Mal ocaso… de los monárquicos

La monarquía española está acabada. Juan Carlos I recuperó el trono para los borbones y sus excesos han deslegitimado por completo la institución. No hay futuro para ellos, da igual lo que haga Felipe, que es considerado un Rey atrapado entre los caprichos de su padre y los de su mujer. En el ABC, cómo no, filosofan sobre el mal ocaso del que, dicen, fue un buen rey (y yo soy Batman, no te jode). Pero el ocaso sobre el que hay que empezar a pensar es el de los monárquicos españoles, que cada vez son menos, más viejos, más interesados y menos comprensibles. Todos hemos pasado página. Solo falta dejar de pagarles.

Otro sobre el que atardece

Mucho ha tardado El Mundo en deshacerse de Javier Negre y muy discutible es su motivo: que ha hecho competencia desleal. ¿Acaso lo que querían es que el periodista contara sus ocurrencias en su web y su periódico? Negre se queja, porque forma parte de su argumentario y modo de vida, entre la derecha y la pared. Pero el problema es solo suyo: se le ha hecho rápidamente de noche. Vox cae en las encuestas y de la vaca ultra ya toman leche unos cuantos. Demasiados para todos los que se han puesto al servicio del colaboracionismo con las vacas gordas. Así que lo que está por venir es lo más divertido.

Un ejemplo

Van con trajes nuevos y tienen Twitter, pero son los que llevaban camisas pardas en el siglo pasado: Iván Espinosa de los Monteros celebraba el aniversario del desembarco sobre Normandía y lamentaba, al mismo tiempo (porque las comparaciones imposibles son típicas del populismo ultra) que el bloque comunista no conociese la libertad después del día “D”. Mr. Insustancial aportaba el contexto: “El abuelo de Espinosa de los Monteros fue embajador de Franco en el Berlín nazi y acompañó al dictador a su encuentro con Hitler en Hendaya. Gracias a gente como él no supimos lo que era la democracia hasta 1976”.

O relativizamos, o nos vamos

Precisamente la estatua de un personaje que tuvo que ver con aquel desembarco sobre Normandía, Winston Chuchill, ha sido atacada esta semana durante las manifestaciones por la violencia policial contra la población negra. El británico era acusado de “racista” por un manifestante con un espray. Ya sabemos en Euskadi que, por lo general, el que usa el espray no es el más listo. Pero Churchill precisamente se enfrentó a un supremacista. ¿Quien no sabe eso? Y cuidado con empezar a juzgar todo lo pasado con los ojos de 2020, teñido de hipercorrección política, a ver si van a acabar ganando los tiranos.

Salimos igual

Tengo pocas dudas de que, en cuanto haya vacuna contra el coronavirus y dejemos de ver las mascarillas en la calle, todo volverá a ser como antes. También tengo pocas dudas de que el estrés acumulado por los ERTE, cuando no despidos, el teletrabajo, las teleclases y las medidas de precaución nos está pasando factura, y de que eso agrava nuestro gilipollismo. En La Información ya nos cuentan que en los hospitales de Madrid los sanitarios vuelven a sufrir el desprecio y maltrato de algunos pacientes. ¿Hace solo unas semanas les aplaudíamos y ahora no nos importan? Pues nos importan a los mismo que nos importaban antes.

«Esos pintores de los que usted me habla»

Arnaldo Otegi está a un paso de, en cualquier entrevista, llamarnos gilipollas a los que seguimos pensando que los que se dedican a pintar sedes de distintos partidos y el domicilio de Idoia Mendia tienen todo que ver con Bildu, y de referirse a los de los sprays como “esos pintores de los que usted me hablar”. Porque, según Otegi, es una locura pensar que si Pernando Barrena da la bienvenida en Twitter a un preso de ETA, quienes llaman la atención sobre la huelga de hambre de otro tienen algo en común con el eurodiputado de Bildu. Como si no hubiéramos visto otras pintadas, otras capuchas y otras excusas.

