Muiños es la denominación gallega de molinos que, junto a los hórreos, forman parte del paisaje agrícola de Galicia. De hecho, en 1797 Galicia ya contaba con más de 8.000 molinos de grano, cuyo origen se remonta al Neolítico, cuando eran unas sencillas piedras, que se chocaban una con la otra, siendo los romanos quienes los elevaron de categoría.
En mi último viaje por Galicia, en julio de 2020, tuvimos ocasión de realizar tres rutas a pie, las tres en la provincia de Pontevedra, recorriendo diferentes molinos. Dos de ellas las realizamos en torno a Cambados. La tercera, mucho más al sur, alojándonos en Baiona. Ninguna de las tres las teníamos previstas, así que las improvisamos sobre la marcha una vez en Galicia.
Mi mujer encontró en Internet una buena propuesta para realizar en un día caluroso y el 18 de julio lo era. Se trata del PR-G 170 o “Ruta da Pedra e da Auga” (Ruta de la Piedra y del Agua), que parte de la rotonda VG-4.2, en el concello de Ribadumia y concluye, tras casi 7 km de marcha, en el monasterio de Santa María da Armenteira. En un kiosko situado junto al aparcamiento de la salida, nos facilitaron un mapa con el itinerario, muy bien marcado, una antigua vereda que daba servicio a los molinos, también utilizada por los romeros el lunes de Pascua.
Enseguida pasamos al concello de Meis, donde se encuentra un grupo de la treintena de “muiños” que contemplaremos en la ruta. Caminamos por una pista que luego se convierte en sendero, discurriendo paralela al río Armenteira. En el primer tramo hay un área recreativa y la Aldea Labrega, que reproduce la vida cotidiana de un pueblo de la Galicia de principios del siglo XX. Si realizas la ruta con niños, puede ser un buen lugar para pasar un agradable rato recorriendo las diferentes reproducciones.
El camino resulta muy sombreado y en su tramo final la pendiente aumenta considerablemente, por lo que el río Armenteira forma varios rápidos y pequeñas cascadas. Esta ruta es muy conocida, pues es utilizada habitualmente por el expresidente Mariano Rajoy cuando pasa sus vacaciones en la zona. Estamos en el tramo más interesante por su abundante vegetación, el sonido del agua y la presencia de los últimos molinos. Por el contrario, el tramo final es completamente llano.
Esta ruta tiene una buena cosa, sobre todo en días de calor como el que ha salido. Frente al monasterio, se encuentra el bar O Comercio, donde repusimos fuerzas. Una copa del Albariño frío y una ración de pulpo reconfortan a cualquiera. Además no tengo que conducir, pues para el regreso a Cambados optamos por llamar al taxista que nos llevó al punto de salida. Por si os sirve os dejo el contacto: Santiago Pérez (tel 686 486 145). Fue muy legal y atento, además de proponernos una ruta para el día siguiente. Antes de salir visitamos el claustro del Monasterio de Armenteira, renacentista y barroco, de los siglos XVI y XVII.
Al día siguiente volvió a salir otro día caluroso así que, siguiendo la recomendación de nuestro amigo taxista, nos desplazamos 23 km hasta el Parque Natural del río Barosa, accesible desde la N550 entre Pontevedra y Caldas de Rei. Aunque en los paneles proponen un itinerario circular subiendo por los molinos que hay junto a la cascada, esto no es posible. El punto de partida se encuentra junto a las cascadas (fervenzas de Barosa), de 30 metros de caída, muy concurridas como piscinas naturales por la gente que acude a pasar el domingo y realizar una comida campestre. Junto a ellas tenemos el molino más interesante de todos.
Este sencillo itinerario de 3,5 km tenía que tener forma de ocho, pero no es posible realizar el primer círculo, así que el primer tramo será de ida y vuelta, subiendo una pronunciada pendiente entre los Muiños de Abaixo y el puente San Breixo, pasando junto a varios molinos. Aquí comienza el segundo tramo, este si circular y bastante llano, hasta el puente de Bua, bordeando el río, que proporciona hermosos reflejos. Al completar el círculo nos detenemos a tomar un Albariño en el Muiño de Valerio, que también da comidas, mientras contemplamos a los patos. Al regresar al punto de partida comentamos lo que tiene que ganar esta ruta en primavera, con la cascada del río Barosa con mucha agua (he visto fotos).
En las cascadas de Barosa coincidimos con una persona de El Rosal, quien nos recomendó ir a su municipio para realizar la Ruta dos Muiños do Folón e do Picón (PR-G 94), distante 32 km de Baiona, así que allí nos fuimos el 22 de julio. La ruta tiene 3,5 km de recorrido circular, pasando por los dos grupos de molinos documentados desde el siglo XVIII y declarados Bienes de Interés Cultural por la Xunta de Galicia. Os recomiendo iniciar la ruta desde el centro de información, que estaba cerrado, siguiendo el curso del río Folón.
Menos mal que el recorrido es corto, pues hoy toca sudar ya que hace mucho calor y casi no hay sombras. Siguiendo el curso del río Folón, tras el primer repecho alcanzamos el primer grupo de 8 molinos superpuestos a los que hay que ir subiendo por unas losas en forma de escalera con mucha pendiente. Cuando crees que has terminado, aparece otro grupo de 14 molinos, así que hay que seguir subiendo. Concluimos aquí el recorrido por los Muiños do Folón.
Enseguida llegamos al alto de Chan de Cereixeira, realizamos una travesía en horizontal y descendemos más suavemente siguiendo la indicación del panel que marca la ruta hacia los Muiños de Picón, a los que enseguida llegamos caminando junto a unos pequeños canales de agua. Los 14 molinos de Picón están dispuestos en zig-zag, distribuidos por la ladera de la montaña junto a pequeñas cascadas. Pese a la sudada debida al esfuerzo y la ausencia de sombras, nos ha gustado mucho esta ruta, pues nunca había visto algo similar. Eso sí, es mejor realizarla en primavera, pues los molinos están rodeados de pequeñas cascadas. Aquí no tenemos ningún bar a la llegada, pero hay una fuente de agua.
Como estamos a poco más de 10 km, nos dirigimos al Castro de Santa Trega, situado sobre la población de A Guarda, un lugar que me encanta y que procuro visitar siempre que paso por esta zona. Desde lo alto del monte Santa Trega, donde hay un par de bares y una ermita, disfrutamos de una magnífica vista de la desembocadura del río Miño, fronterizo con Portugal, pero eso es otra historia.