No es momento de juegos de palabras

Pablo Echenique, sin duda, ha elegido un mal momento para tuitear este juego de palabras: “Cuando no intervienes el mercado, el mercado te interviene a ti”. Ha elegido un mal momento, principalmente, porque Podemos forma parte del gobierno español y porque ninguno estamos para virtuosismos cuando la factura de la luz de este agosto supondrá un récord en nuestro gasto. El primer récord de los que vendrán, por cierto. Echenique y Podemos en su conjunto tienen que empezar a entender que sus discursos suenan casi insultantes para la mayoría, que sus quejas no nos valen porque nosotros tenemos más motivos.

Cuanto más insistan, peor

Cuanto más hablen en Podemos de la división del consejo de ministros, peor para el gobierno de coalición. El tuit de Ignacio Escolar es una buena muestra de lo que quiero decir: “Unidas Podemos pide a la ciudadanía que ‘presione’ con ‘movilizaciones’ por la subida de la luz”. ¿A quién presionaríamos con esas movilizaciones si no es al gobierno en el que está Unidas Podemos? No es posible estar en la institución y la pancarta (Martín Garitano lo intentó en Gipuzkoa y salió escaldado), y cada vez que insisten en ello lo que todos vemos es que su papel en la gestión y con poder es irrelevante.

Los relatos y los extremos

Ayer mismo escribía sobre Javier Villamor y su hilo en Twitter romantizando en exceso la década de los 80: su “ahora estamos peor que nunca” se alinea con la estrategia de la extrema derecha con a la que el propio Villamor se arrima. Horas después justifica su burdo intento de colárnosla: “Como cada uno recuerda la historia de una manera, una ley de memoria histórica está completamente fuera de lugar”. Cuando lo leí recordé unas palabras muy parecidas que había escuchado solo unas horas antes, las de Otegi justificando los “ongi etorris” y la existencia de más de un relato porque cada uno había sufrido de una manera.

También

Pero el discurso de Otegi y el de la derecha española no solo coincidieron ayer con los relatos: Margaret Castor recuperaba con acierto un tuit del PP en enero en el que Pablo Casado (como hacían los portavoces de Bildu por esas fechas en la CAV) alertaba de un fracaso absoluto del proceso de vacunación por cómo había arrancado. Pues bien, hoy el 70% de la población está completamente vacunada (el porcentaje es ligeramente más alto en la CAV que en el conjunto de España) y quienes entonces criticaban el ritmo y, en el caso vasco, que se reservasen vacunas para las segundas dosis, ¿qué tienen que decir?

La desvergüenza sin fin

Termino con el tema con el que empezaba la columna: el del precio de la luz. Si es mucho lo que pagamos a estas empresas por nuestro consumo, más será lo que les abonaremos vía Estado, que “deberá devolver más de 1.400 millones a las eléctricas por un decreto del PP anulado por el Supremo” (Eldiario.es). El entonces ministro Soria implantó un canon por el uso del agua para producir electricidad que la justicia europea avaló… Pero la española ha tumbado argumentando que una concesión una parte no puede cambiar las condiciones unilateralmente. Una vez más, el bien común no prevalece.

Otegi, tan lejos

La de estos días no es la primera muestra que ha dado Arnaldo Otegi de estar encerrado en una burbuja política, extremadamente aislado del resto de Euskadi. Que te hagan sentir el Mandela vasco puede estar bien, que te des cuenta de que es ridículo es incómodo, lo sé, pero necesario para alguien que se dedica a representarnos: primero fue su artículo de opinión sobre la violencia juvenil no política, y ahora su disposición a hablar con quien se sienta humillado por los “ongi etorris”. Ya hemos hablado (otra cosa es que se haya enterado) y por eso nos quedamos perplejos antes de indignarnos por esos actos.

