Del 10 al 17 de junio hemos vuelto a recorrer parte de las provincias de Teruel y Cuenca a las que hace tiempo que no íbamos. De hecho, a la capital de Teruel no viajaba desde abril de 2011y a la de Cuenca, desde agosto de 2009. Como todavía no estoy muy animado a viajar a destinos lejanos, ha sido una buena ocasión para volver, repetir lugares y conocer otros nuevos. El primer destino ha sido Teruel, ciudad en la que he recogido una queja, la de la Sanidad, pues para muchos especialistas tienen que desplazarse a Pamplona, Zaragoza o Valencia. Como nunca llueve a gusto de todos, los taxistas tienen un buen negocio sin depender del turismo. Y luego los políticos hablan de “la España vaciada”, pero no ponen remedio.
Por tranquilidad he repetido alojamiento en Paradores que, a diferencia del pasado año, con la oferta de primavera estaban muy asequibles. Hemos pasado 8 días pendientes de las tormentas, que hemos conseguido esquivar, así que antes de llegar al Parador de Teruel, sobre el que caía un buen chaparrón, nos detuvimos en un curioso lugar sobre el que ya había descargado la tormenta, el aeropuerto de Teruel, convertido probablemente en el mayor aparcamiento de aviones de todo el mundo. El negocio genera muchos puestos de trabajo y va bien, pues lo están ampliando.
484 km separan Leioa del Parador de Teruel, así que una vez instalados pedimos un taxi que nos lleve al centro, pues andamos justos de tiempo ya que para las 16:30h tenemos reservada la visita guiada al Mausoleo de los Amantes, la iglesia de San Pedro, el claustro y la subida a la torre, todo en el mismo recinto, que se efectúa llamando al teléfono 978 61 83 98. El precio es de 10 € y el horario, todos los días de 10:00h a 14:00h y de 16:00h a 20:00h. Además de poder contemplar algo tan emblemático como es el Mausoleo de los Amantes de Teruel, Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla, la entrada completa incluye la iglesia de San Pedro, excelente ejemplo del mudéjar aragonés del siglo XIV, contemplar el retablo mayor y el claustro y, finalmente, subir a lo alto de la torre de 25 metros de altura, del siglo XIII, la más antigua de las torres mudéjares turolenses.
La arquitectura mudéjar de Aragón forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1986. Ya hemos visto una de estas joyas, la iglesia de San Pedro, así que, aunque sea por fuera, nos disponemos a contemplar los otros tres edificios que en Teruel forman parte de esta selecta lista, comenzando por la Catedral de Santa María de Mediavilla, en la que destaca la torre mudéjar de 1257. De allí nos dirigimos a la Torre de San Martín, de 1316, y a la Torre de la iglesia del Salvador, del siglo XIV, donde recibí una agradable sorpresa pues, en el balcón de una vivienda casi anexa, tenían una bandera del Athletic. También nos acercamos al Portal de Daroca, perteneciente a la antigua muralla.
Concluida la visita a lo más interesante de Teruel, nos dirigimos a su centro emblemático a tomar un helado en una terraza, pues la tarde está muy bochornosa. Se trata de la plaza del Torico, en la que las terrazas se encuentran a tope de gente, sucediendo lo mismo en las calles adyacentes. Aprovechamos para contemplar el otro emblema de la ciudad, la Fuente del Torico, coronada por la imagen de un pequeño toro y cuatro cabezas de toro escupiendo agua. En la plaza está también la monumental Casa El Torico, de 1912, de donde nos desplazamos a otros interesantes lugares como el Ayuntamiento, el Palacio de la Comunidad y los situados en torno a la plaza de San Martín. En taxi regresamos al Parador, salvándonos por los pelos de otro chaparrón.
Debido a la previsión de tormentas, el 11 de junio tenemos que cambiar de planes, sustituyendo la sierra de Albarracín por la de Gúdar. Nuestro primer destino es la estación de esquí de Aramón Valdelinares, de donde nos desplazamos al collado de la Gitana, que identificamos por una cruz, punto de partida para subir al techo de la provincia de Teruel, el monte Peñarroya (2028 m). A partir del collado de la Imagen no hay una sola indicación, así que tenemos que subir casi trepando por el pinar hasta llegar a la cima. No es de extrañar que en lo alto haya dos miradores, pues descubrimos que podríamos haber llegado en coche por una pista. También descubrimos por casualidad un casi escondido sendero que nos facilita el descenso con más comodidad, realizando la ida y vuelta en hora y media. Nos acercamos a tomar un vino a Valdelinares, el municipio español situado a mayor altitud (1692 m). En nuestro descenso descubrimos el Área Pino del Escobón (1340 m), donde aprovechamos para comer el bocadillo, deteniéndonos luego un par de veces para fotografiar un coqueto pueblo, Linares de Mora.
