Tenía muchas ganas de visitar Argentina pero tardé mucho en hacerlo pues, para nosotros resultaba un país carísimo. Tuve que esperar a que pasara el «corralito» para realizar el primer viaje, que siempre pensé en compartirlo con Chile, pues hay muchos kilómetros de norte a sur, 5.121 km entre La Quiaca y Ushuaia, según vimos en un panel (he estado en ambas poblaciones). Fue en el año 2003 cuando realizamos el primer viaje, en concreto al Sur, teniendo como destino la Patagonia argentina y chilena y también las cataratas de Iguazú. Dos años después, en 2005, repetimos, teniendo como destino el norte, las provincias de Salta y Jujuy y el chileno desierto de Atacama. La inflación hizo que el país se volviera muy caro, por lo que tuvimos que volver a esperar hasta octubre de 2019, para viajar a la tercera zona que más nos interesaba, la región de Cuyo, aunque por falta de tiempo tuvimos que excluir la provincia de Córdoba. En esta ocasión pasamos también a Chile para desplazarnos hasta la isla de Pascua y conocer Valparaíso y Santiago, de donde «salimos por patas» al coincidir con los graves disturbios con toque de queda incluido. En las dos ocasiones precedentes volamos con Aerolíneas Argentinas, pero en esta última optamos por LATAM, compañía que nos pareció muy seria y que tenía la mejor tarifa hasta Mendoza, volando vía Santiago. Tas recorrer las provincias de San Luis, La Rioja y San Juan, llegamos a la provincia de Mendoza, última escala de este tercer viaje por Argentina.
Lo primero que hicimos fue instalarnos en el Hotel Ayelen, de la estación invernal de Los Penitentes. En la recepción vimos dos postales firmadas por un viejo conocido y enamorado del Aconcagua, Juanito Oiarzabal, al que sin embargo no conocían. Dejamos los equipajes y salimos disparados hacia el Parque Provincial Aconcagua. Desde casi 3000 metros, sin gota de nieve pero con mucho frío, pudimos contemplar la montaña más alta de América, el cerro Aconcagua, de 6960,80 metros. Por fin he cubierto un objetivo que tenía desde hace muchísimos años, ver esta montaña a la que han subido muchos montañeros vascos, pero a la que nunca conseguí ir pese a haberlo pensado tras subir al Kilimandjaro. El cerro Tolosa, de 5297 metros, lo tuvimos siempre a la vista. De regreso al hotel nos acercamos a otro lugar emblemático, el Puente del Inca, al que ahora está prohibido acceder.
El 10 de octubre efectuamos el regreso al punto en el que comenzó este viaje, Mendoza, pero sin entrar en la ciudad nos dirigimos a la localidad de Maipú. Estamos en tierra de viñedos y tenemos que cumplir el siguiente objetivo, visitar una bodega. A las 13 horas teníamos cita en la Bodega Casa Vigil (El Enemigo), que es la que está más de moda y parece dedicada exclusivamente a la gastronomía, pues todos sus comedores están abarrotados de gente. Menos mal que tuvimos enchufe para conseguir la reserva. La visita se reduce a un pequeño espacio convertido en una especie de museo.
Al día siguiente dedicamos la mañana a seguir con la visitas de viñedos, para lo que nos desplazamos a la cercana población de Luján de Cuyo, donde visitamos la moderna Bodega Budeguer. Comenzamos con una pequeña explicación en el viñedo, para luego recorrer la bodega y visitar una hermosa galería de arte, de donde pasamos a la cata de vinos, muy buenos por cierto, que se realiza en una confortable sala.
Sin salir de Luján de Cuyo nos desplazamos a la Bodega Belasco de Baquedano, en la que visitamos la bodega y la original sala de aromas Reyno de Navarra, para luego pasar el restaurante en el que comimos y bebimos mejor y mucho más barato que en El Enemigo. En la comida tuvimos cinco vinos diferentes, uno para cada plato. Por cierto, esta bodega fue inaugurada el 21 de octubre de 2008, por Miguel Sanz, entonces presidente del Gobierno de Navarra. De las que visitamos, es la que más vinculación tiene con Euskal Herria, pues en la entrada vimos fotos de Arguiñano y Martín Berasategui, tomadas en este lugar.
