En Rusia te curan la homosexualidad

En Rusia sacaron una vacuna contra la Covid que era la leche, mucho mejor y mucho más barata que otras, según los máximos expertos en la sanidad rusa anterior a la invasión sobre Ucrania. Fue el malvado oligopolio de las farmacéuticas el que impidió su uso. Y eso que venía de un sistema sanitario noble y recomendable (como el cubano), el mismo que señala que la homosexualidad se puede tratar. Y esto no es una cosa antigua, propia de un comunismo aislado y conservador: es una noticia de Reuters que anuncia la incorporación de sexólogos a los centros de salud de Rusia para tratar la homosexualidad “y otros desórdenes mentales”.

Más cerca, peor

No hace falta trabajar en el sistema público ruso ni ser de Vox para ser un retrógrado. Ya no vale ni eso de que “todos tenemos prejuicios”. Hablamos de un machismo, una homofobia y una xenofobia estructurales, larvados, pegados a las paredes y el suelo por mucho que rasques: “Martiño nació en A Coruña y tiene 12 años: ‘En el patio del colegio me dicen ‘puto negro’’”. Así titulan en La Voz de Galicia una pieza sobrecogedora que sigue de esta manera: “La primera vez que Martiño escuchó un insulto racista tenía 5 años”. Todo lo que hagamos por impedir el sufrimiento de Martiño y tantos como él estará bien hecho.

Por ejemplo

Cuando me refiero a hacer algo por impedir el sufrimiento de Martiño me refiero, sin ninguna duda, a hacer frente a Vox de la mejor manera que podemos: con votos. Con votos vascos, que es lo que más fastidia a personajes como Jorge Buxadé, capaz de tuitear barbaridades como esta para calentar la campaña: “La condición de miembro de una Nación no es un documento de identidad”. Y quien calienta la campaña de esta manera lo que hace es sacarse un autorretrato, pero uno bien feo. Su necesidad de expresar este tipo de ideas no dejan duda de lo que son, quien les vote a estas alturas tampoco tiene excusa.

Es poco

Los tres millones de euros que le han caído a Neymar de multa por hacerse un lago artificial en la casa que está construyéndose en Brasil (con toda la pinta de que empieza a pensar en la jubilación) para él es solo incrementar en otros tres kilitos el presupuesto de su villorrio. Ante un atentado medioambiental como el suyo las penas deberían de ser otras, muchísimo más graves. O nos ponemos serios con el daño que los millonarios hacen el planeta o no habrá planeta en el que manifestarse. Son el verdadero problema derivado de un sistema capitalista que hace tiempo que se ha devorado a sí mismo y ya solo genera desperdicios.

La reina del “Face”

Yolanda Díaz es la reina del Facebook o, por lo menos, su mejor clienta: “Lidera el gasto en publicidad con 45.000 euros” (Vozpópuli). Por supuesto, cuando hablamos de Facebook no solo hablamos de esta red social, de capa caída, también lo hacemos de Instagram. Hace bien Díaz en gastarse el dinero en publicidad, hay gestores de cuentas detrás que se lo agradecerán. Pero apostar por el marketing tan fuerte también dice algo de quien lo hace, y su problema no es precisamente de notoriedad, ya que Díaz ha contado con todo el aparato mediático del gobierno español, que no es pequeño, pese a las llantinas constantes que hemos oído.

«Z» de «zurullo»

La denuncia del director de Migración y Asilo del Gobierno Vasco es, sin duda, el tuit más importante de los que lanzaron ayer políticos y políticas u opinadores y opinadoras en Euskadi: “Así amanece hoy el almacén de Lezama de la asociación Ukrania-Euskadi. Los autodenominados ‘antifaxistak’ enseñan una vez más su verdadera cara fascista”, escribió Xabier Legarreta junto a la foto de unas pintadas con el símbolo comunista y la letra “Z” manchando, incluso, la bandera del país invadido. Nos sobran quienes, spray en mano, hacen de su vida y de la de los demás un mojón.

