Un velero que nos ahorramos

“El Gobierno paraliza el nuevo Aifos, el velero que patronea el rey Felipe VI, por la presión del PNV. La Armada ya tenía publicado el concurso para renovar el velero (es de 2005) y se paraliza por una pregunta de Aitor Esteban”, leemos en Relevo y celebramos, claro, porque de momento nos hemos ahorrado un nuevo velero que disfrutarían únicamente el rey de España y sus mejores amigos. La pregunta paraliza el concurso pero no acaba con él, de momento. Hacen falta más pasos y más valentía, porque ese barco a cargo del presupuesto público lo iba a encargar el gobierno más progresista de la historia de España.

Mal empiezan

El gobierno español ha intentado colocarnos un barco para Felipe VI con un un truco de prestidigitación añejo y, al mismo tiempo, da señales de que ha perdido la magia incluso entre las y los socios: “Moncloa acusa a Díaz de ‘buscar la foto’ con Puigdemont y Sumar responde que está ‘haciendo un favor’ a Sánchez” (El Independiente). La visita de la vicepresidenta en funciones es una buena noticia porque normaliza una situación anómala desde el momento en que se judicializó una situación política, pero si no fue consensuada (Sumar habla hasta de “favor” al PSOE) solo servirá para enrarecer más la negociación con Junts.

Aquí están peor

Por mucho protagonismo que haya buscado Yolanda Díaz (búsqueda recurrente en ella) y por muy mal que haya caído en el PSOE, los pasos que haya dado la vicepresidenta en Waterloo servirán para avanzar. Peor lo tienen en el PP: “Vox exhibe su fuerza ante Feijóo con un cara a cara y tras cerrar el ciclo de pactos” (EPE). Es innegable que Abascal ha doblegado a Núñez Feijóo y que el PP es un partido en manos de la ultraderecha en los fondos y las formas. Es decir: el de la gaviota es un partido débil que, además, cada vez va a serlo más y por sus propias decisiones. Y este hecho irrefutable nos empuja a unas nuevas elecciones.

A esto me refiero

“Azcón se niega a cesar a los directores generales que ensalzaron el franquismo. El presidente de Aragón justifica su decisión y dice que no elige a sus altos cargos por lo que han hecho en el pasado ‘sino por lo que van a hacer de cara al futuro’”. Este titular en Público muestra claramente lo que intento decir en el anterior párrafo: el PP se ha convertido en un partido acobardado por la extrema derecha, que entra en los gobiernos como quiere. El PP pone la cara, pasa el sonrojo y las y los de Vox, franquistas reconocidos, engordan. Un partido que se ha convertido en un partido pelele devorado por el fascismo tiene un problema.

Las consecuencias

Cebar a la extrema derecha no sale gratis. La historia nos ha demostrado es que es voraz: se comió a Ciudadanos, empieza a devorar al PP y después de hacer la digestión se tira pedos en forma de tuiteros que se creen más libres y más listos porque van contracorriente apoyando a los extremistas. Josué Cárdenas, el periodista de Libertad Digital que en el Congreso hace preguntas que él cree incómodas y la mayoría valoramos como ridículas, salió a las calles de Madrid en plena DANA y lo contó en Twitter: “He desobedecido al mensajito”. “¡Se puede pasear, se puede ser libre! No te creas los miedos que te mete tu gobierno”.

¿Por qué no ha dimitido Rubiales?

Además de porque es un machista insoportable, Luis Rubiales no ha dimitido porque, según The Objective, “la dimisión les abocaba a una convocatoria inminente de elecciones”. Y para mantener el control de la RFEF ha urdido un plan: “Destituye a todos sus vicepresidentes menos uno para dejar atado su relevo”, Pedro Rocha, que tras el esperado cese ocupará la presidencia siendo, como es, hombre de máxima confianza de Rubiales. Así que esto va de mantener la indignidad (que no la dignidad) pero también de mantener el poder de una federación que, claramente, maneja demasiado de esto último.

Con dinero y más dinero

La jugada es hábil, pero también muestra una vez más a un Rubiales codicioso que solo quiere lo que tiene: dinero y poder. En su discurso, en el que se negó a dimitir y señaló el feminismo como su problema (cuando lo es el machismo propio), Rubiales ofreció en público al seleccionador español del equipo femenino una renovación de contrato al alza. Algunas fuentes indican que incluso triplicando el sueldo hasta el medio millón anual. Su modo de operar quedaba así al descubierto y, para sorpresa de nadie, consiste en forrar de dinero que no es suyo a los demás. Eso ayuda a explicar que haya llegado tan lejos.

¡Pero si lo vimos!

Si la grandeza de una obra está en los detalles, “las explicaciones de Luis Rubiales por el beso a Jenni Hermoso” son inmensas: “Ella fue la que me subió en brazos y me acercó a su cuerpo. Y yo le dije: ‘¿un piquito?’ y ella me dijo, ‘vale’” (la SER, en Twitter). Hay que tener la cara muy dura para decir esto cuando todas y todos hemos visto, si no en directo sí decenas de veces en los informativos, la secuencia del beso y cómo Rubiales se tomó el deseo a su manera, sin importar lo que quisiera Jennifer Hermoso. Ese es el nudo gordiano, y no hace falta deshacerlo, pese al empeño de Rubiales: todos sabemos qué ha pasado. No hay discusión.

“La honorabilidad de Rubiales”

Si el machismo de Rubiales y quienes le defienden o apoyan es de libro, la revictimización que produce en Jennifer Hermoso es también de manual. Le presiona para que comparezca junto a él justificando lo injustificable, le acusa de mentir y, por su fuera poco, Luis Rubiales pone el aspersor de mierda al máximo: “La Federación Española de Futbol ha anunciado cuantas acciones legales correspondan en defensa de la honorabilidad de Rubiales” (República). Lo de “la honorabilidad de Rubiales” me parece ya un despropósito sideral. Una fórmula de jefe de prensa vago que, en este caso, no da más que para chiste.

“Contigo, Jenni”

El fútbol español, la RFEF y el propio gobierno, que ha dejado hacer a Luis Rubiales demasiado, tienen un problema enorme de machismo e imagen: la selección española de fútbol llegó a lo más alto y el machismo de Rubiales, también. En el partido de la liga estadounidense, históricamente la más importante del fútbol femenino, entre San Diego Wave y Orlando Pride, “los equipos de Alex Morgan y Marta Vieira portaron brazaletes con un mensaje de apoyo a la jugadora española” (Relevo). Así que, sí, el presidente de la RFEF ha generado, él solito, el “me too” español, en este caso, el “se acabó” acuñado por Alexia Putellas.