Dejaba la pasada semana este relato en la ciudad de Albi, desde donde nos desplazamos a Montauban, distante 85 km, realizando tres paradas por el camino. La primera de ellas la efectuamos en Castelnau-de-Montmiral, clasificado entre los pueblos más bellos de Francia, bastida fundada a principios del siglo XIII a la que se accede por la Porte des Garrics, destacando en su interior la place des Arcades. Enseguida nos detenemos en la ciudad fortificada de Puycelsi, construida en un promontorio que domina el bosque de la Grésigne. Forma también parte de los pueblos más bellos de Francia, destacando la iglesia de Saint-Corneille, la Porte de l’Irissou y la Tour de la Prison. Entramos en el departamento Tarn-et-Garonne y realizamos la última parada, como no, en otro de los pueblos más bellos de Francia, Bruniquel, coronado con un castillo encaramado a una peña sobre las gargantas del Aveyron. De su patrimonio destaco un par de lugares, la iglesia de Notre-Dame-de-l’Assomption y la Porte Mejane.
Pese a no ser de las ciudades que más me han gustado, en Montauban pasaremos las tres próximas noches, para así visitar los interesantes pueblos situados en su alrededor. De esta forma pudimos ver la capital de Tarn-et-Garonne en diferentes momentos. Debido al ladrillo de sus construcciones es conocida como “la más rosa de las villas rosas”. Ante todo me quedo con la imagen del Puente Viejo sobre el río Tarn, aunque si tienes ocasión te recomiendo el mercado que cada miércoles se celebra en la plaza Lalaque. Al igual que he visto en otras localidades de Midi Pyrénées y de la Provenza, el miércoles se preparan paellas al aire libre. También me gustó mucho la place Nationale, centro neurálgico de la ciudad. Otros edificios de interés son la iglesia de Saint-Jacques, único vestigio medieval junto al Puente Viejo, la Cathédrale de Notre-Dame-de-l’Assomption, el Teatro y la escultura Saphö situada frente a él.
El undécimo día de viaje fue uno de los que más kilómetros hicimos, 254, pues desde Montauban nos desplazamos a tres pueblos. La primera parada fue en un viejo conocido por ser el centro de una escapada anterior, Rocamadour, ciudad medieval suspendida en un acantilado, así que prepararos con las cuestas, incluidos los 233 peldaños de la escalera monumental. Os aconsejo que antes de visitar la ciudad toméis la carretera D32, en la parte baja de la población, para poder disfrutar de una espectacular vista de conjunto y haceros idea de lo que váis a ver luego. Situada en el derpartamento de Lot, dicen que es el tercer lugar más visitado de Francia, tras la Tour Eiffel, en París y Mont-Saint-Michel, en Normandía. La ciudad de Rocamadour posee tres niveles. En el primero se encuentra una calle estrecha en la que concentran comercios típicos y restaurantes. En el segundo están las capillas, las iglesias, la basílica y el palacio. El santuario esta formado por siete iglesias. En el tercer nivel, sobre el acantilado, se encuentra el castillo fortificado. Nosotros aparcamos en la parte alta, realizando el recorrido a la inversa de lo indicado, cuesta abajo, regresando en ascensor. Pese a todo sufrimos mucho por el intenso calor.
Tras comer en Rocamadour hicimos un alto para tomar café en St-Cirq-Lapopie. Un lugar que me encantó sobre todo por su emplazamiento junto a un acantilado sobre el río Lot, a cuyo departamento pertenece. La carretera de acceso a este pequeño pueblo permite disfrutar de una espectacular panorámica. No me extraña que forme parte de los más bellos pueblos de Francia y que en 2012 le dieran el premio al más bonito de todos. Aunque cuenta con 13 edificios clasificados como monumento, sobre todo antiguas mansiones, me quedo con la imagen de la iglesia fortificada de Saint-Cirq, del siglo XVI y del Château de la Gardette, sede del Musee Rignault.
Aunque la tarde estaba ya avanzada, no quería dejar de volver a visitar otro lugar que me encantó en un viaje anterior. Construido en el siglo XIV, el puente fortificado de Valentré se ha convertido en el emblema de Cahors, ciudad de arte e historia. Forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO junto al otro edificio notable de la ciudad, la Catedral de St-Étienne, en el marco de los Caminos de Santiago en Francia. Cuando empieza el atardecer, el sol proporciona al puente una luz especial. Además tuvimos la suerte de ver pasar una embarcación por la esclusa del río Lot, al lado del puente. También nos llamó la atención que mobiliario urbano y troncos de árboles contaban con”trajes” de lana, hechos con ganchillo.
El duodécimo día de viaje, desde Montauban realizamos otra excursión de 93 km para visitar un par de pueblos. La primera parada fue en uno en el que ya habíamos estado con anterioridad, Moissac, población situada en el departamento de Tarn-et-Garonne, que cuenta con una joya arquitectónica declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se trata de la Abadía de St-Pierre, en la que destaca el tímpano, construido entre 1110 y 1130, además del claustro, que data de la misma época. En las afueras de Moissac se encuentra otra maravilla arquitectónica, el puente canal de Cacor, construido sobre el río Tarn, para que puedan pasar los barcos que navegan por el canal del Garonne. Algo realmente curioso.
Por la tarde visitamos otro de los más bellos pueblos de Francia, Auvillar, donde destaca la plaza triangular, que está rodeada de viviendas de los siglos XVII y XVIII, llamando sobre todo nuestra atención el mercado de los granos, edificado en 1825 con forma circular, único de este tipo existente en el sudoeste francés. También son de interés la Tour de l’Horloge (Torre del Reloj) y la iglesia de Saint-Pierre, antiguo priorato benedictino entre los siglos XII y XIV. Desde Auvillar se tiene una magnífica vista sobre el río Garonne.
Día 13 de viaje. Hoy toca traslado hasta la ciudad de Auch (115 km), pero de camino efectuaremos dos paradas en sendos pueblos de la red de los más bellos de Francia. Cambiamos de departamento, pasando al de Gers. La primera parada es en Sarrant, donde la puerta de la villa da acceso al recinto histórico, en el que destacan la iglesia de Saint-Vincent (siglo XIV) y la capilla de Notre-Dame-de-Pitié (siglo XVIII). Poco después nos detenemos en Lavardens, pueblo con un pintoresco emplazamiento, del que sobresalen la iglesia (siglo XV) y el castillo (siglo XVII).
Circulando entre campos de girasol llegamos a nuestro último destino, Auch, tierra de mosqueteros y pequeña capital del departamento de Gers, en la que su principal monumento es la Catedral de Saint-Marie (siglos XV-XVII), que cuenta con dos torres de 44 metros de altura. En su interior destacan las vidrieras, los sitiales del coro y el gran órgano. Forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, en el marco de los Caminos de Santiago en Francia. Nos acercamos también a la place de la Liberation y al Ayuntamiento. Para concluir la visita subimos los 232 peldaños de la escalera monumental, que une el muelle del Gers con la place Salinis. Pasada la estatua de d’Artagnan, descubrimos el emblema de la ciudad, la Tour d’Armagnac, torre del siglo XIV y 40 metros de altura. El viaje ha concluido, aunque todavía nos quedan cuatro horas de viaje (371 km) para regresar a Leioa, pero eso será mañana.
Qué viaje tan encantador.Precisamente por haber conocido parte de los pueblos tan extraordinarios de Francia,casi no sabría decir, cuál de los pueblos descritos es más encantador.Me quito el sombrero.Un beso.