El riesgo de romantizar el pasado

El fenómeno editorial de Ana Iris Simón ha empujado a su autora a pisar todos los charcos en los que ve algo de romantización de la España de su madre y su padre. El debate que se enciende después del tuit de turno de Simón parece que ha resultado atractivo a otros usuarios de la red como Javier Villamor, que en un breve hilo habla de una España de los 80 en paz (con muertos de ETA a diario), seguridad (con jeringuillas en los suelos de los parques) y futuro (vivimos crisis gravísimas y la mía fue la primera generación azotada por la inestabilidad, como bien recuerda Simón). Un hilo muy contestado en Twitter.

¿Por qué lo ha hecho?

¿Por qué Otegi sugiere una justificación (vía singularidad) de la violencia callejera política del pasado? ¿Por qué Simón descontextualiza ese pasado que idealiza? ¿Por qué Villamor se mete en ese berenjenal tuitero? Margaret Castor concluía que el último “es un nazi de mierda” por su clara vinculación a Hazte Oír. La extrema derecha “olvida” el terrorismo, a los yonkis y las crisis económicas que lapidaron la industria para que parezca que ahora estamos peor que nunca (las declaraciones del lunes de Abascal iban en ese sentido, precisamente), y demuestra que no les importan nada las víctimas de todo aquello.

Más peguntas que respuestas

Es bueno tener siempre más preguntas que respuestas, pero oír alguna explicación da satisfacción, la verdad. La salida de EE.UU. de Afganistán, por ejemplo nos genera muchas dudas: ¿por qué Biden siguió adelante con el plan y la fecha de Trump? ¿Por qué lo decidieron si sabían que el gobierno afgano que dejaban (junto a unas fuerzas supuestamente formadas y armadas) duraría como mucho tres meses frente a los talibanes? Y ahora, las más difíciles: ¿qué preferimos como ciudadanía: la ocupación estadounidense o la autogestión talibán? ¿Aprobaríamos dedicar recursos a un ejército europeo para no depender del americano?

Por tontos, no

Había decidido pasar de los estudios en un internado de Gales de una de las hijas de los reyes de España. Sinceramente, hasta que he leído la pieza de Patricia Pereda no sabía ni cuál de las dos era porque me daba igual, pero que la prensa cortesana me tome por idiota (a mí y a cualquiera) me importa: “Una ‘compañera’ de la princesa: ‘Va a recibir la misma educación que yo, una niña de un pueblo gallego y de clase trabajadora’”, leo con asombro en Nuis Diario, donde Pereda ha entrevistado a Sara Parcero, una gallega que recibió una beca para estudiar donde Leonor. Pues muy bien por Sara, pero muy mal por quien quiere tomarme el pelo.

«Cero reproches»

Con el paso del tiempo, de la pandemia, y de los días después del fin del estado de alarma, me he vuelto más pragmático, como Rafa Cabeleira, que tuvo la habilidad de tuitear esto: “Libertad para hacer el subnormal: es lo que les vendieron y es lo que hicieron, cero reproches”. Eso es. A quien salió a las 0:00, quien decidió irse a Castro Urdiales a esa misma hora, quien se fue a Haro a tomar un par de vinos el domingo por la mañana, ¿qué puedo decirles yo? Son el producto de una sociedad de mierda, empoderada, consentida como un niño pijo y acostumbrada a hacer lo que le da la gana. Cero reproches.

También por su parte, ¿no?

Iván Edroso recuperaba en Twitter un corte de El Xokas, un youtuber que, bastante indignado, reconocía que es muy difícil gobernar un país lleno de personas a las que calificaba como “putos retrasados”, y a los que se dirigía así: “¿De verdad necesitas que el gobierno te diga que tengas cuidado y que no quedes con los amigos para hincharte a cañas el viernes por la tarde? ¿De verdad lo necesitas? Lo que necesitas es un tortazo porque eres tonto”. Yo sigo con mi política de cero reproches, pero espero también que por parte de la ciudadanía no haya ninguno hacia los políticos obligados a prohibir para que una pandemia no nos masacre.