Cuestión de estilos

Hacer política riéndose de la gente es un estilo. Es el estilo de Otegi, que nos trata como si no tuviéramos ni memoria ni conciencia. Y fue siempre el estilo de Girauta que, con su habitual cara de perro, en el fondo, se descojonaba de que pudiera estar haciendo política con sus fobias. Ahora, el ex de Ciudadanos ha caído en desgracia, está enfadado de verdad y se nota la diferencia: “Bueno, no sujetáis a los perros, ¿eh? De acuerdo. Vosotros lo habéis querido. He dejado mi tierra y he roto con muchos amigos por defender la libertad. Vosotros, traidores, me vais a comer la polla por tiempos”, tuiteaba esta semana.

Antifascista y demócrata

No veo cómo puede ser uno antifascista y no ser demócrata. De hecho, no entiendo que una persona sana no sea demócrata. Si alguien defiende una dictadura, la que sea, para mí, el problema mental de esa persona es evidente, y tiene que empezar un tratamiento. Pero si Daniel Innerarity dice esto yo seguiré dándole vueltas: “Ser antifascista como condición para ser demócrata es, dependiendo de cómo se mire, una obviedad o algo discutible. Sería como decir que basta con ser antimalo para ser bueno”. Lo que tengo claro es que no podemos permitir que se declare antifascista quien no lo es.

Ser monárquico tampoco tiene sentido

Ser monárquico hoy tampoco tiene sentido salvo que vivas de esa monarquía directamente. Entonces, tampoco defiendes la monarquía: defiendes tu sueldo. Es lícito, pero nos sale demasiado caro a los demás. Hoy no hay ni una prueba del beneficio para España de una jefatura de estado hereditaria. Al contrario: Pilar Eyre recordaba que se cumple un año de la renuncia de Juan Carlos I a su agenda institucional. Y lo hacía con estas palabras de la amante del emérito: “El rey Juan Carlos es como un niño… No distingue lo legal de lo ilegal”. Ese es el resultado de la inviolabilidad de la Corona y el velo que le pusieron entre todos.

Demócratas… De aquella manera

Esta semana hemos visto cómo Marlaska sufría su propia medicina, como Ortuzar recordó en Telebilbao: el juez Marlaska era un azote para el gobierno de turno y el ministro Marlaska recibe los latigazos de los que se ven en la obligación moral de corregir, desde sus puestos funcionariales, a los electos. Miquel Roig lo resumía en Twitter, como siempre, mejor que nadie: “Que no pasa nada por que un ministro dé varias versiones distintas de un mismo hecho ya lo demostró Ábalos con el ‘Delcygate’. Lo que estamos midiendo aquí es hasta dónde llega la vergüenza torera de cada uno”.

Cumplid. Las. Putas. Normas

Seguimos avanzando en la vuelta a la normalidad. Una normalidad un tanto rara, es cierto. Pero podemos ver de nuevo a nuestras amas y aitas aunque vivan en otro municipio, podemos dar una vuelta con nuestras hijas e hijos sin mirar el reloj constantemente, y podemos tomarnos una cerveza con las amigas y amigos en una terraza. Incluso podemos celebrar un cumpleaños casi con tranquilidad y pasear por la playa. Pero no, no ha pasado todo: la enfermedad sigue con nosotros y sigue matando cada día, y el riesgo de rebrote crece cada vez que cada uno de nosotros nos saltamos una sola norma.

La obsesión con los vascos

La desescalada la estamos haciendo mal. Da igual cómo de estupendos nos pongamos, cuánto nos quejemos y protestemos, cuánto gritemos que nos merecemos salir, abarrotar las playas, comer del mismo plato en los txokos y abrazarnos en las terrazas. No nos hemos ganado nada. Pero también la están haciendo especialmente mal algunos políticos: la obsesión de Joan Baldoví y Compromís por gestionar como Euskadi arriesgando como valencianos no es normal. ¿Quieren que el Ingreso Mínimo Vital quede en manos del gobierno autonómico? Pues que arriesguen, recauden vía Concierto y negocien el cupo.

