Abro un paréntesis en el relato del viaje por la isla de Guadalupe, para contaros mi última escapada a Canarias, realizada entre el 5 y el 14 de febrero. Aunque en mi vida he cogido más de 300 vuelos con origen y destino diferente, llevaba 740 días sin coger un avión, siendo el último el VY3281 Lanzarote-Bilbao, el 27 de enero de 2020. Como la situación sanitaria ha mejorado, decidimos viajar el 5 de febrero a una de las islas que me faltaba por repetir en Canarias, La Palma, que no visitaba desde 1999, para de paso ver los efectos del volcán. Como Vueling canceló en enero el vuelo dominical que unía Bilbao con Santa Cruz de la Palma, volamos a Tenerife Norte, optando por alojarnos una noche en la misma localidad en la que se encuentra el aeropuerto, en el La Laguna Gran Hotel.
Aprovechamos la estancia en Tenerife para volver a visitar La Laguna, una ciudad que me gusta y que tiene mucho ambiente. Además, forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Lo primero que hicimos fue acercarnos a su magnífico mercado. Posteriormente, de forma sucesiva fuimos visitando el santuario del Cristo de la Laguna y el casco viejo, con sus magníficas construcciones, llegando hasta la torre de Ntra Sra de la Concepción, junto a la que comimos. Pasando por la iglesia de San Agustín, ubicada en la calle del mismo nombre, regresamos a descansar un rato al hotel, dejando para la tarde el Palacio de Larcero, sede del Museo de Historia y Antropología, la casa Salazar y la Catedral de Ntra Sra de los Remedios. Para concluir, nos detuvimos en un original comercio dedicado al calzado artesanal, de nombre Pisaverde. En otra ocasión volveré a hablar de esta hermosa población.
El 6 de febrero, a bordo de un ATR-72 de Canaryfly, realizamos el corto vuelo entre los aeropuertos de Tenerife Norte y Santa Cruz de la Palma. Para pasar las seis próximas noches elegimos el Hotel H10 Taburiente Playa, ubicado en Los Cancajos. Estábamos poquísimos turistas, siendo el 80 % de los alojados personas que se quedaron sin su vivienda por la erupción del volcán Cumbre Vieja. En el patio central del hotel contemplamos cada vez que íbamos a la habitación la cascada del Los Tilos, a la que no pudimos ir al estar el acceso cerrado por las pasadas lluvias. Si que pudimos caminar por el sendero litoral y contemplar las olas, pues los dos primeros días tuvimos aviso amarillo por impacto en costa.
Con el coche que recogimos en el aeropuerto, la tarde de nuestra llegada a la isla la dedicamos a recorrer su hermosa capital, Santa Cruz de la Palma que, al ser domingo, estaba casi vacía. Su centro histórico está delimitado por dos calles, O’Daly (calle Real) y la avenida Marítima. En otra ocasión volveré a hablar de esta ciudad y de sus interesantes edificios, entre los que destacan la Casa de Salazar, el Ayuntamiento y la iglesia de el Salvador, llamando ante todo nuestra atención los hermosos balcones de muchas de sus casas y varios grupos escultóricos, con especial atención al monumento al Enano.
El 7 de febrero nos desplazamos en primer lugar hasta el la Cumbrecita (1267 m), donde conviene reservar aparcamiento por Internet. Es un buen mirador sobre el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente aunque, como sucedió durante toda la semana, la calima hizo que las vistas fueran difuminadas. Eso sí, hicimos una pequeña ruta caminando hasta el Lomo de las Chozas, disfrutando de un precioso paisaje de montaña, teniendo como telón de fondo los Roques y el Pico Bejenado.
La siguiente cita del día la tenemos en la localidad más poblada de la isla, Los Llanos de Aridane, distante 33 km de la capital. El primer sitio que llamó mi atención fue la plaza de España, por los laureles de Indias que la adornan, que fueron plantados en 1863. A ella se asoman el Ayuntamiento y la coqueta iglesia de Ntra Sra de los Remedios. Por la plaza discurre la calle Real, que cuenta con hermosos edificios de estilo colonial, en la que podemos contemplar varios de los numerosos grandes murales, algunos de conocidos artistas, que forman parte del proyecto “la ciudad en el museo”.
Después de comer en Los Llanos nos dirigimos al mirador de El Time, atalaya situada a 594 metros sobre el nivel del mar, que se encuentra a sus pies. Por primera vez circulamos por impresionantes barrancos, algo que será habitual todos los días y contemplamos las plataneras. Hacia la costa, donde se encuentra la fajana, no hay forma de ver nada con nitidez debido a la calima. Nos volvemos a detener en la playa del puerto de Tazacorte y regresamos a Los Cancajos, pasando otra vez por Tajuya, pues lo habíamos hecho a la ida, donde contemplamos el volcán Cumbre Vieja, todavía humeante, los destrozos causados por la lava y alguna casa rodeada por ella, a donde no nos pudimos acercar, pues muchas carreteras permanecen cortadas. Además todavía hay gases en bastantes viviendas. He dejado como base de la ilustración la ceniza, todavía abundante en algunos lugares.
8 de febrero. Dedicamos toda la jornada a la zona de Fuencaliente, para caminar por el GR 131 que discurre por la Ruta de los Volcanes, en buena parte cerrada por efecto del volcán, aunque no nos afectó, pues solo pensábamos caminar en descenso por los 5,9 km de sendero existente entre el centro de visitantes del volcán San Antonio y el faro de Fuencaliente, donde previamente dejamos aparcado el coche, viajando al punto de partida en el autobús 23 (2,40 €). Hay cinco al día, cada dos horas entre las 09:45 y las 17:45 h. El camino pasa junto a otro volcán, el famoso Teneguía, el anterior en entrar en erupción. Junto al faro se encuentra un lugar lleno de encanto, las salinas de Fuencaliente, que funcionan de forma artesanal desde 1967. La visita es gratuita y cuentan con un buen restaurante.
Nos quedan por delante tres días completos en la isla de la Palma y casi dos en Santa Cruz de Tenerife. El viaje continúa.
Ha tenido que tener un punto de emoción,visitar la isla después de la erupción del volcán y todo lo qué ha significado. Un abrazo.