Pase lo que pase hoy (hasta el último minuto yo no vendería la piel del oso) ya tenemos una constancia: la derrota de la política española hasta tal punto que los cuatro partidos con presencia en todo el estado solo miran por sí mismos y acaban dejando su futuro en las manos de los partidos nacionalistas autonómicos. Mucha gente en España con cierta sensibilidad igual piensa que esta es la mejor opción, pero es la imagen de un fracaso y, sobre todo, de un egoísmo gigantesco.
Las mentiras en el Congreso
Rajoy dijo a Sánchez que no podía mentir en el Congreso. Lo dijo antes de mentir cuando aseguró que tiene que gobernar el partido más votado. Y lo dijo después de mentir cuando aseveró que el PP no era culpable. Ángels Barceló dio un puñetazo sobre la mesa: “Para que no nos confundan, el que miente en el Congreso es Mariano Rajoy. El PP ha sido condenado en la sentencia del caso Gürtel, que, además, acredita la existencia de una caja B en el PP y dice también que Rajoy faltó a la verdad en su declaración”.
Una sinvergonzada
El sistema no es corrupto. Y si lo es los culpables son los que deben ser ejemplares y, por sentencia judicial, resultan ser unos corruptos. Si Bárcenas cobra y paga en “B” a cambio de obra pública, ¿qué importará que alguien le quite el IVA en una factura? Fernández-Albertos se alarmaba con razón: “‘Corrupción hay en todas partes’. ¿Son conscientes del daño institucional de esta frase dicha por el presidente del Gobierno desde la tribuna del Congreso de los Diputados?”.
Insisto
Se lo decía ayer: la de estos días es una moción electoralista. Cristina Pardo, como siempre, lo escribía en Twitter con más gracia que yo: “Si encuentras en el Congreso a un líder político que esté pensando en los ciudadanos y no en su propio partido, te convalidan la carrera de Arqueología”. Todos los discursos, incluso los de Rajoy y Sánchez, o especialmente los suyos, buscaban el mejor lugar en la foto de la próxima precampaña pese a la gravedad de lo que se jugaban. ¿España? Los votantes.
Una oportunidad perdida
Una pena que la presentación de Berizzo haya pasado desapercibida por culpa de la actualidad política española. La afición del Athletic necesita una inyección de ilusión, y la presentación del entrenador para la próxima temporada podía haberlo sido con una adecuada planificación. Y si hay que cambiar los planes, se cambian, pero la masa de socios y aficionados merece un soplo a favor, merece un poco de cariño, merece unos fuegos artificiales de vez en cuando. No todo debe ser tan insípido.