Tras la sobremesa, nos desplazamos por fin a Mendoza, aunque antes de llegar al centro nos detuvimos en el Cerro de la Gloria, sobre el que se alza el enorme monumento al Ejército de los Andes, quien al mando del general José de San Martín cruzó los Andes para liberar Chile y Perú. Es obra del escultor uruguayo Juan Manuel Ferrari. La siguiente cita la tuvimos en el gigantesco parque San Martín, de casi 400 hectáreas de extensión, concluyendo la jornada en las ruinas jesuíticas de San Francisco, carentes de interés salvo por el agradable parque que tienen enfrente. En el parque vimos a muchos aficionados del River, que por la noche se enfrentó al Almagro. Por cierto, el árbitro se alojó en nuestro hotel, pues le vimos cuando lo trasladaron al aeropuerto en un vehículo de una empresa de seguridad.
Aunque las ciudades no eran el principal objetivo de este viaje, pues su interés es escaso, dado que el vuelo a Santiago de Chile no salía hasta las 20:17 h, tuvimos un montón de horas para recorrer la ciudad de Mendoza, en la que los apellidos vascos están presentes en numerosas calles y bodegas. Era domingo 12 de octubre, aunque la festividad la trasladaron al lunes. Los autobuses urbanos nos recuerdan a los Bilbobuses. Fuimos callejeando por las comerciales calles Las Heras y Aristides, fotografiando pinturas murales y a los simpáticos camareros del bar en el que a media mañana tomamos un café.
Nos alojamos en el Amérian Executive Hotel Mendoza ****, situado en la calle San Lorenzo con vistas a la coqueta plaza Italia, un amplio parque presidido por el monumento a la comunidad italiana, donde comenzamos nuestro recorrido urbano yendo de plaza en plaza. Cuenta también con una hermosa fuente central y varias esculturas, como la de de Rómulo y Remo, amamantados por la loba romana. La siguiente cita la tuvimos en otra coqueta plaza, la de España, que cuenta con una fuente típica de los patios andaluces, numerosos azulejos y un gran monumento central dedicado a la Confraternidad Hispano-Argentina, esculpido en mármol.
Por un momento dejamos las plazas para dirigirnos a la peatonal Sarmiento, ubicada en el corazón de la ciudad y punto de encuentro de mendocinos y turistas, dado que cuenta con cafés y bares con mesas al aire libre bajo la sombra de los árboles. Cuando pasamos por ella en torno al mediodía estaba muy concurrida. Aunque andábamos un poco pillados de tiempo, nos detuvimos un buen rato observando la actuación de una escuela de baile.
La peatonal Sarmiento concluye en nuestro siguiente destino, otra plaza, Independencia, amplio espacio arbolado en cuya entrada se suelen instalar puestos de artesanos. Lo que más llama nuestra atención es el Friso de la Independencia, grupo escultórico «La Libertad, esa gesta anónima», obra de la escultora mendocina Eliana Molinelli. Ante él hay una fuente de aguas danzantes.
Todavía nos faltan por visitar dos de las plazas del damero planificado por Balloffet para la ciudad, dirigiéndonos en primer lugar a la San Martín, en la que destaca la estatua del General San Martín, obra del escultor José García. Concluimos nuestro recorrido por la ciudad de Mendoza en la plaza Chile, en la que se levantó un monumento, obra del escultor chileno Lorenzo Domínguez, que simboliza la amistad y hermandad entre Argentina y Chile, representada por los dos libertadores, San Martín y O’Higgins. Se trata de un bloque de piedra tallado que pesa 22 toneladas. Nos hemos pegado una buena caminata por la ciudad y todavía tenemos que ir hasta la calle Arístides Villanueva, cercana al hotel, donde existe una amplia oferta de restaurantes para comer, bastante tarde, por cierto. Además hace mucho calor para estar en primavera.
Regreso al hotel, una ducha y enseguida al aeropuerto. Por tercera vez tenemos que cruzar los Andes, dejando atrás Argentina. Una hora de vuelo en la que por suerte no tuvimos las habituales turbulencias. La noche la pasamos en un hotel cerca del aeropuerto de Santiago de Chile, pues al día siguiente toca madrugar, ya que tenemos más de 5 horas de vuelo para llegar al sitio habitado más alejado de otro lugar habitado del planeta, Rapa Nui, la isla de Pascua. El viaje continúa.
Que gusto viajar .Una gran idea mandar tus blogs para hacernos soñar en estos tiempos tan difíciles.Unas veces para recordar y otras para conocer.Precioso viaje.Un abrazo.