La misma mierda

Los representantes de Vox que acompañan sonrientes a Marine Le Pen son de la misma calaña que quienes se entretienen en hacer pintadas fascistas para perseguir y señalar a quienes huyen. La líder de la extrema derecha francesa, recordémoslo siempre que sea necesario, se ha mostrado en repetidas ocasiones muy próxima a Vladímir Putin y a sus ideas sobre política internacional. Y si no lo hace últimamente, incluso eliminando fotos que iba a publicar, solo es por las elecciones que perdió, una vez más, el pasado domingo. Que Vox abrace a la extrema derecha europea y proputinista no es nuevo pero sigue siendo significativo.

Que se vayan al guano

Otros que se confunden entre los más confundidos (quienes creen que defender a Putin es hacerlo a los valores comunistas) y quienes más interesados están en confundir (la extrema derecha, de toda la vida) son esos que acertadamente señala Javier Vizcaíno en su tuit: “Las/los de ‘Ni Putin ni OTAN’. Los/las de ‘Ni Macron ni Le Pen’. ¿Se dan cuenta de que ya están optando? Por Putin y por Le Pen, claro”. Esto es muy sencillo: entre un nazi y cualquiera, cualquiera. Luego ya resolveremos lo que surja. Quienes no tengan claro un axioma tan sencillo y no distingan a un facha cuando lo ven, se pueden ir al guano.

Atufar, atufa

Entre este titular en República.com: “Rusia exige a EEUU el fin de la entrega de armas a Ucrania: ‘Está intentando agravar la situación’”, y quienes van de pacifistas (después de haber apoyado abiertamente a fascistas o negociar con ellos directamente puestos en las listas y escaños en Madrid) pidiendo al mundo que no arme a Ucrania, ¿qué diferencia hay? Ahora Putin, además de pisar al pueblo ucraniano por el morro, les ha pisado el argumento: quien arma a las y los ucranianos solo agrava el conflicto y el pueblo invadido no tiene que oponer resistencia a la voluntad del Kremlin. Y ahora, ¿qué?

La “cagadita”

Piqué lo ha hecho todo mal en su affaire con la RFEF y Arabia Saudí menos una cosa: ganar dinero. En eso ha sido el mejor, como en dejarse arrastrar por Williams en San Mamés: insuperable. Pero, igual que en aquella mítica carrera del delantero del Athletic, ¿cómo ha quedado el central del Barça? Pues simplemente como lo que es: un tipo que se cree muy listo (y guapo) y que gana más dinero porque tiene menos escrúpulos que una persona normal (y ahí está su contrato “creciente” con el Barcelona para demostrarlo). Todo este asunto feo, por cierto, está dejando también muy mal a la prensa servil al Barça.

La legión de idiotas

Quienes niegan la masacre de Bucha, la destrucción de Mariupol y la invasión por el morro del ejército ruso sobre Ucrania, forman esa “legión de idiotas” de la que nos avisó Umberto Eco, que en las redes sociales de Internet eran capaces de negar la opinión de personas expertas o, en este caso, de periodistas sobre el terreno. Profesionales como Mikel Ayestaran, que hablan con las víctimas que han perdido a hijos, hermanos, maridos y padres (lo escribo así porque, según las crónicas, el ejército ruso se ensañó con los hombres), y que, por supuesto, “no tienen tiempo para montajes” después de seis semanas de horror absoluto.

Algunos, ilustrados. O eso creen ellos

Así que, sí, voy a tratarles como lo que son, idiotas, y no pienso perder ni un segundo en discutir con quienes forman esa legión capaz de negar, desde sus casas, el relato de decenas de periodistas de medios de comunicación de todo el mundo que se juegan la vida en Ucrania. Y me da igual que se llamen Bea Talegón, que no es más que una friki, o Pascual Serrano, que no se ha cortado durante décadas en darnos lecciones de comunicación y ética, para el que la revolución de la comunicación es, atención, contrastar la información de todos esos periodistas en el lugar de los hechos con fuentes gubernamentales, en este caso, rusas.

Las preguntas

Me voy a 5W porque Santi Palacios, que sí ha estado en Bucha, ha visto con sus ojos qué paso y ha hablado con quién lo sufrió, creo que expresa muy bien lo que tiene que suceder, y porque es un medio de comunicación de esos alternativos que tanto gustan a los Serrano y las Talegón, y les pintan la cara: “Las caras de shock no mienten. Por eso es necesaria una investigación. No para poner los testimonios en tela de juicio, sino para lo contrario: para saber, de forma pormenorizada, qué pasó en Bucha. Quiénes dieron la orden en la cadena militar rusa si la dieron, cuáles son los motivos, quiénes son las víctimas”.