Errejón es la izquierda española

En España la izquierda solo es izquierda cuando está en la oposición. Se empeñó en demostrarlo el PSOE cada vez que ganaba al PP y ahora Podemos sigue el patrón. Nada sacude mejor el rojerío a un español que entrar en un ministerio. Está históricamente probado. Ante esta evidencia política, como bien sugiere César Calderón, Íñigo Errejón es hoy la izquierda española. El ex número dos de Podemos se reubica para ocupar el espacio que los de Iglesias han dejado al trasladarse a los despachos ministeriales. Su problema es que ningún foco mediático le enchufa… De momento. Y no, Twitter no es suficiente.

Y Abc hoy es… El Abc de siempre

El que no traiciona en estos días de pandemia y confusión es el Abc, que se muestra firme como una roca: han borrado el tuit y han modificado su infame titular en la web, pero quedan los pantallazos y las noticias que recuerdan el autorretrato que se ha hecho el diario esta semana. “Los 70 días de infierno en el Alcázar de Toledo: la gesta de Franco que aplastó a la II República”. Ese era el mensaje injustificable con el que los de Vocento llamaban la atención sobre una noticia que, visto el titular, no podía contener mucho rigor histórico. La izquierda española no siempre es izquierda, pero la derecha no falla nunca.

La pandemia afecta a Juan Carlos I… Para bien

La pandemia, la crisis económica mundial, la irresponsabilidad global durante la desescalada y la batalla política por echar las culpas, cada día de menor nivel, están viniendo de maravilla a Juan Carlos I, que no lee en la prensa española lo que sí tiene que leer en la extranjera: “‘Un rey viejo devorado por la pasión por el dinero’, Le Monde también cuestiona a Juan Carlos”. Esa es la noticia en Radiocable que debería de ocupar mucho más espacio en Internet, radios, televisiones y el papel. El diario francés incluso llevó a su portada la noticia en la que habla de su “clamoroso” escándalo financiero y su “fortuna oculta”.

40 + 2 años de infamia

No, ETA no nació del pueblo, como tuitea Arkaitz Rodríguez: ETA nació para corromper a la juventud nacionalista vasca e intentar desplazar al PNV. Y ETA tampoco escuchó al pueblo: se hizo la sorda durante 40 años. Así que no hay nada que celebrar el aniversario del día que dejó las armas: el fin de la infamia no es una fiesta. Lo más grave es que en esa posición se pone el líder de Sortu, el partido que corta el bacalao en Bildu (y para muestra, el liderazgo indiscutido de Otegi). Los que comparten coalición son los que deberían de explicar si mantener el escaño compensa soportar esto… Y lo que no tuitearán.

Por guapo

La pandemia es una estupenda cortina de humo para quienes ven su nombre en los papeles y pretenden que nadie se dé cuenta de lo que hicieron. Me refiero a esto: en el Telegraph han publicado ahora que Juan Carlos I recibió 1,9 millones de dólares de Bahréin a modo de regalo. ¿Fue a su persona o a la institución? Si fue un “regalo” a la jefatura de estado de España, ¿no debería de ser de todos los españoles? Si lo fue a título personal, ¿cómo se justifica semejante generosidad? Son preguntas que quedan en el aire y que nos dejan esperando una respuesta un poco estupefactos y nada esperanzados.

Están como para hacer animaciones graciosas…

No creo que la dictadura china esté en situación de hacer chanzas y bromas sobre la expansión del coronavirus por el mundo. Vale que Donald Trump, el foco de sus gracietas, lo pone fácil, pero ni siquiera las muestras de falta de criterio del presidente estadounidense sirven de excusa. Si algo no necesita el mundo es más tensión, más problemas y más consecuencias financieras y bursátiles negativas. Así que el vídeo de animación en el que ridiculizan a Trump (que ya se ridiculiza solo) y en el que recuerdan sus advertencias (haber dicho la cifra real de muertos hubiera sido la más efectiva) sobra.

Respetémonos a nosotros mismos

Cualquiera que tenga una ventana que dé a una peatonal habrá visto durante el fin de semana aglomeraciones, distancias de seguridad vulneradas y corrillos que van mucho más allá de un saludo cortés. Xabi Álvarez resume en Twitter muy bien la opinión de muchos: “Hay quien no entiende que el cumplimiento de las normas no va de que te gusten más o menos o de que consideres más o menos inocuo su incumplimiento. Las normas son un marco para garantizar la convivencia. Luego, que si tendría que confiarse más en el ciudadano…”. Nunca he soportado a quienes piensan que las normas son para los demás. Y lo llevo peor cuando lo piensan los de mi entorno más próximo.