Seguramente

Soy de los que cree que a todo el mundo se le puede educar, entendida la educación como un conjunto de conocimientos o hábitos que se adquieren a lo largo de la vida y, por lo tanto, también creo que todo es fruto de la educación. Ahora, azotados por un virus que nos mata, mi convicción, que mejora Cricri en Twitter, adquiere otro tono: “Lo que hay en este país es un problema de educación y un individualismo brutal. Y esto lo explica prácticamente todo”. Y que nadie se lleve a engaños: “Este país” es España, es Euskadi y es Francia, que el egoísmo, como el coronavirus, no se detiene en las fronteras.

¡Claro que es injusto!

Desde los repuntes después del verano tengo muy claro que el mayor vector de transmisión del virus es “la chufla”. Evidentemente, la juventud está más implicada en esta actividad, pero el problema no es el segmento de edad, sino quienes salen a fumar, beber, el rollo de siempre. Así que claro que Mónica García, una de las políticas de moda, tiene razón cuando “ve ‘injusto’ criminalizar a los jóvenes por las aglomeraciones tras decaer estado de alarma” (Nius Diario). ¿Jóvenes? En las imágenes del macrobotellón en la plaza de Sol se veía a unos cuantos con entradas y canas y, qué coño, a ver si en las terrazas a mediodía está la chavalada.

La fobia de cada uno

Si el tuit de Rafa Cabeleira me tranquilizaba, este de Margaret Castor me recordaba que no podemos olvidar que la idiocia, sobre todo cuando parece ilustrada, es un animal que cambia de orilla muy rápidamente: “Tú lo haces todo bien, claro. Y los demás, sobre todo los que te caían mal antes de la pandemia, lo hacen todo mal. Y lo hacen por joder. Claro que sí”. Así que espero no haber antepuesto mi fobia a mi criterio hoy porque estoy seguro de que lo he hecho durante la pandemia en varias ocasiones. Como me dijo Gari durante una entrevista, el músico: “si cantas a cara de perro se te queda cara de perro”.

Suena igual

Reconozco que no caí hasta que vi el tuir de Margaret Castor: “El PP es la nueva Batasuna”, sentenciaba mientras mostraba a José Luis Martínez Almeida, que condenaba el ataque a la sede de Podemos en Cartagena y luego añadía un “pero” sobre la supuesta violencia que las víctimas también ejercían, justificando ataques contra la sede del PP, según el alcalde de Madrid. Tiene razón el tuitero: esa condena con boca pequeña y “pero” bien grande suena igual que aquellas que teníamos que oír sobre la violencia que ejercían unos contra todos y a la que siempre acompañaba un “pero”, según la izquierda abertzale.

Por su cara bonita

Durante el confinamiento y las posteriores restricciones ya leímos noticias sobre la alegre movilidad de los sobrinos de Felipe VI. Froilán y Victoria Federica son de los que creen que cumplir las normas es de pobres y de pringados, que ellos, por su cara bonita y sus relaciones familiares, pueden hacer lo que les salga del cetro real. Total, si su madre se ha vacunado en Abu Dabi en una visita al abuelo, ¿qué pasa por que ellos vayan a Marbella? Con lo que mola Marbella… Pero la pelota está en el tejado de las autoridades del gobierno más progre de España, que podrían actuar para que no cunda el ejemplo, ¿no?

Todos los líderes políticos

“Un año después de la pandemia, la popularidad de todos los líderes políticos ha caído en picado”, aseguran en Magnet, y ponen como ejemplo paradigmático a Angela Merkel: “Si en abril del año pasado gozaba de una aprobación del 70% hoy a duras penas llega al 20%. Ha pasado de ejemplo a seguir en la gestión política de la pandemia a juguete roto del coronavirus”. No hace falta ser un fino analista para saber por qué se ha dado este fenómeno global: la oposición política ha sido carroñera en casi todos los parlamentos y la ciudadanía necesitaba echar y expiar sus culpas, y siempre señalaba al gobierno.

Y si no, al Senado

A Toni Cantó se le queda corta la Asamblea de Madrid. Eso parece que creen en el PP, según El Independiente, donde leemos que estarían pensando enviar al ex de Ciudadanos y UPyD al Senado. “Hemos fichado un político y un discurso” es la sentencia con la que justifican la maniobra a la que el actor se habría prestado. Si Ciudadanos no pasa el corte del 5% en las elecciones del 4 de mayo su desintegración se aceleraría y Cantó sería quien mantendría las revoluciones altas. Además, es evidente que Maroto no ha cumplido como portavoz del PP, y Cantó serviría de reclamo y escopeta a la vez.