La respuesta

Es tiempo de periodismo y del mismo modo que durante la pandemia me llevé un chasco con mi propio oficio, la mayoría de los trabajos que estamos viendo durante la invasión rusa dignifican la profesión. Ane Irazabal ha estado en otro punto caliente este fin de semana en esta tercera guerra mundial latente que vivimos: Hungría. Y desde allí ha informado del resultado de las elecciones, también vía Twitter: “En su discurso del vencedor, Orban ha dicho que sus enemigos son: burócratas de Bruselas, la izquierda liberal húngara, George Soros, ONG, medios de comunicación, Zelenski”.

Los colaboradores

Orban abandona su pose de neutralidad y, una vez ganadas las elecciones, vuelve a abrazar virtualmente a Putin, que le ha felicitado. Pero según cuenta Steven Forti en Twitter, el ruso no es el único que se alegra por el húngaro: “Tertsch se ha desplazado a Budapest y celebra la victoria de Fidesz encantado de la vida, cargando contra Von der Leyen y la UE, además de Soros (…) Buxadé ha pillado un avión, se ha plantado en Budapest y lleva doce horas celebrando como si no hubiese un mañana la victoria del autócrata húngaro, además de contar lo que ve ahí como si estuviese hablando del paraíso terrenal”.

Nos falla la memoria

“Hoy me he acordado de lo que me dijo José Moreno Torres, el último gudari, hace alrededor de 10 años: ‘Que no tengáis que pasar por lo que pasamos nosotros’”. Este sencillo tuit, escrito desde una cuenta que homenajea a Juan de Ajuriagerra, concentra la esencia de lo que nos está pasando: somos la generación que tiene acceso a más información y de la manera más sencilla y, al mismo tiempo, somos la generación que más rápidamente ha dejado que se desvanezca la memoria y el legado. Ante una pandemia nos hemos comportado egoístamente (sin hablar de los negacionistas) y ante una amenaza no hemos sabido anticiparnos a la guerra.

La maldad y el poder

Vladímir Putin es un ser humano malvado. Lo ha sido todos estos años en los que algunos hasta le han reído las gracias desde la política (de izquierdas y derechas) y desde el show business hemos permitido que se popularizara un “viva Rusia” en la televisión pública (hasta que en la privada cortaron las alas a alguno). Más duro que yo ha sido Antonio Martínez Ron en Twitter, y ha acertado: “La historia nos ha enseñado que un solo ser humano cargado de poder y estupidez puede arruinar la vida de millones de personas. Allá va Putin, derechito a ganarse un sitio destacado en el panteón de criminales ilustres”.

No a la idiocia

Es perfectamente compatible aborrecer la guerra, despreciar a los canallas que la apoyan, como decía Julio Anguita, y saber que el enfrentamiento armado es inevitable esta vez y que Europa tiene que ganar. Así de sencillo. Las panfletadas cursis y los señalamientos a la OTAN, a Biden o a la Unión Europea solo son propios de mentes adolescentes. Pero si vienen de partidos con responsabilidades de gobierno o de personas que tienen que tomar decisiones, estos brindis al sol, estos gritos tuiteados por la fraternidad de los pueblos trabajadores, estas llamadas al diálogo que no se hacen al teléfono de Putin pasan a ser ya graves por muy idiotas.

Las contorsiones

Hace solo unas semanas, Abascal y Buxadé ejercían de anfitriones ante los dirigentes de partidos, algunos incluso de países, de la extrema derecha europea. La tensión entre Ucrania y Rusia ya existía y se trasladó al hotel donde tuvo lugar la reunión de nazis, aunque de puertas para afuera todo debía de parecer una fiesta. Lo cierto es que Putin es el mayor antisistema y desestabilizador del mundo, y para lograrlo ha apoyado y ayudado a algunos partidos ultras. Enric Juliana era diáfano en Twitter: “El verdadero aliado de Putin en España es Vox. Toda la extrema derecha europea bebe de las fuentes ideológicas del neo-zarismo ruso”.