Que no se nos olvide…

Quien no nos respeta y no se respeta demasiado como líder es Isabel Díaz Ayuso. Las aglomeraciones en las calles de Euskadi y de España vienen después de que veamos a la presidenta de la Comunidad de Madrid junto al alcalde de la capital, y a sus equipos de gobierno, cerrando el hospital de IFEMA como si estuvieran sirviendo bocadillos de calamares en la feria de San Isidro. Literalmente. Lo alucinante es que han echado la culpa de la aglomeración a que Podemos invitó a un grupo de médicos (para que protestasen, claro, cosa que tampoco tenía sentido). Y no se sonrojan…

También es importante

Esto es muy sencillo: quien crea que por el coronavirus no podemos hablar de la comisión millonaria que recibió Juan Carlos I, o le hace el juego a la Casa Real o es tan pardillo que se la han colado. Así que además de traer a la columna noticias sobre el virus que nos retiene en casa, seguiré buscando información interesante sobre las consecuencias de lo que hace el Rey de España (lo de verdad, no las alocuciones a la nación tarde y mal): Gorka Urtaran se plantea borrar del callejero de Gasteiz a Juan Carlos I, una noticia que no gustará a algunos pero que para la mayoría es justa y necesaria.

¡A la mierda los que despidan!

Francia e Italia han prohibido los despidos durante el confinamiento. Una medida que deberían de tomar todos los estados. Porque los ERE y los ERTE son esas cosas que pueden poner en marcha grandes empresas y, al final, los perjudicados son los asalariados… Y los autónomos que están a pie de calle. ¿Cómo de duro es tener un bar o un local y ver pasar los días sabiendo que caerá el alquiler, la liquidación trimestral, el sueldo de tu único empleado…? Esos son los que necesitan apoyo, los trabajadores que simplemente salen adelante mes a mes. Así que cada ERE denegado es un triunfo de todos.

No necesitamos salvapatrias

Me sumo a la critica de César Calderón hacia personajes como “Spiriman”, el médico que se hizo famoso en Andalucía por criticar el estado de la sanidad pública y que hace unos días incluso lloraba en televisión por la falta de prevención ante el coronavirus. Solo unas jornadas antes, Jesús Candel se reía en Twitter de la alerta por el coronavirus. Lo mismo que Oriol Mitjà, que ayer en El País aseguraba que esta era una pandemia evitable… Y el mes pasado en La Vanguardia consideraba que la alerta sanitaria alarmaba por ser nueva y no por ser grave la enfermedad. Lo que menos necesitamos ahora son salvapatrias.

Y menos a estos

Si no necesitamos salvapatrias tampoco necesitamos a quienes piden que rueden cabezas por puro populismo, como hacen los de Vox… Pero no solo. Se quejan los ultraderechistas de que España no garantiza tests para los enfermos más leves simplemente porque no hay tests suficientes. Por eso es una crisis mundial, porque faltan recursos básicos en todos los sitios. No se trata de un desabastecimiento por negligencia, si no, no estaríamos en casa desde China a Portugal. Y en Euskadi encontramos críticas similares a Osakidetza y el Gobierno Vasco de simpatizantes del PP o Bildu. El populista, a la hoguera.

Hablemos de otras cosas

Ni tan importantes como el de un jefe de Estado que en el ejercicio de su cargo recibe una comisión de 100 millones de dólares de una dictadura que acaba donando a una muer sin que sepamos exactamente por qué, ni tan urgentes como el del coronavirus, pero hay otros temas: en este parón deportivo podemos repasar estadísticas, como hacen en Afouteza e Corazón: hasta la suspensión, el Athletic era el equipo que más jugadores empleaba de su territorio seguido por el Celta, el Espanyol, la Real y Osasuna. Permítanme que me ponga bilbaino con diptongo, pero los de San Mamés ni son de Tajonar ni son de Zubieta.