Como cada 23 de abril, todo Catalunya celebra hoy la festividad de su patrón, Sant Jordi, día en el que, según la tradición, el hombre debe regalarle una rosa a la mujer y esta un libro a su pareja. A nosotros nos coincidió en la localidad gerundense de Ripoll, donde pudimos ver puestos de venta de rosas y libros y hasta un dragón, ya que, según cuenta la leyenda, en el pequeño pueblo de Montblanc apareció un día un dragón que aterrorizaba a los vecinos quienes, para evitar sus ataques, decidieron hacer un sorteo entre la población, para entregar al dragón una persona cada día. Salió elegida la hija del rey y, cuando iba a ser devorada por el dragón, un valiente caballero llamado Jordi se interpuso entre ambos. El hidalgo combatió al dragón y lo mató. De su sangre salió un rosal, del cual Jordi cogió la flor más bella y se la entregó a la princesa. Este día conmemora la muerte del santo, que tuvo lugar en el año 303.
Ripoll se encuentra en la confluencia de los ríos Ter y su afluente Fresser, en la provincia de Girona. La visita a su principal monumento, el monasterio de Santa María, justifica el viaje a esta población. El monasterio original fue construido en el año 888 a petición del conde Wifredo el Velloso, aunque el que ahora vemos es fruto de la restauración realizada a finales del siglo XIX, destacando su airosa torre.
La visita a este monasterio incluye su claustro de dos pisos, la monumental portada del siglo XIII y el enorme interior de la iglesia. Aquí están enterrados los restos mortales de los condes de Besalú y algunos de los condes de Barcelona, desde Wifredo el Velloso hasta Ramón Berenguer IV. El monasterio abnre todos los días de 10 a 14 y de 16 a 19 h, excepto los domingos por la tarde. El precio de la visita al monasterio y al centro de interpretación es de 5,50 €. Más información en http://www.monestirderipoll.cat/.
Tenemos que coger ahora el coche y desplazarnos 14 km hasta Ribes de Fresser, punto de partida del tren cremallera que sube al Vall de Núria. El billete de ida y vuelta cuesta 25,50 € (23 € por Internet). Conviene consultar los horarios en https://www.valldenuria.cat/es/invierno/reservas/billetes-cremallera/.
El cremallera es el único medio para acceder a Vall de Núria. Tiene un recorrido de 12,5 km en los que supera un desnivel de más de 1.000 metros. El viaje resulta muy entretenido por la variedad del paisaje, pudiendo contemplar desde el tren varias cascadas.
La llegada a Vall de Núria resulta impresionante nada más bajar del cremallera, eso si, conviene llevar ropa de abrigo pues estamos a casi 2000 metros de altitud. Ante nosotros tenemos un lago y como telón de fondo las montañas nevadas. En medio queda el imponente santuario.
Todavía podemos subir 152,70 metros más, llegando a los 2121,60 metros de altitud, utilizando un telecabina (3 € ida y vuelta). Desde el mirador tenemos espectaculares vistas del valle y de los picos que lo rodean, que tienen como punto culminante el monte Puigmal, de 2910 metros, en cuya cima estuve hace ya bastantes años.
Concluimos nuestra visita al santuario de Núria visitando el Centro de Interpretación (abre de 10 a 17 h), que nos da a conocer la historia y los inicios de la estación de esquí y montaña, el santuario, el tren cremallera y, lo que más nos gustó, una exposición basada en la vida y las tradiciones de los pastores del valle. También se proyecta el audiovisual «El valle de los 5 elementos». Andamos con prisa, pues tenemos que regresar a Ribes de Fresser para coger el coche y recorrer los 137 km que nos separan de Roses, donde hemos cogido el hotel para pasar una semana, ya que en esta época en la costa los hoteles resultan más baratos.
INFO: https://www.valldenuria.cat/es/verano/valldenuria/la-estacion/
Voy camino a Madrid, y me ha parecido un relato espléndido, me dan ganas de cambiar la ruta. Enhorabuena.