En enero de 2015 realicé mi primer crucero, recorriendo Omán y los Emiratos Árabes Unidos. Hasta entonces me había opuesto a esta modalidad de viaje, pero me salía más barato el vuelo de ida y vuelta de Madrid a Dubai, con Emirates, los traslados y una semana en pensión completa en camarote exterior con balcón en el barco Costa Serena, que una semana de alojamiento y desayuno en un hotel Ibis de Dubai. La verdad es que resultó muy cómodo, pues cambiamos de país sin utilizar el pasaporte, solo con la tarjeta del barco. Aunque luego me encantó Omán, el objetivo principal de este viaje era visitar la gran mezquita de Abu Dhabi, ciudad en la que permanecimos todo el día, pudiendo contemplar desde el barco la silueta de las torres de la ciudad con las primeras luces del amanecer y, al finalizar la jornada, la puesta de sol sobre el golfo Pérsico.
Todavía no he comentado que solo utilizamos el barco como alojamiento, cena y desayuno y como medio de transporte, realizando todas las visitas por nuestra cuenta, así que ni utilizamos el Big Bus, el autobús turístico de Abu Dhabi. Del barco fuimos al shuttle, el autobús gratuito que proporciona el puerto para salir de sus instalaciones y que nos trasladó al centro de la ciudad, el World Trade Center, una zona anodina plagada de altos edificios entre los que destaca el más alto de la ciudad, el Burj Mohammed Bin Rashid, un rascacielos que mide 381 metros y tiene 88 plantas. Tomamos así el primer contacto con la capital y segunda ciudad más poblada de los Emiratos Árabes Unidos.
Abu Dhabi es una ciudad muy tranquila y segura, así que mi mujer y yo nos dirigimos caminando, durante unos 600 metros, hasta nuestro siguiente destino, la Corniche, el principal paseo costero de la ciudad, en el que vimos a una joven local haciendo ejercicio, completamente tapada, mientras las mujeres occidentales visten normal. También vimos una lancha de las de carreras y los principales rascacielos de la ciudad. Sin embargo no es oro todo lo que reluce, pues los baños públicos estaban repletos de botellas de plástico y latas de bebidas, a modo de una gigantesca papelera.
Aunque tenemos que esperar bastante a que pase uno, desde la Corniche cogemos un taxi para cubrir los 7 km que nos separan de nuestro siguiente destino, el Heritage Village, un interesante museo al aire libre en el que se recrea la forma de vida de los habitantes de los emiratos antes del descubrimiento del petróleo. En él pudimos ver a diferentes artesanos trabajando, jaimas del desierto, una reproducción de un pozo y un pequeño oasis. Desde la playa junto a la que se encuentra, disfrutamos de una de las mejores vistas de la ciudad.
Nos acercamos hasta el coqueto Teatro de Abu Dhabi y, como nuestro siguiente destino está solo a kilómetro y medio, caminamos por la Al’Alam street que discurre frente a un pequeño puerto, mientras contemplamos la actividad de un pescador y disfrutamos de la mejor vista de la ciudad. Al fondo vemos la inconfundible torre-mirador del Marina Mall, un centro comercial y lugar de entretenimiento que se inauguró en 2001. Paseamos por su interior, lleno de comercios entre los que destaca por su concurrencia Zara y, como es mediodía, nos dirigimos al food court, probablemente el lugar más barato para comer de forma rápida en una ciudad que es bastante cara.
Aquí resulta mucho más fácil coger un taxi, así que tomamos uno que nos traslade a la gran mezquita. El conductor es muy amable y le pedimos que primero nos lleve hasta el cercano Hotel Emirates Palace, inaugurado en 2005, del que dicen que es el hotel más caro del mundo. Hace falta estar alojado o tener reserva para el restaurante para que te dejen acceder a su interior, cosa que podíamos haber hecho, pero nos entretuvimos en sus espectaculares jardines, fotografiando las fuentes y las torres más hermosas de Abu Dhabi, que se encuentran frente al hotel. Al final nos llamó el taxista diciendo que le obligaban a mover el coche y tuvimos que continuar el viaje. Otra vez será.
Al fin llegamos a nuestro principal destino en la capital de los Emiratos, la mezquita Sheikh Zayed, conocida como la Gran Mezquita, cuya construcción finalizó en 2007. Para acceder a ella basta con llevar pantalón largo y manga larga y las mujeres un pañuelo en la cabeza. El icono de Abu Dhabi es una joya del arte islámico, perfectamente comparable al Taj Mahal indio. El complejo tiene unas dimensiones de 290 por 420 metros y cuenta con cuatro minaretes de una altura de 107 metros y 82 bóvedas de 7 tamaños diferentes. Tiene también 1048 columnas en el exterior y 96 en el interior. Al lado de la mezquita se encuentra el mausoleo del primer presidente de los Emiratos Árabes Unidos, Zayed ibn Sultán Al Nahayan, pero no nos dejaron acercarnos a él, aunque pude obtener la foto de abajo a la derecha.
Hemos acertado yendo a la Gran Mezquita por la tarde, pues estamos casi solos, ya que por la mañana han acudido todos los grupos de los cruceros. Da gusto caminar descalzo por el mármol y luego sobre la mayor alfombra del mundo, pues tiene una superficie de 5.627 metros cuadrados y pesa 47 toneladas. Fue hecha a mano por 1.200 mujeres iraníes y diseñada por el artista Ali Khaliqi. Tiene un valor estimado de 545 millones de dólares. La sala principal tiene 10 lámparas de araña de 10 metros de longitud y 9 toneladas de peso, hechas a base de cobre y recubiertos de oro. Fueron fabricadas por la empresa Swarovski. Hasta los baños (última imagen) son lujosos. Es una de las obras construidas por el hombre más hermosas de cuantas conozco. Objetivo cumplido.
En el aparcamiento de la mezquita cogemos el tercer y último taxi de la jornada pero, en vez de dirigirnos directamente al barco, le pedimos al taxista nepalí que nos pare en algunos lugares emblemáticos, aunque solo sea para sacar una fotos desde el exterior, caso del circuito de Yas Marina, inaugurado en 2010 para las competiciones de F1 y el parque temático Ferrari World Abu Dhabi, también inaugurado en 2010. Hemos comprobado que los taxis funcionan muy bien en Abu Dhabi, no como en Dubai, que los taxistas son muy amables y siempre ponen el taxímetro y que pese a los elevados precios de la ciudad, los taxis nos resultaron muy económicos, pues hemos recorrido más de 80 km por el precio de una plaza en el bus turístico.