Comienzo esta segunda parte del viaje por Rumania con lo que más me ha impresionado gratamente, pues no he visto nada igual en ninguno de los 107 países en los que he estado. Se trata de las ocho iglesias ortodoxas, situadas en el norte de la Moldavia rumana, que fueron construidos entre 1487 y 1583. Su característica principal es que están ornamentadas con frescos en sus muros exteriores, aunque también en el interior, motivo por el que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Hemos visitado las tres mejor conservadas. Como volveré a hablar de este tema, solo os presento un par de fotos de cada una de ellas, de arriba abajo, Moldovita, Sucevita y Voronet. Esta última es la más conocida de todas y a veces llamada «Capilla Sixtina del Este», destacando la escena del Juicio Final. La noche la pasamos en un lugar lleno de encanto, la Pension La Roata, en las afueras de Gura Humorului, una ciudad un tanto anodina que no tiene ni un lugar de fundamento para celebrar mi cumpleaños.
Iniciamos una nueva jornada visitando el Monasterio Agapia, construido entre los años 1641 y 1643, que cuenta con interesantes frescos, aunque lo que más llamó mi atención son sus cuidados jardines. Para hoy toca naturaleza pero el tiempo no acompaña, pues llueve con fuerza cuando cruzamos la Garganta del Bicaz, cañón formado por el río del mismo nombre y paso obligado entre las regiones de Moldavia y Transilvania, que forma parte de la cadena de los Cárpatos. En el Lago Rojo (Lacu Rosu) todavía es peor, pues una gran tormenta hace que parezca el diluvio. Aprovechamos para comer y así hacer tiempo por si escampa, pero no hay nada que rascar.
Por la tarde el tiempo mejora y Alex nos propone ir al Lago Santa Ana (Lacul Sfanta Ana), pues ha oído que allí suele haber osos. Vemos carteles que anuncian su presencia, pero del gran mamífero ni rastro, pese a que Rumania tiene la mayor población de osos de Europa. Cuando ya estamos a punto de marchar, Alex me llama. Ha visto una osa con dos oseznos, que luego se dirigen a rebuscar en una papelera junto a la que acabábamos de estar. Los tenemos muy cerca y ni se inmutan, pero hay que tener cuidado pues es un animal salvaje y nunca hay que interponerse entra la osa y los oseznos. Hemos salvado el día, así que lo celebraremos en Brasov, donde vamos a pasar dos noches. Este día no lo olvidaremos con facilidad y a Alex tampoco, pues ha sido la gran sorpresa del viaje.
Iniciamos una nueva jornada visitando la iglesia fortificada de Prajmer, otra de las guindas del viaje, pues tampoco habíamos visto nunca algo similar. Es la más completa y mejor conservada de Transilvania, aunque habría que verla desde el aire para percibirla en toda su grandeza. Los muros tienen ocho metros de grosor, con torreones y bastiones que convertían Prejmer en un refugio seguro. Al edificio se accede a través de un pasaje abovedado de 100 metros de largo. En el centro se encuentra la iglesia, construida por los Caballeros Teutónicos entre 1212 y 1213. En la muralla se podían acomodar en caso de ataque todas las familias de la aldea, pues cada una de ellas tenía asignada una de las 212 habitaciones distribuidas en cuatro pisos, unidos por escaleras de madera. Algo digno de ver. Existen siete aldeas con iglesias fortificadas, inscritas en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
La siguiente cita la tenemos en Bran, una pequeña población de Transilvania situada en plenos Cárpatos transilvanos. Su principal interés y centro de peregrinación turística es el mal llamado castillo de Drácula, pese a que se cree que pasó en él unos días en su camino a la prisión en Budapest. Merece la pena visitar el castillo, ubicado en un hermoso emplazamiento.
Regresamos a Brasov, una de las ciudades más visitadas de Rumania por la cantidad de lugares de interés histórico que posee y por sus monumentos de estilo gótico, barroco y renacentista. Sin embargo no nos aportó gran cosa, nos sé si porque el tiempo no acompañó o por lo interesantes lugares que ya hemos visitado, así que me quedo con la vista general que se tiene desde el Hotel Kolping, donde nos alojamos. He seleccionado tres edificios, la Prefectura, la iglesia de la Santa Trinidad, situada en la antigua plaza del Ayuntamiento, y la Puerta de Santa Catalina, la única que ha sobrevivido de la época medieval, construida por el gremio de los sastres en 1559.
Último día de viaje. Tenemos que salir temprano para visitar el lugar que más turistas recibe en Rumania, el castillo de Peleș, que realmente es un palacio situado en Sinaia, construido entre 1873 y 1914 por el arquitecto Karel Liman. El motivo es que está a solo 142 km de Bucarest y son muchos los autobuses que se desplazan cada día hasta este lugar, para luego dirigirse al castillo de Bran. Antigua residencia de verano de los reyes, actualmente es un museo en el que destaca el salón de entrada, construido con paneles de madera de nogal, con relieves y esculturas, así como el techo de cristal móvil, activado por un motor eléctrico, que fue un elemento de sorpresa para el rey, que así el podía admirar el cielo en las noches de verano. El castillo de Peleș fue el primer edificio de Europa en tener electricidad y ascensor.
Sin salir de Sinaia realizamos la última visita. Se trata del Monasterio, que está habitado por monjes ortodoxos. Consta de dos edificios, destacando la iglesia vieja, construida en 1695, que reabrió en 2016 tras 10 años de restauración, sobre todo de las pinturas originales de su interior. El otro edificio es la iglesia nueva, concluida en el año 1846.
EPÍLOGO: Camino del hotel en el que íbamos a pasar la última y corta noche, pues el vuelo de Vueling a Bilbao salía sobre las 4 de la madrugada, paramos a comer en un área de servicio de la autopista, donde nos encontramos con un grupo de irlandeses acompañados de una guía rumana que hablaba castellano. Cuando le dijimos que éramos vascos, nos contestó que se lo teníamos que demostrar. Para ello tuvimos que cantar con ella una canción que aprendió con un grupo de Arrasate. Fue un momento muy emotivo, pues era el “Txoria txori”, de Mikel Laboa:
Hegoak ebaki banizkio nerea izango zen, ez zuen aldegingo. Hegoak ebaki banizkio nerea izango zen, ez zuen aldegingo. Bainan, honela ez zen gehiago txoria izango. Bainan, honela ez zen gehiago txoria izango Eta nik… txoria nuen maite. Eta nik… txoria nuen maite.
Un precioso e interesante viaje en un país que me ha sorprendido mucho. Y el remate final, difícil de mejorar.
Hasta ahora no le habia prestado atención a su blog pero lo veo bonito interesante bien heccho y orientativo. Sobresaliente como mínimo. IMPRESCINDIBLE. Hay gente quedice que no hay nada o nadie imprescindible, si, como un ojo si te le quitan pues te arreglas con el otro.