Lo que diga William. O no

William Serafino se presenta en Twitter como escritor, politólogo, Premio Nacional de Periodismo en 2019, diplomado superior en Estudios del Trabajo, autor de una tesis en Historia y capaz de difundir mensajes como este: “Seré breve: si no estás con Putin estás con los neonazis. Punto”. Este reduccionismo es muy del gusto de los que se concentraron en un hotel de Madrid gracias a Vox hace unas semanas, pero no del mío, lo siento. Y pese a sus 29.000 seguidores tengo que contradecirle: ni estoy con Putin ni estoy con la escoria neonazi. Tampoco estoy con quien me señala ni con quien intoxica.

El eco castellano-leonés

La lectura ya más sosegada de los resultados electorales en Castilla y León, elevados a anticipo de unas Generales por el empeño de Casado y la participación de Sánchez y Abascal, nos sigue dando reflexiones interesantes, como la que hizo a vuelapluma Aitor Esteban en clave vasca: “Unas elecciones muy lejanas. Abstención en el municipio del Condado de Treviño: 64’11%. Abstención en La Puebla de Arganzón: 59’59%. Abstención en la provincia de Burgos: 37’19%”. La excepción burgalesa en el territorio alavés ha vuelto a mostrarse ajena a un proceso electoral que le atañe pero que ni le ocupa ni le preocupa.

Haciendo cosas nazis

A Jorge Buxadé ya le vimos arrastrado por sus propios compañeros, entre collejas, porque había salido muy alegre al atril durante el mitin de fin de campaña de las elecciones catalanas de 2021. El pasado domingo, el eurodiputado de Vox celebró los resultados de su partido en Castilla y León también muy arriba, cantando “obrero y español” a sus parroquianos. Una canción que es, qué casualidad, la que corean en sus manifestaciones los integrantes de Hogar Social Madrid, esa asociación de ultras, de neonazis, de cabezas rapadas. Esa y no otra fue la tonadilla que vino a la cabeza pelada de Buxadé en plena algarabía.

Ayuso, sin complejos

Isabel Díaz Ayuso sabe todo esto porque de tonta no tiene ni un pelo, aun así, está “a favor de pactar sin complejos con la ultraderecha: ‘Que no importe lo que opine la izquierda’” (Público). La presidenta de la Comunidad de Madrid quiere gobernar con quienes corean canciones de grupos nazis y con quienes anuncian, en su primer pulso negociador, que pedirán la derogación de la ley autonómica de Violencia de Género y el decreto de Memoria Histórica. Medidas que ha impulsado o gestionado el PP, que es el partido que lleva gobernando Castilla y Léon más de 30 años seguidos con su característico “progresismo”.

¿El pueblo? ¿Qué pueblo?

Pero lo del PP no es tanto amor al facherío (que también) como su afición a disparar con pólvora del rey: las elecciones las pagamos todos y sus consecuencias quienes serán gobernados por la derecha sufriendo las extorsiones de la extrema derecha. Y Ayuso promueve ese pacto con Vox, con todas sus consecuencias negativas, sin pensar en el bien de la ciudadanía castellano-leonesa: “Génova se indigna con Ayuso: ‘Ha roto la tregua al primer día’” (Vozpópuli). Todo lo que está pasando va del PP, de sus luchas intestinas y de cuánto tiempo podrá aguantar Casado al frente del partido con su equipo.

Y la izquierda, a lo suyo

Después de que el PSOE haya perdido las elecciones (en la anterior cita con las urnas en Castilla y León fue la opción más votada aunque acabó gobernando el PP con Ciudadanos) y de que Podemos haya enterrado el listón de sus expectativas, tocaría una autocrítica. Y solventarlo todo con la excusa sociológica de que la autonomía es así de facha no cuenta, precisamente, como tal. Galleto Fontanedo lo tuiteaba con sorna: “Una manera muy buena de recuperar los votos perdidos es insultar a los votantes. No hacer ni un poco de autocrítica y llamar masa aborregada a la mayoría política , una estrategia sin fisuras”.