En Rubielos de Mora comienza la parte cultural del día, pues está considerado uno de los más bonitos pueblos de España. La verdad es que nos ha encantado. De las siete antiguas entradas al recinto amurallado, sólo se conservan dos, el Portal del Carmen, por el que accedemos, y de San Antonio, en el que concluimos la visita. Nada más entrar al recinto amurallado nos encontramos ante el convento del Carmen y el Hotel de la Villa, entre los que se encuentra el Monumento al Toro Embolado, obra del escultor rubielano Gonzalvo Vives. Nuestro paseo monumental continúa entre imponentes edificios, que en su mayoría parecen casas solariegas o palacios, destacando también la iglesia de Santa María la Mayor, la Casa Consistorial, renacentista del siglo XVI, y la antigua Lonja del pueblo, junto a la que tomamos el café.
La siguiente cita la tenemos a sólo 13 km, en Mora de Rubielos, capital de la comarca Gúdar-Javalambre, en la que llama la atención la grandiosidad del Castillo Palacio de los Fernández de Heredia, uno de los mejor conservados de Aragón, en el que la parte más antigua data del siglo XII y corresponde al estilo románico. Otro monumental edificio es la Ex-Colegiata de Santa María, templo gótico del siglo XV. Junto a su portada se encuentra el bar El Escalón, lleno de sabor tradicional en el que tomamos otro café y, a un paso, el Portal de Cabra, abierto en la muralla. También me ha gustado el Ayuntamiento, de estilo herreriano de la primera mitad del siglo XVII. No ha estado nada mal este segundo día, en el que hemos visto muchos campos de amapolas, esquivado las tormentas y recorrido 165 km.
Iniciamos una nueva jornada con una buena previsión meteorológica, así que optamos por la zona de Albarracín, deteniéndonos en primer lugar en un sitio del que nunca había oído hablar, el Mirador de las Tajadas. Descendiendo al barranco del mismo nombre, accedemos a un lugar lleno de encanto, los Pinares de Rodeno, por el que hay varios senderos balizados, uno de los cuales lleva a los abrigos del Huerto y la Parideras, donde podemos contemplar varios dibujos del arte rupestre levantino. Nuestro destino es el pueblo de El Vallecillo, pero poco antes de llegar nos detenemos para contemplar la hermosa cascada del Molino de San Pedro, por la que se precipita el río Cabriel, a cuyo nacimiento iremos a continuación, accediendo por una pista hasta los “Ojos del Cabriel”, donde el río empieza a tomar un caudal más visible. Un breve paseo nos permite acercarnos a la cascada del Molino de la Herrería, en la que el río se precipita por primera vez.
Volvemos a los Pinares de Rodeno, pero en esta ocasión a la zona situada a 4 km de Albarracín, junto al Centro de Información de los abrigos del Navazo, donde existen mesas y zona de asadores. Es un buen sitio para comer el bocadillo, aunque como es sábado, la zona está muy concurrida. Sin embargo, en Albarracín vemos menos gente por la tarde, así que disfrutamos caminado por sus empinadas calles que recorren el recinto amurallado, subiendo primero hasta la Plaza Mayor y luego hasta la Catedral de El Salvador, desde cuyo entorno se tiene una magnífica vista del centro histórico perteneciente a uno de los pueblos más bonitos de España y, desde luego para mí, el más hermoso de la provincia de Teruel. El aparcamiento es de pago, pero nos da tiempo para tomar un café mientras recuerdo nuestra última estancia en esta población, en invierno con 8 grados bajo cero, cuando casi hacían falta los crampones para caminar por sus calles.
Hemos dejado para el final una visita que no teníamos prevista y que no pudimos realizar el día anterior debido a la tormenta. Se trata de un lugar del que nunca había oído hablar y de cuya existencia supimos el día anterior gracias a que mi mujer se lo oyó comentar a un señor en la terraza del bar en Mora de Rubielos. Se trata del Castillo Peracense, uno de los castillos más originales y mejor conservados de Aragón, así como uno de los monumentos de mayor interés patrimonial y paisajístico de Teruel. Situado en el municipio del mismo nombre, es una fortaleza construida entre los siglos XII y XIV, cuya visita merece realmente, especialmente por la tarde, debido a los tonos que toma con el sol del atardecer. A partir de julio abre a diario de 10:30 a 14:00 y de 16:00 a 21:00 horas. La entrada cuesta 3,50€. Con esta visita concluye nuestra apresurada visita a Teruel, tras recorrer hoy 220 km.
El 13 de junio abandonamos Teruel con destino a Cuenca, donde pasamos las cuatro siguientes noches. Tenemos por delante 153 km, pero aquí no hay autovía. De lo visitado en esa provincia os espero hablar la próxima semana. El viaje continúa.
Hola Antonio…estuve en la zona,hace ya algún tiempo. Recuerdo con agrado que me sorprendió bastante,me gustó muchísimo. Ahora al leer tu blog,me he dado cuenta,que hay muchas cosas que no visitamos,por lo que no descarto, cualquier día,liarme y hacer una escapadita. Gracias por tan buena información. Un abrazo.
Siempre hay que dejar cosas para poder volver. Un abrazo.