Un recuerdo de su inoperancia

Ya sé que mi visión está sesgada y, sobre todo, alejada del territorio en el que tuvieron que votarle, pero la web que ya ha habilitado el equipo de Donald Trump y que, de momento, funciona como recordatorio de su gestión, para mí, es la web de una época pasada y nefasta. No puedo evitar ver sus fotos, por muy seleccionadas que estén, como de otro momento, de un momento que no quiero que regrese, y confío en que también en EE.UU. suceda. Esa web, seguramente, será la que activen más adelante como alternativa a las redes sociales habituales para colocar sus discursos que, seguro, huelen a vino añejo de la misma manera.

Del autorretrato a la caricatura

Desconfío de los medios y, sobre todo, de los periodistas que hacen gala de su objetividad. Prefiero mil veces a un compañero de oficio que es honesto y, como todos, parcial por principios (o por bolsillo). Pero los peores son, sin duda, los medios que publican caricaturas de sí mismos. Este tuit de El Mundo es tan triste para la profesión como real, por desgracia: “El Rey debe firmar los decretos que el Gobierno aprueba de urgencia sin cesar. España no está preparada para que el Monarca se viera impedido en una crisis como ésta. España debe cruzar los dedos para que Don Felipe mantenga su buen estado de salud”.

Hay que contar la verdad

En estos momentos es importantísimo contener el torrente informativo para que la desinformación no lo contamine y, sobre todo, contar la verdad. José Antonio Pérez acierta cuando, en un par de líneas, sentencia: “Si te molesta que los científicos hoy digan una cosa y mañana otra, ve y búscate un cura; ellos siempre han dicho, dicen y dirán lo mismo”. Se refería, probablemente, al cambio de criterio de la OMS y los gobiernos sobre el uso de las mascarillas. Lo que no hay que hacer es, como algunos políticos (y periodistas) irresponsables, extender bulos aunque sea a modo de reflexiones al aire.

La mejor definición

Ante la noticia de que los médicos de la sanidad pública madrileña han empezado a organizarse entre ellos sin esperar a las propuestas de la Comunidad, un conocido tuitero, Margaret Castor, escribió: “Madrid es una comunidad autónoma fallida. Esto es escandaloso”. Más allá del escándalo, la definición de “comunidad autónoma fallida” es la mejor que he leído sobre Madrid. Coronavirus aparte, Madrid está construido sobre su capitalidad, atrayendo sedes sociales y talento que roba de otras comunidades, con la colaboración de los principales partidos españoles. Y al final, para que todo sean agujeros.

El camino de Andalucía

El PP más liberal ha ejercido en Madrid esas políticas que no podía poner en marcha en el resto del Estado, insisto, apoyado en la capitalidad y con representantes regionales del PP colaborando en el vaciado de la periferia. Liderado por el PP y apoyado en Ciudadanos y Vox, Andalucía pretende seguir esa estela liberal, y en plena crisis sanitaria, como cuentan en El Confidencial, han colado una serie de medidas que “sienta las bases para la liberalización de la economía andaluza”, como más libertad a los centros comerciales, los apartamentos turísticos, o los promotores de campos de golf, que podrán volver a construir.

El mejor González Pons

Creo que ya lo he visto todo en política: una pandemia en los tiempos de WhatsApp, el PSOE compartiendo el gobierno de España, una moción de censura que prosperó, dos repeticiones electorales, el despacho de Abascal, el dormitorio de Rosa Díez y un tuit razonable de Esteban González Pons. Este: “Aviso a los jefes, teletrabajar no significa trabajar sin horario ni fines de semana. Que el personal teletrabaje no significa que se pueda disponer de su tiempo 24 horas los 7 días. Puesto que el futuro es esto, los jefes deben aprender también a teledirigir. Vamos a respetarnos”. Yo no lo habría escrito mejor.