Hace muchos años que no viajaba a Burdeos y tenía muchas ganas de volver, máxime desde que en el año 2007 Bordeaux fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, al ser la segunda ciudad francesa, tras París, con más monumentos catalogados. También tenía ganas de conocer La Cité du Vin, modernista edificio inaugurado en junio de 2016. Además, desde el año 2000 está hermanada con Bilbao. Pese a estar tan solo a 339 km de Leioa, nunca encontraba ocasión para realizar el viaje. Sin embargo, el pasado mes de septiembre confluyeron dos circunstancias para viajara esta atractiva ciudad, un vuelo muy barato a París y que a partir del día 15 los precios de los hoteles en la capital francesa subían de forma astronómica. Así que, cogimos el TGV y por 36 euros, en poco más de dos horas cubrimos los 587 km que separan ambas ciudades, viajando a más de 300 km/h. El regreso, en este caso al aeropuerto CDG, fue mucho más económico, 16 euros, pero el TGV era peor, realizaba cuatro paradas y tardaba hora y media más.
En Burdeos nos instalamos en un hotel Ibi, situado frente a la estación. Hay muchas formas de desplazarse por la ciudad, como el autobús turístico y una especie de isocarro, pero optamos por la más económica, el moderno tranvía, pues un billete para dos personas y una hora de duración cuesta 3 euros. Debido a un incendio que afectó a las vías, la línea C está suspendida en parte hasta noviembre, pero ha sido sustituida por un autobús, sin aire acondicionado pese a que estamos a 32 grados.
El autobús nos deja en la Explanade des Quinconces, aprovechando para acercarnos al monumento a los Girondinos, que se construyó finales del siglo XIX, con una gran columna central y dos fuentes de bronce. En lo alto de la columna hay una escultura de la libertad rompiendo las cadenas de la opresión. Como no ha pasado una hora, con el mismo billete cogemos el tranvía B hasta La Cité du Vin. Enfrente tenemos otra de las novedades de Bordeaux desde junio de 2018, que parece un OVNI. Se trata de “Le Vaisseau Spatial” (la nave espacial), polémica obra de la artista británica Suzanne Treister.
Sobre las 5 de la tarde accedemos al lugar por el que sobre todo hemos vuelto a Bordeaux, La Cité du Vin (la ciudad del vino), modernista edificio ideado por Anouk Legendre y Nicolas Desmazières, que evoca al alma del vino y cambia de color según la hora y el día, algo parecido a lo que sucede en Bilbao con el Guggenheim. Es un museo muy didáctico, de los de tocar y oler, con la proyección de varios vídeos. Cuenta con exposiciones temporales, siendo la actual sobre Argentina. Son dos amplias plantas de exposiciones, concluyendo la visita en lo alto de la torre, en la terraza del piso 8, mientras contemplas el río Garonne y el puente Jacques Chaban-Delmas, a la vez que degustas la copa de vino incluida en los 20 euros que cuesta la entrada (los parados 4 menos). Más información en www.laciteduvin.com.
Lunes, 16 de septiembre. Comenzamos la segunda jornada desplazándonos en el autobús C hasta la parada Saint-Michel, para acercarnos a la basílica del mismo nombre, construida en estilo gótico flamígero entre los siglos XIV y XVI. Este templo forma parte del Camino de Santiago, destacando en su interior un órgano del siglo XVIII. El campanario está separado de la iglesia y tiene 114 metros de altura. En la plaza situada junto al templo se celebra un animado mercadillo.
Caminamos ahora por la calle Víctor Hugo, en busca de la primera de las tres puertas que vamos a visitar a continuación. Se trata del Grosse Clocher (gran campana). Fue construida en el siglo XV como campanario del antiguo Ayuntamiento. Luce resplandeciente ya que fue restaurada hace tres años. Tenemos que volver atrás por la calle Víctor Hugo para ver la puerta más sosa de todas, la Porte de Bourgogne, que data de mediados del siglo XVIII. Dejamos atrás el puente de piedra y nos acercamos a la hermosa Porte Cailhau o Puerta del Palacio, construida a finales del siglo XV.
Caminamos ahora sucesivamente por el Quai Richelieu y el Quai de la Douala, paralelos al río Garona, junto a casas de imponentes fachadas, pero sin una sombra en la que guarecernos del sol que pega con fuerza. Tenemos 32 grados pese a estar a mediados de septiembre. Nuestro destino es la plaza más monumental de Bordeaux, la place de la Bourse, construida entre 1730 y 1755. El centro está adornado por la fuente de las Tres Gracias, que data de 1869.
Frente a la plaza y junto al punto de amarre de los cruceros se encuentra otra de las novedades para mí de esta ciudad, “le miroir d’eau” (el espejo del agua), que se ha convertido en el lugar más fotografiado de Burdeos, al reflejarse en él de forma perfecta la place de la Bourse. Construido en el año 2006, se trata del espejo de agua más grande del mundo (3.450 m²). Sobre una placa de granito existe una lámina de agua tan solo 2 cm, que cuenta con chorros de agua y efecto niebla, por lo que está muy concurrido los días de calor.
Nos acercamos ahora a la place de la Comedie, presidida por el Gran Teatro de Burdeos, considerado por muchos el más importante de toda Francia. Su construcción concluyó en 1780. Ha llegado la hora de buscar una terraza sombreada para tomar un vino en la animada rue Sainte Catherine, la más comercial de la ciudad, donde se encuentran las Galerías Lafayette y la Galerie Bordelaise.
Pasada la una de la tarde nos acercamos a la Catedral de Saint-André, pero no podemos ver su interior por estar cerrada. A un paso tenemos el enorme monumento a Jacques Chaban Delmas, el Ayuntamiento y el moderno Palacio de Justicia. Hoy comemos en una zona muy popular para los bordeleses, los Halles de Chartrand. Tranvía y autobús para regresar al hotel para recoger los equipajes, desde donde observamos que la estación de tren ha sido desalojada por la presencia de un equipaje abandonado sospechoso, así que salimos con retraso rumbo al aeropuerto Charles De Gaulle. Me ha gustado mucho Burdeos.
Hay un hotel cerca del jardín botánico. Se llama Eklo y en 15 minutos a pi te sitúas en el centro. Mi pareja y yo la cogimos un fin de semana que decidimos quedar en Burdeos (vivimos en diferentes países) y la calidad relación precio es genial.
Por otro lado, la ciudad nos encantó. Un buen viaje, sobre todo para los vascos, al tener la ciudad tan cerca y al no ser tan turística (o me lo pareció a mí), que otras ciudades francesas.
Yo estuve hace unos años y la verdad que me encanto la ciudad. Muy buen articulo, me ha traído recuerdos leerlo.
Hace tiempo CV que estuvimos,claro…sin los reflejos del agua tan espectacular.Como bien dices una ciudad preciosa,eso sí,sin sustos de maletas.Un abrazo.