En mis viajes a Italia había circunvalado varias veces la ciudad de Génova, la sexta más poblada del país, pero nunca había entrado en ella, así que creo que ya había llegado la hora, máxime cuando desde 2006 las Strade Nuove y el sistema de los Palazzi dei Rolli del centro histórico, forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El casco antiguo está lleno de sabor tradicional, como sucede con este comercio de antigüedades.
La Porta dei Vacca nos da acceso al casco antiguo. Enseguida nos encontramos ante la gran mole de la iglesia de Annunziata del Vastato, pero no hemos venido a iglesias pues en Italia tienen la colección completa, así que nos dirigimos a la Galleria Garibaldi, como aquí llaman a un túnel que nos conduce a una de las zonas más interesantes, Via Garibaldi, a la que a mediados del siglo XVI se trasladó la nobleza genovesa, por lo que está llena de mansiones y palacios, como el Blanco, el Tursi, sede del Ayuntamiento o el que aparece en la imagen, el Rojo (Palazzo Rosso). Impresiona contemplar sus monumentales fachadas y los patios interiores.
La siguiente cita la tenemos en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad y su centro neurálgico, la enorme piazza de Ferrari, a la que se asoman lugares tan conocidos como el Palazzo Ducale o el Teatro Carlo Felice, sede de la Ópera, que tiene delante el monumento a Giuseppe Garibaldi.
Ha llegado la hora de tomar algo y lo hacemos en el entorno del lugar que más me ha gustado de la ciudad, la piazza San Mateo, un sitio lleno de sabor ubicado en torno a la pequeña iglesia del mismo nombre, que fue construida entre los siglos XII y XIII por la familia Doria, a la que pertenecieron las casas que rodean la plaza. Muy cerca se encuentra la coqueta iglesia de Santa María delle Vigne.
Seguimos callejeando por un laberinto de estrechas calles hasta llegar a la Catedral, dedicada a San Lorenzo, que fue reconstruida entre los siglos XI y XIII. Destaca su monumental fachada, que cuenta con tres portales góticos con franjas de mármol blanco y negro, adornados con esculturas.
más importante del Mediterráneo junto al de Marsella. A modo de despedida contemplamos uno de los edificios más monumentales de la ciudad, el Palazzo San Giorgio, con sus fachadas profusamente pintadas, sede de la Autoridad Portuaria.
Ha llegado la hora de asomarse a la fachada marítima de Génova y qué mejor lugar para hacerlo que el Porto Antico, el Abandoibarra genovés, pues la zona ha sido completamente rehabilitada, como podéis ver en la imagen, con la enorme escultura Bigo en primer plano, teniendo como telón de fondo el Acuario y la Biosfera.
No podemos concluir la visita a la ciudad sin visitar su principal atracción turística, el Acuario, que presume de ser el mayor de Europa (https://www.acquariodigenova.it/). Cuenta con 71 tanques con más de 12.000 animales de 400 especies. La entrada cuesta 18 €, pero nos ofertan la Senior, aunque no lo somos, que vale 4 € menos.
Se ha echado la hora de comer, así que como en el Porto Antico hay muchos bares y restaurantes, qué mejor lugar para concluir la visita a Génova que disfrutar de un buen plato de pasta en una terraza cerca del mar. Estamos en marzo y al sol hace calor. Muy cerca tenemos el Galeón (en la imagen) y un poco más adelante el Galata Museo del Mare y el Sumergible Nazario Sauro.
INFO. Génova dista 1.200 km de Leioa, así que se puede ir en coche o, mucho más rápido, en avión. Lufthansa cuenta con tres enlaces diarios entre Bilbao y Génova, vía Munich. Vueling con uno diario vía Barcelona.
Qué ilusión me hace recordar sitios que conozco también explicados. Entran ganas de volver.