacre tuitea una foto de él con el embajador de Israel en España y felicita a este estado por su 70 aniversario. “Luz para las naciones”, tuitea.

Eurovision como cortina de humo

Da la casualidad, o no, de que esta lluvia de muerte sobre palestinos ha coincidido con un éxito musical a nivel europeo de Israel. Miguel Ángel Puente tuiteaba así: “Israel gana Eurovisión con una canción contra el bullying mientras su ejército masacra a 59 seres humanos. Y Europa aplaude la cancioncita mientras mira para otro lado con la barbarie. Vergüenza de mundo…”, y lo hacía con toda la razón: son muchos los que ignoran el asesinato y veneran los fuegos de artificio del fin de semana.

Sí, tiene que ver

Por supuesto que ambos elementos se pueden relacionar. La también periodista Yolanda Álvarez lo resumía magistralmente en Twitter: “El Estado de Israel contrata publicidad en la ‘app’ gay de contactos Grindr para que Netta, su concursante, gane el festival de Eurovision. También pagó 12 millones de euros para que el Giro de 2018 arrancara en Jerusalén: marketing para tapar la ocupación”. Pero no solo la ocupación: las 60 muertes no pueden tener tapadera.

Alguien tiene que decir «basta»

Carles Puigdemont señala a su sucesor, saltándose cualquier mecanismo de consenso entre quienes van a votar a su favor. Quim Torra almacena desprecios en tuits y textos muy desacertados y fácilmente utilizables por quienes están deseando descubrir a un xenófobo. Además, insiste en lo que es imposible: no hay república catalana y menos la habrá con él. Lo único que hay es desgobierno y una intervención que urge revertir. Y en Euskadi algunos aplauden todo esto.

Intolerable

Por desgracia, me toca insistir: es intolerable que en Euskadi hoy haya todavía carteles y pintadas dando las gracias a ETA y asegurando que sus miembros son “gudaris”. No sé si esos mensajes son fruto de la ignorancia, la manipulación o la necesidad de creer que tanto sufrimiento ha servido para algo, pero sí sé que necesitas mucha ignorancia, mucha manipulación y mucha necesidad para llegar a hacer la pintada. No le debemos nada a ETA. Nada.

Sin palabras

Sí, solo me vale un “basta” ante la huida hacia delante de Puigdemont y Torra. Sí, me parecen intolerables los “eskerrik asko” a ETA. Y sí, me quedo sin palabras ante el enlace que ha puesto Eider Hurtado en Twitter: un reportaje de La Vanguardia sobre las víctimas de ETA no resarcidas por el estado. Entre ellos, una madre y un padre de dos hijos en Hipercor e incluso la propia Pilar Manjón han dejado de ser consideradas (e indemnizadas) como víctimas porque no estaban en el atentado.

Grave y peligroso

Sigo con las denuncias y con mi indignación galopante: Josep Miquel Arenas, conocido como el rapero “Valtonyc” tendrá que ingresar finalmente en la cárcel. No, no es solo por una canción y porque se haya metido con el Rey. Es por referencias sangrantes a diferentes sectores, incluso a víctimas de ETA, y hacer el caldo gordo a ETA. Pero eso no es motivo para que nadie vaya a la cárcel. El mal gusto de Valtonyc no debería de ser delito, pero lo es en una España que no deja de sorprendernos.

Os la cuelan

Miren, sí. No se trata de ser soberbio ni de ir de listo por la vida. Se trata de tener cierta sensibilidad. La victoria de Israel en Eurovisión no puede ser celebrada ignorando que ese país está en una guerra abierta contra Palestina y este mismo fin de semana ha habido un bombardeo israelí. ¿Tiene la culpa la representante en un concurso musical de la política bélica de su gobierno? Pues cuando el mensaje es además contra el acoso y abuso (a las mujeres), sí tiene pecado.